viernes, 29 de junio de 2018

PREFIGURACIONES DE NUEVOS SUJETOS, Por Jorge Luis Cerletti para Vagos y Vagas Peronistas


El proceso de gestación de nuevos sujetos emancipatorios debe resolver una doble cuestión: lo ya ensayado, generar el poder necesario para vencer a los sectores dominantes y lo aún irresuelto, producir los suficientes anticuerpos como para bloquear el surgimiento de otras formas de dominación.

La primer cuestión fue satisfecha por las organizaciones revolucionarias clásicas que se propusieron y lograron consumar la toma del poder del Estado. Sin embargo, la segunda quedó como deuda pendiente ya que el Estado se mostró como un dispositivo de dominación incompatible con la emancipación (ver escritos anteriores). Y esto a pesar del planteo teórico marxista acerca de la necesidad de su extinción. Idea brillante, anticipatoria de sus asechanzas a futuro, pero esterilizada por una praxis que marchó en sentido contrario. Lo cual presenta, en apariencia, un dilema insoluble: sin el control del Estado no se puede doblegar el poder capitalista, pero tampoco mediante una política dependiente de su estructura. Adentrémonos ahora en las implicancias de esta aparente paradoja.

Desde una visión histórica, el Estado resulta una de las grandes creaciones que produjo nuestro género y, por lo tanto, susceptible de sustitución si se crean otras formas de organización social y política. Mas, su decisivo rol en la historia y en el presente genera fuertes interrogantes en torno al devenir. Es que el Estado, al regir nuestra vida política y social, aparece como una institución insustituible que posibilita la convivencia humana asolada por agudos enfrentamientos. Así, aparato de poder y organizador social, son dos caras de su milenaria identidad que continúa perdurando.

Estos atributos se inscriben en la problemática de los sujetos emancipatorios en demanda de nuevas creaciones al margen de la estructura estatal y más allá de la gran hegemonía que impuso el capitalismo en el mundo. Clave medular para las luchas que se libran contra la explotación y la opresión que presenta el doble desafío de oponerse al capitalismo y a la dominación de cualquier signo. Desafíos que enhebran los múltiples contextos con sus cambiantes situaciones, ritmos y tiempos diferentes.

Pero ahora ya no sólo el Estado interfiere en los procesos emancipatorios. El capitalismo ha desarrollado otros poderosos factores de dominación que crecieron al calor de la acumulación y la expansión económica. Y el principal entre ellos, los conglomerados de capital que circulan con gran libertad por el planeta imponiendo sus reglas de juego. Esto tensiona y modifica el rol tradicional de los Estados nacionales, fenómeno que se manifiesta con crudeza en los países subordinados o de menor desarrollo capitalista. Basta apreciar que el PBI. de gran parte de los mismos está por debajo de lo que producen las grandes Corporaciones del globo.

Luego, se superponen y entrecruzan dos esferas de poder sustantivas que armonizan y a la vez colisionan al interior de las naciones “periféricas”. Armonizan, en tanto la influencia y la operatoria de las grandes corporaciones subordina a los Estados a través de sectores afines que lo controlan o gracias a la gestión de quienes son cooptados por aquéllas. Pero esto engendra condiciones de explotación y sometimiento que provoca fuertes reacciones en la población dando curso a situaciones inestables y a la emergencia de actores que también fueron agredidos por las trasnacionales. El fenómeno se expresa en términos políticos de diversa manera que reconoce la singularidad de cada situación concreta aunque, básicamente, exhibe protagonismos que provienen de dos vertientes distintas. Los que emergen de la resistencia de los sectores oprimidos y los que operan en función de la política tradicional ligada al control del Estado. No existe una línea claramente divisoria pues los primeros tienden a ser absorbidos por los recursos de que dispone la política estatal pero, como principales receptores de la agresión, su potencialidad es mucho más radical. Y hoy, en virtud del relativo retroceso político del “neoliberalismo”, en varios países de Sudamérica se da una situación ambigua donde algunos actores tradicionales se erigen en representantes de las luchas populares que les posibilitaron acceder al gobierno.

Justamente los alcances de esas políticas gubernamentales hoy promueven polémicas y confusión en el campo popular. Están los sectores encolumnados tras ellas, los que asumen posiciones más o menos críticas y quienes se oponen a su gestión. Referente a aquéllas y como criterio general, resulta erróneo negarlas por demandarles consecuencia revolucionaria en base a cualidades que no se avienen a políticas estatales condicionadas por el sistema. Porque dichas cualidades son propias de construcciones alternativas que deben gestarse por fuera de su influencia. Tarea de largo aliento cuyo desarrollo supone evaluar cada coyuntura para, desde el presente, ir produciendo cambios. En tal sentido, la negación absoluta e indiscriminada de lo hecho en el ámbito estatal es perjudicial pues, al igualar diferencias, se desestiman contradicciones y se favorece el aislamiento de quienes impulsamos una política independiente del Estado. La que, a su vez, exige actuar en situación excluyendo todo pragmatismo de ocasión afín al orden vigente. Este principio tiene que ver con la orientación política asumida que define el lugar de interpretación y su proyección política.

Aquí interviene la concepción que se tenga de los sujetos emancipatorios que, de acuerdo a lo ya expuesto, está indisolublemente unido al carácter del cambio que se promueve. Como surge de dichas ideas, se trata de un proceso de emancipación abierto destinado a superar los límites que aquejaron al socialismo y a los movimientos populares, en particular a los del “tercer mundo”.

La ofensiva “neoliberal” en Latinoamérica desmanteló los recursos del Estado Nacional a favor de los grandes conglomerados de capital que lo subordinaron a sus intereses. Esto produjo una profunda transformación en el orden económico y legal y también en la subjetividad colectiva que influye en la constitución de los sujetos políticos. Fenómeno que trasciende las fronteras pero que alcanza de lleno a nuestros países. Las líneas de fuerza de un proceso, de no mediar una ruptura, se mantienen con todos los altibajos que se quiera y que son propios de las luchas y los conflictos que no cesan nunca. En esto no existe uniformidad sino que las alteraciones y situaciones cambiantes dependen de la acción de los protagonistas que las generan.

Opuestos a dicha ofensiva y al calor de la resistencia popular, afloran distintos actores que procuran impulsar un proceso de emancipación de nuevo signo. Lo que está emergiendo son prefiguraciones que buscan desarrollar su independencia respecto de las políticas estatales. Pero aún éstas deparan cursos imprevistos que exigen situarse frente a ellas. Tal el caso de algunos gobiernos sudamericanos que hoy ofrecen un relativo y variable grado de resistencia a los designios “imperiales”, inimaginables en los noventa. Y como ya se ha dicho, resulta improcedente negar sus aspectos positivos en nombre de una consecuencia emancipatoria incompatible con “las razones de Estado” que los encorsetan. Al revés, atribuirles el carácter de sujetos liberadores es una confesión de la propia impotencia. Los límites antisistema de cualquiera de estos gobiernos, aún los más radicalizados, es tan cierto como que el fin de este orden social injusto depende de la creación política de nuevos sujetos emancipatorios.

En el campo de lo que está naciendo aparecen dos niveles en tensión. El de las necesidades más o menos inmediatas y el de la proyección de las acciones que pretenden solucionarlas y trascenderlas. El primero responde principalmente al orden económico y a la presión sobre la gestión estatal. El segundo, a los proyectos y a los sujetos en aptitud de impulsarlos. Aquél está referido a lo que cabe designar como “mal menor”, evaluable en concreto y en situación. El otro, supone el horizonte de sentido y la metodología de construcción de nuevas políticas. Pero la diferencia no implica su incompatibilidad. Porque por más ambiciosos que sean los proyectos deben transitar por el abrupto terreno del presente donde la dominación capitalista produce efectos desastrosos verificables en el día a día de amplios sectores de la población. 

Individualizar a los sujetos que promueven el orden constituido no presenta mayores dificultades. Éstas nacen de la complejidad alcanzada por el sistema y de la hegemonía impuesta por aquéllos que atraviesa los distintos órdenes de la actividad humana que, en mayor o menor medida, controlan. Por otro lado, el surgimiento de nuevos sujetos emancipatorios debe enfrentar el desconcierto emergente de la implosión del campo socialista que implicó el deterioro de la subjetividad política revolucionaria y el eclipse de los que otrora resultaron los impulsores de la rebelión: las vanguardias y la clase obrera como su referente principal.

Tal situación fuerza a repensar hoy el carácter de sujetos capaces de superar lo actuado potenciando las rebeldías en cuyas entrañas late la emancipación. Para lo cual deben madurar y crecer abriendo cauce a realizaciones inspiradas en nuevos proyectos que impliquen otro modo de hacer política.



Vanguardias, ¿de qué tipo?



Aquí surge la decisiva cuestión del poder en este período. ¿Hoy es creíble una construcción política opuesta a la dominación si concentra poder en la conducción? Y por cotrapartida, ¿una construcción donde el poder circule es viable para la generación de procesos emancipatorios?

La disyuntiva resulta polarizante aunque el contexto actual muestra una mixtura en la que prevalece notoriamente la política tradicional y donde la segunda opción, aún incipiente, ha tenido repercusión en ciertos círculos intelectuales y se manifiesta de distinta manera en experiencias como la zapatista, en los sin tierra de Brasil, en diversos movimientos sociales de alto contenido político como los de Bolivia, Venezuela y Ecuador, por citar algunos de las expresiones más afines y relevantes. 

