miércoles, 31 de agosto de 2016

ARGENTINA: SUBJETIVIDADES CAMBIANTES, Por Jorge Luis Cerletti, para Vagos Peronistas






Cerletti  se explaya sobre las subjetividades políticas, manifestadas principalmente en consignas, ilustrando la temporalidad de esas confrontaciones, y destaca,  que cuando tiene primacía la política, es porque se ha inclinado la balanza a favor del pueblo, mientras que las distintas variantes de la derecha, cuando tienen hegemonía, siguen siendo voceros del gran capital. “Las cambiantes subjetividades sociales transitan por un andarivel determinado por las coordenadas del sistema. Los momentos en los que la lucha política del campo popular logra influir en la subjetividad social perturbando los planes del capitalismo hegemónico, semejan las brazadas de un nadador que golpea las bandas que limitan su andarivel y del cual no puede salirse so pena de la descalificación”. A partir de la opinión de Evo Morales, sobre los motivos del  deterioro de la centroizquierda en América Latina,  percibe “en la militancia actual una falta de formación política-ideológica que la hace más vulnerable a los discursos inmediatista”, y una primacía de la “sindicalización de la política” que reduce la batalla política a los puestos de trabajo, olvidando la “cuestión fundante de la explotación”, y explica la matriz objetiva  y subjetiva de esta. El texto de Cerletti, como tantos otros de su autoría, vuelve a hundirse en cuestiones raigales del movimiento nacional y popular, y de la militancia política en el siglo XXI.


ARGENTINA: SUBJETIVIDADES CAMBIANTES, por Jorge Luis Cerletti, para Vagos Peronistas
Jorge Luis Cerletti



El significado político económico de lo que advino por obra del gobierno que asumió el 10/12/16, el de los CEOS y las Multinacionales, responde al poder real que propició los diversos golpes militares que padeció el campo popular. En este regreso, legitimado electoralmente y disimulado bajo la máscara “democrática”, sobran las evidencias y el repiqueteo de sus medidas como para dudar acerca de lo que representa. Distinto es preguntarse por las proyecciones de este fenómeno a nivel socio-cultural al darse la conjunción de lo estructural y la hegemonía político-ideológica que por ahora han recuperado. Éste es un terreno complejo atravesado por distintos factores que inciden en la problemática de la cambiante subjetividad social. Sus manifestaciones se pueden rastrear de acuerdo a los momentos que se consideren.

Me parece importante evaluar, en dichos momentos, las contradicciones que se dan al interior del campo popular. Es que las mismas traslucen las limitaciones que debe encarar toda apertura que intente la gestación de una subjetividad opuesta al orden existente como sustento de semejante transformación. Tarea que desde las últimas décadas del siglo XX tropieza sistemáticamente con la inesperada consolidación del capitalismo, local y global, que bloquea o anula el desarrollo de alternativas. Entonces, emerge la tan insoslayable necesidad de superación como las sombras que la rodean.

En función de lo expresado, apunto dos niveles interrelacionados que gravitan en la conformación de la subjetividad social. El político, en el que se libran las batallas por imponer los discursos que moldean dicha subjetividad. Aquí juegan el factor mediático y el institucional proveniente de organismos del Estado, grandes empresas, partidos, sindicatos, etc. En tanto que el nivel estructural remite a la base económica donde la concentración de capital es determinante en la dominación. Ésta configura el escenario en el que se desarrollan los conflictos y las confrontaciones que están condicionados por las leyes del sistema. Las  luchas por el poder se inscriben dentro de ese marco que tiene una inviolable frontera: la ruptura del orden social capitalista que es el “imposible” sistémico. Esto, traducido, significa desterrar toda política que se oponga a la legalidad interna del capitalismo e intente gestar nuevos procesos emancipatorios.



Breve crónica nacional “minimalista” y contemporánea.



