viernes, 28 de abril de 2017

POR FIN LLEGÓ EL CONDUCTISMO, Por Horacio González


Horacio González
El concepto de conducta tiene tantas interpretaciones como la raíz de la que proviene: conducir, conducirse. El macrismo ha puesto en circulación otros significados, que lo sacan de su cómoda ambigüedad para convertirlo en una nueva teoría de la administración biopolítica de las personas. Frente a la actual crisis educativa, que es una crisis pedagógica y humanística antes que tecnológica y de impericia para adentrarse en el mundo de los textos, el macrismo está alentando -a través de figuras de última hora como el neurólogo en ascenso Facundo Manes-, un engendro educativo basado en las neurociencias. Es dudoso que esta perspectiva tan errónea como injusta con la tradición pedagógica nacional consiga otra cosa que la biologización de las instancias sociales del aprendizaje. Nada podemos esperar de esta embestida que acaba con la autonomía del “logos” educacional argentino, maltrecho pero perseverante.

Sin embargo, descubre un aspecto ya esbozado en el macrismo y definido hasta ahora por sus filósofos oficiales tanto como por el escueto y laborioso fraseo del propio Macri. El neoliberalismo no es cosa simple: viene acompañado por la vieja escuela conductista, que hace de la conducta un plan adaptativo basado en la teoría del reflejo, más empobrecida que en la época del propio Pavlov. Se dice del foso creado por las nuevas formas de lectura y la incerteza que provocan los instrumentales técnicos que no quedan integrados al discurso pedagógico, sino que permanecen extraños a él, como invasores al acecho; por ejemplo, la cuestión del uso de celulares en horas de clase. No es cuestión simple, pero para el conductismo todo lo es. La conducta así entendida emanaría no de juicios de naturaleza ética, sino de técnicas cognitivas, una mezcla de psicología informática e inteligencia artificial. Recuérdese la histórica consigna balbinista, “Balbín conducta”, que significaba otra cosa. Suponía dar una nota de elevación moral de la conciencia personal; luego cuando fue cambiada por “Balbín solución” muchos viejos radicales protestaron por la pérdida del tono ético. Esos hombres ya no están más o quedaron dignamente en la resistencia.

El conductismo, salido de las entrañas del productivismo capitalista, parte de un complejo sistema de acciones y reacciones localizados en el cerebro. Sin embargo, los neurocientistas siempre buscaron una ética, y el ejemplo mayor de esa búsqueda lo teníamos cerca, correspondía al epistemólogo Mario Bunge, que proponía una ética neurobiológica que desembocaba en un liberalismo que, antes que nada, cuestionaba las metáforas que le dan vida a toda lengua, incluyendo todas las filosofías conocidas de la praxis y las investigaciones psicoanalíticas, que ocurren en el interior de la inescindible pero compleja relación del lenguaje con el mundo de las prácticas.

Aquí ni siquiera eso, pues el nivel de los conductistas del macrismo (el neuro-macrismo) lo expresan no solo los políticos que hablan en su nombre, sino también los nuevos brebajes del conductismo empresarial (el coaching) y toda la desafiante veta especulativa que proveen arlequines como Durán Barba, al que no sólo puede vérselo como un hechicero repleto de torpes artimañas, sino como anticipador de este conductismo que quizás no supimos ver desde su inicio, cuando ya se insinuaba con la recuperación de un Nietzsche empresarial o para empresarios la “voluntad de poder” asociada al “management”. Cuando entre las tantas supercherías que derrama, Durán Barba dice que nada más importante que el timbreo en una casa modesta por parte de una figura pública (el propio presidente, captado específicamente con su displicente figura frente a un domicilio suburbano), la crítica que se le hizo a este artefacto ilusorio era obviamente la que lo señalaba como la construcción artificial de un arquetipo.
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No nos dimos cuenta que ese timbre era como la campana de Pavlov y que estaba destinado a su “viralización”, palabra que alguna manera conjuga neurociencias bacterianas e informática. En un reciente artículo Durán Barba expone su credo, haciéndolo remontar a las conductas de los primates ante la selva desconocida. Se actúa allí con “inteligencia emocional” -un concepto conductista vecino a la “inteligencia artificial”- y rápidamente se hacen cálculos de sobrevivencia de la “especie”. “Cuando alguien abre la puerta de su casa y se encuentra con algo o alguien muy inusual, no olvidará la experiencia”. Eso dice Durán. Lo que significa que esa es la manifestación actual del núcleo de una nueva ciencia experimental que vendría de la prehistoria. ¡Con este develamiento, perdimos varios siglos enredados en inútiles antropologías! Nada sabíamos del Timbreo Experimental Inusual.

La mayor parte de nuestras decisiones las tomamos a partir de lo que vemos, agrega Durán, en las barbas del Obispo Berkley. Y remata: “A los consultores nos interesan las palabras del candidato, pero sobre todo qué es lo que entenderán los electores, que tienen sus propios códigos de comunicación. Cuando una persona escucha un discurso, solamente una mínima parte de la información que recoge es denotativa, es decir, tiene que ver con el contenido del texto. Cuatro quintas partes tienen que ver con la forma y el contexto en que se pronuncia el mensaje”. ¡Horror! ¡Vivimos equivocados desde el Hombre de Neanderthal! ¡Sólo se entienden los textos en una “mínima parte”! ¿Incluso los de Macri? ¡Caramba! ¿Hay que festejar en las escuelas y universidades este gran descubrimiento? Este es un tramo anticipador del manual de neurociencias, al que los cirujanos de la educación llegan tarde, porque lo teníamos ante nuestros ojos y no lo habíamos apreciado bien.

Es que, como dice el mismo Durán, la gente toma decisiones por lo que ve, y bajo esos estímulos esenciales de peligro se va formando el cerebro. Desde el hombre Neolítico al cerebro de este consultor político pasaron millones de años. Seguramente pasarán muchos menos para que una verdadera movilización de las fuerzas culturales, humanísticas, críticas, analíticas, científicas y tecnológicas del país, reaccione con argumentos novedosos y congregantes ante estos macaneos vergonzosos, al gusto de una nueva clase de lúmpenes-empresarios. Hay que decirles que están secas las pilas de esos timbres que van a apretar.
 

martes, 25 de abril de 2017

NEOFASCISMOS LIBERALES, Por Horacio González



La expresión neofascismo suena rara, inconveniente, no abandona nunca sus aires nefastos pero imprecisos. Y desde luego, como es un enunciado siempre disponible, se emplea con rapidez, impulsado por sus contornos difusos. ¿Calificaríamos así al gobierno de Macri? Examinaremos la cuestión. El sufijo “neo” modifica, suaviza y da cierto misterio al concepto posterior al que se le aplica. Lo envía hacia una zona ambigua que resiste ser descripta con facilidades dogmáticas. Apenas indica que un concepto original se presentará bajo nuevos ropajes. Deberemos entonces indagar si las actuaciones en el plano del lenguaje, la economía y el control social que ejerce el macrismo, pueden rozarse en ciertos puntos específicos con algunas evidencias del fascismo, no en su sentido literal sino evocativo. Por decirlo así, bajo insinuantes evidencias apenas deslizadas.
Horacio González


No perderemos tiempo con la expresión “fascismo” como acusación rápida. Tal como comprobamos habitualmente, sale veloz entre nosotros la expresión “fachos”. Pero trataremos con calma de ver qué raigambre puede tener ahora esa palabra en la actualidad argentina. Y en especial, en lo que hace un Gobierno que casi siempre suele ser ubicado en los cuadrantes del “neoliberalismo”. Necesariamente, para aliviar este tipo de comparaciones ultristas e insustanciales (en el pasado se llegó a hablar de “nazi-nipo-peronismo”), encerramos la palabra fascismo entre el prefijo “neo” y la expresión “liberal”, como un polvillo imprescindible en un cometa cuya cola atrae toda clase de detritus sobre los que nos debemos pronunciar. Estas mixturas o entrecruzamientos de apariencia insólita pertenecen, en cambio, a los momentos de mayor tensión histórica, como éstos. Y lo que parece contrapuesto, súbitamente, se encuentra.