Tal disyuntiva es central en los debates actuales y entra de lleno en la problemática de los sujetos ligada al carácter de las vanguardias. Sujetos que deben desarrollarse bajo la dominación capitalista que prolifera en las distintas esferas del quehacer humano y que se manifiesta en la subjetividad general. Subjetividad mercantil en donde la plétora de mercancías y de innovaciones que produce se complementa con el consumismo que induce cual necesidad vital para el sistema. Con su correlato, la tipología humana que engendra con sus penosas derivaciones sociales. Exitismo y competitividad a ultranza, individualismo y fragmentación social, concentración de la riqueza y multiplicación de la pobreza, discriminación y marginalidad, imperio de la alienación y expansión de la angustia, control y represión de las mayorías, y así de seguido.

Esta cultura capitalista que arrasa con los mejores valores de nuestro género, fuerza a preguntarse, ¿por qué con semejantes atributos hoy reina el en el mundo?

Obviamente no existe una sola respuesta, es un interrogante que demanda profundizar las reflexiones y los análisis despojados de prejuicios. Porque si se cosifican las ideas de los grandes talentos se convierten en un lastre. Conceptos teóricos consagrados que, entre otros, alimentaron convicciones revolucionarias anticapitalistas hoy dejaron un espacio vacío. Como ser, el principio marxista de que, llegada cierta instancia, el desarrollo de las fuerzas productivas chocará con las relaciones de producción instaurando un período revolucionario. Y también el aporte político leninista de que la cadena se corta por el eslabón más débil. Ambas previsiones fallaron en la práctica haciendo visibles sus puntos ciegos. La vigencia de los países capitalistas de gran desarrollo certifican el primer fallo y la frustración de casi todas las revoluciones en el tercer mundo testimonian el segundo, en particular, la “soldadura” del eslabón chino.

Otro lastre es pensar en términos economicistas pues conduce a variantes que desembocan en una persistente indefinición o en una imposibilidad. Según el fabuloso desarrollo de las fuerzas productivas resultarían injustificables las relaciones de producción capitalistas. Y si no, ¿cuál sería “el suficiente desarrollo” antesala del cambio? ¿Habrá que esperar al día después de la “crisis terminal” para constatarlo? Mientras que sostener que dicho desarrollo convierte en inexpugnable la ciudadela capitalista redunda en el conocido “fin de la historia”. Y nuevamente emerge la figura de los sujetos políticos como protagonistas insustituibles de todo cambio sustantivo.

No es una novedad la relativa debilidad actual de los sujetos que luchan contra este orden social. Y no es que no existan ni que dejen de surgir. Pero todavía no se ha salido del cono de sombra que significó la desestructuración del socialismo y el eclipse de su imaginario. En lenguaje psicoanálitico se diría que aún “no se terminó de elaborar el duelo” en torno al andamiaje cultural político que sustentó las grandes revoluciones del pasado. Y un punto político crucial al respecto es el que se refiere a las vanguardias.

La solapada influencia de la cultura capitalista que afectó al campo revolucionario, plantea a los nuevos sujetos despojarse del rol elitista clásico de las vanguardias sin por ello renunciar a su papel protagónico en la crítica y oposición al sistema. Esto provoca una contradicción original. Los movimientos populares y las resistencias de distinto tipo resultan nutrientes de las vanguardias, pero las luchas por el poder desembocaron en que éste se concentre en aquéllas generando el ciclo en el que abortaron los mejores intentos. Y mientras su concurso sea imprescindible, dadas las grandes desigualdades en la composición socio-cultural de la población, el desafío pasa por la creación de vanguardias de una naturaleza distinta que se traduzca en organizaciones donde el poder circule estimulando el protagonismo ascendente de la sociedad. Los trayectos que incorporan esta política tendrán que afianzarse en lo micro para gestar una nueva subjetividad que vaya influyendo en lo macro. Porque es en las experiencias concretas al alcance de quienes intervienen en ellas donde pueden prosperar situaciones favorables a este otro modo de entender y practicar la política. Estas nuevas ideas y sentimientos, cuyos tiempos de maduración son impredecibles, emergen en distintos sitios del planeta y comienzan a hacerse visibles en medio del “océano” capitalista.

En paralelo, asoma otra mirada opuesta a la tradicional del poder cual señal promisoria y renovadora que no surge de la nada, es una saludable reacción frente a las depredaciones que produce el capitalismo. Y aunque éste ofrece el “encanto” de sus realizaciones tecnológicas, las mismas se ven cada vez más oscurecidas por el tipo de humanidad que engendra. Por el lado de las naciones opulentas, el desperdicio absurdo de los recursos naturales y de todo tipo junto a la atonía cultural de sus sociedades con su alto contenido de alienación y angustia existencial. Del lado de los países “periféricos”, el “desperdicio” liso y llano de la mayoría de sus poblaciones. 

De acuerdo a lo que plantea este ensayo, los sujetos emancipatorios deben surgir de una construcción política cuya vigencia es determinable recién a posteriori y que no depende de su extracción de clase. Esto habla de sujetos plurales en lucha contra la explotación y la dominación. Y para constituirse como tales deben cumplir con un doble requisito: ser protagonistas antisistema y no erigirse en nuevos amos. El proceso de construcción es una creación sin garantías previas que debe incluir estas dos condiciones. Asimismo, lo universal no supone la igualación de las diferencias, sino que surgirá de la singularidad de cada situación que desde lo micro irá reconstituyendo el tejido social profundamente dañado por el orden capitalista.

Resumiendo los puntos de vista expuestos:

La ley brota de la estructura mientras que la excepción es propia del sujeto.

Las políticas que remiten al Estado, tarde o temprano, quedan prisioneras de su condición estructural.

La relación sujetos-vanguardias es una cuestión decisiva para la constitución de nuevos sujetos emancipatorios.

Las vanguardias promotoras de cambios siguen siendo necesarias atentos a las grandes diferencias culturales y sociales existentes y que, previsiblemente, perdurarán por mucho tiempo.

La praxis creadora de nuevas vanguardias tienen que incorporar una condición fundamental: deben formarse y formar en el ejercicio político de la socialización del poder. Luego, vanguardias que no lleguen a fundirse con el colectivo al que pertenecen resultan un contrasentido.

Es necesario resignificar el término vanguardia. O mejor aún y dado el peso que tiene la palabra, convendría sustituir dicho término por algún otro que no porte connotaciones militaristas ni sugiera su carga jerárquica. 

Actuar en situación debe sortear el riesgo de aislamiento. La articulación de los componentes antisistema que incluyen las rebeldías es preciso potenciarlos para que en vez de ser neutralizados configuren un vivero de nuevas construcciones.

Dado que la representación todavía constituye un medio insoslayable para coordinar la actividad humana de la sociedad y/o de grupos numerosos, deberá revolucionarse su rol ancestral como vehículo de dominación. Para lo cual, distintos niveles de democracia directa, rotación de funciones, transparencia y revocación de mandatos, son algunos de los recursos disponibles junto a los que la creatividad colectiva vaya incorporando.

La condición de clase de los opositores al sistema capitalista no define sus políticas ni justifican su actuación en “nombre de”. Ergo, los comportamientos de clase remiten a las relaciones de explotación, pero éstas de por sí no producen política.

El enlace entre la explotación y la opresión es constitutivo de la problemática de la emancipación. Resolver lo uno sin lo otro comporta una falsa alternativa.---

Jorge Luis Cerletti (2008)


lunes, 25 de junio de 2018

EDUCACIÓN Y CLASE DOMINANTE, Por León Pomer (") para Vagos y Vagas Peronistas


 A partir de las frases de Michetti y  Vidal sobre los pobres y las universidades públicas, León Pomer, hace un recorrido histórico sobre los antecedentes de esa concepción elitista, cuando no miserable, de nuestra oligarquía.




                       
La señora Michetti recomienda a los pobres que se resignen: no saldrán de la pobreza. La señora Vidal asiente: no vale la pena gastar dinero en universidades para los socialmente más destituidos: jamás llegarán a ellas. El señor Macri se siente confirmado en sus no ocultas convicciones. Sus méritos en la multiplicación de los pobres lo dicen todo; obviamente, descree sobre educarlos en universidades que excedan las necesarias para absorber a los que tienen un futuro menos lúgubre. Agréguese que el “mercado” lo acompaña en la celebración: con la colaboración del Fondo Monetario Internacional el país tendrá mucha más miseria y muchos más desesperados. Algunos sienten placer en que eso ocurra. 

La clase dominante, y aquella parte de sus clientelas reclutadas desde los comienzos de nuestra historia principalmente en los sectores medios de la sociedad, pero no sólo en ellos, han demostrado la más pasmosa indiferencia frente a las tragedias colectivas provocadas deliberadamente: fueron y son cómplices con su aprobación explícita o su silencio vergonzante. Entre sus ensoñaciones preferidas parece sobrevolar la imagen de una sociedad rígidamente estratificada en castas, según el modelo hindú, por aquello que los intocables del país asiático tendrán en estas pampas su equivalente en los pobres, condenados definitiva e irrevocablemente a la degradación como único, definitivo e implacable destino. 

