martes, 30 de mayo de 2017

CRISTINA FERNÁNDEZ Y EL PROBLEMA NACIONAL, Por Juan Sonko, para Vagos Peronistas


Cristina Fernández de Kirchner, la gran esperanza
Una nota de opinión en el diario La Nación, tradicional vocero de la clase terrateniente, ayuda a comprender el punto en el que se encuentra hoy la política argentina: “parafraseando el Manifiesto Comunista podría decirse que un fantasma recorre las elites argentinas: la posibilidad de que Cristina Kirchner se presente en las elecciones de la provincia de Buenos Aires y las gane. Ese escenario provoca pánico en el establishment, muchos de cuyos miembros sostienen que postergarán inversiones o levantarán sus negocios.” El articulista, Eduardo Fidanza, termina su nota, del 27/05/2017, diciendo: “si Cristina ganara en octubre, estas contradicciones no habrán sido resueltas. Y el país seguirá atrapado en el pasado equívoco que ella representa”.

En este presente de retroceso oligárquico una reflexión de estas características proveniente del riñón periodístico liberal conservador no puede pasar desapercibido para los sectores populares. La centralidad política de la figura de Cristina Fernández quedó en evidencia tras la entrevista que dio el 25 de mayo pasado a Navarro y Sylvestre, la que, justamente por esa razón, tuvo el efecto de sacudir el ánimo aletargado de muchos sectores nacionales, ante una realidad sin tregua. Esta centralidad se realiza al poner sobre la mesa de discusión el problema nacional y las tareas históricas que las fuerzas nacionales deben asumir como propias.

Cristina Fernández dio definiciones que permiten precisar las tareas políticas del actual momento histórico, y, por ende, asumir un rol protagónico desde las consignas de: reconstruir el país, construir la unidad de la oposición y formar una fuerza parlamentaria que le ponga límites al ajuste, y la revisión de la deuda externa que se ha tomado desde el inicio del macrismo.

Su figura sigue siendo el cuadro político más profundo y con una visión integral del país, hacia dentro y su rol en el concierto mundial, de una clase política que se ha desmoronado ante la primera presión oligárquica y cuya expresión más defeccionante está en el senado de la nación. Ya en otras apariciones públicas había dado mensajes de unidad de los trabajadores, tendiendo puentes hacia la Corriente Federal de los Trabajadores y en su apoyo a la CTERA, cuando llamó a “la unidad del movimiento obrero” para la “reconstrucción de un espacio que no puede agotarse en el peronismo”.

Ahora, su aparición pública puso en evidencia la disputa central a partir de la cual se define el destino del país, la divisoria de aguas en dos campos bien diferenciados: el de la defensa del interés nacional y una política socialmente justa, uno, y el de la protección de los privilegios oligárquicos en un orden social dependiente de los poderes financieros internacionales, el otro.

La reflexión autocrítica sobre la manera de superar las condiciones políticas, económicas y culturales que permitieron la interrupción del proyecto nacional, forma parte de las tareas históricas del movimiento nacional necesarias para avanzar en sus realizaciones, pero el retroceso padecido en estos meses no deja lugar a dudas acerca de cuál es la divisoria actual de las fuerzas sociales.


La política de la confusión renovadora.

La escena de la actividad política refleja, de alguna manera y con sus particularidades, esta real e histórica divisoria de intereses y fuerzas en pugna que otorga un sentido concreto a la realidad del país.Sin embargo, el plano político podría complejizarse de proliferar listas y candidatos que compiten entre sí dentro del campo nacional, diluyendo en el horizonte del pueblo la figura del adversario principal. No hay tres, cuatro o más alternativas sino dos opciones reales cuyos límites en estos meses aparecen superficialmente como difusos a partir del predominio de una visión confusa de las cosas, montada sobre los tradicionales mitos del colonialismo cultural y renovada con coyunturales zonceras promovidas a troche y moche por los multimedios de la comunicación concentrada. Incluso ahora se aporta a la confusión abonando la imágen de un democratismo ilusorio proponiendo unas PASO sin debate sobre los problemas reales del país dentro de la fuerza política que es núcleo del movimiento nacional.

Una de las claves en política que ha influido en el giro conservador del país es la reactualización de la tradicional influencia de las oligarquías sobre los sectores medios. En el campo de la política partidaria ese es justamente el rol cumplido, con eficacia hasta ahora, por el Frente Renovador donde han jugado sus fichas personajes como De Mendiguren y Daer, referentes de sectores del capital y del trabajo respectivamente, ahora en crisis de identidad.

Por eso no sorprende la alianza de esa fuerza con Stolbizer, por explicitar su condición de ariete del orden oligárquico cuya principal función práctica ha sido esmerilar la capacidad de convocatoria del movimiento nacional, con una actuación de peso en las elecciones presidenciales pasadas al ayudar a evitar el triunfo en primera vuelta del candidato del FPV, obligándolo a un repechaje donde las chances del rival acrecentaron enormemente.

El balotaje fue una organización institucional propuesta en la Asamblea Constituyetne de 1994, que en la práctica política funcionó como trampa para el movimiento nacional, evitada habilmente por el kirchnerismo en cada oportunidad, menos la última pasada.


Ahora, nuevamente, buscará debilitar las chances del movimiento nacional de obtener un triunfo clave en la principal zona industrial del país, único lugar desde donde pueden relanzarse las fuerzas nacionales, atrayendo desde la confusión a sectores medios que creen que el problema principal de los argentinos es la corrupción de los poderes públicos y los políticos. El regreso de la izquierda portuaria, tanto en lo partidiario como en la actividad sindical, es una muestra de la generalización de la confusión política.Todo esto metió al pueblo, desde diciembre de 2015, en un laberinto donde los caminos son circulares y llevan a justificar el ajuste y la subordinación a la economía de la especulación, cuando en verdad, de esos, al revés de como se suele decir, no se sale por arriba sino encontrando el camino correcto.

Sin embargo, no todo está servido para la dominación oligárquica. Reintroducidos los sectores medios urbanos en la crisis económica es posible operar para quebrar esas percepciones ilusorias inconducentes para una política de liberación, y alejarla de la influencia oligárquica, aunque sea haciéndole notar el golpe al bolsillo, o porque creen que “es lo menos malo”.

En cambio, un triunfo de Massa en el distrito bonaerense -como pronóstican algunas encuestadoras-, debilitaría las posibilidades de que las fuerzas nacionales en luchar por aquellos objetivos que hoy empezaron a delinearse a propuesta de Cristina Fernández. Y con ello, por supuesto, cualquier posibilidad de debatir acerca modificaciones estructurales de las relaciones de producción, consolidando el actual rumbo de dependencia, concentración económica, destrucción productiva y desigualdad social.


Preguntas sobre el peronismo.

Para conocer la condición histórica de un movimiento político es importante no solo atender lo que dice sino especialmente entender su origen, es decir el momento exacto en hizo su irrupción ascendente en la vida política del país. Así como el peronismo lo hizo el 17 de octubre de 1945, tras el fin de la década infame, con el protagonismo del sindicalismo industrial, y antes el yrigoyenismo lo había hecho como el contrario del elitismo fraudulento y aristocrático, el kirchnerismo surge como respuesta a la eclosión social de las políticas del consenso de Washington en nuestro país. La condición histórica del kirchnerismo es su posición antineoliberal como el reverso del ciclo menemista delarruista. Otra vez el país recorre la senda del endeudamiento externo, el control del FMI, la fuga de capitales y la destrucción de la industria, el trabajo y el ahorro interno, la desregulación financiera, los reiterados y brutales aumentos de las tarifas de los servicios públicos privatizados, vaciamiento intencional de empresas públicas como Aerolíneas Argentinas y debilitamiento de la posición de YPF, hasta la amenaza de privatización del sistema previsional. De ahí que sea válido suponer que la actual regresión conservadora impulsada por el macrismo, de carácter oligárquica y neoliberal, le renueve los aires a su contrario, el kirchnerismo.

En la entrevista, sin ingresar en mayor análisis de fondo, Cristina Fernández esquivó cuestionar a los que los periodistas llamaron “oposición light”, y dijo que los trabajadores y los ciudadanos son los encargados “de evaluar el comportamiento de la dirigencia de cada uno de sus sectores”. La respuesta que dio la ex Presidenta es cierta, pero deja intacta y sin atender la cuestión principal, esto es las posibilidades reales de que el peronismo sea aglutinador de las fuerzas nacionales en prosecusión de sus objetivos propios.

Si los únicos que le pueden pedir cuentas a los dirigentes y cuadros políticos son los electores, ¿qué rol juega la organización partidaria y del movimiento, dónde queda el liderazgo y la dirección política del conjunto? ¿Puede el peronismo como fuerza política seguir las consignas planteadas por Cristina Fernández y ser el eje aglutinador de ese frenta amplio y ciudadano que, a la luz de la historia argentina no puede ser otra cosa más que la expresión presente del movimiento nacional? ¿Puede constituir la fuerza opositora que el pueblo y los trabajadores necesitan, tanto en el congreso nacional, como en las provincias y municipios? ¿Puede encarar la necesaria renovación de cuadros y políticas? Y el principal de los cuestionamientos, ¿puede el peronismo mantener una unidad organizativa y programática detrás de consignas opositoras y antoligárquicas?