La expresión “neofascismo liberal” ya la ha sugerido Jorge Alemán en varios trabajos y aquí la sustraigo para comentarla, muy seguramente en el mismo sentido que él le ha dado, aunque tratando de explorar con ella ámbitos de la comunicaciones de masas, formulismos discursivos del Presidente y de sus funcionarios, y demás artilugios del Gobierno “surgido de elecciones democráticas”. Lo resumimos en la pregunta sobre qué tipo de ciudadanía están construyendo. Todas las figuras de la ley, de la lengua, del juicio o de la misma conversación de apariencia trivial, se han transfigurado con el macrismo.

Es claro que la acusación de “fascismo” es proliferante, fulminante y dispendiosa. Tantas veces que hubo de necesitarla, el liberalismo golpista la dirigió como una flecha instantánea contra el peronismo. En su base había un importante equívoco, que costaba deshacer y que en gran parte ocupó la tarea de la publicística peronista... y del propio Perón. En la época del Congreso de Filosofía, fines del 40, se le ofrece a Perón invitar al filósofo alemán Carl Schmitt, recién liberado por los norteamericanos. El líder argentino algo sabía del asunto y les responde a sus colaboradores: “¿qué quieren, ya me dicen fascista, imagínense si ahora traemos a un escritor que tiene teorías consideradas nazis?”.

En las intervenciones del ensayismo peronista solía remarcarse que el peronismo surgía de una sociedad industrial en construcción, con un proletariado nuevo (tesis muy matizada luego por Milcíades Peña y otros autores) que expresaba demandas democrático-sociales y de modernización con justicia distributiva. No un nacionalismo redentista basado en arcaísmos psíquicos en contrapunto con tecnologías capitalistas avanzadas. Sino, un nacionalismo democrático y popular con distintos tipos de negociación con economías después llamadas del “capitalismo más concentrado”. Los fascismos europeos surgían en cambio del mesianismo de la sangre, aliado a los cánticos triunfales del futurismo artístico ante las grandes tecnologías. La epopeya del jefe teatralizado ante las multitudes, junto a la épica de una tecnología heroica en su mismo ser veloz y destructivo, caracterizó a esos fascismos. Funestos mitos operísticos, justificaron matanzas masivas con pensamientos escatológicos amalgamados con delirios de la razón de Estado.

Más allá de la filosofía mesiánica de la superioridad racial, sigue siendo útil para percibir los otros rostros de fascismo apocalíptico, como eran los de la cotidianidad fascista tratando de conquistar los últimos poros de la sociedad. Se puede hacer todo esto con la revisión de grandes films. Ejemplificamos con Amarcord (Fellini), El General Della Rovere (Rosellini) o Un día particular (Scola), entre tantos otros. Un equivalente argentino podría ser el famoso cuento de Bioy Casares y Borges “La fiesta del monstruo”, donde la violencia final antisemita suena impostada, pues lo que realmente les interesaba a los autores de ese gran libelo es acusar al peronismo de vulgaridad lingüística. El narrador desastrado que concurre a la Plaza de Mayo habla un cocoliche entre burocrático y rebuscado, idiomáticamente derrumbado.

Frente a esa crítica, terminante e hiperbólica pero que no hace creíble al “fascismo” de Perón, Borges escribe en cambio el “Deutsches Réquiem”, donde la grave pintura del oficial nazi –un intelectual víctima de un destino catastrófico– intenta ser comprensiva, creíble y trágica. El verdugo nazi y la víctima judía se complementaban, y con ese mismo argumento del tiempo circular, Borges condenó luego a las juntas militares. Borges sabía perfectamente quién era Ernst Jünger, y contrario sensu, el gran filósofo Carlos Astrada, cuando actuó periféricamente en las filas del primer peronismo, llegó a criticarlo sin poner como atenuante su exquisita y siempre reconocida estética de lo aciago. Cuestionó a Jünger precisamente por su tesis de la “movilización total”. Era tocar uno de los núcleos esenciales de lo que, alberdianamente, se condenó como el crimen de la guerra en el siglo XX.

Los sectores medios, como los que en Europa –Italia y Alemania–, hace más de medio siglo, se movilizaban acosados por humillantes derrotas bélicas anteriores junto a la búsqueda de culpables externos, no se dieron así entre nosotros. Aquí el reguero de violencia nacional no siguió necesariamente las formas políticas entrelazadas con una locura mesiánica que pretendía diversas fórmulas mágico-burocráticas de racionalización. Es cierto que en el bombardeo a la Plaza de Mayo se buscaron justificaciones en ideologías egregias. Para los marinos cristianos el “Cristo Vence” y para los militares laicos el fantasma redivivo de Rosas. Eran fórmulas fanáticas y sacramentadas que podrían justificar la masacre de tantas personas. Justificaciones místicas o idólatras que se fueron difuminando, aunque se tomaron su tiempo para hacerlo. Solitarios quedaron los masacrados de la historia, tirados sobre pavimentos y descampados.

La represión con tecnologías delirantes y secretas del 76, en el gobierno de las juntas militares, tuvo revestimiento liberal. Y en lo económico, sabemos cuáles fueron los resultados de estos fotogramas del “capitalismo neoliberal”. Pero en el interior de las mazmorras de exterminio, solía haber ciertas “hipóstasis”: los retratos de Hitler. En su famosa “Carta a la Junta Militar”, uno de los más conmovedores testimonios contemporáneos de denuncia y dialéctica de la esperanza, Walsh dice que los planes de sacrificio masivo de militantes se explicaban por una motivación económica, por la aplicación de un plan trazado por las potencias financieras internacionales. Estas precisas y tan cáusticamente elaboradas sentencias de Walsh sobre las técnicas de tortura y desaparición nos permiten introducir una interrogación sobre esa maquinaria de muerte.

¿Funcionaba como apéndice estricto de los proyectos económicos o tenía un lúgubre goce autónomo, relativamente exento de aquellas determinaciones materiales? Quizás había un autómata exterminador dentro del aparato clandestino del Estado, que se regocijaba turbiamente de esas economías propias de saqueo y la acumulación primitiva devastadora, devorando cuerpos más allá de lo que reclamaba ese mismo plan económico. Ese sería el “neonazismo” oculto de la Gran Represión, que convivía con la frase “los desaparecidos son entelequias” del “liberal” Videla.

Pero era una época en que, todavía, no estaban abolidas las significaciones ideológicas visibles, de plaza pública: nacionalismo, liberalismo, y en un plano más implícito, los diversos populismos, ante los cuales no era necesario que llegaran las más elaboradas reflexiones de Laclau, para intuirlo como una intermediación de nacionalismos democráticos, socialismos populares, jacobinismos republicanos y según los momentos diversos que se atravesaban, proclamas de “capitalismo serio” contra el “indeseable capitalismo salvaje”. Sin duda, una polémica.

El macrismo hace un corte, da un salto definitivo hacia la desconexión total de las ideologías para inaugurar una oscura política pulsional, exacerbando al individuo aislado como un átomo regido por un nuevo tipo de legalidad represiva. El “deseo represivo” es provocado en una nueva definición de un individuo, apenas superficialmente “ciudadano”, pero que expulsó la idea clásica de ley de su clausurada conciencia de hombre unidimensional. Marchamos hacia una concepción de la “ley” que hasta ahora no conocíamos. Es la ley encarnada por el Carro Blindado Antipiquete con Cañón Hidrante. Este artefacto no se halla dentro de la Constitución, sino al revés. La Constitución es su estropajo, su harapo para el guardabarros. Esto supone la abolición de la norma subjetiva ciudadana, fundada como tal en las diversas vicisitudes de la historia nacional. Es sustituida ahora por la conciencia inmediata, obturada en todos sus poros por el rezo ante el altar del Automóvil Acorazado que actúa en forma intratable, como animal suelto. Verbitsky lo llama teología política, en su última nota en este diario. Dentro de ese carro espectral viajan los voceros escogidos –no son pocos y nos hablan todas las noches– del neofascismo liberal macrista.

La ley moderna, desde el siglo XVIII en adelante siempre se concibió a la manera kantiana –incluso los nacionalismos más “hegelianos” también lo expusieron así–, de modo tal que se relacionase la norma general con la voluntad intrínseca de la persona. La ley moral surgiría entonces de la “voluntaria capacidad de que cada individuo sea un legislador universal”. Lo contrario al blindaje de la conciencia. Era la ley general social reelaborada por una subjetividad abierta del propio “legislador ciudadano”. Yrigoyenismos, peronismos, alfonsinismos, kirchnerismos se convirtieron en el resistente hilo zigzagueante de la reparación nacional democrática, con su más o sus menos y sus préstamos o recelos mutuos. Todos esos nombres se rigieron por ese legado en la interpretación de la ley. Ley social como discusión colectiva y sujetos públicos fusionados en ese debate sobre la norma porosa que hacía a la arquitectura de sus conciencias autónomas.

La novedad es que con el macrismo todo eso ha desaparecido. El fascismo son dos cosas, su nivel historizado y su nivel metafórico. Lo primero, el macrismo no lo frecuenta pues pronuncia palabras republicanas ahistóricas, aunque cada vez menos y sin comprenderlas acabadamente. Pero en el otro plano, su concepción financiera de las conciencias expulsa la ley moral. Concibe apenas conciencias hidrantes, chorros de violencia protocolizada que hostigan cuerpos. Por encima de la ley común hay Protocolos. El Macri-Prinzip, agazapado hasta el momento, ya salió a luz. Actúa al margen de los andamiajes normativos de una trama heredada, imperfecta pero ligada a la idea de hombres sociales libres. El Macri-Prinzip niega todo eso con un complejo y resbaladizo sistema de justificaciones para el pillaje de las conciencias por parte del Estado. El Carro Hidrante-Prinzip va al frente y retrocede un poco. Ejemplo: ataca las bases materiales del cine nacional y al otro día dice que lo “aman”. Las melosas rectificaciones posteriores son la incrustación del melodrama liberal en la conciencia del Protocolo General, y la guía del Carro de Combate Urbano son neometáforas fascistoides que ocupan el lugar de la ley común general.

La voz marginal de Baby Etchecopar, un troll con viscosidades a plena luz que actuaba hace tiempo, se corre progresivamente hacia el centro del sistema macrista. La sociedad argentina, con sus insuficiencias, era una sociedad de debates, una sociedad multilegislativa. La forma abierta de ley hacía que estuviera en los parlamentos y simultáneamente en las conciencias del pueblo del Himno y de la Constitución. El negacionismo macrista, con tantas manifestaciones ya a la vista, implica abandonar esa idea abierta de la ley, esa bellota siempre en debate, por una combinatoria gaseosa y picante. Un neofascismo progresivo, silencioso y sin palabras, con prótesis liberales que cada vez más se alejan de sus actos reales. Ganarle lo más pronto posible las elecciones, lo que no es un sueño descabellado, supone interferir la pesadilla del Gobierno de los Panzer Wagen, adquiridos con el dinero que le falta a la educación, al cine nacional o a la economía popular. 

jueves, 20 de abril de 2017

LA BANALIZACIÓN DE LA GRIETA, Por Ricardo Rouvier



La banalización de la grieta



El periodismo ha encontrado en la construcción linguística “la grieta” un latiguillo mediático que niega su dimensión histórica a nivel nacional y mundial para presentarla como una disfunción generada por el kirchnerismo. Ricardo Rouvier desarrolla en esta nota la idea histórica de las fracturas políticas y sociales, y afirma que los medios de comunicación están más interesados en la historieta que en la historia, en el panelismo que en la reflexión, en el suceso que en el relato.



Por Ricardo Rouvier*

(para La Tecl@ Eñe)


"Demasiado pronto te he visto sin conocerte y demasiado tarde te he conocido .Mi negra suerte quiere que me enamore del único hombre al que debo odiar”

Romeo y Julieta





Las grietas como herencia



Las fracturas sociales, culturales y políticas son propias de las naciones desde sus orígenes y forman parte de sus aspectos constitutivos. Por lo tanto no hay que poner cara de perplejidad ante el supuesto descubrimiento periodístico de segmentos enfrentados que hoy se ha convertido en un latiguillo mediático. Lo que da importancia a la existencia de la fisura en el tejido social de un país, es la permanente amenaza de la confrontación entre sectores que viven en situación latente de quiebre de la paz y el surgimiento de la guerra civil y, por ende, en su alejamiento del propósito de la unidad nacional. Es la conocida opción de hierro entre el caos y el orden social.



La grieta puede ser una diferencia cultural que se enraíza en las comunidades estimuladas por la baja tolerancia a las diferencias o la discriminación religiosa, como también aquellas alentadas por el poder para afirmar su capacidad, expresándose en banderías políticas que compiten en elecciones y que se basan en la negatividad del adversario. Es más, a veces, el adversario es estigmatizado como enemigo. El marketing electoral contempla lo que se denomina “campaña negativa” destinada a demonizar al competidor y cualquier dato de su vida pública o privada es útil para la demolición.



Conocemos la controvertida frase: "El infierno son los otros" que enuncia un personaje de la obra A puerta cerrada escrita por J.P. Sartre, y que explora su manera de pensar la intersubjetividad. señala la influencia de la mirada del otro en uno. La miradaque desnuda, que muestra al otro la realidad del ser, y a partir de ésta, el individuo es juzgado y condenado. Los protagonistas son sus propios verdugos. Tienen la mirada fija y constante en sus compañeros de encierro,eternizando la existencia. La metáfora sobre elinfierno es una habitación cerrada, sin espejos, en la que vivirán para siempre los condenados.Allí no existe el tiempo, que es un eterno presente, sin cambios, angustiante y sofocante. Es la vida sin pausa, en donde ni siquiera se puede pestañar, no se puede dormir, siendo constantemente juzgado por la mirada del otro. La solución sería encerrarse en sí mismo, huyendo; pero no lo salva. Están condenados a escuchar los pensamientos del otro, cuya presencia se hace patente e insoportable. Finalmente, para el autor existencialista el infierno no está en el futuro, sino que está aquí y ahora.



Fue Freud quien caracterizó al otro como obstáculo o como dificultad, en función del desarrollo personal donde predomina la imprescindibilidad del otro para constituirme. Es en la intersubjetividad que aparece el sujeto, en el cruce real y/o imaginario con el otro.



Pero la convivencia es una promesa que puede frustrarse cuando el sujeto se convierte en la negación del otro. ¿Cuál es el significado del relato del asesinato de Caín a Abel?, ¿cuál es el mensaje de esta historia bíblica?; ¿cuál era la lección moral?. Tal vez enseñarnos que la sociabilidad dependía de nosotros, de una construcción interpersonal. La fraternidad es una construcción, en una cultura en que hay que contar con la caída del hombre ante el pecado.



Como vemos, la grieta está en la génesis; también la posibilidad del arrepentimiento que abre el dispositivo de la comprensión primero y la piedad después. En definitiva, la paz es una conquista. También, hay que decirlo, que este relato de Caín justifica la presencia de un Dios juez, frente a la libertad del asesino. Y así va a ser; Dios concede el libre albedrío y se reserva su veredicto.



Las grietas tienen su pasado, presente e impulsan hacia adelante su opuesto, la utopía nacional, la armonía y la unidad. No muy diferente a lo que les pasa con la regionalización a los españoles, italianos, bolivianos, alemanes, rusos, montenegrinos, árabes, etc.



Esa utopía irrealizable en forma definitiva, mientras las sociedades no sean integralmente igualitarias y libres de prejuicios, puede tener una evolución progresista (deseable) o puede tener retrocesos conservadores. Hoy hay una restauración conservadora mundial que insiste con lo abstracto-general de la Nación unida, casi escolar, mientras lo que hace es mantener y confirmar el dominio sectorial sobre el todo.



El antagonismo puede alcanzar su punto culminante en el genocidio, en donde no hay retorno, en la detección, localización, persecución y muerte del otro. Medio Oriente hoy es un muestrario de diversas grietas, en las que intervienen tanto tradiciones locales, como las grandes potencias llenas de ambición económica y de tecnología militar. La Franja de Gaza es la geografía expresionista de una fractura que divide culturas, países, pueblos. Trump, revive la brecha histórica entre EEUU y México, y en Europa hay un retorno a viejas antinomias basadas en la xenofobia y la discriminación.



La grieta y el kirchnerismo



A pesar de estos antecedentes, una de las últimas capturas mediáticas en nuestro país, como si fuera un hallazgo del entretenimiento, es el descubrimiento de que hay una grieta que divide a los argentinos.



La “grieta” fue adoptada como una fisura novísima, impensada, fundada en el desencuentro. El gobierno convirtió en objetivo oficial “la unidad de los argentinos” que, como Pobreza 0, va camino a convertirse en una hipérbole más dentro del marketing oficial. Es verdad que la fractura se fue expandiendo como un río e invadió distintos espacios de la sociabilidad, inundando a la familia, las instituciones secundarias, y existe un responsable exclusivo ante la mirada mediática y oficial: el kirchnerismo.



En nuestra historia nacional, la existencia de la grieta comienza desde los inicios de la Patria hasta la contemporaneidad, con variaciones dadas por la evolución. El dilema puede ser el Caudillo o el Porteño, Unitario o Federal, o puede ser Personalista o Antipersonalista, Peronista o Gorila. A lo que se agregó desde el 2003 kirchnerista vs. no kirchnerista. La historia muestra una energía subterránea estructural que apunta a la unidad, pero también desde lo profundo aparecen las huellas del desencuentro. La lucha por la verdad, la lucha por la mejor lectura de la realidad, la lucha por la más eficaz metodología de progreso. La lucha por interpretar que es el progreso. El combate que se expresa como un tsunami en las redes sociales.



Sarmiento , Echeverría, Mármol, entre muchos otros, dieron cuenta de la existencia de la fracturas del siglo XIX, desde la versión trágica con su componente de destino que trata de cumplirse en la criminalidad del otro.

“Es utopía, es paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispanoamericana tal como salió de su tenebroso pasado colonial pueda realizar hoy la república representativa …con tres millones de indígenas cristianos y católicos, no realizareis la República ciertamente. No la haréis tampoco con cuatro millones de peninsulares, porque el español puro es incapaz de realizarlo acá o allá” (J.B.Alberdi. Bases Cap. XXX).



"¡Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en los federales! ¡Siempre en pandillas cayendo como buitres sobre la víctima inerte!" se dice en El Matadero.



También hubo quién ante la división de los argentinos prefería salir del escenario político, abandonar la patria y evitar tomar posición ante la autodestrucción. Quién puede ser indiferente ante el desgarramiento que transmite la lectura de estas notas.



"Partiendo del principio que es absolutamente necesario el que desaparezca uno de los partidos contendientes, por ser incompatible la presencia de ambos con la tranquilidad pública. ¿Será posible que sea yo el escogido para ser el verdugo de mis conciudadanos, y cual otro Sila, cubra mi patria de proscripciones? No, jamás, jamás, mil veces preferiría correr y envolverme en los males que amenazan a la patria que ser yo instrumento de tamaños horrores." Carta del general San Martín a Tomás Guido, Montevideo 3 de abril de 1829, pocos días antes de emprender su exilio definitivo.



La dialéctica amigo y enemigo ha sido constitutiva de la Nación Argentina en su doble matriz: liberal, republicana y federal populista. Por supuesto que en la complejidad de la realidad ha habido tendencias y fracciones de fuerzas; y ambas matrices se entrecruzan en algunas oportunidades. Pero las grietas en nuestro país tuvieron versiones armadas avanzadas durante el siglo XX como una manera de resolver las diferencias. Los acontecimientos de los ´70 son aún vistos por algunos, como un combate que no cesa (diferenciando combate de contradicción) y que provoca declaraciones extemporáneas en el espacio público.



Tanto Alberdi como Sarmiento, a pesar de sus diferencias, coincidían en la necesidad de hacer una transformación porque no eran optimistas en relación a que la fragmentación estructural asegurara la supervivencia de nuestro país. Justamente, la educación popular era para ambos la posibilidad de superar las distancias, de alcanzar una mayor homogeneidad social.



Desde otro ángulo podemos citar a Dorrego, Artigas, Rosas, los Caudillos federales, al yrigoyenismo, al peronismo; que apuntaban a la conformación de una democracia popular, en contraposición a una democracia formal. El acuerdo nacional, la paz definitiva, la comunidad organizada, es un objetivo para todos, incluido los liberales, pero con caminos bien diferentes. Por supuesto que los gobiernos viven diciendo que se gobierna para todos, tal cual lo determina el paradigma democrático constitucional, pero es la propia aplicación del poder que ensancha o angosta las fracturas nacionales.



Por lo tanto, hay muchas grietas aquí y en buena parte del mundo, y lo coyuntural puede tener alguna incidencia en la evolución de la convivencia. La concepción conservadora de los medios masivos se muestra en el discurso filantrópico permanente de la unidad, del amor universal y del orden de las cosas. Los medios nunca pueden dejar de ver un conflicto como un suceso, no pueden comprenderlo, sino simplemente tomar información y editorializar con premura.



La inauguración de la grieta no puede ser atribuida al kirchnerismo, pero sí puede aseverarse que la confirmó en la aplicación del poder, tanto en el gobierno de Néstor, pero sobre todo en los gobiernos de CFK, en los que se acentuó la dinámica de amigo-enemigo y el conflicto fue el motor de su gestión. No debería el kirchnerismo negar esto, ya que en su intento reformista desde que asumió, era inevitable generar diferencias, establecer fracturas y que esas lograran sumergirse en el clivaje social más profundo.



Esta profundidad implica también lo siniestro como emergente. Escribió en las redes sociales una funcionaria del Ministerio de Modernización sobre la joven violada y asesinada: "Ahora van a decir que a Micaela García la mandó a asesinar Macri porque era del Movimiento Evita jajaja... Parece que a todos les llega por juntarse con ese tipo de gente hay que tener mucho cuidado con las amistades que se hacen en este tipo de... agrupaciones? si se le puede llamar así a esa manga de mafiosos y patoteros ignorantes (sic)" Frente a estas expresiones que fueron varias del mismo tenor respecto a la víctima, nos preguntamos: si es la muerte, nuevamente, lo que nos espera en el porvenir; si vamos o no vamos hacia El Matadero. Tal vez no, porque esta pulsión tenga alguna forma de neutralización, como su sublimación en el lenguaje. Por lo menos, no hay posesión de fierros como en los ´70!!



El gobierno de Néstor Kirchner provocó a la sociedad en el 2003 (una sociedad que no tenía como prioridad la investigación sobre el terrorismo de Estado), desde un discurso develador logró varios objetivos: poner la cuestión social sobre la mesa, avanzar sobre los derechos humanos sin concesiones, señalar la existencia y responsabilidad de las corporaciones y la estimulación de las experiencias contrahegemónicas en América Latina. Es decir, transparentó la contradicción, el conflicto, develó a los contrarios y transitó sobre ello afirmando la grieta. Pero, la argentina subterránea está. Las luchas civiles del siglo XIX, el bombardeo a la Plaza de Mayo del 16 de junio; el “algo habrá hecho”, los desaparecidos, el secuestro de niños; están.



Nuestro país no ha asumido todavía los caminos de la reconciliación, como ha ocurrido en otras naciones que tuvieron largas dictaduras o han actuado en guerras internas e internacionales. Es más, muchos se oponen a la posibilidad de un reencuentro.



El gobierno de Macri apuntó desde el inicio hacia la polarización y la confirmación de las dos veredas del escenario político, que asienta claramente una confirmación clasista de su filosofía política. El cambio cultural que propone el PRO incluye el pase al archivo general de la Nación al peronismo, y a su aliado: el radicalismo. Implican también la negación de la historia y del pensamiento crítico. Y el blanco para obtener ventajas es uno solo: el kirchnerismo.



Por lo tanto, seguir hablando de la grieta como una disfunción k es una moda de los medios, que están más interesados en la historieta que en la historia, en el panelismo que en la reflexión, en el suceso que en el relato. Los argentinos deberíamos hacernos cargo de las grietas que supimos conseguir; y resolver la convivencia con estas diferencias dentro del marco procedimental democrático ejerciendo la interpelación, o forzar la oposición hasta que alguno abandone la disputa.



Buenos Aires, 13 de abril de 2017



*Licenciado en Sociología, doctor en Psicología. Analista político y docente universitario. 
 

miércoles, 19 de abril de 2017

LA HUMANIDAD AMENAZADA POR GUERRAS ALTAMENTE DESTRUCTIVAS, Por Leonardo Boff

Leonardo Boff

Nosotros en Brasil conocemos una gran violencia social, con un número de asesinatos de los más altos del mundo. No gozamos de paz pues hay mucha rabia, odio, discriminación y perversa desigualdad social.

Sin embargo estamos al margen de los grandes conflictos bélicos que se están llevando a cabo en 40 sitios del mundo, algunos verdaderamente amenazadores para el futuro de la especie humana. Estamos en plena nueva guerra fría entre USA, China y Rusia. Se ha reiniciado una nueva carrera armamentística, sea en Rusia, sea en Estados Unidos con Trump, para producir armas nucleares todavía más potentes, como si las ya existentes no pudiesen destruir toda la vida del planeta.

Lo más grave es que la potencia hegemónica, Estados Unidos, se ha transformado en un estado terrorista, haciendo una guerra despiadada a todo tipo de terrorismo, exteriormente invadiendo países de Oriente Medio e interiormente cazando inmigrantes ilegales y deteniendo a sospechosos sin respetar los derechos fundamentales, como consecuencia del “Acto patriótico” impuesto por Bush Jr que suspendió el habeas corpus, acto no abolido por Obama, como había prometido.

Francisco, el obispo de Roma, al volver de Polonia dijo en el avión el 12 de julio de 2016: «hay guerra de intereses, hay guerra por dinero, hay guerra por recursos naturales, hay guerra por el dominio de los pueblos: esta es la guerra. Alguien podría pensar: está hablando de guerra de religiones. No. Todas las religiones quieren la paz. Las guerras las quieren otros. Capito?» Es una crítica directa al actual orden mundial, de acumulación ilimitada que implica una guerra contra la Tierra y la explotación de los pueblos más débiles. Todos hablan de libertad, pero sin justicia social mundial. Irónicamente se podría decir: es la libertad de las zorras libres en un gallinero de gallinas libres.

Comentaristas de la situación mundial poco mencionados en nuestra prensa hablan del peligro real de una guerra nuclear ya sea entre Rusia y Estados Unidos o entre China y Estados Unidos.

Trump, al decir del intelectual francés Bernard-Henri Lévy (O Globo 5/3/216) «es una catástrofe para Estados Unidos y para el mundo. Y también una amenaza». De Putin, en el mismo periódico, afirma: «es una amenaza explícita. Sabemos que quiere desestabilizar a Europa, acentuar la crisis de las democracias, y que apoya y financia a todos los partidos de extrema derecha. Sabemos también que en todos los lugares en que se traba una batalla entre la barbarie y la civilización, como en Siria y en Ucrania, está del lado equivocado. Ahí está una verdadera y gran amenaza».

Según Moniz Sodré en su grandioso libro El desorden mundial, Putin quiere vengarse de la humillación que Occidente y Estados Unidos infligieron a su país al final de la guerra fría. Alimenta pretensiones claramente expansionistas, no en el sentido de recuperar la antigua URSS sino los límites de la Rusia histórica. El riesgo de una confrontación nuclear con Occidente no está excluido.

Estamos perdiendo la conciencia de los llamamientos de los grandes nombres del siglo pasado, como el de Bertrand Russel y Albert Einstein del 10 de julio de 1955 y unos días después, el 15 de julio de 1955, secundado por 18 premios Nobel, entre los cuales Otto Hahn y Werner Heisenberg, afirmando: «vemos con horror que este tipo de ciencia atómica ha puesto en las manos de la humanidad el instrumento de su propia destrucción». Lo mismo afirmaron varios premios Nobel durante la Rio-92.

Si en aquel momento la situación se presentaba grave, hoy es dramática. Pues además de las armas nucleares, hay disponibles armas químicas y biológicas que también pueden diezmar la especie humana.

Algunos analistas de los conflictos mundiales suponen que el próximo paso del terrorismo ya no sería con bombas y hombres-bomba sino con armas químicas y biológicas, algunas tomadas de la reserva bélica dejada por Gadafi.

En la raíz de este sistema de violencia está el paradigma occidental de voluntad de potencia, es decir, una forma de organizar la sociedad y la relación con la naturaleza basada en la fuerza, la violencia y el sometimiento. Ese paradigma privilegia la competencia a costa de la solidaridad. En vez de hacer de los ciudadanos socios, los hace rivales.

