miércoles, 30 de septiembre de 2015

CLIENTELISMO Y FILOSOFÍA POLÍTICA, POR HORACIO GONZÁLEZ (Fuente: PÁGINA12, 30/09/15)


HORACIO GONZÁLEZ
(El Director de la Biblioteca Nacional, nos propone una lectura del clientelismo político, que rodee nuestras creencias, baqueteadas con el tráfico con la historia, y alejadas del "alma bella" hegeliana, para reescribir en los movimientos nacionales y populares, una página, que, acaso,  no necesitamos. Una vuelta de tuerca sobre el artículo del mismo autor "El voto fuera de las maquinarias", publicadas en Página 12, el 11/08/15, y reproducidas en este mismo blog-vp-)

La palabra conciencia se nos escurre entre las manos. Es raro tener una palabra entre las manos. Pero ella significa muchas cosas, que tan pronto terminan de insinuarse, se diluyen en múltiples equivalencias. También resbaladizas: razón, intención, lenguaje, discurso, inconsciente, juicio, conocimiento, sabiduría, cuidado, alma, escrúpulo, ego, espíritu, persona. ¿No usamos la palabra conciencia, cuando la solicitamos en nuestra lengua común, para cualquiera de estas acepciones? Con este ambiguo repertorio, la palabra conciencia ha estado siempre en el estrellato de la filosofía y se convierte en el trasfondo de todo lo que estamos discutiendo actualmente. Porque no puede dejar de ser invocada precisamente por su equivocidad. Postulamos a la conciencia cuando preguntamos: ¿En qué creer? ¿Se induce el voto? ¿Qué es el clientelismo? ¿Qué es la conciencia respecto a las normas o las leyes? ¿Hay conciencia de clase? ¿Lo popular es una forma de la conciencia? ¿Un gesto político es una forma de la conciencia? ¿O ya no es posible, salvo para los sempiternos fenomenólogos y existencialistas tardíos, elaborar nociones sociales y políticas sobre la base de las expresiones de la conciencia?

En mi opinión, aun una teoría de la conciencia (o de las creencias) nos es necesaria para proseguir las discusiones acuciantes en relación a la justificación de porqué los conglomerados humanos producen sus acciones políticas. Se discuten las razones del voto y una cámara judicial de Tucumán propuso una justificación para anular las elecciones –ya suficientemente comentada por muchas voces críticas– que encerraba la teoría de la conciencia en una suerte de cámara aséptica. La congelaban en un recinto no susceptible a las compulsiones del contexto histórico. Ignorando que las conciencias son un diálogo de la compulsión con la pulsión, prácticamente la resumía en el “alma bella” que en su pureza “se consume a sí misma”. Así lo proclamaba el maestro Hegel, que tomaba este tema (en forma crítica) de todo el romanticismo alemán. En este caso tucumano, eran las huellas palpables de la imposibilidad judicial de preguntarse por el origen de las creencias, las adhesiones y las escalas de materialidad que siempre operan, lo que no necesariamente son el sinónimo para abandonar los votos “a las contaminaciones del bolsillo”. Rara cuestión, que por la negativa, en las pasadas elecciones en la Capital Federal, un candidato resolvió, sin pretenderse clientelista, con la consigna de “vote con el bolsillo”.

Pues bien, el momento del voto, en todas nuestras perfectibles mas no perfectas democracias, es el más apropiado para observar estos movimientos de la conciencia, donde los distintos planos del interés objetivo y subjetivo están dramáticamente en juego. El voto representa una conciencia en actividad electiva, solicitándose a sí misma en una torsión de decisión entre opciones diversas. ¿Cómo actúa allí una conciencia, si no es impregnada de formas de encendido (como si fuera un motor) donde el elemento iniciador son compromisos tanto materiales como inmateriales, siempre plurivalentes ante sí mismos? Tanto pueden ser persistencias ideológicas como fragmentos disueltos de antiguas creencias, compromisos complejos con el entorno o cálculos ante la solidaridad comunitaria y a veces conjeturas fatalistas sobre el “mal menor”. Y el consabido “mal menor” puede componerse de elementos moralizantes, hipótesis catastróficas o conveniencias puntuales. Muchas de estas facetas son susceptibles de ser catalogadas en el libro infausto del clientelismo, la forma más baja de la ciudadanía.

En torno del complejo caso Nisman, se ha conjeturado sobre la figura del “suicidio inducido”. En verdad, esta expresión resulta una verdadera redundancia, pues no hay ningún elemento en ese comportamiento extremo que no sea “inducido”. Arriesgamos la idea que la discusión sobre la “personalidad” y la “decisión” de Nisman, contiene los mismos elementos que la discusión sobre las fórmulas de creencia en relación al voto. Las sociedades en las que vivimos padecen una compulsión consensual que se torna persistente bajo toda clase de incitaciones. En general, incitaciones genéricas al consumo, cuestión que no debe llevarnos a moralismos “marcusianos” anti-consumistas sino a nociones de consumo más despojadas de la coacción simbólica del mercado de imágenes banales. Este mercado, a la vez que critica el clientelismo de los viejos punteros (comida por voto, en un inmediatismo que falsifica toda creencia social) produce el clientelismo mediato de la “inducción inmaterial” (canje de votos por las imágenes del más pobre hedonismo que ha imaginado una larga y rica historia del mundo moderno).

Pesada forma de inducción, con clientelas medidas en ratings y escalas de deseos estamentalizados por agencias especializadas según el modelo de “inducción” en que se han dividido las nuevas clase sociales. Esto es, conforme al modo en que son inducidas a un comportamiento, que por un lado restringe libertades abstractas valiosas, pero deja un resquicio para la libertad en la necesidad, que puede o no manifestarse como tal en el momento del voto. De todos modos, la imagen banal nos pone en peligro, pues no se trata de que ella no sea elaborada con las tecnologías artísticas más destiladas, sino que banaliza los problemas que trata. Ejemplo: el programa de Mirtha Legrand donde se trató el caso Nisman con la pregunta “¿es culpable o no Lagormarsino?” Fórmula insustancial para una cuestión esencial, pero también: alta tecnología de escrutamiento visual, televisión judicial, ficcionalización de una mesa familiar, simulacro de conversación burguesa, perfidia telenovelesca, inimputabilidad del intento de imputar en primera y última instancia, en suma, temas cruciales tratados bajo una abrumadora sandez. Filosofía del clientelismo estólido en el seno de discusiones fundamentales de la nación. Ese clientelismo existe porque las fuerzas populares no han encarado como debían una necesaria crítica del gusto colectivo.

Las campañas electorales, a pesar de que están casi totalmente tomadas por la inmediatez de esa inducción, algo tienen todavía de los antiguos torneos en los que válidamente se disputaban porciones de la creencia colectiva. Estas creencias siguen existiendo incluso en casos sobradamente estudiados en donde reinan formas obtusas del clientelismo (el peronismo nació en contra del clientelismo conservador: “acepten lo que les dé el patrón y luego voten lo que quieran”) pero también subsiste en acciones practicadas más de medio siglo después por importantes secciones del peronismo ya mimetizado con las añejas formas conservadoras. (En Tucumán, el peronismo ganaba igual la elección, pero precisaba, por razones que ese curioso mimetismo de la historia debe esmerarse en explicar, la onomatopeya del más rancio conservadorismo. “Acepten lo que les damos e igual voten por nosotros”). Admitamos que siempre hacemos algo con lo que nos hacen y solemos considerar a ese segmento de auto-deliberación el precio de nuestra libertad. El problema de ambos clientelismos, el costumbrista y el de la globalización de las conciencias, debe originar un único debate sobre el estado de las creencias autónomas en las sociedades contemporáneas.