La rápida defección de varios de sus cuadros, ante la política de Cambiemos, parecen manifestaciones del peronismo en su etapa declinante. El movimiento nacional requiere un nuevo relanzamiento. La ex presidenta Cristina Fernández es el único cuadro político que ha tomado esa tarea al convocar a las fuerzas nacionales detrás de determinadas consignas antineoliberales porque, como dijo en el último acto en SADOP, “la historia y la realidad demuestra que solo la unidad del campo nacional, popular y democrático permitirá reconstruir lo que han destruido, reconquistar lo que nos han sacado para volver más fuertes a un mundo más complejo” (1). En efecto, es así, pero la cuestión es, entonces, ¿cuántos están dispuestos a asumir este compromiso?

TEXTOS URGENTES, 28 de mayo de 2017.





REBAJAR LO HUMANO, Por Horacio González


Horacio González
El pretexto, la coartada, la excusa o el subterfugio son todas figuras propias de una conciencia que busca otra versión disimulada para sus verdaderos deseos o apetencias. Se podría decir que esa es una característica de las personas que mantienen su ansiedad sobre un objetivo, pero que por distintas razones, vacilan en presentarlo con su identidad verdadera. Tejen redes arácnidas, tienen miedo de sus propias desmesuras. Su táctica es la de hacer constantes excepciones sobre sí mismo, pero han aprendido que la palabra es un simple cortinado ocasional. Luego de un choque con quienes considerarán ajenos o inadmisibles esos anhelos suyos, no les cuesta ausentarse de lo que han dicho. Hacen desaparecer lo dicho como en una propagando de mosquitos.

El atenuante de este comportamiento es conocido. Nunca es difícil encontrar un uso inevitable de coartadas en la acción humana. Esto no ocurriría en las excepcionales conductas que actúen no por intención sino en nombre de una ley universal. Pero la coartada sistemática nos lleva a una conducta de mala fe que los funcionarios de este gobierno han “protocolizado” como gravísima eximición del mundo del habla y lo que ella implica como compromiso y autoexamen. Al contrario de lo que toda persona cree, para ellos hablar no implica costos sino efímeras actuaciones. Se consideran así exentos de censuras o autocensuras.

La teoría de una conciencia gubernamental insoportablemente opaca pero pavorosamente desdeñosa del drama del lenguaje (esto es, de la promesa, la culpa o el dolor). Hablar entonces son emisiones encadenadas de excusas y venganzas contra el tiempo. “Esto hoy lo creemos pero lo negamos, fojas cero; pero volveremos.” Y reinician el ciclo de sus alucinaciones.

De ahí el uso del pretexto y todo un bagaje de recursos evasivos para darle curso a acciones que tienen la estructura de esa mala fe, la que aplican ignorando conscientemente su verdadero sentido. En su reemplazo, esgrimen una segunda cuerda, un acorde menor, de apariencia indiscutible, para que sirva para la justificación de una decisión desmedida o agraviante. Así, para concluir el plazo de la Escuela Itinerante, el macrismo alegó que era necesario arreglar las veredas de Plaza Congreso.

Para justificar lo bochornoso del fallo de la Corte, se lo disimuló alegando la independencia de poderes. Quieren reivindicar el pasado terrorismo estatal, pero se exoneran a medida que la Ciudad les hace llegar los indicios masivos del repudio. ¿Rosenkranz? ¿Rosenkranz? ¿Quién es? ¡Ah! Un personaje “totalmente independiente” de una obra de Shakespeare. Sí, uno que tuvo que hacer un viaje con un tal Guilderstein. Con razón ni sabíamos en dónde estaban. ¿Y Rosatti y Nolasco podemos decir que son personajes de una ópera de Verdi? ¡No, no exageremos con las exoneraciones compulsivas!

Para masacrar la vida urbana como inherente a un conjunto vital de ciudadanos-trabajadores, la desmenuzan en la atomización extrema en la figura del vecino. Es el paso para justificar la conversión de la ciudad en vías de circulación extremadamente agresivas con sus clásicas instalaciones urbanas. Dicen que con el Paseo del Bajo se ganará en espacios verdes. Para desmantelar el jardín zoológico dicen que pondrán un parque ecológico. Para intervenir políticamente en el municipio de La Matanza dicen que lo favorecen con la extensión del Metrobús.

Los asuntos políticos los hacen pasar por cuestiones técnicas, las cuestiones técnicas por políticas de seguridad, la seguridad se transforma en un protocolo, el protocolo sustituye a la ley, y la ley ya no es más un acto deliberativo de la conciencia pública –individual o colectiva–, sino un sondeo de opinión, un nivel de encendido de un canal de televisión, un rito publicitario para vender una ciudad postiza como los pícaros que hacían loteos falsos en la película El Jefe (Ayala, Viñas, 1962). Diagramar conductas con tecnologías de sujeción de la conciencia pasó a llamarse Ley. Manipular un Metro-carpetazo-bus para investigar irregularidades, en vez de crear tribunales ecuánimes –lo que todavía no es imposible a pesar de la corrosión institucional imperante–, muestran una vocación inquisitorial que entre el necesario juicio ponderado y la metodología global del escándalo, elige una cámara de castigos a la “buena de dios”. Su verso parece republicano, pero no es la poética de Rousseau sino la de Savonarola.

Así se transforma la vida en un flujo de acoplamientos mecánicos revestidos de grácil ligustrina. Se la lleva a lógicas de experimentación humana que están por encima de códigos o de tradiciones jurídicas. Antes gobernó el Proceso, al que el macrismo añora en sus clubes políticos. Ahora gobiernan por medio de procesamientos. Denominan ley a una aleación empresarial-jurídica- gerencial y disciplinaria. De allí sale la decisión, la voluntad o el capricho. Incluso el caprichito. Y la ley siempre llega después, para sufragar un hecho consumado. Es ley macrista. Ley que recubre lo ya decidido; ley que es la retaguardia justificadora, luego que una orden de desmantelamiento fue ejecutada; ley es una retícula hueca que se hace presente con calculada demora para cubrir lo que premeditadamente fue destruido antes.

El macrismo es fáctico, brutal, sus intelectuales disfrazan el daño realizado con ropajes de constitucionalismo republicano. La república se extingue en sus manos, la aplastan al convertirla en actos de injuria, en persecuciones basadas en exterminios morales. ¡Toquen la palabra República cada vez que Macri la pronuncia! Suena a hueca, como si una lanza hubiera rebotado contra el caballo de Troya. Adentro esperan para tomar la Ciudad los arregladores macristas de veredas.

El código que admiten es el del insulto a lo popular, para luego solaparlo todo con el dicho de que lo mejor que tenemos es el mismo conjunto de personas que acaban de vejar. (Pueden sonar bombos del Tula en este preciso momento.) Al peronismo lo consideran un pellejo vacío y precisan peronistas que se digan macristas y viceversa. No faltan apostadores. La excavación automática del subsuelo social no da abasto; lo dedos se electrizan de tanto timbrear. La leyenda del arreglador de veredas merecería estar en la Biblia.

El macrismo convirtió a la república en una monarquía del pretexto, en una autocracia de la coartada. Ese catálogo completo de la aplicación de señuelos saca de apuro de cualquier gabinete, con su jefe y todo. Incluye a trolls off shore, que globalizaron el insulto como se globalizaron las computadoras chinas. Desaparece el lenguaje con mínimos anclajes de verosimilitud. Siempre un lenguaje vivo contiene su retractación, su pensar sobre sí mismo, su aire confesional o excusatorio. No aquí. Estos genuinos recursos han desaparecidos ahogados por un planicie metálica de dos fríos enchapados: primero muestran un acto reglamentario intrascendente para impedir el juego político trascendente; luego presentan un ámbito público individualizado –por ejemplo, la Ecobicicleta–, como cobertura bucólica de actos de afrenta laboral, vejación personal, lapidación de nombres y prestigios. La pesada herencia es lo más liviano que hay cuando es una obtusa metáfora y más pesada de lo que creen cuando es una eficaz memoria social que decide no volver a fojas cero.

La palabra volátil y desarticulada es transportada sobre decisiones de guerra. Para eso, los publicistas oficiales pintarrajean la destrucción como si fuera un umbral para la esperanza futura. Es el ameno pasaje macrista al desmigajamiento del trabajo, la anulación del legado histórico nacional en su amplitud soberana. Es el aplastamiento de la nación misma tragada en juegos corporativos no declarados algunos, alegremente declarados otros. Endeudamientos inconcebibles, operaciones contra otros estados –Venezuela–, y un proyecto de perdurabilidad infinita.

Nada tenemos contra el metrobús, como es obvio; sí contra su ideologización alcornoque; nada contra la bicisenda y sí con su explicación obtusa; nada contra la felicidad sino contra la pánfila intención de anunciarla con eufemismos melosos y huecos. ¿Por qué llamar Paseo del Bajo a una modalidad de circulación urbana que representa nada más que a una visión del capitalismo que mira las ciudades como ámbito privilegiado de su reproducción financiera? La Avenida 9 de Julio era un verdadero Paseo antes del Metrobús. Allí sí fue una imposición de la Bicicleta financiera absorbiendo metrobuses y Bicicletas amarillas.

No es chiste, Mordisquito; te regalan diez minutos de transporte pero te cobran la plusvalía urbana bajo la forma de un ocio represivo. ¿Te acordás, Mordisquito, quién escribió esa frase? Olvidemos. Te empobrecen bajo un protocolo obligado y te mandan a pedalear en una Eco-Ciudad que ya no es tuya. Es un eco del circulador inmaterial del gran Capitalismo. Es el plato fuerte de la globalización irresponsable, que anula lo que toda nación debe resolver en su seno, la preparación del hombre universal, de un humanismo incisivo que piense el planeta bajo el estímulo de una nueva humanidad del trabajo y la cultura emancipada.