Como lo anunciamos en el título de esta nota, hablemos ahora de educación y algunos temas conexos; será un rápido repaso de hechos históricos extraídos de un trabajo nuestro (1) sobre el tema. Comenzaremos con palabras de Manuel Belgrano, que en marzo de 1810 (dos meses antes del 25 de mayo) atribuía a las “carencias de una escolaridad regulada”, los “horrores” que son de advertir “casi sin salir del poblado”. Según se indignaba ese extraordinariamente lucido ser humano que era don Manuel, “los indios pampas viven mejor, y nada indica que esté bromeando”. Pasan los años, se declara la independencia y arribamos a 1854, apenas derribado Rosas: un distinguido personaje del norte argentino, llamado Facundo Zuviría, escribe que los gobiernos se han propuesto “plantear la desigualdad entre los ciudadanos, concediendo a unos y negando a otros la educación que era debida a todos por igual”. De paso, creía necesario puntualizar que aquí se llama “pueblo” a “una clase de las ciudades con exclusión de las otras”. Don Facundo quiere decir que sólo la gente “decente” son pueblo, el resto, sugiere, son ralea, o canalla ebria, como solía decirse. Confesaba nuestro hombre : “Los que más saben en literatura o política, no siempre son los más útiles para los gobiernos y menos para los pueblos, porque saben también enseñar a oprimirlos y cubrir sus cadenas con el barniz de la ley, del derecho, del bien público…” 

Vayamos ahora a 1872 y quien habla ahora es Sarmiento, en una carta que le dirige a su amigo tucumano José Posse. Leemos: es uno de los “hechos más notables”, el “desdén, el odio secreto de las gentes cultas” a la educación de las masas. Sarmiento cree que a esa actitud concurren mancomunadamente el catolicismo y las vacas, la universidad y las castas. La barbarie popular avanza “cual marea”, escribe; por contraste, “más se ufana la oligarquía docta a la que tenemos el honor de pertenecer”. Ese ser contradictorio y terriblemente vanidoso que era Sarmiento sabía tomarse el pelo a sí mismo. 

En 1864 Carlos Pellegrini traza un proyecto educativo basado en las grandes divisiones sociales, y en el papel que debían desempeñar en la sociedad los hombres pertenecientes a cada una de ellas. Reservaba para la clase baja la enseñanza primaria y para la clase media la secundaria; sólo los de arriba debían ir a la universidad. Los pobres recibirían una educación moral y religiosa, aprenderían a leer y escribir y algunos rudimentos de matemáticas y del idioma natal. Recargar a esa gente con más conocimientos, pensaba Pellegrini, “sería hacerla perder el tiempo y aspirar a estudios que no le corresponden”. A la pobreza no le corresponde acceder a la alta cultura. Las diferencias culturales debían ser tan marcantes como las diferencias sociales. Había que evitar confusiones y malos entendidos. Pobres que advinieran a los saberes más conspicuos podrían llegar a ingresar en un campo de pensamiento que debiera estarles vedado. 
Carlos Pellegrini

Años más tarde, en 1880, el ministro Manuel Pizarro confesaba que los gobiernos se preocupaban más por el brillo que por educar a las clases populares. Por “brillo” entendía fastuosos edificios sólo accesibles “a cierta clase de personas”. La delicadeza parecía impedirle mencionar a qué clase de privilegiados se refería, pero era evidente que eran los miembros de la clase a que el mismo pertenecía. En ese mismo año 80 del siglo XIX, el presupuesto nacional destinaba el 45,65 % a pagar deuda pública, 27,48% a Guerra y Marina, 22,07 a la Administración Pública, y un lánguido 3,83% a algo erróneamente llamado de Educación Nacional. 

En 1889, el refinado intelectual que era Miguel Cané, uno de los fundadores del Jockey Club y autor de la ley de expulsión de “extranjeros indeseables”, temeroso “del espíritu nuevo de las masas europeas”, no comulgaba “con la difusión empeñosa de la educación popular”, porque si “llevada más allá de los límites tras de los cuales el pobre pierde su quietud de espíritu”, acarrea trastornos para una sociedad que, lejos de algún ideal medianamente noble, Cané encontraba como asaltada por los “mercachiflados”, o sea, por la legión de mercaderes, trepadores y arribistas que inundaba la bolsa porteña y bares aledaños, entregados a la exclusiva chifladura de ganar dinero coimeando, timbeando, “trabajando” para el gobierno, obteniendo concesiones ferroviarias para luego venderlas en Londres, etc.,etc. 

A los “autoungidos para el mando”, supo decir Estanislao Zeballos a finales de siglo, “se les había enseñado a tener vergüenza de trabajar”. Luego, ya que el buen ejemplo bajaba desde las alturas del poder, a quien se le podría ocurrir la peregrina idea de preocuparse por educar “al soberano”(el gran Pasolini habló de palabras y frases podridas, por hipócritas y grotescas). Coincidente con las palabras de Zeballos, en 1899, Joaquín V. González, comprobaba que la enseñanza no había logrado “el desarrollo de las ideas y sentimientos de la nacionalidad”. Agregaba que “la educación no había conseguido doblegar la sociedad tal como ella se ha venido constituyendo desde la colonia”. Ya no se trataba meramente de no educar a las masas; en la sociedad “mercachiflada” los que accedían a todos los niveles de la enseñanza ya estaban contaminados con el espíritu crudamente dinerario que gobernaba la enteras preocupaciones de los de su clase. Hablar de educación, y mucho menos ocuparse de ella, era tan absurdo como la tentativa de aprender entonces el chino mandarín. Por eso el diputado Juan Balestra criticará acerbamente el batiburrillo de planes, programas y propósitos sobre educación, a tal punto, ”que sería hoy (1900) difícil marcar concretamente la resultante de la tendencia educativa argentina enturbiada, desarticulada, debarajustada” 

La situación educacional había alcanzado niveles tan críticos, que los propios intelectuales que respondían a las clases dominantes llegaron a descreer del futuro argentino. En 1903, el educador Pablo Pizzurno denunciaba el primado de la ignorancia, la falta de hábitos de trabajo (mortificante coincidencia con otros ilustres como el ya citado Zeballos), la indisciplina creciente, la falta de ideales en los jóvenes y en los que no lo son. Y en 1908, el por entonces joven Ricardo Rojas, atribuía las causas del “delito y la anarquía” a la falta de disciplinas morales y a la “semicultura de los dirigentes” .Olvidóse, decía, que era preciso educar más que instruir, y sobre todo educar para la vida argentina. Opinaba que la reforma de 1876 bajo la presidencia de Avellaneda y la gestión del ministro Leguizamón había sido “desastrosa”. Se había caído en el enciclopedismo, en el desarrollo cosmopolita, en la pedantería vanidosa, en la falta de sinceridad. El plan de enseñanza de la historia era “deplorable”: pura “rapsodia de manuales europeos”. Las reformas para sustituirlo más tarde consistían en adoptar como programa el índice de un texto francés o “ el proyecto de una revista alemana”. Nos faltó, decía Rojas, “pensar por cuenta propia, elaborando en substancia argentina”. 

Años más tarde, el inspector Víctor Molina le decía al ministro Eduardo Wilde, hablando en nombre de una comisión de reformas: es conveniente que la enseñanza revista carácter nacional. Aconsejaba enseñar historia y geografía argentina e instrucción cívica. Bajo la presidencia de Juarez Celman, el ministro Filemón Posse también consideraba necesario argentinizar la enseñanza. Había que evitar, en palabras de Rojas, que los argentinos fueran forasteros en su tierra. 

Encontramos de nuevo a Carlos Pellegrini, ahora como sucesor de JuarezCelman, precisamente cuando debe escuchar al ministro Carballido y a los miembros de una comisión por él creada, que en los libros utilizados en la enseñanza hablan “las disputas europeas, y que una vez más se había cerrado los ojos a la realidad nacional”. Digamos que al ministro no le quitaba el sueño la falta de educación popular; le preocupaba la extranjerización educativa porque las preocupaciones materiales, decía, estaban invadiendo el alma argentina, y traían el riesgo de barrer de ella “las puras aspiraciones”. ¿Cuáles eran estas, no lo sabemos ni acaso él mismo lo sabía? 

En 1910, Juan P. Ramos aseguraba que “nunca la escuela tuvo entre nosotros una función determinada: fue incapaz de insuflar a los hijos de argentinos y de extranjeros el sentimiento de patria. Agregaba ”que jamás generación alguna de maestros argentinos ha salido de la escuela normal con el culto de la patria en su consciencia y en su corazón”. En el voluminoso informe que Ramos redacta a pedido del Dr. José María Ramos Mejía, presidente del Consejo Nacional de Educación, luego de haber recorrido pueblos y ciudades del país entero, declara unja “rabia sorda” contra el “pasado de nuestra educación. La conclusión a que Ramos no llega, es que para la oligarquía gobernante el país argentino era fundamentalmente una factoría mercantil generadora de lucros fastuosos, y no una patria para un pueblo. 
Leopoldo Lugones

Para Leopoldo Lugones, fue el ministro Magnasco “el primer estadista argentino que establecía prácticamente desde el gobierno la relación necesaria entre la instrucción pública y las instituciones políticas. La enseñanza dejaba de tener por único objeto la cultura general para volverse colaboradora en la vida política del Estado”. Las ideas de Magnasco fueron repelidas por el Congreso, donde primaban intereses bastardos, advertía Lugones, como la conservación de los antiguos liceos, semilleros de cátedras fáciles para “abogadillos sin pleitos y medicastros sin clientela que componen la flor y nata de la política local”. Para el célebre poeta, “la clase gobernante argentina, tan inepta y avara como de costumbre, prefirió los sueldos del presente, al porvenir de las nuevas generaciones”. En su libro Didáctica, critica don Leopoldo el dominante concepto sobre educación que la ve como “un adorno social”, como “una especie de traje vistoso que puede esconder la vaciedad más estúpida”. Lugones culpa al “brutal utilitarismo” del fracaso de la enseñanza secundaria y superior”. 

