miércoles, 26 de diciembre de 2018

LENGUAJE, Por León Pomer para Vagos y Vagas Peronistas-Primero de cuatro fragmento en que se ha dividido el capítulo LENGUAJE, del libro inédito: De la Dominación Consentida. Las referencias bibliográficas irán al final del cuarto fragmento.





LENGUAJE 

León Pomer 


Nombramos los objetos del mundo con símbolos sonoros: los llamamos palabras, esos “signos vicarios que representan otra cosa, que están en lugar de algo diferente a ellos” (Sartori, 2007:35) Con palabras ejercemos en lo innominado un primordial bautismo que nos permite hablarlo. Con su auxilio decimos nuestros sueños y vigilias, los infinitos asombros que la realidad nos obsequia, los espantos y deslumbres. La palabra no es el mapa de un territorio, pero opera milagros: extrae de la nada e identifica lo que fue una fracción de realidad indiferenciada. 


Con símbolos sonoros articulados en una singular coherencia lógica formamos un lenguaje, designamos y comunicamos, evaluamos y expresamos sentires y deseos, nos damos a conocer al prójimo, nos descubrimos como seres singulares. Las palabras son convenciones imaginadas: precisamos de ellas para ser humanos. En su ausencia, somos pura animalidad. 


”Antes de que pueda iniciarse la actividad intelectual de conceptuar y comprender, observa Cassirer (1989:101), tiene que ir por delante y haber avanzado hasta determinado punto la actividad de denominar; es esta actividad la que transforma el mundo de las impresiones sensibles (…), en un mundo espiritual de representaciones y significados. Todo conocimiento teórico arranca de un mundo ya conformado por el lenguaje”. Este, como se advirtió, ofrece la materia prima que ha de ser conceptualizada. 

“Aquello que en algún sentido aparece como significativo para el deseo y la voluntad, para la esperanza y la angustia, para el esfuerzo y la actividad, sólo a ello le es impreso el sello del “significado” lingüístico” (Id., Id.:108) Pero deseos, voluntades y todo el resto reciben la impronta de situaciones sociales, naturales y culturales específicas, en nuestro caso, propias de la sociedad de desiguales. Prosigue Cassirer (Id.;87):” la articulación del mundo en cosas y procesos, no es, como hecho dado, fundamento de la constitución del lenguaje, sino que este, es el que primero implanta dicha articulación, hasta consumarla por su parte”. Por obra del lenguaje se opera una construcción mental de los objetos y las conductas; en él se resuelve la transformación del cachorro humano en un sujeto cultural: “los símbolos del lenguaje ordinario penetran y dominan la consciencia que percibe y piensa” (Habermas, 1986:28). 

En el territorio constituido por la lengua, gigantesco depósito que ha ido recibiendo las experiencias e invenciones de sucesivas generaciones sapiens, yacen erguidos o en somnoliente letargo fuertes presencias y desvaídos escombros; en los oscuros recintos del recuerdo laten antagonismos y sueños y frustraciones que supuran heroísmos olvidados, que aún nos hablan(literalmente: nos hablan) de seres que construyeron el mundo y el mundo les devolvió indiferencia. 

Suprema realización humana, el lenguaje no reproduce, traduce: abre espacios para la razón que logró derrotar la castración que la acecha, que no se satisface observando y pretende penetrar el objeto y averiguar su entraña. Cuando el obrar peca por recurrente, pocas serán las palabras necesarias para enfrentar la devoradora monotonía: lo cerrado y lo neblinoso poco las precisan. El enfrentar problemas e intentar develarlos exigen más y nuevos vocablos, inéditos significados, nominaciones originales. Matices que aparecen, atributos que muestran su existencia reclaman una luz que los ilumine y los destaque, que les permita decir: aquí estamos. 

El idioma hablado tiene una enorme influencia en el pensar, en el cómo y en el qué, en cómo abordar la realidad. Todo vocabulario supone limitaciones, advertía Wittgenstein, (1983:17), “que acaban por modelar el aparato sensorial y el mecanismo psíquico de las percepciones: el espíritu humano no concibe ni se representa nada más que aquello que sabe decir”. Los que poco saben decir, viven la condena de lo múltiple indecible. Un dominio pobre de la lengua no es el mejor vehículo para vuelos que intenten despegarse del suelo cognitivo representado por el sentido común. 

Alfredo Korzybski (1933:89), fundador de la Semántica General, decía que la estructura de una lengua “nos esclaviza a través del mecanismo de las reacciones semánticas; que la estructura del lenguaje, que este nos inculca inconscientemente, es automáticamente proyectada sobre el universo inmediato y mediato”. Al señalar Korzybski lo que importa la lengua para el pensar, (la palabra estructura nos dice de algo muy fuerte) habrá que destacar su importancia sobre el obrar. Estructura y sentido común (del que más adelante se hablará extensamente), dos dimensiones muy diferentes, son poderosos a prioris culturales de que el sujeto no es consciente. El sujeto habla, pero ignora los grilletes, limitaciones y direcciones a que está sometida su expresión, verbal y escrita. 

Quien adviene a la modelación de su humanidad en el sistema de dominación, no sospecha que se somete a la coerción de los significados, a la visión de mundo que traen consigo. La realidad será leída (captada, entendida) a través de los atributos semánticos naturalizados, insertos en los recursos idiomáticos a que cada situación individual permite acceder. ”El individuo, cita Cassirer (1989:85) a Wilhem von Humboldt, “vive con los objetos, en gran medida (y aun exclusivamente, toda vez que su sensación y acción dependen de sus representaciones) tal como le son presentados por el lenguaje”. Agregaba Humboldt que” cada lenguaje traza alrededor de quienes lo hablan un círculo del que sólo es posible salir, si es para entrar en otro”. El sabio alemán ya hablaba de los grilletes que arriba mencionamos. 


Martinet (1938:16) también apunta a los condicionantes; observa que “Cada lengua corresponde a una determinada organización de los datos de la experiencia”. Aprender una lengua no consiste apenas en poner nuevas etiquetas a objetos conocidos, sino en habituarnos a analizar el objeto de otra manera. Por añadidura, una lengua, no es precisamente el mejor vehículo para vuelos que intenten despegarse del suelo cognitivo representado por el sentido co 


A propósito de la subjetividad, decía el filósofo Richard Rorty (1987), que hasta tal punto está comprometida, que “cualquier término empleado para describir a los seres humanos deviene de inmediato un juicio de valor” Y el lingüista Oswald Ducrout sostenía que no se puede trazar una línea demarcatoria entre la descripción y lo argumentativo del lenguaje. No existiría contenido descriptivo neutro. Nuestra subjetividad deja su marca en la más inocente enunciación verbal. Lo corrobora un biólogo:” nombrar la cosa observada es interpretarla” (Cyrulnik, 1984:180) Pero la subjetividad, una de las propiedades que definen lo humano (y al parecer de algunos de nuestros parientes primates), es conformada por la sociedad, y dentro de ella por la incidencia de múltiples factores, entre los cuales los arriba mencionados. 

Gregory Bateson, sabio de múltiples sabidurías, es categórico: hablar una lengua es compartir una epistemología subyacente que decide cómo se aborda la adquisición de conocimientos: “hay una elección que precede a nuestras elecciones”. El ya mencionado a priori. Lo que significa que hablamos con palabras saturadas de condicionamientos, de ninguna manera desgobernadas, libres de cuerpo y alma. 

El sistema socio - cultural de la dominación crea una peculiar singularidad epistémica, señalada por Bateson, que no pretende informar sobre la realidad existente, sino sobre una que construye a gusto del sistema. No necesariamente triunfa en todos los casos, pero lo logra en demasiados. En la modalidad del idioma de la dominación interiorizada por el sujeto, hay además una manera de abordar el conocimiento del mundo que se particulariza en cada posición social y se personaliza en cada individuo. La lengua es emisaria de una visión de mundo que se nos impone desde que para humanizarnos y socializarnos debemos adoptarla, sin peros ni alternativas; en consecuencia, aceptamos los campos de significación de que está dotada. Los contenidos semánticos que la habitan, y que en conjunto componen un patrón semántico general, dictan una manera de situarse en la realidad y de vivirla. La manera como la dominación usa la lengua hace de ella el instrumento de la conformidad, pero también de la confusión, no un instrumento válido para penetrar en los laberinticos fenómenos sociales. 
León Pomer


La apropiación socialmente diferenciada de los recursos que posee el idioma, precisa convivir con un acuerdo básico sobre conceptos y significados que permitan que desiguales en situación social, en saberes y en aptitudes se entiendan. En palabras de Searle: porque tenemos instituciones lingüísticas compartidas, es posible conectar voluntades humanas. Pero esas conexiones padecen de desigualdades insalvables, y en los más destituidos de los dominados reducen, simplifican y empobrecen la parte que les cabe en la conexión. 


En la sociedad de desiguales, “los intercambios lingüísticos son también relaciones de poder simbólico en las que se actualizan las relaciones de fuerza entre los locutores o sus respectivos grupos; los agentes del habla entran en comunicación en un campo donde las posiciones sociales ya se encuentran objetivamente estructuradas. El oyente no es el tú que escucha al Otro como elemento complementario de la interacción, sino que se enfrenta con el Otro en una relación de poder que reproduce la distribución desigual de poderes a nivel de sociedad global” (Bourdieu,2014:12). ”La semiología pragmática, advierte Paul Veyne (1988:21), nos enseña que en la comunicación, el pensamiento que cada locutor quiere expresar pesa menos que los diferentes papeles previamente fijados de los locutores” Y el sociolingüista William Labov (1969:23) advertía que la inserción específica en la red jerárquica – relacional es la determinante más poderosa del comportamiento verbal. Pero en la dominación, todas las jerarquías sociales están inficionadas de no verdades, creadas por los dominadores y vehiculadas por sus medios de difusión. 


El discurso de la dominación no admite objeciones; su lenguaje ordena, se cierra en lo inobjetable. Cuando define, se mueve entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo equivocado; abusa de las tautologías,” frases terriblemente efectivas que expresan el juicio de una forma prejuzgada, que pronuncian condenas” (Marcusse.,1971: 127 – 128). Sus afirmaciones tienen la contundencia del sentido común. ¿Quién se atreve a desafiar el sentido común? EL lenguaje autoritario procura que el lector o el oyente tengan siempre la misma reacción[LP2] : algo como un reflejo condicionado. Sabemos que la sola mención de ciertos nombres propios provoca el insulto: ladrón, corrupto, traidor, antipatriota: lenguaje intimidante que nada demuestra ni nada explica, ni podría probar lo que proclama. La clase dominante no tiene rivales, tiene enemigos: a ellos, toda la ignominia. 

Palabras maquinalmente repetidas son aceptadas como expresivas de algo verdadero, por eso “pierden su auténtica representación lingüística”: el discurso queda clausurado, “la funcionalización del lenguaje contribuye a rechazar los elementos no conformistas de la estructura y movimientos del habla” (Id.;id.:118). 

Puede ser particularmente útil el lenguaje personalizado: el hipócrita “en todo estás vos”. Aunque el aludido, ser anónimo, sabe que en realidad “no está”, el carácter personal del mensaje, no diluído en lo colectivo, parece atribuirle alguna eficacia. La exhortación a la conciliación, a la colaboración constructiva, a la secundarización de las diferencias: otra artimaña. Las contradicciones reales de la sociedad de clases se soslayan, son encubiertas, ignoradas, calificadas de artificiales, transformadas en incidentes puntuales, en desavenencias y rivalidades inherentes a la “condición humana”. En la prédica del sistema, los opuestos deben reconciliarse, la patria está por encima de los intereses personales: argumento de quienes hacen de la patria una fuente de negocios y saqueos. 


Las palabras imponen sentidos cristalizados: “desde la infancia estamos aprisionados por nuestra sumisión forzada a las fórmulas acabadas del lenguaje establecido” (Gusdorf ,Id: 46 - 47); “los lugares comunes que se repiten con tanta facilidad asumen el papel de la personalidad”(Id.,Id.:71)“La mayor parte de los hombres cambian impresiones sin nunca dialogar sus ideas, “compuestas de lugares comunes” que “ocupan el lugar de los valores” (Id.,Id.:91). El pensamiento gira en torno de la experiencia: siendo recurrente en el ser humano común, no solicita del individuo ningún esfuerzo innovador. El ejercicio monotemático y el mariposeo frívolo son obstáculos poco menos que insalvables para atisbar otras tierras y otros cielos, para ingresar en el estimulante mundo de los por qué y de indagarlos: “los lugares comunes y las conversaciones banales no representan el éxito supremo, sino la caricatura del entendimiento entre los hombres (…) No comunico en cuanto no me esfuerzo para liberar el sentido profundo de mi ser (…) (Id., Id.,Id.) Por eso, sugiere Gusdorf, “es preciso deshabituarnos de la existencia geometrizada por el sentido común para coincidir con el sentido de inspiración vital que nos habita…” 















miércoles, 19 de diciembre de 2018

GLOBALIZACION DE LA EXPLOTACIÓN, LA CLAVE DEL IMPERIALISMO DEL SIGLO XXI, Por Esteban Mercante

Entrevistamos a John Smith, autor de El imperialismo en el siglo XXI, donde analiza cómo la internacionalización productiva de las últimas décadas estuvo motorizada por el esfuerzo de aprovechar la fuerza de trabajo más barata de los países del llamado Sur global.
Fotomontaje: Juan Atacho
Uno de los aspectos más notorios que distinguió al capitalismo durante las últimas décadas fue la internacionalización productiva. Varios autores vienen señalando hace tiempo que uno de los principales motores de este proceso es la búsqueda de aprovechar la fuerza de trabajo más barata de los países dependientes y semicoloniales para bajar costos e incrementar la rentabilidad. El libro El imperialismo en el siglo XXI: globalización, superexplotación y crisis final del capitalismo de John Smith, es uno de los esfuerzos más sistemáticos por elaborar desde el marxismo cómo impacta esto en la explotación de la fuerza de trabajo de los países oprimidos, lo que él llama “Sur Global”.

El resultado es un libro con numerosos aspectos de interés, que desafía la construcción ideológica realizada por organizaciones multilaterales como el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, o el Foro Económico Mundial de Davos, sobre los supuestos beneficios de la creciente integración comercial para los países menos desarrollados.

En tu libro caracterizas al arbitraje global de la fuerza de trabajo y la conformación de las Cadenas Globales de Valor como elementos fundamentales para entender el capitalismo contemporáneo. ¿Qué rol tienen en apropiación que hace el imperialismo de la riqueza global?