De la resolución de este dilema depende el futuro de los movimientos populares. Gramsci esperaba “elevar los sentimientos del sentido común popular” con un original enfoque de las herencias intelectuales de la nación. Pero en su época, se podía pensar en este tema de otro modo. Prácticamente no había radio y no existía la televisión. Gramsci era crítico teatral y Pirandello solicitaba la atención de todos los sectores culturales populares e intelectuales. Hoy todo el universo es teatro, pero teatro donde se puntúa a sectores de la vida popular según canten, bailen o forjen su intimidad pública en torno a un patronazgo que ya tiene incorporadas sus formas de imitación (y de allí ese tipo de mímesis operando como clientelismo simbólico). Laclau, por su parte, intentó la hazaña conceptual de ligar el populismo a la forma plena de la vida intelectual como método de la conjunción lógica de “intereses desinteresados”, cuando en su diversidad, coinciden con interpelaciones que se les dirigen a ellos, y que ellos también desean.

La doctora Carrió fue la que inauguró entre nosotros la crítica al populismo no como “la elevación de los pobres” sino como la “política que produce pobres”. Era una nueva versión contrahecha y maligna del contrato social: se precisan pobres para que voten a los populistas que dicen que se ocupan de los pobres, y de allí, el clientelismo pasa ser el fondo teórico de esta idea recaudadora de votos. Igual que en el dictamen de la cámara de Tucumán, las elecciones quedaban anuladas por deficiencias estructurales en la conciencia inducida del elector. En la teoría de Carrió, más profunda de lo que imaginamos en sus alcances obtusamente elitistas y en su fondo, antirepublicana, se imagina un sistema que se retroalimenta de los daños sociales que produce. En este caso solo quedaría espacio para una estrecha política crudamente moralizadora. No en términos de una necesaria moral pública que mediatiza siempre la existencia social, sino de una moralización correccional bajo el modelo (sin duda involuntario, pues no calcula las consecuencias fácticas de sus decires) de una república penitenciaria.

No es posible la postulación de una conciencia transparente de punta a punta, la cual es imposible de conseguir aun para el republicanismo más combatiente. La conciencia, si seguimos postulándola, es porque siempre tiene un repliegue que se dirige hacia sí misma: es la magia de la autoreflexión. El poder pensar sobre sus actos, aunque sea como un balbuceo penitente. Ese plegarse opaco sobre sí es la base de las religiones, las plegarias, la autocrítica, la astucia, la responsabilidad o el lenguaje. Y por supuesto, del populismo en todas sus versiones, desde la toscamente clientelista hasta la más refinadamente teorética. Este acto auto-reflexivo nunca podría tener una ilusa transparencia, pues el yo se construye en la imposibilidad de pensar todas sus prácticas aunque en la desesperación quimérica de querer hacerlo. ¿Qué tiene que ver esto con el clientelismo y la idea de que las conciencias siempre son inducidas?

Un enjambre de creencias (eso es una sociedad) es siempre un juego mutuo de inducciones. Pero en todo caso, de una inducción democrática, con emisores visibles y poseídos públicamente por su argumento, no del silogismo surgido del subsuelo anónimo de las operaciones que imprimen “creencias” a través de sus líneas de montaje en las penumbras. Con todo, hay en nuestro país un debate profundo sobre las creencias. Como en todo el mundo, se discute no solo sobre lo que se cree sino sobre lo que sería necesario para un retorno activista del reino de las creencias. Más allá de la “inducción”, es decir, de las formas coactivas de los tratos colectivos. Pero sería un error situar las creencias firmes y remanentes tan solo en la zona de las minorías activas de carácter ideológico, cultural, electoral o confesional. La disputa es por las creencias populares, donde el clientelista las confirma en su apatía, pero el pensamiento popular lucha por darles su horizonte libertario, que siempre les fue inherente. Hay una querella en el seno de los movimientos populares para reconstruir autonomismos, para que vivan en su siempre anhelada mayoría de edad, para que no los alcancen las críticas al clientelismo. Críticas a ese clientelismo tosco que torna hueca a la vida popular, pero críticas que en general emanan del clientelismo de las ideologías financiarizadas que ultrajan simbólicamente a esa misma vida popular.

* Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional.

martes, 29 de septiembre de 2015

NUEVOS PRINCIPIOS..., POR ALDO FERRER

ALDO FERRER
(REPRODUCIMOS ESTE ARTÍCULO DE FERRER, A RAÍZ, DE LA NOTA DEL COMPAÑERO JORGE LUIS CERLETTI, INSPIRADA EN EL MISMO, Y QUE DESPERTARA LA POLÉMICA EN: "ACERCA DEL DESARROLLO NACIONAL", PUBLICADA EN ESTE MISMO BLOG)

La industria ha vuelto a ocupar, merecidamente, el centro del debate sobre el desarrollo económico argentino. Constituye, en efecto, la cuestión dominante, por dos razones principales. Por un lado, porque la construcción del sistema nacional de ciencia y tecnología requiere el desarrollo de las industrias que operan en la frontera del conocimiento. Por el otro, porque el déficit en el comercio internacional de manufacturas de origen industrial (DMOI) es la causa dominante de la insuficiencia de divisas, vale decir, la restricción externa. Este es el principal obstáculo al crecimiento de la inversión, la producción y el empleo y el disparador del ciclo de contención y arranque (stop & go) de la actividad económica. Crea, asimismo, expectativas negativas que impulsan la fuga de capitales y la inflación.

El debate sobre estas cuestiones quedo interrumpido en 1976, con el comienzo del cuarto de siglo de la hegemonía neoliberal. En aquel entonces, se discutía la llamada industrialización sustitutiva de importaciones (ISI), su trayectoria, limitaciones y futuro. La cuestión reapareció en el nuevo escenario creado por el cambio de rumbo de la política económica y el renovado énfasis en la industrialización, posteriores al 2002

En los últimos doce años, la recuperación del empleo y producción industriales, es notable. Pero ha vuelto a reaparecer la restricción externa, precisamente vinculada a las debilidades de la estructura industrial. Se plantean, entonces, dos cuestiones fundamentales. Por una parte, el régimen económico necesario para impulsar la inversión, el cambio técnico y el empleo industriales, a niveles crecientes de productividad, salarios reales y ganancias. Por la otra, la formación de la estructura productiva necesaria para eliminar el DMOI, concentrado en los sectores de mayor contenido de valor agregado y tecnología (autopartes, electrónicos, bienes de capital, productos químicos). Formación, asimismo necesaria, para sustentar un vigoroso sistema nacional de ciencia y tecnología, fuertemente integrado a la totalidad de la producción de bienes y servicios.

