viernes, 30 de junio de 2017

JUAN DOMINGO PERÓN, EL HOMBRE DEL DESTINO: LOBOS, 8 DE OCTUBRE DE 1895-BUENOS AIRES, 1º DE JULIO DE 1974



Versos de un payador al General Juan Perón,  de Homero Manzi

Va a perdonar su excelencia que un payador del camino
le alce su verso genuino ante tanta concurrencia.
Quisiera, en esta emergencia, tener el don de Gabino
para elogiar con más tino la histórica presidencia
que realizó su excelencia en este suelo argentino.

Perdóneme, presidente, pero tengo la certeza
de que alabar su grandeza es traducir muchas mentes.
Usted luchó por la gente desbrozando la maleza
y el criollo que siempre pesa con justicia y noblemente
sabe que usted fue un valiente al lado de su pobreza.

Usted liquidó el instante de la miseria social
y el oprobio general del vendepatria triunfante;
vergüenza del tiempo de antes, cuando el fraude electoral
era el destino fatal que le aguardaba al votante
en aquel tiempo distante de ignominia nacional.

Siguiendo la ejecutoria de esta noble evolución,
el pueblo de la nación vive su trance de gloria.
Él siempre tendrá memoria de la gran revolución,
y a fuerza de corazón mantendrá la trayectoria
que ha señalado en la historia el General Juan Perón.

Usted trabaja y nos cuida desde que nace la aurora,
robando tiempo a las horas, le quita vida a su vida.
Usted es la lumbre querida de esta etapa bienhechora,
y su ciencia salvadora, mientras se cumple, no olvida
a la clase desvalida, que es valiente y cinchadora.

Por eso, mi General, con esta improvisación
quise arrimar mi montón a su labor nacional.
Nadie ha comprendido igual las penas de la nación,
nadie con más corazón nos libró de tanto mal
nadie como Juan Perón, Presidente y General...



SE CUMPLEN 43 AÑOS DE SU PARTIDA.

lunes, 26 de junio de 2017

EL PROGRESISMO, ¿EN MARCHA O INSUMISO?, Por Chantal Mouffe


Chantal Mouffe
Luego de la elección de Emmanuel Macron como presidente de la República, los medios se extasiaron de admiración ante la “novedad” de su programa. Al dejar atrás el clivaje entre la derecha y la izquierda, él traería la solución a los bloqueos eternos de la sociedad francesa. La República en marcha sería así la portadora de una revolución democrática capaz de liberar toda la energía de las fuerzas progresistas hasta ahora amarradas por los partidos tradicionales. 

Es, a pesar de todo, bastante paradójico presentar como remedio de la profunda crisis de representación que afecta las democracias occidentales, precisamente al tipo de política que está en el origen mismo de esta crisis. Pues ella resulta de la adopción, en la mayor parte de los países europeos, de la estrategia de la tercera vía teorizada en Gran Bretaña por el sociólogo Anthony Giddens y practicada por el New Labour de Tony Blair.

Al declarar obsoleto el clivaje derecha-izquierda, esta estrategia preconiza una nueva forma de gobierno denominada “centrismo radical”. Según Tony Blair, los viejos antagonismos habrían desaparecido –“No- sotros formamos parte de la clase media” afirmaba–, y su modelo de la política habría devenido caduco. Ya no habría más una política económica de derecha y una de izquierda, sino una “buena política” y una “mala política”. Esta perspectiva “post-política” se fundaba en la famosa TINA (There Is No Alternative) de Margaret Thatcher, la convicción de que no habría alternativa a la globalización neoliberal.

La tercera vía de Blair, luego de ser bien recibida en Alemania por Gerhard Schröder y su Neue Mitte (“nuevo centro”), fue adoptada progresivamente por la mayoría de los partidos socialistas y social-demócratas, que se definirían a partir de entonces de centro-izquierda. Es así que se estableció en Europa un consenso hacia el centro que, al borrar la frontera entre la derecha y la izquierda, privó a los ciudadanos de la posibilidad de escoger, durante las elecciones, entre proyectos diferentes. 

Esta ausencia de alternativas se encuentra en el origen de muchos de los problemas con los que nos enfrentamos hoy: el descrédito de las instituciones democráticas, el crecimiento de la abstención y el éxito creciente de los partidos populistas de derecha. Éstos, al pretender que le devolvieran al pueblo el poder confiscado por las élites, han logrado implantarse con estabilidad en muchos países. En cuanto a la social-democracia, este corrimiento hacia una posición de centro derecha le ha resultado fatal: entraron en crisis en casi toda Europa.

Sin embargo, como sabemos después de Maquiavelo, existen en la sociedad intereses y posiciones irreconciliables, y no alcanza con negar esos antagonismos para que estos desaparezcan. El objetivo de una democracia pluralista no es tanto el de llegar a un consenso, sino el de permitir que se exprese el disenso gracias a las instituciones que lo ponen en escena de una manera “agonística”. En la lucha agonística, los oponentes no se tratan como enemigos sino como adversarios. Ellos saben que hay cuestiones sobre las que no podrán ponerse de acuerdo, pero respetan sus derechos respectivos a luchar para ganar su espacio. El rol de las instituciones democráticas consiste entonces en proveer el marco para “oponerse sin masacrarse”, como lo subrayaba el antropólogo Marcel Mauss.

En la tradición republicana, la oposición entre la derecha y la izquierda es la manera de darle forma a la división de la sociedad. La democracia pluralista es el lugar de una tensión entre los ideales de la igualdad y la libertad, tensión que debe ser constantemente renegociada en la confrontación agonística entre la derecha y la izquierda. Es a través de ella que se puede expresar la soberanía popular, que es uno de los pilares del ideal democrático. Es ahí en donde se encuentra aquello que se pone en juego en una auténtica política democrática.

Si se puede afirmar que hoy vivimos en sociedades “post-democráticas”, es porque, junto con la hegemonía neoliberal, la soberanía popular ha sido privada de su campo de realización. El consenso post-político sólo da lugar a la alternancia de poder entre la centro derecha y la centro izquierda, ambas al servicio de los dictados del neoliberalismo. Todos los partidos que no aceptan este escenario son reenviados a los “extremos” y acusados de poner a la democracia en riesgo. Emmanuel Macron ubicó esta lógica aún más lejos y su supuesta “novedad” consiste simplemente en evacuar la apariencia de confrontación que existía antes con el bipartidismo. De ahora en adelante, es la posibilidad misma de la confrontación la que es rechazada con la desaparición de la distinción entre la derecha y la izquierda. Es verdaderamente la fase superior de la post-política.

Pero como no hay política sin frontera entre un “nosotros” y un “ellos”, ha tenido que construir una diferencia entre “progresistas” y “conservadores”. Esta frontera no instituye una relación de orden político entre adversarios; al introducir un impasse entre las configuraciones de poder, ella sirve para descalificar las diferentes formas de oposición al asimilarlas bajo un mismo vocablo, el de “conservadoras”. Emmanuel Macron se permite así despreciar como “conservadores” al gran número de franceses que se oponen a su política y de ignorar las reivindicaciones de la “Francia de abajo”. 