El período de la globalización, desde el año ’80 aproximadamente, registró una transformación enorme en la organización de la producción capitalista a nivel mundial. Podemos concebirla como una etapa en la que se globalizó no solo la producción, sino la propia relación entre el capital y la fuerza de trabajo. Esta es cada vez más una relación entre los capitalistas del Norte y los trabajadores del Sur.

Esto ocurre en dos formas. La primera es la más analizada por los teóricos de la “nueva división internacional del trabajo”, que desarrolla una relación dentro de la corporación trasnacional. Cuando mueven su producción a los países pobres, emplean de manera directa a la fuerza de trabajo de allí a través de sus filiales. Pero hay otra forma, que es, en algunos aspectos, aún más importante que esta: la que establecen las empresas multinacionales con proveedores asociados (lo que se denomina “arms length”). Esto es muy interesante, porque aquí no hay ningún flujo visible de ganancia. A diferencia de la primera, no hay un flujo de ganancias repatriadas que sea transferida por una subsidiaria a la casa matriz de las multinacionales. Por la relación contractual, en esta segunda forma tampoco pueden manipular los precios de transferencia o realizar otras maniobras por el estilo para arbitrar las declaraciones de ganancias entre sus filiales y reducir el pago de impuestos, como sí hacen en la primera. Esto no impidió que fuera la forma que más creció en los últimos tiempos, favorecida por las empresas capitalistas del norte. ¿Por qué fue así?

Para entender esto es necesario penetrar bajo la superficie, y reconocer la existencia de flujos de riqueza que no se pueden ver en las estadísticas.

Con la globalización de la relación entre trabajadores y capitalistas se producen nuevas formas en las que se desarrollan la explotación y la apropiación de plusvalía.

Quería destacar que la relación de explotación entre el norte global y el sur global no solo se refiere a los trabajadores que venden su fuerza de trabajo a las firmas imperialistas, sino que también estamos hablando de toda la población de los países pobres, de la ciudad y el campo, que está involucrada directamente o indirectamente en la reproducción de esa fuerza de trabajo, que se ve desposeída por múltiples formas. También en los países imperialistas la fuerza de trabajo ve transformadas sus condiciones de vida... toda mi ropa está fabricada en países pobres, lo que no ocurría hace 20 años. También mi computadora, teléfono, etc. Casi todo lo que es necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo y la población en general en los países ricos se produce en otros lados.

Así que no es solo una relación concebida en una forma estrecha, entre patrones capitalistas del norte y trabajadores del sur que venden su fuerza de trabajo. Es la manifestación actual de lo que decía Lenin, la división del mundo entre un puñado de países opresores y países oprimidos en todo el resto del planeta. Los marxistas que niegan que esto hoy sea así, con los que polemizo en mi libro, están dando la espalda a lo que es la trayectoria actual del capitalismo.

Recién mencionaste los procesos de desposesión que afectan al conjunto de la población en los países oprimidos. ¿Usas el término en el sentido en que lo hace Harvey en su libro?

Cuando hablo de la población me refiero al conjunto de trabajadores, campesinos, trabajadores en la economía informal, sin incluir a la burguesía que, en muchos casos, se “expatrió” en los países dependientes durante este período (con sus riquezas pasando a formar parte del dinero que circula globalmente). Sobre el concepto de Harvey de acumulación por desposesión, yo creo que es una contribución muy importante, que da cuenta de la actualidad que tienen esos procesos, que no están solamente situados en la historia pasada de los orígenes del capitalismo; por el contrario su importancia ha sido grande o incluso creciente en las últimas décadas. Pero Harvey ha sido criticado por razones diferentes, una de ellas es que el concepto integra fenómenos muy heterogéneos, desde la apropiación de tierras comunes por el capital, privatizaciones, etc. El concepto es muy amplio, y tenemos que distinguir entre formas diferentes. Pero hay una coherencia, y es que todas ellas tienen una cosa en común: son todos fenómenos diferentes que podemos ver cuando el capitalismo enfrenta otras formas de organización social, cuando se confronta con la propiedad pública, la provisión pública de salud o educación gratuita, uso no capitalista de tierras de poblaciones campesinas, etc. La desposesión significa en ese sentido que el capitalismo absorbe otras formas de relaciones sociales, y esto lo emparenta con la confrontación con relaciones de producción precapitalistas en la acumulación originaria.

Ahora, el problema que tiene David Harvey es que caracteriza la acumulación por desposesión como la contradicción central del capitalismo contemporáneo. Y eso yo creo que es muy equivocado, porque la globalización de la producción ha ocurrido dentro de la relación entre capital y trabajo, dentro de la esfera capitalista, no es donde el capitalismo se encuentra con otras formas de organización social sino que le es interna. Y esa es la contradicción nueva, con una escala sin precedentes. Negando eso y poniendo el énfasis en la acumulación por desposesión, Harvey desplaza el centro de la lucha de clases desde la relación capital trabajo hacia una constelación de muchas luchas diferentes: pueblos indígenas contra la expropiación de sus tierras, estatales contra la privatización, luchas raciales, etc. Pienso que ese es el error en su argumento.

Contrapunto

Smith en su libro considera que lo que caracteriza la relación entre las potencias imperialistas y sus corporaciones que dirigen sus inversiones a los países del Sur Global, y la fuerza de trabajo de estos últimos, es la superexplotación, categoría que se referencia en el teórico de la dependencia Ruy Mauro Marini. Este último afirmaba, tal como hace Smith, que la explotación en los países dependientes y semicoloniales resulta sistemáticamente superior que en los países imperialistas.

El objetivo de Smith al retomar y profundizar la elaboración de este concepto es darle sustento teórico a las maneras en las que el capital global saca provecho de la fuerza de trabajo más barata de los países oprimidos para acrecentar sus ganancias, cuestión cuya importancia compartimos. Pero, como señalamos en nuestra reseña del libro , donde lo discutimos con más extensión, nos parece que encierra algunos problemas.

Smith sostiene, siguiendo lo planteado por Andy Higginbottom, que debería ser considerada una tercera forma de incremento de la plusvalía, con igual estatus teórico que las definidas por Marx (plusvalía absoluta y plusvalía relativa).

La idea de superexplotación planteada por Smith supone que las diferencias de productividad del trabajo entre los países ricos, imperialistas, y los países oprimidos no son significativas. En su planteo, los trabajadores de los países imperialistas reciben mayor paga, su fuerza de trabajo está mejor remunerada, pero no producen más valor. Smith objeta que en las economías imperialistas más desarrolladas se concentren en actividades con alta productividad. Su opinión es, de hecho, que las multinacionales mantienen en los países imperialistas casi exclusivamente actividades improductivas (en términos de generación de valor) como las finanzas, el comercio, y otras vinculadas a la gestión administrativa. La fuerza de trabajo de los países imperialistas entonces no produce valor siquiera, sino que por la circulación de capital participa de la apropiación de la plusvalía que surge de la actividad productiva llevada a cabo por las trasnacionales en el Sur Global. Entonces, la mayor paga no se corresponde con mayor explotación, no hay mayor generación de plusvalor en los países imperialistas.

