jueves, 12 de diciembre de 2019

SE ACABÓ LA CUESTA ABAJO. VOLVER A EMPEZAR, Por Javier Azzali para Vagos y Vagas Peronistas






1) Crisis y dependencia podría ser el título del legado de Cambiemos. Una política de destrucción masiva de los todos los aspectos constitutivos de una nación: el trabajo, el mercado interno, la producción, el estado, la cultura, la ciencia y tecnología, las finanzas, la política exterior, entre muchas variables. Pero además de tierra arrasada y despojada, deja un régimen de la dependencia. Otra vez, como la mayoría del tiempo argentino, vivimos en un orden dependiente, La cuestión nacional vuelve a estar en el centro de la escena de la vida social y nacional, con su drama de crisis generalizada. Una economía dominada aún más que antes, por el capital concentrado y extranjerizado, disminución del poder público, y una gran recesión como manifestación de la retracción general del desarrollo productivo y de la clase trabajadora.

2) La vieja dependencia pero con un régimen actual. No fue el modelo agroexportador propio del país del centenario, cuya dependencia quebró el peronismo en 1945; ni tampoco el modelo desarrollista de los sesenta. Tampoco podía ser idéntica al modelo de especulación financiera de la dictadura de 1976 y su profundización con el régimen menemista de los años 1990, ya que la convertibilidad se sostuvo con el desguace del patrimonio público. Ahora, no hay Consenso de Washington ni ALCA ni TTP, sino decadencia de la globalización financiera. No hay dominio absoluto de EUA sino crisis de hegemonía imperialista. La dependencia de Cambiemos se basó en la depredación del espacio nacional y toda renuncia a un proyecto de nación, con el dominio de una rosca financiera tan reducida, poderosa y cruel, que hacía recordar a la rosca elitista que alguna vez dominó Bolivia. No logró estabilidad ni continuidad, pero está vigente.

3) La verdad oligárquica. Una serie de frases hechas se repitieron desde el inicio del ciclo oligárquico, pero no fueron solo un slogan, sino expresaban verdades dentro de los objetivos propios. Podemos creerles. La pesada herencia eran las instituciones del país soberano: los sindicatos, el alto índice de trabajadores ocupados, las paritarias, el estado fuerte y amplio. La lluvia de inversiones, posiblemente, la esperaban como el flujo de capitales que, en forma de inversión extranjera directa o crédito externo tal vez, prometía ser incesante si se imponía el TTP. La frase “sentamos las bases de un nuevo país” es cierta, en tanto que el legado, justamente, es el regreso de la vieja dependencia que hay que superar. La pesada herencia, en fin, fue un gran factor de resistencia estos años.

4) El gobierno de Frente de Todos inaugura un nuevo ciclo nacional democrático en nuestro país, cuya tarea urgente e inmediata es la de desmontar ese régimen de la dependencia. En la medida en que avance en sus medidas progresivas, se consolidará y crecerá la esperanza de las mayorías populares y contará con su apoyo, como les ocurrió a Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Pero también, en la misma medida, y antes también, en tanto eso necesariamente implica afectar los intereses de los sectores más poderosos del país, contará con su oposición militante y desestabilizadora, con la conspiración de los medios de comunicación concentrada. El legado de la flamante gestión será valorado en la medida de los grados de autonomía nacional que pueda conquistar y recuperar, y por la reconstrucción del trabajo digno.

5) La falta de divisas para financiar la producción y la tecnología, es un problema propio de los países dependientes, que el gobierno saliente agravó mucho, con la deuda externa y el libre giro de capitales. El peronismo de 1945 lo afrontó con la nacionalización del comercio exterior, el sistema financiero, la estatización del Banco Central, y la promoción del industrialismo argentino. Ahora las condiciones son otras muy diferentes, pero el destino de la política nacional se vincula directamente con la manera en que se afronta esta cuestión. Por otro lado, la deuda externa es una deuda odiosa al no contar con una contraprestación de bienes y servicios al servicio del crecimiento real de la economía del país. Su toma no fue a favor del interés del pueblo, sino de una rosca financiera, por lo que, solo se trata de una investigación simple, por ser empréstitos tomados desde 2015. Pero una posición así requiere de una fortaleza que no parece posible en el actual contexto sudamericano e internacional. De todas maneras, el perfil ideológico de la actual gestión tiene la idea de pagar para liberarse, una fórmula eficaz con el kirchnerismo.