Todos estos son planos del laboratorio maquinístico que robotiza el trabajo, lo brutaliza para quienes lo tienen y lo “pilotea cancheramente” para quienes no lo tienen y quizás no lo tendrán. La circulación humana, un derecho histórico consagrado, la acicalan con calcomanías de alegría y el éxtasis de un tuteo falsificado. Por eso, “vos” que me estás escuchando, vos, sí, vos, Mordisquito, como te decía Discépolo, ¿qué harías si oyeras al soberbio e improvisado Macri decir que habló con Trump sobre “vos”…? ¿Te creías que antes, cuando el gobierno anterior decía capitalismo serio, hacia solo obra capitalista? No, Mordisco, hacía cosas a las que por improvisación les daba ese nombre pero merecían otro.

Ese otro nombre, costaba hacerlo salir de las gateras. Pero mirá como está el mundo, Mordi. Todo ha mutado, vos y yo también. Pensalo. Te quiero decir una cosa más, ponételo en la cabeza, que junto al corazón son emblemas alegóricos de la libertad ¡Qué frase! ¿Te diste cuenta, no? Bueno, ante esta destrucción de la lengua, la política, la cultura de textos e imágenes, de la libertad urbana, de la vocación laboral, hay una persona que debe presentarse a la lid. Con urgencia –mirá lo que te digo–, con urgencia. Porque guarda una distancia enorme con el resto. Se llama Cristina, vos la conocés. Sé que primero la viste con suspicacia y luego te diste cuenta. Y empezaste a reírte del tintineo de mucha moneda falsa lanzada por los truchos del pretexto infinito y de la coartada sistemática. Son momentos cruciales, perentorios. Dicen que polariza mal, que con ella se discute el pasado y no “para adelante”. ¿Y? ¡Si justamente se trata también de discutir contra esos conceptos de ocasión! Es un tema de tragedia clásica no de estadística profesional.

Bueno, Mordi. Tiene que presentarse porque no tiene otro remedio que presentarse. No me mires así. Y encima te agrego: dijo cosas importantes en Europa. ¿Pero por qué ponerlas bajo la invocación de un capitalismo serio? Concepto equívoco, aunque sea dicho con toquecito irónico y teniendo en cuenta los nubarrones de violencia que imperan por doquier, el drama de los migrantes, las graves militancias sacrificiales de nuevas teologías políticas. Mordisquito, vos no sos el de antes, yo tampoco. Cristina debe decir presente, ni siquiera en nombre de su liderazgo ni de cómo “tracciona votos” –ojo a la jerga–, sino por la incumbencia fatal que una persona no puede eludir. Pues encarna ese pathos de la distancia –no te asustes por la frase, hasta la dicen en la Casa Rosada; es de Nietzsche pero lo comprenden mal–, distancia que la separa inevitablemente del absolutismo trivializado que nos gobierna.

Esa distancia primordial y fuera de discusión puede esfumarse en la indigna crueldad de estos días si no se asumen las quijotadas y las valentías necesarias. Debe presentarse –no me mirés así, Mordisquito–, y te digo más, debe presentarse poniendo otra palabra sugestiva y convocante en el lugar donde dice capitalismo, palabra que no está a la altura de todo lo demás que dice.

¡Date cuenta, Mordisquito! date cuenta, no es un tema político ni económico; es que están rebajando lo humano, nos dicen que estamos demás, aquí y allá, que nos corramos, que nos vayamos, que tienen que reparar esta vereda, que ni para pedalear servimos. No nos rebajemos, vos no sos el mismo Mordi, ya te lo manifesté de entrada. No sos el que desconocía por qué se estaba así, como te pinchaba Discepolín, que en el fondo te tenía como un hijo descarriado, como se decía antes. Comprendiste, comprendimos. Está el país en juego y una noción de la emancipación humana se podrá abrir ente nosotros. Dos cosas nos deben llenar el ánimo de admiración y respeto, Mordisquito. El cielo estrellado sobre nosotros y la ley moral en mí, en vos, y en todos nosotros.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/38400-rebajar-lo-humano

lunes, 22 de mayo de 2017

EL DERECHO A TENER PATRIA por Claudio Javier Castelli

OBERTURA, BORGES Y MOLINARI (Marzo de 2021):

Dicen los buenos escritores y periodistas que nunca debe empezarse por el fondo del asunto sino que el lector debe ser llevado sutilmente al recorrido principal, puede ser cierto. En el texto siguiente no utilicé ese truco de magia sino que directamente empecé por el centro en cuestión, las sutilezas arribaron al tratar los dos poetas mencionados avanzando hacia el final.

¿Por qué la patria? ¿Acaso necesita de explicaciones? Hoy es muy evidente ante la abrumadora fortaleza del neoliberalismo que nos visita desde la dictadura, más precisamente por dos nombres, Martínez de Hoz, y sus adláteres: los “Chicago boys”. No se necesita mucho rigor para saber que el neoliberalismo necesita disolver las fronteras, los estados, la cultura de un país para poder desarrollar sus tentáculos en las subjetividades, la conciencia y hacer que uno no piense sino que “sea pensado”. He ahí una de las principales batallas de nuestra época.

Los que primeramente fuimos nacionalistas y crecimos hasta los dieciocho años en un pueblo de Entre Ríos nos resultó muy fácil amar la patria, la nación, la argentina. Los campos sembrados de trigo y lino, los cerrados montes y sus misterios, los atardeceres frente a las barrancas del Paraná, las escuelas y colegios públicos, la memoria de los mayores y de los ancianos del pago, el contacto permanente con el pueblo, los excluidos, mucho más simple en una ciudad chica, que en una gran urbe.

Pero desde allá, Buenos Aires, siempre acechaba vanidosa y avasallante; todo pasaba allí, aprendimos a quererla desde muy temprano, a soñarla e imaginarla aunque siempre guardamos una sospecha, un recato, una reticencia, como todo hombre del interior. Hace 45 años que vivo en ella y es mi ciudad por adopción. Aquí me hice peronista en plena dictadura al ver, desde Tribunales, el ensañamiento de los milicos y de los jueces con los militantes que llevaban ese mote. Más tarde mi adscripción se acentuó con la lectura de Jorge Abelardo Ramos.

La Facultad de Derecho, de la UBA, era entonces, y creo sigue siendo ahora, un pasaporte a la extranjería, al individualismo, al buen “Pater Familia”, a defender los intereses de clase, a convertirse en un burgués. Y un burgués defiende a los burgueses. No fue ese el camino que elegí con algunos costos pero mucha recompensa espiritual y moral.

En el texto se comparten poemas de Jorge Luis Borges y Ricardo Molinari, dos altísimos poetas nacionales y universales. Me ha sido muy difícil hacer entender a los compañeros porqué en Borges se cifra un destino común de los argentinos. Acaso la gran mayoría ¿no es nacional y universal? ¿No aman nuestros jóvenes el rock extranjero? ¿Hay posibilidades de excluir esos inmensos artistas? ¿Es posible renegar de los filósofos griegos, del imperio romano, del significado de París en nuestro país, de Berlín, cuna del idealismo alemán íntimamente unido con nuestras esperanzas políticas, sociales, económicas y culturales.

De ninguna manera termina todo ahí, sino en la correntada de nuestra historia, nuestras luchas, nuestros más íntimos sentimientos, nuestros más recónditos pensamientos y nuestros más lejanos recuerdos y nostalgias.

Borges dice que “nadie es la patria, todos los somos”, es una definición ecuánime para un poema, quien escribe y, muchas veces el pueblo, es menos sutil y cree que una persona es la patria, como no decirlo del General, de Evita, de Néstor, de Cristina, y más atrás de Juan Manuel de Rosas, de Mariano Moreno, de San Martín o Belgrano, de Ricardo López Jordán, y más delante de ídolos populares como Mercedes Sosa, Gardel o Diego Maradona.

Uno puede decir: esas personas son patriotas no la patria. Sin embargo así como Borges encontraba la patria en la infancia o en el rasgueado de una guitarra, nosotros también lo encontramos en esos líderes, revolucionarios, estrategas, cantores o futbolistas generosos con sus opiniones.

Si hay un poeta injustamente olvidado ese es Ricardo Molinari hasta lo que quien escribe sabe no se han publicado nunca sus obras completas, nadie la ha acometido, es una deuda del país con el lírico más alto en lengua castellana. España menta a Pedro Salinas, creo que Molinari lo supera por la extensión de su obra, por sus versos íntimos y universales, por las palabras utilizadas que buscan el sentimiento más sutil y se engarzan en uno más sutil, y en otro todavía más. Por su trabajo de orfebre con la lengua.

Molinari dice en el poema que se reproduce aquí:

"Yo me entiendo con mis enemigos bebiendo un vino,
u oyéndoles cantar. ¡No quiero la sangre de un
congénere!"
 
¡Qué inmenso verso, y qué apaciguadora verdad! Es también otra explicación de por qué amamos a Borges.

He realizado un contrapunto entre ambos, inspirado en un prólogo famoso entre Borges y Leopoldo Lugones.

Alguien podría decirme, tal vez un nacionalista, elegís a Borges y no a Leopoldo Lugones para hablar de la patria. Hegel dice en alguna parte de su Filosofía del Derecho, cuando tiene como contrincante al nacionalista, Jakob Friedrich Fríes, –reproduzco el sentido del debate- que no basta utilizar muy seguido la palabra pueblo, nación, patria para verdaderamente defenderlo. Algo del significado de lo que precede, muy poco, pero algo de esto, encuentro en Lugones.