Como aproximación a la cambiante subjetividad social que mencioné al principio, resulta útil esbozar una mini-historia comparativa. Arranco de la fundación del peronismo dado el peso político-ideológico que aún conserva a pesar del vaciamiento y falacia de gran parte de quienes lo invocan. En consecuencia, seleccioné algunas consignas y frases simbólicas de diferentes momentos para ilustrar metafóricamente los enfrentamientos que portan subjetividades sociales de signo opuesto en ese período. A continuación, expongo la serie elaborada:

1) Perón o Braden; 2) alpargatas sí, libros no; 3) cabecitas negras - gorilas; 4) Perón:  nombre prohibido - el tirano prófugo; 5) laica o libre; 6) patria sí, colonia no; 7) luche y vuelve - “no le da el cuero”; 8) el año 2000 nos hallará unidos o dominados.  9) Liberación o dependencia; 10) socialismo nacional - “nacional…ismo” peronista; 11) derechos y humanos – “humanismo” genocida; 12) “la casa está en orden” - hiperinflación  y golpe blando a Alfonsín; 13) “estamos mal pero vamos bien” –  hacia el desastre neoliberal; 14) “dicen que soy aburrido” - “espectacular” crisis económico-social; 15) “que se vayan todos”; 16) del chirolita de Duhalde a los 12 años K.; 17) inflando globos amarillos – inflación y embustes discursivos.

Mínima traducción política de la serie:
Juan Domingo Perón

1) es una marca política inaugural del peronismo. 2) condensa el enfrentamiento con vastos sectores de la intelectualidad y de los universitarios. También denota un componente clasista ligado a los orígenes de la clase media antiperonista. 3) expresa  las luchas sociales implicadas en los prejuicios que generaba el arribo de grandes masas trabajadoras desde el interior. 4) señala la agudización de la proscripción del peronismo encabezada por el Alte. Rojas, antesalas del fusilamiento del Gral.Valle y el Tte Cnel. Cogorno y de la “Operación Masacre” (asesinatos en los basurales de José León Suárez). 5) alude al surgimiento de la enseñanza privada instaurada por el gobierno de Frondizi. 6) emblema de la resistencia peronista durante los 18 años de proscripción. 7) consigna que acompañó los intentos de retorno de Perón al país que coronó en el 73 a pesar de la oposición de Lanuse. 8) vaticinio de Perón que resultó “dominados” y al que contribuyó en su declinante último mandato y el ascenso de su secretario José López Rega gestor de las 3 A. 9) bandera de lucha de la militancia de entonces con referentes como Cuba (el Che), Vietnam, China Popular… 10) remite a los enfrentamientos entre la izquierda y la derecha peronistas que estalló con los tiroteos en medio de la enorme movilización de Ezeiza para recibir al líder que luego aterrizó en la base aérea de Morón. 11) falacia de la dictadura genocida que produjo un quiebre histórico en nuestro  país instaurando el terror que se devoró a 30.000 desaparecidos y generó la subjetividad del “no te metás” en la gran mayoría de la población. 12) Inicio del período democrático con el gobierno de Alfonsín. Comenzó con cierta expectativa popular (pretendido 3er. movimiento histórico), debió lidiar con los conatos de golpes carapintadas  y fue eyectado con el golpe blando del poder económico y la hiperinflación inducida. 13) asunción de Menem que sirvió en bandeja al peronismo con una cruda política neoliberal absolutamente explícita en su segundo mandato. 14) gobierno neoliberal de De la Rua que terminó en la formidable crisis del 20 de diciembre de 2001 con cerca de 40 muertos y la sucesión de cinco presidentes en quince días. 15) “Que se vayan todos”, lema que descalificaba a los  partidos políticos, proliferan las asambleas y nuevas iniciativas pero luego se va diluyendo la participación popular. Dhualde se hace cargo de la presidencia interina. Manda reprimir la ola de protesta popular y se perpetran los asesinatos de Kosteki y Santillán, tragedia que lo implica y acelera el fin de su mandato. 16) en el 2003 se realiza la reñida elección que luego de la renuncia del riojano, gana Néstor Kirchner con el 22 % de los votos. Lo que parecía una presidencia débil (el chirolita de Dhualde) se consolida como una fuerte gestión de corte popular que prolongará Cristina K. en las dos presidencias subsiguientes. 17) El 10/12/15 jura la presidencia Mauricio Macri, avalado por la legitimidad electoral y con él asume  la derecha explícita que desmantela lo positivo realizado por la gestión K.



Las cambiantes subjetividades.



De este esquemático y opinable pantallazo histórico se pueden inferir las variaciones de la hegemonía político-ideológica en Argentina. Aquí vale destacar dos campos opuestos, al margen de sus transvasamientos. Uno, el vinculado a los movimientos populares. El otro, a las distintas expresiones de la derecha ligada al poder estructural. El mismo exhibe la hegemonía del gran capital que incluye su dinámica interna y sus contradicciones sectoriales. Mientras que en los momentos hegemónicos afines a los  movimientos populares, prevalece el nivel político como producto de sus luchas. Lo que supone las modificaciones económico-sociales que aportaron, de mayor o menor profundidad según los casos, pero siempre condicionadas por el marco estructural al que se sujetaron.