Estas notas se ocupan de la segunda cuestión. Sobre la primera, sólo señalemos que es preciso un régimen macroeconómico (fiscal, pagos internacionales, monetario) consistente con la competitividad y la estabilidad necesarias para impulsar la inversión y la innovación, con pleno empleo, a niveles crecientes de productividad. 


Los antiguos principios

Sobre la segunda, la estructura industrial, cabe observar que la ISI tuvo lugar en dos etapas. La primera, entre 1930 y 1976. La segunda, entre 2003 y la actualidad. En ambas, la ISI respondió a los siguientes principios:

Primero, sustituir importaciones actuales, sin anticiparse a los cambios, en la oferta y la demanda, determinados por el progreso técnico. Es decir, sustituir el pasado. De este modo, las importaciones de nuevos bienes excedieron el ahorro de divisas producido por la producción local de importaciones. del pasado.

Segundo, concentrarse en las manufacturas menos complejas. Esto generó un déficit creciente en el comercio internacional de los bienes de mayor contenido tecnológico y valor agregado. El énfasis del planteo desarrollista en las “industrias de base”, productoras de commodities (acero, aluminio), no alcanzó para eliminar el desequilibrio en las manufacturas más dinámicas en el comercio internacional, como los electrónicos y los bienes de capital.

Tercero, dedicarse esencialmente el mercado interno, sin proyectarse al mercado mundial para generar, al menos, las divisas necesarias para abastecer de insumos y equipos importados al propio sistema industrial. Cuarto, delegar el liderazgo de la industrialización en las filiales de empresas extranjeras. La industria argentina es una de las más extranjerizadas del mundo. Las filiales generan más del 80 por ciento del valor agregado de las mayores empresas. El comportamiento de las filiales responde también a los tres principios anteriores. El déficit de sus operaciones externas, es parte principal del DMOI. A esto se agrega la transferencia de utilidades a las matrices y la distribución de rentas a través de los “precios sombra”, en el comercio intrafirma.

Quinto, con mayor o menor grado de adaptación al medio local, delegar el liderazgo de la innovación en los conocimientos importados, a través de dos canales principales. Uno de ellos, las filiales que “importan” la tecnología de sus matrices, fundamentalmente en los segmentos menos avanzados, como sucede, por ejemplo, en la industria automotriz. En el sector electrónico, la producción local se reduce al ensamblaje de componentes importados. El otro, la dependencia de la inversión en bienes de capital en maquinarias y equipos importados, cuya tecnología responde a las condiciones propias de las economías de origen, no las argentinas.

Estos fundamentos de la ISI son el origen de las debilidades de la industria argentina. Es decir, el DMOI y la escasa densidad tecnológica. Si a esto se agrega la inestabilidad institucional y de la política económica, en la primera etapa de la ISI y, luego, el genocidio industrial del periodo neoliberal, lo asombroso no es que existan los problemas actuales sino que, a pesar de todo, haya sobrevivido un sector industrial que es la plataforma de las transformaciones futuras.

Sobre la base de los principios fundacionales de la ISI, antes mencionados, es imposible erradicar la restricción externa y convertir a la industria en la correa de transmisión, de la ciencia y la tecnología a la producción de bienes y servicios. Esa ISI está históricamente agotada y en contradicción, cada vez mayor, con las transformaciones del orden mundial. El concepto mismo de “sustituir importaciones” debe ser abandonado porque reduce la industrialización a abastecer el mercado interno. Es preciso, al mismo tiempo, exportar manufacturas en los sectores de mayor contenido de valor agregado y tecnología y, sobre estas bases, profundizar las relaciones al interior del “triángulo” de Sábato. Es decir, la asociación entre las políticas públicas, el sector productivo y el sistema nacional de ciencia y tecnología. 


Los nuevos principios
Se trata, en definitiva, de formar un sistema industrial integrado y abierto sobre la base de principios que están en las antípodas de los de la ISI. A saber,

Primero, sustituir el futuro no solo el pasado. Anticiparse a los cambios previsibles impuestos por el avance de la ciencia y la tecnología, incorporando en el tejido productivo las actividades que lideran el desarrollo, para abastecer el mercado interno y exportar. Como las economías avanzadas y emergentes, es preciso ser protagonistas, dentro de la división internacional del trabajo intraindustrial (a nivel de productos no de ramas) y la formación de cadenas transnacionales de valor. Segundo, rechazar la actitud resignada de especializarse en las manufacturas simples, bajo el supuesto que hay actividades que, por su complejidad, exceden las posibilidades del país. Con este criterio, China, Corea del Sur y las otras economías emergentes de Asia, no serían hoy economías industriales avanzadas. Por ejemplo, nada impide que Argentina cuente con una o más empresas terminales en la industria automotriz, para integrar las cadenas de valar con motores y componentes avanzados y, al menos, erradicar el creciente deficit externo del sector. Lo mismo puede afirmarse en las industrias vinculadas a las tecnologías de la información y la producción de bienes de capital.

Tercero, aumentar las exportaciones de manufacturas, incluso en las actividades de mayor contenido de valor agregado y tecnología. Estos bienes y servicios constituyen la mayor parte y el componente más dinámico del comercio internacional. Las ventajas competitivas en las actividades de frontera, no están determinadas por la dotación actual de factores sino por la decisión política. La audacia debe ser un elemento esencial de la estrategia de desarrollo industrial, para integrar el territorio y las cadenas de valor. El país cuenta con los medios y capacidades necesarias para tales fines.

Cuarto, fortalecer el protagonismo y el entramado de las empresas nacionales, en todas sus dimensiones, Pymes y grandes. No se construye un empresariado nacional y el desarrollo del país, delegando el protagonismo en las filiales de las corporaciones transnacionales. No hay empresarios nacionales sin un Estado desarrollista ni desarrollo sin empresarios nacionales. En ningún lado, a lo largo de la historia, el desarrollo ha tenido lugar sobre otras bases que la soberanía, el impulso privado y las políticas públicas. Es necesario un nuevo régimen de inversiones extranjeras. Los mejores referentes al respecto, son los existentes en China y Corea del Sur. Se trata de asociar a la inversión extranjera al proceso de transformación, orientándola a la incorporación de tecnología, la ampliación de los mercados externos y la vinculación con empresas locales. Sobre estas bases, las filiales dejan de ser causa para ser parte de la resolución de la restricción externa. Para estos fines es preciso erradicar el vocablo de uso frecuente “atraer inversiones”, que implica que el origen de la inversión es esencialmente extranjera, cuando, en la realidad, la fuente fundamental del financiamiento es el ahorro interno. A nivel mundial, las inversiones extrajeras contribuyen con 10 por ciento de la acumulación de capital fijo. El 90 por ciento restante se financia con ahorro interno de los países.

Quinto, ampliar las bases del cambio tecnológico y la innovación propias, desplegar el triángulo de Sabato, vincular la educación con la capacitación de los recursos humanos necesarios para las ciencias básicas y la tecnología. Los gastos de investigación y desarrollo, en las empresas, las universidades, los organismos públicos pertinentes, son las inversiones de mayor impacto en el desarrollo económico y social. La creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, constituye una importante contribución en esta materia. El desarrollo de la producción local de bienes de capital, vinculada a la demanda de la economía argentina y a las oportunidades de exportación, es un componente insustituible del avance tecnológico y el desarrollo del país.