Que una tal política conduce inevitablemente a la revuelta de las categorías populares no parece inquietarlo. Como no pretende de ninguna manera representarlas no le importa haber logrado la mayoría absoluta sobre la base de solo 15% de los inscritos y con una abstención del 57 %, algo nunca visto hasta ahora. Eso es lo que parecen olvidar todos los que celebran esa nueva mayoría que presentan como la expresión de un verdadero cambio democrático. El hecho que haya muchas mujeres y personas de la llamada “sociedad civil” no indica un real avance democrático ya que todos proceden de las franjas superiores. Además, deben su elección a Macron y van a ser muy dóciles. El llamado “cambio” no es más que un “recambio”. Se trata de renovar el personal para que todo siga igual. Estamos en realidad frente a una regresión democrática. Ya se anuncia en el hecho de que, a pesar de haber obtenido, gracias al sistema electoral francés 75% de los diputados en el parlamento, Macron se está preparando para imponer su programa por decretos (ordonnances) y así implementar lo más pronto posible medidas rechazadas por la mayoría de la población, como la reforma del estatuto del trabajo y la constitucionalización del estado de urgencia. Afortunadamente la France Insoumise ha conseguido un número suficiente de diputados para crear un grupo parlamentario que, bajo la dirección de Jean-Luc Melenchon va a ser capaz de hacer oír una voz diferente. Será dura la batalla contra la profundización del neo-liberalismo en Francia. Pero con 64% de los jóvenes que no fueron a las urnas existe un potencial de resistencia que permite esperar un verdadero cambio en cinco años.

* Traducción de Agustín Lucas Prestifilippo.

viernes, 23 de junio de 2017

ASSANGE,Por Horacio González


Horacio González
En la edición de PáginaI12 del domingo, hay una nota que me gustaría comentar, no para agregar nada lo que desde ya dice tan sugestivamente, sino para permitirme algunas reflexiones contiguas al tema que trata,con el deseo de seguir una discusión. El tema al que me refiero está en un excelente reportaje hecho por Santiago O’Donnell a Julian Assange, que provisoriamente me lleva a formular una inquietud. ¿Cómo se reconstruye una forma de la ciudadanía abierta, sustentada en un sujeto complejo y autodeliberativo, menos vulnerable a maniobras de agencias estatales que manejan operaciones secretas, políticas, jurídicas o militares? De otro modo, se trataría de la pregunta sobre cuánto de lo que nuestra conciencia cree ser una verdad, poseída exclusivamente por nosotros, se debe dejar pasar al mundo público. Ya sea para decirlo todo “brutalmente” o para dejar filtrar lo civilmente necesario, sin incurrir en “sincericidio” o retaceo de información. Es la antigua discusión sobre qué es un ciudadano, figura en declive en todo el mundo.

Julian Assange actúa con una ética personal, una suerte de protocolo reflexivo del débil, pero conoce perfectamente el funcionamiento de las comunicaciones políticas corporativas basadas en el sigilo o en el secreto, bajo la obvia hipótesis de que lo fundamental de la política sucede en torno a engarces secretos, encapsulamiento de claves, flujos informáticos reservados entre agentes de inteligencia (notoriamente en casos de guerras: Irak, Afganistan, Libia, Siria, etc.) o correos electrónicos sobre asuntos públicos circulados por vía privada (en el caso de Hillary Clinton). Hay pues un tipo de militancia novedosa en Assange dando a conocer el soporte secreto de “operaciones sigilosas” de Estados y Corporaciones, que suelen implicar muertes en actos militares clandestinos o decisiones financieras subrepticias o ilegales que afectan a millones de personas. 

En todas estas cuestiones ha intervenido la organización de Assange, con numerosos militantes en todo el mundo y respaldo de periódicos generalmente vinculados a un genérico y resistente progresismo mundial. Agreguemos que el gobierno de Cristina Kirchner y el de Lula en su momento lo han sostenido en su refugio en la Embajada de Ecuador en Londres, y fueron parte de su círculo de protección ante los violentos requerimientos judiciales que recibe de otros Estados. De la muy interesante entrevista de O’Donnell, se desprende la idea de un nuevo tipo de militancia planetaria de tipo tecnológica y con una red de agentes confidenciales preparados o espontáneos, casi siempre exógenos pero también en el seno de los grandes Bancos Mundiales de Información Secreta. Todo ello le exige al creador de WikiLeaks (nombre tomado a medias de lo que ya inventó Internet por su cuenta, y del palabras fuga, escape… no de “gas” sino de “información”, que a su manera también es un tipo de fluido etéreo y asfixiante). Todo ello exige una visión geopolítica del mundo, una idea de lo estratégico –este viejo concepto Assange lo emplea a menudo– y una polarización nueva en las formas de lucha, cual sería una confrontación con los establecimientos más poderosos de control de flujos o stocks de información mundial (Corporaciones, CIA, la incendiaria Iron Mountain y sus afines en todo el mundo) lo que sugiere un tipo de lucha en una esfera especial. No hay una sola Catalogación Secreta Universal, sino varias, escindidas por Estados, coaliciones, empresas, medios monopólicos de comunicación, etc., y por contraparte, la nueva militancia tecnológica neolibertaria, de develación por filtración masiva –esperándose que su difusión sin más produzca efectos democratizadores del horizonte social público.

El secreto mundial de Estados coaligados o no, hace de la información una lógica sistémica, pero muy movediza, con su correspondiente entropía (espero haber usado bien esta palabra). Los grupos de dominio ejercen un tipo de meta-control que posee sistematizaciones pero también sus propios puntos de fuga aparentemente dispersos, asimismo previstos o inspeccionados por ellos mismos. Es muy interesante el análisis de Assange del comportamiento del grupo de Hillary Clinton (con sus mails desplazados desde la dimensión pública a la encubierta), para lo cual, ante las pertinentes pregunta sobre sus “fuentes” que le hace el entrevistador, Assange debe decir que si esas informaciones las hubiera recibido de otro Estado con intereses en la elección norteamericana, de Rusia, por ejemplo,”no las aceptaría aún en el caso de ser documentos verdaderos”, pero potencialmente capaces de alterar relaciones de fuerza en las que el frágil perdería la potencia de lo que podríamos llamar su “interés desinteresado”, su causa vinculada a la ética universal altruista.

Assange asombra por la precisión de su lenguaje, con especulaciones de alta política y refinamientos geopolíticos, todo pasado por la creación de un poder contra-informático, cuyas notaciones de lenguaje son, lógicamente, las de la llamada bien o mal “revolución informática”. En Assange la descripciónde lo que hace WikiLeaks es cruda, incisiva, directa, absolutamente profesional. Obliga a pensar en la distancia con los estilos y destinos militantes que muchos conocimos y practicamos, y seguimos practicando, fuera de este proyecto tan complejo de captura de información reservada, enseguida convertida en actos judiciales (pues difunde secretos, masacres o maniobras de Compañías especializadas en vigilancias, escuchas y seguimientos de vidas), luego en un juego de fuerzas entre países, y en la laboriosa construcción de una ética del uso de la información. Esta última tarea de profundo interés, que se evidencia en las entrelíneas de la entrevista a Assange, merece atención y debate. Pues todo indica que esta experiencia modifica la estructura tradicional del juicio político, por lo menos en cuanto a que este tenía (y tiene) un componente literal y otro de paradoja de las consecuencias –ambos públicos– a lo que se agrega la amplia faja de comunicaciones cerradas a espaldas del arcaico “contrato social”, con planificaciones militares, políticas o financieras al margen del supuesto panóptico social democrático, en vías de extinción como espacio público. 

Si este espacio existe ya no lo vemos nosotros sino que está disuelto en las redes precintadas del estado o corporaciones aledañas, y es él quien siempre nos ve a nosotros. La paradoja de las consecuencias que permitía un tinte trágico pues se refería a quien quería el bien y producía el mal, ahora es al revés y enfoca el caso Trump, que invierte la ecuación. Es lo más inconveniente por su patoterismo racista, pero sus “efectos” reales pueden ser favorables a que se abran fisuras alternativas, reacciones populares, una nueva unidad latinoamericana y acciones por el estilo. ¿Podemos pensar así? Zizek, en este diario, lo ha insinuado. “La única manera de responder a Trump hubiera sido apropiarse de la rabia contra el establishment y no descartarlo como primitivismo de basura blanca”. Assange no ha expulsado de su lenguaje la palabra “tragedia”, propia de la paradoja de las consecuencias entendidas a la manera clásica, como lo incierto e imprevisible de cualquier acto político. La emplea para el caso Hillary. La tragedia de ella está irónicamente descripta. Primero ocultó procedimientos irregulares en redes, luego ocultó lo que ocultaba y en una tercera vuelta de tuerca ocultó lo que ocultó que ocultaba. Una tragedia alude a la más vieja noción sobre lo político, elegir entre dos polaridades inconvincentes. Respiramos: ella anima una consideración sobre la naturaleza última de lo político, que nos devuelve a la lógica de lo público, del viejo ciudadano informado de por sí, que sabe de las contradicciones mundanas más que de estas maniobras en las tinieblas, que precisan un nuevo tipo de héroe perseguido para develarse. Pero éste no es tema de Assange.

Y cuando habla de este tema, Assange lo simplifica: libertad de expresión contra autoridad. Aperturas de los cofres secretos de los Estados imperiales ante crímenes militares y financieros. Recibimos,es claro, la tarea imaginativa de Assange como necesaria, además de provocarnos solidaridad y honda simpatía su tarea. Pero intuimos que estas opiniones deben ser pasadas nuevamente por el cedazo de los legados militantes por todos conocidos. Por eso, otra cuestión es la que se abre ante el juicio sobre Trump. Todo lo que dice sobre él Assange ingresa dramáticamente al debate actual: ¿Qué hay que acentuar primero, su xenofobia, su desprecio a instituciones y personas, su guerrerismo real o impostado, o lo que llamaríamos la paradoja de que con sus arbitrariedades flagrantes, facilita el reagrupamiento mundial de radicalizaciones democráticas o izquierdas nuevas, hoy aletargadas? No está claro en Assange, porque lo que no prima en él es la clásica manera del análisis político, en la que la reflexión política complementa con sus conocimientos históricos el estilo de investigación en las tinieblas. Así es entre nosotros en la larga tradición que tiene este tema desde Walsh a Verbitsky. 

Assange evoca a menudo consignas libertarias, o del liberalismo anarquista. Cuando explica el triunfo de Macri apela a las “redes sociales” y agrega que probablemente ahora está más débil también por las mismas redes. Por cierto, nunca, nada o nadie dejan ahora de usar las redes sociales, pero todavía no se ha escuchado una teoría sobre ellas al nivel de lo que propone Assange, que inevitablemente debería conceptualizar más profundamente las menciones u omisiones a la fuente, el sistema jurídico ya reventado por dentro, el secreto sobre operaciones no legales, los efectos de una revelación y –como si esto fuera poco–, la existencia de un operador cuya biografía es conocida, el propio Assange, asumiendo la figura encomiada del perseguido internacional, refugiado en la embajada europea de un país latinoamericano, por querer recrear una “polis genuinamente informada” a la altura de la “razón comunicativa”. Pero filosóficamente corresponde a una historia sin sujeto, que por momentos debe aclarar cómo se producen otras operaciones similares. Por ejemplo, con la apertura de los Panamá Papers, Assange comunicó que ese procedimiento provino de un organismo norteamericano de estrepitoso nombre, la Organized Crime and Corruption Reporting Project. Al parecer el objetivo era Rusia, para lo cual no importaba que la ligaran de rebote otros, los muy conocidos bribones vernáculos. ¿Cómo juzgar entonces esta guerra entre organismos que investigan las entrañas del monstruo, inclusive los que el propio monstruo alimenta? No dudamos de que este es un nuevo elenco de contradicciones, pero lo que hay que ver es si éstas explican a las formas clásicas de la ética y el análisis político, o si a la inversa, la vieja tarea militante social e historizada, no ha fenecido, obligándose sin embargo a estar al tanto de estas luchas entre agrupaciones especializadas en revelaciones diseminables en el seno de lo popular-ciudadano.

Este movimiento de piezas geopolítico-informáticas embutidas en la dialéctica del secreto y develación del secreto, a diferencia de los viejos ejercicios de “desenmascaramiento ideológico” muestran necesariamente su preferencia a analizar los eventos mundiales por sus consecuencias y no por la forma ética de su origen. Algo semejante ocurre con Zizek, pero este es el caso de un filósofo que intenta reconstruir el sujeto desde sus propios vacíos e inconsistencias, incluso sin abandonar del todo al sufrido Descartes. Para quienes obviamente seguimos sosteniendo las militancias clásicas y también apoyamos a Assange, sin embargo deberíamos sostener en primer lugar lo inadmisible de la figura de Trump, antes de postular que habrá consecuencias inversas de sus biliosas acciones, gracias a su obtusa inhumanidad. Eso podrá suceder, seguramente ya está sucediendo, pero si empezamos por ahí, luego nos obligamos a declarar “¡eh, che, pero nada que ver con Trump!”, lo que en verdad, para Assange y todos nosotros, no debe ser una aclaración a posteriori –a pesar de Hillary y de que la CIA estaba más de acuerdo con ella que con él–, sino un punto de partida moral, para luego ser consistentes en la reflexión sobre lo inevitablemente paradojal de toda afirmación política. Esto nunca dejará de ocurrir, si no el mundo entero estaría a merced de los burócratas de la escucha secreta y su corte de difusores que se arrogan la primicia del análisis de la palabra “pelotudo” dicha de un modo que hasta la Real Academia –organización no clandestina del Estado Español– dictaminaría como “uso irónico y de sentido reversible entre personas que se tienen confianza”.


Esta nota se publicó en Página12, el 7/02/17, la reproducimos ahora, porque  trata el problema de la revolución informática, y la militancia consecuente con ese cambio, y no escatima los problemas éticos adheridos, y su complementación con viejas formas de militancia, como las setentistas. El problema es muy actual y acorde con el cambio comunicacional producido por Cristina Fernández de  Kirchner, de cara al Siglo XXI. Siglo donde se toma conciencia que acceder a internet, es ingresar a un parque público, al decir de un querido amigo (El editor).

miércoles, 21 de junio de 2017

EN SOLIDARIDAD CON LA REVOLUCIÓN CUBANA, WILMAR CASTRO SOTELDO Y EL FRACASO DEL IDEALISMO CRISTIANO EN VENEZUELA, Por Heinz Dieterich, para Vagos Peronistas


Heinz Dieterich

1. Quebranto de confianza con Maduro


Según la revista francesa L'Express, el Teniente Coronel de la Fuerza Aérea (ret.) y actual Ministro eide Agricultura, Wilmar Castro Soteldo, ha formulado (en privado) las siguientes críticas al gobierno madurista y la Asamblea Nacional Constituyente. "Jugar a escalar la violencia contra los manifestantes es irresponsable ya que la oposición es mucho más numerosa y no puede ser aplastada…En caso de guerra civil, no podríamos con ella, ya que somos minoría en el país".La represión "violenta y desordenada, y los abusos de la Guardia Nacional Bolivariana no hace sino fortalecer a la oposición, por lo que convendría cambiar de táctica y sacrificar a algunos ministros para otorgar garantías (o satisfacción) a la población". Sobre la ANC opinó que "no cambiará nada y los problemas en materia de inseguridad y de penuria alimentaria no disminuirán". Finalmente reconoció, que "los manifestantes en su gran mayoría pertenecen a las clases populares (y no a la burguesía o a grupos fascistas, como repite una y otra vez la propaganda oficial)".Si Wilmar Castro efectivamente hizo esos comentarios o no, es secundario, porque se trata de una descripción adecuada de la realidad, con la cual toda persona de sentido común y ética coincidirá.


2. Castro y el "daño colateral" de la guerra

Wilmar Castro Soteldo, al igual que Hugo Chávez, llegó al proyecto del Samán de Guere, después de haber combatido militarmente a la guerrilla venezolana. La sangrienta experiencia les hizo concluir, que el destino del país nopodía cambiarsemediante la guerra civil. Desde entonces, a Wilmar Castro Soteldole tocó varias veces jugarse la vida por la utopía de los jóvenes bonapartistas uniformados de Hugo Chávez. Durante la toma de la Base Aérea deLa Carlota, en Caracas, el 27 de noviembre de 1992, el Teniente Coronel cumplió un papel destacado en la detención de los oficiales, comandos y el Comandante de la Aviación, así como en la defensa de la base. Tuvo entonces la trágica experiencia de hacer daño sin quererlo, causando la muerte de un camarada chavista. Cuando la brigada de tanques de Fuerte Tiuna se aprestó a asaltar la base aérea, uno de los pilotos chavistas le preguntó, qué debía hacer. Castro Soteldo le respondió: "plomo", y el piloto destruyó con un cohete al primer tanque que se acercaba. Después, Castro se enteró, que este tanque estaba siendo comandado por un camarada militar, que era parte de la sublevación bolivariana.


3. El día del Golpe Militar

El día del Golpe de Estado, el 11 de abril, 2002, llamé desde México a varios amigos para ver si estaban bien, y qué podía hacer para ayudar en la derrota de la asonada reaccionaria de Fedecámaras, Washington y su camarilla de militares vendidos. Localicé a Tarek William Saab, a Raúl Baduel, a "Carlitos" y a Wilmar Castro Soteldo. "¿Estás bien Wilmar?", le pregunté? "Me acaba de despedir de mi familia", contestó. "Estoy saliendo para Maracay, para unirme aBaduel y sus paracaidístas, para derrotar al Golpe de Estado…Llámame más tarde a la 42. Brigada de Paracaidistas, paradivulgar en el mundo que desconocemos al gobierno golpista de Carmona Estanga y que resistimos a los golpistas." Así procedimos en esas horas dramáticas, cuando se jugaba el destino de la nación.


4. Arriesgar la vida por la utopía 

En honor a la verdad histórica --distorsionadamaliciosamente por intelectuales internacionales cortesanos "de izquierda" y la derecha "bolivariana" tipo Diosdado Cabello, campaña que lamentablementetoleró el amigo Hugo Chávez-- hay que manifestar que amigos empresarios burgueses le ofrecieron a Wilmar salvarle a él y su familia del incipiente terror blanco, que las hordas de Carmona Estanga comenzaron a ejercer. Sin embargo, Castro Soteldo declinó las ofertas de salvación, llegó sano y salvo a Maracay, donde nos comunicamos, y se embarcó en uno de los tres helicópteros de la operación militar de rescate del Presidente, en la isla La Orchila. El General Raúl Baduel quería comandar la operación, pero aceptó el argumento del General Alí Uzcategui, de que debía quedarse a cargo de la base de Maracay, en caso de que hubiera un enfrentamiento letal con las fuerzas especiales de la Marina en la isla.


5. La bestia y el túnel

Superado el golpe, invité a Wilmar a nuestras actividades políticas en varios países, para contrarrestar la terrible campaña de difamación anti-bolivariana en los medios burgueses e, inclusive, en grandes sectores de"la izquierda latinoamericana", que tenía viva la experiencia del terror de Estado de los militares criollos. Con grandes dificultades, nuestro Movimiento por el Socialismo del Siglo 21, logró abrirle paso a la verdad sobre lo que había pasado en Venezuela. Compañeros de lucha, como Alexis en el Ecuador,EnriqueGaucher y Toribio en Argentina, Carlitos y Antonio en Venezuela y Sandra Mirna en México, ayudaron en esa misión. De tal manera, que a dos meses del fallido golpe, el 15 de junio de 2002, Wilmar Castro Soteldo estuvo con nosotros en Buenos Aires. En el auditorio de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) establecimos el diálogo con l@scompañer@s de "Familiares de Detenidos y Desaparecidos" y lasMadres de la Línea fundadora de nuestra querida Norita de Cortiñas. El ex montonero Enrique Fukman, uno de los pocos sobrevivientes entre los más de 5,000 "desaparecidos" de la ESMA, fue fundamental para lograr reunir a los dos polos. Sostenía, con razón, que "lo militar siempre es un espacio en disputa con la oligarquía y el imperialismo" y que, por eso, la izquierda debe trabajar políticamente con los militares.Corrieron las lágrimas de ambos lados, en este difícil, pero necesario, encuentro con el Teniente Coronel Wilmar Castro Soteldoy las víctimas de los militares. Pero, al fin logramos entendernos y coincidir en la necesidad de trabajar con los jóvenes militares argentinos post-dictadura, para no dejarlos en manos de los fascistas uniformados de la oligarquía. La tarea de los militares bolivarianos, así acordamos, consistía en interactuar con los del Cono Sur, para sembrar los ideales de los Libertadores de la Patria Grande. Su exitosa superación del golpe militar oligárquico les daba la autoridad moral para servir de ejemplo militar hemisférico. Acordamos un intercambio de jóvenes militares de ambas naciones, para impedir que la bestia oligárquica saliera otra vez del túnel para matar.


6.Humanistas cristianos armados

Dentro del heterogéneo movimiento de Chávez, Wilmar Castro Soteldo pertenecía a un grupo de humanistas cristianos uniformados, cuya máxima representación era Hugo Chávez. No eran socialistas, ni sabían de economía política post-crematística --de hecho, hasta el día de hoy no tienen idea-- pero, eran nacionalistas, con un ligero barniz anti-imperialista y, sobre todo, cristianos cercanos a las doctrinas de la Opción para los Pobres, la teología de la liberación. Con el triunfo electoral de Chávez (1999) le llegó la hora de la verdad empírica a su doctrina. Fracasaron como Bartolomé de las Casas en su implementación, como muestra el desastre actual. Algunos, como Baduel, políticamentemás centrista que Castro Soteldo y religiosamente más místico y panteísta, se adelantaron a los tiempos y, pese a consultar con la Virgen de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac (México), fueron derrotados al enfrentarse al mito de Chávez. (En vano le advertí a Raúl, que un ser viviente nunca puede derrotar a un mito.) Pero, la cruz que el destino le había preparado a Wilmar Castro Soteldo era otra.


7. Wilmar Castro, Raúl Baduel y Alí Rodríguez

En tiempos de transición y confusión ideológica extrema, cuando el trotskista James Petras y el estalinista Atilio Borón coinciden, en que hay que reprimir militarmente en Venezuela --qué dirá el pobre Lenin de esta alianza de burócratas que juegan a la revolución-- es fácil de entender que el idealista cristiano Wilmar CastroSoteldo caerá en tres problemas estratégicas de su praxis de vida. En un ambiente de inmorales arribistas cortesanos, su ideas y modales democráticos de construir el futuro con el trabajo, no podían prosperar en los ministerios de la burocracia central. La necesidad de subordinarse a las decisiones del Presidente y de la camarilla nefasta que tenía sus oídos, lo condenaban a la disyuntiva de la rebelión o del conformismo. A diferencia de Baduel, optó por el conformismo. Y vinculado a esto, cometió el tercer error de decisión estratégica: no se separó del proceso, cuando la utopía comenzó a convertirse en distopia. En tales momentos, sólo la rebelión a tiempo confiere la autoridad moral para la praxis transformadora del futuro. Baduel se adelantó al porvenir y pagó un alto precio: la cárcel. Castro Soteldo se atrasó, quedándose en el pasado. Su cruz, al igual que la de Eduardo Samán, Alí Rodríguez et al, la carga en la soledad de la impotencia política. Idealistas cristianos, dogmáticos y oportunistas "socialistas", unidos en el fracaso de su misión. Los pueblos pagarán el precio de su ineptitud histórica.

jueves, 15 de junio de 2017

"LA FUERZA ES EL DERECHO DE LAS BESTIAS": SE CUMPLEN 62 AÑOS DE LA MASACRE DE PLAZA DE MAYO, Por Claudio Javier Castelli




“¡Bombardear una ciudad abierta!”, dicen que dijo ese día Juan Domingo Perón; pero dijo también que “no son soldados argentinos los que tiraron contra el pueblo, porque tirar contra el pueblo es de traidores y cobardes, y los soldados argentinos no son traidores ni cobardes”. Ese 16 de Junio de 1955.


“Fallaron los cálculos”, le dijo Isaac Rojas a Horacio Embón, en un reportaje radial, recién recuperada la democracia, en 1984. 


Si el plan era matar a Perón, bombardeando la casa rosada, con aviones, repletos de bombas, con el dibujo y letra de “Cristo Vence”, de ninguna manera los exime de los 370 muertos y 700 heridos, civiles y militares. 


Es que bombardear la casa rosada, implicaba el “daño colateral”, de masacrar a la gente que iba o venía del trabajo por la plaza, en horas del mediodía. “Daño colateral es el lenguaje eufemístico de los verdugos, en toda matanza de civiles inocentes. Incluso, un colectivo lleno de niños que visitaban la plaza, en un país donde eran los únicos privilegiados.


Fue un acto DE TERRORISMO DE ESTADO, por aviones de la marina, que deberían haberse subordinado al poder civil. Bombardear, la plaza, la casa rosada, la CGT, y la Residencia presidencial, en Agüero y La Heras. Son actos de Lesa Humanidad, que deberían ser juzgados hoy.


Gran parte de la violencia argentina que se desató en los años setenta, tiene que ver tanto, con el bombardeo a Plaza de Mayo, como los fusilamientos y la proscripción del peronismo durante 18 años. La ignorancia brutal de los militares que tomaron el poder, después de Perón, asesorados siempre por la ignominiosa CIA, es una página tristísima de la historia argentina.


Resulta risueño ver hoy en las redes sociales, como ante actos de corrupción de tirios y troyanos, se pide la vuelta de las fuerzas armadas, como si el tiempo las hubiera absuelto, de su inoperancia política, y efectividad terrorífica, para torturar hombres, mujeres, adolescentes, echarlos al mar, y desaparecer 30000 personas.


Pero no se engañen los compañeros peronistas, nosotros seguimos ideas, y  las “ideas no se matan”, están vívidas en los diferentes modelos de país que encarnan el peronismo, sus continuadores, y la oligarquía argentina encaramados hoy con Macri. Son dos modelos diferentes, sustancialmente distintos. 


Seguir ideas implica condenar a los corruptos de nuestras huestes y de las ajenas, sabiendo que todos aquellos traidores por actos de corrupción deben ser juzgados y condenados.


Pero también sabemos, que es más difícil que la justicia juzgue y condene la corrupción sistémica, de fugar divisas, a través de cuentas y empresas off shore, lavar dinero, y evadir impuestos. Tener más de 400.000 millones de dólares en el exterior.


Juicio y castigo para todos los corruptos, sean del movimiento nacional y popular, sean “gente bien”, políticos, empresarios y banqueros macristas.


También es un acto de cinismo y afrenta, que el presidente actual, del Banco de la Nación Argentina, reconozca, en su gobierno, que tiene “como muchos argentinos el dinero en el exterior”. 
Junio de 1955, por Daniel Santoro


Esos “muchos argentinos”, no son más que una minoría acaudalada, que vive de espaldas al país, soñando con Europa y los Estados Unidos, y no somos nosotros, son “ellos”.





Vayan estas pequeñas reflexiones, para recordar la barbarie de bombardear una ciudad abierta, a plena luz y movimiento, un 16 de Junio de 1955, y ratificar nuestra inquebrantable fe peronista, que es una ardua combustión de ideas simplificadas en la, hoy ausente, JUSTICIA SOCIAL.

martes, 13 de junio de 2017

PODER POLÍTICO: LA TELARAÑA, Por Jorge Luis Cerletti, para Vagos Peronistas

Jorge Luis Cerletti
“…en una sociedad como la nuestra, la verdadera tarea política es criticar el juego de las instituciones en apariencia neutras e independientes, criticarlas y atacarlas de manera tal que la violencia política, que se ejerce oscuramente en ellas, sea desenmascarada y que se pueda luchar contra ellas.”
“… el poder político es mucho más profundo de lo que se sospecha. Hay centros y puntos de apoyo invisibles, poco conocidos. (…) Si no se logra reconocer estos puntos de apoyo del poder de clase, se corre el riesgo de permitirles continuar existiendo y ver cómo se reconstruye este poder de clase después de un proceso revolucionario aparente.”  [En “El poder una bestia magnífica” de Michel Foucault, cit. en pág.19]
Desglosaré la cita según las dos cuestiones planteadas en el primer y el segundo párrafo.  Una, acerca de lo institucional y su naturalización. La otra, más inadvertida, se ancla en lo existencial. Con su solapada incidencia se da también sobre los que impugnamos el orden existente. Sean críticos sinceros o quienes lo negamos en esencia. Y ambas cuestiones son las disparadoras de las siguientes reflexiones.