En los últimos 70 años se desprenden, básicamente, tres períodos: de 1946 a 1976 donde la hegemonía en el campo popular la tiene el peronismo aunque en el lapso 69-73 se dan grandes luchas populares de diverso signo político (el Cordobazo, el Rosariazo, la CGTA, SITRAC-SITRAM…), la explosión de la lucha armada (los Montos, el ERP, las FAL y otras formaciones menores). Este fenómeno culmina con el derrumbe del peronismo (desgobierno reaccionario de “Isabelita”), una suerte de antesala de la tragedia en marcha. El siguiente de 1976 a 1983, el “agujero negro” producido por la dictadura genocida (Proceso de Reorganización Nacional). Finalmente, de 1983 a la actualidad período en el que se instala la Democracia Representativa.

En el primer período, después de 1955, la subjetividad social prevaleciente en el campo popular está fuertemente arraigada en la tradición peronista y sus conquistas sociales. Y a los pocos años se produce un giro cultural político de amplios sectores medios que reniegan de su pasado antiperonista (tanto religiosos como laicos). Asimismo, la mayoría de los grupos de izquierda que se diferencian del peronismo con un variable discurso crítico, también integran el bloque opuesto a la sucesión de golpes militares y al poder económico dominante. Se atenúan las contradicciones internas en tanto que la derecha peronista, en sus distintas vertientes, queda afuera aunque bajo el paraguas del líder que la usa como contrapeso. En suma, existe una fuerte subjetividad social popular que se expresa con el voto a Perón del 62% en setiembre del 73. Mientras que el  bloque de poder económico que se apoyaba en las FF.AA. como su “partido político” es derrotado y se repliega ante el peso de su pobre relevancia social y electoral.  Con sus distintos vaivenes, en ese período la subjetividad dominante en el campo popular se alimentaba con firmes convicciones y la gran energía de la lucha política.
Isabel Martínez de Perón

Todo va a cambiar a partir del calamitoso y reaccionario desgobierno de Isabelita. Fue el que dinamitó la historia de lucha precedente y deterioró gravemente la subjetividad social que la expresaba. Allanado el camino, triunfa el golpe genocida del 24 de marzo del 76 y las FF.AA. tendrán su gran revancha. Los efectos de la represión y el terror se   introyectan en la subjetividad social de la población y se expresan en el “no te metás”.

Caída la dictadura en el 83, se instala la Democracia Representativa. Y a los mini-datos históricos apuntados, sólo agregaré algunas consideraciones sobre la subjetividad social emergente en el período sin detenerme en las variaciones que incluye. Aquí me interesa  destacar lo que visualizo como un cambio de fondo.  Éste se da no obstante la gestión del kirchnerismo que intentó frenar la ofensiva del gran capital interno-externo y produjo el resurgimiento de la subjetividad social favorable al campo popular. Sin embargo, las limitaciones que configuran lo que mencioné como cambio de fondo, emergen con el triunfo electoral de Macri, tanto por lo que representa como por lo que impone vertiginosamente. A la vez, transparenta los alcances de la “Democracia” realmente existente que, confrontada a las dictaduras militares, se erigió en la panacea de las libertades y la convivencia social.

Ahora miremos las dos caras de la moneda.  

Por un lado, el kirchnerismo realizó una política de corte nacional apoyado en el control del Estado que le permitió la recuperación de instituciones como YPF, el ANSES,  Aerolíneas, una sustantiva reducción de la deuda externa y una distribución más equitativa del ingreso. Por otro, no comprometió la hegemonía del poder real del bloque económico financiero, ni la rentabilidad de sus negocios. Las Corporaciones falazmente “nacionales” y en particular las multinacionales extranjeras, mantuvieron los principales lugares de la industria, el agro, los servicios y la banca. Intereses defendidos a “capa y espada” por la fortísima prédica de las grupos mediáticos, verdaderos baluartes en la generación de subjetividad social.

La derecha logró medrar en la subjetividad social de buena parte de la población que no se corresponde con sus intereses reales. Y esto luego de largas décadas en las que exhibieron su verdadero rostro, hoy apenas disimulado con la lluvia de embustes incorporados en la hipócrita propaganda que motorizan.