6) El sistema judicial federal. El poder judicial, junto a la prensa y los militares, ha sido históricamente correa de difusión del interés oligárquico. El Lawfare existe pero, como hemos señalado en otras ocasiones, la nota característica principal del poder judicial federal es su tradición histórica oligárquica. El rol del poder judicial es el de custodio del orden establecido, por lo que el problema judicial no es otro que el del orden social que defienden, sea del de un país dependiente y elitista o soberano e igualitario. Por supuesto, al igual que en la sociedad, hay magistrados -como también hay periodistas, políticos- partidarios de uno y otro país que le dan su propia impronta al ejercicio judicial, pero en el poder judicial, si no media una reforma importante de su organización política, volverá a su origen oligárquico.

7) La oposición está formada por la tradición de los profetas del odio. Nada democrático ni pacífico hay que esperar. Una tarea fundamental es la de erosionar y fragmentar su representación política. El alejamiento de la UCR del PRO es clave para que este último quede aislado sólo en la Capital Federal.
Javier Azzali

8) En Latinoamérica no hubo restauración conservadora. Los regímenes conservadores de la región forman parte de una ofensiva de sus clases dominantes ligadas a la política imperialista de Estados Unidos y su socio menor, la Unión Europea, que quebraron las instituciones de la unidad (CELAC, UNASUR y hasta el Mercosur). Pero éstos no logran estabilizarse con un nuevo orden social de dependencia, por el nivel de resistencia popular creciente y por las consecuencias autodestructivas de sus propias políticas. En nuestro país no hubo una propuesta de estado oligárquico sino una de anti estado. Además, la crisis de la hegemonía de los Estados Unidos y la consolidación del rumbo tripolar en el orden mundial, pone en evidencia la necesidad de la unidad regional con autonomía. El giro argentino alienta al giro sudamericanista. Brasil es el aliado estratégico para la unidad, por lo que urge su recuperación política.

9) Este retroceso fenomenal y cruel intencionalmente provocado por cuatro años de política oligárquica, debería servir de enseñanza para comprender que no hay democracia sin soberanía popular ni independencia económica. Un legado a asumir por parte de los diferentes sectores políticos, sindicales y sociales del país. Una mayoría popular, expresada en las últimas elecciones, está dispuesta a hacerlo.

10) Alberto Fernández se autodenomina como el Presidente de la unidad de los argentinos, pero también dice que representamos a los que sufren y a los que se quedaron sin trabajo, que cuando nos dividimos, ellos se hacen fuerte. CFK, en ese escenario de liderazgos compartidos, le dijo: confíe en su pueblo, convóquelo para causas justas. Hará falta. Por lo pronto, este 10 de diciembre recuperamos la identidad colectiva, como pueblo, lo que alentará al presidente a las reformas más profundas.