A ese paradigma del puño cerrado se impone la mano extendida como una alianza para salvaguardar la vida; ante el poder-dominación debe prevalecer el cuidado, que pertenece a la esencia del ser humano y de todo lo viviente. O damos este paso o presenciaremos escenarios dramáticos, fruto de la irracionalidad y de la prepotencia de los jefes de Estado y de sus halcones. 

lunes, 17 de abril de 2017

DOS ARTÍCULOS: "POLÍTICA Y VIOLENCIA, Por Horacio González, y "PALOS Y PIZARRONES", Por José Pablo Feinmann


Horacio González

La represión no es una esencia de la política, por el contrario, podríamos decir que donde hay política –política con su carga de verdad– nunca hay violencia. Proposición clásica que el gobierno de Macri desconoce o no tendría por qué conocer. Pero da la casualidad que una de sus aliadas, la doctora Carrió, es presidente de un Instituto llamado Hannah Arendt, pensadora que si se destaca por una posición específica al respecto es precisamente por esta drástica distinción entre política y violencia. O una o la otra. Pero no será la única enunciación que los nuevos autoritarios desconocen, en camino hacia un despotismo irresponsable. ¿Hasta dónde alcanzan las pseudo leyes que inventan para su público más desprevenido o silvestre, mostrando que la represión está amparada por reglamentos, leyes, memorándums, ritos, ceremonias? Ya el protocolo represivo –su mera mención– es una punta del pañuelo que asoma por el bolsillo superior del saco antidemocrático.

El macrismo ya contenía la amenaza coactiva en el pliegue más interno de sus actuaciones. Amenazadores eran sus discursos de campaña, amenazadores son sus políticas económicas, sus viajes al exterior, su charlas difusas y vacías para llamar a la paciencia o la esperanza. ¿Puede ser violento un llamado de esa índole? Lo es, pues sin que sea obligatorio que en una promesa haya violencia interna –otra vez Hannah Arendt, la promesa es una categoría de un contrato cívico sin resabios brutales–, el macrismo es la fusión revelada de la promesa sostenida por un hilo recóndito de violencia. El macrismo se caracteriza por el carácter violento potencial que tienen todas sus acciones. En la Plaza del Congreso, ante los docentes sindicalizados, salió a luz. A cara tapada –cascos policiales, funcionarios invisibles–, esas órdenes sigilosas salían del cenáculo de Balcarce 50, clavando sus cincuenta caninos en la yugular de la sociedad. Del otro lado, caras descubiertas, símbolos de la conducción democrática del conflicto social. ¿Quién no conoce el rostro público, valiente y argumentativo de los dirigentes educativos argentinos?

Y del otro lado, las caras aviesas, bajo sombras de virulencia contenida… ¿no se lo ve en las ironías coléricas de un rostro tenso, crispado y contagioso, el de Macri, a punto de derrumbar los mohínes aniñados de una gobernadora que en una imperceptible guiñada deja leer en sus labios tres sílabas rápidas, re-pre-sión, como escritas en una pizarra escolar para instrucción de su gendarmería? El macrismo hizo su juego permanente con una violencia latentemente implícita, que comienza en el timbre inocente y calculado y termina en el gas pimienta con dosis también recetadas, protocolizadas. Protocolo represivo, eso es, frase que contiene cierto hálito contradictorio. ¿Pues puede quedar bajo un reglamento específico la represión?

Todo puede tener un protocolo, una reglamentación, desde comprar uvas en el supermercado hasta la guerra misma, aunque resulte absurdo e incumplible. Pero la ambición reglamentarista de lo que de por si entraña la furia de los andamiajes del Estado –represivos, bélicos–, no es garantía de racionalización o sensatez. ¿Es posible pensar una razón en la furia desatada, una forma de justicia en la “racionalización” entendida como latigazos a cuenta?

¡No presentaron el pedido de permiso! No es verdad, pero para ellos el único documento firmable es de la rendición del movimiento social. El protocolo no es garantía de cordura y prudencia. La humanidad y nuestro país tienen el recuerdo grave, testimonial, de que las máximas ferocidades, los soportes más duros de la represión siempre tuvieron protocolos, reglas, escrituras. Públicas o secretas. Por lo tanto, la represión a los docentes entraña un momento de peligro, como si un oscuro destino, señalado por la frase maldita –un plan económico restrictivo basado en la flexibilidad laboral y en un escarmiento salarial, “cierra con represión”–, fuese cumplido por el macrismo, con su máscara fatídica en el lugar de su cara angelical de timbreadores suburbanos.

Se recubrieron de bocetos ideológicos basados en actitudes que llamaron sinceramiento o normalización, y se suponía que esos pilares conceptuales tan deficientes se sostenían con su crítica al excedente social sostenido por el Estado. Esta es una gran discusión. Ese excedente supone una forma del gasto social, de la inversión pública, del crecimiento por demanda. Una plusvalía social y pública positiva. El macrismo la hizo chocar con la plusvalía privada como punto de vista para pagar la deuda, entregarse sin discusión a los poderes mundiales, regodearse con los elogios del Fondo Monetario, y llevar la mano a las pistolas Taser cada vez que escuchan la palabra “paritaria docente”.

Hace meses que están pensando en las hipótesis represivas preparadas en programas televisivos, radiales, artículos de diarios. Escuchan a los augures que llaman a la mano dura, que total, si los pensamientos son duros, porque no lo van a ser en la calle, en los viaductos, en los pajonales. El diario La Nación, para dar un ejemplo fácil, muestra una forma efectiva en que reprime la policía alemana. Coreografía prusiana, la envidia del macrismo. Recorren la búsqueda del camino de las especias, desde la pimienta, al “me importa un comino de la democracia”. Todas materias de iniciación de las dictaduras. Cuidado.

Es lo que ha sentido como dura lección el sindicalismo docente, que han dado una extraordinaria clase pública de democracia viva contra la reprimenda mecanizada. Cuando Macri llamó a resolver este cuadro deprimente en las elecciones de octubre, quería reafirmar su concepción de gobierno restrictivo, con la magia del voto electrónico en una mano y el gas lacrimógeno en otra. Hasta el momento pedían que el movimiento social firme documentos de no movilización, de no acción callejera, a cambio de cascajos o mendrugos salariales, que tienen el tufo provocador de la extorsión y el miedo.

Por cierto, las fuerzas populares frentistas se encontrarán en octubre con esta derecha gaseosa con hálitos tumefactos de castigo social. Pero no se retirarán de las luchas y movilizaciones, evitando ellas con sus movimientos sabios pero enérgicos, resistentes porque a la vez democráticos, la encerrona en la que quiere atenazarnos el gobierno. Represión en el silencio disciplinario o represión a la vista, nuevo guión de los escenógrafos macristas. Lo que vimos en Congreso hizo salir a luz la violencia encriptada que estaba a la espera en el secreto corazón del macrismo, bajo la lluvia, en el solar histórico de la carpa blanca, encegueciendo los ojos con un pacífico condimento culinario.

Pero ellos no; no quieren pacífica a la pimienta, no quieren domesticar los gases, los expelen con el desagradable hedor de quienes no sabían siquiera cuál era el maloliente complemento de su política económica, social y educativa. Las imágenes que los muestran anónimos, con su rostro, ellos sí recubiertos de engañifas, son imágenes que despacifican, emponzoñan, extravían.
 
 
 
"Palos y Pizarrones", Por José Pablo Feinmann

José Pablo Feinmann


Comencemos por la frase de Clausewitz: la que propone la guerra como la continuación de la política por otros medios. Aquí guerra y política se identifican. Solo cambian los medios, la política es pacífica, excluye la violencia y privilegia el diálogo. La guerra es la guerra. Cuanta menor humanidad tenga un ejército mayor será su éxito. Todo sentimiento de humanidad es una confesión de flaqueza. Hannah Arendt (citada por Horacio González) propone una distinción entre política y guerra. No inventó nada pero lo dijo. Una cosa es la política y otra es la guerra. En Arendt se le resta a la política toda posible violencia. La política es diálogo y no guerra. Esto no es así. Según podemos ver durante estos días en este país, la violencia es parte de la política. Los maestros representan el diálogo, la educación. La policía expresa la dureza del poder. El poder se sabe antipopular. Pero no le importa. Para asustar trae armas al país. Están destinadas a los que protestan. ¿Hay una política de las armas? Toda política es a la vez violencia y diálogo. Una noticia que dice que un gobierno ha comprado muchas armas de sofisticada efectividad es un disparo. Se dispara contra el corazón temeroso de los que proponen el diálogo aun cuando protestan. La protesta es diálogo. Protestan los que piden ser escuchados. Protestan porque el poder aparece sordo, cerrado sobre sí mismo o muy seguro en su soberbia. La protesta es la petición del diálogo. Pero el poder no responde, importa armas. Esa es su respuesta.

Desde Menem no se castigaba a un maestro. Fue una de las cosas que Menem no hizo, hizo muchas pero esa no. Menem vio la carpa docente con sorpresa, no supo qué hacer, no hizo nada, no reprimió. Solo bastará con mirar la foto de un policía especializado en reprimir motines. Parece un cyborg dispuesto a lanzar su furia, sus peores rayos. Quino decía que el bastón de un represor de motines sirve para abollar ideologías. ¿Hay una ideología detrás del paro docente? Sí, la ideología de comer para enseñar. La de defender el derecho a la enseñanza. Que sea reconocido y remunerado positivamente.

La inteligencia es siempre peligrosa. En este mundo que propone zombis se desea que nadie piense. El palo del policía no piensa, pega, pero sabe donde pega. Le han dicho donde pegar. Se ha decidido que pegue porque se ha decidido que la política es guerra. Si uno decide no dialogar tiene que reprimir.

¿Qué es el Estado? El Estado es la represión de los instintos naturales de los hombres. Si se vive en estado de naturaleza, se vive en estado de guerra permanente. Los hombres deben reprimir los instintos y cederlos al Estado en su último acto de libertad. El Estado ordenará la sociedad y gobernará para todos. Nietzsche abominará de esta teoría hobbesiana y verá en ella la muerte del individuo libre que ama la vida y no quiere reprimirse ni ser reprimido. Lenin (no el que ganó las elecciones en Ecuador) proponía en “El Estado y la revolución”, al Estado en función de clase. Era la dictadura del proletariado. El Estado neoliberal se parece bastante a esto. Es una dictadura de clase. No es la del proletariado, si no la de las corporaciones. Los ricos nacen con poder y dedican su vida a conservarlo. Para conservarlo recurren al Estado represor. El Estado represor, la compra de armas y el castigo a los maestros son eslabones de una misma cadena. Los ricos se autorizan a sí mismos. No tienen que dar cuentas a nadie, no quieren y al que se las pida no le dará explicaciones, le dará palos. En este sentido la represión es inherente a la dictadura de clase. Esta similitud entre Lenin y el gobierno de Macri será sugerente. Eso esperamos. La dictadura del proletariado es la dictadura de los CEOs, la “Corpolitik”.

¿La política es violencia? Es sin duda la propuesta del diálogo pero no todos quieren dialogar. Donde muere el diálogo aparece el palo del policía. Este gobierno tiene una soberbia asombrosa. Actúa como si fueran representantes de lo divino. Se burlan de quienes los cuestionan, arrojan epítetos insultantes. Así, la política es transformada en represión. La represión es violencia, la política es violencia. Las fotos de los gendarmes agrediendo a los manifestantes y la noticia de la compra abusiva de armas son represión. Pero ¿solo la violencia es represión? También el goce lo es. Como bien lo dijo Foucault. El poder, esa bestia magnifica somete con el goce y el entretenimiento. Cautiva con las series televisivas, engaña con sus sonrisas livianas y mediáticas. A los palos les dice alegría. Como si fueran globos. Los palos no son globos. Duelen más. Por eso se los utiliza. Llegamos a un punto esencial, el dolor. El que se opone al Estado sufrirá. El dolor es el costo de la protesta. Si toda posible ética deberá partir de una lucha contra el sufrimiento, toda ética entonces deberá condenar la represión violenta. El poder castiga, busca el orden. El orden se consigue a costa del dolor de los desordenados. Los desordenados son los que protestan. Los ordenados castigarán. Lo que preocupa del actual gobierno argentino es hasta dónde se propone llegar. Tiene una coyuntura internacional favorable. Pero tiene un frente interno muy unido contra las políticas neoliberales. Esa es una herencia de derechos conquistados. Pero ¿les importa? ¿Tienen derechos los que se oponen al poder? Sí, los tienen.

Todo enceguecimiento ante la protesta postulará a la represión como única respuesta. La vanidad, el desdén clasista y las compras fabulosas de elementos represivos son las características del actual poder en la Argentina. Albert Camus decía: uno se propone liberar a los hombres y termina organizando una policía. ¿Qué policía organizará un poder que ni siquiera se propuso liberar a los hombres?
 
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/32134-palos-y-pizarrones

miércoles, 12 de abril de 2017

MARCHAR CONSTRUYENDO, Por Jorge Luis Cerletti, para Vagos Peronistas.



La Palabra y el Discurso.        



Jorge Luis Cerletti
La palabra es portadora de múltiples significaciones que subyacen en la pluralidad de lo simbólico. Su inserción en un discurso sitúa a la palabra y le confiere una significación acorde a dicho discurso. En política la palabra asume un protagonismo sustantivo cuando interviene en las disputas de poder. Allí integran la esgrima oral y escrita para   imponer ideas e intereses.

Existen palabras cargadas de significación e historia. Como ser, comunismo y populismo, ambas relacionadas con el capitalismo. La primera, como  antítesis del orden social. La segunda, como su rostro humano. Aquélla, como su negación. Ésta, como su adecuación a las necesidades populares. En nuestro país, su mayor expresión la encarna el peronismo. Pero es importante considerar que  la univocidad de lo invocado se diluye al calor de la diversidad de políticas y discursos que lo nombran. Verbigracia, una cosa era el comunismo para los seguidores de Stalin y otra para los de Trotsky. O uno era el peronismo para John William Cooke y otro para López Rega…

Tales ejemplos son ilustrativos de una determinación-indeterminada, valga el oxímoron. Se apela al nombre desde diversas interpretaciones e historias que se contradicen a pesar de la identificación masiva que producen. Diría que en política esa ambigüedad es característica y demanda determinaciones sobre la determinación-indeterminada.

Crear y no repetir.

Actualmente nos hallamos en un cruce de caminos sin GPS. Por un lado, el comunismo dejó de ser lo que prometía en sus principios revolucionarios y en sus realizaciones iniciales y pasó a fundirse con lo mismo que intentó superar. Mientras el populismo, término también asimilable al socialismo del siglo XXI y al Estado plurinacional de Bolivia, resurgió con varios gobiernos en Sudamérica pero, al no desmontar las bases del poder económico-político concentrado, fueron desplazados o quedaron bajo asedio.

Más allá de ese cuadro sombrío, surgieron ideas y fenómenos novedosos. El eco socialismo, la lucha de los pueblos originarios destacándose el zapatismo, las cuestiones de género, los derechos humanos incriminando a las dictaduras genocidas, la emergencia de múltiples movimientos sociales,…etc. etc. Y recientemente, a nivel de hechos en nuestro país, se produjo una sucesión de seis formidables movilizaciones  en las que cada una reunió cientos de miles de personas. Su diversidad incluyó un factor común que fue el eje convocante de las mismas: la oposición a la política macrista, tan cínica como agresiva respecto de los intereses populares.  

Sin embargo, dentro de ese amplio y diverso espectro opositor, no se plantean políticas anticapitalistas como no sean las de la izquierda anacrónica. En consecuencia, la oposición a la derecha y sus CEOs tropieza con sus propios límites. Y las aperturas hacia la  gestación de alternativas a este injusto orden social aún son muy incipientes.

En general, un factor sustantivo del afianzamiento capitalista en el mundo consistió en su vitalidad y creatividad en el campo científico tecnológico. No sólo revolucionó el aparato productivo y  las comunicaciones en particular, sino que esto incidió en el standard de vida de sectores medios de la población. Transformación que le dio apoyo social al sistema que, operado por los grupos de poder y su potencia mediática, fue generando la subjetividad social dominante. La que se resume en la infravaloración de la solidaridad sustituida por la “moral” del lucro. Y uno de sus efectos es el crecimiento de la pobreza y sobre todo, de la exclusión. En suma, o sos un consumidor “feliz” o “un paria que el destino se empeñó en deshacer”… (Gardel-Le Pera dixit).   

Tal fenómeno refleja una significativa ausencia que insta a la búsqueda de nuevos caminos hacia la superación del statu quo en el marco de un horizonte emancipatorio. Salir del círculo vicioso que supone la reiteración de experiencias perimidas o de  efímeros paliativos es una verdadera encrucijada de la época.

Marchar  construyendo.

En política, hasta ahora, construir se asocia inmediatamente al poder, su objeto. Y si se hace un relevamiento histórico se puede apreciar que las luchas políticas directa o indirectamente, siempre significaron disputas de poder, o sea, dirimir quiénes eran los que decidían por el conjunto. Distinto es establecer la justicia de las causas motivo de los enfrentamientos. En sentido amplio, evaluar las causas, analizar la diversidad de procesos, su naturaleza e inscripción temporal, es el objeto principal de la historia. No obstante y a pesar del carácter científico que se le atribuye, conlleva distintas interpretaciones que en general responden a los intereses en pugna. Claro está que los hechos y el análisis documental proveen criterios de verdad. Y lo cierto es que la multiplicidad y diversidad de fenómenos históricos exhiben una constante común, la subsistencia de la dominación, cualquiera sea la forma que asuma. Fenómeno que se asocia a la explotación, aunque no signifiquen lo mismo.

Semejante característica si fuera visualizada por los oprimidos, generaría un giro copernicano en la praxis  política. Empero, como las luchas por el poder se desarrollan produciendo situaciones de hecho y la hegemonía del gran capital es tan aplastante como real, la problemática de la dominación queda en el nimbo y su enfoque crítico limitado a ámbitos y grupos minoritarios.

Más allá de los condicionamientos sociales que gravitan sobre el ser humano, cada vida supone un abanico de posibilidades y opciones. Surgen entonces las rebeldías contra las injusticias que toman fuerza en lo colectivo. Y aunque los comportamientos sectoriales son la regla, en las excepciones que emanan de los cuestionamientos radica la potencialidad de los cambios.

Lo corriente es que en cada coyuntura se transite la inercia de lo realmente existente. Y por la misma razón, las opciones por la construcción de alternativas son catalogadas de utópicas o idílicas. Ergo, nos hallamos frente a un desafío descalificante. Es que hasta la fecha la  dominación constituye una condición universal. Luego, oponerse a la misma no sería una necesidad política, resultaría una “necedad” voluntarista. Sin embargo, pensemos que, durante milenios, las cadenas que ataban de por vida a los esclavos se naturalizaron en su mente haciéndola posible.

Prejuicios aparte, si apreciamos la coyuntura que nos toca vivir e imaginamos sus proyecciones futuras, se avizoran serias contradicciones cuyos alcances dependen de cómo uno se sitúe. Lo primero que debemos considerar es el estado actual de la sociedad en la que vivimos, desde lo local hasta lo global. Y ante ese escenario, reiteramos el gran divorcio político entre lo inmediato y lo mediato.

Los sucesos cotidianos motorizan el “día a día” mediático cuya vigencia oscila entre la saturación y la desaparición de escena. Y son los sectores hegemónicos quienes prevalecen en el montaje del espectáculo y en sus tiempos de exhibición.  En general los programas de opinión, aquiescentes o críticos,  se caracterizan por lo reiterativo. En tanto que  las críticas a la opresión y las injusticias de los gobiernos de derecha y sus mandantes, al soslayar la naturaleza del sistema, chocan con límites que tienden a bloquear los avances de carácter popular.     

Tomar conciencia de los límites estructurales del “populismo”, no significa descartar las luchas que genera o poner en la misma bolsa a los diferentes actores del ámbito político. Por ejemplo, el triunfo de Lenin Moreno sobre el banquero Lasso en Ecuador, no sólo es positivo sino que oxigena, en cierta medida, el giro antineoliberal que se produjo en Sudamérica en el presente siglo. Asimismo, el gobierno macrista ha despertado grandes resistencias y como ya mencioné, originó multitudinarias marchas de rechazo a su política reaccionaria. Acompañar a las mismas no significa integrarse a la política realmente existente que se desenvuelve dentro de los parámetros del sistema, sino apoyar la resistencia popular. Es abrir canales de confluencia a partir de las luchas ante semejantes enemigos y, sobre todo, generar espacios de interlocución que posibiliten intercambios productivos.

Obviamente, la militancia desinteresada de numerosos compañeros del campo popular se diferencia radicalmente de los oportunistas que usufructúan cargos y porciones de poder en beneficio propio. Luego, debatir ideas en torno a las situaciones y proyectos políticos, es una necesidad que demanda horadar el blindaje del sectarismo. Y compatibilizar lo inmediato con construcciones a largo plazo es un desafío insoslayable que exige la participación de todos aquellos que luchamos por un orden justo, solidario e igualitario.  

Quienes alentamos los procesos emancipatorios debemos combatir, mínimamente, en dos frentes. El interno, debido a nuestras condicionamientos existenciales y el externo,  enfrentar la agobiante hegemonía del capitalismo. Y si bien avanzamos en múltiples ensayos micro, todavía navegamos en el mar de los sargazos. Ignoramos cuánto tiempo se necesitará para la gestación de nuevas alternativas al capitalismo pero de lo que sí estamos seguros es que la historia no se agota en este orden injusto. Hoy, las condiciones materiales posibilitan una vida digna para toda la humanidad. Su consecución depende de nosotros los humanos, pero como sujetos de cambio.

Para cerrar aquí y con el propósito de estimular los análisis e intercambios de opiniones, sugiero el siguiente cuestionario, abierto a revisión y aporte de ideas:

** En esta etapa, ¿cuáles son las características dominantes del capitalismo mundial?

** ¿Qué alcances tiene actualmente la cuestión nacional y el papel del Estado?

** ¿Existe hoy la burguesía nacional como factor de poder frente a las grandes corporaciones internas-externas?

** ¿Cómo influyen el triunfo de Trump en EE.UU. y el Brexit en Inglaterra en el orden “neoliberal” dominante y cómo juegan en las disputas hegemónicas de las potencias?

** ¿Qué implica el avance de la derecha en Sudamérica y cuáles son sus perspectivas?

** La lucha por la defensa de las conquistas sociales y la cobertura de las necesidades populares, ¿debe asociarse a la construcción de un proyecto político estratégico que asuma la oposición al orden capitalista?

** La horizontalización y circulación del poder, ¿es viable en espacios macro? ¿Se puede resolver el problema de la dominación sin producir aquellas condiciones?

** ¿Cómo superar el aislamiento en las construcciones emancipatorias y evitar el fenómeno de la cooptación?



Jorge Luis Cerletti   (10 de abril de 2017)