La “Institucionalidad”

Lo institucional por excelencia se asocia al Estado, insuperada institución creada históricamente al calor de distintas formas de dominación. Aquí sólo mencionaré, sintéticamente, dos casos de gran incidencia actual. La institucionalidad bajo el gobierno de Macri y la que corresponde a la grosera operación que llevó a la presidencia provisional a Temer en Brasil. Matizados ejemplos de la “institucionalidad” que pregona la derecha cuando alcanza el control del Estado. Cada cual con sus respectivas circunstancias, configuran distintas máscaras que encubren su política real buscando legitimar su dominación. La que se referencia al caso de Brasil no requiere mayores explicaciones. En el gravitante país vecino se llevó a cabo un indisimulable golpe blando auspiciado por el poder del gran capital. Sus intérpretes visibles, fueron emergentes de la corruptela de funcionarios e instituciones que lograron destituir a Rousseff. No importó su penoso giro neoliberal pues no era de esa cofradía ni daba suficientes garantías. Pero ante la reacción popular y los escándalos de corrupción, los mismos inspiradores del golpe han puesto sobre la cuerda floja a quien llevaron a la presidencia y hoy les puede servir de chivo expiatorio.
En Argentina la cuestión está más invisibilizada pues el cambio de gobierno devino de un proceso electoral. El profundo giro político-económico y social que implementó el gobierno de Macri, lo hizo en flagrante oposición a su discurso de campaña, o sea, fue un fraude preelectoral. El control del Estado le posibilitó ponerlo al servicio de los intereses de los grupos dominantes que representa. Gestó un verdadero gobierno de ex CEOs. de multinacionales y de grupos concentrados afines. Obvio que el poder del gran capital externo-interno no es una novedad. Lo nuevo para nosotros, habituados a los golpes militares, fraudes y proscripciones, es que por primera vez en nuestra historia triunfó la derecha explícita sin disfraces peronistas que la disimulen. Que proviniera de una burda estafa político-ideológica habla de la vulnerabilidad de “la opinión pública” y de la carencia en la construcción de alternativas a la hegemonía del gran capital. Luego, es importante evaluar los alcances de “la democracia” en este período de dominio mundial del capitalismo.
Lo afirmado no excluye las contradicciones ni los momentos en que algunos sectores subalternos lograron revertir o atemperar sus efectos. Pero esos períodos hasta ahora fueron transitorios, una alteración de la “normalidad”. El máximo ejemplo fue el derrumbe de los Estados Comunistas que intentaron un cambio de sistema.      
La “institucionalidad” Macrista también albergó operaciones ilegales cuya concreción estuvo en función del nivel de conflictos y resistencias que produjo. Y para cerrar el tema, voy a señalar un caso emblemático de la “institucionalidad” Macrista: el 2x1 sancionado por la Suprema Corte de Justicia. Es que el Poder Judicial, honrosos juristas aparte, resulta el más conservador de los tres poderes republicanos, una especie de escribiente de las distintas formas de dominación. En esta oportunidad el P.E. quiso imponer por decreto dos jueces adictos en la Corte Suprema de Justicia, un procedimiento inconstitucional. Después, ante la reacción generada, apelaron a otras complicidades. Lograron el aval del Congreso para introducirlos legalmente. Y al poco tiempo cumplieron, dictaron el famoso fallo del 2x1. Lamentablemente, contaron con el aval de la jueza Highton de Nolasco que enlodó su figura a cambio de su permanencia en el Tribunal. Así fue sancionada la atenuación de la impunidad sobre los ejecutores del genocidio de la última dictadura militar (reducía el 50% de su condena).
La respuesta fue la formidable movilización popular del 10 de mayo por los derechos humanos. Los organizadores la estimaron en unas 500 mil personas en Plaza de Mayo y arterias circundantes. A la vez, se produjeron numerosas manifestaciones en distintas provincias. Fieles a la hipocresía que los caracteriza, Macri & cia. retrocedieron y dejaron pagando a los Supremos.
Se podría decir que la de mayo resultó una coronación de las grandes movilizaciones realizadas en marzo con más de cien mil personas cada una. La que generara a regañadientes la CGT triunvira que incluyó la fuga de sus dirigentes del estrado ante el repudio por sus vacilaciones para lanzar la huelga general. La de los docentes, la reivindicación de género “ni una menos”, la del 24 de marzo…
Frente a las mentiras e hipocresías del gobierno con sus reacomodamientos aparentes y su falaz institucionalidad, ha ganado bríos la resistencia popular y su presencia en las calles. Esto a pesar de las presiones del aparato represivo que encabeza la deplorable ex JP Patricia Bulrich. La situación actual y sus proyecciones demandan un análisis profundo y un amplio debate de ideas que supere la inmediatez del presente.

“La telaraña”

