miércoles, 14 de agosto de 2019

LOS HECHOS SON TESTARUDOS (1), Por Pedro Cazes Camarero (")para Vagos y Vagas Peronistas

Los resultados de las elecciones “PASO” del domingo 11 de agosto constituyen un acontecimiento en el sentido restrictivo del término, esto es, un punto de inflexión cualitativo cuya importancia todavía el gobierno y sus mandantes de la embajada de los Estados Unidos no llegan a comprender en toda su magnitud. 

Los acontecimientos están relacionados con grandes virajes del estado de ánimo y la conducta de las grandes mayorías. En la historia de República Argentina, algunos acontecimientos están relacionados de alguna manera a convocatorias electorales, como el 25 de mayo de 1973 y el 11 de agosto de este año. En otros casos, como el 29 de mayo de 1969 (Cordobazo) y el 19 de diciembre de 2001, están relacionados con insurrecciones parciales que acorralaron a regímenes reaccionarios como la dictadura de Onganía y el gobierno del “opa solemne” de La Rúa. 

En esta ocasión, el acontecimiento refleja de alguna manera un cambio dramático de actitud de las masas populares. Hasta la semana pasada, los sueldos y jubilaciones no alcanzaban y los merenderos, comedores populares y escuelas no daban abasto. La gente se endeudaba en los bancos para pagar las cuentas de la luz y el gas. La depresión cundía entre las grandes mayorías. El llamado a las PASO les dio la ocasión de ajustar cuentas. 

El dominio del neoliberalismo que cunde en el mundo entero no es solamente económico, sino mental. Hasta a los más acérrimos opositores les resulta imposible siquiera pensar fuera de los límites fijados por el neoliberalismo. Este dominio, que Gilles Deleuze llamaba “agenciamiento”, excede la simple hegemonía de clases y se extiende en el cielo imaginario de horizonte a horizonte, como una nube oscura que enmascara la realidad. Pero de vez en cuando, un suceso como el del 11 de agosto desgarra el manto de la dominación ideológica. Un aroma primaveral, el de las mayorías irrumpiendo en el escenario, se despliega dondequiera. Es el mismo que percibíamos en las ensangrentadas calles argentinas hace dieciocho años, cuando el helicóptero alzó vuelo desde la casa rosada llevándose por última vez al ex mandatario al basurero de la historia. 

La respuesta de Macri, a quien vimos por televisión con su rostro desencajado acusar a sus oponentes de la responsabilidad respecto de la crisis económica y social que su derrota desencadenó, es la fuga hacia adelante. El epígono de los monopolios y sus cómplices ahora están impulsando, no capeando, el temporal y promueven deliberadamente el empeoramiento de las ya gravísimas condiciones sociales que existen en la Argentina. 

Esta táctica tiene mucho de venganza sobre unas masas que le han dado la espalda, pero también busca retrotraer a través del miedo el escenario político argentino a la situación pre- electoral. Mientras tanto, en horas, el caos se va apoderando del escenario. La tasa de interés ha subido tanto que su aumento por el Banco Central ya no surte casi efecto sobre el creciente precio del dólar, que no parece tener techo. La cadena de pagos se corta, como frecuentemente ocurre en vísperas de hiper inflación. Los alimentos, los medicamentos y los insumos industriales son acaparados por los proveedores. Los hospitales y las farmacias ven vaciarse sus estanterías y no tienen qué ofrecer a los pacientes. 

Las masas argentinas han dado muestras de moderación y no han incendiado las calles durante los últimos meses catastróficos, entre otros motivos porque el régimen neoliberal aparecía con una relativamente cercana fecha de vencimiento. En cuanto se le dio la oportunidad, las mayorías ofrecieron su opinión inequívoca. Alberto Fernández había canalizado las esperanzas populares, con el riesgo de que al día siguiente de su victoria la gente se le aproximara a cobrar con el “pagaré de las promesas” en las manos. 

Macri es ahora un espectro que no hace sombra en el piso, pero posee cierta capacidad de daño todavía. La prensa internacional, tan neoliberal como él, lo considera un cadáver político. Sus epígonos periodísticos argentinos, Etchecopar, Lanata y compañía, lo consideran un apestado y ponen distancia. Sus mandantes de la embajada norteamericana meditan cómo reemplazarlo por alguien que enderece la montura hasta las elecciones de octubre, y ven con estupor cómo el tipo se precipita con espuma en la boca, enfurecido, hacia el precipicio. 
Pedro Cazes Camarero

La victoria de “Fernández y Fernández” fue el último acto defensivo de las masas argentinas. El panorama ha cambiado irreversiblemente. La gente no se refugiará en sus casas a llorar mientras Macri, tonante como Júpiter, descarga sobre las espaldas populares un nuevo cargamento de miserias como expiación por haberle votado en contra. 

¿La CGT y las direcciones gremiales seguirán durmiendo la siesta mientras siguen deliberadamente lloviendo calamidades sobre sus representados? ¿Los votantes que el domingo concurrieron en silencio a las urnas van a seguir estoicamente soportando las provocaciones del agónico gobierno neoliberal? ¿O asistiremos a la primera ofensiva de masas de esta novedosa etapa que acaba de abrirse? 

(1) Lenin, 1903

(") Pedro Cazes Camarero, argentino, farmacéutico, 1945. Magister Scientiae en Metodología de la Investigación Científica y Epistemología. Ex director de "Estrella Roja" (órgano del Ejército Revolucionario del Pueblo- ERP-), "El Combatiente" (órgano del Partido Revolucionario de los Trabajadores - PRT-) y "Crisis". Autor de numerosos artículos y libros, entre ellos "Las Estrategias de la Aurora", de próxima aparición (Ed. Prometeo, Buenos Aires, 2019). Premio "Ramón Carrillo" (2010). Miembro del Encuentro de Profesionales contra la Tortura. Columnista de "Cuadernos de Crisis/Purochamuyo".

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