Juan Alvarez , uno de los iniciadores de la historia económica en el país, llegó a señalar que “nuestros dirigentes no definen un ideal para nuestra nacionalidad”, un gran imaginario cohesionante. Los fracasos en instrumentar una educación nacional (eso lo decimos nosotros) tiene su raíz en que la clase dirigente está guiada poco menos que exclusivamente por el lucro que producen las vacas: un ideario anémico incapaz de seducir corazones populares. Si las ventajas de vivir bajo el pabellón azul y blanco, “sólo favorecen a unos pocos, advierte Alvarez, es de temer que los restantes no pongan gran empeño en sostener tal estado de cosas. No serán patriotas si la patria no se conserva para ellos. No entenderán defender su suelo, si ninguna porción de ese suelo les pertenece”. Y más adelante insiste en su diagnóstico: ”Ante los altares de la patria, la escuela conservadora inyecta en jóvenes y adultos el virus que ha de impedirles reaccionar”. 

Y paremos por aquí. Nuestra tarea llega hasta los años 20 del siglo XX. Proseguirla hasta la llegada del peronismo al gobierno, un punto de inflexión en nuestra historia contemporánea, nos allegaría más ejemplos similares a los que hemos mostrado. Entre tanto, la lección que se deduce de todo lo anterior hoy parece actualizarse por fuerzas que en su visión de la realidad social no difieren demasiado de la de sus ancestros ideológicos. La educación no es para los pobres; la clase dominante y sus mentadas clientelas deben impedir que la pobreza disminuya y mucho menos que se extinga; lo nacional no importa, excepto para ser utilizado como consigna para engrupir otarios; la historia patria debe extinguirse como memoria. (En cambio, los argentinos de hoy comienzan a conocer un grotesco “revisionismo”: se enteran que los patriotas que declararon la independencia lo hicieron profundamente angustiados, y que a los restos de San Martín los trajo Rivadavia, pese a que la historia insiste que en verdad fueron repatriados bajo el gobierno de Avellaneda). La Argentina, país rico en riqueza humana y riqueza natural es ideal para ser esquilmado. Lo fue para las clases dominantes de tiempos pasados. Lo sigue siendo para las actuales. 



1) León Pomer, herencias tóxicas, editorial Punto de Encuentro, Buenos Aires, 2017

(") Doctor en Historia y Sociedad. 18 libros publicados, algunos en Brasil y Argentina y otros sólo en Brasil. Decenas de ponencias en congresos nacionales e internacionales y centenares de artículos sobre historia y literatura. Docencia en la Argentina (UBA y Universidad del Salvador) y Brasil (Universidades de Campinas, del Estado de San Pablo y Pontificia de San Pablo). Incluido oportunamente en el programa Café, Cultura Nación de la Secretaría Nacional de Cultura.

sábado, 23 de junio de 2018

CHINA OPTA POR EL MARXISMO: XI JINPING, Por Heinz Dieterich

1. Karl Marx es el Futuro

El camino de China “hacia una sociedad ideal sin opresión ni explotación, donde cada persona disfrutaría de igualdad y libertad”, se logra combinando los principios fundamentales del marxismo con la realidad de China”, dijo el presidente Xi Jinping, el 4 de mayo del presente. El audaz anuncio, motivado por el 200voaniversario del científico universal alemán, estremeció a neoliberales y pro capitalistas urbi et orbi (globales), incluyendo a sus adeptos chinos, incrustados fuertemente en la superestructura académica y política del país.

De inmediato, la brillante dialéctica de Xi convirtió la conmemoración espiritual del Bicentenario de Marx en una campaña práctica global en pro de su pensamiento: completa con la creación de un nuevo Instituto de Investigación del Marxismo en una de las universidades más prestigiadas del mundo, la Universidad de Beijing; con un decálogo de (nueve) instructivos sobre “Cómo aprender de Marx”; con la sugerencia de constituir una organización académica civil de investigadores del Marxismo a nivel global, “basada en la cooperación abierta, voluntaria, no-utilitarista” y, el Segundo Congreso Mundial sobre Marxismo, intitulado “Marxismo y el Destino compartido de la Comunidad Humana” (5-6 de mayo, 2018).

Xi, el flamante Mao Zedong de la potencia más poderosa de la tierra –y, junto con Vladimir Putin, el estadista y estratega más talentoso de la sociedad global– justificó su iniciativa estratégica global con calidad científica de Marx/Engels y su sistema de valores humanistas y democráticos. “El marxismo, por primera vez, exploró el camino hacia la libertad y la liberación de la humanidad desde la posición del pueblo, y señaló la dirección, con teoría científica”. Por lo tanto, concluyó, “es perfectamente correcta para la historia y el pueblo optar por el marxismo, así como para el PCCh lo es inscribir el marxismo en su propia bandera, para adherirse al principio de combinar los principios fundamentales del marxismo con la realidad de China y adaptar el marxismo continuamente al contenido chino y los tiempos” (4.5.2018).

2. Ideología burguesa for sale (al remate)

Al poner Xi en la agenda del debate mundial el proyecto de una nueva civilización post-capitalista, estremeció el control mundial de las mentes. El global soft power, el “poder suave global”, que parecía sólidamente eternizado en los mega-relatos de los ideólogos burgueses, resintió la Declaración de Beijing. El Fin de la Historia de Fukuyama”, refrito superficial de la Filosofía de la Historia de Hegel; el Choque de Civilizaciones de Huntington, vulgar protagonismo neocolonial occidental de un apologeta del genocidio estadounidense en Vietnam, quedan obsoletos. El dominio burgués de las mentes retorna, obligada por la dialéctica de la realidad, a las dos grandes narrativas manipuladoras seculares de la modernidad: el neoliberalismo y el socialdemocratísmo; reforzándolas para las mentes infantiles, por supuesto, con el oscurantismo religioso pre-moderno de los monoteísmos. Con la caída de la URSS, el monopolio del global soft power de la burguesía y del capitalismo parecía garantizado ad calendas graecas (para siempre). Y las deterministas premoniciones de la “dialéctica negativa” de Adorno y del “hombre unidimensional” de Marcuse parecían confirmarse. Todo esto, ya es pasado. Ahora, la primera potencia del mundo, conducida por el Partido Comunista de China, reintroduce el paradigma de una futura civilización no-crematística, racional y ética: la obra de Marx, evolucionada para el Siglo 21.

3. Soft power y la Guerra de Clases

Ganar la batalla de las grandes narrativas civilizatorias, del software dominante global, no significa, obviamente, ganarle la guerra de clases al capitalismo. Tener la mejor teoría es una condición necesaria para ganar, pero no es suficiente. Por la sencilla razón, de que toda guerra se basa en una unión dialéctica entre el poder psicológico y el físico: el software y el hardware. Cualquier otro razonamiento sobre “el arte de la guerra” es simplista, vulgar-positivista. Verbo y espada, en preceptos bíblicos; Jesús y la hoguera, en cuanto al know how del poder de la Iglesia Católica; Marx y cohetes nucleares, en términos de la realpolitik y geopolítica del Siglo 21.

4. Soft power y las Tres Vanguardias

El mismo Imperio y la Casa Blanca no se cansan de predicar ese axioma de la jungla socialdarwinista, que rige la sociedad global capitalista. El 15 de junio, al imponer tarifas punitivas por un valor de 50 mil millones de dólares a China, el bunker imperial llamado White House confirmó, que la supuesta guerra comercial (trade war) con China no tiene nada que ver con el comercio, sino con la supremacía mundial. El blanco principal de las penalizaciones proteccionistas es el programa Made in China 2025, “un plan estratégico para dominar las tecnologías de punta emergentes que permitirán el futuro crecimiento económico de China, pero lesionan el crecimiento económico de Estados Unidos” — “a strategic plan to dominate the emerging high-technology industries that will drive future economic growth for China, but hurt economic growth for the United States…”

Thanks Donald. Con tu ayuda, podemos completar ahora la ecuación de sobrevivencia, soberanía y autonomía estratégica para China. Y, por supuesto, para el Socialismo del Siglo 21. Para que se cumplan las condiciones de necesariedad y suficiencia del caso, se requieren tres variables: Xi Jinping, Karl Marx y sofisticados cohetes nucleares. En dicción del chino mandarín diríamos, se necesitan las tres vanguardias: 1. La vanguardia de gobernanza (Xi); 2. La vanguardia de la teoría (Marx) y, 3. La vanguardia del poder físico.

5. América Latina ante las Tres Vanguardias

Comparado con China, a la ecuación rusa (Putin) le falta la segunda variable. Tiene excelente gobernanza nacional y mundial y el mejor armamento bélico del mundo. Sin embargo, no cuenta con una narrativa capaz de conquistar el soft power global. Por eso, la solución histórica a la sociedad de clases radica en China, no en Rusia. Mucho peor, sin embargo, es la situación de América Latina, porque carece de los tresvectores de poder: 1. no tiene vanguardia de izquierda, de hecho, no tiene Izquierda que merezca el nombre; 2. no tiene la teoría de Marx/Engels; 3. no tiene armas estratégicas. La ausencia de una Izquierda significa, que no hay sensores ni receptores para procesar la gran contribución de Xi alsoft power global, vía la obra y praxis de Marx y Engels. Huérfanos, una vez más, entregados a las elucubraciones de liberales descriptivos (Wallerstein, Boaventura de Sousa Santos), socialdemócratas, curas y filósofos. Superar esa orfandad será difícil. Explicar su presencia es fácil.