La segunda etapa de la ISI y la misma ISI, llega a su fin, en un escenario más propicio que el del pasado, para la formación de una economía industrial avanzada, abierta e integradora de los sectores y el territorio.

* Profesor emérito de la UBA.

Aldo Ferrer acaba de publicar su nuevo libro La economía en el siglo XXI: globalización, desarrollo y densidad nacional (Capital Intelectual). 

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-8708-2015-08-16.html

lunes, 28 de septiembre de 2015

MADURO-CABELLO ENTIERRAN A VENEZUELA Y LA PATRIA GRANDE, POR HEINZ DIETERICH( Fuente: http://www.aporrea.org/ideologia/a213350.html, Jueves, 03/09/2015)

(Dieterich es el fundador del concepto del Socialismo del Siglo XXI, y acompañó durante muchos años el proyecto Bolivariano, este artículo de extrema dureza para el régimen de Maduro, no es compartido totalmente por vagosperonistas, aunque sí muchas ideas, como: "Los países latinoamericanos, en cambio, siguen siendo esclavos de la arquitectura financiera-económica mundial. La oportunidad histórica de los grandes promotores criollos y la bonanza de la emergente China, han sido desperdiciadas". Ahí va la nota)

1. Maduro y el fin del ciclo bolivariano, 1999-2015

La derrota electoral del gobierno venezolano en diciembre 2015 será el golpe final para el Desarrollismo y la Patria Grande, que Hugo Chávez, "Lula" da Silva y Néstor Kirchner –con el apoyo del Socialismo del Siglo XX (Fidel, Raúl)-- pretendieron construir. Kirchner y Chávez ya fallecieron; Lula ha dejado de ser el centro de gravitación política del Brasil y la influencia hemisférica de Cuba es una sombra de lo que fue. Este agotamiento de líderes gigantes y fuerzas endógenas por la Segunda Independencia, coincide con un brusco y negativo cambio en los flujos del capital mundial. En los últimos trece meses la fuga de capitales de las trece economías emergentes más importantes ha sido por el orden de $940 billones, causando la devaluación generalizada de las monedas nacionales. El dramático deterioro de los terms of trade de materias primas "tercermundistas" (petróleo, minerales), que son vitales para las economías latinoamericanas, multiplica el impacto recesivo de la reversión de flujos de capital global. Todo esto ha llevado al fin de la Década de Oro del nuevo Bolivarianismo.

2. China y América Latina: Triunfo y Derrota Secular

Ochenta años después del inicio de la lucha por la liberación nacional y social, dirigida por Mao Tse Tung y el Partido Comunista, China ha triunfado. Su devaluación del yuan es la exitosa declaración de independencia del capital financiero imperialista occidental. Le guste a la lumpen-clase política estadounidense y Donald Trump, o no: la larga marcha de China para recuperar su autonomía estratégica nacional --aún con 14 millones de muertos y 80 millones de desplazados por la agresión japonesa (1937-45)-- ha terminado. Los países latinoamericanos, en cambio, siguen siendo esclavos de la arquitectura financiera-económica mundial. La oportunidad histórica de los grandes promotores criollos y la bonanza de la emergente China, han sido desperdiciadas. Queda enterrado nuevamente el sueño de la Segunda Independencia bolivariana o socialista, y el control del imperialismo gringo sobre el patio trasero vuelve a ser absoluto. A la luz del diferencial de poder entre América del Norte y Sur, parece cada vez más probable, que la liberación de los Estados vasallos latinoamericanos sólo se dé, cuando se acabe el Imperio Gringo; en un parangón histórico con el Imperio Romano y el Imperio Español.

3. Oligarquía y soldadeska venezolana contribuyen a la destrucción de la Patria Grande

En la derrota de la lucha por la soberanía hemisférica hay una trágica corresponsabilidad de la oligarquía, de la soldadeska y del oportunismo y analfabetismo político burgués venezolano. Aunque Cabello y Maduro y su sustrato sistémico son el punto de viraje (tipping point) del Chavismo, se pueden diferenciar cuatro responsabilidades distintas en la destrucción del proyecto de Hugo Chávez.

La primera y más importante fue el golpe de Estado militar de 2002, orquestado por la oligarquía, el imperialismo, el sindicalismo parasitario y militares corrompidos antipatrióticos, contra el gobierno democrático, legal y legítimo de Hugo Chávez. La segunda fue el sabotaje de la oligarquía y sus golpistas a la Comisión de Paz, que el Presidente estableció después del fallido coup d´ etat, para lograr una nueva unidad nacional y la reconstrucción del país. La oligarquía aceptó el plan, sólo para después sabotearlo y volver a la subversión mediante paros y guarimbas, como recuerda el entonces Jefe de Gabinete Económico, Felipe Pérez Martí, a quién Chávez había puesto a la cabeza de esta operación Consenso Nacional. Ante la reincidencia de la oligarquía en un crimen constitucional y de traición a la Patria, Chávez pasó a la ofensiva, gobernando con el poder del Estado y de la renta petroléra; pero, siempre dentro del marco de la constitución. Es importante tener presente esta génesis de la tragedia venezolana actual, cuando el país se encuentra ante una creciente ola de intentos goebbelianos de reescribir y falsificar la historia del proceso, incluyendo la del golpista Leopoldo López y sus cómplices nacionales (Saleh) e internacionales (Burelli).

4. La responsabilidad de Hugo Chávez

La tercera responsabilidad es de Hugo Chávez. Cuando el modelo de dominación nacional, que él estableció en 2003, empezó a agotarse estructuralmente a partir de 2009, el Presidente no tomó las medidas para su necesaria refundación. La última cruz aparece en la agonía del Presidente, con el imperdonable nombramiento y acceso al poder de la dupla Maduro-Cabello. Con este nombramiento Chávez entregó el poder real del país a la inculta soldadeska y su avatar, el subteniente anticomunista Diosdado Cabello.

Como militar profesional, Chávez sabía, que la capacidad de planeación y visión estratégica en los militares sólo se da a partir del rango de teniente-coronel, pero, jamás en un subteniente. Por eso, y por la asesoría de un país tropical, no nombró en su testamento político televisivo a Cabello como sucesor, sino a Maduro. Pero, Maduro nunca había trascendido el status político de un activista "maoísta" dogmático que no lee libros. Y con los archivos "de presión" que posee el apparatchik Cabello, estuvo claro desde el inicio, que la inevitable dualidad del poder en la cúpula chavista, a mediano plazo, no iba a dejar otro papel para Maduro que él de un actor cantinflesco.

5. The end of the trail: el fin de Cabello-Maduro

Todas las grandes rebeliones en la historia comienzan por la economía. Pero, la troika Cabello-Maduro-Arreaza no tiene la más mínima idea de economía. No entiende que la crematística de mercado es un sistema cibernético (de retroalimentación) que gira en torno al llamado market clearing price. Y que su única posibilidad de sobrevivencia política consiste en acercar gradualmente sus absurdos precios administrativos, particularmente del dólar, a ese atractor del sistema; con protección social adecuada para las clases populares y medias. Con el bloqueo de este atractor megasistémico, colapsó el tejido productivo y circulatorio, de tal forma que a la troika le quedan apenas tres opciones económicas para diciembre: a) acudir al FMI, lo que políticamente sería su fin; b) conseguir un crédito stand-by de 50 mil millones de dólares de China, para realizar las reformas necesarias; aunque Venezuela todavía tiene activos estatales monetarizables,por un monto de $60 mil millones, las discusiones internas del gobierno chino se inclinan a cerrar la pipeline monetaria hacia ese barril sin fondo; c) imprimir más billetes. Esto es lo que está haciendo Miraflores, llevando al país hacia la hiperinflacíon y el colapso total.

6. El Imperio contraataca: la inversión del desarrollismo bolivariano

El brusco cambio económico global a favor de los países desarrollados y de China, el fin de la bonanza de los commodities latinoamericanos y la desaparición fáctica de los promotores gigantes de la Patria Grande, llevarán al regreso de los gobiernos neoliberales-oligárquicos pro-imperialistas en América Latina, y la gradual paralización y reversión de los avances en la integración hemisférica y protección social popular. En algunas regiones, la reversión de los avances sociales desarrollistas probablemente tendrá por corolario el uso selectivo o masivo del terrorismo de Estado. Para Cuba y Nicaragua, la caída del "chavismo" generará un panorama ominoso. Para la Patria Grande, ante la ausencia de movimientos de masas organizados, líderes políticos de altura, una inteligencia revolucionaria, con secular atraso tecnológico, una "izquierda" jurásica, y el eclipse total de proyectos viables de autodeterminación hemisférica, hay pocas esperanzas para la Segunda Independencia.

Ante esta dinámica, Venezuela pudiera haber sido un factor clave anti-cíclico contra el triunfal regreso del Tío Sam. Pero, ni la mayor riqueza petrolera del mundo, ni los sesenta mil millones de dólares de crédito de China, ni la emergencia de un nuevo polo de desarrollo en el sistema mundial (BRICS), son suficientes para romper las cadenas de la esclavitud, cuando la ignorancia gobierna.

7. Intervención en la frontera: cortina de humo

La quijotesca insistencia de Cabello-Maduro y sus asesores externos, de poder sobrevivir al debacle electoral de diciembre con la trillada mentira de la "guerra económica" y de los enemigos de la Revolución, hoy día ya sólo convence al 20% de los venezolanos. Aún así siguen por la ruta del despeñadero, expulsando brutalmente a refugiados colombianos pobres en la frontera, en nombre de la lucha contra el paramilitarismo. Tratan de levantar una ola chovinista contra "la oligarquía" colombiana, cuando las dos oligarquías que no tocan, son la colombiana y la venezolana.

Declaran cada vez más estados de emergencia en la frontera, esperando vanamente que azuzando las fricciones con Guayana y Colombia aparezca un pretexto para postergar las elecciones y que, milagrosamente, se recupere el precio del petróleo. Nada de esto va a suceder y con las bayonetas y mentiras no lograrán engañar más a la población, como muestran todas las encuestas de opinión.

Externamente hay creciente pérdida de apoyo de la clase política latinoamericana, desde Brasil a la UNASUR, mientras que China, lender of last resort (última fuente crediticia mundial disponible), se aleja de un gobierno irresponsable y en caída libre, como muestra el último viaje de Maduro sin grandes logros. Internamente crece la frustración en sectores de las Fuerzas Armadas y el encarcelamiento de Leopoldo López ha convertido a un señorito golpista en la preferencia electoral opositor número uno, seguido por Henry Falcón y Capriles.

8. Nada nuevo bajo el Sol – de América Latina

De ahí que la mesa está puesta para un opulento banquete de la oligarquía y del imperialismo. El pueblo ausente, pagará las cuentas y El Libertador, avergonzado por todos aquellos que, manoseando su nombre, enterraron de nuevo a la gloriosa causa de la Patria Grande. Nihil novum sub sole – Nada nuevo bajo el sol... de América Latina... Por ahora.

martes, 22 de septiembre de 2015

ALCANCES DEL DESARROLLO NACIONAL, POR JORGE LUIS CERLETTI


JORGE LUIS CERLETTI

ALCANCES DEL DESARROLLO NACIONAL 



“Sobre la base de los principios fundacionales de la ISI, antes mencionados, es “imposible erradicar la restricción externa y convertir a la industria en la correa de “transmisión de la ciencia y la tecnología a la producción de bienes y servicios. Esa ISI “está históricamente agotada y en contradicción cada vez mayor, con las transformaciones del orden mundial.” (del art. de Aldo Ferrer “Nuevos principios de la estrategia industrial” Cash del 16/08/15, en Página 12)



1) Final de la Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI). (Según Ferrer)



Sorprendente planteo de uno de los más destacados exponentes del desarrollismo por un doble motivo. Por el abandono de la “vieja” concepción de la Industrialización Sustitutiva de Importaciones y también por los “nuevos” principios que enuncia.

Éstos parecieran una descripción de lo que ha venido sucediendo en el centro dominante del capitalismo mundial acorde al proceso de acumulación y concentración del capital (nuestro país estaría entre los catalogados como “periféricos”).

Veamos algunos fundamentos referidos a la descalificación de la ISI en un período en el que varios gobiernos populares, en particular el nuestro, la asumieron como su política económica (peculiaridades aparte). Paso entonces a reseñar las principales causas del agotamiento según plantea Ferrer:

** “…el déficit en el comercio internacional de manufacturas de origen industrial es la causa dominante de la insuficiencia de divisas, vale decir, la restricción externa.”

** “En los últimos doce años, la recuperación del empleo y producción industriales, es notable. Pero ha vuelto a reaparecer la restricción externa precisamente vinculada a las debilidades de la estructura industrial.”

** “…sustituir importaciones actuales, sin anticiparse a los cambios, en la oferta y la demanda, determinados por el progreso técnico. Es decir, sustituir el pasado. De ese modo, las importaciones de nuevos bienes excedieron el ahorro de divisas producido por la producción local de importaciones del pasado.”

** “…dedicarse esencialmente al mercado interno, sin proyectarse, al mercado mundial para generar, al menos, las divisas necesarias para abastecer de insumos y equipos importados al propio sistema industrial.”

** Esa ISI está históricamente agotada y en contradicción, cada vez mayor, con las transformaciones del orden mundial.



De esta breve reseña de las argumentaciones de Ferrer se desprende su lapidaria conclusión citada más arriba y a la que agrega otra de gran significación política: “El concepto mismo de “sustituir importaciones” debe ser abandonado porque reduce la industrialización a abastecer el mercado interno.”

Lo último es justamente el eje político-económico de varios gobiernos populares latinoamericanos (desecho el término “populista” pues resulta una ambigüedad apta para cualquier uso). Dichos gobiernos privilegian al mercado interno como motor del desarrollo y recurren al legado Keynesiano apoyándose en el control del Estado.

En este punto no entraré en la problemática del “modelo” nacional y popular, neodesarrollista, keynesiano o como se lo quiera llamar. Sólo me remito a la postura de Ferrer que, criticable o no, aporta razones que invitan a la reflexión. Asimismo, marco un dato y una omisión de su discurso que me parecen importantes. El dato se refiere a la ponderación del nivel de extranjerización de nuestra economía: “La industria argentina es una de las más extranjerizadas del mundo. Las filiales generan más del 80% del valor agregado de las mayores empresas.” Su omisión: soslaya en lo fundamental explicitar el carácter de los distintos sectores de clase, su incidencia en las luchas político económicas y su peso en las relaciones de poder interno-externas.

Vayamos ahora a su mencionada propuesta con sus nuevos principios.



2) Los “nuevos” principios.



1º) “sustituir el futuro no sólo el pasado”. En buen romance, convertirnos en un país generador de innovaciones tecno-industriales de punta con un fuerte impulso en I.D. (Investigación y Desarrollo).

2º) Plantea no resignarse a las manufacturas simples frente a las dificultades que presentan las producciones de alta complejidad. Aquí da un ejemplo antitético. Propone empresas argentinas integradoras de la industria automotriz, típico caso de la ISI y a la vez señala las industrias vinculadas a las tecnologías de la información y la producción de bienes de capital (sector I). La primera (el pasado) de fuerte gravitación en nuestra economía contrasta con el débil desarrollo de la segunda.

3º) “aumentar las exportaciones de manufacturas, incluso en las actividades de mayor contenido de valor agregado y tecnología.” Luego indica que esto constituye el componente más dinámico del comercio internacional.

4º) “fortalecer el protagonismo y el entramado de las empresas nacionales, en todas sus dimensiones, Pymes y grandes. No se construye un empresariado nacional y el desarrollo del país, delegando el protagonismo en las filiales de las corporaciones transnacionales.”. Y pone como ejemplos a China y Corea del Sur que son casos diferentes e incomparables con el nuestro y con los procesos latinoamericanos.

5º) “ampliar las bases del cambio tecnológico y la innovación propias,… Los gastos de investigación y desarrollo, en las empresas, las universidades, los organismos públicos pertinentes, son las inversiones de mayor impacto en el desarrollo económico y social. Este quinto punto contiene, implícitamente, parte de lo que sostiene en los otros.



Como ya he dicho, esos principios semejan algunos aspectos relevantes del desarrollo de los países centrales del sistema y de la constitución de las grandes corporaciones mundiales. Para constatarlo basta con remitirse a las características históricas que jalonaron los diversos procesos. No es casual entonces que en el inicio de su propuesta afirme: “Se trata, en definitiva, de formar un sistema industrial integrado y abierto sobre la base de principios que están en las antípodas de los de la ISI.” En verdad, los que están en las antípodas son los países según el lugar que ocupan en el concierto de las naciones. Los estados hegemónicos que apadrinan a sus poderosísimas corporaciones frente a las naciones subordinadas al gran capital internacional. Antes, se transparentaba esa polaridad con la consigna Imperialismo o Dependencia. Después, con el triunfo mundial del capitalismo, se la encubre con el término “globalización”. No obstante, los conflictos y las luchas contra la dominación continúan con sus diferencias y variaciones de amplísimo registro. Desde el surgimiento de nuevas ideas y experiencias hasta fisuras políticas generadas por luchas masivas en Sudamérica que derivaron en la asunción de varios gobiernos populares. Y aquí tiene relevancia la crítica al enfoque de Ferrer pues se relaciona con los sucesos actuales y con el debate abierto sobre el futuro inmediato-mediato.

Al respecto, un punto clave es la omisión señalada, o sea, la falta de caracterización real del “empresariado nacional” hoy. Ese gran ausente, factor gravitante en toda sociedad capitalista, deja sin soporte concreto a sus nuevos principios.

3) Los alcances de lo nacional y la encrucijada de los gobiernos populares.



Los grupos económicos locales (GEL) tenían la hegemonía de la cúpula empresaria hacia 1995 y luego comienzan a vender a las trasnacionales muchas de sus empresas en pos de la valorización financiera a la par que generan un fuerte proceso de fuga de capitales. Ya en el 2001 es clara la hegemonía de las trasnacionales. Los datos que consignamos (1) permiten apreciar la desnacionalización de lo más relevante de la cúpula empresaria, ya sea por la participación directa del capital extranjero o por el travestismo que representan los intereses dominantes de los GEL ligados al mercado mundial, sobre todo a través del circuito financiero y del comercio exterior. Esos grupos son expresión de un importante sector que en todo momento impulsaron las políticas neoliberales que los favorecieron perjudicando al país. Es más, en su momento, como proveedores del Estado, embolsaron jugosos beneficios con sobre precios del orden del 30%. En suma, la burguesía nacional brilla por su ausencia más allá de pequeños y medianos productores de escaso peso político en las decisiones macroeconómicas.

Aquí voy a parafrasear un ilustrativo fragmento de un artº de Mónica Peralta Ramos (“El mito de Sísifo y la deuda externa argentina”) publicado el 24/09/14 en Página 12. Me parece una buena síntesis de las relaciones mundiales existentes que contradice la propuesta de Ferrer bastante antes de que éste la planteara: “La expansión global de la acumulación del capital ha dado lugar a la integración compleja de las grandes corporaciones multinacionales y a una nueva división internacional del trabajo basada en la desintegración del proceso productivo a nivel local y en su integración a nivel global en cadenas de valor, cuyos segmentos estratégicos son controlados por el capital trasnacional. Un conjunto de empresas multinacionales concentra hoy las decisiones y el poder tecnológico y controla los sectores más dinámicos de la industria. Al mismo tiempo, existe una enorme fragmentación y dispersión del proceso productivo a nivel local y los estados nacionales pierden progresivamente su capacidad de planificar políticas en su territorio. Los países en desarrollo se encuentran hoy integrados en cadenas de valor global y son totalmente vulnerables a decisiones que surgen de la lógica de la acumulación global del capital trasnacional. Dentro de esta lógica, la exportación de tecnología juega un rol crucial.”

Vale agregar a la síntesis extractada, la notable incidencia del capital financiero que a partir de la liberalización de regulaciones que supuso la creación de los Bancos de Inversión, cuadriplicaron su relación con el capital productivo y generaron enormes burbujas especulativas. Éstas estallaron en la crisis de 2008 que se inició en EE.UU. contagiándose al epicentro del sistema y extendiéndose a la esfera mundial con variables efectos que aún continúan. (2)

Ahora bien, dentro del Orden Mundial existente tomaré a nuestro país como caso testigo de las expectativas nacionales que se generaron en Latinoamérica, en este siglo, debido al imprevisto surgimiento de varias aperturas políticas de distinto rango. Las mismas han instalado un cúmulo de interrogantes y diversas polémicas.