En definitiva, las cambiantes subjetividades sociales transitan por un andarivel determinado por las coordenadas del sistema. Los momentos en los que la lucha política del campo popular logra influir en la subjetividad social perturbando los planes del capitalismo hegemónico, semejan las brazadas de un nadador que golpea las bandas que limitan su andarivel y del cual no puede salirse so pena de la descalificación.

Sin embargo, nadie puede predecir las secuelas que dejan y dejarán las luchas populares para el desarrollo de un proceso emancipatorio. Sí que de esa siembra tienen que surgir nuevas alternativas al orden capitalista. Y en ese sentido cobra relieve la gestación de una subjetividad social que cuestione los valores inherentes al capitalismo. Tarea tan ardua como inclaudicable y en la que, desde lo micro, debemos  avanzar en la construcción de lo colectivo, difundiendo y practicando principios antagónicos a toda forma  de explotación y dominación.

Ahora, por su significación autocrítica, concluyo citando ideas de  Evo relacionadas con la temática expuesta: “Para Evo Morales son tres debilidades de la “centroizquierda” que explican sus retrocesos políticos y sociales: a) la incapacidad para enfrentar una guerra mediática; b) para usar las redes sociales y; c) la falta de preparación política y el alejamiento de las bases.” (*).  A modo de cierre y por los sentimientos que me suscita, considero la primer debilidad señalada en el punto c.

De entrada aclaro que no planteo un juicio de valor sobre las nuevas generaciones. Sólo menciono lo que para mí resulta una constatación de circunstancias muy diferentes a las que se vivieron en los 70. Percibo en la militancia actual una falta de formación política-ideológica que la hace más vulnerable a los discursos inmediatistas. La TV. es un buen ejemplo de ello pues reduce la política al día a día y la transforma en un espectáculo: platea sí, militancia no.  Y no se trata de una cuestión de “saberes” sino de la inquietud por fortalecer los fundamentos en los que uno se apoya en la actividad política. Por extensión, pienso en los efectos de la hegemonía cultural que abierta o subrepticiamente ha creado el aparato mediático del orden existente y que, de una forma u otra, gravita sobre nuestra subjetividad. A propósito,  vale señalar la sindicalización de la política. Sin duda es legítima y necesaria la lucha en defensa de los puestos de trabajo y de los salarios. Mas, lo impropio es que se haya esfumado de la escena política la cuestión fundante de la explotación. ¿Cuál es su matriz? Nada más ni nada menos que la ganancia del capital que expropia a los obreros parte de su trabajo. De allí brota su riqueza y la dominación que ejerce y a su vez crea la subjetividad del sometido naturalizando su condición.  Pero de eso no se habla.------



Jorge Luis Cerletti  (30 de agosto de 2016)





(*) Citado por Heinz Dieterich en su artº del 08/8/16 (ver blog de Vagos Peronistas).

martes, 30 de agosto de 2016

En que se narra la condena de una gobernanta digna e inocente por una banda de corruptos de la mente y de las finanzas, por Leonardo Boff (Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=788, 28/08/16)

Leonardo Boff, teólogo de la liberación


Más que una nota de apoyo a Dilma Rouseff, y contra el golpe en Brasil, el artículo de Boff es una denuncia, un clamor de justicia, un grito profético (vp). 


En que se narra la condena de una gobernanta digna e inocente por una banda de corruptos de la mente y de las finanzas
2016-08-28



Había una vez una nación grande por su extensión y por su pueblo alegre y, sin embargo, injustamente tratado. Mayoritariamente sufría la miseria en las grandes periferias de las ciudades y en el interior profundo. Durante siglos había sido gobernado por la pequeña élite del dinero que nunca se interesó por el destino del pueblo pobre. Al decir de un historiador mulato, el pueblo fue socialmente «capado y recapado, sangrado y resangrado».

Pero lentamente esos pobres se fueron organizando en movimientos de todo tipo, acumulando poder social y alimentando un sueño de otro Brasil. Consiguieron transformar el poder social en poder político. Ayudaron a fundar el Partido de los Trabajadores. Uno de sus miembros, superviviente de la gran tribulación y tornero mecánico, llegó a ser presidente. A pesar de las presiones y concesiones que sufrió por parte de los adinerados nacionales y transnacionales, consiguió abrir una brecha significativa en el sistema de dominación que le permitió hacer políticas sociales humanizadoras. Una parte de la población equivalente a Argentina entera salió de la miseria y del hambre. Miles de personas consiguieron su casita, con luz y energía. Negros y pobres tuvieron acceso, imposible antes, a la enseñanza técnica y superior. Pero sobre todo, sintieron recuperada su dignidad, siempre negada. Se vieron parte de la sociedad. Hasta podían comprar a plazos un utilitario o ir en avión a ver a sus parientes distantes. Esto irritó a la clase media, pues veía sus espacios ocupados. De ahí nació discriminación y odio contra ellos.