jueves, 5 de diciembre de 2019

EL PAÑUELO, Por Horacio González


Un famoso escritor del siglo XIX francés declaró el temor ante la página en blanco. Se trataba de una forma festejable del miedo ante lo incógnito de lo que allí se podría escribir. Los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo significan lo opuesto y lo complementario de esa blancura. En los pañuelos de las Madres ya ha sido escrito todo. Si hay que sentir angustia, es por todo lo que allí está escrito, y que sin embargo no ofrece signos visibles de escritura que faciliten la interpretación. Como sabemos, pueden permitirnos leer un nombre, bordado con delicadeza. En letras azules que forman una insignia que nos es familiar por sus colores. Que finalmente, como se dice en el más famoso poema nacional, son los colores de una pena extraordinaria. Por eso el pañuelo desciende de una bandera que conocemos bien. Y cuando leemos un nombre, es un nombre embanderado, que sobre la cabeza maternal hace flamear su ausencia. Quizás una ráfaga inquieta de viento permite imaginar que esos nombres de muchachas y muchachos nos visitan para preguntarnos por ellos en nosotros. Es así que el color blanco, potencialidad de todos los demás colores, ha exigido en la Argentina la forma del pañuelo maternal, la señal propiciatoria de la imaginación política y el sentimiento de búsqueda inagotable del hijo que no está. ¿Qué se sabe de ese hijo? Se sabe todo y no se sabe nada, pues cuando se sabe todo aparece la imagen más sufriente, que se desearía apartar, y cuando no se sabe nada, aparece la figura de un dolor inconsolable, que también se intenta alejar. Por eso, el pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo es el nácar más brillante de la congoja argentina. Está dentro de la historia nacional y también la excede. Nos habla de las militancias juveniles más enfáticas, en singular y plural. Es el extenso palimpsesto donde leemos ahora las insignias de un pasado próximo y de lo que ocurre en las calles de Chile o de Bolivia. Y en toda Latinoamérica. Son imágenes fugaces, inscriptas en un tiempo dramático, que hoy nos siguen mirando. Imágenes movedizas, corriendo entre plomizos nubarrones. Muchas de ellas para decir que sabían demasiado de sus propias esperanzas y poco de los horrores que abrigaba silenciosamente el mundo que querían transformar. Todas esas esperanzas y todas esas incógnitas están escritas ahora fuera de cualquier alfabeto, en la superficie depurada del pañuelo. Incluso Hebe propuso en su momento que el pañuelo no contuviera los nombres desaparecidos, pues en el propio pañuelo ya estaba escrito el destino de esas vidas. En signos imborrables pero invisibles. En lo abstracto, como en las mejores filosofías de la historia, estaba lo más concreto. Por eso, como cada nombre es todos los nombres, Hebe propuso el gesto de des-individualizarlos. Todos estaban en cada uno y cada uno recibía en forma indivisible el todo. Cada nombre silencioso es un signo que aún espera ser descifrado. Si la hoja en blanco estremecía al escritor, el pañuelo en planco estremecía a las crueldades de la historia ya acontecida. El pañuelo blanco de las Madres no es una tela belicosa sino un lienzo cuya vecindad con rituales sacros nos dirige hacia el corazón de una resistencia activa contra todas las injusticias del mundo. Antes cité a un escritor como Mallarmé, tomando la página en blanco como un combate entre el silencio y la letra, el escollo y el nombre, la tipografía y la música. Todo esto lo podemos asociar al infinito vigor que conserva el pañuelo blanco de las madres. Pero ahora quisiera terminar invocando a otro autor, un argentino para el que parecería que su época ya ha pasado, y sin embargo, al releerlo siempre lo encontramos de pie. Se trata de Julio Cortázar. Hablaba de cuando del viento arrecia sobre las velas de una embarcación. Se podría considerar entonces que se genera allí un nudo vélico, pero vélico de velas, no de ofensa o agresividad. Un nudo vélico con v corta, esto es, el punto máximo de resistencia que en un punto específico oponían las velas al poderoso soplido entrecruzado de los vientos. El pañuelo de las Madres es ese punto de resistencia ante las inclemencias del viento de la historia. Donde todo parece desmoronarse. Pero esa vela sigue encendida. Es este pañuelo que sigue diciéndonos que un viento que puede ser destructivo, sin embargo, encuentra la intransigencia del propio pañuelo. Que así puede seguir navegando. Querida Hebe y Madres de Plaza de Mayo, este pañuelo de los ausentes obliga a redoblar nuestra presencia. Si navegar es preciso, vivir también es preciso y seguimos viviendo, resistiendo y navegando gracias a los torbellinos que le siguen dando vida a estas velas desveladas, a estos insomnes pañuelos.

Texto leído al recibir el Pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo.