jueves, 29 de septiembre de 2016

DIEZ LECCIONES POSIBLES TRAS LA DESTITUCIÓN DE DILMA ROUSEFF, Por Leonardo Boff (Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=793)


Leonardo Boff, teólogo de la liberación
Diez lecciones posibles tras la destitución de Dilma Rousseff
2016-09-25



Seguramente es pronto todavía para sacar lecciones de la cuestionable destitución que ha inaugurado una nueva tipología de golpe de clase vía parlamento. Estas primeras lecciones podrán servir a los que aman la democracia y respetan la soberanía popular, expresada por elecciones libres, y no en último lugar al PT y aliados. Los que detentan el tener, el poder y el saber que se ocultan detrás de los golpistas se caracterizan por no mostrar aprecio a la democracia y dejar de lado la situación de clamorosa desigualdad del pueblo brasilero.

La primera lección es alimentar la resiliencia, es decir, resistir, aprender de los errores y derrotas y darles la vuelta. Esto implica una severa autocrítica, nunca hecha con rigor por el PT. Es necesario tener claro qué proyecto de país se quiere implementar.

Segunda lección: reafirmar la democracia, la que gana las calles y plazas, contrariamente a la democracia de baja intensidad, cuyos representantes, con excepciones, son comprados por los poderosos para defender sus intereses corporativos.

Tercera lección: convencerse de que un presidencialismo de coalición es un fracaso, pues desfigura el proyecto e induce a la corrupción. La alternativa es una coalición de los gobernantes con los movimientos sociales y sectores de los partidos populares y desde ella presionar a los parlamentarios.

Cuarta lección: convencerse de que el capitalismo neoliberal, en la fase actual de altísima concentración de la riqueza, está hiriendo a las sociedades centrales y destruyendo las nuestras. El neoliberalismo atenuado, practicado en los últimos 13 años por el PT y aliados, permitió hacer la mayor transformación social de la historia de Brasil, mejorando la vida de casi 40 millones de personas, con el aumento de los salarios, facilidad de crédito, desgravaciones fiscales, pero en el fondo se ha mostrado insuficiente. Gran error del PT: no haber explicado nunca que aquellas acciones sociales eran fruto de una política de Estado. Por eso creó antes consumidores que ciudadanos conscientes. Permitió adquirir bienes personales, pero mejoró poco el capital social: educación, salud, transporte y seguridad. Bien lo dijo frei Betto: se generó «un paternalismo populista que se inició cuando se cambió el programa Hambre Cero, un programa emancipatorio, por el de Bolsa Familia, compensatorio; se pasó a dar el pez sin enseñar a pescar». En el actual gobierno pos-golpe, la política económica neoliberal radicalizada por ajustes severos, recesiva y lesiva de los derechos sociales seguramente va a devolver al hambre y la miseria a los que fueron sacados de ellas.

Quinta lección: es urgente dar centralidad a la educación y a la salud. El gobierno Lula-Dilma avanzó en la creación de universidades y escuelas técnicas. Un pueblo enfermo e ignorante nunca dará un salto cualitativo hacia una prosperidad sostenible.

Sexta lección: ponerse valientemente al lado de las víctimas de la voracidad neoliberal, denunciando su perversidad, desmontando su lógica excluyente, yendo a las calles, apoyando demostraciones y huelgas de los movimientos sociales y de otros segmentos.

Séptima lección: sospechar de todo lo que viene de arriba, generalmente fruto de políticas de conciliación de clases, hechas de espalda y a costa del pueblo. Estas políticas vienen bajo el signo de más de lo mismo. Prefieren mantener al pueblo en la ignorancia para facilitar la dominación y la acumulación y debilitan cualquier espíritu crítico.

Octava lección: es urgente proyectar la utopía de otro Brasil, sobre otras bases, la principal de ellas, la originalidad y la fuerza de nuestra cultura, dando centralidad a la vida de la naturaleza, a la vida humana y a la vida de la Madre Tierra, base de una biocivilización. El desarrollo/crecimiento, necesario para atender, no los deseos, sino las necesidades humanas, debe estar al servicio no del mercado sino de la vida y de salvaguardar nuestra riqueza ecológica. Concomitantemente urge hacer reformas básicas, de la política, de la tributación, de la burocracia, de la reforma del campo y de la ciudad etc.

Novena lección: para implementar esa utopía es indispensable una coalición de fuerzas políticas y sociales (movimientos populares, segmentos de partidos, empresarios nacionalistas, intelectuales, artistas e iglesias) interesadas en inaugurar lo nuevo viable, que de cuerpo a la utopía de otro tipo de Brasil.

Décima lección: ese nuevo viable tiene un nombre: la radicalización de la democracia que es el socialismo de cuño ecológico, por tanto, ecosocialismo. No el totalitario de Rusia ni el desfigurado de China que, a decir verdad, niegan la naturaleza del proyecto socialista. Sino el ecosocialismo que busca realizar potencialmente el noble sueño de cada uno: dar lo que puede y recibir lo que necesita, incluyendo a todos, también a la naturaleza.

Este proyecto debe ser implementado ya ahora. Como expresó la ancestral sabiduría china, repetida por Mao: «si quieres recorrer mil pasos, empieza ahora a dar el primer paso». Sin ello jamás haremos el camino hacia el destino deseado. La crisis actual nos ofrece esta especial oportunidad que no debe ser desperdiciada. Ella se da pocas veces en la historia y ahora es una de ellas.

Leonardo Boff

martes, 27 de septiembre de 2016

MODOS DE HISTORICIDAD EN EL MACRISMO, Por Horacio González (Fuente: La Tecl@ Eñe, Revista Digital de Cultura y Política, 21/09/16)



Juan Manuel Blanes, Ocupación militar del Río Negro, 1879 -1896-

 Los modos de historicidad del macrismo no contienen la idea de un país relacionado con una cuestión nacional que tiene rasgos historizados y verdades situadas en esos cruciales momentos de la vida nacional. Las formas comunicacionales para expresar determinados hechos históricos se basan en el uso ligero de frases condenatorias y con un resultado hiriente respecto al legado de los debates argentinos. La idea de la discusión histórica a través de los grande debates nacionales ha sido reemplazada, en el macrismo, por expresiones basadas en fórmulas extraídas del vocabulario new age, cuyo modelo es el del nerd-freak capitalista, con diversas sedes imaginarias, desde Silicon Valley a Davos. Los vagos peronistas, agregamos, que la deshistorización macrista, es la del presente perpetuo, que estimula una conciencia "televidente", que forma parte de "la gente", con intereses similares, de un trabajador en Burzaco y Benito Roggio o Cristiano Rattazzi; conciencia sin conflicto, solo miedosa de la inseguridad y de perder los dólares guardados bajo el colchón. La única  disrupción, es "una lejana crísis económica", que me persigue, pero no me tocará perder el trabajo, porque agrado y me llevo bien con mis superiores. No importa si tengo que  "mandar al frente" a algún compañero.


Modos de historicidad en el macrismo

Por Horacio González*
(especial para La Tecl@ Eñe)




El General Roca y su escriba
Las declaraciones del ministro de educación Bullrich sobre la “nueva Campaña del Desierto esta vez sin la espada” ya han merecido los repudios necesarios, evidencia de que hay una sociedad política que no ha cedido sus banderas. Pero sería interesante ubicar las declaraciones de este tenor, a primera vista regresivamente desmesuradas, junto a algunos temas de la historia argentina, y no solo eso, junto algunos otros que nos permitan situar con mayor precisión la esquiva ideología del grupo dominante. No es habitual que sus miembros hablen de historia o usen referencias alusivas al pasado para inspirar acciones del presente; pero este sí fue el caso. Un tipo de alusión diferente es la que practicó Macri ante el Rey de España: “los patriotas habrán sentido angustia”. No era un modo de traer el pasado al presente sino una tontería emanada de una tosca diplomacia, para no hacer sentir mal al Borbón, disminuyendo la importancia de los sucesos emancipadores, y mostrando que al Presidente poco le importaban y que en materia de historia de las sociedades, hay continuidades apelmazadas, observadas desde un abstracto presente, antes que cortes dramáticos. Pero además, Macri pronunció la palabra angustia, como una palabra del acervo del “new age”, de la “autoayuda”, del “cuando quería sentirme vital fumé marihuana en mi juventud” o del “indiferente a las pasiones”.



Vació también el concepto de angustia, pues sino sería posible imaginar a los políticos del siglo XIX ante la misma angustia por la decisión, sea cual fuera (pues es lo más comprensible en los seres humanos, sus variados conceptos de angustia), aunque no como sinónimo de “pena” o “aflicción”, lo que reinterpretaba el Congreso de Tucumán como un hato de arrepentidos, cercados al pedido de perdón a España más que a la Independencia.



Esta idea de la angustia “en tanto deseo profundo de ser perdonados” caracteriza al macrismo. Perdonados por los más poderosos de la tierra. En una escena ya no del pasado sino del presente Prat Gay pidió perdón a los capitales españoles o a sus empresas, lo mismo da. En este caso habría que verificar bien la frase ante lo que vamos a decir. Prat Gay habría usado una categoría de origen religioso para indicar varias cosas: que en el kirchnerismo había una inclinación profanatoria, que esa actitud habría dañado las íntimas fibras dela economía mundial y que eso no podría suceder más, dicho ante el imaginario reclinatorio de la plus-valía universal. El perdón en tanto angustia señorial de superficie, cerraba el círculo abierto por los próceres de 1816, y se convertía en una forma de la sumisión, aunque manteniendo ciertas reglas superficiales de “autonomía”. Sería interesante si este estilo de sumisión (pero con posturas de “gallito” en su barrio), nos deja trasuntar un rasgo profundo de la siempre viscosa y movediza “ideología macrista”. Teniendo en cuenta que el macrismo no ve un país como relacionado con una cuestión nacional que tiene rasgos historizados, que el presente recompone y debate en términos que son propios de la indagación histórica, hay que eslabonar las pocas referencias históricas que hace para averiguar si este repudio a la historicidad, implica de todas maneras una fuerte reconstrucción de la idea de “nación argentina”.



El tema de Malvinas nos da otra oportunidad de observación: el actual convenio con Gran Bretaña deja abierto un amplio cauce para hacer de las islas un territorio económico británico, donde una eventual soberanía argentina, si por acaso ocurriese en décadas subsiguientes –lo que sería aún más raro en estas condiciones-, no tendría otro efecto que remedar el modo colonial inglés, y reforzarlo en una especia de Conmonwealth ”comodín”, ya que para los hombres de Londres la historia no se repite, o bien les gusta la parodia consciente; pero para el macrismo, dan por cierta la parodia, y los diarios que más los apoyan -Clarín- ha dicho varias veces ya, que el acuerdo Londres-Buenos Aires en torno a Malvinas, es una cierta versión habilidosa pero no solo evocativa del pacto Roca-Runciman, de 1933, alrededor de las carnes, como éste lo sería alrededor de la pesca y el petróleo.



No obstante, el macrismo no habla explícitamente de la historia transcurrida, del “rasgo nacional” de esa historia, pues se trata no de un partido ni de un movimiento, sino de una “actitud desnuda de historia”, en cualquier de las versiones de una forma de conocimiento que consideremos a ésta última. Sin duda, les interesa la “historia” para juzgar los años 70 transcurridos, y allí actúa también no con documentos ni con reflexiones específicas, sino con actos puntuales y de apariencia distraída, que a veces luego desmienten (arriesgar un ataque a un núcleo de creencias y valores de espesura comprobada, y ante las reacciones hacer declaraciones de carácter mitigador o paliativo), lo que es una característica del macrismo. En ese ámbito, sin demasiadas consideraciones de retracción, consiguieron organizar desfiles de las fuerzas armadas, que al iguual que el modo en que retomó la discusión sobre la cifra de desaparecidos, implicaban un “revisionismo” del inmediato pasado guiado por piezas argumentales que retiraban el balance jurídico y político del arqueo general de la culpa, en este caso, del cuerpo específico de la represión de Estado.
Horacio González




Estas frases vinculadas a alegorías del pasado, usadas ligeramente pero con un resultado hiriente respecto al legado de los debates argentinos, forman ya una larga serie que en su compilación asombra por su aspecto articulado y orgánico, sea voluntaria o involuntariamente. Las primeras formulaciones de los nuevos funcionarios macristas sobre la “grasa del estado”, los “ñoquis”, “el trabajo sucio”, “los excesos en el nivel de vida de la clase media”, “el que no puede pagar que no consuma”, “se consume lo que cada uno produce”, “el carnicero que mató al delincuente debe estar junto a su familia, reflexionando”, ”despilfarraron dinero en empresas técnicas que no sirven para nada”, y otras tantas que no recordamos, del mismo tenor intimidatorio, componen un fresco ideológico que se basa en axiomas virulentos, que surgen de una conciencia profunda e incesante, de la que no pueden dejar de escapar esas frases punitorias. Pero redefiniendo la “familia” como el hogar de la dulzura revertido de pronto en salvajismo.



¿Cuál es la noción de historia de un movimiento sin historia, que incluso ha sido acompañado por el último soplo de desmoronamiento de sus aliados radicales, que una historia tenían? En principio, no tiene ninguna de las características bajo las que se hizo política hasta fines del 2015. Ellas suponían un fuerte debate que tiempo reproducía enteramente las corrientes de pensamiento histórico desde a los años 20 hasta los 40 y desde mediados de los 50 hasta los 70. Nacionalistas y liberales habían cruzado lanzas en las obras de los Irazusta y los Levene. El primer peronismo aquietó ese debate fundado en la conocida opinión de que traía evidentes desventajas de “divisionismo cultural” sin ninguna de sus ventajas ideológicas, que no podían –según se consideraba- superar las definiciones “terceristas” de la doctrina oficial peronista. Luego del 55, este esquema fue cambiado por un nuevo “revisionismo” de toques tercermundistas, donde podían coincidir Scalabrini y Puiggrós, y luego Ramos y Galasso (que no eran rosistas y en algún caso postulaban un morenismo combatiente) como también las incipientes juventudes peronistas, más el “Pepe Rosa” que traía en su bagaje la muy solicitada tríada San Martín-Rosas-Perón, que el último de los involucrados termina por aceptar.



El jauretchismo de origen yrigoyenista había dado una indicación más “rosista” a su discusión historiográfica, mientras que Hernández Arregui, que venía del radicalismo cordobés sabattinista antes de pasar a un marxismo nacionalista, sostenía una crítica al Imperialismo Cultural que estaba más cerca del “federalismo interiorano” que del caudillo del Puerto, importante por su visión proteccionista de la economía, pero lamentablemente guiado por los “intereses ganaderos de Buenos Aires”.



En cuanto al Kirchnerismo, fue fuertemente innovador en su galería de héroes y en el panel de los hombres legendarios que acompañaban el complejo presente desde el visor de un latinoamericanismo más abierto (estaban Haya de la Torre y Sandino, pero no Mariategui) así como también Guevara, Evita, Perón, Castelli, Moreno, Belgrano, Artigas, Dorrego). El federalismo era más amplio, había un leve toque “jacobino” y más audacia iconográfica, lo que incluía personajes del socialismo como Palacios y Moreau de Justo, que no se habían privado en el inmediato pasado de enfrentarse duramente al peronismo. Estas líneas de trabajo en muchos casos no pasaron el nivel iconográfico y ceremonial –el dorreguismo, forma lateral y suavizada del rosismo no funcionó-, pero minoritarios grupos radicales que apoyaban al kirchnerismo no se privaron de asumir el nombre de Forja –para lo que poseían derecho propio-, y mencionar, menos que al pasar, la interesante figura del renovador radical Moisés Lebenshon.



Por otro lado, Roca, Sarmiento o Borges eran sometidos a intensos debates en los ámbitos culturales del gobierno anterior. El primero de ellos eran el centro de una activa campaña para remover su estatua de la diagonal que lleva su nombre (o Diagonal Sur), encabezada por Osvaldo Bayer, en el momento en que tomaba cuerpo la postulación de los “pueblos originarios” para juzgar la completa historia de América. El gobierno aceptaba un grado mayor de “indigenismo” (pero esto, según regiones y provincias), así como el criollismo patriótico del siglo XIX en el Alto Perú era saludado con una estatua de Juana Azurduy, y se llegaba a tomar la decisión –no precisamente fundada en una más rigurosa meditación- de reemplazar con ella la de Colón, en plena Plaza de Mayo. No se alcanzaba a tocar oficialmente la figura de Roca, pero no se perturbaba la campaña en su contra; simplemente se lo ponía dentro de un indeciso paréntesis, como si no hubiera existido.



Pero correr ese monumento, “desroquizar” la historia nacional, no resultaba una acción tan fácil para el gobierno surgido en el 2003, como sí descartar ahora el planteo roquista de la Campaña del Desierto. Tanto se hacía esto, como podía recordarse en sordina al Roca que se parecía a la última pintura popular que se había hecho de él, la de Ramos en los 50, por la que se lo asemejaba al estatista y laico Perón, sin referencias al “genocidio”, expresión que no existía hace tres o cuatro décadas en la cultura política argentina, y que David Viñas, en su estudio de Roca –años 80-, invocó precisamente para adjudicarle al general tucumano lo que habría sido el último tramo de la Conquista de América y prefiguración del genocidio militar de los años 70.
Domingo Faustino Sarmiento

Con Borges y Sarmiento, si se quiere, la cuestión era más fácil. Ambos son los mayores escritores argentinos en cada siglo, aunque puedan ejercerse distintos matices respecto a este balance general. Desde que en los años 90 Sarmiento fue plenamente reivindicado por una Cetera que ya tenía dirección general de carácter “nacional popular”, se resaltaba su papel como autor del Facundo y de un planteo viable de educación e ilustración popular, poniendo su actuación política general y en especial en lo referido al Chacho Peñaloza, en un plano sino sumergido, al menos secundarizado, implícitamente comprensivo aunque no necesariamente indulgente. En cuanto a Borges, no era fácil superar al Borges conversacional, periodístico y zumbón, que como provocador profesional elaboró una figura pública totalmente adversa a las manifestaciones populares y democráticas, declaró un abuso de la estadística a los pronunciamiento electorales, saludó fusilamientos, se entristeció por la guerra en el lejano sur inventando dos personajes destinados a la amistad literaria en la eternidad –uno argentino, otro británico-, y laudó también la cuestión del terrorismo de Estado condenando finalmente a los militares pero sin mayor piedad hacia las víctimas. Estas y sus verdugos fueron vistos”borgeanamente” como una realimentación mutua de sicarios y mártires en una temporalidad inaudita y circular.
Jorge Luis Borges




Declarándose conservador, y por momentos anarquista –de cuya combinación salía sin duda un sigiloso aristocratismo desenfadado y regularmente irritante- Borges fue el artífice indiscutido de las piezas literarias más conmemoradas por el lector universal, y ninguna lo igualó, por más importantes que fueran, de todas las que se hubieran escrito en la Argentina de aquel período. A esta altura, Borges era hacía mucho un autor universal, su albacea era invitada y concurría asiduamente a reuniones oficiales conmemorativas y se coloca su primera estatua en Buenos Aires en los jardines de la Biblioteca Nacional. Galasso publica una interpretación muy favorable y estudiada de Borges, aunque la restringe a su literatura iniciática, escrita bajo el yrigoyenismo, y hasta el año 1935 (su prólogo a Jauretche) pero en general, la joven militancia cercana al gobierno lee a Borges sospechando lo que es fácil advertir por cualquier lector común. No solo del primer Borges “criollista”, sino del Borges universalista y contrario a los gobierno de Perón, emergen maravillas literarias que bajo un complejo sistema de alegorías, no hablan sino de lo mismo que acontece en las napas profundas del país político: el destino paradójico del hombre de acción, las dudas respecto a cómo reaccionar cuándo se siente el honor mancillado.



Hasta aquí, el país vivió tempestuosa pero adecuadamente (aceptemos decirlo hoy), de sus confrontaciones político-literarias. Todo esto se acabó. Entonces emerge el macrismo, con dos fuerzas de carácter disecador. Una taxidermia de la historia, por un lado, y otra, la fácil confiscación del peronismo conservador por otro, exhibiéndole su misma ruta deshistorizante de raudas abstracciones, que los máximos representantes y correveidiles del “emprendedorismo” aceptan. “Pobreza cero” y “medidas a favor de los más vulnerables”. ¡Hasta el propio Aranguren habla de que las tarifas deben ser altas para favorecer a los pobres, y el propio Pinedo, que a veces trata de corregir tantos desmanes históricos, no puede dejar de hacerlo desde su visión amablemente genealógica, por lo tanto, “historiza”, pero evocando implícitamente los pactos con Inglaterra en la década del 30! Y de paso se pone al servicio “de los más pobres que pagan muy caro la garrafa de gas”.



La taxidermia macrista quiere tomar una historia disecada y no puede ser una casualidad ésta máxima fórmula de escurrido y resecado, la alusión a la Campaña del Desierto pero “sin espada”. El atenuante, pensado para que la fórmula se sostenga, no hace más que empeorarla. Muestra que el concepto “Campaña del Desierto” sigue vigente en los planos más subterráneos del macrismo, pronta para salir a luz en los momentos más inesperados, incluso en nombre del alto precio de una garrafa. Así, los que no acuden a la historia, sin embargo la tienen, y de ella hablan cuando filtran en determinadas fisuras –previamente decididas o no-, los conceptos nucleares de una cosmovisión, conceptualmente equivocada –no había tal desierto y solo era un tema literario- y que además es reversible: es la Campaña, como ya se dijo, la que desertificó las vastas tierras que consiguió anexar al capitalismo terrateniente-militar.



Por otra parte, su exhortación a que se deban pensar sus políticas tarifarias, de importación, de impuestos a la exportación, como al servicio de “los más vulnerables”, nos anoticia trágicamente de una de las naturalezas del grupo que ocupó el poder: su política de abatimiento súbito del tejido cultural, económico y político antecedente –el siglo XIX con su “perdón” y el siglo XX con su “peronismo decomisado”-, que se expresa en una historicidad represiva que consiste en primer lugar, en no tenerla, apelando a la visión del mundo emprendedorista, esos “unicornios” que piensan a la Argentina desde Silicon Valley (donde hay que tener la sede principal del emprendedorismo pero desarrollos en Argentina “donde los sueldos de ingenieros y otros especialsitas en marketing o recursos humanos no están tan altos” - diario La Nación. Se ve entonces la historia desde “metáforas poderosas para aludir a los negocios y a las finanzas, que son campos de números, abstractos", cita también La Nación a un autor que conoce el tema: Gilsdorf, con su libro "Fantasy Freaks y Gaming Geeks”. Nos sigue ilustrando sobre los “nerds” –adictos a los juegos de rol, de donde sale la idea de empresa como fantasía global informática mitológica- de los cuales habría dicho Bill Gates: "Nunca te pelees con un nerd, porque el día de mañana podría ser tu jefe" (ídem, La Nación).



El siglo XIX y el Siglo XX argentinos podrían ser, porque no, “la historia narrada por un idiota sin significado alguno y llena de sonido y de furia”, como cita Faulkner a Shakespeare en 1929, y si nos arriesgamos a decir esto, es porque aun en labios de personajes limítrofes, hay historia. El “idiota faulkneriano” tiene dignidad narrativa, sigue la línea pasional de la historia, lo que no ocurre con la falsa teatralidad informática del nerd o los “freaks” del macrismo-capitalismo. Macri se inspira en estos modelos. La historia argentina anterior, podríamos decir buscando modelos insignes y rápidos, era shakespeareana-faulkneriana. Ahora su modelo es nerd-freak capitalista, con diversas sedes imaginarias, desde Silicon Valley a Davos.



“No puedo entender cómo la gente puede decir que están practicando la democracia, eso no es democracia", dice Macri de Venezuela en una concesiva entrevista de Financial Times. Subrayemos no el aparente núcleo político troglodita del Macri como punta de lanza del golpismo latinoamericano, sino su latigillo famoso: el “no entiendo”. ¿No suena amenazador? No entiende, por ejemplo, como un personaje que mata a otro en exceso de legítima defensa (el delincuente de Zárate) no puede de inmediato “reunirse con su familia”. En “no entiendo” es brutal, es declarar como distraído emprendedorista, la categoría central del macrismo, un Presidente que llama a la lucha corporal sangrienta en las calles de la ciudad, a la justicia manual del freak. Pero ahora veamos como usa el mismo verbo “entender” de un modo contrapuesto. “Entiendo que muchas de las decisiones que he tomado no son fáciles para mucha gente. Si hubiera habido una alternativa, la habría tomado, pero no hay". Y agrega: “El Partido Peronista "apoya lo que estamos haciendo". Si no le cambiaron el nombre al Centro Cultural Kirchner, es porque pensaron que era mejor despreciarlo en los hechos con la reunión de ejecutivos internacionales y ornitorrincos diversos, paseando satisfechos con o sin un solo cuerno.
Mauricio Macri: "No entiendo"; "Entiendo que"




Allí se escuchó esta fraseología. “No entiendo”: ¡el falso ingenuo! “Entiendo que”: ¡el que sabe lo obvio! Toma decisiones que perjudican al “pueblo” en nombre del “pueblo”. Esa reversión moral del argumento, incluye un alfiler mortal póstumo: El Partido Peronista "apoya lo que estamos haciendo". Todo está sostenido en una perspectiva de desertificación histórica. Actúa sin decirlo ni saberlo a la luz de los pactos probritánicos de hace casi 80 años, y la campaña del “desierto” de hace más de ciento treinta años. Otro hecho histórico a considerar: la reivindicación de la represión clandestina en los 70. La deshistorización retiene para sí algunas viñetas, estampas claves recortadas como iluminuras sueltas o lentejuelas escogidas, momentos “nerds” de la historia que se recortan y se pegan arbitrariamente en el presente en el álbum del coleccionista de oportunidad de negocios y campañas sin espada. Así se gobierna, con este vaciamiento de la sensibilidad pública, sustituida por una idea de pueblo invertida, con miles de sensibilidades populares, es cierto, encerradas adentro y creyendo. No será fácil analizar y actuar frente a estos nuevos acontecimientos. Pero si de algo podemos estar seguros, es de que cualquier respuesta de las “nuevas mayorías”, deberá volver a las grandes líneas historias, para nuevas interpretaciones, nuevos descubrimientos, nuevas perspectivas críticas.



Buenos Aires, 21 de septiembre de 2016



*Sociólogo, ensayista y escritor. Ex Director de la Biblioteca Nacional

lunes, 26 de septiembre de 2016

ECONOMÍA Y CULTURA, Por Horacio González (Fuente: Página12, 20/09/16)


Horacio González



"Una “ley de mecenazgo” para permitir la deducción de impuestos a empresas que co-participen en proyectos artísticos puede juzgarse por los resultados diversos que ya se han registrado en Brasil y Chile, países donde hace tiempo se ha aprobado", dice González, en una crítica nota sobre el proyecto; nosotros decimos, si algo de resistencia cultural queda, y creemos que mucho, el mecenazgo, es la forma de convertir los productos culturales, en fiambres del carrefour, que uno elige de las góndolas, al compás de música funcional. Cuando el mercado se apodera de todo, es pobreza para la mayoría, riqueza para minorías, y cultura vedada para el pueblo (VP). 


ECONOMÍA Y CULTURA, Por Horacio González
 
Una “ley de mecenazgo” para permitir la deducción de impuestos a empresas que co-participen en proyectos artísticos puede juzgarse por los resultados diversos que ya se han registrado en Brasil y Chile, países donde hace tiempo se ha aprobado. En el primero de ellos hace más de veinte años, durante el gobierno de Collor de Melo, impulsado por quien fuera su ministro de cultura, Sergio Paulo Rouanet, un respetable abogado con inclinaciones filosóficas, difusor de la obra de Walter Benjamin en Brasil y por eso distinguido con el Premio Goethe. Evidentemente, una ley de este tipo, paradójicamente está muy poco relacionada con el espíritu de la obra de Benjamin, y por eso, aunque no solo por eso, merece un examen riguroso y una discusión responsable. En Chile, una ley semejante, fue aprobada muy rápidamente porque se la insertó –no sin habilidad poética– en el cuerpo de una ley general presupuestaria, y así pasó. Quien lo hizo fue Gastón Valdés, en la década del 90, en ese momento presidente demócrata cristiano del Senado. En la Ciudad de Buenos Aires rige una ley de patrocinio cultural que se basa en similares principios de estímulo al arte sobre la base de empresas que contribuyen y descarga de ahí sus gravámenes. En el proyecto que comentamos se menciona la problemática expresión “mecenazgo”, pero el título del proyecto tiene una pomposidad de aspiraciones totalistas que envidiarían Federico de Prusia y el propio varón etrusco que protegió, dio aliento y vivienda al gran poeta Virgilio. He aquí el sorprendente nombre del boceto oficial: Sistema Nacional de Desarrollo Cultural.

En principio la proponen personas que actúan en el ámbito cultural –uno es el ministro del ramo, como suele decirse–, pero que provienen del contorno empresarial, con todo el “packet” que ello supone, tanto en materia de ideología como de procedimientos. Desde luego, no valen aquí objeciones fáciles ni son esas las que deseamos hacer. Las evidencias del funcionamiento de esa ley en Brasil arrojan todo tipo de resultados, desde la producción de obras genuinas avaladas con mayor o menor mirada marketinera por grandes empresas (que en su publicidad institucional obtienen el reconocimiento de que son “amigas de la cultura”), hasta algunas derivaciones oportunistas en la que las empresas dan el subsidio, se les descargan impuestos, y en una más o menos astuta combinación, el grupo actuante le devuelve parte del dinero obtenido (caso leído en la Folha de São Paulo hace dos semanas), o directamente sirve para los llamados “mega-eventos” como Rock in Rio, que ostensiblemente se autofinancian con creces.

En principio, una ley así en la Argentina no necesariamente va a contribuir a que definamos mejor las obras de arte, los actos musicales en general y el estado de la cuestión artística en todos sus planos. Al mismo tiempo, es admisible que surjan obras, espectáculos, revistas, iniciativas o composiciones que de otras manera no hubieran vista la luz. Pero ese no es el problema ni tal situación, de por sí aceptable, no aminora los problemas que se generan. Más allá de sus deficiencias de concepción, mal conducido este instrumento jurídico produciría una mutación mercantil en los linajes culturales del país, que insertaría prepotentemente una bitácora de “clima de negocios” en la orientación y estructura de estimación colectiva del arte. Se mimetizaría progresivamente con la soterrada semiología publicitaria de la que son portadores los “gerentes de contenido” del capitalismo periférico. Son ellos los cautivos deliberados de la globalización de la decisión cultural, esa turbadora uniformización de la humanidad consumiendo a lo largo del planeta el mismo exterminador de mosquitos o la misma raqueta de tenis.

Habrá que preguntarle ahora a Cristiano Ratazzi o Paolo Rocca cuáles serán los cauces y orientaciones futuras de la cultura y la lengua nacional. Por el momento, no hay noticia de que estos hombres se interesen por nada parecido a lo que fue el Instituto Di Tella o que tengan el espíritu de un Vogelius, que fue agrimensor, gerente de una empresa aceitera y vendió un Chagal de su propiedad para financiar la revista Crisis.

Es evidente que nunca una ley se incumbe de las incógnitas, enigmas, gustos y atributos que sean inherentes al proceso creativo. Puede decirse que no sería concebible que haya protocolos y reglamentos para fomentar, específicamente, cosas como el cultivo del arte barroco colonial, el estudio del nominalismo monástico de Ockam o la interpretación de León Trotsky de la Divina Comedia (que por lo demás, es excelente). Pero esta ley trata de cuestiones artísticas, y la idea de “obra”, una de las más discutidas en la historia de la cultura, sucumbe entre los axiomas del apresurado legislador cultural. Por lo tanto, no puede ser ésta tan solo una ley de economía cultural –generando también ese concepto forzado– que tenga menos en cuenta “los zapatos de Van Gogh” que la historia del sacacorchos (por cierto, cuestión admirable). ¿Cómo hacer una ley para crear plataformas de acción y no intervenir en el gusto público, y al mismo tiempo no vulnerarlo con el peso de la específica cultura empresarial?

Simplemente, se tiene que ser sutil en lo primero, e inhibirse en lo segundo, pero con una abstención que tenga siempre en su espíritu la raíz de esta cuestión: ¿qué le debe el arte a las instituciones públicas? Nada que se mida con la moneda que acuñan el financista o el banquero, el cártel de allá o el oligopolio de acá. ¿Pero pueden comprenderse estas afirmaciones en los términos que plantea esta ley, no muy distinta a la naturaleza intrínseca de estas leyes en todo el mundo?

En las leyes citadas anteriormente (Brasil y Chile), no se evita la cuestión del marketing empresarial en torno a la “identidad cultural de la empresa”, presentando la Ley como favorecedora de este especial ingrediente por el cual una industria se nutre del prestigio que obtiene financiando lo que en definitiva, no le cuesta nada. En estos casos, se debería afirmar que el Estado delega parte de sus funciones en la capacidad de selección artística que los “curadores” de la empresa mantendrían para sí, con mucha más posibilidad de influir en la vida cultural del país que los jurados del Ministerio (y del sector artístico). Ya no hay un Malraux o un Jack Lang, y los “productores culturales” son los primeros que determinan un foco de interés en los proyectos presentados.

No es de ahora que vamos a sorprendernos con el papel que juega la economía en las obras. Basta leer la “Historia de la Literatura y el Arte” de Arnold Hauser, para comprender que esas razones económicas gobernaban enteramente los talleres de pintura de los grandes maestros del Renacimiento. En la historia de la cultura argentina, hay hechos resonantes como el financiamiento de la Escuela de Frankfurt por parte de un miembro de familia Weil que había hecho su fortuna exportando cereales desde Buenos Aires a fines del siglo XIX. Se trataba del joven Félix Weil, además de heredero enriquecido, un hombre de izquierda que mantenía relaciones con Lukács o Rosa Luxemburgo. ¡Pero de qué estamos hablando! La redacción de esta ley, además de su asombrosa precariedad y su pretenciosa intención de generar un “Sistema Nacional” (temblemos), termina de encadenar el país a un momento de la cultura mundial en que el Mercado no es solo el otro polo del Estado. Es el síntoma oscuro de su absorción en lógicas ajenas a toda cuestión creativa. Ya el futurismo de los años 20, tanto en Italia como en Rusia, intentó pensar el arte en relación a las modalidades técnicas del consumo y el consumo de tecnologías. El futurismo, con todo, no fue solo una salutación sino una crítica a las grandes arquitecturas tecnológicas.

Un reconocido curador de arte de Brasil, ante la disolución del Ministerio de Cultura (el desdichado Temer decidió luego reponerlo, se pone y saca un Ministerio como un juego de bolitas en la vereda de la esquina), dijo que ese ministerio no era necesario ahora que existía el intercambio de arte por exenciones impositivas, y que había que considerar que esas derivaciones dinerarias no provenían del mercado sino de algo que debería llamarse “sociedad civil”. Poco gramsciano el hombre, aunque nadie tenga la obligación de serlo. Pero si por algo se destacó Gramsci fue por haber “colocado” todo el complejo cultural en la “sociedad civil”, con la “economía” en otra napa diferente de la existencia colectiva. Precisamente esta entelequia legal redactada con un asombroso primitivismo (aun considerando que es el lenguaje en que suelen redactarse los instrumentos jurídicos) habla de una “penetración social desde la cual tejer redes de comunicación”, o de que un “ecosistema de funcionamiento posible es dejar que las personas humanas continúen obteniendo ayuda a través de otros organismos”. Es el lenguaje de iniciación del gerente júnior; aún no han llegado con su pluma a una escala más acreditada.

Pero más allá de su jerga administrativa, que esconde poderes reales y sutiles tráficos de influencia, se consagraría por primera vez a escala nacional, la posibilidad de un dictamen final sobre las obras, por parte de empresas llamadas “patrocinadoras”. Por eso, en el debate de este proyecto se abriga la pregunta fundamental en torno a si la cultura se abre por fin de par en par a que se defina por la idea de consumo cultural en “nichos” prefigurados por la mercadotecnia auditiva, plástica, estética surgida de eruditas corporaciones. Pues todo el proyecto está redactado en el lenguaje de la mercancía. En las líneas emboscadas que se leen en el proyecto, donde se destaca el horrible pleonasmo de “personas humanas”, podemos ver la alianza final entre el “Mini Davos” y un embrollado procedimiento para obtener subsidios que surgen de un contrato genérico e inexorable entre Estado y Empresa. En esta biósfera –para remedar el lenguaje de la Ley– podremos ver, por ejemplo, a Grobocopatel decidiendo qué cupos, sean de Borges o de Dante Quinterno, hay que mezclar para fortalecer la imagen de una piadosa empresa.

* Sociólogo. Ex director de la Biblioteca Nacional.

sábado, 24 de septiembre de 2016

CARTA AL PUEBLO DE DIOS NRO. 16, Por Grupo de curas en Opción por los Pobres (Fuente: http://www.curasopp.com.ar/)


16ª Carta al Pueblo de Dios

Grupo de curas en Opción por los Pobres


Grupo de curas en Opción por los pobres
22 de septiembre de 2016


El Evangelio del próximo domingo (Lucas 16, 19-31) nos presenta una parábola. Jesús presenta de un modo narrativo lo que había dicho en las bienaventuranzas: que la situación de los pobres y de los ricos va a cambiar. Y lo ejemplifica con lo que ocurre, deteniéndose en el caso del rico, después de la muerte. Lázaro, el pobre va al lugar del consuelo por haber sido pobre y el rico al lugar de tormentos por haber sido rico. Dios no es indiferente a la suerte de los pobres ni a la indiferencia de los ricos.


Pero Jesús no está señalando que “recién” en el más allá esta situación va a cambiar, sino que nos invita a reconocer en los pobres verdaderos hermanos para que ya en nuestra historia ésta cambie y cambie a su vez la futura suerte desgraciada de los ricos. Jesús mira la historia desde el lugar del pobre, e invita a los ricos a cambiar en el presente para que todos vivan como hijos del Dios y Padre. Esta parábola nos ilumina, y nos invita a mirar las actitudes contemporáneas en las que los pobres son despreciados y su situación cambia, pero para peor; y esta misma parábola nos desafía a saber de qué lado de la historia humana nos ubicamos para mirar la realidad, y para decir una palabra de parte de Dios. Esto es lo que acá intentamos:




Injusticia sistemática y pertinaz: Milagro Sala y empresas Off Shore del Presidente


Milagro Sala sigue injustamente detenida. Y con ella otros 11 presos y presas políticos sometidos al capricho arbitrario de un gobernador con aires de capataz. Unidos a tantos de nuestro país y del extranjero reclamamos la inmediata liberación de todos los presos políticos de Jujuy. En nuevas manifestaciones de la impunidad feudal que los caracteriza, fue allanada la casa de Graciela López, una colaboradora de Milagro. Ella denunció ante la comisión de organismos de Derechos Humanos la situación de persecución política en Jujuy: “me pusieron el rifle en el cuello. Pensé que me iban a matar”, señaló. La tortura no hace sino agravar la ilegalidad del gobierno del contador Morales y hacer patente su autoritarismo. Esto quedó claramente confirmado con la posterior detención de Graciela López. ¿Tiene algún límite el autoritarismo del Gobernador? La democracia ¿no figura en ningún momento en sus normas de gobierno? ¿El Poder Judicial de la Nación? ¿O esperan el visto bueno de la prensa hegemónica?


Los gravísimos hechos revelados por los papeles de Panamá siguen ninguneados por la prensa descarriada para la cual todo es normal. Ahora se suman otras 8 nuevas empresas Off Shore a las investigaciones que un fiscal desarrolla pero el Gobierno actúa como si nada ocurriera. Lamentablemente el poder Legislativo parece aletargado y las decenas de funcionarios implicados, comenzando por el Presidente de la República, se burlan de todos a la vista del mundo entero. Exigimos a los elegidos referentes de la oposición que cumplan su deber democrático de defender el derecho y la justicia que sostienen la Constitución Nacional para todas y todos los ciudadanos de este territorio.


Los DDHH algo del presente, no del pasado


Se cumplieron en estos días 10 años de la segunda desaparición forzada de Jorge Julio López. Este hecho criminal, cuya resolución esperamos, es una manifestación evidente de la insensatez de dejar que las fuerzas de seguridad se auto-gobiernen y que la clarificación de las graves violaciones a los derechos humanos no son “cosas del pasado”.


Con amenazas, e indicios de impunidad – como los vislumbrados en Santiago del Estero – comienza el próximo 6 de octubre el reclamo por Justicia por la Noche del Apagón, en Jujuy.


A 40 años de “la noche de los lápices” la Presidenta del Consejo Escolar de Mar del Plata denuncia a alumnos secundarios que participan de una toma y la policía concurre a las escuelas en busca de datos de los estudiantes.


Un gobierno a la deriva y el marketing en su auxilio


Alfonso de Prat Gay ministro de economía llego de la gira por China se fue inmediatamente de viaje de egresados a Londres con el curso dónde está su hijo que es alumno del Card. Newman.


Marcos Peña invita a los empleados de su ministerio a cursos de yoga y canto.


Rogelio Frigerio afirmó que "Las manzanas que vienen de Chile no son las mismas que se fabrican (sic) en nuestro país".


Repitiendo “a la letra” a Ricardo López Murphy (2001) Alfonso de Prat Gay afirmó que “para bajar los impuestos primero hay que crecer”.


Las declaraciones marketineras de Macri sobre el carnicero de Zárate (procesualmente correctas) no se entienden por qué no se aplican a Milagro Sala, confirmando una vez más la certeza de que se trata de una presa política. El presidente y su ministra de seguridad instigan a resolver los conflictos suscitados por delitos comunes por mano propia, como es el caso del médico de San Martín y el carnicero. Sin necesidad de recurrir a la justicia, ya que los ‘buenos’ tienen derecho a eliminar a los ‘malos’ según su estrecha mirada.


Resulta lamentable los intentos de sectores del gobierno nacional y provincial de Buenos Aires de acercarse a sectores “eclesiásticos” que les parecen asépticos en política (confirmando su discurso de la “no-política”) mostrando así que no es “la gente” lo que les interesa, sino el marketing. Recientemente, por ejemplo, lo hemos visto en un comedor en Quilmes, como antes lo hicieran en otras regiones del Gran Buenos Aires.

Esteban Bullrich y la campaña del desierto de la dictadura

Repudiamos la comparación del ministro Esteban Bullrich - ¡en la Patagonia! – de la educación como una “nueva campaña al desierto” (haciendo pública una nueva semejanza más con la dictadura cívico-militar). Estamos convencidos que ante los cierres inexplicables de programas inclusivos que hicieron tanto bien a nuestros chicos y jóvenes y docentes, como el desmantelamiento del equipo de pedagogos del “Conectar Igualdad”, el desguace del “Plan FINES” en varias instituciones universitarias y del interior, el congelamiento y desfinanciación del programa “Radios escolares”. El vaciamiento de personal y financiamiento del programa de formación continua de docentes “Nuestra Escuela”, el cierre miserable del “Programa Nacional Itinerante de Educación, Arte y Cultura” que recorría el país llevando federalismo e inclusión, y Las 200 cesantías decretadas por Esteban Bullrich en el Ministerio a su cargo, focalizadas en trabajadores del Instituto de Formación Docente, de los programas de alfabetización, de educación sexual integral y de coros y orquestas infantiles, entre otros; proponiendo tercerizar servicios de tecnología que el estado hacía con calidad, generando un panorama de parálisis en todos los programas de inclusión. Todo esto nos demuestra que la infeliz frase del ministro de “educación” de la Nación no es equívoca. ¡Están organizando un plan sistemático de muerte de la educación para todos y todas, similar al etnocidio de la campaña del Desierto, que el ministro confirma como novedad…!
El escriba del General Roca


Nos parecen vergonzosas las declaraciones del presidente afirmando que “El año que viene los empernamos a todos”. No dudamos de su inmensa capacidad publicitaria, con la complicidad de los medios hegemónicos para que en las elecciones del próximo año pudiera suceder algo tan lamentable, pero creemos que el presidente de la República debiera tener otras actitudes y recordar que es Presidente “de todos los argentinos”. ¿Qué hubieran dicho los periodistas militantes del oficialismo si eso lo hubiera dicho la Presidenta el año pasado?


Una situación socio-económica que hecha nafta al fuego


Hace un año, las comunidades campesinas de Loreto (Santiago del Estero) tenían 2 capacitaciones por mes para mejorar sus majadas; hoy ni una ya que los 2 técnicos de terreno de la Subsecretaría de Agricultura Familiar fueron echados y el nuevo técnico del INTA está acompañando a los productores de soja y vacunos. Los más pobres ya no están en la Agenda. Ahora se confirma – además – la disolución del RENATEA para alegría del Momo Venegas y sus patrones de la Sociedad Rural.


Fueron vergonzosas las audiencias (o lo que dijeron que fue) por las tarifas. Sigue sin informarse el precio de los barriles de gas “a boca de pozo” que es donde está la raíz del tema. En nuevo acto de marketing, oportunamente se informó que el ministro Aranguren vendió (¿lo hizo?) sus acciones de Shell, lo que antes había solicitado la impresentable Secretaria de Ética Pública, Transparencia y Lucha contra la Corrupción Laura Alonso y el senador Federico Pinedo.


En la invitación que nos formularan para dichas audiencias pretendimos señalar que


• Los pobres tienen derecho al gas (y al agua, y a la electricidad…). Un Gobierno que no se preocupe por los pobres no merece nuestro respeto. Y preocuparse por los pobres, en este caso, es ocuparse porque todos tengan acceso al gas, para cocinar, para calefaccionarse…
• Si los números deben “cerrar con la gente adentro”, el Excel de Aranguren debe servir para preguntarse cómo generar riquezas, cómo encontrar el modo de que todos puedan, no de que los que no “pueden” no “accedan”. Esa es la ley del más fuerte, y precisamente un Gobierno está para evitarla.
• Sin duda, además en esto hay negocios y negociados, beneficiados y perjudicados. Las “opciones políticas” implican esto muchas veces. Si las beneficiarias son las petroleras (y ni siquiera la empresa nacional YPF) y no los pobres, debemos denunciarlo (en nombre de Dios). No solamente los pobres tienen derecho al gas, sino que los poderosos no tienen derecho a explotar, oprimir y pisotear. Y el gobierno (los tres poderes) debe saber dónde elige quedar y a quién elige beneficiar.
• Nosotros, como curas opp, elegimos estar del lado de los pobres, y en esta Audiencia eso significa confrontar con el enriquecimiento ilícito, con estar del lado de los ricos, los explotadores y reclamar que no es verdad eso de que “les hicieron creer que tenían derecho” (María Eugenia Vidal dixit) porque - ¡y debemos gritarlo! – ¡sí tienen ese derecho! (y otros muchos que no les son reconocidos).


Constatamos con dolorosa certeza que la Corte Suprema de Justicia (sic) se mostró más cómplice de una burda estrategia gubernamental de “dejar hacer, dejar pasar” las audiencias públicas para que luego puedan “hacer lo que quieren” que cumplidora de su lugar de guardianes del bien común y el derecho de las mayorías, especialmente los más pobres. ¡Lamentable y peligroso!


En uno más de los lamentables retornos, volvieron “las cajas P.A.N.” con el “Programa comer en Casa” del gobierno del contador Morales en Jujuy.


Fue llamativo que se denunció el hallazgo de 8 cadáveres en los arroyos Las Piedras y San Francisco, en San Francisco Solano, pero eso luego se desmintió. Lamentablemente todo es muy turbio y sospechamos más de la desmentida que del dato primero.


El CEPA registró 13.658 despidos en el mes de agosto.


También en agosto la salida de dólares ascendió a los U$A 1.506 millones. Y ya supera los u$s9.000 millones, el doble que en los primeros ocho meses de 2015.


Miramos con honda preocupación el descomunal endeudamiento de nuestro país que asciende a los 48.000 millones de dólares con este gobierno. Hasta economistas neoliberales como Miguel Ángel Broda reconocían lo positivo del desendeudamiento del gobierno anterior.


La empresa Sancor, por ejemplo, registró en el primer semestre una pérdida superior a $ 2.400 millones debido a la crisis económica.


Esto nos lleva a nuestro más enérgico repudio a las nuevas auditorías del FMI. El ministro Marcos Peña, así como Alfonso de Prat Gay afirmaron que “no tenemos nada que esconder”. Suponemos que en su casa tampoco, lo que no significa que esté abierta a quien quiera conocerla. Y el FMI no forma parte “de nuestra casa”.


Repudiamos los diálogos retomados con el imperio británico desconociendo nuestra dignidad, nuestra historia y los justos reclamos por las Malvinas y nuestra autoridad sobre el petróleo o lo que pudieran extraer de “nuestra casa”.
En su viaje a los EEUU, durante una charla con el ex presidente Bill Clinton en Nueva York el presidente Macri afirmó que "sin Cambiemos el país iba rumbo a la crisis del 2001". Si nos escuchara o si entendiera quisiéramos decirle que “¡hacia el 2001 vamos!” y es su exclusiva responsabilidad y la de sus mandantes.
La democracia de baja intensidad y el deterioro del estado de derecho


En nuestra carta anterior hemos hablado de una “democracia de baja intensidad”. Muchos hechos del presente nos confirman en la apreciación:


En un recurso más al característico doble discurso presidencial Mauricio Macri dijo a los medios que Argentina y Gran Bretaña retomaban las conversaciones por Malvinas... Hasta la ‘promovida’ canciller tuvo que desmentir semejante desatino, e incluso la primera ministra inglesa lo hizo. No le basta al presidente burlarse de todos en toda ocasión, sino que además nos hace pasar papelones internacionales solo disimulados en nuestra patria por la prensa cómplice


Fue vergonzosa la solicitada contra el juez Rafecas. A uno de los pocos Jueces que enaltecen Comodoro Py desde uno de los diarios hegemónicos salieron a reclamar su destitución, con firmas de periodistas (de la misma calaña), políticos (de vergonzantes gobiernos) y personajes de una cultura alienada. No sólo repudiamos la solicitada en cuestión sino que reiteramos nuestra solidaridad con el juez.


En las antípodas de esto, una vez más asistimos al cajoneo de las denuncias contra el juez Bonadío, que una vez figuró en una servilleta. Dentro de las innumerables acciones reprensibles de este señor, hoy nos vemos en la urgencia de repudiar la destrucción que ha ordenado de 60.000 cunas e implementos del Plan Qunita.


Repudiamos, a su vez, el apriete a la jueza Martina Forns así como el maltrato al que fue sometida por una Corte Suprema que nos avergüenza. Jueces que aceptaron ayer ingresar en la Corte por una ventana no pretenderán ser “honorables” aunque después hayan ingresado por una puerta. La jueza sigue recibiendo aprietes y ahora rompieron sus ventanas. Lamentamos que no haya solicitadas o campañas en favor de la justicia independiente en estos casos.


El juez Alfredo López (Mar del Plata), el que investiga los "atentados" contra Macri y ahora dijo que Justicia Legítima es una "mafia", convocó a una marcha en defensa de él mismo (sic). No fueron 200 personas (quizás los neonazis de la ciudad sean menos que los que parecía).


La dudosa independencia de la Corte Suprema de Justicia en su nueva conformación amigable al Establishment ha determinado el pase de la Causa Nisman al fuero Federal. Nostálgicamente recordamos que alguna vez tuvimos una Corte Suprema que nos enorgullecía, aunque algunos de sus entonces miembros hoy sigan, lo que revela que el orgullo radicaba en los difuntos o los renunciantes.


Así como el dudoso juez Armella ordenó días atrás un allanamiento a la municipalidad de Berazategui, ahora ha ordenado el allanamiento de la municipalidad de Florencio Varela, el argumento fue una denuncia de Elisa Carrió. Si cada planteo de esta denunciadora serial mereciera allanamientos, el país entero (menos sus circunstanciales amigos) viviría allanado y con sospecha permanente de todo y cualquier cosa.


Después del bombardeo mediático contra el diputado Ricardo Etchegaray cargado de acusaciones múltiples que derivaron en su renuncia a la AGN ahora fue desprocesado y sobreseído por la "falsa denuncia" a Prat Gay por la causa HBSC. Una vez más la prensa hegemónica celebró (sin retractarse) puesto que el mal ya estaba hecho.


Forma parte, también, de esa mala democracia anular leyes por decreto, modificar el presupuesto, detener personas por “portación de cara”.


No discutimos, en modo alguno, la legitimidad del triunfo de la Alianza Cambiemos. Es la primera vez que la derecha es gobierno por los votos y no por golpes militares. Tienen derecho a ejercer un gobierno democrático. Los que parecen ignorarlo, y gobiernan como si hubieran llegado al gobierno por irrupción anticonstitucional y con sus métodos, son precisamente los de la Alianza Cambiemos.


Pero celebramos…


Celebramos con mucha alegría y esperanza el cierre diocesano de la causa Angelelli; el Proceso de canonización debe ahora continuar en Roma.


Celebramos también los 40 años de la diócesis de Quilmes y hacemos memoria de Jorge Novak, su primer obispo y uno de los grandes pastores que marcan huella en nuestro camino pastoral.


Celebramos también la reciente reunión de los “países no alineados” en Venezuela. Este grupo de países supo marcar caminos que nuestros hermanos mayores, los Curas del Tercer Mundo, supieron reconocer como una guía para estar y ser voz “de los pueblos pobres y los pobres de los pueblos”.




Como seguidores de Jesús queremos mirar la historia junto a todos los Lázaros de nuestra historia, e invitar a los ricos a un cambio de actitud urgente. El hambre no puede esperar, la pobreza es un crimen. Y queremos urgir a todos, y especialmente a quienes tienen responsabilidades a saber descubrir en los pobres, los despreciados y los explotados por el sistema de injustica y crueldad verdaderos hermanos con los que Dios nos invita a compartir la mesa y la vida.



Grupo de curas en Opción por los Pobres


jueves, 22 de septiembre de 2016

50 AÑOS SIN NICOLÁS OLIVARI, por Vagos Peronistas

Los Vagos Peronistas veneramos a poetas nacionales, como Jorge Luis Borges, Ricardo Molinari, Oliverio Girondo, Jacobo Fíjman, Enrique Molina, Juan L. Ortíz, Manuel J. Castilla,  y Nicolás Olivari. Hoy, 22 de Septiembre de 2016, se cumplen 50 años de la muerte de este, gran y revulsivo poeta argentino.


Nicolás Olivari
"Dedico este libro, grotesco, rabioso e inútil, a todos los empleados de Comercio
de mi ciudad. Pobres seres canijos y dispépticos que nunca conocieron el amor y
dividieron la vaguedad sentimental de sus vidas entre el cinematógrafo de barrio y la magnesia calcinada de Carlos Erba. Pobres seres que huelen los versos y mastican la 5ª edición de «Crítica» mientras limpian sus lapiceras en el lamentable relieve de sus traseros afilados por la inminencia de la patada patronal."
La dedicatoria de Olivari, en el libro: "La musa de la mala pata" (1926).


Jorge Luis Borges expresa en Estampas cinematográficas -Buenos Aires, M. Gleizer Editor,1933- sobre El hombre de la baraja y la puñalada que "Nicolás Olivari es el más indudable poeta de los que oigo. No creo en su talento: creo en su genialidad, que es cosa distinta. Sé que decir la palabra genialidad es alzar la voz y que eso es una descortesía o un énfasis. Que Olivari es un poeta de lo desagradable, también lo sé; pero esas dos consideraciones -la de la voz baja en la crítica y la del sedicente buen gusto- se quedan fuera de lo poético. Poesía es expresión. Olivari expresa con desesperada intensidad el tema que es suyo: el aburrimiento, el estudio para suicida, el rencor suburbano que ha sucedido a la compadrada orillera en esta ciudad. Olivari es mucho."

17 de Octubre

“Desde la negra barrera del otro lado de la villa,
donde el horizonte se fundía con la nada,
con salitre en la mejilla resecada
y una miel despavorida en la mirada
llegaron
los descamisados.
“Desde la fragua abierta cual granada de su sangre,
encajada en el molde de la muerte,
desde altos hornos pavorosos, crudo fuego enemigo
con las uñas carcomidas
y el cabello chamuscado en cansancio secular
sus mujeres desgreñadas por el hambre y sus crías
que no lloran porque miran,
llegaron
los descamisados.
“Sin más arma que el cansado desaliento que en sus trazos se hizo hueco
frente al río enchapado de alquitranes y petróleos,
solfatara de mil diablos expulsados,
del ansioso cielo antiguo de los pobres,
detenido en el asombro de su paso,
la pupila desbarrada en la angustia esperanzada
en un hombre que hace luz en la tiniebla,
que levanta todo aquello que se daba por perdido,
por perdido y para siempre,
llegaron
los descamisados.
“Desde el otro lado de los puentes destruidos
por la mano codiciosa de los despechados
con un grito silencioso en la grieta de los labios,
clamoroso, esperanzado,
latir azulceleste en las venas que se crispan,
levantando los racimos en las manos,
hacia un hombre presentido,
que vibraba delicado,
llegaron
los descamisados.
“Desde el taller cerrado y la fábrica con su cara
clausurada de bondad,
patinada
por el antiguo sudor de sus familiares,
invadieron la ciudad
y el grito fue invadiendo las conciencias
hasta hacerle claridad.
“Claridad junto al Líder recobrado
por su pueblo, el gran pueblo, solo el pueblo,
y para siempre… para siempre, desde entonces
es nuestro, solo nuestro, recobrado por el pueblo,
en aquel día de gloria que empezó oscuro y trágico
hasta hacerse claridad,
cuando el nombre iluminado,
mi prójimo y vecino, mi compañero y hermano,
lo rezaran con el alma, cuando llegaron
los descamisados.”

[Nicolás Olivari, publicado en Democracia, 16 de octubre de 1952]


Los Vagos Peronistas compartimos con Juan Sasturain, el gusto por Nicolás Olivari; Sasturain, recurrentemente, en sus notas en Página 12, ha recordado a Olivari. Vaya aquí, el último recuerdo, para el autor de "El gato Escaldado" (1929).

 


Juan Sasturain
Olivari, el versolari de la mala fama, por Juan Sasturain (Fuente: Página 12, 29/08/16)

En pocas semanas van a cumplirse cincuenta años de que murió el poeta Nicolás Olivari, el 22 de septiembre de 1966, precisamente con sesenta y seis cumplidos. Y es un dato que acaso valga la pena retener ahora, porque cuando llegue el momento preciso es casi seguro que pasará inadvertido. Suelen suceder estas cosas, e incluso es natural que así sea: en estos pagos, como en tantos otros, de todos los que han escrito versos e historias memorables se suele recordar –según las cambiantes lecturas– a unos pocos, y de ese modo cunden las simplificaciones, las equívocas atribuciones y los malos entendidos respecto de méritos, famas y otras inmanejables ulterioridades. Es así.

Hace un tiempo conté en público lo que me pasó con él. Justo había empezado a leerlo (a encontrarlo, quiero decir) cuando se murió. Recién caído en Buenos Aires y en la presuntuosa facultad de Filosofía y Letras durante la bastoneada transición de Illia a Onganía, yo era un pibe, tenía veintiún años, y él se moría casi al mismo tiempo de publicar las tardías crónicas de Mi Buenos Aires querido en Jorge Álvarez. Conté también que lo había descubierto en una edición de La musa de la mala pata de Editorial Deucalión –una colección dedicada a Boedo y Florida donde encontré al otro Tuñón, Enrique, con Camas desde un peso– y que después leí El gato escaldado que rescató el Centro Editor, con aquel prólogo programático y provocador que es el equivalente, para la poesía, de lo que fue entonces, para la narrativa, la incitación pugilística arltiana, la tan citada del cross a la mandíbula.

Es obvio que por entonces no se leía a Olivari en el ámbito académico, por decirlo así. El veterano y conservador Julio Caillet Bois, que teníamos de profesor, no lo incluyó –ni a él ni a Tuñón: Raúl, en este caso– en una antología, preparada para Eudeba, de poetas del primer tercio del siglo XX. Parece mentira; pero no, era así.

El Olivari final, ese viejito de pelo blanco, amable y sereno, que aparecía en la contratapa de su libro póstumo de crónicas porteñas, no había sido nunca un escritor cómodo, accesible, compartible sin salvedades. Y mucho menos de muchacho, en los veinte, cuando encarnó lo más saludablemente corrosivo de la vanguardia poética. Así, Olivari, creador múltiple –ya que escribió también cuentos, alguna novela, teatro y radioteatro, crónicas, películas, un tango famoso que grabó Gardel: “La Violeta”–, ha sido y me animo a decir que sigue siendo ahora, a medio siglo de su muerte, un autor temible y temido, difícil de clasificar y sobre todo de manipular críticamente.

Tal vez por eso me empeciné con él. Recuerdo que hacia comienzos de los setenta preparé una antología que nadie me pidió antes, ni publicó después, con un prólogo pretencioso –que he saludablemente perdido– y que por entonces poco era lo que había para leer sobre él: un libro extraño del erudito Bernardo Ezequiel Koremblit: Nicolás Olivari, poeta unicaule (sic), comentarios de Martín Alberto Boneo y –más cerca– una hermosa nota evocativa, un retrato del Olivari final que hizo Paco Urondo en la primera etapa de La Opinión y que ha recuperado no hace mucho en libro Osvaldo Aguirre. Poco más. Al poeta y a los poemas –digo– no había donde leerlos.

Recién hace unos diez años, cuando El Octavo Loco, con la perspicaz mirada crítica de Ojeda y Carbone, volvió a editarlo en prosa y verso, tras el rescate que significó la reaparición de El hombre de la baraja y la puñalada –elogiado por Borges en el treinta y tres– en Adriana Hidalgo, el lector pudo volver a encontrarse con “La costurerita que dio aquel mal paso” –un soneto como el de Carriego, pero arrasado de ironía–, “Nuestra vida en folletín”, “Antiguo almacén A la ciudad de Génova” y otras extrañas maravillas, inevitables en la más exigente antología de nuestra poesía contemporánea.

Aquella edición cuidada y fervorosa de sus tres primeros libros de poesía, escritos, como los de Borges, a lo largo de aquella década del veinte prodigiosa para la lírica argentina, incluye poemas desparejos en calidad, pero uniformados por un inconfundible y poderoso aliento. Es que La amada infiel (1924), La musa de la mala pata (1926) y El gato escaldado (1929) se leen como un único y originalísimo texto poético que no se parece a nada coetáneo. Porque si bien Olivari pertenece a una generación, a una ciudad y a una condición social precisas –que él subraya a menudo–, puesto a escribir rompe con todo, se va de cauce y de causa, patea intencionadamente el tablero. Incluso para el lector que entra sin aviso ni vacuna –o, a la inversa, con prejuicio o preconcepto positivo– suele operar una fuerza centrífuga, una cierta resistencia que impide o dificulta entrarle con facilidad.


En el esquema con que se describe aquel momento de la poesía argentina, se redunda en la oposición Boedo-Florida, el barrio y el centro. Groseramente, la izquierda y el compromiso social estaban de un lado; la vanguardia experimental y el arte por el arte, del otro. Menos Oliverio y la figura magistral de Macedonio, todo el resto de los que vale la pena acordarse eran (de Borges a Marechal y Molinari) pibes brillantes de veintipico. También tenían esa edad los fronterizos y tránsfugas que no encajaban del todo en el esquema simplista: los mencionados González Tuñón, Arlt y este Olivari, nada menos.

La originalidad de ese grupo entre grupos, que no es tal ni programático, resulta, por muchas razones, de lo más interesante. Su obra da cuenta de una mirada y un “estado espiritual” rico en contradicciones –que son las de la ciudad–, menos sujeto a dogmas y más pegado a la calle; sin pietismo a lo Carriego o redencionismo social como en Yunque, ni practicando el turismo urbano del primer Borges. Lo suyo será el grotesco: el ejercicio de un humor amargo ante la sordidez.

Dijimos alguna vez que Olivari viene de los barcos –la raíz tana es muy fuerte, como en los Discépolo–, pero ya no extraña “il paese” a la manera del ancestro inmediato que alimentó el grotesco. El poeta viene del barrio humilde para recalar en el asfalto y las luces del centro –itinerario tanguero, sin su carga sensiblera– pero, sobre todo, viene de la literatura: como Arlt se carga de Dostoievski y alucina fuera de programa, Olivari sale a la calle con la cabeza llena de Villon, de Lafforgue, de Baudelaire, y pinta y cuenta desde esos modelos revulsivos. Con vocación de dandy y marginal, se piensa poeta maldito mientras trajina en la redacción de Crítica, rema con “prosa asmática” bajo la tutela del capital. Ahí están las tensiones básicas –lo individual y lo social– entre el ideal y la miseria, belleza y fealdad, todo a flor de piel y sin resolver. El resultado es una tristeza sin melancolía, el tedio sin atenuantes, la rabia destilada en puteada, escupida y mueca; el poema de versos disonantes, cojos, autoconscientes de su rareza.

Ya hemos contado más de una vez que hay una pareja clave en casi todos los poemas: por un lado el yo lírico, la voz cantante –el joven enamorado, el periodista asalariado, el cliente ocasional, el paseante cínico–, y enfrente, con el lector de testigo y a veces de interlocutor, ella en sus tres versiones: la novia inicial que compartió los perdidos sueños adolescentes –el cine de barrio encarna ese universo de deseos insatisfechos, de la pantalla a la butaca– y que deviene la sórdida compañera de la rutina matrimonial; la empleadita, dactilógrafa o modista, sometida y expuesta a un mercado perverso y desigual; y finalmente, abyecta y triunfal, la “puta de dos pesos”, la yiranta, la carne callejera que saltó el cerco de la decencia. La novedad no es el tema sino la mirada al ras, solidaria y cruel a la vez: el poeta comparte con la yira –retórica pero sinceramente a la vez– un mismo horizonte de frustraciones sin salida: “Me gustaría tentar otro destino; / pero ya es tarde, / y estamos clausurados por la desdicha / y por la democracia”. Qué bárbaro.

Sin embargo, el escandaloso, amargo y provocador Olivari no es, por entonces, literariamente un marginal. Reconocido por el Malevo Muñoz en la famosa dedicatoria a La crencha engrasada –que es de 1929– como uno de sus “rivales en el cariño de Buenos Aires” junto a Raúl González Tuñón y Jorge Luis Borges, gana el Premio Municipal en ese mismo año con El gato escaldado y entra en la Década Infame (o sale de la Fiesta) con una soberbia Canción de los libros futuros. No habría mucho que cantar, para él.

En los treinta, los poetas jóvenes maduraron cada uno a su manera, se dispersaron llevados por la Historia y no por la estética: Tuñón encontró la militancia sin perder, en general, la poesía; Marechal, Bernárdez y otros se descubrieron católicos, se hicieron clásicos y brillantemente formales; Borges abominó saludablemente –creo yo– de los sarpullidos de la vanguardia. Molinari se decantó aún más lírico. Por su parte, Olivari endureció aún más sus gestos y, como Girondo, casi tocó el silencio: Diez poemas sin poesía (1938) editado por Destiempo, el sello de la revista de Bioy y Borges, lo dice todo de salida, y Los poemas rezagados (1946) que él mismo editó son casi una declaración jurada de marginalidad consentida.

Adhirió políticamente al peronismo –un gesto más que lo acerca a Discépolo: los escépticos que creyeron– con todas sus consecuencias de marginación en el medio intelectual, y dejó un poema al 17 de octubre que publicó en el diario Democracia, en que suenan / desfilan los descamisados como en una letanía.

Cuando murió –hará en estos días medio siglo– este urbano payador atorrante, compadre del “versolari” François Villon, dejó un sillón vacío en la Academia Porteña del Lunfardo y un agujero no zurcible en la trajinada media de la poesía argentina. Algo de lo mejor de su legado –y de sus versos– lo había publicado dos años antes en una tímida edición de Trenti Rocamora que se llamó enigmáticamente Pas de quatre. Ahí hay un poema dedicado a Joyce deliberadamente inconcluso y otro, Toulouse Lautrec, absolutamente insoslayable. Como el mismo Olivari.