Y sucedió que el año 13 del gobierno Lula-Dilma Brasil ganó respetabilidad mundial. Pero la crisis de la economía y de las finanzas, por ser sistémica, nos alcanzó, provocando dificultades económicas y desempleo que obligó al gobierno a tomar fuertes medidas. La corrupción endémica en el país se densificó en Petrobras, implicando a altos estratos del PT, pero también de los principales partidos políticos. Un juez parcial, con rasgos de justiciero, enfocó prácticamente solo al PT. Especialmente los medios de comunicación conservadores consiguieron crear el estereotipo del PT como sinónimo de corrupción. Lo cual no es verdad, pues confunde la pequeña parcela con el todo correcto. Pero la corrupción condenable sirvió de pretexto a las élites adineradas, sus aliados históricos, para tramar un golpe parlamentario, ya que mediante las elecciones jamás triunfarían. Temiendo que ese curso vuelto hacia los más pobres se consolidase, decidieron liquidarlo. El método usado antes con Vargas y Jango, fue retomado ahora con el mismo pretexto «de combatir la corrupción», en realidad para ocultar su propia corrupción. Los golpistas usaron el Parlamento el 60% del cual está bajo acusación de delitos e irrespetaron a los 54 millones de votantes que eligieron a Dilma Rousseff.

Es importante dejar claro que detrás de este golpe parlamentario se anidan los intereses mezquinos y antisociales de los dueños del poder, mancomunados con la prensa que deforma los hechos y se hizo siempre socia de todos los golpes, juntamente con los partidos conservadores, con parte del Ministerio Público y de la Policía Militar (que sustituye a los tanques) y una parcela de la Corte Suprema que, indignamente, no guarda imparcialidad. El golpe no es sólo contra la gobernanta, sino contra la democracia de carácter participativo y social. Se trata de volver al neoliberalismo más descarado, atribuyendo casi todo al mercado que es siempre competitivo y nada cooperativo (por eso es conflictivo y anti-social). Para eso decidió demoler las políticas sociales, privatizar la sanidad, la educación y el petróleo y atacar las conquistas sociales de los trabajadores.

Contra la Presidenta no se identificó ningún crimen. De errores administrativos tolerables, hechos también por los gobiernos anteriores, se derivó la irresponsabilidad gubernamental contra la cual se aplicó un impeachment. Por un pequeño accidente de bicicleta, se condena a la Presidenta a muerte, castigo totalmente desproporcionado. De los 81 senadores que van a juzgarla más de 40 están imputados o investigados por otros delitos. La obligan a sentarse en al banco de los reos, donde deberían estar los que la condenan. Entre ellos se encuentran 5 ex-ministros.

La corrupción no es sólo monetaria. La peor es la corrupción de las mentes y los corazones, llenos de odio. Los senadores pro impeachment tienen la mente corrompida, pues saben que están condenando a una inocente. Pero la ceguera y los intereses corporativos prevalecen sobre los intereses de todo un pueblo.

Aquí es apropiada la dura sentencia del Apóstol Pablo: ellos aprisionan la verdad con la injusticia. Es lo que atrae la ira de Dios (Romanos 1,18). Los golpistas llevarán en la cabeza durante toda su vida la señal de Caín que asesinó a su hermano Abel. Ellos asesinaron la democracia. Su memoria será maldita por el crimen que cometieron. Y la ira divina pesará sobre ellos.



Leonardo Boff

lunes, 29 de agosto de 2016

POLÍTICA Y DINERO, Por Horacio González (Fuente: Página12, 22/08/16)


José Francisco López, funcionario público corrupto



La frase de López, “Ese dinero no me pertenecía, pertenecía a la política” sublima de tal modo, que “El Dinero se convertiría ahora en la escala superior del estado de excepción. Sería un dinero que a un modo más elevado que el propio “fetichismo de la mercancía” se presentaba como una lógica para regir el modo de equivalencias sociales. No solo cuánto vale una prestación médica o cuál es el monto de una propina adecuada al mozo, sino algo más que estas convenciones conocidas por todos. El dinero, una de las formas de la ley, se convertiría en un misterio que trascendería toda ley, en un acto nihilista o mesiánico”. De esa forma, se trata de pensar lo político “como un horizonte de canjes ajenos al toma y daca, al que hay que devolverle lo perdido. Hay que volver a recubrirlo de formas honoríficas, aspectos del don, de la cesión gratuita, de la dote sin contraprestaciones, del aleccionamiento a los ingratos y de los que hablan haciendo sonar internamente un sistema monetario en su verbo, etc.” Sin embargo,  en las corporaciones “yacen fusionadas legalidad e ilegalidad, una es la otra y viceversa”, con sus grandes estudios jurídicos “que con su magia transformista reconvierten lo ilegal en una norma oculta, invisible, higienista, de apariencia monástica”. Mucho deben aprender los movimientos sociales, y mucho el gobierno empresarial, porque la sentencia de López, es también, para él, y más precisamente. Desde vagos peronistas puntualizamos el clima de legalidad e ilegalidad, en que se rigen las corporaciones, quienes ellas mismas y sus mandaderos determinan la legalidad de su proceder, apoyados por el empuje mediático. Semejante anomalía, es un dato que vicia a la democracia, y aísla a los poderosos en su impunidad, donde los jueces se convierten en sus amanuenses. Radicalizar la democracia, hoy, es que también los poderosos corporativos, como López (funcionario público), puedan ir presos. Si la política tiene una relación tormentosa con el dinero, las corporaciones hacen de su delincuencia económica una astucia moral. Ambas deben purificarse. La diferencia tal vez, es que hay política, y se puede hacer política artesanalmente, de manera genuina y sin dinero, pero no puede haber una corporación sin evadir, lavar dinero, o fugar divisas.


Horacio González
Política y Dinero, por Horacio González
 
El dinero es un protagonista esencial de la actualidad; aparece más como categoría judicial y también como una proterva musa lasciva. Ya no como obvia intermediación económica. Los medios de comunicación lo presentan como un rezo obsceno de sentina, un elemento escatológico, en cualquiera de las acepciones de esta palabra. Asociado a fajos, bolsos, criptas y otros recipientes, es además un motivo privilegiado de encuadres fílmicos, tales como personas contando billetes de banco, bultos mostrando su vicioso contenido, sospechosas faltriqueras derramando dólares. El género con el que se lo presenta domina hoy la televisión: el policial gótico, el estilo narrativo negro que fusiona política y delito (solo que mientras el detective privado Philip Marlowe descubría con sorpresa ese andamiaje del que él sería la víctima, los medios de comunicación globales “investigan” aquello mismo de lo que en última instancia son usufructuarios). La vida cotidiana retoma este tema de muchas maneras, por la fuerza inculpatoria que tienen ciertas imágenes notoriamente triviales, aunque dejan entrever su ligera desolación. He asistido a almuerzos de amigos donde se paga “a la romana” (no sé si aún se dice así), donde una vez juntado el aporte de cada comensal, alguien no se priva de hacer un chiste sobre el modesto pero no insignificante montoncito dinerario, que se genera entre miguitas esparcidas y zonas del mantel con huellas del vino ya derramado. Quizás hay razones muy profundas para eso. El dinero tiene siempre una aureola suspicaz, que acaso consigue mitigarse cuando compramos en la verdulería un kilo de zanahorias y extendemos el equivalente monetario a nuestro amigo verdulero. Un canje simple que se halla en los fundamentos milenarios de las civilizaciones comerciales.

Pero aun así, ¿estamos seguros de que nuestros cien pesos son inocentes? Su carácter de sustituto del trueque nos pone frente a un objeto abstracto, forjado por una convención que representa lejanos objetos que dependen de él antes que el dinero de esos objetos. En un punto crucial de la historia, se rompieron las equivalencias simples y la relación no fue de los objetos llevando a otros objetos, sino del dinero conduciendo al dinero. Sin dejar de ser un fetiche, el dinero se convirtió en una fuerza productiva, con la función de producir más dinero, tener ella misma un precio y producir la magia de multiplicarse con diversos artilugios, entre los que se destaca el dinero a futuro. Por lo tanto es una forma viva, habita en el tiempo y es un modelo de relación entre relaciones. Además, tiene forma física y entidad imaginaria al mismo tiempo, puede ser electrónico o estar manchado de sangre, servir para numismáticos o amparar fenómenos como la inflación, apreciarse o desvalorizase, y cual persona, ser “dinero vivo” o fantasma reinante de las cuevas especulativas. Cervantes y Shakespeare lo mencionan. Este último hace que uno de sus personajes –citado luego por Marx en El Capital–, exclame: “¡Oh, maldito metal, vil ramera de los hombres, que enloquece a los pueblos!”.



Esto nos lleva a la declaración de José López en un juzgado en relación con lo que contenían los bolsos más famosos de la historia nacional: “Ese dinero no me pertenecía, pertenecía a la política”. Indudablemente, el ex funcionario dirige su portentosa frase (si la historia nacional fuera apenas un puñado de frases prodigiosas, esta debe ser favorecida con una distinción especial) hacia la mayor zona de riesgo. Y no porque implica acusaciones que podrían descifrarse apenas se pase de la ambigüedad del dicho hacia uno o varios nombres propios, sino porque convierte a la política en otra clase de ente orgánico, un Gran Molotch que devora personas, situaciones, argumentos, creencias, oratorias, leyes, escrúpulos. Los devora como esa gran Deidad –que menciona Roberto Arlt en Saverio el Cruel–, dedicada a sacrificar pequeñas almas. Hasta el momento, la idea de un estado de excepción correspondía a la definición del Soberano y la Decisión. Definía al decisor porque creaba la Decisión, pero definía la decisión porque creaba al Decisor. El Dinero se convertiría ahora en la escala superior del estado de excepción. Sería un dinero que a un modo más elevado que el propio “fetichismo de la mercancía” se presentaba como una lógica para regir el modo de equivalencias sociales. No solo cuánto vale una prestación médica o cuál es el monto de una propina adecuada al mozo, sino algo más que estas convenciones conocidas por todos. El dinero, una de las formas de la ley, se convertiría en un misterio que trascendería toda ley, en un acto nihilista o mesiánico.

Así ocurre en las sociedades “primitivas”, según los ejemplos que trae el excepcional y casi definitivo libro de Georg Simmel Filosofía del dinero, donde se examinan los “precios a pagar” por secuestros, mutilaciones, asesinatos, casamientos, lo que fijaría “el valor de la personalidad”, a diferencia de las grandes doctrinas éticas, en las que el “hombre” y no el “dinero” es la medida de todas las cosas. Bien lo lanzó Nietzsche al jugar con la palabra hombre (mensch, en alemán) que también significa mensura, medida. El hombre surge de una encrucijada entre los sistemas de pesos y medidas, por un lado, y por otro, de la conciencia donde alberga sus juicios. Diciendo, por ejemplo, que por tal cosa (no un objeto sino una decisión moral) pago tal “precio”, etc. Habitual en el lenguaje del político, esta expresión se aplicaría a cada decisión, cada acto, cada pacto. “¿Qué precio político pagaremos por esto?”. La política habla el idioma del precio, la caja, el costo, a veces con cierto pudor, a veces con el concepto ya “instalado”, como la misma política dice tomando metáforas de albañiles, decoradores, especialistas en sanitarios, y plomeros.



López (sea más o menos descabellado su pensamiento) quiere reabsorber “en la política” el dinero que estaba en su poder, disolverlo en un universal abstracto que suena como la confirmación de la peor sospecha: la política es como una persona, una superestructura fantasmagórica que vive en un limbo excepcional, en un estado hipnótico prodigioso, y que dirige a sus pequeñas criaturas haciéndolas depositarias transitorias de la sorprendente equivalencia que rige todo: política tiene dinero, dinero tiene política. Equivalencia circular que se explicaría por ella misma, como ente autogenerado. Entrecruces totémicos. Política y dinero son el mismo tipo de circulación, de fabricación de hechos y creación de individuos. El “precio” que imagina López por semejante revelación (que remite a una Entelequia Platónica, pero que tiene “nombres y apellidos”, que según dijo, ya los declarará) es equivalente a una “confesión” que también tiene precios, como los que se fijarían en las leyes del “arrepentido”, que de “cobrar” vigencia, arrasarían todo el sistema penal. Cada “confesión”, cada “información” de personas culpadas a las que se les pone casco y pechera policiales, se justipreciaría en términos de “menos pagos en términos de años de cárcel”. Imposible escapar de esto –no lo consigue muchas veces la Iglesia, que también tiene una tabla de irregularidades espirituales a expurgar con cierta cantidad de textos estipulados por el confesor de turno–, ni tampoco la televisión, que vive feliz en su idea del tiempo estipulado.