6. Lobotomía hemisférica

Cuando me preguntaron en la Universidad de Beijing, qué impacto tendría la iniciativa global de Xi en América Latina, contesté que, en principio, ninguno, porque no había receptores para el mensaje (nuevo software). Cuando pidieron una explicación, les dije, que Washington y las oligarquías habían realizado una lobotomía subcontinental a partir de los años cincuenta (Guerra Fría) a las fuerzas transformadoras de América Latina, que hasta el día de hoy tiene paralizado el espíritu de transición de la Patria Grande. Que sólo queda un cuerpo agonizante, un torso, sin cabeza. Esto explica la sofocante mediocridad y el oportunismo imperante en las ciencias sociales de las universidades latinoamericanas, así como la inexistencia de una Izquierda en los partidos y movimientos sociales del hemisferio. Que no se trataba de un evento históricoaleatorio, sino que era el resultado deliberado de una campaña de represión física y extinción del pensamiento crítico, después de la Segunda Guerra Mundial.

7. Lobotomía hemisférica burguesa

La lobotomía hemisférica burguesa de la Guerra Fría transcurrió en tres etapas. Primero, mediante el terrorismo de Estado se exterminó físicamente a la inteligencia crítica y los intelectuales orgánicos sociales del subcontinente: los mejores científicos comprometidos, líderes sindicales, estudiantiles, campesinos y sacerdotes, fueron víctimas de esta matanza clasista. Después se llenaron las plazas vacantes académicas con jóvenes greenhorns, brainwashed en las instituciones imperiales, quienes llenaron las cabezas estudiantiles con imposturas neoliberales y postmodernistas. Ese nuevo estrato académico le dio esencialmente una moratoria de 40 años de inamovilismo crítico a la clase dominante. La combinación del exterminio físico terrorista con la posterior “reprogramación intelectual” –quizás sólo comparable en su dimensión al terror de Estado empleado contra la población indígena en la conquista– ha dejado a América Latina esencialmente como un desierto intelectual, en cuyas “ciencias sociales” se recicla la chatarra ideológica del Primer Mundo.

8. Ex oriente lux

Ex oriente lux – del Este viene la luz, decían los romanos. Pero, con la desastrosa situación de la Patria Grande y sus líderes descerebrados, será difícil que la luz de Xi y Marx logre iluminar a Nuestra América.



Heinz Dieterich

Sociólogo, analista político, teórico marxista, asesor de Hugo Chávez, autor del “Socialismo del Siglo XXI” y más de 30 libros sobre la conflictos latinoamericanos. Nacido en Rotemburgo del Wumme, Alemania, y actualmente investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, en la Ciudad de México.

lunes, 18 de junio de 2018

MODERNIDAD JUSTICIALISTA, Por Juan Escobar

Hay modernidades y modernidades. Quizás suceda con el tema de la modernidad lo que decía Perón respecto del desarrollo: "No es cualquier desarrollo el que necesitamos". Que a su vez puede ser aplicable a muchas cosas. A casi todas. No es cualquier desarrollo ni cualquier modernidad, pero tampoco cualquier democracia la que necesitamos. Ni cualquier Partido, ni cualquier militancia, ni cualquier ciudadanía para construir esa democracia.

Porque el peronismo no es cualquier cosa; ni a los peronistas todo puede darnos lo mismo. No cualquier fin, pero tampoco cualquier medio para lograrlo. Porque el debate que nos debemos no puede agotarse en el qué sino que también debe avanzar -para empezar- sobre el cómo. Para superar la mera dicotomía de esto sí, esto no. Esa lógica binaria que no hace más que romper los puentes e invariablemente deriva en la negación del otro.

La discusión que nos debemos también sería una discusión sobre las formas, posiblemente el mayor déficit, -a estas alturas de la historia casi atávico-, del peronismo. Incluir en ese debate también los medios que contribuyan a generar sus condiciones de viabilidad, para no quedarnos en la mera intención, en el ilusorio -cuando no engañoso- voluntarismo de la declaración de principios. Ganemos primero y si ganamos vemos qué hacemos.

No. No alcanza con quedarse en el qué. Porque en la medida que avancemos sobre el cómo, iremos teniendo Proyecto -que si no es explícito, posiblemente no sea tan Proyecto- que sería justamente lo que estamos necesitando. Nosotros los peronistas, claro. Pero fundamentalmente el país. Un Proyecto explícito, que surja primero de un debate donde participe el conjunto del peronismo, de los acuerdos posibles que emerjan de los denominadores comunes que nos definan como conjunto partidario. También explícitamente de cara a la realidad, a los problemas que presenta y los desafíos que nos plantea.

Esa expresión de la diversidad peronista bien podría ser la base para la construcción del imprescindible frente nacional con quienes la compartan en lo esencial. Para proponer juntos al conjunto de la sociedad un Modelo actual. Que responda a las necesidades y los deseos actuales y concretos de la gran mayoría de los argentinos.

Todo esto puede parecernos obvio. Pero sin embargo esa obviedad constituye el más categórico mentís a cierto cualunquismo dominante en estas épocas de posverdad dominadas por las técnicas de la persuasión publicitaria, donde no importa lo que sea, sólo importa lo que creas. Para que compres lo que te están vendiendo. Valga la aclaración de que cuando decimos cualunquismo, no nos referimos a la corriente política emergente en Italia tras la caída del fascismo, aunque tenga mucho -quizá demasiado- que ver con el presente argentino.

Nos referimos, antes bien, al hecho de que hoy parece ser que todo es cualquier cosa. Relativismo extremo, instrumental, a la carta. Al gusto del consumidor. Al menos hasta que desate el paquete y vea que se ensartó. Porque si algo define al cualunquismo -o cualquierismo si se prefiere- es que no ofrece garantías de ningún tipo.

Pero este cualunquismo se viene aplicando desde hace ya bastante tiempo en lo que refiere a la caracterización del peronismo. Algo que ya sucedía en vida de Perón y que se desbocó luego de su muerte hasta llegar a nuestros días. Producto de una incomprensión no siempre involuntaria y que casi siempre expresa una aviesa voluntad de llevar agua para el propio molino, de usar la estampita que sirva a los fines de la autolegitimación.

La lectura cualquierista en relación al peronismo se fue consolidando en la medida que se difundió la idea de que el peronismo es una suerte de pragmatismo extremo, una ideología del poder donde cualquier cosa es válida en la medida que nos acerque al poder o nos permita la permanencia en el poder. Una visión que se aferra al carácter complejo, poliédrico, polisémico del peronismo y sus ineludiblemente múltiples manifestaciones. Pero es una caracterización que se basa en una trampa para desprevenidos. Porque si la polisemia del peronismo es inevitable, esto no quiere decir que esa multiplicidad de significados -que se derivan de una multiplicidad de interpretaciones- pueda hacerse extensible a cualquier significado. ¿Acaso esta polisemia no es aplicable a ideologías mucho más cerradas en sus campos significantes como el liberalismo o el marxismo? ¿Eso nos habilita para afirmar que son o pueden ser cualquier cosa? Posiblemente no sea el mejor ejemplo, habida cuenta de que en sus nombres se han cometido las acciones más diversas y contradictorias. Pero también es cierto que esto no suele usarse como excusa para que cualquiera se arrogue displicente la potestad significante con la misma liviandad que se utiliza en relación al peronismo.

(Carlos Gardel: Cualquier cosa
https://www.youtube.com/watch?v=wm8KKVb0bH8)


Para decirlo en menos palabras: que el peronismo pueda ser muchas cosas no implica que pueda ser cualquier cosa. Que es precisamente lo que vino a decir una de las últimas versiones de la perspectiva cualquierista del peronismo que nos vino por izquierdas. Con aire académico y prestigio europeo, fue el difunto Ernesto Laclau quien pontificó: el peronismo es un significante vacío. Una herramienta que sirve lo mismo para un barrido que para un fregado. Dependiendo sólo de los intereses circunstanciales del líder de turno. Mirá vos. Alguien con maldad podría recordar a Jiddu Krishnamurti cuando decía: "No ves al mundo como es, ves al mundo como sos". Pero no, que nosotros respetamos a los muertos. Y la alusión no es tanto por Laclau sino por sus repetidores.

Como si esto fuera poco, a Laclau se le dio por incluir al peronismo dentro de la categoría general de los populismos, contribuyendo a consolidar una noción que no ha servido mucho más que para atacar tanto al peronismo como a toda otra tendencia o movimiento o partido nacional y popular en cualquier parte del mundo.

Habiendo pasado la moda de cierta izquierda exquisita que usaba el concepto de populismo para menospreciar esos -digámoslo genéricamente-, movimientos nacionales por anti-revolucionarios de acuerdo a los manuales de uso, Laclau toma la valiente decisión de reivindicar al populismo cuando la moda instalada por las derechas sin escrúpulos es la de demonizarlo por antidemocrático. Flaco favor. Muchas gracias de nada. Con amigos así, los enemigos para qué. Pero a no ilusionarse los que miran al peronismo desde la orilla, siempre dispuestos al abordaje para aportar dogmatismos ajenos. Ni macartismos de izquierda ni macartismos de derecha son los que necesitamos. Ningún macartismo, que en el peronismo tiene que haber de todo en cuanto a ideologías se refiere. Tampoco ningún purismo con pretensiones hegemónicas. No tanto porque todo purismo es faccioso, de una parte o facción. Sino porque todo purismo es en realidad desubicado cuando se le plantea al mestizo. El tema, una vez más, no es tanto el qué sino el cómo. ¿Qué? ¿Cómo? Ya volveremos sobre el asunto. Como todos saben eso de volver es algo casi inherente al peronismo.

Modernidades. Nunca falta el entusiasta de las tendencias del día, que se le da por replantearlo todo para que se adapte a la última novedad. "El peronismo se tiene que modernizar", dicen con aires de Nostradamus. Son los que confunden sistemáticamente lo nuevo con la novedad. Ser moderno con estar a la moda. 

Con toda el agua que ha pasado bajo el puente, al día de hoy no existe nada más moderno -ni verdaderamente nuevo- que el peronismo. Es moderno por su origen, por su vocación y por el proyecto a futuro que aún hoy puede encarnar.

Ya lo hemos dicho, el peronismo surge como respuesta al asedio corporativista con que se desayunó la democracia desde los albores del siglo XX. Una respuesta democrática. Con su bagaje moderno de Estado como regulador de las relaciones sociales y una ciudadanía con derecho a tener derechos, no ya sólo individuales sino también sociales, en consonancia con el Constitucionalismo Social que venía a dar un contenido más realista a la democracia en cuestión. Sin contar con el fortalecimiento en todos los niveles de lo público, de la salud pública, de la educación pública, de las comunicaciones públicas. Y siguen las firmas.

Una propuesta de democracia expansiva. Que no se queda en el corralito de la política y se plantea avanzar en una democratización de la economía. Para relativizar la discrecionalidad de quienes abusan de la posición dominante en las relaciones de mercado. En mercados donde se constata palmariamente aquello que subyace en cada texto de Leo Strauss (ese maldito): que el poder siempre se ejerce como tiranía. Contraponiendo un poder compensador que haga menos desigual esas relaciones. Que posibilite la negociación colectiva entre organizaciones que representen efectivamente los intereses económicos en disputa. Con el Estado como árbitro responsable del bien común. Porque el modelo de la Comunidad Organizada es precisamente eso, la propuesta de una comunidad de organizaciones que representan intereses concretos para dirimir sus conflictos civilizadamente a través de la negociación colectiva.

A riesgo de ser reiterativos, el peronismo originario emerge en su época inicial como una propuesta de superación democrática a los corporativismos. Ni corporativismo de Estado, ni corporativismo de Mercado. En ese sentido hablamos de la modernidad del peronismo. Por su pasada contraposición al corporativismo pre-moderno del Estado totalitario, sea fascista o comunista. Y por su actual contraposición al corporativismo post-moderno del Mercado totalitario de la Globalización y sus Sociedades de Mercado con Estados mínimos sólo funcionales a los intereses del poder económico. En un mundo como el de hoy dominado por el cinismo que describía Oscar Wilde, ese cinismo que conoce el precio de todas las cosas y el valor de ninguna.

El peronismo es moderno porque no es ni premoderno ni posmoderno. Aunque tengamos peronistas para todos los gustos, incluso de estos. Peronismo es, además de lo que sabemos todos, en los hechos y también básicamente Democracia, Estado regulador, ciudadanía, derechos, soberanía popular, incorporación de las mujeres y los trabajadores a la vida política, representación y todos los etcéteras que forman parte del imaginario de la Modernidad.

Pero tampoco hablamos de una modernidad que pasó de moda hace rato. Esto de andar hurgando en la Historia, de hablar de La comunidad organizada, o aún del Modelo Argentino para el Proyecto Nacional parece ponernos del lado de los nostálgicos. No somos de ese club tan peronista. Será que compartimos con Joaquín Sabina -y es de las pocas cosas que compartimos con él- eso de que "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió". No. No es con intenciones arqueológicas que emprendemos nuestros devaneos ni para regodearnos en la lagrimita, como gustaba decir Leónidas Lamborghini. No. Lo nuestro es cartonear, buscando en los desechos des-hechos de los esplendores pasados algo que pueda ser útil para paliar la ausencia de ideas del presente. Donde lo que abunda es la escasez, entre sus museos de grandes novedades.

Y no es poco lo que vamos encontrando. ¡Qué novedoso -qué moderno- sería llevar aquello de la negociación colectiva entre los que pagan y los que cobran a una cuestión tan pedestre, tan concreta y actual como las tarifas de los servicios públicos! Habría que interrogarse por el cómo del qué. Y del porqué-no.

Pero como de costumbre venimos excedidos de texto. Será para la próxima.

jueves, 14 de junio de 2018

BOMBARDEOS A LA PLAZA DE MAYO por Omar Néstor Miliano(*) para Vagos y Vagas Peronistas



OBERTURA DEL EDITOR DEL 16 DE JUNIO DE 2021, AL CUMPLIRSE 66 AÑOS DEL HECHO INFAME



“La fuerza es el derecho de las bestias” 




Así se titulaba la nota que escribí el 16 de Junio de 2016, recordando el libro de Perón, y la frase que originariamente es de Marco Tulio Cicerón. Aquí va:


“¡Bombardear una ciudad abierta!”, dicen que dijo ese día Juan Domingo Perón; pero dijo también que “no son soldados argentinos los que tiraron contra el pueblo, porque tirar contra el pueblo es de traidores y cobardes, y los soldados argentinos no son traidores ni cobardes”. Ese 16 de Junio de 1955.


“Fallaron los cálculos”, le dijo Isaac Rojas a Horacio Embón, en un reportaje radial, recién recuperada la democracia, en 1984.

Si el plan era matar a Perón, bombardeando la casa rosada, con aviones, repletos de bombas, con el dibujo y letra de “Cristo Vence”, de ninguna manera los exime de los 370 muertos y 700 heridos, civiles y militares.

Es que bombardear la casa rosada, implicaba el “daño colateral” de masacrar a la gente que iba o venía del trabajo por la plaza, en horas del mediodía. “Daño colateral es el lenguaje eufemístico de los verdugos, en toda matanza de civiles inocentes. Incluso, un colectivo lleno de niños que visitaban la plaza, en un país donde eran los únicos privilegiados.

Fue un acto DE TERRORISMO DE ESTADO, por aviones de la marina, que deberían haberse subordinado al poder civil. Bombardear la plaza, la casa rosada, la CGT, y la Residencia presidencial, en Agüero y La Heras. Son actos de Lesa Humanidad, que deberían ser juzgados hoy.

Gran parte de la violencia argentina que se desató en los años setenta, tiene que ver tanto, con el bombardeo a Plaza de Mayo, como los fusilamientos y la proscripción del peronismo durante 18 años. La ignorancia brutal de los militares que tomaron el poder, después de Perón, asesorados siempre por la ignominiosa CIA, es una página tristísima de la historia argentina.

Resulta risueño ver hoy en las redes sociales, como ante actos de corrupción de tirios y troyanos, se pide la vuelta de las fuerzas armadas, como si el tiempo las hubiera absuelto, de su inoperancia política, y efectividad terrorífica, para torturar hombres, mujeres, adolescentes, echarlos al mar, y desaparecer 30000 personas.

Pero no se engañen los compañeros peronistas, nosotros seguimos ideas, y las “ideas no se matan”, están vívidas en los diferentes modelos de país que encarnan el peronismo, sus continuadores, y la oligarquía argentina encaramados hoy con Macri. Son dos modelos diferentes, sustancialmente distintos.

Seguir ideas implica condenar a los corruptos de nuestras huestes y de las ajenas, sabiendo que todos aquellos traidores por actos de corrupción deben ser juzgados y condenados.


Pero también sabemos, que es más difícil que la justicia juzgue y condene la corrupción sistémica de fugar divisas a través de cuentas y empresas off shore, lavar dinero, y evadir impuestos. Tener más de 400.000 millones de dólares en el exterior.

Juicio y castigo para los corruptos, sean del movimiento nacional y popular, sean “gente bien”, políticos, empresarios y banqueros macristas.


También es un acto de cinismo y afrenta, que el presidente actual, del Banco de la Nación Argentina, reconozca, en su gobierno, que tiene “como muchos argentinos el dinero en el exterior”.


Esos “muchos argentinos”, no son más que una minoría acaudalada, que vive de espaldas al país, soñando con Europa y los Estados Unidos, y no somos nosotros, son “ellos”.


Vayan estas pequeñas reflexiones, para recordar la barbarie de bombardear una ciudad abierta, a plena luz y movimiento, un 16 de Junio de 1955, y ratificar nuestra inquebrantable fe peronista, que es una ardua combustión de ideas simplificadas en la, hoy ausente, JUSTICIA SOCIAL.



Apostilla del 16 de junio de 2021:


Hay algunas ideas de esa nota anterior que conviene aclarar.

El artículo se escribió pocos días después que fuera detenido José López y sus bolsos que tanto conmovió en la conciencia militante y religiosa del escriba y muchísimos en el movimiento, encima los bolsos se dejaban al cuidado de un monasterio. No sé qué Cristianismo defienden esas monjas, pero peor mucho peor los de López.

Era un hecho abrupto, violento, obsceno: todo filmado. Pero el escriba, que conoce la “delicada” moralidad de los poderosos económicos y sus clases acomodadas descreía del “hecho moral” como conquista de un gobierno liberal que siempre, y a lo largo de la historia que lo ha demostrado, son corruptos por antonomasia, como en el cuento del escorpión: no pueden con su naturaleza. Siempre hacen lo mismo desde el poder del Estado, y siempre hacen lo mismo en sus negocios: codicia, avaricia y rapiña. Eso hizo el poder económico con este país. Es hora de ponerles límites a los dueños de la Argentina. Nada consensúan todo lo consiguen por las buenas o por las “malas”. No tienen empachos de conciencia como nuestros militantes. Duermen bien, descansan bien, se levantan al otro día, algunos rezan, besan a su mujer y vuelven a las trapisondas. Eso sí, el domingo van a misa. ¡Burguesía inútil y despiadada!

Al menos en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania: hicieron un país, pero aquí solo una ciudad: La ciudad de Buenos Aires. No más. Todo lo demás lo hicieron para el afuera y para afuera.


Alberto y Cristina saben que el poder económico no va a consensuar nada, y va a resistir judicialmente todo límite que se le quiera imponer, pero apelan al brazo político de “ellos”, el Pro, para que se pueda llegar a un pacto mínimo de consenso político en el medio de la pandemia. Pero el escriba sabe que tampoco lo harán, no pueden con su naturaleza, además son “ellos” y “ellos”, estos últimos son los que están afuera. Hay políticas y estrategias del Pentágono y CIA, que no cambian por más moderación que tengan las personalidades políticas de afuera y adentro.

Están en guerra con los gobiernos populistas de toda la región, sean moderados o no. Lo de Pfizer lo vimos todos, a voz descubierta, como dijeron en el gobierno: “Visitadores médicos”. No van a creer que es solo el laboratorio estadounidense, y no hay otros de ese país sin la estrategia permanente por defender los intereses de los ciudadanos norteamericanos.

¿Y aquí los políticos del Pro, del radicalismo, los “periodistas”?. Ni del Pro, ni de esos “periodistas”, espero nada. Pero del radicalismo de Yrigoyen y Alfonsín sí, que harían algo en honor a sus banderas históricas. Los únicos que hacen honor a las banderas históricas del radicalismo están con nosotros, el Frente de todos.

Negociar con Rusia, China o India, para comprar vacunas levanta el prestigio de esas naciones en Latinoamérica, territorio de “ellos” supuestamente, y no quieren que ocurra, pero ya ocurrió.

¿Así van a defender los intereses del país: el Pro, el radicalismo en un lejanísimo gobierno? Dios y el pueblo nos libren de esa posibilidad.


Volvamos a la Efemérides de hoy.


Todo está contado por el compañero Omar Néstor Miliano, contador y Perito de la Deuda Externa Argentina.


Es un ejemplo de como se comportaron las clases "decentes" en aquella época, y es manifestación de la crueldad que siempre tuvieron a lo largo de la historia con las masas populares.



Basta de alharacas y vamos al texto.

Claudio Javier Castelli

 


Omar Néstor Miliano

Omar Néstor Miliano


En 1937, mientras España se desangraba producto de la Guerra Civil, el gobierno español es invitado a participar de la Exposición Internacional de Arte Moderno en París. Para ello decide que los artistas que participen en la muestra, expongan en el Pabellón español obras que reflejen el drama que vivía su país en ese momento. 

Pablo Picasso meditaba largamente cuál sería la mejor forma de exhibir su protesta, cómo podría cumplimentar su obra, hasta que el 26 de abril de 1937 aviones alemanes de la Legión Cóndor, aliados a las fuerzas del Gral. Franco, ejecutan un bombardeo sobre la población civil de la ciudad vasca de Guernica, produciendo una matanza estimada en casi 300 personas. Picasso ya no tuvo dudas, nació así la famosa obra “Guernica” que recorrió el mundo como bandera política del horror que se vivía en España. 

Dieciocho años después, un hecho muy parecido inundó de sangre Buenos Aires, aunque en esa ocasión no se vivía una Guerra Civil y tampoco se trató de un ataque de aviones extranjeros. Ese día, un grupo de marinos bombardeó la Plaza de Mayo provocando la muerte de cerca de 350 personas y provocó heridas graves en más de 2000 personas en un ataque terrorista como nunca se había vivido en estas tierras. 

Aunque se argumentó que se intentó matar al Gral. Perón, ese día en realidad, se intentó matar al PERONISMO. 

16 DE JUNIO DE 1955 

Si bien la división de la sociedad argentina entre peronistas y antiperonistas era muy encarnizada, no era previsible semejante acto de barbarie. 

Pocos días antes, una numerosa concurrencia vinculada a los sectores católicos, había realizado la tradicional marcha de Corpus Christi y, ante las diferentes medidas del gobierno peronista que lesionaban los intereses de la Iglesia (derogación de la enseñanza religiosa, sanción de la ley del divorcio vincular, finalización del apoyo oficial a las instituciones privadas de enseñanza), el acto se había convertido en una verdadera manifestación política contra el gobierno. 

La quema de una bandera argentina en esa marcha, impulsó a un acto de desagravio que se realizaría esa mañana del 16 de junio, en la Plaza de Mayo. Un grupo de aviones Gloster Meteor ejecutaría un sobrevuelo sobre la Catedral de Buenos Aires donde se había juntado más gente que aquella que transitaba habitualmente por la zona en un día laborable como aquel. 


Sin embargo, a las 12:40 hs. cuando llegaron los aviones a la plaza, se evidencia que la intención es otra: catorce cazabombarderos monomotores biplaza, North American, y seis bombarderos bimotores Beechcraft comenzaron a ametrallar la zona y a arrojar explosivos a mansalva. 


La primera de las bombas impactó en la Secretaría de Hacienda, la segunda en la entrada del subte de la línea A. Rápidamente el horror invadió la zona. Un trolebús que se desplazaba por el bajo entre Yrigoyen y Rivadavia con 60 pasajeros a bordo, casi todos chicos de colegio, es alcanzado por una bomba y perecen 58 inocentes. 

También se registran muertos en otras zonas de la ciudad como ser en la Avda. Las Heras y sobre la Avda. Pueyrredón al ser ametrallada la residencia presidencial, además también hubo ataques en las oficinas de coordinación de información y la sala de comunicaciones, el ministerio del Ejército, el edificio central de la Policía Federal, y la CGT. Cerca de 10 toneladas de explosivos fueron arrojados por los golpistas dejando tras de sí un espectáculo dantesco. 

Al ir conociéndose las noticias, cientos de trabajadorescomenzaron a llegar a la zona para defender al Gral. Perón. El Ministro de Marina contralmirante Aníbal Olivieri, uno de los responsables de la sublevación, se instaló en su Ministerio desde donde atacó con fuego de ametralladoras a los manifestantes, produciéndose más víctimas. 

Según reconoce en su declaración prestada ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en la causa caratulada "Anibal O.Olivieri y otros s/rebelión militar": 

"… Me asomé a una ventana (del Ministerio) (...) y vi una multitud de individuos agazapados (...) con un evidente aspecto de guerrilleros (...) Por supuesto que no ordené parar el fuego. Mi sentimiento fue darles con todo.” 

En la misma causa menciona que quién lo mantuvo informado de los acontecimientos, era su colaborador y secretario, el entonces Teniente de Navío Emilio Eduardo Massera. 

Según señala Salvador Ferla en su libro “Mártires y verdugos", pasadas las 16:30 hs. al tomar conocimiento los golpistas que las bases navales de Punta Indio, Puerto Belgrano y Mar del Plata estaban en manos de las fuerzas leales al gobierno, decidieron huir a Montevideo, donde fueron recibidos por otro personaje que años más tarde también desempeñaría un rol protagónico más importante un tal Carlos Suarez Mason. 

El país quedó al borde del estallido, muy cerca de la guerra civil. Por ello el Gral. Perón decidió no tomar revancha de lo acontecido y buscó la pacificación interna. Esa misma tarde dirigiéndose al país expresó: 

“… Todo ha terminado: afortunadamente, bien. Solamente que no podremos reparar la cantidad de muertos y heridos que la infamia de estos hombres ha desatado sobre nuestra tierra de argentinos. Por eso, para no ser nosotros criminales como ellos, les pido que estén tranquilos, que cada uno vaya a su casa. La lucha debe ser entre soldados…” 

Sin embargo, la luctuosa jornada culminó con una reacción de furia de la gente contra la Catedral Metropolitana y las principales iglesias de los alrededores de la ciudad (Santo Domingo, la Merced, San Francisco y otras) que fueron incendiadas y saqueadas. 

Si bien rápidamente los marinos detenidos son sometidos a juicio militar que preveía entre sus sanciones hasta la pena de muerte, son condenados a cumplir penas no tan severas intentando pacificar el país. 

En esa dirección, Perón dejó en libertad a opositores políticos que se encontraban detenidos, procedió a eliminar restricciones políticas que había impuesto, aceptó la renuncia que pidió la oposición de miembros de su gabinete ( Borlenghi, Ministro del Interior; Méndez de San Martín, Ministro de Educación; Apold, Secretario de Prensa) ; sustituyó al Jefe de la Policía y ofreció la cadena nacional para que los partidos opositores se expresen a lo largo de todo el país. Tanto Arturo Frondizi por la UCR; como Solano Lima por el Partido Demócrata Nacional y Luciano Molinas por el Partido Demócrata Progresista se expresaron en sus discursos con fuerte críticas al gobierno y sin voluntad de reconciliación. 

Pocos meses después se produjo la caída del gobierno y con ello la impunidad final para los autores de la matanza. 

Es claro que los ejecutores de los crímenes fueron los marinos, pero se trató indudablemente de un golpe cívico- militar con la complicidad manifiesta de los partidos políticos opositores al peronismo e inclusive apoyo externo. 

Con respecto a la intromisión extranjera, en el libro “Yo, Juan Domingo Perón, Relato Autobiográfico” de Luis Calvo, el general señaló el financiamiento del ataque por parte de Inglaterra al expresar: 

“.. Nosotros sabíamos que Inglaterra estaba dirigiendo y financiando esto, y por ello, retiramos toda la munición a la Marina. No les dejamos ni las espoletas de los cañones. Pero los ingleses, desde las bases de las Malvinas, no solamente les facilitaron esas municiones, sino que también los abastecieron de combustibles y alimentos desde Montevideo…” 

Mientras que la activa participación de los partidos opositores en la actitud golpista, está dada por diferentes circunstancias que se dieron a lo largo del gobierno peronista: 

En setiembre de 1951, en momentos previos a las elecciones que se anticipaban significarían la reelección del Gral. Perón, se produjo el primer intento de derrocamiento por parte del Gral. Benjamín Menéndez. 

La proclama difundida en esa ocasión por los militares rebeldes era suscripta por el mencionado Menéndez, los generales Julio Alsogaray, Alejandro Agustín Lanusse, Rodolfo Larcher entre otros militares y también por los dirigentes políticos Reynaldo Pastor, Felipe Yofre del Partido Demócrata Nacional, Julio Noble y Horacio Thedy del Partido Demócrata Progresista, Américo Ghioldi del Partido Socialista y Arturo Frondizi, Eduardo Laurencena y Mauricio Yadarola por la Unión Cívica Radical. 

El 15 de abril de 1953 en un acto convocado por la CGT, se produjo el estallido de dos bombas en la estación Plaza de Mayo de la Línea A. El atentado, en el cual mueren 6 personas y 19 personas quedan lisiadas, fue perpetrado por un comando civil encabezado por el dirigente de la UCR Roque Carranza (el mismo que fue “honrado” con el nombre de una estación de subte tiempo después). Dicho dirigente y otros políticos fueron encarcelados. 

En diciembre de ese año el Congreso sancionó una ley de amnistía política y gremial y los diputados del radicalismo impulsaron que se extendiera a los militares implicados en el levantamiento de 1951. El dirigente conservador Federico Pinedo y por otra parte Enrique Dickman del Partido Socialista impulsaron un diálogo conciliatorio con el gobierno quién aceptó el acercamiento. 

Sin embargo, ambos dirigentes fueron fuertemente criticados por sus compañeros de partido e inclusive, en el caso de Dickman, fue expulsado del partido y marginado hasta por sus propios familiares. 

El principal argumento esgrimido por los opositores era la prédica demagógica y de permanente engaño en que incurría el Gral. Perón y que, claramente suscriben los militares y los partidos opositores en la proclama de 1951 “… no podemos permanecer impasibles frente a ese proceso de descomposición general que amenaza llevar a la república al derrumbe total de aquellos valores sustanciales que concitaron siempre la consideración y el respeto de todos los pueblos civilizados …” 

Solamente el odio visceral de aquellos políticos opositores y la demencia mesiánica de los militares golpistas explican el haber provocado aquella masacre del 16 de junio de 1955 y la impunidad de sus autores. 

Ni siquiera tomaron en cuenta el veredicto de las urnas que apenas un año antes, en ocasión de las elecciones que se celebraron para elegir al vicepresidente de la Nación ante la muerte de Hortensio Quijano, le dio la victoria al candidato del Peronismo Alberto Tesaire con 4.493.422 votos frente al candidato de la UCR Crisólogo Larralde con 2.493.422. Una victoria amplia que da una idea de cuál era la voluntad popular en abril de 1954. 

La opinión del radicalismo, principal partido de la oposición, sobre los terribles asesinatos perpetrados queda de manifiesto en el documento que, con las firmas de su Secretario Federico F. Monjardín y del Presidente Arturo Frondizi, brinda su posición el 29 de junio de 1955: 

Con referencia a los bombardeos señaló que: 

“… Cientos de civiles que habían sido atraídos al teatro de los sucesos por una convocatoria oficial, fueron muertos o heridos…” 

Es decir que pretendió inducir que no se trató de ciudadanos que transitaban por la zona, sino que fueron convocados intencionalmente. 

En cuanto a las manifestaciones vertidas por el gobierno peronista sobre la responsabilidad de la Marina, el documento indicó que: 

“ … Con una gama de calificativos que va desde cobardes y traidores hasta chiquilines, irresponsables y ambiciosos, la explicación oficial pretende de este modo inculpar a marinos y aviadores que han expuesto su vida, su carrera, su tranquilidad y la de sus familias para asumir la responsabilidad de terminar con un gobierno de fuerza.

EL RÉGIMEN GOBERNANTE ES EL RESPONSABLE. La UNIÓN CIVICA RADICAL afirma que la revolución del 16 de junio es producto del Régimen. Mientras no cese el sistema totalitario que lo caracteriza, subsistirán las causas del estallido. Sólo se evitarán con la libertad…” 

Sobre las medidas de pacificación que el gobierno intentó llevar adelante, el documento señaló: 

“… Calientes aún sus víctimas, el Régimen lanza un llamado a la pacificación del país… Esta pacificación, como aquella conciliación, son otras tantas desfiguraciones del Régimen que quiere usar en su provecho la sangre derramada en las calles de Buenos Aires. Radicalismo y el país quieren que la sangre argentina sirva, como en horas gloriosas, a la causa de la democracia y de la libertad….”

Termina su manifestación expresando: 

“… La Mesa Directiva del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical DECLARA: La responsabilidad de los trágicos sucesos del 16 de junio de 1955 es enteramente del gobierno. El radicalismo reitera su solidaridad con cuantos sufren cárcel, persecución o destierro por defender las libertades argentinas…”. 


Ni una sola palabra sobre las víctimas de la barbarie. 

Los principales responsables de estos hechos que actuaron “en la búsqueda de la democracia” ocuparían lugares de privilegio en el quehacer nacional en los años posteriores. 

Entre algunos de los civiles encontramos a: 

· Miguel Angel Zabala Ortiz, quien se desempeñó como Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno del presidente Illia. 

· Luis María de Pablo Pardo embajador en Chile durante el gobierno de Frondizi, canciller de los gobiernos de facto de Levingston y de Lanusse. Embajador en Suiza en 1976. 

· Roque Carranza Ministro de Obras Públicas en el gobierno de Alfonsín. 

· Adolfo Vicchi embajador en EEUU durante el gobierno de Aramburu 

· Américo Ghioldi embajador en Portugal durante el gobierno de Videla. 


Mientras que los militares golpistas que participaron de esos días de terror, volvieron a mostrar sus “cualidades” democráticas participando en los diversos golpes que siguieron en la vida política de nuestro país. 

· Capitán de Fragata Francisco Manrique Ministro de Bienestar Social durante el gobierno de Lanusse. 

· Contraalmirante Samuel Toranzo Calderón, Jefe del Estado Mayor de la Infantería de Marina embajador en España de la Libertadora. 

· Gral. León Bengoa Ministro de Ejército de la Libertadora. 

· Contraalmirante Aníbal Olivieri, Embajador ante la ONU de la Libertadora. 

· Capitán Osvaldo Cacciatore, Intendente de la Ciudad de Buenos Aires durante el Proceso de Reorganización Nacional. 

· Eduardo Emilio Massera, Jefe de la Armada durante el Proceso de Reorganización Nacional. 

· Carlos Suarez Mason, Jefe del Primer Cuerpo de Ejército durante el Proceso de Reorganización Nacional. 

· Oscar Montes Ministro de Relaciones Exteriores durante el Proceso de Reorganización Nacional. 

· Eduardo Invierno Jefe de Inteligencia Naval durante el Proceso de Reorganización Nacional. 

· Horacio P. Estrada Director de la ESMA durante el Proceso de Reorganización Nacional. Involucrado en la causa de la Venta de Armas a Ecuador y misteriosamente “suicidado”. 

· Carlos Carpintero Jefe de Logística del Estado Mayor General Naval y Secretario de Información Pública durante el Proceso de Reorganización Nacional. 

· Carlos Corti Director General de Prensa durante el Proceso de Reorganización Nacional. 

· Máximo Rivero Kelly, Subjefatura de Estado Mayor de la Armada durante el Proceso de Reorganización Nacional. 

· Horacio Mayorga, Responsable de la Base Naval Almirante Zar en 1972 durante la fuga del Penal de Trelew y su posterior fusilamiento y responsable de un Grupo de Tareas de la ESMA.
 

Al principio de esta reflexión señalé que ese día más que matar al Gral. Perón, se intentó matar al PERONISMO. No parece necesario agregar que años después la historia depararía nuevos capítulos oscuros y volverían a intervenir muchos de los mismos actores. 

A pesar de ello, quizás milagrosamente, entre las grietas de la tierra apisonada por las bombas, lentamente el pasto volvería a crecer, inexorablemente como la esperanza… y ese reverdecer se transformaría en militancia y memoria para no olvidar lo acontecido y que permitieron efectuar una completa investigación realizada por la nieta de Juan Carlos Marino, trabajador de la Aduana, muerto a metros del Subterráneo Línea A al caer las primeras bombas y cuyos principales datos han sido utilizados en esta reflexión. 


(*) Contador Público Nacional
Perito de la Deuda Externa Argentina