A propósito de lo dicho, vienen a cuento algunas declaraciones del Ministro de Economía, Axel Kicillof. Transcribo: “Las medianas empresas crecieron entre 2003 y 2013 un 62%, alcanzando un total de 33.850 nuevas empresas.” (…) “las PYMES constituyen hoy el 44% del producto bruto de la Argentina y son la principal fuente de trabajo formal y genuino”. Y más adelante deja entrever la problemática abierta: “La política de reindustrialización de la Argentina no es una receta preconcebida, es una política al servicio permanente de la producción, el empleo y la inclusión social que cambia frente a la coyuntura que reconoce etapas”.

El monto de la producción de las PYMES (44% del PBI) exhibe distintas aristas. Es una considerable magnitud pero inversamente proporcional al poder político que pueden ejercer, fundamentalmente, por la dispersión y volumen individual de capital. Sin embargo, son la principal fuente de trabajo formal y con manifiesta incidencia en los conflictos laborales que tienden a atenuarse toda vez que baja la desocupación aunque subsistan los problemas salariales. Su oscilante comportamiento es objeto de disputas por ganar su apoyo o neutralizarlo.

Para una política de corte nacional, resolver el tema económico comporta una sustantiva prioridad. El control del aparato estatal de los gobiernos populares es indispensable para dar batalla al poder del capital concentrado. Obviamente que en la sociedad intervienen distintos factores: culturales, sociales, ecológicos, mediáticos, internacionales, regionales, etc. etc. Empero, en el capitalismo se destacan las relaciones económicas que tienen gran relevancia política porque constituyen el factor clave del sistema y su razón de ser. Tiñen, en variable medida, las otras instancias al calor de la pugna de intereses. No es casual entonces que en ese nivel se asiente el poder real cuya máxima expresión es la “corporativización” del orden mundial. Lo cual refleja la pérdida de significación de lo nacional por más que constituya un irrenunciable soporte para las aspiraciones populares.



4) Enfoques e interrogantes.



Enfoquemos ahora la problemática nacional de nuestro país. En un primer plano se ubica el gobierno popular kirchnerista que ha izado esa bandera a lo largo de su gestión. No entraré en los consabidos balances escritos por “contadores” interesados. Sólo mencionaré unos pocos hechos que considero suficientes para validar la auto calificación K de “nacional y popular”. Me refiero al rechazo del ALCA, la reestructuración y gran quita de la deuda externa, la estatización de la ANSES y la nacionalización de Aerolíneas y de YPF. Descarto las objeciones y diatribas de una oposición que me parece paupérrima en general y reaccionaria en buena parte de sus representantes. Lo cual no desdice mi crítica al kirchnerismo expuesta en varios de mis trabajos.

Ahora voy a abordar la cuestión nacional desde dos lugares con enfoques diferentes que conllevan sus respectivos problemas y limitaciones. Uno, la visión anticapitalista de la que participo y que implica un largo proceso emancipatorio y dos, la postura nacional y popular que encabeza el kirchnerismo pero sin alterar estructuralmente el orden capitalista.

Respecto del primer enfoque, la hegemonía mundial del capitalismo constituye una formidable barrera de imponderable duración, presumiblemente muy dilatada. Luego, plantear un salto o un pasaje a una sociedad más sana, igualitaria y justa que logre el fin de la explotación y la dominación propias del capitalismo, implica inciertos recorridos y procesos de impredecible futuro. Esas aperturas, como todo lo que aspira a innovar, deben enfrentar grandes obstáculos y resolver numerosos interrogantes. Y en tanto se oponen al sistema, cargan con el calificativo de utopía cual encarnación de una ingenuidad extrema.

Mas, si a tal utopía (3) se la considera un no lugar del orden existente, devienen interpretaciones muy distintas. Esto no contradice las definiciones de la R.A. porque se trata de un inexistente para el orden social dominante que la excluye de su construcción de la “realidad”. Y que sea “irrealizable en el momento de su formulación” no invalida el proyecto emancipatorio como toda formulación que remite a un proceso. Pero más allá de la semántica, lo que importa es su significado político de rechazo al capitalismo. Exige construcciones de largo aliento, nuevas ideas y gran creatividad. Por ejemplo, el cuestionamiento al Estado, a las vanguardias y liderazgos clásicos, a las relaciones mercantiles cosificantes, etc.etc. No voy a repetir aquí lo que he sostenido en múltiples trabajos (4). Sólo insistir acerca de la importancia de afrontar los desafíos y dificultades de lo que está naciendo como se ensaya en numerosas experiencias e intentos, sobre todo en ámbitos locales. Resolver las dificultades para la construcción de nuevas alternativas políticas emancipatorias recae en los que planteamos vías anticapitalistas ya que no es responsabilidad de quienes tienen otra visión dentro del campo del pueblo. En cambio, sí tenemos que estimular el debate ideológico para lo cual es importante instalar el convencimiento de que si no hay oposición a este orden injusto, si no hay una praxis de construcción colectiva que genere alternativas políticas de emancipación, el capitalismo seguirá prevaleciendo indefinidamente.

A propósito del campo del pueblo ahora enfocaré la otra postura, la nacional y popular. Ésta se halla ante una aguda contradicción: alterar los efectos que genera un sistema injusto y explotador para, sin romper con el mismo, conducir los destinos de la nación y generar un proceso en el que prevalezca la justicia social.

La realización de semejante tarea exige el control del Estado Nacional, requisito indispensable pero no suficiente. Y éste es el teatro de las actuales batallas. Batallas que no se limitan a las pujas sectoriales internas sino que éstas se hallan mediadas por las relaciones internacionales donde dominan las grandes Corporaciones y los países hegemónicos. Luego, la lucha política está sumamente condicionada por la estructura económica que es la base principal del poder en el capitalismo. Y aquí viene a cuento lo formulado en los tres puntos anteriores por lo que sólo agregaré algunas reflexiones en torno a la política en el contexto actual.

A poco más de un mes de las elecciones nacionales, arrecian los enfrentamientos, el juego sucio y las maniobras de todo tipo, en especial de la oposición cuyo gran objetivo es desplazar al kirchnerismo del gobierno y quitarle así su principal apoyo, el relativo control del Estado. En cuanto a las movilizaciones populares, su otro sostén, adolece de una inveterada limitación que, simultáneamente, significa su fortaleza, el liderazgo de Cristina. Es que liderazgos y vanguardias son emergentes históricos que, en distintas ocasiones gestaron transitorios momentos disruptivos. Los cuales, si no lograron desplazar al poder dominante es porque fueron derrotados o terminaron en la regresión de los intentos liberadores originarios. En cambio, la ruptura de un orden social como preludio del surgimiento de otro, supone transformaciones sustanciales de la sociedad. Esto nos vuelve a situar en la contradicción acerca de los dos enfoques, la llamada utopía que plantea la emancipación y la política reinante que se desenvuelve de acuerdo a la “legalidad” del sistema capitalista. Sin embargo, el panorama político es mucho más complejo que un reduccionismo de las contradicciones si se pretende evaluar situaciones concretas. Por caso, el kirchnerismo produjo una insospechada reacción frente a la ofensiva mundial del gran capital externo-interno y engendró una fisura política sobre la hegemonía que ejercían los personeros del gran capital con inclusión de las dirigencias manejables y/o comprables. Pero hoy el movimiento K necesita afianzar lo actuado para no diluirse y ser anulado por el poder hostil del gran capital y de allí las recurrentes invocaciones a la profundización. Sugestivo término que reabre los interrogantes que alcanzan, de distinto modo, a cada opción.