El hecho de que las empresas relocalicen actividades de los viejos centros industriales imperialistas hacia las economías dependientes da cuenta de que esto les permite una reducción del costo unitario, y redunda en una mayor explotación. Pero no se comprueba que solo hayan dejado en los países imperialistas las actividades improductivas: muchas actividades de alta tecnología (que como trabajo complejo podríamos considerar que es de alta generación de valor) son mantenidas por las multinacionales en sus casas matrices. Esto no niega la importancia de la explotación acrecentada que las firmas trasnacionales obtienen de su relocalización, pero es una advertencia para no exagerar unilateralmente su magnitud. Al desestimar cualquier entidad a las diferencias de productividad entre las economías (que significan diferente capacidad de generación de valor) sobre las tasas de explotación, Smith magnifica el alcance que puede tener la -por él llamada- superexplotación.

Por último, si hablamos de una “superexplotación” que se mantiene en el tiempo, deberíamos hablar más bien de que hay una tasa de explotación más elevada. La idea de superexplotación como una situación sistemática y permanente en relación con algún nivel “normal” de explotación genera más confusión que otra cosa. Si una baja del salario por debajo del presunto valor en un determinado espacio económico se prolonga en el tiempo, más bien estaría indicando que el capital logró allí imponer un valor de la fuerza de trabajo más bajo. Se trataría entonces de una mayor tasa de explotación a secas, ya no una superexplotación.

Sobre estas cuestiones debatimos en la entrevista. Creemos que la respuesta de Smith agrega más elementos sobre la necesidad de desarrollar las herramientas teóricas adecuadas para comprender el funcionamiento del capitalismo del siglo XXI, al mismo tiempo que deja pendiente un mayor debate sobre varias de las objeciones que suscita su respuesta a estos problemas.

Lo que sigue más que una pregunta es un comentario. Uno de los aspectos que me parece debatible de tu trabajo (como señalé en la reseña que le hice a tu libro) es la idea de que lo que caracteriza la relación entre el capital imperialista y la fuerza de trabajo del "Sur Global" es la superexplotación. Yo creo que existen distintos niveles de explotación de la fuerza de trabajo a nivel mundial, determinados por un conjunto de elementos. Marx hablaba de un componente histórico moral que entraba en la determinación del valor de la fuerza de trabajo, y creo que este es diferente en distintas geografías. Además, la riqueza de la sociedad, las características que tiene la acumulación de capital en cada país, también determina me parece el valor de la fuerza de trabajo. Me parece que la idea de que el capital global aprovecha diferentes valores de la fuerza de trabajo que le permiten una explotación acrecentada puede analizarse sin recurrir a la idea, un poco problemática, de “superexplotación”. Es una objeción que he visto que otros también plantean a tu trabajo, no sé cuál es tu opinión a partir de estos debates o respuestas que recibiste.

Para mi es increíble que no se haya reconocido aún la necesidad del concepto de superexplotación. Necesitamos avanzar más de lo que lo hizo Marx hace un siglo y medio. Este en El capitalasume una serie de simplificaciones, necesarias y justificadas en su momento para avanzar en una teoría general del capital. Entre estas simplificaciones está que todas las mercancías, incluyendo la fuerza de trabajo, se intercambian siempre a su valor. Y también que hay un solo valor de la fuerza de trabajo. La referencia al componente histórico moral es solamente una frase en El capital , nada más.

Podemos entender por qué hizo estas simplificaciones, pero creo que para estudiar la realidad imperialista del siglo XXI estas se vuelven absurdas. Sobre esto hay muchas dimensiones de complejidad. Por ejemplo sobre el elemento histórico y moral que mencionaste: no podemos considerarlo solamente en unas dimensiones nacionales que son diferentes; creo que la lucha y las conquistas de los trabajadores de los países imperialistas, han cambiado este elemento histórico y moral para el resto, es decir, que afectan el valor de la fuerza de trabajo en los países oprimidos. En estos últimos los trabajadores consideran que tienen derecho a un techo, a la salud, educación, etc. Las peleas por un salario que cubra una canasta básica toman como referencia los estándares de los países ricos.

La superexplotación es una tendencia permanente en el capitalismo; siempre están tratando de disminuir el valor de la fuerza de trabajo, pagar menos en salarios. Esta tendencia es matizada parcialmente, o lo era al menos hasta hace poco, en los países imperialistas, por la expoliación de la fuerza de trabajo del resto del planeta. La crisis ahora los fuerza a enfrentarse más y más directamente atacando los salarios y el acceso a la salud y educación en los países imperialistas.

Estos últimos relocalizaron muchas de las actividades productivas en los países oprimidos, mientras que los países imperialistas concentran muchas actividades bien remuneradas, pero que no son productivas en términos de la teoría de Marx; no generan ni valor ni plusvalor pero se lo apropian a través de la circulación. Entonces, no se puede establecer una relación simple entre la remuneración de la fuerza de trabajo y el plusvalor, como la que hacen algunos marxistas que critico en mi libro, como Harvey o (Alex) Callinicos, que piensan que a mayor remuneración corresponde mayor generación de valor y de ahí concluyen entonces que los trabajadores en los países imperialistas son igual de explotados o más que en las semicolonias; es decir, que tienen la misma tasa de explotación. Eso es economía burguesa, ¡nada más! Son las ideas de los economistas marginalistas puestas en términos marxistas.

Todavía hay mucho por hacer para desarrollar una teoría de la superexplotación. Es una debilidad no tenerla 150 años después de que Marx publicó el Tomo I de El capital . Pero para mí es claro que existe superexplotación en las fábricas de Bangladesh, en las minas de Sudáfrica. No necesitamos una teoría para saber que existe, necesitamos la teoría para explicarla.

Otra cuestión pendiente en la economía política es dar cuenta del trabajo no pago realizado de forma doméstica en el seno de la familia, mayormente por mujeres, y otras formas de desposesión. Creo que la teoría de la superexplotación puede permitir incorporar cómo se articulan capitalismo y patriarcado, y otras formas de opresión que existían antes del capitalismo pero que fueron subsumidas por este e integradas en su propia naturaleza. Necesitamos una teoría de la ley del valor que pueda incorporar eso. Relajando las simplificaciones realizadas por Marx podemos avanzar en este sentido.

Crisis y belicismo



En tu libro afirmas que la crisis financiera de 2007 fue un “infección secundaria” o enfermedad generada por el remedio con el cual el capitalismo respondió a la crisis de los años ’70. ¿Cuál fue el rol que jugó la internacionalización de la producción en la crisis?

Podemos decir simplemente que la crisis en los años 70 se caracterizó por dos rasgos: sobreproducción de mercancías y caída de la tasa de ganancia. Mi argumento es que la relocalización de la producción hacia los países con salarios más baratos fue una de las medidas clave que posibilitó una recuperación de la tasa de ganancia. Ahora, para aumentar la tasa de ganancia hay dos formas: una, bajar los salarios de los trabajadores y aumentar el plusvalor; la otra es aumentar la productividad de los trabajadores con una nueva ola de inversiones en tecnología más productiva. No podían avanzar en los ’70 en bajar los salarios de los trabajadores en los países imperialistas porque hubiera amenazado con una gran explosión social y política; en cambio, lo que sí pudieron hacer es lograr una baja de los salarios pagados a través de una relocalización de la producción a donde los salarios son más baratos. El resultado es como sihubieran logrado bajar el valor de la fuerza de trabajo, pero evitando un enfrentamiento directo con sus trabajadores.