La telaraña simboliza el entramado socio-cultural del orden capitalista en el que proliferan hábitos y sobrentendidos que funcionan a nivel existencial y más sutilmente, de modo subliminal. Delimito el espectro para hacer más accesible la idea. A tal fin, selecciono cuatro categorías simbólico-conceptuales productoras de subjetividad aún en quienes nos oponemos al sistema capitalista. Ergo, considero la gravitante influencia del dinero, el consumo, el mercado y el trabajo. (1) Pienso que esas figuras representan algunos de los “centros de apoyo invisibles” a que alude Foucault. Sólo que son harto conocidas pero su gran visibilidad es una pantalla de lo opuesto, su invisibilidad. Aquí se aplica aquello de que “lo esencial es invisible a los ojos” pues en el capitalismo esas categorías resultan esenciales así como su introyección en la vida de las personas.
Si situamos socialmente a esas figuras, podríamos remitirlas a tres campos sin contar a los sectores dominantes o a otros beneficiarios directos del sistema. Me refiero a la esfera de la vida cotidiana, la de la política realmente existente y al espacio conformado por quienes cuestionamos al capitalismo.
En la vida cotidiana prevalece el imaginario social dominante encarnado en los comportamientos y hábitos de las personas. Éstos son efectos del “poder de clase” ejercido sobre ellas. Aquí vale hacer un breve comentario sobre la problemática general de las relaciones de poder interiorizadas en el conjunto de la sociedad.
Históricamente, se dieron distintas formas de dominación donde el capitalismo es la última de ellas. En todas, las relaciones de dominio son un factor constitutivo de la sociedad que abarca a las relaciones personales. (ver “Las relaciones de dominio como lazo social”; cuaderno de 1999, J.L.C.). Un ejemplo actual de las mismas surge de las luchas de género que impulsan las mujeres.
En torno a ese tema, vale una mención al interesante artículo de Jorge Alemán “¿Qué es la subjetivación neoliberal?” publicado en Página 12 el 5/6/17 y que expone ideas dignas de consideración. Dice: “Pero el suelo nativo del sujeto, el lugar desde donde adviene a su propia existencia no es el Poder, sino la estructura del lenguaje que lo precede y lo espera antes de su propio nacimiento. El sujeto es un accidente fallido y contingente que emerge en el lenguaje atravesado por la incompletud y la inconsistencia.”  En este párrafo que cito afirma una cuestión con la que disiento.
Soslayo el terreno estrictamente psicológico pues creo que J.A. introduce aquí un enfoque invasivo respecto de las relaciones sociales y político-culturales. Por más insustituible que resulte la estructura del lenguaje que precede al sujeto, no es el único pre-condicionante de su existencia.
La sociedad en que se nace, el momento histórico que lo sitúa, el hogar en que se anida, también preceden al nacimiento. Y tratándose de la subjetivación neoliberal, la influencia de la política y su inscripción cultural en lo ideológico, son componentes primarios y constitutivos en la formación de los sujetos dependientes. Aquí funciona un núcleo rector que es precisamente el poder. Éste no sustituye ni minimiza al lenguaje sino que lo adecua a sus intereses. Así el lenguaje asociado a la potencia mediática, se constituye en un valioso instrumento del neoliberalismo. Mientras que la contingencia del sujeto  atravesado por la  incompletud y la inconsistencia es del orden psíquico.
Retomo ahora las cuatro figuras que señalé como destacadas exponentes del entramado que denominé “la telaraña”. Vivimos una época de gran potenciación de esas cuatro figuras vitales para el capitalismo. Lo cual responde a su dominación mundial semi-absoluta ante la carencia de alternativas sustantivas. Dichas figuras son modeladoras de las conductas humanas y determinantes en sus motivaciones y actitudes.
En lo que sigue, soslayo su obvia y manifiesta incidencia en la vida cotidiana para referirlas a su relación con la política realmente existente y también sobre quienes sostenemos la emancipación del capitalismo.
Para abordar la política que se desarrolla bajo el imperio del capital, recurro a un reduccionismo simplificador y apunto sólo dos protagonismos. Uno, los sectores de poder concentrado que incluyen sus disputas hegemónicas. Éstas reflejan las contradicciones del gran capital extensivas a las potencias mundiales. El otro, la diversa gama de sectores dependientes que intentan reducir o eliminar los niveles de sujeción que provocan aquéllos junto a la derecha que los representa. Ahora dejo afuera de las siguientes consideraciones a los primeros debido a que son los dueños del sistema y usufructuarios de las mencionadas figuras. En cambio, los objetores de su política operan con ellas procurando favorecer a las mayorías populares. En ese sentido, tienden a quedar prisioneros de la telaraña en la que se enredan con otros fines.
En Sudamérica es donde más prospera esta política que produjo cambios de baja intensidad que se pusieron a la orden del día en varios países, incluido el nuestro. Para ello se apela al fuerte estímulo del consumo, la expansión de los mercados y la exaltación del trabajo. Todos enhebrados por el poder emanado del dinero y sus múltiples aplicaciones que coronan con la hegemonía del capital financiero.          
En general, el llamado “populismo” trató de implementar una política de corte desarrollista, moderadamente redistributiva y de carácter popular. Para ello utilizó los recursos y el relativo control del Estado. Pero tal institución, más allá de eventuales interregnos que contradicen su esencia, está al servicio de los responsables de la dominación. Luego, ¿hasta qué punto el “populismo” puede liberarse de la hegemonía del gran capital interno y de las corporaciones internacionales?
El giro actual a la derecha en varios países gravitantes de Sudamérica es una pre-respuesta que muestra varias caras. La intangibilidad del poder económico dominante. La vulnerabilidad de la independencia de los Estados Nacionales. Las ligaduras que supone el empleo de los mismos instrumentos afines a la concentración del capital (verbigracia, las cuatro figuras simbólicas). La decisiva influencia cultural que engendra en la sociedad. La democracia realmente existente que resulta un paraguas contra los golpes militares pero, a la vez, institucionaliza la dominación y no impide los “golpes blandos”. El sistemático reino del presente que obstruye imprescindibles construcciones “estratégicas”. Y este último punto nos convoca a todos los que aspiramos a una sociedad y a un mundo más igualitario y justo, libres de explotación y dominación.
La apertura que se produjo en nuestro subcontinente, incluida Argentina (eje de estas reflexiones), era impensable hacia fines del siglo pasado. Sin embargo, ese salto adelante no destruyó la telaraña sino que se fue fortaleciendo insensiblemente. Los éxitos no excluyeron los beneficios del enemigo. Las frustraciones, sí lo fortalecieron. Nuestro gobierno anterior, muy buen táctico, fue naufragando en la construcción de una alternativa independiente y liberadora imponiéndose el día a día. ¿Puede construirse bajo esas condiciones?
Poco tiempo atrás, en pleno retroceso de lo que se había logrado, se produjeron formidables movilizaciones cual testimonio de resistencia y reservorio de las energías populares. Pero la política realmente existente parece no estar a la altura de las mismas. Es un verdadero desafío pendiente.
Desafío que, de distinta manera, nos alcanza a quienes impulsamos la emancipación desde una postura anticapitalista. Porque a pesar de la claridad acerca de la naturaleza del Estado y de la necesidad de la horizontalización del poder con la consiguiente participación popular efectiva, todavía estamos muy lejos de generar alternativas que graviten en la sociedad.
Esto supone un doble desafío. Cómo articular esfuerzos con los sectores populares que luchan por mejorar las penosas condiciones de vida de la población.  Al mismo tiempo, cómo ir construyendo políticas emancipatorias que trasciendan la inmediatez del presente sin desatenderlo.
Una reflexión final acerca de la telaraña. La metáfora alude al gran capital y sus corporaciones gigantes como la araña devoradora. Mientras que quienes se resisten a ser devorados tratan de zafar de su entramado. Unos, alejándose de las pinzas destructoras lo más que permitan sus fuerzas. Otros, intentando destruir la telaraña y su creadora. Los últimos, amen de la gigantesca tarea que conciben, deben pensar que la vida cotidiana también los sitúa sobre la telaraña (y me incluyo). Y hoy pareciera que la araña ha producido un hilado muy fuerte… Mas, tratándose de un “insecto” llegará el día en que será aplastado. Unamos fuerzas y pensemos cómo construir ese futuro.------
Jorge Luis Cerletti
(9 de junio de 2017)
(1) Las cuatro categorías:
Dinero; es el medio equivalencial de los intercambios. Más allá de sus distintas formas, sobresalen las siguientes características. Como objeto de ganancia del capital se transforma en capital financiero. Su formidable expansión en las últimas décadas le dieron un protagonismo mundial sin precedentes. Con el salto tecnológico su operatoria funciona al instante y alcanza a cualquier parte del planeta. Esto potencia tanto su poder como su naturaleza ficticia multiplicada por el mercado de derivados, Bancos de inversión, etc. Suele ser el detonante de las crisis sistémicas (2007/2008 dixit). En lo socio-cultural, el dinero encarna el egoísmo y el individualismo propios del capitalismo y es un destacado patrón de valores resumido en el “tanto tienes, tanto vales”.    
Consumo: la producción en el capitalismo genera mercancías que conllevan, potencialmente, el valor extraído al trabajo de los obreros que las producen (explotación). Para realizar ese plus valor que portan deben venderlas lo que se concreta en su compra, o sea, el consumo. Si no hay consumo no se genera la ganancia del capital. Ergo, el sistema es una formidable usina de productos destinados al consumo y sus destinatarios, los consumidores. Luego, inyectan en la sociedad un insaciable apetito por la compra de mercancías, sean necesarias o superfluas.
Mercado: es el lugar donde se efectúan los intercambios y se realizan las ganancias y es manejado por los empresarios. Asimismo, disimulan su protagonismo bajo el nombre de “los mercados” como si se tratara de un espacio neutro.
Trabajo: en el capitalismo el trabajo humano, en cualquiera de sus formas, está ligado indisociablemente al trabajo asalariado. Allí se materializa la explotación y la obtención de la plusvalía (trabajo excedente no remunerado) apropiada por el capitalista. La lucha legítima por las fuentes de trabajo y contra los despidos responde a las necesidades de supervivencia de los trabajadores. Contradictoriamente, esto implica el derecho a ser explotado que incluye las pugnas sindicales por obtener las mejores condiciones posibles.




lunes, 12 de junio de 2017

LA CENTRALIDAD DE LOS HUMILDES DE LA TIERRA: A PROPÓSITO DEL DISCURSO DE LULA, Por Leonardo Boff


Leonardo Boff
Esta reflexión está motivada por el discurso del expresidente Lula al cerrar la apertura del 6º Encuentro Nacional del Partido de los Trabajadores el día 1º de junio de 2017 en Brasilia. Lo hago como observador interesado en el proyecto social que el PT realizó en parte en sus años de gobierno. No estoy afiliado al partido, pues estimo que partido es siempre parte y la tarea del pensador intelectual es intentar pensar el Todo y ocuparse menos de las partes que siempre son muchas y no raramente contradictorias.