Acerca de la primera que supone un extendido proceso temporal, la emancipación del orden capitalista es un objetivo legítimo e irrenunciable. Mas, a partir de este aserto desfilan los interrogantes. El principal se refiere a los cómo. Del mismo derivan otros múltiples: qué senderos deben transitarse; los alcances de la política a distancia del Estado; qué praxis desarrollar para la gestación de una nueva subjetividad social; la política K, ¿favorece un proceso emancipatorio o al contrario, lo obstaculiza?; qué enseñanzas deja la implosión del comunismo, y así siguiendo.

Yendo ahora a la problemática nacional que encarna el movimiento K, vale recordar que una fisura se puede sellar con mayor o menor dificultad. En consecuencia, voy a cerrar con una disyuntiva que se le presenta al kirchnerismo en lo mediato. Parto de la deseable suposición de que gana las elecciones generales en 1ª vuelta o en la 2ª, aunque resultaría más condicionado. O sea, qué proyecciones tendría el gobierno de Scioli.

Su proclamación como candidato, luego de la fallida elección y las pobres disputas que incluyó, exhibe una sugestliva debilidad nada frecuente en un cuadro de conducción como la presidenta. Al respecto y dado que me pareció una lúcida y sintética reflexión, parafraseo a Horacio Verbitsky en un artículo publicado tiempo atrás en Página 12: “…y la transacción que debió hacer con Scioli (se refiere a Cristina), consecuencia de las respectivas debilidades: ella no pudo presentarse para un tercer mandato o construir una candidatura de absoluta confianza, y Scioli entendió que no podría llegar en contra de Cristina.”

La forzada concesión es un efecto de su metodología de construcción piramidal con férreo liderazgo. Ergo, el matrimonio K no pudo dejar una herencia fiable para la primera magistratura, de suma importancia en un país presidencialista como el nuestro.

Con vistas al futuro, es previsible un aggiornamiento de la etapa vivida por causa de la ya comentada restricción externa a la que se suma, entre otras, el regreso del clásico deterioro de los términos del intercambio. Y si bien el candidato no ofrece mayores garantías, lo realmente preocupante deviene del perfil político-económico de importantes colaboradores suyos. Veamos lo que informa Claudio Scaletta en su artículo “Enfoque” de Cash del 16/08/15: “…los economistas que rodean al candidato presidencial recuperaron todas las demandas del establishment. La actual ministra de economía de la prov. de Bs.Aires, Silvina Batakis, dijo en un reportaje concedido al diario La Nación que la principal preocupación de los economistas es `la inflación´.”… “Miguel Bein, en su rol de propietario rural, afirma que sólo quedarán restricciones (más bajas) para la soja y sus derivados. El titular del Banco Provincia, Gustavo Marangoni, oficia de promotor de una regla ultramontana de superávit fiscal, según la cual el gasto público nunca podrá superar a la recaudación. El ex FMI Mario Blejer aboga por el regreso a los mercados internacionales de Crédito.”

Este elenco retrógrado contradice la actual profesión de fe K en la campaña política que realiza Scioli y podría ser el anticipo de un futuro vuelco en cuanto aumenten las presiones internacionales y la de los factores de poder local. Es esperable que ese giro eventual (para ser cauto) sería resistido por los mejores cuadros del kirchnerismo, empezando por la presidenta. Ante esa perspectiva y aunque el giro resulte más suave, crece la necesidad de que se impulse un proyecto nacional que, antes que después, deberá enfrentar a fondo al poder del gran capital que no cesa de promover golpes “blandos” los que seguramente recrudecerán en busca de lograr su objetivo. Además, hay que sumar la ofensiva generalizada que están padeciendo los países más radicalizados de nuestro subcontinente.

Entonces, cabe preguntarse por las proyecciones de lo nacional como territorio político base de los movimientos populares afines para coaligar sus fuerzas en lo regional. Es lo que en cierta medida se intenta con la Unasur. Pero aquí el entramado de cuestiones es más que complejo y crecen los interrogantes. ¿Es viable lo nacional sin enfrentar a las grandes corporaciones y al capital financiero internacional? Y dada su gravitante influencia en la subjetividad social, ¿cómo deconstruir la lógica mercantil, el exitismo y el recalcitrante egoísmo propios del orden capitalista? ¿Acaso debemos considerar al “hombre nuevo” como un fósil?

La “globalización” capitalista, consumada realidad, representa la antítesis de la idea liberadora que suponía “el internacionalismo proletario”. Empero, éste resultó otra de las grandes frustraciones. Pesado antecedente pues ese proyecto se licuó a consecuencia de la praxis de los partidos comunistas y sus estados. Éstos terminaron asumiendo el rol nacional como instrumento de las luchas políticas que provocaron enfrentamientos y hasta guerras en el propio campo.

Esta difícil etapa que se avecina requerirá aunar fuerzas dentro del campo del pueblo promoviendo una auténtica participación popular. A tal fin y preservándose de actitudes sectarias, es necesario generar amplios debates de ideas en torno a la problemática nacional y a la emancipación.-----



Jorge Luis Cerletti

Setiembre de 2015









REFERENCIAS:



(1) Argentina. Cantidad de empresas y participación porcentual en las ventas agregadas

de los distintos tipos de empresa en la cúpula empresaria*, 1991-2008




(Valores absolutos y porcentajes)

1991 1995 2001 2005 2008

_________________________________________________________________

Cant. % Cant. % Cant. % Cant. % Cant. %

Emp. ventas Emp. ventas Emp. ventas Emp. ventas Emp. ventas

____________________________________________________________________________________

Estatal……………. 19 28,9 5 3,3 1 1,6 4 1,5 7 2,3

Privada nacional…. 105 34,6 94 37,1 59 25,3 57 23,2 53 23,5

Extranjera………. . 56 22,5 56 27,8 92 55,1 106 61,5 117 58,3


Asociaciones……. . 20 14,0 45 31,8 48 18,0 33 13,8 23 15,9

Total………………. 200 100,0 200 100,0 200 100,0 200 100,0 200 100,0



* Se trata de las 200 empresas más grandes del país (según sus montos de ventas anuales).

Fuente: elaboración propia con base en información del Área de Economía y Tecnología de la Flacso. (Ibid. de Aspiazu, Manzanelli y Schorr)

Tabla publicada en el artº “Concentración y Extranjerización del Capital” de la Comisión de Economía y Política del Colectivo x la Justicia social.

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(2) Ver en el libro “Estado, democracia y socialismo” (JLC - 2014) los capítulos “Crisis, volver a las fuentes” y “Crisis, la razón de la irracionalidad”.

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(3) Utopía: lugar: lugar que no existe. Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista como irrealizable en el momento de su formulación (D.R.A.).

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(4) Ver en Opus. Cit. los capítulos “Una política independiente del Estado” y “¿Un nuevo campo emancipatorio?” y también ver el libro “El poder y la necesidad de un nuevo proyecto” (JLC - 1994)

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Nota: los subrayados son míos.