Ahora esto tuvo otro aspecto. La relocalización de la producción hacia los países más baratos fue la alternativa a invertir en nuevas fuerzas productivas más avanzadas que reemplazaran la necesidad de trabajo. Y acá es donde yo creo que es importante la distinción que mencionaba al principio, entre la inversión extranjera directa y la relocalización que se realiza con proveedores asociados (“arm’s length”). En este último caso, cuando la relocalización se realiza por esta vía indirecta, no requiere grandes inversiones de los capitalistas multinacionales, ni en su propio país ni en el otro lado del mundo. Todas las ganancias pueden ser canalizadas hacia la especulación y financierización. El fenómeno del gran crecimiento de las actividades financieras está ligada a esto, lo que ha sido muy poco analizado.

Con la excepción parcial de Alemania, lo que más llama la atención, hoy que se debate la automatización, es que no haya suficientes robots. China, Corea y Alemania avanzaron bastante, pero en Francia, EE. UU., Inglaterra, estos tipos de inversiones no subieron, más bien caen. Incluso la caída de la inversión es mayor de lo que muestran las estadísticas, porque mucho de lo que se contabiliza como tal son desembolsos en propiedad intelectual o en la “marca”, pero eso no incrementa las capacidades productivas. Más de la mitad de la inversión contabilizada oficialmente en EE. UU. y Gran Bretaña antes de la crisis fueron desembolsos en inversión no productiva. Este rasgo de la globalización neoliberal sembró las semillas de la crisis.

En los últimos años estamos viendo que la inversión extranjera y el comercio mundial vienen perdiendo fuerza (aunque recuperaron algo de envión recientemente), y hace dos años tenemos en EEUU un presidente que lejos de presentarse como impulsor de la internacionalización productiva tiene una retórica de devolver el trabajo a los norteamericanos. ¿Qué futuro ves para el desarrollo de las cadenas globales de valor en este contexto? ¿Son el futuro del imperialismo tanto como son su pasado reciente, o podemos ver alguna otra forma de explotación global que adquiera mayor centralidad?

En este momento estamos en los primeros momentos de la guerra comercial. El proteccionismo de los EE. UU. en contra de Europa y China es la aceleración de un proceso determinado por la crisis de 2008. Pienso que no vamos a ver un retorno a la llamada normalidad. Todas las medidas que tomaron para contener la crisis en los últimos 10 años tuvieron el resultado de magnificar las contradicciones.

Cuando se estrelló la economía en 2008 significó el fin definitivo del mundo que emergió después de la Segunda Guerra Mundial, y el inicio de una era “pre guerra”.

No tenemos frente a nosotros ninguna estabilización del capitalismo sino una nueva explosión. Con el agravante de que todas las medidas que utilizaron hace 10 años para contener la crisis, como fue la gran intervención del gobierno de China para estimular la economía, no van a poder repetirse. Tampoco podemos esperar la actuación colectiva ni en el G20 ni en el G7 para actuar de manera coordinada ante la crisis.

Estamos enfrentando la perspectiva de la inevitabilidad de una crisis enorme que tiene solo dos posibles desenlaces. O la guerra imperialista o la revolución. Pero el problema es la debilidad de las organizaciones de la clase trabajadora: sus partidos y sindicatos en los países imperialistas están debilitados como nunca.

En esta perspectiva de mayor belicismo, ¿qué rol le ves a China? En tu libro aparece más como un objeto de explotación, pero muestra el desarrollo reciente de importantes rasgos imperialistas.

Es claro que China está mostrando un fuerte aumento de su poderío. Pero pienso que es muy fácil exagerarlo. Por ejemplo, China hoy tiene un solo portaviones, que además es bastante viejo, adquirido a Rusia. Sus mares siguen hoy surcados por EE. UU. Vemos un crecimiento del poder militar de China, pero la disparidad con el norteamericano es enorme.

También, es claro que China tiene un gran peso en la economía mundial, y sobre todo en la economía de Asia. Pero mirando la inversión directa en la región asiática, todavía EE. UU., la UE y Japón tienen más inversiones en países asiáticos que la propia China. Esta aumenta su presencia pero todavía va por detrás.

Por ejemplo, el año pasado, el 14 % de toda la inversión extranjera directa en nuevas instalaciones de producción en el sudeste asiático provino de China, algo por detrás del 20 % de Japón. Alrededor de la mitad de la IED de China se destinó a la extracción de recursos, parte del resto refleja que las empresas chinas que requieren mucha mano de obra se reubican en Camboya, Myanmar y otros países con bajos salarios. Hegemón del futuro, tal vez, pero las nociones de que ya ha adquirido este estado están infladas.

El gobierno de China concentra sus esfuerzos en sectores considerados estratégicos, como la inteligencia artificial, en el uso de robots y en su producción, que buscan liderar. El poder de los EE. UU. retrocede, desde ya. En realidad desde el final de la guerra fría las potencias imperialistas no pueden mostrar ninguna verdadera victoria militar.

China está todavía en una transición de una forma de socialismo hacia el capitalismo, pienso que todavía no concluyó, aunque se asienta. Y está claro que las potencias imperialistas no quieren compartir los océanos con China, no quieren compartir su hegemonía. La importancia de Trump es que es el primer presidente de los EE. UU. desde la caída del muro que reconoce que el poder imperialista está retrocediendo. Quiere cambiar de dirección para recuperar el poder que se ha esfumado en las últimas décadas.

La lógica de esto es hacia la guerra. Los republicanos y los demócratas coinciden en que es necesario contrarrestar al crecimiento de China. Y no es solo EE. UU.: el resto de las potencias no van a aceptar a China como igual, y esta no va a aceptar un estatus subordinado.

viernes, 14 de diciembre de 2018

EL GPS AZTECA DE AMLO: POLÍTICA, ÉTICA, CIENCIA, Por Heinz Dieterich para Vagos y Vagas Peronistas

Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México


Para Sandra Mirna


1. GPS y Cuarta Transformación

La Cuarta Transformación mexicana será exitosa, si avanza sobre los ejes, que han configurado la praxis política de su creador: lo político, lo ético y lo científico. El triunfo de AMLO se debe a tres factores: dos subjetivos y uno objetivo. En lo subjetivo, AMLO ha mostrado una gran capacidad paracombinardialécticamente su reconocido pragmatismo con una asombrosa audacia antiortodoxa, a veces casi iconoclasta, que rompe los moldes convencionales. De la misma manera, ha logrado configurar un Sistema de Posicionamiento Global, un “GPS político-ético-científico azteca”, que le permitió construir la vía al poder en circunstancias extraordinariamente difíciles.En lo objetivo, fue favorecido meritoriamente por condiciones coyunturales idóneas,en consonancia con la sabia formulación de Luis Pasteur sobre la dialéctica del saber y de la “suerte”: El azar favorece sólo a la mente preparada –"… le hasardnefavorise que les espritspréparés."

De esta maneraterminó su “Larga Marcha” hacia “La Nueva Democracia” el primero de diciembre, con dos manifestaciones consumadas de maestría política: el discurso de traspaso de mando en el Congreso de la Unión y la recepción del bastón de mando de los pueblos indígenas en el viejo centro espiritual y político de México-Tenochtitlan, hoy día la Plaza de la Constitución.


2. Discurso y redención

El discurso del traspaso de mando en el Congreso estuvo magistralmente calibradoentre las lecciones del pasado, tanto gloriosas como dolorosas; los imperativos ineludibles del presente y el horizonte estratégico de un futuro posible.Al anochecer de este día, todo culminó en la apoteosis del proceso: la trascendental humildad y grandeza del hombre político más poderoso de México, arrodillado en sincera actitud de pedir perdón y ofrecer restitución a los pueblos americanos, que han sido víctimas de quinientos años de brutal dictadura racista, desde la invasión europea de 1492.AMLO como redentor de la tragedia original americana.


3. La trinidad del triunfo

En mi último artículo, “AMLO funda la Escuela Superior de Democracia Nacional”, afirmé, que el éxito de la Cuarta Transformación depende de tres condiciones concretas: 1. Un líder visionario centrista, que no caiga en sectarismos o dogmatismos; 2. Un equipo de vanguardia política-ética-científica, que no carezca de ninguna de estas tres cualidades; 3. La construcción de una interfase eficaz (comunicación estratégica y táctica) con las masas. Es evidente, que el segundo requisito (constitución moral) y el tercero(ciencia)siguen en proceso de construcción, con diferentes grados de avance.Habiendo ilustrado el conductor del proceso sucapacidad equilibradora depolítica y ética ensu praxis transformadora, conviene aclarar brevemente el tercer imperativo del éxito, el menos entendido: el papel trascendental de la ciencia en la transición actual.


4.Sin Ciencia no hay Paraíso

En la novela colombiana de Gustavo Bolívar, Sin Tetas no hay Paraíso, es el mercado que decide el éxito o fracaso del proyecto de progreso de la protagonista (Catalina) de la historia. En la Cuarta Transformación, el mercado será también un decisor clave del desenlace, como demostró inequívocamentecon suestratagemarelámpagaen la bolsa. Sin embargo, junto a las antiguas instituciones provenientes del neolítico, mercado y Estado, jugará un papel concluyente una institución de la época moderna: la ciencia. A tal grado, que podemos afirmar, que el futuro del Nuevo Proyecto Histórico azteca(NPHa) depende de la sinergia de lo político, ético y científico. Para comprender mejor esta secular trinidad del triunfo, explicaremos brevemente las tres formas de la praxis a que se refiere.


5. Ciencia: condición absoluta del éxito

La sociedad humana ysus relaciones sociales se rigen por cuatro formas de poder: político, económico, militar y cultural. Lo político significacoordinar, normativizar e imponer lasreglas de reproducción del sistema social. La praxis de lo ético se refiere al bloqueo voluntario de un potencial abuso de poder.La ciencia, en cambio, se refiere ala capacidad cognitiva de distinguir entre verdades objetivas (hechos) y subjetivas (opiniones, mentiras, fakenews,percepciones, etc.). Dado, que toda actividad humana y animal se basa en la interpretación del entorno, la capacidad de decidir entre la realidad objetiva y las ilusiones interpretativases, literalmente, vital. El destino de todo proyecto político depende, por lo tanto, de la capacidad de sus conductores, de transmitir (enseñar) a las masas esa facultad de comprender lo objetivo. Y, dentro de lo objetivo, lo objetivamente posible y benéfico para su futuro. Cuando los líderes no saben cumplir con esta función concientizadora, sufren el destino del PT de Brasil, del Kirchnerismo argentino y de la “revolución ciudadana” de Correa en el Ecuador.


Heinz Dieterich
6. Ni izquierdista, ni derechista: realista

La tarea no consisteen enseñar ideología “de izquierda” o “de derecha”. Cuando un sindicato mexicano, que se precia de clasista e izquierda, apoya a un vil dictador pequeño-burgués como Maduro, que mata a la clase obrera y al pueblo de hambre, y cuando el gobierno de “izquierda” española vende armas a los asesinos de la Casa de Saúd, entonces queda claro, que el concepto ha perdido toda capacidad analítica para entender la realidad. Hoy día no es más que un cascarón ideológico vacío, con el cual la social democracia amoral engaña a las masas. Para no hacerse cómplice de este fraude global --apoyado por los “productores profesionales de humo”, los intelectuales oportunistas-- no hay que tratar de formar gente “de izquierda”, sino gente realista. Es decir, ciudadanos con capacidad de intelección científica-ética. ¿Cómo hacerlo?


7.El recurso del método

Tal tarea no se puede hacer con la comprensión y praxis tradicional de “la cultura”, es decir, con talleres literarios, culturales o ferias del libro en la calle. El único software disponible para aprender esa condición de ser librees el método científico.Y el principal hardware para la tarea, es el celular y la enseñanza por imágenes. La época de Gutenberg ha terminado para la mayoría de la juventud y el libro ha dejado de ser el principal medio de acceso cultural a la mente pública. Todo intento de concientizar mediante material impreso está condenado a tener un resultado marginal, insignificante, salvo en la élite informativa. Tal afirmación no requiere mayor debate, porque basta una mirada comparativa a la eficacia de penetración cultural de twitter y la televisión, y la de un libro.La precondición del éxito duradero de la Cuarte Transformación consiste, en consecuencia, en proporcionarle al pueblo la luz de la ciencia –la facultad de razonar objetivamente-- para garantizar la base social de apoyo necesaria para la transición. La pregunta es, si se puede hacerlo en apenas seis años, en un mega espacio físicocon 130 millones de habitantes. La respuesta es positiva, si el Estado y su vanguardia entiendan a plenitud las condiciones de éxito de la tarea y emplean el método y los recursos formativoscorrespondientes.


8. Causa y efecto

La esencia del razonamiento científico--abstrayendo de relaciones de covarianza estadística-- consiste en descifrar las relaciones de causa y efecto, que rigen el cosmos, incluyendo la praxis humana.El renacimiento cultural, que requiere la Cuarta Transformación, tiene que lograr el éxito pedagógico de enseñar al ciudadano, que no existe un efecto (fenómeno) que no haya sido producido por una causa (otro fenómeno) o, a la inversa, que no hay una causa (evento), que no genere un efecto (otro evento). Tal relación entre variable independiente (causa) y variable dependiente (efecto) es fácil de explicar al ciudadano. Si la persona P sufre un dolor de estómago (efecto), va con el médico. Este busca la causa (infección, gastritis, etc.) para quitar el efecto, es decir, curarla. A la inversa: si esa persona asume una deuda de 50 mil pesos para la fiesta de quince años de su hijo (causa), debe analizar las consecuencias (el efecto) de su decisión para el bienestar futurode la familia.

Didácticamente es fácil explicarle ese raciocinio y su extraordinariopoder a las personas de cualquier nivel educativo, social o inclusive, de edad, posterior a los tres años. De hecho, el mismo AMLO dio el ejemplo. Todo su discurso en el Congreso fue una cátedra ciudadana sobre la relación de causa y efecto: siendo el efectola destrucción de México y la causa, la política neoliberal. El Presidente deberíasocializar nacionalmente ese pensamiento.


9. Renacimiento educativo

Si se logra enseñar a la mayoría de la población este tipo de raciocinio, se le genera un sistema inmunológico contra los “fakenews” y manipulaciones de todo tipo, que hoy día socavan la convivencia política, económica y cultural en la democracia burguesa. Por la misma razón de clase, una campaña educativa liberadora de este tipo se encontrará con los sabotajes del mercado de manipuladores, que florece sobre el control mental de los ciudadanos: desde Facebook hasta la publicidad comercial, los machistas, racistas, homofóbicos y oscurantistas de todo tipo.

Sin embargo, no habría novedad en tal conflicto. Desde la Época de la Luz, hace medio milenio, el oscurantismo siempre ha tratado de sofocar el progreso de la humanidad. Por el bien de la Nación, hay que vencerlo en esta épica batalla por el renacimiento de México.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

LOS PERONISMOS, Por Ricardo Rouvier para Vagos y Vagas Peronistas

"Para el conjunto del peronismo hay muchas preguntas importantes y pendientes para enfrentar los desafíos del siglo XXI" -dice Rouvier- : "¿Qué hacer frente a la consolidación del capitalismo ?. ¿Cómo reconfigurar alianzas a partir de la nueva bipolaridad ?. ¿Qué hacer frente a los procesos tecnológicos que encabezan el cambio incesante ?. ¿ Cuál es la posición adecuada frente a la crisis del empleo y la modificación de la relación del sujeto con el trabajo?.¿Cómo asegurar un gobierno nacional y popular sustentable?. ¿Qué hacer frente a los cambios culturales y las reinvindicaciones sectoriales ?" 




a) Reflexiones sobre el peronismo 

Antes de entrar en la coyuntura vamos a hacer algunas reflexiones sobre el peronismo que, por supuesto, no serán las últimas y avanzan sobre nuestro gran enigma como es el movimiento peronista. Desde su origen, el peronismo está en discusión y ha sobrevivido a las batallas que ha emprendido contra el adversario histórico externo (el liberalismo y luego el neoliberalismo) que ha querido eliminarlo, disolverlo, cooptarlo. También ha sobrevivido a sus luchas intestinas que surgieron de su heterogeneidad social, cultural e inclusive ideológica. Estas luchas, en algunos momentos han sido de alta tensión y en otros de divergencias parroquiales que se suceden en los territorios. Dentro de los interrogantes que rodean su existencia está que la tan deseada vuelta de su creador se dio en la etapa final de su vida; y en ese momento quedaban más expuestas sus fracciones y divisiones internas además de una ofensiva externa regional y nacional destinada a concluir la experiencia de liberación nacional. Perón, condicionado por las circunstancias, había violentado un principio de oro de la guerra según la recomendación de Von Clausewitz: el comandante estratégico bajó al terreno del campo táctico. Perón había abandonado su centralidad y su distanciamiento madrileño para mezclarse en las contradicciones internas de la lucha facciosa. El agrietamiento del peronismo abarcaba desde el interior de la clase trabajadora organizada, el sector político, la juventud, y convertía a la disputa en una lucha generalizada por el poder interno para avanzar sobre el externo. 

La fuerza global de una mayoría popular que demandó durante 18 años su retorno, fue el motivo de mayor energía para una vuelta que implicaba, qué duda cabe, también morir. Y si Perón moría se abría el gran interrogante sobre el día después. Para la Tendencia Revolucionaria y los Montoneros, Perón estaba asediado por la derecha y al final terminó capitulando ante ella al dar por finalizado a los 49 días el gobierno de Cámpora. Para la “derecha peronista”, en cambio, el combate contra la “izquierda” era la manera de salvar la tercera posición, su equidistancia frente a los polos de la bipolaridad internacional le daba una legitimidad de origen. “Ni yanquis ni marxistas” fue una consigna que enunciaba el fiel de la balanza, pero quién la emitía no revestía de neutralidad. Era el activismo de una “derecha” con las banderas del justicialismo. Los peronismos de entonces cubrían sus interpelaciones no solo con la violencia simbólica, sino también con la acción armada. 

Después del fallecimiento del Gral Perón, se disolvió toda esperanza de superar la lucha interna y el país entró en un embudo que desembocaría en la tragedia conocida. El plan de asalto al poder y el programa de aniquilamiento, urdido por los enemigos civiles y militares del peronismo; más la omisión y complicidad de muchos dirigentes del movimiento jugaron para terminar con el adversario interno. La peor dictadura fue antecedida por la guerra intestina y la crisis de gobernabilidad. El archipiélago peronista se mantuvo aglutinado alrededor del liderazgo totalizador y unificador de Perón, y luego con su acefalía, se generaba una nueva ilusión del enemigo: la obra se moriría junto con su creador. Sin el conductor, el peronismo realizó su diversidad, sus lecturas, interpretaciones y prácticas. La dictadura favoreció la unificación de la oposición (la derrota malvinera aceleró su decadencia), y el final de los ´70. Nuevamente los pedazos del peronismo se acercaron; pero no alcanzó para las elecciones del ´83 porque la opinión pública lo percibía todavía muy atado a la violencia. El voto por Alfonsín confirmó esa negatividad hacia el peronismo, pero también hacia una etapa. 

Sin embargo, la propensión hacia el poder se recuperó a medida que los gobiernos no peronistas no lograban resolver las demandas de la sociedad, y también fracasaba el intento de disolverlo en una síntesis superadora. Se extendió por la población una afirmación: “es el único que puede gobernar”. Pero, a medida que pasaba el tiempo la búsqueda del poder se hizo más coyuntural, menos estructural, y más destinada a ocupar burocráticamente el poder que usarlo para completar la transformación iniciada en el ´45. Pero esto no por culpa del peronismo sino por la formalización mundial de la democracia liberal que iba ensanchando la brecha entre el representante y el representado. Hoy, estamos atravesando otra etapa que indica el incumplimiento de la promesa democrática liberal. La brecha se agranda. 

El panorama del Partido Justicialista refrenda la fragmentación. Hoy, hay tantos PJ como distritos electorales conducidos por dirigentes locales, y es débil para configurar la unidad de las partes. En realidad el Justicialismo como organización política juega con alguna de las fracciones, y no tiene fortaleza suficiente para ser prenda de unidad. 

Los peronismos lograron sobrevivir, pero ya no volvería al nivel de unificación que tuvieron con la dirección de Perón, tampoco volverían a la confrontación violenta. Las partes comparten propósitos y valores: soberanía, justicia social, nacionalismo económico siguen siendo puntos de coincidencia, pero la desconfianza surge para definir quien mejor los defiende. Hay visiones críticas latentes en los consensos del peronismo k que rozan el antisistema; por el contrario hay posiciones pro-sistema y aceptación de la democracia liberal en el peronismo no k. Parecería que el kichnerismo se posiciona a partir de las luchas resistenciales del peronismo y del peronismo de la seguridad social. En cambio, el otro peronismo se posiciona en la confianza en el régimen democrático, y en un reformismo no confrontativo. 

Para estos la Comunidad Organizada sigue siendo una obra referencial , una guía conceptual. En cambio, para el kichnerismo es una obra invisible. Mientras unos se apoyan en J.W. Cooke, Hernández Arregui, Jauretche, Cámpora y otros, los de enfrente apuntan al último Perón no comprometido con la violencia revolucionaria, ni con el establishment. Un Perón que, después de su desaparición física, sigue eligiendo el tiempo y no la sangre. Una pregunta clave sería para el peronismo hoy; que es el tiempo y que es la sangre. 

La expansión del capitalismo no ha resuelto la cuestión de la desigualdad que pesa fuertemente en la marginalidad social y cultural que sufre parte de la humanidad. El proceso de concentración y centralización del capital lleva a que una pequeña porción de la población posea un excesivo y obsceno beneficio, fruto del trabajo de la mayoría de la humanidad. La sensibilidad social del Papa Francisco y su indignación frente a la realidad socioeconómica queda asociada a su militancia peronista, e intenta unir las fracciones para enfrentar al oficialismo. 

Para el conjunto del peronismo hay muchas preguntas importantes y pendientes para enfrentar los desafíos del siglo XXI : ¿Qué hacer frente a la consolidación del capitalismo ?. ¿Cómo reconfigurar alianzas a partir de la nueva bipolaridad ?. ¿Qué hacer frente a los procesos tecnológicos que encabezan el cambio incesante ?. ¿ Cuál es la posición adecuada frente a la crisis del empleo y la modificación de la relación del sujeto con el trabajo?.¿Cómo asegurar un gobierno nacional y popular sustentable?. ¿Qué hacer frente a los cambios culturales y las reinvindicaciones sectoriales ? 

De todas maneras hay una inercia política que impulsa a la política a la conquista del poder. Pero la experiencia demuestra que la ocupación de la autoridad del Estado durante un tiempo, es importante, pero no suficiente. Esto es más claro si consideramos que se ejerce la gobernabilidad dentro de las reglas de juego del sistema político que es intrínsecamente contrario a la participación y movilización popular. Para ello sería necesario la institucionalización del cambio por fuera de la ocupación del Estado. 



b) La coyuntura 



Hoy, el principal problema del peronismo es que no tiene una conducción única, lo que impide la recreación movimientista en un solo comando, con una unidad de concepción y acción, frente a un mundo y una sociedad nacional que tiene sus demandas. Y cabe la pregunta para debatir y encontrar una respuesta, si el esquema político clásico del peronismo hoy es el adecuado. Los cambios en el poder mundial, las contradicciones existentes dentro del bloque hegemónico y sus efectos en la región, y el repliegue del progresismo en América Latina y el Caribe, condicionan necesariamente una revisión estratégica y táctica en las alianzas internacionales. De diciembre del 2015 cuando CFK dejaba el gobierno a la fecha el mundo y la región han cambiado significativamente. 

En estas últimas semanas se registraron movimientos unitarios en el panperonismo que suponen aproximaciones y reconfiguraciones. Es indudable que hay una fracción – la más numerosa electoralmente hablando– que se fortalece con la movilización de superestructuras hacia el espacio que lidera CFK. Con el encabezamiento de la ex Pta., el polo se asienta sobre la hipótesis de victoria y rehabilitación de la etapa k. Por el momento, su capacidad de consenso abarca a un tercio de la ciudadanía, aspirando a que en el ballotage CFK logre disolver el techo que la limita en su proyección. La gran mayoría del denominado progresismo que proviene de la tradición de izquierda y no peronista, está comprometido en continuar en sociedad con el kirchnerismo. No obstante, este sector no constituye un aporte numérico decisivo a la hora de contar votos. 

El peronismo k , como fuerza política, presenta particularidades; una de ellas es que su fortaleza y proyección electoral se concentra en la figura de CFK . También registra un techo debido al voto negativo que acumula y esto la debilita en un ballotage. Si bien el peronismo nunca se kirchnerizó en su totalidad; si se disciplinó en los territorios y en el Congreso bajo la centralidad de Néstor y Cristina. Pero la capacidad de crecimiento de la ex Pta supera los límites de afiliación al kichnerismo y se convierte en una competidora temible. 
Ricardo Rouvier

La primera incógnita frente al 2019 es si CFK será la candidata y; en segundo lugar si el Gobierno seguirá perdiendo consensos como hasta ahora. De ser así, las posibilidades electorales del kirchnerismo crecen hasta convertir en arriesgada la estrategia oficial de polarización. Claro; que en estas consideraciones estamos dejando de lado el capítulo judicial que puede generar sorpresas que afecten el escenario electoral. 

La potencia electoral de Cristina se impone a las simpatías o no que tienen los legisladores, intendentes y gobernadores por ella; pero que siguen con mucha atención lo que las encuestas vienen anunciando. Pero hay otro peronismo alternativo que rechazan al kirchnerismo por su “desvío” ideológico o por su estilo de conducción del Estado o del peronismo y que están dispuestos a construir opción a CFK y al Gobierno. Este distanciamiento que tienen estos dirigentes respecto del progresismo, y sobre todo sobre la izquierda, los ubica en una posición más conservadora que cuenta con una base territorial importante, articulaciones políticas, sociales y culturales que les ha permitido a varios de ellos mantener una continuidad en el poder de sus provincias. 

Este peronismo también formó y forma parte de la historia del justicialismo y participa de su epopeya y su nostalgia. Enfrente se ubica ese peronismo que; igual como hizo el mismo Perón en gran parte de su vida, elude toda referencia a las ideologías y potencia la totalidad de una Nación fijando el motor de la historia, no en la lucha de clases sino en la lucha por el desarrollo y por la democracia con el formato liberal conocido. 

No es una fuerza política antisistema, sino que procura el desarrollo de las fuerzas productivas (capitalismo) sobre las bases de la lucha contra la desigualdad y ponderando la producción nacional. Si se analiza con atención las declaraciones del candidato a Presidente Daniel Scioli en el 2015, se advertirá que enfatiza esta propensión a motorizar el régimen económico que es hegemónico en el mundo. Por supuesto que aplicando regulaciones propias de un país emergente y exhibiendo un nacionalismo económico, que adopta más la forma de desarrollismo que de intervención estatal de la economía. 

Desde esta óptica la fuerza política liderada por Massa y otros dirigentes apelan a mantener una economía de mercado con alguna presencia del Estado y, sobre todo, con la definición armónica del Capital, el Estado y el Trabajo. 

Para todo el peronismo es importante tomar conciencia del estado de situación de dependencia financiera, tecnológica y productiva de nuestro país. Y que es muy difícil darle sustentabilidad en el tiempo a un modelo populista de salario real alto, con la reforma de la matriz productiva actual, y apoyado solamente en el mercado interno. Cerrar la economía sería un error, y abrirla completamente una ingenuidad ante la nueva bipolaridad mundial atenta al interés sobre nuestras materias primas. La “salida” china está lejos del internacionalismo proletario. 

Las dificultades que presenta el peronismo alternativo tiene también sus limitaciones: una, la ausencia de un fuerte liderazgo, una capacidad electoral acotada, y una polarización que hoy ya alcanza a más del 60%; que le quita oxígeno. Una proporción numerosa del electorado se encuentra más animada por votar negativamente. No a Macri; o no a CFK. 

La referencia posible sobre un “peronismo del centro” no tiene clivaje en la sociedad y eso habla más de los polos que de sí mismo. O sea, el peronismo alternativo busca un espacio más grande que el que tiene. 

Hay movimientos unitarios, pero seguimos incrédulos en una unidad al 100%. Por supuesto que si alguna fracción peronista ganara el año próximo el movimiento centrípeto acercará a muchos que limarán sus diferencias. Es una gimnasia para la cual el peronismo está entrenado. 

Las encuestas muestran que la tercera fuerza alcanza, por ahora, a la mitad de lo que tiene Unidad Ciudadana o Cambiemos, o sea que la tercera fuerza no llega al tercio. Pero hay que considerar que ese peronismo alternativo aunque no logre encaramarse en los primeros lugares, su caudal puede ser decisivo a la hora de un eventual ballotage. Pero, esos votos, muchos de ellos peronistas, no tienen dueño.