He llegado al final de la Obertura, basta de alharacas y vamos al texto:


EL DERECHO A TENER PATRIA por Claudio Javier Castelli


Claudio Javier Castelli
La patria es una cuestión de familia e intereses parece decirnos repetitivamente la oligarquía argentina.

El pueblo no tiene derecho a tener patria. Patria solo tienen los europeos, los estadounidenses, los judíos, los chinos, los rusos y los japoneses. Todos los demás están al influjo de alguno de los anteriormente descriptos.

Cualquier afirmación de nacionalismo ha de ser considerada “intentos nazis” y, a veces, “fascismo”.

El peronismo le agregó al preámbulo en la Constitución de 1949: “ratificando la irrevocable decisión de constituir una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”. Como siempre burlándose de las élites nuestras, nacidas y criadas al influjo de Inglaterra primero, y de Estados Unidos después.

La patria para ellos es un cóctel en la embajada, donde escribo los wikileaks, que serán publicados, después de la sórdida trampa, después de la íntima charla.

Uno de los significados de patria lo aclara la RAE: Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.

He escuchado muchas veces decir, que la patria es la infancia. Mi infancia me lleva a la canción “Aurora”, en pleno gobierno de Onganía, es decir gobiernos militares. No es esa mi patria.

Jorge Luis Borges, el más universal de los argentinos


“Nadie es la patria”, escribió Jorge Luis Borges (Oda compuesta en 1966), en el poema escrito, un día después del golpe militar de Onganía, que depuso el gobierno radical de Ilía.

“Nadie es la patria.


Ni siquiera los símbolos.



Nadie es la patria.



Ni siquiera el tiempo cargado de batallas, de espadas y de éxodos y de la lenta población de regiones que lindan con la aurora y el ocaso, y de rostros que van envejeciendo en los espejos que se empañan y de sufridas agonías anónimas que duran hasta el alba y de la telaraña de la lluvia sobre negros jardines.



La patria, amigos, es un acto perpetuo como el perpetuo mundo. (Si el Eterno Espectador dejara de soñarnos un solo instante, nos fulminaría, blanco y brusco relámpago, Su olvido.)”


La segunda parte del poema, parece definirse:

“Nadie es la patria, pero todos debemos ser dignos del antiguo juramento que prestaron aquellos caballeros de ser lo que ignoraban, argentinos, de
ser lo que serían por el hecho de haber jurado en esa vieja casa.



Somos el porvenir de esos varones, la justificación de aquellos muertos; nuestro deber es la gloriosa carga que a nuestra sombra legan esas sombras que debemos salvar.



Nadie es la patria, pero todos lo somos.



Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese límpido fuego misterioso”.


Las relaciones carnales con Estados Unidos en los noventa neoliberales, nos distrajeron de nuestro propio mundo, nos mancillaron y nos humillaron, no queremos repetir ese infame recuerdo.

Sin embargo acecha la Unión Democrática.

Borges en la “Oda compuesta en 1960”, dice:



“Patria yo te he sentido en los ruinosos ocasos de los vastos arrabales
y en esa flor de cardo que el pampero
trae al zaguán y en la paciente lluvia
y en las lentas costumbres de los astros
y en la mano que templa una guitarra
y en la gravitación de la llanura
que desde lejos nuestra sangre siente
como el britano el mar y en los piadosos
símbolos y jarrones de una bóveda
y en el rendido amor de los jazmines
y en la plata de un marco y en el suave
roce de la caoba silenciosa
y en sabores de carnes y de frutas
y en la bandera casi azul y blanca
de un cuartel y en historias desganadas
de cuchillo y de esquina y en las tardes
iguales que se apagan y nos dejan
y en la vaga memoria complacida
de patios con esclavos que llevaban
el nombre de sus amos y en las pobres
hojas de aquellos libros para ciegos
que el fuego disperso y en la caída
de las épicas lluvias de setiembre
que nadie olvidará, pero estas cosas
son apenas tus modos y tus símbolos.

Eres más que tu largo territorio
y que los días de tu largo tiempo,
eres más que la suma inconcebible
de tus generaciones. No sabemos
cómo eres para Dios en el viviente
seno de los eternos arquetipos,
pero por ese rostro vislumbrado
vivimos y morimos y anhelamos,
oh inseparable y misteriosa patria”.

El poema es bellísimo, difícil conciliar, el verso: “y en la vaga memoria complacida de patios con esclavos que llevaban
el nombre de sus amos”.
 

El solo hecho que Borges hable de esclavos en 1960, es deleznable. Con sus limitaciones ideológicas amamos a Borges, y lo consideramos el más universal de los argentinos.

En estos dos poemas hay elementos profundísimos para considerar la patria. No es algo reservado a las estatuas, las bandas militares, los símbolos, sino algo vital, indisimulable, íntimo, como una charla en un café, con amigos tangueros.

“Epicas lluvias de septiembre
Que nadie olvidará”


Borges, como se sabe, no era peronista, pero nosotros peronistas, lo reivindicamos como nuestro, porque en su verso cifra, una historia y destino común de aquello que nosotros somos: “eso que nadie puede definir: argentino”.

De esa mezcla tana, gallega, rusa, judía, paraguaya, uruguaya, chilena, boliviana, hay una historia y un destino común.

Ese destino nos condena inexorablemente y geopolíticamente a Latinoamérica, y desde ahí, tenemos que mirar el mundo, de nuestra política exterior.

Pero hay un panóptico indescifrable, que niega el derecho a reconocernos, en nuestro derecho a tener patria.

El comunicado que el Ministerio de Relaciones Exteriores dirigió a Estados Unidos e Israel, ayer 17 de Febrero de 2015, muestra la puja en nuestro país de potencias extranjeras:

“El pueblo argentino no tiene que tolerar, y mucho menos sufrir, que su país sea un teatro de operaciones políticas, de Inteligencia, o peor aún, de hechos y acciones más graves, por conflictos que le son completamente ajenos a su historia, a su idiosincrasia y a sus costumbres”, dice el pasaje más fuerte de la nota entregada ayer a los embajadores de los Estados Unidos e Israel en la Argentina para ser remitida al secretario de Estado, John Kerry, y al ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, respectivamente. La causa de estas operaciones, explica la carta, serían las divergencias surgidas entre Estados Unidos e Israel para cerrar el acuerdo sobre temas nucleares entre los miembros del Consejo de Seguridad más Alemania y la República Islámica de Irán. (Página12, 18.2.15).

En Estados Unidos e Israel odian una Latinoamérica unida, en su reivindicación nacional particular y colectiva, puesto que es más fuerte y proclive de ver los crímenes de la política exterior norteamericana, y el Estado de Israel de fronteras móviles, que masacra al pueblo palestino.

Entonces cualquier reclamo patriota, cualquier demanda nacionalista, es vista como un reclamo “nazionalista”.

Frente a esa opción, exigimos el derecho a tener patria. Que se queden tranquilos, nadie ha de cerrar las fronteras, en un mundo globalizado. Pero se protegerá la vida económica, cultural y política de los argentinos. Y se defenderá una alianza latinoamericana.

¿Qué esperamos para el Banco del Sur?

Otro gran poeta argentino Ricardo Molinari, olvidado, siempre olvidado, y a quien consideramos el lírico más alto en lengua castellana, en poemas como “Barranca Yaco”, “Lavalle”, u “Oda a un soldado”, hace visible un país nuestro, como ha sido a veces, nuestro exilio interior, salvo en los gobiernos irigoyenistas, peronistas, y kirchneristas.
Ricardo Molinari, el lírico más alto en lengua castellana


En los versos límpidos y austeros, de la “Oda de un soldado”, vuelve la patria amiga y querida, a decirnos porque le tenemos derecho.

A veces la patria duele tristemente, igual a una veste
sucia y ardida;
la juventud es lo útil,
lo entrañable ofrecido al error.
Otros son los que llevan las hierbas, el humo de la
historia,
los laureles, el orgullo de las familias.
Por allí, quedará alguna madre tirando
de la pobreza. Aguaitando por una puerta.
¡Ninguna razón vale un hombre muerto!

Yo me entiendo con mis enemigos bebiendo un vino,
u oyéndoles cantar. ¡No quiero la sangre de un
congénere!,
ni su pobre tierra, su ropa trabajada, ni su mujer, que
se quedan
/mirando tanta luna, el gran espacio y siempre
olvido.

Los otros recibieron los campos y pusieron estacas,
los árboles espinosos, los alambres,
y marcaron las haciendas chúcaras, y los demás, el
abandono, las
/voces deshechas y los perros.
Y en las salas llenas de ancianas damas que hablan de
la patria, del
/honor, de la gran estancia que es la nación,
arrogantes,
que nunca limpiaron una venda, ni lloraron a los
degollados tirados
a un bañado, al cangrejal hambriento,
pasan la vida.

A los argentinos nos gustó la sangre, terminar
pronto y llevar los ojos al horizonte,
a la infinita sombra del ocaso,
a la limpieza de estar vivos todavía,
y apagamos la llama de los fogones con la bota,
y la flor maldita con la montura.

Y allá en Dolores, quedó la cabeza de Castelli,
volteando en el vacío,
y el viento trotaba por los cuartos perdidos, silbando.
En la plaza de Tucumán hay una piedra y unas letras,
allí estuvo la de Marco
/Avellaneda,
Con la noche acantilada en sus cabellos, aturdida
y sola.


Volvemos al principio, hemos reunido a dos grandes poetas argentinos: Jorge Luis Borges y Ricardo Molinari.En ambos hay un dolor antiguo y sereno, una nostalgia. A la larga conversación entre ellos,a la manera en que Borges simuló un encuentro con Leopoldo Lugones, en un prólogo famoso, nosotros batimos un contrapunto, cuyas voces se escuchan, a través de los parlantes de la computadora, repitiendo un eco, de más de doscientos años.

Lejos queda la conocida frase de que el “patriotismo es la menos perspicaz de las pasiones”. Porque el hombre común, ama su patria, y el hombre culto, es tan dado a humillarse ante extraños, de una nación lejana. Tal vez, porque el sentimiento patriota no requiere ninguna preparación especial, es democrática, cualquiera puede sentirla. Pero para el hombre común es un deber amarla, para el hombre culto es un deber como los “tordos que quieren empollar en nido ajeno”.

Cuánto del regreso al nacimiento, hay de los hombres cultos vueltos hacia la patria, es un regocijo, porque “yo soy como el hornero y me retobo, mi patria es mi nido y la defiendo”.

Se quiere distinguir entre patriotas y patrioteros. Estos últimos “alardean excesiva e inoportunamente de patriotismo” (RAE).

Esa inoportunidad en el tiempo, y el espacio, es la que hace de un gesto, su impropiedad, su tiranía, su desdicha. El patriotero abusa de un derecho, no porque la patria deba ejercitarse sobriamente, sino porque, como en las propagandas de Cerveza Quilmes, se alardea de una amistad que no se tiene. Es una mera máscara. La patria es sencilla, como Atahualpa Yupanqui.

El derecho a tener patria es un derecho humano (Pacto de San José de Costar Rica, artículo 19).

Y su derecho se ejerce, como aquel personaje de Borges, que era capaz de “jugarse la vida, sin levantar la voz”.

 
Fuente:http://vagosperonistas.blogspot.com.ar/2015/02/el-derecho-tener-patria-por-claudio.html

viernes, 19 de mayo de 2017

LA DEUDA EXTERNA COMO MECANISMO DE DESPOJO Y DE DEPENDENCIA, Por Horacio Rovelli



La deuda externa como mecanismo de despojo y de dependencia
A lo largo de la historia Argentina la deuda externa se utilizó para detraer riquezas, afianzar la dependencia al capital extranjero y beneficiar a una minoría en desmedro de la mayoría de la población. Con el gobierno de Macri se retorna al modelo de valorización financiera del capital, que sólo puede superar la restricción externa y las inconsecuencias del modelo que aplica, endeudándose y ofreciendo pingues negocios al capital más concentrado.

Por Horacio Rovelli*
En toda la historia Argentina la deuda externa se utilizó para detraer riquezas, afianzar la dependencia al capital extranjero y beneficiar a una minoría en desmedro de la mayoría de la población que termina abonando la misma “con sangre, sudor y lágrimas”, como dijo en el año 1877 el por ese entonces Presidente de nuestro país, Nicolás Avellaneda. Deuda que no se tomó en la guerra de la independencia, sí lo hizo la burguesía comercial porteña que se endeudaba hipotecando los destinos del país, cuando Bernardino Rivadavia, como Ministro de Martín Rodríguez en 1824, tomó el crédito con la Baring Brothers, cediendo en garantía del empréstito la hipoteca de todas las tierras y demás bienes inmuebles de propiedad pública, prohibiendo su venta (se cedía su uso en enfiteusis, mediante el cual se arrendaban contra el pago de un canon). La deuda fue de un millón de libras esterlinas, una parte menor llegó al país para financiar las importaciones principalmente de Inglaterra, pero se terminó pagando más de veinte veces esa suma hasta saldarla en la presidencia de Manuel Quintana (quién antes y después de ser Presidente de la República fue abogado principal del Banco de Londres en el Río de la Plata), en el año 1904.
 

Deuda ampliada por el gobierno de Bartolomé Mitre en 2.500.000 libras esterlinas para financiar la guerra contra el Paraguay, y vuelta a refinanciar y a ampliar en todos los gobiernos conservadores que sucedieron a Mitre hasta el gobierno constitucional de Don Hipólito Yrigoyen. La crisis de 1890 demostró palpablemente que el país para pocos era incluso insustentable por la deuda y la necesidad de importar la mayoría de los bienes industriales, principalmente de Gran Bretaña, a la vez que el precio de nuestras exportaciones también lo fijaba Gran Bretaña, de donde eran la mayoría de las embarcaciones comerciales y el seguro.

Yrigoyen impulsó desde el Estado la defensa de cierta independencia, se desendeudó como lo hicieron todos los gobiernos nacionales y populares, protegió a la producción y al consumo nacional, y propició el desarrollo y la nacionalización de los principales resortes de la economía del país: “La política del Poder Ejecutivo es mantener en poder del Estado la explotación de fuentes naturales de riqueza, cuyos productos son elementos vitales del desarrollo del país... El Estado debe adquirir una posición cada día más preponderante en las actividades industriales que respondan principalmente a la realización de servicios públicos” H.Yrigoyen

Con la crisis del 30 se derrocó al gobierno constitucional y los conservadores retomaron el camino de la deuda y de la dependencia con Gran Bretaña, que incluso llevó al vergonzante Pacto Roca-Ruciman que le aseguró al imperio alimentos a bajos precios y se les permitía a sus empresas remitir sus utilidades en oro.
 

Se produce la Segunda Guerra Mundial y nuestro país le vendió a los dos frentes, lo que generó un fuerte superávit que acumulado permitió cancelar toda la deuda externa e incrementó las Reservas Internacionales del BCRA (Banco Central de la República Argentina); en esa época los estancieros y exportadores ahorraban en pesos fuertes; el peronismo ya en el gobierno nombra Presidente del BCRA a Don Miguel Miranda, quién duplicó la base monetaria (la cantidad de billetes emitidos y puestos en circulación por el Banco Central) y de esa manera transfirió recursos de los exportadores a los trabajadores y a la industria, y estatizó los FFCC y los teléfonos que eran ingleses.

Pero esa independencia económica duró hasta septiembre de 1955 en que lo derrocan a Perón y se acuerda con el nuevo fiscalizador de la deuda que es el FMI (Fondo Monetario Internacional), que siempre propone la misma receta para conceder créditos, que ahora se denomina Programa de Ajuste Estructural (PAE) y que consiste básicamente en reducir el desequilibrio fiscal de los países prestatarios a como dé lugar, por ejemplo reduciendo salarios y gastos sociales, y a levantamiento de restricciones a la importación y a la exportación con lo que ello implica sobre nuestro trabajo y nuestra producción (sustitución inversa, se importa lo que debemos y podemos producir)

Llega al gobierno de Arturo Frondizi y propicia la inversión extranjera principalmente en petróleo y en la industria automotriz. Estrangulado el sector externo por los intereses de la deuda, la compra de equipos y el giro de utilidades de las empresas extranjeras, quisieron compensarlo con un fuerte ajuste del gasto público incluyendo el congelamiento salarial, para ello reemplazan a Rogelio Frigerio por Álvaro Alsogaray quién anuncia el plan con su frase “Hay que pasar el invierno”, abriendo un período de resistencia de gran parte de la población, se decidieron paros, planes de lucha y ocupaciones de fábricas que el gobierno respondió con represión generalizada aplicando el Plan Conintes (Conmoción interna del Estado).
 

Con la proscripción del peronismo ganó Arturo Illia la presidencia de la República que asumió el 12 de octubre de 1963. Retomó la defensa acérrima del mercado interno, canceló los leoninos contratos petroleros, controló las inversiones y los precios de empresas extranjeras en las automotrices y en medicamentos, y fijó el control de cambio. En tres años de gobierno, Illia logró superar la dura recesión heredada. Durante 1964, el PBI aumentó en un 10,3% y, al año siguiente, fue del 9,1%, una extraordinaria cantidad de bienes y servicios adicionales puestos a disposición de la sociedad. La actividad de las industrias manufactureras, que representaban entonces la tercera parte del PBI (la producción agropecuaria era un sexto), registró un aumento del 18,9% en el primer año y del 13,8% en el segundo, y su participación en el PIB en 1964 fue del 32,5% y alcanzaría en 1965 el récord histórico de participación del PIB del 33,9%, ni antes ni después logrado.

Ante la suba constante de los precios de los empresarios y la falta de acción del gobierno para impedirlo, más el desgaste permanente de la CGT conducida por el “vandorismo”, que le hace decir años más tarde a Andrés Framini, el Gobernador electo de la Pcia. de Buenos Aires en las elecciones de marzo de 1962: "Había un pacto militar sindical para sacarlo a Illia del poder. Muchos no estábamos de acuerdo pero sí los que manejaban más la cosa: Vandor, Coria, Alonso". También es claro el trabajo de inteligencia de la embajada de los EEUU en los medios, con la burocracia sindical y con las FFAA.

El golpe de Estado del 28 de junio de 1966 para derrocar a Illia se genera con el pretexto de impedir las elecciones en la provincia de Buenos Aires, pero estaba patrocinado por la embajada y las empresas extranjeras, y tenía como ariete popular a la burocracia sindical que, de saco y corbata, fue a la asunción como presidente de facto del General retirado Juan Carlos Onganía, recibiendo a cambio la administración de las obras sociales.

El plan benefició a las grandes empresas y sobre todo a las extranjeras, de manera tal que mientras para 1956, unas 75 de las 100 grandes empresas censadas por la revista “Panorama de la Industria Argentina” eran argentinas, para 1967 la participación había descendido a sólo 50 empresas, y en 1970, el predominio de las empresas extranjeras ya era decisiva, onda que siguió cuando observamos que en la encuesta del ENGE - INDEC del año 2013, de las 500 primeras empresas 315 eran de capital extranjero. Esto es, no es que nuestra burguesía sea una maravilla, al contrario, es rentística y se apoya en el Estado para desarrollarse, pero con Onganía se recomienza el proyecto de extranjerización y subordinación al capital financiero internacional de la época de Frondizi.

Los conflictos sociales fueron incrementándose de manera tal que en el año 1969 se producen una serie de incidentes estudiantiles y obreros. En Rosario, Corrientes y Resistencia por el cierre del comedor escolar mueren Juan José Cabral y Adolfo Bello. En Córdoba la agitación sindical es por las quitas zonales y la supresión del sábado inglés, lo que genera la movilización de conductores de ómnibus y de trabajadores mecánicos de IKA-Renault, y el llamado a una huelga general seguida de agitación estudiantil. Los dirigentes sindicales cordobeses, con el apoyo de la CGTA (Confederación General del Trabajo Argentino, liderada por Raimundo Ongaro) organizan el 29 de mayo una marcha sobre Córdoba. Al sumarse los estudiantes y buena parte de la población, se genera un motín que desborda a la Policía. Interviene el Ejército, que debe enfrentar barricadas y francotiradores. Hay catorce muertos según las cifras oficiales, numerosos heridos y detenidos, entre ellos los dirigentes sindicales Agustín Tosco y Elpidio Torres, condenados luego por un tribunal militar a ocho y cuatro años de cárcel respectivamente.

Las luchas obreras, la aparición de organizaciones armadas, y los serios problemas económicos reflejados en la inflación y en la caída del PIB, obligan a las fuerzas armadas usurpadoras del gobierno a llamar a elecciones. La llegada del gobierno popular estuvo condicionada desde el principio por las grandes empresas extranjeras que operan en nuestro país y los grupos locales más concentrados, que se opusieron al plan pergeñado por un importante sector empresarial nacional distribuido en todo el país, encabezado por la Confederación General Económica que, apalancado sobre los trabajadores, proponían un acuerdo con el Estado que básicamente invertiría en infraestructura y a la vez mediante planes promocionales permitiría que crezca más la burguesía nacional que la extranjera. Esto se plasmó en el denominado Pacto Social (“congelamiento” de salarios y precios, con nacionalización del crédito y del comercio exterior) y se proyectó en un plan trienal de crecimiento y expansión de los mercados internacionales con los países del este europeo.

Muerto Perón el 1 de julio de 1974, el avance de las grandes empresas locales y extranjeras fue sistemático, el solo hecho de abrir el comercio a Rusia y obligar a las empresas automotrices extranjeras, principalmente de los EEUU, venderle a Cuba, condicionaban la política de apoyo a la burguesía local poniéndole fin a la experiencia, con lo que José Ber Gelbard debió renunciar el 21 de octubre de ese año.


La lógica del capital monopolista fue la que primó, quienes se fijaron como objetivos el control de las industrias básicas, las finanzas y el comercio exterior, que se logra si esas actividades están en manos privadas, que por la ley de concentración y centralización de capitales termina en monopolios. Sumados al monopolio de la tecnología y del conocimiento, a la necesidad de importar insumos industriales estratégicos (coeficiente técnico de importación), a la necesidad de recurrir al endeudamiento, condicionando el presente y el futuro del país, asociado a la libertad de entrada y salida de capitales.

“Rodrigazo” mediante, plan inspirado y guiado por Ricardo Mansueto Zinn, hombre del Grupo FIAT (y miembro del “grupo Azcuénaga” que fueron los que elaboraron el plan económico de Martínez de Hoz, y años más tarde directivo de SEVEL - MACRI) que fue Vice Ministro de Celestino Rodrigo en junio de 1975, quién en agosto del año 1976 publicara un libro titulado “La Segunda Fundación de la República, y en él va a sostener: “… cuando un país cae en la decadencia, la única salida posible es el aniquilamiento de un modelo para reemplazarlo por otro”.

En ese marco se produce el golpe militar del 24 de marzo de 1976 con el objetivo de romper la alianza de hecho entre los trabajadores y las empresas que venden al mercado interno y que necesitan del poder adquisitivo de la población para acrecentar sus ventas.

El Profesor Mario Rapoport va a decir: “A partir del golpe de Estado del 24 de marzo 1976 se produjeron profundos cambios en la estructura económica argentina, que terminaron por conformar un nuevo modelo económico basado en la acumulación rentística y financiera, la apertura externa irrestricta, comercial y de capitales, y el disciplinamiento social. La dictadura militar se propuso restablecer la hegemonía del mercado en la asignación de recursos, restringir la participación del Estado y abrir la competencia de los productos nacionales con los extranjeros”.

El plan de la dictadura militar respaldado en las fuerzas armadas y el control militar de la Nación, es de una estructura muy sencilla y se instrumenta en tres medidas básicas:

a) Retrasar el tipo de cambio (Ejecutado por Martínez de Hoz en una “tablita” cambiaria que prefijaba el valor del dólar muy menor al del crecimiento de los precios)
b) Baja generalizada de los aranceles y disminución de medidas para arancelarias (desprotección aduanera)

c) Tasas de interés positivas y por encima del crecimiento del dólar

De esa manera propiciaba el ingreso de capitales especulativos atraídos por tasas de interés que eran mayor que el crecimiento de los precios y muy superior a la evolución cambiaria, a su vez que se encarecía el crédito a las empresas y a las personas, siendo confiscatorio de su capital, generando una brutal transferencia de la producción y del consumo al favor del sector financiero, basándose en el excedente de los países petroleros árabes, con lo que el sistema financiero mundial debía colocar los petro-dólares, a tasas muy bajas. La burguesía local pedía préstamos en el exterior (en dólares) a bajas tasas y compraban títulos públicos o acciones o depósitos a plazo fijo en pesos, ganando la diferencia y luego se volvían al dólar retirando la renta. Renta que se abonó con más endeudamiento externo y cuando no se pudo pagar ni los intereses de la deuda (default), se cedieron los más preciados activos públicos: YPF, FFCC, SEGBA, Gas del Estado, se privatizaron las rutas, puertos y hasta el sistema previsional, etc.

En ese lapso juega un papel destacado el FMI como orientador de la política económica de todos los gobiernos que deben subordinarse a sus recomendaciones en interminables acuerdos stand by y de condicionamientos suscriptos desde fines de 1975 hasta el 25 de mayo del año 2003.

Esto es, tras la derrota en Malvinas, los sectores beneficiados por la acción dictatorial se plantearon el inevitable reemplazo del gobierno militar por otro civil que les permitiera y les garantizara junto a la primacía en las decisiones, traspasar su deuda a la población, cuya maniobra iban a perfeccionar con el arribo del gobierno constitucional que iba a legitimar la deuda “estatizada” por los seguros de cambio. Pero la gran banca nacional y extranjera presionó por el reconocimiento de toda la deuda y el pronto y mayor pago posible de los servicios de la misma. El 18 de febrero de 1985 Bernardo Grinspun echó del Ministerio de Economía a Joaquín Ferrán representante del FMI en la Argentina, el 19 Alfonsín le pidió la renuncia, el plan de legitimar la deuda externa y de acordar con los grupos económicos locales se ponía en marcha. En marzo de ese año, el presidente viajó por segunda vez en su mandato a Estados Unidos y, subrayó la necesidad de adoptar medidas de reforma estructural del Estado y de privatizaciones, de manera acorde con la filosofía ortodoxa de los financistas y empresarios norteamericanos (Plan Houston).

Asume en reemplazo de Grinspun, Juan Vital Sourrouille con un equipo compuesto por Mario Brodersohn, Adolfo Canitrot, José Luis Machinea y Roberto Frenkel, entre otros, y aplican un plan de ajuste ortodoxo con cambio de la moneda que se denominó Austral, con el apoyo del FMI y de la Reserva Federal de los EEUU; el por ese entonces Presidente de su Directorio, Paul Volcker, que sólo había venido a nuestro país a pescar truchas en los lagos del sur argentino, avaló con su presencia el acuerdo. Con fecha 1 de julio de 1985 mediante los Comunicados A-695, A-696, y A-697 del BCRA se reemplazaron títulos de deuda externa heredados de la dictadura militar (y por ende firmado por nadie, por funcionarios de un régimen de facto) a los que la gestión de Grinspun se negó a reconocer hasta que no se supiera el origen y destino de los fondos, por “Obligaciones de Banco Central de la República Argentina” firmados por las autoridades puestas por el gobierno constitucional.

EL DESMANEJO DE LA DEUDA Y SU EMPLEO EN LAS PRIVATIZACIONES

El reemplazo adelantado de Menem por Alfonsín tras una impresionante corrida cambiaria es fisgoneado por los grandes grupos locales y la banca extranjera para “cerrar” el circuito de la legitimación de la deuda, ante un Estado insolvente por la magnitud que la misma había alcanzado y por la suba sistemática de los intereses, que se reflejó cuando el 6 de febrero de 1989 el por ese entonces presidente del BCRA, José Luis Machinea reconoció que no podía cambiar un dólar más, dado que las reservas internacionales no alcanzaban a los U$s 500 millones. Ese día, el tipo de cambio oficial era de Australes 37,62, paso la barrera de los Australes 100 en abril y el 9 de julio de 1989 cuando asumió anticipadamente la presidencia de la República Carlos Menem fue de Australes 650.-. Pero siguió la corrida cambiaria y el 1° de abril de 1991, cuando comienza el plan de “Convertibilidad”, el tipo de cambio fijado fue de Australes 10.000.- por un dólar americano, con lo que en un poco más de dos años el tipo de cambio creció en un 266 veces; la híper inflación es hija de la híper devaluación de nuestra moneda.

Semejante dislate demuestra que la valorización financiera del capital se convirtió en el eje ordenador de las relaciones económicas, con lo que la deuda externa para el sector más concentrado y oligopólico deja de ser fuente de financiamiento de la inversión real y es un mecanismo de despojo y dominación.

Inmediatamente asume Menem y envía al Congreso de la Nación los proyectos de Reforma del Estado y de Emergencia Económica que se convierten en las leyes 23.696 y 23.697 respectivamente, que dieron la cobertura legal para las privatizaciones que se realizaron con el fin de laudar y dar una respuesta al conflicto desatado en la década anterior entre los grupos económicos locales y los acreedores externos (representados por el FMI) por el pago de la deuda. En ese momento, la incapacidad de poder pagar la deuda externa hace que el gobierno radical deba dejar de subsidiar a los grandes contratistas del Estado (disminución de la obra pública, limitación a las promociones industriales y otros tipos de promociones impositivas; desprotección arancelaria y cambiaria, etc.), para poder “honrar” la misma. Menem, no bien asume como Presidente de la República, plantea la Reforma Económica y la Reforma del Estado como un medio para superar la crisis, donde la venta de las empresas públicas permite:

Restablecer el pago a los acreedores externos
 

Asegurar a los tenedores de títulos públicos una fuerte recomposición de su valor, al poder emplearse los bonos a su valor nominal como parte de los aportes de capital en las privatizaciones.

Permitir la entrada de la Argentina al Plan Brady y con ello, poder zanjar la brecha financiera para “honrar” la deuda. En un principio y por ley, en todas las privatizaciones las UTE (Unidad Transitoria de Empresas) que participaban en las privatizaciones, debían contar con una empresa de capital nacional, pero luego vendieron su parte y, de esa manera la creciente presencia del capital extranjero sobre ellas, las altas tasas de ganancias con que operaron ante un mercado cautivo y estratégico, hace que su predominio sea absoluto, como lo demuestra que de las primeras 20 –veinte- empresas que más facturaron en el país en el año 2001, 17 –diecisiete- sean extranjeras (Repsol YPF; Grupo Promodies; Telecom.; Telefónica; Techint; Cargill; Shell; Grupo Philips Morris; Disco.Ekono; Carrefour; etc.) y solo tres pertenezcan a grupos nacionales (Coto, Clarín y Pérez Companc), dibujando una estructura de la cúpula económica nueva, fundamentalmente extranjerizada , y por lo tanto más dependiente del exterior, y a nivel de toda la sociedad un perfil más regresivo.

El PLAN DE CONVERTIBILIDAD
En 1991, bajo la presidencia de Carlos Menem y con Domingo Cavallo como Ministro de Economía se implementó por ley el plan de Convertibilidad, se determinó un tipo de cambio fijo que establecía que un peso (por la ley de presupuesto del año 1992 se cambió la moneda local de Australes 10.000 a un peso) sería intercambiable por un dólar. De esta manera el peso argentino se encontraba sobrevaluado, es decir, el dólar era demasiado barato, lo que hacía que todos los productos importados fueran también artificialmente baratos y que, al mismo tiempo, los productos argentinos fueran caros para los extranjeros. Además de las privatizaciones y la contracción del Estado, esta política monetaria fue una de las causas de la acelerada desindustrialización de la Argentina durante la década de 1990.Para sostener esa paridad cambiaria Argentina debió recurrir en forma indiscriminada al endeudamiento externo. Cuando el radicalismo accede al gobierno de la mano de De la Rúa en 1999, decide sostener la convertibilidad, de esta manera, la necesidad de dólares era cada vez mayor, porque el sobreendeudamiento no se empleó para alcanzar un mayor crecimiento o una mejora en la distribución de la riqueza, sino para sostener un esquema financiero que beneficiaba al capital oligopólico extranjero y nacional que opera en el país.

Se aplica una vez más la receta del FMI con su monitoreo constante, Obviamente la resistencia a la desocupación y al ajuste fiscal con el fin explícito de pagar a los acreedores a como dé lugar, hicieron que renunciara Machinea y durara solo una semana su reemplazante López Murphy, y es allí que vuelve Domingo Cavallo al ministerio, y vuelve habiendo acordado con determinados bancos (Francés, Santander –Río, Central Hispano, Galicia, Citigroup, HSBC, JP Morgan, y Credit Suisse First Boston) y con el ex secretario del Tesoro de los Estados Unidos, David Mulford, que por ese entonces trabajaba para el banco Credit Suisse First Boston.



La idea era extender los vencimientos en 5 – cinco- años de plazo, reconociendo tasas del 18 al 22% anual en dólares, con lo que dejaba al descubierto la frágil situación financiera del país. Esa situación provocó la corrida de los depósitos y su conversión al dólar, lo que impuso el “corralito” para restringir las extracciones de los bancos, el descontento fue tomando una magnitud tal que primero se llamó al estado de sitio, segundo la gente sale a la calle y se le reprime violentamente, de manera tal que en el país entre el 18 y el 19 de diciembre de 2001 fueron asesinados por las fuerzas de seguridad 38 –treinta y ocho- personas, el Presidente De la Rúa huye en un helicóptero de la casa rosada y la población se convocó en las calles al grito de que se vayan todos.

El modelo perverso de sustituir producción local por importaciones y financiarse con deuda colapsó en el año 2001, pero el descontrolado incremento del precio del dólar hizo que se caiga fuertemente el poder adquisitivo de los trabajadores (relación inversamente proporcional entre el poder adquisitivo del salario y el valor de la divisa norteamericana), empujando a la mayoría de la población a la pobreza y a una parte considerable de ella a la indigencia.

La implosión del modelo de valorización financiera se explica por la constante y creciente fuga de capitales que en el año 2001 fue de 29.913 millones de dólares, que se realizaron a través de múltiples firmas controladas, a lo que se sumó que esos mismos empresarios que tenían deuda en dólares en el mercado local se le “pesificó” la misma, fijándolo a un tipo de cambio de un peso un dólar, pero la devaluación real fue incontrolable, en el mercado paralelo y en Montevideo en abril del año 2002 se cambiaba el dólar a 4 –cuatro- pesos lo que impactó en el poder adquisitivo del salario.

Los grandes beneficiados fueron el grupo Pérez Companc, el grupo Techint, el grupo Clarín, SOCMA (Sociedad Macri),el grupo Bulgheroni y empresas como Cargill SA, Telefónica Argentina SA, Repsol SA, Telecom Argentina SA, Nidera SA, Shell SA, Esso Argentina SA, Bunge Cerval SA; IBM Argentina SA, SA Louis Dreyfus y Cía, Ford Argentina SA, Renault Argentina SA, etc., los artífices fueron entre otros José Ignacio De Mendiguren, Ministro de Producción y Jorge Todesca Vice Ministro de Economía del gobierno de Duhalde

En ese contexto se siguió reprimiendo las manifestaciones de reclamo y disconformidad, produciéndose la muerte de los jóvenes Kosteki y Santillán el 26 de junio de 2002 en la localidad de Avellaneda, su sangre generosa obligó al gobierno de Duhalde a llamar a elecciones donde ganó en la segunda vuelta Néstor Kirchner.

EL TRATAMIENTO DE LA DEUDA EXTERNA EN EL GOBIERNO DE LOS KIRCHNER
Fue Néstor Kirchner el que pergeñó el canje de los títulos de la deuda con una quita de un 65% de la misma y reescalonar los plazos que habiéndose realizado en los años 2005 y 2010 alcanzan al año 2038. Cuando asumió Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 la deuda externa representaba el 160% de lo que producíamos, al 31 de diciembre de 2015, último dato de deuda externa Argentina del gobierno de los Kirchner, la misma ascendía a un total de 222.703 millones de dólares, que es el 42,8% del PIB, pero además, de esa suma, 132.421 millones de dólares estaba en poder del mismo sector público nacional (BCRA; Banco de la Nación Argentina, Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS, BICE, Fondos Fiduciarios, etc.), por ende la deuda externa en poder de los privados y organismos de créditos internacionales era de 90.282 millones de dólares que representa solo el 18% del PIB. Más allá de la patraña de los fondos buitres avalado por la justicia norteamericana, lo cierto es que la deuda dejaba de ser un condicionante del país. Una deuda externa que por su monto y sus vencimientos era totalmente administrable y hacía que se destinara menos del 2% de lo que producimos por año para cumplir con ella.

En la campaña para presidente Mauricio Macri sostuvo que había que cumplir con la sentencia del Juez Griesa y pagarle el 100% a los “hold out”[1].Tanto su ministro de Hacienda y Finanzas del comienzo de la gestión (Alfonso Prat Gay) como el Secretario de finanzas y después ministro (Luis Caputo), dos empleados jerárquicos del JP Morgan, se abocaron desde el primer día de su designación (y aún antes en forma oficiosa) a acordar con los tenedores de los títulos que no habían ingresado a los dos canjes del gobierno de los Kirchner, de allí que se reúnen con el representante del juez y mediador Daniel Pollack, quién fue el que anunció que las partes alcanzaron un principio de acuerdo por una suma de 4.635 millones de dólares, que fue abonada en efectivo el 14 de abril 2016 con la condición previa y cumplida que el que el Congreso de la Nación apruebe dicho pago y que derogara las denominadas “Ley Cerrojo” y la “Ley de Pago Soberano”.

El gobierno de Macri solicita autorización para endeudarse al Congreso de la Nación en la ley de Presupuesto Nacional 2016, que contempla un aumento de la deuda externa en 23.400 millones de dólares, a lo que se le debe sumar los 16.500 millones de esa moneda para pago a los holdouts, y otros (recordemos que el gobierno se endeudó en 4.000 millones de dólares más para financiar el gasto público), lo que conforma un sub total 39.900 millones de dólares, a los que se le agrega los intereses devengados de la deuda del año por 12.400 millones de dólares: TOTAL 52.300 millones

A su vez en la Ley de Presupuesto del año 2017 amplia la deuda en 38.200 millones de dólares y se prevé el pago de intereses por 13.800 millones de dólares. TOTAL: 52.000 millones de dólares.

Quiere decir que en dos años de gestión Macri se endeuda por el 46% del stock de deuda externa al 31 de diciembre de 2015.

En primer lugar debe tenerse en cuenta que el modelo pergeñado por el macrismo, tiene como acicate el ingreso de capitales a los que le reditúan la perniciosa combinación de revaluación cambiaria y altas tasas de interés, que como ha sucedido en su momento, con Martínez de Hoz y con Cavallo, parten primero de una brusca devaluación para después permitir que, por el ingreso de capitales, se retrase el tipo de cambio, con ello se favorecen las importaciones, y el resultado es la desindustrialización y la menor producción en general, con la desocupación de empleo y de factores que genera.

Esto es, en lugar que el tipo de cambio lo fije la cuenta corriente de la Balanza de Pagos, lo fija la Cuenta de Capital atraída por la perniciosa combinación de atraso cambiario y altas tasas de interés, base de la inconsistencia del modelo macrista que es la antípoda de los países que crecen, esencialmente los del este asiático en general y de China en particular que combinan bajas tasas de interés con tipo de cambio competitivo

El modelo macrista es insustentable, significa ganancia rápida y no supera el corto plazo. Los empresarios lo aplauden, pero ninguno invierte, tratan de sacarle todo lo que pueden: desgravaciones impositivas, que no los fiscalicen, que puedan seguir importando lo que quieren y sustituir producción por productos extranjeros (desde un alimento a un auto), que le dejen seguir fijando libremente los precios con las altas tasas de ganancia (por ejemplo la leche, a comienzos del año 2017 le pagan al tambero $ 4 o en el mejor de los casos $ 5.- por litro y lo venden a no menos de $ 20.-, peor pasa con la yerba que le pagan al productos $ 4 o $ 5 el kilo y la venden en los supermercados a $55.- o $ 60.-). EEUU y el FMI lo aplauden pero para colocar los productos excedentes que no venden por la recesión mundial.

CONCLUSION
La deuda externa ha sido el mecanismo de enriquecimiento de los sectores más concentrados de la economía que operan en el país, quienes se endeudaron y lograron traspasar el grueso de esa deuda al Estado nacional, y con ello a la población. Paralelamente fugaron capitales porque se le da todas las posibilidades para que compren y extraigan divisas de la Argentina, esto explica porque la Argentina tiene el raro privilegio de ser la única nación cuyos residentes más ricos, poseen activos financieros (por fuga de capitales) de similar magnitud de su PBI (la cantidad de bienes y servicios finales que se producen en el país en un año).

Los gobiernos democráticos de Hipólito Yrigoyen, Juan Perón, Arturo Illia y los de los Kirchner lograron reducir la deuda externa y reorientar la economía para un crecimiento autosostenido basado en el mercado interno, donde prevaleció el crecimiento de los salarios y el de la producción en desmedro del capital financiero. Todos los demás gobiernos se subordinaron en mayor o menor medida y la burguesía local adoptaron el rol de socio menor en el mejor de los casos, modelando un país dependiente al capital financiero internacional y funcional a sus intereses

Con el gobierno de Macri se retorna al modelo de valorización financiera del capital, que solamente puede superar la restricción externa y las inconsecuencias del modelo que aplica, endeudándose y ofreciendo pingues negocios al capital más concentrado, en ese marco no puede existir proyectos de inversión productiva, se prioriza lo financiero, a costa de un mercado interno que se achica, se concentra y se extranjeriza, máxime cuando no ponen ningún límite, al contrario y por eso lo hacen, facilitan la fuga persistente de divisas del país, con lo que condena a amplias franjas de la población a la desocupación y a la pobreza en el presente y en el futuro, con un efecto anestésico por el ingreso de dólares para un sector de la población en la actualidad, pero insustentable en el tiempo.

Referencias

[1]El informe oficial sobre la deuda muestra también que los pasivos "no presentados al canje", es decir la deuda no performing que en algunos casos todavía se dirime en tribunales internacionales., asciende a 8.468 millones de dólares al 31/12/2016

Buenos Aires, 15 de mayo de 2017

*Economista especializado en temas fiscales y monetarios. Profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires. Ex Director de Políticas Macroeconómicas del Ministerio de Economía. Miembro de EPA (Economía Política para la Argentina). 

jueves, 18 de mayo de 2017

Reconciliación + 2x1 = Impunidad, Por Domingo Bresci


Domingo Bresci

1. El Episcopado debe reconocer que es más parte del “problema” que de la “solución” de la violación de los Derechos Humanos en Argentina.

Hay suficientes evidencias de su:

Complicidad y participación por “acción y/u omisión” de sectores significativos de los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos con la actividad de las FF.AA.:

Razones de fondo:
Coincidencias político-ideológicas con las Fuerzas Armadas: Para esos sectores de la Iglesia se trataba de una “cruzada” contra el comunismo y la subversión para salvar a la Patria y a la religión (Defender a la “civilización occidental y cristiana”) aplicando la “Doctrina de la Seguridad Nacional” (Consenso de Washington).
Cuestiones de conveniencia: Era el modo de defenderse y apoyarse mutuamente.

Por lo tanto:

2. El Episcopado debe dejar su supuesta “neutralidad” que lo lleva a querer “reconciliar” a las “partes” desde una instancia superior y sin mancha y “reconciliarse previamente” con las víctimas, sus familiares y los organismos de derechos humanos a quienes durante muchísimos años no quiso recibir ni escuchar, ni miraba con buenos ojos (excepto algunos obispos).

De lo contrario, la reconciliación encubriría la impunidad.

3. Para ello, entre otras cosas, debería dar a conocer las Actas de las reuniones de la Conferencia Episcopal y de la Comisión Permanente desde 1974 a 1984 donde constan las denuncias, reclamos y debates promovidos por varios obispos (De Nevares, Hesayne, Devoto, Angelelli, Ponce de León, Brasca…) y las denuncias y pedidos de ayuda de organismos de DD.HH.

El episcopado sabía bien lo que pasaba.

4. También deberían dar a conocer las Actas de las reuniones entre la Comisión designada “ad hoc” (Laguna, Espósito, Galán) y la Comunidad Informativa de las FF.AA. (una por cada arma) en las cuales se hacía un seguimiento de los conflictos que se producían por el accionar de las FF.AA. sobre miembros y actividades de la Iglesia.

5. El Episcopado debería explicar públicamente por qué en su momento no se presentó como querellante en el asesinato de Carlos Mugica y otros sacerdotes; de religiosos/as, de laicos/as; del asesinato del obispo Angelelli (La Rioja) y los presuntos asesinatos de los obispos Ponce de León (San Nicolás) y Sueldo (Santiago del Estero).

Según la fe cristiana “hijos de la madre Iglesia” y “hermanos en el Señor”.

6. Como signo de credibilidad y posicionamiento frente a la Sociedad Argentina –en tiempos en que se ha intensificado el debate– debería afirmar explícita y públicamente:

a) Que en Argentina existió “terrorismo de estado” (se subordinó la Constitución al Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional).

b) Que hubo un plan sistemático de persecución, tortura, encarcelamiento, desapariciones y asesinatos, que constituyó un genocidio donde hubo víctimas y victimarios.

c Que las FF.AA. y de Seguridad actuaron al margen y en contra de la Justicia Argentina y de los postulados de los Organismos jurídicos regionales e internacionales, según los cuales, las violaciones a los derechos humanos configuraron crímenes de lesa humanidad y por lo tanto, imprescriptibles.

No hubo “dos demonios”.

d) El Episcopado debería reforzar el reclamo de los organismos de DD.HH. a las FF.AA. y de Seguridad de las listas de los desaparecidos para que los familiares –según nuestra fe cristiana– puedan ejercer sus derechos de saber ¿Quién se los llevó? ¿De dónde? ¿A dónde? y unirse a ellos en su corazón.

e) El Episcopado debería reclamar públicamente a las FF.AA. y de Seguridad, las listas y destino de los casi 400 niños/as apropiados y entregados por ellos y que nunca se ubicaron. El Episcopado sabe que donde esos niños/as nacieron hubo complicidad de religiosas, capellanes y movimientos de Iglesia que –en conciencia– deberían aportar los datos que tengan.

Esta actitud es indispensable para que la sociedad considere creíble y coherente el pedido permanente del episcopado por la valoración de la vida.

f) El Episcopado debe “reconocer” públicamente (primer paso de una auténtica reconciliación) la complicidad y participación del Obispado militar y capellanes al servicio de las FF.AA. y de Seguridad, (como consta en sus mismas declaraciones y escritos y en el testimonio de las víctimas y de los mismos militares) que daban “consuelo y apoyo espiritual” a los que violaban –de múltiples formas– los derechos humanos de los secuestrados y más grave aún, justificaban “moralmente” su accionar, inclusive las torturas.

El Dios de los justos hace justicia.
* Sacerdote católico, ex secretario del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, integrante del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres.