miércoles, 27 de diciembre de 2017

DESTRUCCIÓN DE LA CENTROIZQUIERDA LATINOAMERICANA. SIN LÍDER NO HAY SALVACIÓN, Por Heinz Dieterich, para Vagos y Vagas Peronistas

   

                                                           
A Mirna, Toro, Enrique y Chico

1. La Dictadura: el Nuevo Normal

La ofensiva oligárquica imperial contra la centroizquierda latinoamericana --la socialdemocracia progresista-- está entrando a su segunda fase. Primero destruyo la Década de Oro del desarrollismo democrático de Chávez, Lula, Kirchner, Correa, Zelaya y Lugo. Ahora, pretende eternizar su triunfo, instalando la dictadura de clase abierta: fraudes electorales, matanzas militares, coupd´états parlamentarios y judiciales, opresión social sangrienta, cínico desconocimiento del “espíritu de las leyes” (Montesquieu) y la perversión manipuladora de la verdad pública, son las armas usadas por las tiranías burguesas subdesarrolladas.

Actualmente no hay fuerzas de resistencia organizadas en la Patria Grande, que podrían enfrentarse ofensivamente a las oligarquías criollas. Emulando el ejemplo global del protofascista Trump, éstas no ven impedimento para imponer sus regímenes de facto sobre la sociedad civil; pese a que la destrucción de la socialdemocracia criolla aniquila uno de los dos pilares políticos orgánicos del sistema de dominación capitalista --el otro es el neoliberal-- generando un sistema asimétrico inestable. La oscilación entre la ilusión política de un mundo basado en el contrato social, por una parte, y el campo de guerra del bellator y del mercado, por otra, le parece a la burguesía actual un lujo, del cual puede prescindir, sin perder el control social.

Para las fuerzas populares y clases medias de América Latina, sin embargo, el Nuevo Normal cambia cualitativamente el teatro de operaciones (campo de batalla). Obliga a actuar desde una perspectiva de “defensiva estratégica” y de concertar coaliciones de salvación nacional lo más amplias posibles, para enfrentar el nuevo orden dictatorial. En este escenario de lucha, el papel del líder --independientemente del género, por supuesto-- se vuelve fundamental para el triunfo.

2. Sin tetas no hay paraíso

Para transformar una sociedad, es necesario construir tres subsistemas de poder: 1. un liderazgo individual (carismático) o colectivo de vanguardia; 2. un programa realista-incluyente de transición; 3. una organización nacional eficiente con sustento en la realidad socio-económica, política, cultural y militar.

Mientras las necesidades del programa y de la organización son reconocidas en todo el espectro político, el tema de la indispensabilidad del líder para el éxito --conditio sine qua non (condición esencial) del triunfo en la lucha por el poder-- es negada por la izquierda global. Discutirlo significa cuestionar un tabú de la conducción democrática de los macro sistemas sociales. Un tabú, cuyas profundas raíces se nutren de experiencias históricas, ilusiones anarcoides y de memes propagandísticos liberales, socialdemócratas y post-modernistas de la burguesía.

El efecto de este anatema sobre “la izquierda” es semejante al que sufre la joven Catalina Santana enla novela de Gustavo Bolívar, Sin Tetas no hay Paraíso. Cuando la hermosa joven decide ofrecer sus servicios de sexo servidora a los narcos del barrio --única vía para salir de la pobreza-- la rechazan por el tamaño de sus senos. Carece de un requisito vital para triunfar en el mercado del poder y, por lo tanto, está condenada al fracaso. Sufre la inmisericordia de la ley fundamental de la vida clasista, que predestina los triunfos y fracasos del homo sapiens en lo individual y lo colectivo.


3. Stalin, Hitler, Bakunin

La experiencia del terror de Estado stalinista es, sin duda, el trauma castrante más fuerte de la izquierda, que determina su síndrome anti-líder; o, si se prefiere, su síndrome pro-manada.

La amalgamación liberal del terror stalinista con el hitleriano, en el concepto del “totalitarismo”de Mussolini (Hannah Ahrendt); lamezcolanza de estos memes con la utopía anarquista de Bakunin y con determinadas idioteces de la trendy inteligencia de enjambre (swarmintelligence), así como la interpretación reduccionista de los procesos de auto organización y auto-catálisis de la materia y de la seguridad en números (safety in numbers), generaron la noción precientífica (esterotipia), de que todo líder es sinónimo de peligro para la democracia.


4. Sicofantes de la manada

Hoy día, esta sopa química-ideológica prevalece en la lucha global de las ideas, promovida por los mercaderes e “idiotas útiles” (Lenin) del sistema, mediante múltiples canales de dominación: desde el abuso de la legítima lucha de los pueblos indígenas (actualmente por autodefinidos “trotskistas”), hasta el abuso de los legítimos intereses democráticos de los movimientos populares. Bajo la obscena fachada del purismo democrático, aferrados a su noción abstracta-dogmática de libertad y racionalidad, catalizando estrategias de voluntarismo demagógico y fundamentalismo, escamotean la verdad científica, de que los grados de libertad posibles en los sistemas empíricos son esencialmente funciones de las condiciones objetivas, no de la libre voluntad de las personas.


5. Lula y Alencar

Por lo tanto, en ciertas fases de la lucha de transición política y social, las alianzas tácticas con sectores de las clases dominantes y medias son imprescindibles: ya sea para sobrevivir en la fase de la defensiva estratégica (fascismo europeo) o para dar el primer paso en el derrocamiento de una dictadura (Pinochet); ya sea, para llegar al poder con fines reformistas, como la luna de miel entre Lula y Alencar, el jogo bonito electoral brasileño, en 2002, que se repite actualmente a pie de la letra en el segundo país más importante de América Latina.


6. Seis funciones del Líder

En manadas de animales, la función del animal Alpha consiste en asegurar la sobrevivencia del colectivo dentro del hábitat que utiliza. En sistemas más complejos, como la sociedad clasista humana, el animal Alpha o líder, tiene que cumplir satisfactoriamente con seis funciones. 1. Discernir las zonas hostiles, benéficas, neutrales y antagónicas del entorno. 2. Entender la naturaleza determinística, probabilística o caótica (no-previsibles) de los procesos relevantes para su praxis. 3. Sobre este análisis diseñar la estrategia de sobrevivencia. 4. Imponer en la manada la estrategia escogida, para lograr una mínima auto-similaridad funcional a toda escala de la organización. 5. Mantener la cohesión del colectivo, pese a que toda organización social humana (Estado, partidos, sindicatos, etc.) genera disidencia y se estructura en tres vectores de poder, clasificables políticamente como: centro, derecha e izquierda. 6. Masificar el apoyo a la estrategia escogida para la manada, más allá de su organización interna. Es decir, hacerla hegemónica, en el sentido de Gramsci, en la sociedad civil y política. Todo esto resume, como es obvio, la función de vanguardia de una organización o de un líder político en un macrosistema social humano.


7. Líder y masas

La sociedad capitalista moderna es un macrosistema de dominación, que opera vía la interacción de cuatro variables claves: a) las circunstancias objetivas del status quo (momento);b) la intervención de las masas; c) la interfase entre el poder estructural (de las facciones) de la clase dominante y el poder operativo del Estado, que llamamos “partidos políticos”; d) el perfil de los líderes. Marx consideraba a los líderes, dentro de la dinámica objetiva, como parte de los "eventos aleatorios" o de la casualidad ("der ´Zufall´ des CharaktersderLeute, die zuerstanderSpitzederBewegungstehn"), que aceleran o desaceleran los procesos objetivos. El efecto catalizador o paralizante de los líderes en los procesos históricos reside, como ya resumimos, en su capacidad de comprender tempranamente las tendencias de evolución de la realidad y, en respuesta, crear un modelo de dominación/conducción social, que convence a las clases sociales de “la bondad” de su proyecto histórico (visión del futuro).


8. Fidel y Chávez: modelos diferentes

Líderes estructuralmente semejantes, como Fidel y Hugo Chávez --ambos carismáticos, con gran inteligencia, oratoria y vitalidad-- pueden generar modelos de conducción cualitativamente diferentes, según las condiciones objetivas. El sistema político de la Revolución Bolivariana de Chávez era carismático y bonapartista, mientras que el de la Revolución Cubana era y es, básicamente, burocrático y tradicional (Max Weber). Actualmente, ambos modelos están estructuralmente agotados, debido a su inadecuada cibernética (dialéctica) frente a la complejidad de los procesos y nuevas estructuras de clase del siglo XXI. La genialidad del líder Fidel impidió el colapso del modelo cubano, aunque no pudo evitar su deterioro ante la criminal agresión estadounidense de seis décadas; el derrumbe del modelo de Chávez es responsabilidad del Comandante, que lo entregó a los bufones de la manada socialdemócrata tropical.


9. El peligro del líder

Al igual que el liderazgo de la manada, la conducción del líder implica peligros para el colectivo, que le delega poder. ¿Qué su visión puede ser cierta o errada? Por supuesto. No hay praxis humana que se escape a la dialéctica de verdad mental y objetiva, producida por el sujeto. ¿Qué el líder cambie o abuse del poder otorgado por las mayorías? Por supuesto. Sólo la formación científica-ética, una institucionalidad adecuada, la conciencia ciudadana y la superación de la sociedad de clase, pueden conjurar este peligro, que es herencia de nuestra materialidad animal.


10. El Placebo divino

Quiénes no aguantan las antinomias (contradicciones) del Ser --débiles e ignorantes, decía Wilhem Reich-- pueden refugiarse en los placebos totalitarios de la nomenclatura católica. Extra Ecclesiamnullasalus, reza su dogma para el rebaño de fieles, la grex esclavizada: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”. Entusiasta, el renacentista Principe de Maquiavelo y los Netanyahus del mundo aplauden la deificación del Estado clasista bíblico y la ley de la manada.

Mientras, Jesús de Nazareth, el magno líder palestino, llora el fracaso de su grandioso proyecto de salvación nacional y global. Su consummatumest --todo está acabado-- es su última equivocación de líder: quedó inconclusa la tarea de la humanidad.

sábado, 23 de diciembre de 2017

¿QUIÉN TIRÓ LA PRIMERA PIEDRA?, Por Agrupación Vagos y Vagas Peronistas



                                               “Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”

Emiliano Zapata


La antigua pregunta bíblica, tiene una sola respuesta: 

El Estado macrista tiró la primera piedra de:

-Una deuda externa impagable, que aumenta minuto a minuto, y que ha de pagar el pueblo, como siempre ha ocurrido, porque quienes la contraen y se benefician de jugosas comisiones, quedan indemnes ante una justicia corrupta, bañada en el linchamiento mediático de todo militante popular.

-Silenciar todas las voces que pudieran representar otra visión de la realidad, acorde con la mirada de los sectores sociales más vulnerables de la sociedad y, al mismo tiempo presentarse ante los medios, como defensores de la libertad de prensa.

-Provocar, con sus políticas económicas, una millonaria e insaciable transferencia de ingresos desde los trabajadores, jubilados, pensionados, niños y niñas pobres -que hoy constituyen el 48% del total- hacia los conglomerados empresariales más concentrados que, además, evaden impuestos y fugan divisas a granel. 

-Violentar toda juridicidad, abusando de los decretos, inclusive para intentar nombrar Ministros de la Corte, cooptar a la justicia penal federal, y perseguir ilegalmente a todo dirigente opositor y, hasta ponerlo preso, sin condena, y, en algunos casos sin indagatoria. Semejante accionar recuerda los más duros años de la dictadura militar.

-Pretender erigirse en adalides de la moral, cuando el Presidente Macri, sus empresas y su familia, además de ser contrabandistas de autos, han estado involucrados en cuanto negociado se realice con el Estado. Con la tristemente célebre “patria contratista”, desde la dictadura, cuando multiplicaron varias veces su cantidad de empresas y su fortuna, hasta hoy, cuando por decreto y violando la ley sancionada en el Congreso de la Nación, facilitó la legalización de los delitos de lavado de dinero y de evasión fiscal hacia paraísos fiscales a parientes y amigos suyos y de los miembros del su gabinete 

- Condenar la corrupción desde el discurso, mientras en los hechos los miembros más connotados del gobierno macrista –y la multitud de sus parientes designados por ellos en elevados cargos públicos- desde sus puestos en el Estado adoptan de manera cotidiana medidas dirigidas a otorgar beneficios a sus empresas, vaciar empresas públicas y defraudar al Tesoro Nacional autocondonándose deudas, otorgándose obras públicas y compras multimillonarias sin licitación ni control. Uno de los casos más patéticos y vergonzosos es el del Ministro de Energía, Juan José Aranguren, representante de los intereses de Shell. Tras la investidura de Ministros, Secretarios y Subsecretarios actúan como una banda de delincuentes económicos.

- Generar una masa de cientos de miles de desocupados y excluidos, mediante despidos masivos de empleados públicos y el vaciamiento de planes, programas y organismos, la apertura irrestricta del mercado interno a las importaciones y la creación de condiciones de inviabilidad para muchísimas pequeñas y medianas empresa, con el cierre de las mismas y la consiguiente pérdida de puestos de trabajo.

- Promover la precarización laboral y arrasar con los derechos y conquistas sociales de trabajadores y trabajadoras logrados con decenas de años de lucha y merced al peronismo, retrotrayéndonos a la época de la “Década Infame”. 

Ante políticas retrógradas, dirigidas a favorecer los negocios de los miembros del Gabinete y de los grupos más concentrados de la economía y depredar la Nación mediante el saqueo liso y llano de sus riquezas, la única salida que el Gobierno Nacional -y varios gobiernos provinciales satélites- ofrece es la más violenta y salvaje represión de la que se tenga memoria, en una democracia. 

El saldo de dos años de estas políticas de la más rancia derecha conservadora neoliberal y sus históricas prácticas violentas, es la de dos jóvenes luchadores sociales, Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, asesinados por las fuerzas de (in)seguridad conducidas por la Ministra Bullrich –jefa y encubridora de criminales de lesa humanidad- y cientos de heridos, amenazados, golpeados y ultrajados por la represión, en complicidad permanente con los oscuros fondos de la criminalidad.

Los escribas oficiales pagados por el Gobierno, en sociedad con los medios de comunicación social más concentrados del mundo, invisibilizan los efectos atroces de las políticas del mismo, así como su poder despótico y violento, criminalizando la protesta social, con el objetivo de disciplinar a la sociedad por el miedo. De las movilizaciones y protestas más multitudinarias de los últimos años, sólo destacan los desmanes producidos por infiltrados –ocultando que, en su mayor parte son de las mismas fuerzas de seguridad vestidos de civil- para contrarrestar el efecto concientizador del pueblo, que de manera organizada o espontánea participa de las mismas en paz. 

En complicidad con un sector de la justicia corrompido -y que, en oscuras épocas supo dar cobertura a la dictadura genocida a la cual muchos de sus miembros añoran- han desencadenado una persecución violenta e inconstitucional de los dirigentes políticos del anterior gobierno. 

Hoy la Argentina ostenta en los medios del mundo y en los organismos internacionales, el triste trofeo de ser señalada como país con presos políticos y en el cual se vulneran los derechos humanos. Desde la CIDH, hasta las Naciones Unidad, Amnesty Internacional, Human Right Watch y medios de prensa tan irreprochables de parcialidad (The New York Times, The Guardian, de Londres, El País, de España, Le Monde, de Francia y otros) destacan, tanto la corrupción del Jefe de Gobierno y su gabinete, como la falta de independencia de los poderes Legislativo y Judicial, sometidos al arbitrio de un Poder Ejecutivo absolutista. Se asombran estos medios de que el “caso de los Panamá Papers”, no haya motivado el juicio político y la remoción del Presidente, tal como sucedió en casos semejantes, o aún menos graves, de otros países. 

Esta persecución comprende, no sólo a figuras del gobierno nacional anterior sino que ahora se dirige a intendentes insumisos (como el de Ensenada, Mario Secco) ya sea inventando causas jurídicas con amenaza y abuso de la figura inconstitucional de “prisión preventiva”, como, con los allanamientos ilegales a instituciones educativas y sociales y, de manera más reciente, la golpiza brutal y el robo en su propia casa al Concejal del partido de San Martín, Hernán Letcher.

En esta oleada de violencia y revanchismo odiador, típica de las oligarquías, dos mujeres –¡oh…casualidad!- encabezan la lista. Una de ellas, Milagro Sala, luchadora social, indígena del empobrecido feudo jujeño del Gobernador Gerardo Morales, inconstitucionalmente presa desde hace más de dos años, hecho que ha motivado movilizaciones y declaraciones de protesta a nivel nacional e internacional. La otra, Cristina Fernández de Kirchner, ex Presidenta de la Nación que, desde su joven militancia hasta el día en que dejó el Gobierno, trabajó de manera sostenida por los derechos de los trabajadores, las mujeres y los oprimidos por diferentes motivos, desencadenando -como era de esperarse- la furia del poder oligárquico asentado en el trípode, político-mediático-judicial. Perseguida política con acusaciones tan falaces como absurdas -por parte de un juez con un prontuario que envidiaría cualquier condenado a cadena perpetua- la ex Presidenta persevera en la lucha sin perder su proverbial lucidez. 

No olvidamos en esta síntesis a los 44 submarinistas muertos en un oscuro episodio, donde no puede descartarse, ni el torpedo gringo o pirata, ni la falla anunciada y reiterada por ocho llamados de un teléfono celular pidiendo auxilio a su base, efectuadas desde el submarino e ignorada, hecho atroz en el que destaca a todas luces la irresponsabilidad del poder político que –supuestamente- conduce a las Fuerzas Armadas, el mismo Presidente de la Nación y su Ministro de Defensa Oscar Aguad (apodado “el milico” por su amistad con reconocidos genocidas y sus escasas dotes políticas). Otro crimen que se tapa con el encadenamiento de “noticias” presentadas como “escándalos”, donde unas se usan de manera sucesiva con otras, para enmascarar las atrocidades de las políticas que, en todos los (des)órdenes, despliega el actual gobierno. La secuencia constante que observamos es: a) anuncio de medida impopular; b) escándalo mediático por hechos reales o inventados del pasado y c) persecución y encarcelamiento de algún dirigente opositor, con aviso previo a los medios y amplio registro de despliegue bélico por las cámaras. Algunos se ejecutan en horas de la madrugada y los apresados son exhibidos descalzos y en pijama, en otros se apela al uso de retroexcavadoras en las inmediaciones de las viviendas de los futuros presos, y en otros al registro de cámaras de seguridad de “cuevas” cambiarias mostrando personas contando pilas de dólares, que pueden pertenecer a cualquier empresario dedicado a esos menesteres y así de corrido. La espectacularización de estos montajes mediáticos apela al relato en off de opinadores seriales al servicio del Gobierno y música de fondo de film negro hollywoodense. ¿Qué es esto sino violencia?

Advertimos que la violencia del Estado Macrista, ejercida de manera simbólica desde el discurso que inculca la “pedagogía del odio”, replicada por los medios a su servicio (todos), por sus políticas anti-pueblo y físicamente, por fuerzas de seguridad armadas y cebadas para el exterminio de todo atisbo de oposición o, simplemente, de libertad, es la causante de un estado de malestar social que, de proseguirse con estas prácticas, ha de desembocar en una situación semejante a la de un pasado ominoso que la sociedad se ha comprometido NUNCA MAS reiterar. 

Debe destacarse que, de ningún modo, las violencias que no respetan la vida son justificables, pero tampoco son equiparables. La mayor responsabilidad, en todos los casos, cabe al Estado y cuando ellas tienen lugar ponen en evidencia la incapacidad de la política y de quienes ejercen cargos públicos dirigenciales para resolver los conflictos y tensiones existentes en la sociedad. 

La desmesura creciente de la violencia en la Argentina de Macri es directamente proporcional a la incapacidad de la política para resolver las necesidades, conflictos y demandas de la sociedad de manera dialogada. Una sociedad que ha sufrido las más lacerantes experiencias que, aún con el despliegue mediático-marketinero que pregona una “revolución de la alegría” que solo nos trae angustia y tristeza, no olvida ni perdona las injusticias y los crímenes de sus verdugos. 

Martín Fierro dice que “no hay tiempo que no se acabe, ni tiento que no se corte”. Y, “el tiempo es sólo tardanza de lo que está por venir”.



Agrupación Vagos y Vagas Peronistas

23 de diciembre de 2017.-











martes, 19 de diciembre de 2017

EL ESTADO HIDRANTE, Por Horacio González




En el pensamiento de las derechas clásicas la retórica dominante es la que define su violencia como democracia y a la democracia como violenta. En lo profundo de la doctrina Macri-Peña-Bullrich, el brazo armado del Estado se convierte en El Brazo Armado como órgano central del estado a él subordinado. El Gobierno Nacional imparte instrucciones a los gobernadores a cambio de dádivas en un juego de suma-cero donde lo que se saca de un lado se transfiere a otro con más poder.



Por Horacio González*

(para La Tecl@ Eñe)


El macrismo puede definirse como un neo-darwinismo económico, de transferencia de recursos hacia el sistema financiero internacional, pasando por peajes tasados a favor de las clases propietarias argentinas, que oscilan entre las apuestas dentro del cableado magnético de las finanzas y una agroindustria depredadora, mendigante ante los mercados internacionales y que eleva sus plegarias ante las cotizaciones de Chicago. Sostener esta maquinaria engañosa y amenazante sin el antiguo sistema militar tiene sus costos. Primero hay que acusar siempre al Pasado, como los herejes a destiempo que injurian a Zeus o a Zoroastro. Pero principalmente, hay que trabajar con el conocido epigrama de los gobiernos provinciales, por lo tanto, con una versión muy conocida del peronismo. También hay que “crear” un pueblo, o mejor, cambiar” un pueblo por otro. Esto no significa mover a ninguna persona de lugar, sino trazar finos cordajes en el interior de las tradicionales adhesiones populares del ciclo histórico anterior de la política argentina, por la cual un nuevo palabreado con declinaciones peronistas se adose a la “gobernanza”.



Esta es una palabra ficticia fabricada por los expertos económicos mundiales o por politólogos de derecha, para significar que los acuerdos de las grandes corporaciones deben ser festejados, cuando ya son sellados, por los políticos que se ponen al servicio de ellos mostrando profunda servicialidad. Macri la dijo en la primera reunión del G20. Dichosos sus escribidores. El peronismo como configuraciones de los viejos poderes provinciales sirve entonces a esa “gobernanza”. En el sistema de vasos comunicantes de la gestión –economía por política y política por economía, doble determinismo mecánico- la “gobernanza” significa algo muy claro. De ella emanan instrucciones a los gobernadores, que instruyen a sus parlamentarios para sostener al Gobierno en el Congreso, y a cambio reciben sustentos a título de dádivas, una vez descontado el tributo mayor destinado a la provincia de Buenos Aires, esta sí con denominación específica que viene de lejos: “reparación histórica”. Este sistema homeostático ha masticado al radicalismo y tiene engullido a buena parte del peronismo.



Es si se quiere, un sistema simple de in put y out put. Podrán estudiar al macrismo nuestros sabios académicos y darles nombre más vistosos, a fin de presentar sus análisis emanados de una nueva razón cínica, pero no pasa de un sistema fijo de intercambio de pulsiones en un mercado de creencias y finanzas –ambas cosas finalmente fusionadas- en un flujo de ofertas y demandas intra-sistémicas –gobernadores peronistas y empresarios fuera-de-la ley, vestidos con la toga gubernamental. Ese sistema pareció funcionar hasta ahora. Precondiciones para ello era dar algunos nombres novedosos a antiguas identidades de fuerte conocimiento público. Al neoliberalismo de pulsiones represivas se lo llamó “Cambiemos”, dándose así órdenes a sí mismos para proceder al desmontaje de instituciones sociales, que si no eran de aceptable funcionamiento, hacían al sustento de una idea difusa pero históricamente existente de pueblo-nación. Cambiemos se convierte así en un grito disciplinario destemplado, con sonido de balas de goma de fondo. Nombre gomoso, pues.



En el mismo registro de alteración de nombres, hubo entonces un “peronismo republicano” al que se acogieron la mayoría de las personas portadoras de identidades de ciclos anteriores, lo que significaba correrse de la línea de castigo erguido en el mástil sacrificial de la Inquisición macrista. Ser kircherista es un peligro, y el Santo Oficio encabezado por Bonadío se encarga tarde o temprano de remarcarlo. Produce el efecto del cruce a la otra orilla del río, para protegerse, donde son recibidos por las banderas de la “gubernamentabilidad” con un alborozo de perdonavidas. Al fin, los esforzados nadadores abandonan las márgenes anteriores para llegar a buen puerto. Allí ponen en la bolsa de valores el nombre de peronistas, peronistas del macrismo, macri-peronianos de la segunda y tercera hora, con fichas negociadoras que prometen seguir el destino que el radicalismo, casi enteramente embuchado por Macri, ya había recorrido.



El radicalismo ya había conocido el abismo final, por eso Macri era la instancia posible de su resurrección. Entre sus votos y los de Macri ya no había fronteras bien delimitadas. El peronismo de los gobernadores (por citar solo a ellos), todavía conserva, a título de negociación, ciertas fronteras más marcadas entre el voto que así se denomina –peronista- y el voto oficial al gobierno. Es que el peronismo continúa siendo una memoria social, que interrogada espontáneamente, rechaza de plano lo que los fríos emblemas institucionales de esa corriente política exponen hoy como pasando por la cabizbaja ventanilla de la claudicación. No son agonías cortas, sino de larga duración, mientras una memoria aún viva reclama espacios frentistas para redimirse. Se basa el macrismo en la creencia de que esta arquitectura es duradera porque es sostenida por los grandes medios y un batallón de periodistas, desde los más conocidos hasta la legión de precarios aventureros que se van sumando desde un oportunismo profesional digno de metamorfosis de Kafka. Y los escritores de la ultraderecha mediática se basan en que ellos son sustentables porque el macrismo es duradero.



Pero Macri no supo “bajar la ansiedad” y tocó finalmente un nervio sensible de la sociedad. “Nuestros viejos”. Esta expresión, es desde luego demagógica. Pero su efectividad es tan comprobada, que el propio Macri la había usado asiduamente. Como para él la palabra no vale ni un cuarto de bitcoin –lo que de todas maneras no parece poco-, creer que hablar es desdecirse continuamente tiene sus límites. Ya lo ha comprobado. Desde las más consistentes explicaciones de la baja retributiva que castigaría a los jubilados hasta las explicaciones que tocaban las cuerdas de la sensibilidad que, por cierto, no ha abandonado los temas sustanciales la sociedad argentina, el gobierno vio repentinamente crecer ante sí un frente parlamentario multivariado en la acción, para denunciar las maniobras sobre el quórum. Quórum: antigua voz latina que ha sobrevivido entre nosotros que significa “los que aquí estamos”.



Para emplear una expresión antigua –siempre antigua y siempre reverdeciente-, hubo toda la semana pasada lucha de calles. Es el nervio vivo de la democracia. El quórum paralelo, que cuando se mueve, nunca es un cómputo electrónico sino un cuerpo vivaz pensante y actuante. Se mostró que el origen de la violencia debe ser examinado y debatido bajo nuevas perspectivas, en realidad” muy obvias. Todo estaba claro para el vocero gubernamental Peña, con su repique de frases encuadernadas aprendidas recién –“háganse cargo”- hasta los tics lingüísticos de la Universidad de San Andrés o similares, en el uso de cancherismos sobradores y acentuaciones de latifundista propias de habilidosos embrolladores de la pandilla. La violencia es siempre la de las fuerzas sociales, ajenas al alcance de la máquina lava-identidades, desde luego de lavado rápido, del plan económico gubernamental. 


Para el alumnito Peña la violencia era de los tirapiedras, numerosos, de los que podemos descontar aquellos agentes policiales que cambiaron de vestimenta y siempre pululan, pero comprobaron que hay formas de autoconciencia que no necesitan del agente provocador para que se susciten cuando son accesos a la respuesta popular legítima. Tan legítimas como las tesis de Tocqueville sobre la democracia. Había una militancia con fórmulas de coraje conocidas y del otro lado, los nuevos armamentos letales, que por cierto no son los de la encapotada policía del Zar en el Domingo Sangriento, pero recurrieron continuamente de municiones de goma –de cerca hieren con saña pero pueden matar-, mostrando una faz exuberante del Estado: las fuerzas federales, gendarmería, prefectura, policía y policía aeroportuaria, atrincheradas en escenas de la Segunda Guerra Mundial. Solo faltaba John Wayne de capitán de trincheras haciendo flamear la Union Flag a cambio del gallardete de los gendarmes, dos espadones cruzados que engañan un poco respecto del armamento pesado que realmente utilizan.



¿Quién es responsable? Los movimientos sociales que arrojan piedras –lo mismo con el movimiento mapuche- actúan en nombre de derechos implícitos y remotos, siempre vigentes, pero nunca tiran “la primera piedra”. Esta pregunta bíblica la responde la propia Biblia. La piedra primera se constituye en Estado. El estado es el a-priori de la Piedra. Un Estado siempre está tirando la primera piedra, a no ser que haga algo extraño y único, pedir perdón “en nombre del Estado”, lo cual tampoco es fácil de trasladar a sus acciones cotidianas –se trataría entonces de una teología política-, pero de todas maneras cuando se lo dijo, fue importantísimo decirlo.



Este es un pensamiento de las derechas clásicas, que ven como un a priori sus históricos dominios propietarios, fundiarios y bancarios. Su dominio se funda en que posee una lengua calificadora a priori. En general, es la retórica dominante. Y la retórica dominante es la que define su violencia como democracia y a la democracia como violenta. Por eso Peña asume esa facilidad discursiva. El violento real no se considera de ese modo a sí mismo. Coincide con los pensamientos patronales de toda la historia del capitalismo. Peña incluso denomina piqueteros a los diputados de la oposición. Nerviosismo oficial, pero doctrina efectiva de la represión. Siempre es inocente a priori, lo dijo MIchetti, la elevada pensadora del Gobierno, en sus momentos de descanso: el beneficio de la duda la tienen los “marines” y la “task forcé”. Desde la Semana Trágica del 19 –se van a cumplir cien años-, hasta el 2001 de De la Rúa, el estado es la idea fantasmal de una violencia concentrada y visible, que se concede legitimidad a sí misma, ahora y siempre. La doctrina Bullrich es la acumulación de fuerzas en varios puntos simultáneos, ostentosa y estridente –eso le molestó a Carrió, la prudente-, y el cruce de la línea entre vida y muerte. Así lo vimos con las comunidades mapuches. Eso, a la prudente, no parece haberle molestado.



La doctrina Carrió difiere un poco: no sobreabundancia de uniformes, no ornamentación excesiva con fusiles lanzagranadas de nueva generación ¿Sino cómo? ¡Con policías no uniformados! Esto revela en gran medida qué es Carrió. Es una persona de hablar dañino, cínico, calculador y viscoso. El estilo permanentemente despectivo, la argucia permanente para descalificar y las artes pastorales astutamente manejadas, la hacen un personaje peligroso, esté donde esté. Ella negocia su peligro. Es una peligrosidad que se subasta día a día, neo-anarquismo de ultraderecha. Vende productos de “radicales que no bajan las banderas”, para afirmar y desarticular a su favor los esquemas cerrados del gobierno al que apoya. Apoya lo que combate, combate lo que apoya, es un perpetuo gas lacrimógeno que no sabe de su fecha de vencimiento, cumpliendo acciones de actriz de carácter con varios guiones a la vez. Su fuerza es la suspicacia cómplice y la velada amenaza en el aire.Su capacidad potencial de desestabilizar el espacio donde se encuentre, no es su debilidad sino su oscura dialéctica surgida de un extremo talento ofídico. Su funcionalidad gozadora del desorden al servicio del orden es un “pathos” del carácter destructivo. Pero es su forma acumulativa de poder, cuyos ungüentos mágicos ignoran desde Macri hasta la pobre Michetti. Tampoco sabe de esto la gobernadora de Buenos Aires, que sólo maneja su cuerda angelical para producir hechos “milagrosos”, cuyo núcleo interno es una coacción perversa basada en el amor doméstico.



El milagro en política fue muy estudiado por Hannah Arendt. Como un hecho inesperado que se convierte en una acción aglutinante. Dicho en un lenguaje helénico y fenomenológico al mismo tiempo. Una de las barbaridades de profundo encaje en la política argentina es que Carrió cite a esta filósofa estricta, imaginativa y de lectura exigente. Carrió la ha usurpado, con su vocación general de usurpar situaciones en sus picos de crisis. Lo ha demostrado levantando la sesión de diputados y pidiendo otro tipo de represión. El lunes estará la Federal. El jueves, en el imaginario de la gendarmería, se desplazaban ellos cansinamente –arrastraban armamento de guerra-, desde el Río Chubut hasta las avenidas Rivadavia, Hipólito Yrigoyen y Avenida de Mayo. Por el momento la Federal no registra la simbolización de los acontecimientos a orillas de ningún rio de la Patagonia, pero en lo profundo de la doctrina Bullrich el brazo armado del Estado se convierte en El Brazo Armado como órgano central del estado a él subordinado. En esa musculatura opresora la vieja Policía Federal recupera terreno para mostrar también las fauces del Estado Hidrante.



En tanto, los gobernadores –del partido que sean, los que antes llamábamos partidos populares-, están con la calculadora en la mano en el juego suma-cero al que los ha confinado el gobierno. Con este tipo de juego, donde lo que se saca de un lado se transfiere a otro con más poder, estamos ante el fin de la política. Si ella existe, es porque podría superar este juego de recursos cerrados, un cepo conceptual donde lo que gana uno lo pierde otro. La política en cambio es una actividad móvil entre recursos abiertos y a ser creados. En la movilización que se oponga a este orden cerrado –que la intuición de Carrió percibe aunque no escapa de él-, deben estar las bases de la reconstrucción de la política en nuestro país. No puede haber política de masas, ya que ahora está a la vista, sin replantearse los universos conceptuales del movimiento social que atraiga con la fuerza de su valentía y de sensatez, a los trabajadores, a los jóvenes, a los estudiantes, a los jubilados, a todos los ciudadanos que pudieron escapar del “orden argumental cerrado”, la novela carcelaria salida de los hechiceros a sueldo del macrismo. 



Buenos Aires, 16 de diciembre de 2017



*Sociólogo, ensayista y escritor. Ex Director de la Biblioteca Nacional

viernes, 15 de diciembre de 2017

IMPORTANCIA DE DERROTAR A LAS ÉLITES DEL ATRASO, Por Leonardo Boff

Por más críticas que se hagan y que haya que hacer al PT, con él ocurrió algo inédito en la historia política del país. Alguien del piso de abajo consiguió perforar el blindaje que las clases del poder, de la comunicación y del dinero habían montado durante siglos para minimizar al máximo las políticas públicas en beneficio de millones de empobrecidos. El lema era: políticas ricas para los ricos y políticas pobres para los pobres. Así éstos no se rebelarían.

La verdad es que las élites adineradas nunca aceptaron que un obrero, elegido por voto popular, llegase al poder central. Es un hecho que ellas también se beneficiaron, pues la naturaleza de su acumulación, una de las más altas del mundo, ni siquiera fue tocada.

Pero permanecía aquella espina dolorosa: tener que aceptar que, el lugar supuestamente de ellos, fuese ocupado por alguien venido de afuera, sobreviviente de la gran tributación impuesta a los pobres, negros, indígenas, obreros durante todo el tiempo de la existencia de Brasil. El nombre de su horror es Luiz Inácio Lula da Silva.

Ahora esta élite despertó. Se dio cuenta de que estas políticas de inclusión social podrían consolidarse y modificar la lógica de su acumulación abusiva.

Como es conocido por los historiadores que leyeron y leen nuestra historia a partir de las víctimas, es el caso del mulato Capistrano de Abreu, del académico José Honório Rodrigues y del sociólogo Jessé Souza, entre otros, diferente de la historia oficial, escrita siempre por mano blanca, todas las veces que las clases subalternas levantaron la cabeza buscando mejorar sus vidas, su cabeza fue pronto golpeada y los pobres reconducidos a la marginalidad, de donde nunca deberían haber salido.

La violencia en las varias fases de nuestra historia fue siempre dura, con prisiones, exilios, fusilamientos y ahorcamientos de los revoltosos y particularmente en lo que se refiere a los pobres y negros, cientos de estos últimos asesinados todavía en este año.

La política de conciliación de las clases opulentas, a contracorriente de las reclamaciones populares, detentó siempre el poder y los medios de control y represión. Y lo usaron ampliamente.

No es diferente en el actual golpe jurídico-parlamentario de 2016 que injustamente apeó del poder a la Presidenta Dilma Rousseff.

El golpe no necesitó esta vez de garrotes y de tanques. Bastó atraer a las élites adineradas, a las 270 mil personas (menos del 1% de la población) que controlan más de la mitad del flujo financiero del país, asociadas a los medios de comunicación de masas, claramente golpistas y antipopulares, para asaltar el poder del Estado y a partir de ahí hacer las reformas que los benefician absurdamente.

Brasil ocupa una posición importante en el escenario geopolítico mundial. Es la séptima economía del mundo, controla el Atlántico Sur y está frente a África. Esta área estaba descubierta en la estrategia del Pentágono que cuida, al sur, de la seguridad del Imperio norteamericano. Había ahí un país, llamado Brasil, clave para la economía futura basada en la ecología, que intentaba conducir un proyecto de nación autónomo y soberano, más abierto a la nueva fase planetaria de la humanidad. Tenía que ser controlado.

La Cuarta Flota que había sido suspendida en 1950 volvió a ser activada partir de los años 90 con todo un arsenal bélico capaz de destruir cualquier país oponente. Ella vigila especialmente la zona del pré-sal, donde se encuentran los yacimientos de petróleo y de gas, los más 
prometedores del planeta.

Según la propia estrategia del Pentágono, bien estudiada por el recién fallecido Moniz Bandeira y denunciada en Estados Unidos por Noam Chomsky, era decisivo desestabilizar los gobiernos progresistas latinoamericanos, desfigurar a sus líderes, desmoralizar la política como el mundo de lo sucio y lo corrupto y forzar la disminución del Estado en favor de la expansión y del mercado, el verdadero conductor, creen ellos, de los destinos del país. Pertenece a esta estrategia difundir el odio al pobre, al negro y a los opositores de este proyecto entreguista.

Este es el proyecto actual de las élites del atraso (al decir de Jessé Souza). No piensan en un proyecto de nación, prefieren la incorporación aunque sea subalterna al proyecto imperial. Aceptan sin mayores reticencias su recolonización para ser meros exportadores de commodities para los países centrales.

Argumentan: ¿para qué tener una industria propia y un camino propio para el desarrollo, si todo está ya construido y montado por las fuerzas que dominan el mundo?

El capital no tiene patria, sólo intereses, en Brasil y en cualquier parte del mundo. Estas élites del atraso se sitúan decididamente del lado del imperio y de sus intereses globales.

Detrás del vergonzoso desmantelamiento de los avances sociales con el propósito de trasferir la riqueza de la nación y de los pobres a los ya super-ricos, están estas voraces élites del atraso. Están reconduciendo a Brasil a las condiciones del siglo XIX hasta con trabajo semejante al esclavo.

Bien intuía pesaroso Celso Furtado al atardecer de su vida, que las fuerzas contrarias a la construcción de Brasil como nación fuerte, vigorosa y económica, podrían triunfar y así interrumpir nuestro proceso de refundación de Brasil. Basta leer sus dos libros: Brasil: la construcción interrumpida (1993) y El largo amanecer (1999).

En las próximas elecciones debemos derrotar democráticamente a estas élites del atraso, porque quieren implacablemente acabar de desmontar el Brasil social, pues no muestran ningún interés por el país ni por el pueblo, sólo como oportunidad de negocios.

Si para nuestra infelicidad triunfasen, podrán arrastrar consigo a otros países latinoamericanos hacia el mismo camino fatal. Tendríamos sociedades altamente controladas, ricas por un lado y paupérrimas por otro, temblando de miedo ante la violencia que fatalmente surgiría, como está efectivamente surgiendo, con la policía militar realizando la obra represiva de los militares en tiempo de la dictadura civil-militar de 1964.

Entonces, ¿seríamos todavía positivamente cordiales?


martes, 12 de diciembre de 2017

ARGENTINA PRIMER MUNDO

TRAICIÓN A LA NACIÓN O PREVARICATO DE LOS JUECES, Por E. Raúl Zaffaroni

1 La manipulación del concepto de traición. El crimen de traición, en todo autoritarismo, totalitarismo o absolutismo, desde la Roma imperial y aún antes, fue el pretexto que se usó para perseguir y dar muerte a todos los opositores y molestos al autócrata de turno1.

Nuestra Constitución, desde 1853, tomó los recaudos necesarios para que nadie en la Nación Argentina pueda manipular a su antojo este concepto, como garantía de republicanismo. Veamos cómo lo hace.

2 La pena de los traidores a la Patria del art. 29. La Constitución Nacional se refiere a los traidores a la Patria en el artículo 29º: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales, a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que formulen, consientan o firmen a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”. 

Como es obvio, esto no tiene nada que ver con el frustrado acuerdo con Irán, porque es de sobra sabido que históricamente se incluyó este artículo para fulminar de nulidad cualquier intento de reiterar la ley que otorgó a Rosas la suma del poder público. 

3 La traición a la Nación del art. 119. Como en el caso del frustrado acuerdo con Irán para nada entra en juego el artículo 29º, queda claro que se procesa hoy conforme al artículo 119º, que se refiere a la traición a la Nación : “La traición contra la Nación consistirá únicamente en tomar las armas contra ella, o en unirse a sus enemigos prestándoles ayuda y socorro. El Congreso fijará por una ley especial la pena de este delito; pero ella no pasará de la persona del delincuente, ni la infamia del reo se transmitirá a sus parientes de cualquier grado”. 

4 No fue lo que la fusiladora aplicó a Perón. Es necesario aclarar esto porque suele confundirse todo y afirmarse que encuentra su antecedente en la dictadura de 1955 y que le fue aplicada al Tte. Gral. Juan Domingo Perón. 

Esto no es verdad: el procesamiento resuelto en mayo de 1956 por el juez de facto Luis Botet contra Perón y legisladores peronistas, no se refería al actual artículo 119º, sino que arañaba su pretendido fundamento jurídico en el artículo 29º de la Constitución y no en el 119º actual2. 

5 El art. 119º es una garantía constitucional. Pero el artículo 119º –que es el que se esgrime ahora– se estableció en la Constitución de 1853 como una garantía de origen iluminista y liberal, ubicándolo como última disposición de los preceptos del rubro Atribuciones del Poder Judicial. Su texto y ubicación provienen de la Constitución norteamericana3 y su inclusión bajo este título es significativa, pues se dirige primeramente a los jueces, sin perjuicio de hacerlo –obviamente– también al legislador ordinario. 

6¿Qué quiso el constituyente norteamericano? En la Constitución de 1949, Sampay respetó el texto histórico, pero lo reubicó correctamente en el rubro Derechos, deberes y garantías de la libertad personal. La ubicación actual, se explica por las razones históricas del modelo norteamericano. 

En efecto: el legislador constitucional norteamericano4 quiso evitar con esta disposición que se impute cualquier delito (o no delito) como traición a la Nación, como hacía el derecho inglés, que colgaba lords con generosidad en las torres de Londres. 

7 ¿Por qué se dirige en especial a los jueces? La razón por la cual el artículo se dirige primeramente a los jueces proviene –justamente– de esas arbitrarias extensiones del concepto por parte de los jueces en la jurisprudencia británica. Recuérdese que en el derecho constitucional inglés, apenas en el siglo pasado se declaró formalmente cancelada la potestad judicial –del common Law– de crear tipos penales. 

8 Se apoyaba en Blackstone y en Montesquieu. En el derecho constitucional norteamericano pesaron, nada menos que las palabras de Blackstone apoyado en Montequieu: Este crimen es el más grave que un hombre pueda cometer, considerado como miembro de una sociedad. “Basta –dice Montequieu– que el crimen de lesa majestad sea vago, para que el gobierno degenere en despotismo”. Y sin embargo la vieja ley común deja al arbitrio de los jueces una gran latitud para determinar lo que es o no es traición; con lo cual da a la creación de los príncipes tiranos el medio para generar una amplia lista de crímenes de traición, es decir, de convertir, mediante interpretaciones arbitrarias y forzadas, en crímenes de traición y punibles como tales, delitos que jamás se habría supuesto ser de esta naturaleza5. 

9 ¿Qué había escrito Montesquieu? Si alguna indicación faltaba para verificar que la definición precisa de la traición a la Nación es una garantía que se remonta al Iluminismo, basta la cita de Montesquieu a la que remite Blackstone: Las leyes de China –escribe Montesquieu, eludiendo hablar así de las de Francia– mandan que quien falte el respeto debido al emperador sea castigado con la muerte. Como no definen en qué consiste esa falta, cualquier cosa puede dar pretexto para quitarle la vida a una persona a quien se tenga mala voluntad, y para exterminar a una familia entera. El capítulo que así comienza se cierra con la frase lapidaria que cita Blakstone: C’est assez que le crime de lèse-majesté soit vague, pour que le gouvernement dégénère en despotisme. Seguidamente agrega: Es un violento abuso dar el nombre de lesa majestad a un acto que no lo sea6 .

10 En la garantía argentina pesó la historia nacional. El constituyente argentino de 1853 copió a la letra esa disposición, no sólo movido por el origen iluminista y por el modelo de los Estados Unidos –y menos por puro afán de imitación– sino ante todo por la triste experiencia nacional durante nuestras luchas y guerras civiles, que dan cuenta de numerosas ejecuciones. 

Cabe observar que la garantía del artículo 103º histórico es el complemento necesario de la prohibición de pena de muerte por causas políticas, obviamente inspirado también en la sangrienta experiencia nacional y consagrado en el artículo 18º: si el legislador ordinario –o el juez por vía interpretativa– pudiesen considerar cualquier delito como traición a la Nación, todo delito político (rebelión, sedición, etc.) hubiese podido caer bajo esa arbitraria calificación y, por ende, se hubiese habilitado un fácil expediente para burlar la prohibición del artículo 18º, incurriendo la Constitución en autocontradicción. 

11 La claridad de Joaquín V. González. Entre los constitucionalistas argentinos, quien se expresó con meridiana claridad a este respecto fue Joaquín V. González: En cuanto al delito en sí –escribe–, la Constitución quiere que no esté jamás en el arbitrio del legislador ni de los jueces el definirlo, como ocurrió en Inglaterra en la época en que la justicia fue instrumento servil del despotismo del Parlamento o de los Reyes, pues, el primero clasificaba de traición los hechos menos criminosos de los súbditos para someterlos a la última pena; y los segundos, con su poder arbitrario de decidir qué actos eran o no traiciones prestábanse a satisfacer las más criminales venganzas de los príncipes7. Por si alguna duda cupiese, cita a Blackstone. 

Según este autor, la Constitución rechaza la arbitrariedad practicada en nuestra historia, que confundía la traición con los delitos comunes de rebelión, sedición, resistencia a la autoridad y otros menos graves, por lo que la Constitución ha limitado el poder de la ley a los términos de su propia definición para evitar que ni ella, ni los jueces puedan nunca ultrapasar los límites marcados, y fijando una línea clara de división entre los poderes de legislar y los de administrar justicia8.

12 La unanimidad de nuestros constitucionalistas. Queda claro que desde 1853 –conforme a la opinión doctrinaria de todo nuestro constitucionalismo9– el derecho constitucional argentino no admite que se considere penalmente responsable por traición a la Nación a ninguna persona que no incurra en el tipo constitucional del actual artículo 119º, como garantía que tiene por objeto la prevención de las brutales represiones en las rivalidades de nuestra organización. 

Se trata de un mandato constitucional a los jueces y legisladores. Desde el punto de vista penal, la ley ordinaria lo completa como tipo señalando la pena legal, pero no puede alterar la definición de la conducta que la Constitución le manda. 

13 La Constitución prohíbe la integración analógica de la definición del art. 119º. En nuestro derecho escrito, la voz únicamente (el only del texto norteamericano) prohíbe a los jueces argentinos cualquier integración analógica respecto de la fórmula constitucional, so pretexto de interpretación extensiva. 

En síntesis: la Constitución expresa como garantía para todos los ciudadanos que la traición a la Nación es lo que su texto dice en términos estrictos y nada más. Cuando la Constitución emplea la palabra “únicamente” al definir en qué consiste la traición, ha expresado… su voto porque la justicia argentina no se convierta en auxilio de la opresión10. 

14 Los penalistas también son unánimes. El penalismo nacional de todos los tiempos es unánime y aún más contundente e insistente que el constitucionalismo, cuando de afirmar la naturaleza de garantía del artículo 119º constitucional se trata, señalando por la pluma de todos los penalistas que le está prohibido al legislador extender el tipo de la Constitución. 

El artífice del código de 1921 lo expresó claramente, reiterando lo que con anterioridad habían afirmado Rivarola, Piñero y Matienzo en el proyecto de 189111: El Congreso Nacional no puede en esta materia usar la amplitud de facultades con relación a la casi totalidad de los otros delitos, pues por excepción y como lo ha hecho en contados casos, la Constitución ha dicho cuándo existe el delito de traición12. Destaca el carácter de garantía contraponiendo la definición constitucional con la arbitrariedad de las leyes de Partida13.

15 Discutieron incluso si es “o” o “y”. En cumplimiento de la Constitución, la ley 49 de 1863 quiso precisar los actos de traición14, pero la tradición a partir del proyecto Rivarola-Piñero-Matienzo de 189115 reprodujo la letra constitucional, agregando sólo agravantes. Más tarde se discutió si la expresión ayuda o socorro del artículo 214 del código penal era o no constitucional, pues la Constitución exige ayuda y socorro. 

Se sostuvo que la alternativa en lugar de la conjunción importaba extender la fórmula constitucional, aunque otros opinaron que siempre que hay una se presenta el otro y viceversa, por lo que no se alteraría la extensión16. Soler afirmaba que tienen importancia esa y otras diferencias17, en tanto que Núñez sostiene que se trata de una garantía, y si el artículo 214º del Código penal no se aviene con el artículo 119º constitucional, debe prevalecer la fórmula de la Constitución18. De cualquier manera, todos coinciden en su naturaleza de garantía y en la consiguiente inadmisibilidad de cualquier extensión de la fórmula legal, centrándose la discusión sólo en saber si la hay o no en la ley. 

16 Todos requieren que haya guerra internacional; desde el propio Rodolfo Moreno (h). El tipo objetivo del delito de traición contiene un elemento de delimitación temporal: la opinión unánime de la doctrina penal argentina exige que este delito se cometa en tiempo de guerra internacional. 

Así lo expresó el propio Rodolfo Moreno (hijo) con meridiana claridad conceptual: Este delito entre nosotros no puede cometerse en tiempo de paz. Para que exista se requiere: o que se tomen las armas contra la Nación, o que se unan los agentes a los enemigos de la misma. Tomar las armas contra la Nación es hacerle la guerra, y unirse a los enemigos supone ese estado, pues la República no los tiene durante la paz19. 

En términos análogos se expresan todos los penalistas argentinos. Omitimos la transcripción textual de sus opiniones en homenaje a la brevedad, pues para todos se trata, prácticamente, de una obviedad20.

17 Nunca estuvimos en guerra con Irán. Nunca la República Argentina estuvo en guerra con Irán; tampoco se preparó para producir una situación bélica, para atacar a Irán, jamás hubo un estado de guerra formal ni informal. 

Si bien es muy discutible, aún dando por cierto –sólo, como se dice en latín, ad effectum probandi– que el horrible delito cometido en nuestro territorio haya sido un acto bélico, ser víctima de una agresión no significa una guerra, sino, en último caso y conforme al derecho internacional, dicha agresión habilita al estado agredido a llevar adelante una guerra defensiva, pero esto nunca lo hizo la Nación Argentina, sino que se limitó a seguir los pasos procedentes conforme al derecho internacional, reclamando la extradición de los eventuales responsables.

18 La explicación de Creus. Esta situación la previó claramente en su obra Carlos Creus, mucho antes del espantoso crimen cometido en nuestro país, cuando este autor no podía tener para nada en cuenta la imputación que dio lugar a la insólita decisión actual, pues el crimen se cometió cuando el querido profesor de Santa Fe ya no estaba en este mundo. 

Cabe citarlo por extenso porque es clarísimo: Pero no constituye guerra internacional el ataque restringido a personas o grupos de nacionales en el país o en el extranjero (que puede ser motivo de una guerra, pero que no lo es todavía, salvo que se realice dentro del marco prospectivo de un conflicto bélico internacional). La guerra internacional existe cuando se ha declarado formalmente, según las disposiciones constitucionales y el derecho internacional, o cuando se han producido hostilidades que ya importan la guerra, aunque no se la haya declarado formalmente (el Código de Justicia Militar fija también, como término inicial, el “decreto de movilización para la guerra inminente” –ver artículo 882– pero allí no hay todavía guerra internacional) y termina cuando se ordena el cese de las hostilidades, aunque permanezca vigente el estado de guerra hasta la celebración formal de la paz. El delito sólo se puede dar entre el comienzo y el final de la guerra21.

19 No hubo ningún preparativo de guerra. La Argentina ni siquiera emitió el decreto de movilización, como lo preveía el derogado Código de Justicia Militar –vigente al tiempo en que se produjo el crimen– con motivo de la agresión sufrida. Menos aún hubo hostilidades por parte de nuestro país respecto de Irán, pues incluso se siguieron manteniendo las relaciones diplomáticas. Ser agredido no significa guerra, sino sólo victimización: no hay guerra si no hay dos partes en guerra. 

20 No hubo guerra defensiva ni preparación de ésta. El derecho internacional legitima la guerra defensiva en forma análoga a la legítima defensa del derecho penal, pero si quien sufre la agresión ilegítima no actúa, no hay conducta defensiva que justificar: sólo queda la agresión ilegítima. Recibir un puñetazo no es una riña: quien lo recibe tiene derecho a responder con otra violencia y en ese caso habría una riña, pero si decide no responder y pedir auxilio a la policía, sólo queda la agresión ilegítima. La riña y la guerra requieren que haya dos ejerciendo violencia. 

21 Síntesis jurídica de lo anterior. Como síntesis jurídica de lo anterior, cabe afirmar lo siguiente: (a) El concepto de traición es constitucional y no puede extenderse más allá de la definición del actual art. 119º. (b) La pretensión judicial de ampliar la definición constitucional importa una vuelta al despotismo premoderno, prohibida por la Constitución. (c) La disposición constitucional se dirige directamente a los jueces, para prevenir su integración analógica jurisprudencial. (d) El artículo 119º constitucional es una garantía conforme a la opinión jurídica nacional unánime, incluso históricamente reafirmada con la reubicación del texto en 1949. (e) El constitucionalismo y el penalismo argentinos lo sostienen como una obviedad, sin que haya autor nacional que haya sostenido otra cosa. (f) Igualmente obvio es para toda nuestra doctrina jurídica el presupuesto de una guerra o el hecho de confrontación bélica. (g) La Nación Argentina nunca declaró la guerra a Irán ni se preparó para defenderse bélicamente. (h) Haber sido agredido no significa estar en guerra, sino sólo ser víctima de una agresión. 

22 Síntesis política e histórica. Lo jurídico no surge de la nada, sino que tiene raíces históricas y políticas. En este sentido, es dable observar que las disposiciones de nuestros artículos 18º (prohibición de pena de muerte por causas políticas) y 119º (definición limitativa constitucional de la traición), son históricamente complementarias, pues tienen como objetivo claro la prohibición de confundir los delitos políticos con la traición, instalando de este modo un obstáculo constitucional fortísimo a cualquier vuelta a los sangrientos episodios del siglo XIX. 

Conforme a la sangrienta enseñanza de la historia, la Constitución ha consagrado la prohibición de que nadie –al calor de cualquier circunstancia– vuelva a tocar la estricta definición de traición a la Nación, sabiamente limitada desde 1853, porque implicaría abrir las compuertas a las venganzas políticas ilimitadas y a la legitimación de la guerra civil. 

23 En este caso no hay disidencia doctrinaria ni jurisprudencial. Si bien es cierto que en el campo jurídico muchas veces es verdad lo de la media biblioteca, hay otros supuestos en que ni el más mínimo folleto amarillento y olvidado en el fondo del último anaquel sostiene lo que se afirma, es decir, en que la ley es clara y no median objeciones constitucionales ni internacionales y tampoco admite interpretaciones diferentes. Este es uno de los raros casos en que todos estamos de acuerdo y lo estuvimos desde 1853 hasta la fecha.

24 ¿Es imaginable que los jueces integren analógicamente la definición? En los últimos tiempos pareciera a veces que hay jueces que deciden lo que creen que tienen poder para hacer, sin detenerse ante ningún límite constitucional: la medida de sus decisiones es la de su poder mediático. No obstante, esto no se ha generalizado del todo. 

Llegamos aquí al punto de quiebre de nuestro Estado de Derecho: esta es la prueba de fuego. El art. 269 del Código Penal conmina pena de multa e inhabilitación absoluta perpetua (y de tres a quince años de prisión si es en sentencia penal) al juez que dictare resoluciones contrarias a la ley expresa invocada por las partes o por él mismo. Se trata del delito de prevaricato de los jueces. En este caso, la ley es expresa conforme a la clara voluntad del legislador, y nada menos que del constituyente y, además, dirigida en particular a los jueces. 

25 Sólo con prevaricato puede sostenerse la existencia de una traición a la Nación. El únicamente (only del modelo original) no deja lugar a dudas. No hay discusión doctrinaria ni jurisprudencial, no hay antecedente alguno que permita la integración analógica del artículo 119º constitucional, no hay razón histórica ni doctrinaria que avale ese abuso de la jurisdicción, nada autoriza a considerar que un delito o una agresión es una guerra, no pudo haber guerra con un país con el cual se mantenían relaciones diplomáticas, sólo hay letra expresa de la ley que no deja lugar a dudas. Apartarse de esa letra, integrar el concepto, asimilar un delito o una agresión a una guerra, es caer en una integración analógica que viola la letra expresa y, por ende, cae en el tipo de prevaricato judicial. 

26 ¿Será nuestro Poder Judicial prevaricador? Esperamos que eso no suceda. No creemos que los jueces de segunda instancia, los de casación, los ministros de la Corte Suprema, todos, estén dispuestos a caer en el prevaricato, violando la letra expresa, clara, jamás discutida, del artículo 119º de la Constitución Nacional. Eso importaría la quiebra total del Estado de Derecho, su Poder Judicial caería como un castillo de naipes. Hasta el revanchismo tiene límites, y lo peor es que genera contrarevanchismo, difícil de contener cuando el anterior es desmesurado.

Existen diferencias interpretativas en muchas materias y el debate judicial interno es sano. También hay vicios, no sanos pero tampoco delictivos, pero cuando la conducta cae directamente en un tipo penal, la cuestión toca el límite, pasado el cual sólo queda el poder desenfrenado, el revanchismo y el contrarevanchismo. 

27 Lo inimaginable. Puede ser que nos equivoquemos, pero apostamos a que esto no sucederá. Nos resistimos a imaginar a los jueces argentinos de todas las instancias que deberán intervenir afirmando que el art. 119 constitucional puede ser integrado por ellos, ampliado, ignorando el únicamente de la ley suprema, el only de la fuente histórica, subestimando la prohibición de pena de muerte por causa política, olvidando el pasado sangriento, quemando los libros de todos los juristas de nuestra doctrina de todos los tiempos e ideologías. Nuestra imaginación no llega a tanto, el abuso del poder no puede superar ese límite infranqueable. ¿Habrían perdido los jueces el sentido de la temporalidad? ¿Estarían alienados, olvidando que nada hay eterno en este mundo? ¿No recordarían, los que creen en Dios, que es lo único eterno? Nos resistimos a imaginarlo. 

28 Nuestro Poder Judicial no es prevaricador. Parafraseando un dicho conocido, apostamos a que aún quedan jueces en la Argentina, que nuestro Poder Judicial estará maltrecho, tendrá defectos, pero que no es prevaricador, que conserva en el fondo –aunque a veces sea difícil percibirlo– un cierto sentido de la medida de las cosas, que no en vano pasaron por alguna universidad, que algo les enseñaron los que escribieron todos nuestros libros de derecho constitucional y penal, que no carecen de cierta intuición política de sus límites y que, al margen de todo eso y en función de su tradicional instinto de conservación, saben que no deben ultrapasar cierta frontera o, como dijo alguien hace ya muchos años, que pueden acompañar hasta la puerta del cementerio, pero no entrar. Esperamos no equivocarnos. 

* Profesor Emérito de la UBA.

1 No es menester ir muy atrás en la historia para recordar el Volksgericht o tribunal del pueblo alemán, presidido por un terrible payaso disfrazado de juez, Roland Freisler, que asesinó a miles de personas en muy breve tiempo, manipulando el concepto de deslelatad (Untreue), íntimamente ligado a la comunidad del pueblo (Volksgemeinschaft), como esencia del irracionalismo jurídico nazi. Este asesino togado murió aplastado por una viga durante un bombardeo a Belín en 1945, aferrado a los papeles con que pensaba condenar a una persona que luego resultó absuelta. V. en castellano: Helmut Ortner, El verdugo Roland Freisler, Un asesino al servico de Hitler, Barcelona, 2010.

2 Invocaba los artículos 20º y 33º de la Constitución de 1949, vigentes al tiempo de dictarse esa resolución, pues aun la dictadura no la había derogado.

3 Es clara la traducción casi textual del modelo: Article III, Section III, Treason against the United States, shall consist only in levying war against them, or in adhering to their enemies, giving them aid and comfort. … The Congress shall have power to declare the punishment of treason, but no attainder of treason shall work corruption of blood, or forfeiture except during the life of the person attained (Nathaniel c. Towle, A History and Analysis of the Constitution of the United States, Boston, 1861, p. 196). Sec. III, 1. La traición contra los Estados Unidos consistirá solamente en tomar las armas contra ellos, o en unirse a sus enemigos dándoles ayuda y socorro. … 2. El Congreso tendrá facultad para designar el castigo de la traición; pero ninguna sentencia por traición producirá corrupción de la sangre o confiscación, sino durante la vida de la persona sentenciada (tal la traducción de Florentino González, Lecciones de derecho constitucional, Bs. As., 1869, p. XII del apéndice). No obstante, el texto norteamericano dio lugar a que se considerase esta posibilidad en caso de guerra civil, lo que con toda razón los autores argentinos rechazan expresamente, limitando su marco temporal a la guerra internacional (cfr. Sebastián Soler, entre otros, Derecho Penal Argentino, Bs. As., 1992, T. V, p. 17). 

4 Cfr. Calvo, N. A./ Paschal, G.W., Anotaciones a la Constitución de los Estados Unidos (por G. W. Paschal) y concordancias con la Constitución Argentina, Bs. As. 1888, T. II, p. 369; Paschal, Jorge W., La Constitución de los Estados Unidos explicada y comentada, trad. De Clodomiro Quiroga, Bs. As., 1888, p. 516; Roscoe Lewis Ashley, The American Federal State, New York, 1908, p. 280.

5 W. Blackstone, Commentaires sur les lois anglaises, avec des notes de M. Ed. Christian; traduit de l’anglais sur la quinziéme Edition par N. M. Chompré, París, 1823, tomo Vº, p. 316. Blackstone recuerda seguidamente el caso en que un caballero del condado de Hertford, fue condenado por alta traición por retener a un servidor del rey para cobrarle compulsivamente una deuda en tiempos de Guillermo III.

6 Oeuvres de Monsieur de Montesquieu, nouvelle édition, revue, corrigée & considérablement augmentée par l’autor, Londres, 1767, T. I., p. 260.

7 Joaquín V. González, Manual de la Constitución Argentina, Bs. As., 1951, p. 635.

8 Idem, p. 636.

9 A título de mero ejemplo: Germán J. Biadrt Campos, Compendio de Derecho Constitucional, Bs. As., 2004, p. 199; Miguel Á. Ekmekdjan, Manual de La Constitución Argentina, Bs. As., 1993, p. 245; Helio Juan Zarini, en Análisis de la Constitución Nacional , página 413, del mismo, Derecho Constitucional, Bs. As., 1992, p. 519. 

10 Joaquín V. González, op. cit., p. 637. 

11 Proyecto de Código Penal para la República Argentina … por los Doctores Norberto Piñero, Rodolfo Rivarola, José Nicolás Matienzo, Bs. As., 1891, p. 189.

12 Rodolfo Moreno (hijo), El Código penal y sus antecedentes, Bs. As., 1923, T. V, p. 36. 

13 Idem, p. 40. 

14 El artículo 1º de la ley 49 decía: Todo individuo argentino, o persona que deba obediencia a la Nación Argentina, comete el delito de traición definido por el artículo 103 de la Constitución General, ejecutando cualquiera de los siguientes actos:… y los enumeraba en cinco incisos (Colección de leyes y decretos sobre Justicia Nacional, Publicación Oficial, 1863, p. 20). 

15 El artículo 257 de este proyecto establecía el tipo básico con la expresión constitucional: Será reprimido con presidio de diez a veinticinco años e inhabilitación absoluta perpetua, siempre que el hecho no se halle comprendido en otra disposición de este Código, todo individuo argentino o que deba obediencia a la Nación Argentina, que tomare las armas contra ésta o se uniere a sus enemigos prestándoles ayuda y socorro. En el artículo 258 enumeraba en nueve incisos las formas agravadas (Proyecto, cit., pp. 387-388). 

16 Sobre esta discusión entre Rodolfo Moreno (h) y González Roura, Eusebio Gómez, Tratado de Derecho Penal, Bs. As., 1941, T. V, p. 261. 

17 Sebastián Soler, op,. cit., T. V., p. 15. 

18 Ricardo C. Núñez, Manual de Derecho Penal. Parte Especial, Córdoba, 2009, p. 503. 

19 Rodolfo Morteno (hijo), op. cit., p. 38.

20 Así, por ejemplo, Eusebio Gómez, op. cit., p. 260; Sebastián Soler, op. cit., p. 18; Ricardo C. Núñez, op.cit., p. 503; Carlos Fontán Balestra, Tratado de Derecho Penal, Bs. As., 1990, T. VII, p. 36; Octavio González Roura, Derecho Penal, Bs. As., 1923, T. III, p. 336; Manual de Derecho penal Parte Especial dirigido por el Dr. Ricardo Levene (h), Bs. As., 1976, p. 443; Jorge Eduardo Buompadre, Tratado de Derecho Penal Parte Especial, Bs. As., 2009, T. II, p. 590; Carlos Creus, Derecho Penal Parte Especial, Bs. As., 1983, p. 146; Edgardo Alberto Donna, Derecho Penal, Parte Especial, Tomo II-C, Bs. As., 2004, p. 376. 

21 Carlos Creus, op. cit., 1983, pp. 146-147.