En una época, Mariano Grondona decía “para su intervención le presupuesto tres minutos”. La idea presupuestaria (como cálculo monetario, no como sospecha) unifica tiempo televisivo, exposición de imágenes de larga duración (López con casco y ojos desorbitados), dineros “bancarizados” y dineros “de la política”. Esto origina una categoría especial de dinero, la del dinero lavado, que es una metáfora higienista para describir el tipo de capitalismo que lamentablemente nos rige. Una transacción esferoidal y permanente entre lo lavado y lo por lavarse, entre lo legal y lo ilegal, entre lo físico y lo virtual. Es el capitalismo de la razón post-legal contra la rústica ilegalidad de los billetes debajo del tanque de agua.



López ni es “sistémico” ni es un “caso aislado”. Su frase es heredera de las tesis del estado de excepción, pero de un modo turbio y ligado a indigentes pensamientos surgidos de una deshonra personal. Por eso, es una gran frase pronunciada por un pelafustán. Pero hay que verla, ahora no solo como una amenaza mafiosa al mundo al que pertenecía, sino como un involuntario acto de descripción antropológica que obliga a pensar de otra manera el excedente de la política. Pensarlo como un horizonte de canjes ajenos al toma y daca, al que hay que devolverle lo perdido. Hay que volver a recubrirlo de formas honoríficas, aspectos del don, de la cesión gratuita, de la dote sin contraprestaciones, del aleccionamiento a los ingratos y de los que hablan haciendo sonar internamente un sistema monetario en su verbo, etc. Traducción de “robo para la corona”, la expresión “el dinero pertenece a la política” tiene más exigencias, aunque completa un episodio bufo que arrastra a monjas, obispos, zonas enteras de la política, y permite revivir a los grandes medios comunicacionales que ven en este caso tremendo (con la segura colaboración de los servicios de informaciones, duchos en escenografías equívocas) una materia que les compete, pues es con esa materia que están hechos ellos mismos. En cambio, la ilegalidad es una episódica pero perseverante tentación para los movimientos populares, nacional-democráticos y de izquierda social, que les “cuesta caro” (para emplear las metáforas que criticamos). Caro le costó a Lula Petrobrás, caros cuestan López y Báez a Cristina. En cambio, para las corporaciones de todo tipo, ya en su propia idea corporativa yacen fusionadas legalidad e ilegalidad, una es la otra y viceversa. La ilegalidad es tan necesaria que le han puesto el nombre de legalidad, materia que se deriva a enigmáticos estudios jurídicos, que con su magia transformista reconvierten lo ilegal en una norma oculta, invisible, higienista, de apariencia monástica. Eso es posible cuando se ponen en juego nombres de países que se enclavan en esa fusión tornasolada entre lo falso y lo pseudo-reglamentario, y a su vez el periodismo emplea el púdico nombre de “papers” a las máximas operaciones de creación de poderes de acero (para escribir este artículo no precisamos la imbatible palabra corrupción), poderes que proceden de excepcionalidades abstractas que acatan la ley que ellos mismos erigen como hija dialéctica de la ilegalidad profunda en la que viven. Mientras, los movimientos populares (y ahora es en esto que tienen que pensar especialmente) entregan sus “hombres muertos” a montones. Son los que creían tener el poder, y solo les quedaba una frase funambulesca sobre el dinero, para desincumbirse de responsabilidades, porque, aunque no tienen disculpa, sospechan ahora que desde el primer momento se les dio cierto mando, del que gozaban sin percibir el abismo que le adjuntaban. Sus bolsos eximidos aparentemente de aduanas y rastreos, estaban siendo esperados por filmadoras, por pululantes sérpicos, por fundaciones apócrifas, por hombres de las corporaciones, y en otros canales, por los misteriosos despachos jurídicos de países lejanos, una vez más convencidos de que también tienen que cuidarse, pero que en su risa inverosímil y evasora, piensan que esas mismas cosas bien hechas, son así, como las hacen ellos. Los movimientos populares aprenden. Pero la gran coalición empresarial que gobierna no podrá escapar de la frase de López, vaticinio que paradojalmente les fue servido a ellos por encima de los muros