Tres puntos me llamaron particularmente la atención.

El primero de ellos es el carácter de clase del partido. Está en su nombre: Partido de los Trabajadores. Es decir, se propone representar a las grandes mayorías del país compuestas por la clase de los trabajadores del campo y de la ciudad, aquellos que dentro del sistema del capital viven de salarios (venta de su fuerza de trabajo manual o intelectual). Esto no significa que esté cerrado solamente a estas grandes mayorías. Está abierto a todos los que asumen la democracia y las principales demandas de los trabajadores que son tener trabajo, ganar un salario decente, trabajar en condiciones adecuadas, luchar por la justicia social para disminuir el foso perverso de las desigualdades sociales y poder organizarse en sindicatos para defender mejor sus derechos y tener más fuerza en las negociaciones con los dueños del capital.

Lula resaltó el carácter nacional del PT. En su gran mayoría, los partidos en Brasil tienen su base en los estados de la federación y representan a las fuerzas hegemónicas locales. Piensan más lo regional y menos lo nacional. El PT nació pensando lo nacional, es decir, Brasil como proyecto de nación soberana, autónoma que rompió con el sustrato esclavócrata, colonial, neocolonial y dependiente de las grandes potencias que hegemonizan el curso del mundo. El PT desarrolló la conciencia de que tenemos una base ecológica, geopolítica, económica, poblacional y cultural que nos permite elaborar un proyecto propio de nación soberana. Este, junto con las demás naciones, ayuda a definir los rumbos inciertos de la humanidad, ahora en una fase nueva de su historia. Es la fase de la planetización, fase en cierta forma dramática a causa del calentamiento global y del grito de la Tierra superexplotada por nuestro modo de producción depredador y de consumo perdulario de bienes y servicios naturales. El futuro de nuestra especie y de nuestra civilización está en juego.

Lula destacó que el PT es el primer partido de carácter nacional que se propone pensar el país como un todo y en el interés de todos, a partir de los intereses de las grandes mayorías históricamente descuidadas. Hay que reconocer, como lo mostraran nuestros historiadores, en particular José Honório Rodrigues y Raymundo Faoro, que los partidos dominantes pensaron un Brasil menor, buscando primeramente sus intereses y no el interés común de todo el pueblo brasilero. Nunca hubo un proyecto que incluyese a los millones de excluidos, marginados y considerados por la clase dominante, heredera de la mentalidad de la Casa Grande, como don nadies, a los que «les negó derechos, arrasó su vida y, cuando los vio crecer, les negó poco a poco su aprobación, conspirando para ponerlos de nuevo en la periferia, lugar que sigue creyendo que les pertenece» (Rodrigues, Conciliação e Reforma no Brasil, 1965, p. 14-15). ¿No se está repitiendo esta tragedia con las medidas del “gobierno” que tenemos, de manera aún más radical, desmontando, una por una, las conquistas de años de trabajo político y social?

El segundo punto es de gran relevancia ética y política. Se trata del núcleo central del proyecto político del PT: dar centralidad a los humildes de la Tierra. Al hablar del proyecto que debe ser nuevamente pensado, incrementado y consolidado en el Congreso, no empezó con la idea arrogante de Brasil gran potencia industrial y campeona en exportación de materias primas. Empezó con los humildes de la Tierra: con los indígenas, a quienes debemos proteger y devolver sus tierras invadidas por el agronegocio; empezó con los quilombolas, a quienes debemos reconocimiento por su lucha de supervivencia, por sus tierras y villas; empezó por los negros, a millones convertidos en “piezas”, carbón para quemar en las fábricas de producción; volverse hacia África no es solo pagar una deuda histórica impagable, sino practicar la solidaridad para que ella pueda mejorar las condiciones de vida de sus poblaciones mediante lo que nuestras instituciones científicas ligadas a la agricultura produjeron con gran calidad; empezó por las mujeres discriminadas todavía por el patriarcalismo, a pesar de toda la contribución que han dado al desarrollo del país; empezó por los Sin Tierra y Sin Techo que buscan tierra para trabajar, producir y vivir en una democracia llevada al campo y a las periferias; empezó con los rescatadores de material reciclable, a los que siempre apoyó (y se conmovió al recordarlos), liberando algunos millones de reales para que mejorasen sus condiciones de trabajo; empezó con los LGBT que trabajan, votan, pagan impuestos y muchos son asesinados; empezó con los trabajadores en general, obligados a aceptar salarios bajos para permitir una mayor acumulación a las oligarquías que controlan gran parte de nuestra economía; en fin, empezó diciendo que debemos incluir a los empresarios, pequeños, medianos y grandes que crean empleos y producen, y que deben sentir su responsabilidad en la construcción de una nación más justa e igualitaria. Todos debemos convergir en este sueño colectivo.

¿Cuál es el significado de este tipo de discurso? Dar primacía a la persona humana. Esa opción revela la innegable dimensión ética de la política, pues ya para Aristóteles ética y política eran sinónimos. Gobernar no es administrar la economía, controlada por el mercado, sino cuidar del pueblo, de la calidad de su vida y de su alta dignidad. Gandhi decía que la política es un gesto amoroso para con el pueblo, el cuidado de la cosa común. Esto es lo que fue propuesto como el núcleo esencial del proyecto político a ser concretado por el PT y sus aliados.

Pero esto difícilmente se consigue, recalcó el expresidente – y este es el tercer punto – si no hay educación general. Dedicó los mayores elogios a la importancia decisiva de la educación para gestar un país soberano y moderno. De ahí las muchas iniciativas que inauguraron los gobiernos del PT para permitir que los pobres, negros y marginados hiciesen cursos de profesionalización y pudiesen ingresar en las universidades.

Finalmente, invitó a todos a ser creativos. No se trata de repetir lo que ya se ha hecho, sino de reinventar nuevas formas de hacer política social con participación popular, aprovechando las buenas experiencias realizadas, y proyectar otras nuevas que busquen más inclusión, más ciudadanía y más dignificación de la vida humana.

Por último, apeló a la importancia política de la esperanza. Quien alimenta esperanza no acepta indignado las iniquidades sociales, se dispone a luchar para proyectar un horizonte nuevo; la esperanza desencadena energías escondidas que pueden crear un nuevo paisaje y dar la victoria. La esperanza es el motor de la historia y de los cambios.

Si el PT llega nuevamente al gobierno central, mediante el voto popular por voluntad de la mayoría de la población es para encontrar una salida a la crisis, ya que las clases dominantes que se apoderaron del poder, están perdidas en su voracidad de acumulación en contra de la gran mayoría de los ciudadanos y, atónitas, no saben encontrar una superación promisoria de la crisis en la que todos estamos metidos. Las víctimas principales son los históricamente sufridores a los cuales no nos está permitido imponer cargas todavía más pesadas de las que ya cargaron. Sería demasiada inhumanidad. Pero eso es lo que estamos verificando con las medidas desastrosas de la actual administración.

Un PT renovado y purificado de sus errores, defectos y limitaciones, puede proponerse a la sociedad como un partido que puede despejarnos el horizonte y ofrecerse como un camino político de desarrollo sostenible por ser más participativo donde, al decir de Paulo Freire, no sea tan difícil el amor.