viernes, 24 de enero de 2020

AÑO NUEVO, SITUACIÓN NUEVA Por Jorge Luis Cerletti(") para Vagos y Vagas Peronistas



Problemática general. 

El planteo de la unidad del campo popular es un eje político importante, máxime en circunstancias como las actuales. La reciente derrota electoral de la derecha, expresión del poder del capital concentrado, es un fiel testimonio. Las calamidades que produjo el gobierno de Macri sobre la mayoría de la población, en particular la de menores recursos, así como el enorme endeudamiento y fuga de capitales que generó es tan evidente que resulta superfluo reiterar la multiplicidad agobiante de datos que presenta la situación vivida. 

No obstante, una vez producido el triunfo electoral como presagiaba el resultado de las PASO, la problemática se traslada a la naturaleza de la unidad gestada. Y aquí entran a jugar los alcances de lo instrumental, el carácter definitorio de la política a desarrollar frente a las postración económica y social gestada por el poder del enemigo que trasciende a Macri & cia. Semejante situación incluye fortalezas y debilidades de la unidad desarrollada. 

La vieja consigna del P.C., “el pueblo unido jamás será vencido” es una optimista expresión de deseos desmentida en más de una oportunidad. Baste recordar el giro conservador de los gobiernos de Carlos Saúl Menem, producto de elecciones legítimas. Ni qué decir del golpe que recientemente derrocó a Evo Morales, uno de los más populares y queridos de América Latina. Obviamente, construir una unidad sólida donde se articulen los principios con la construcción política constituye un logro sustantivo. El problema es que el triunfo electoral no excluye las contradicciones inherentes a la unidad que propició el cambio de gobierno. 

Está claro que la unidad buscada resultó un recurso clave en el 2019 para derrotar a la derecha que se había hecho fuerte al controlar el Estado gracias a su anterior triunfo electoral. Pero las dudas a futuro son un emergente insoslayable. Empezando por esta real “pesada herencia” vinculada al ahogo económico-financiero que sufrimos y la agudización de la desigual distribución del ingreso que afecta a los trabajadores y a la sociedad argentina en general y que ha dejado un tendal de desocupación y pobreza. 

Semejante situación abre serios interrogantes acerca de la política a desarrollar y la construcción de las organizaciones destinadas a llevarla a cabo. Se plantea así la problemática de la construcción política y la participación popular imprescindible para impulsar y generar un cambio significativo en la situación actual. 

La unidad F-F, el peronismo y el giro latinoamericano. 

La jugada de Cristina de postularse como vicepresidenta y proponer a Alberto Fernández como candidato a la Presidencia fue una muestra efectiva de su habilidad política y de la importancia que le atribuye a la unidad. Su mayoritario caudal electoral es un polo de atracción para fuerzas menores. El acuerdo con Massa es un elocuente testimonio de los efectos de tal unidad pues, fundamentalmente, posibilitó ganar las elecciones. A la vez, Alberto Fernández pudo potenciar su trabajo previo por la unidad erigiéndose en el presidente de la República Argentina. 

Y aquí se abren dos instancias, la nacional y la internacional. En la primera emerge el peronismo como factor de unidad que enhebra varias provincias influyendo en el escenario interno. Si bien se trata de un campo que porta distintas contradicciones de mayor o menor envergadura según los casos. La tarea de A.F., abierto a conversar con distintos sectores de la nación y en particular del peronismo, fue armando una red que tuvo su premio en las elecciones. 

En el campo internacional, en particular el latinoamericano, aporta a la reconstrucción del frente progresista que había tenido vigencia en la primera década y media de este siglo. Se inscribe así el rechazo al golpe que derrocó al gobierno de Evo en Bolivia, su asilo en nuestro país junto al apoyo a su campaña política y el rechazo a la intervención en Venezuela. Además, el muy significativo viaje de A.F. a México a principios de noviembre, con coincidencias fundamentales con el presidente López Obrador sobre integración en nuestro subcontinente respalda a los diversos sectores populares. Algo que está en sintonía con las notables movilizaciones y luchas del pueblo chileno, las resistencias en Ecuador contra la traición del presidente Lenin Moreno (ex vice de Correa), que son claras manifestaciones de las luchas de los movimientos populares. 

La excepción de Brasil con el triunfo del archi reaccionario Bolsonaro, tras el golpe blando que derribó a Dilma Rouseff y encarceló injustamente a Lula, más el golpe sin tapujos a Evo, son un contrapeso que evidencian las duras condiciones existentes en nuestra patria grande. En contradicción con dicho proceso se dio, sorprendentemente, el dictamen del Supremo Tribunal de Justicia de Brasil que por seis votos a cinco modificó la situación carcelaria de Lula hasta tanto hayan sentencias firmes. Lo cual posibilitó su liberación recibida con una manifestación espectacular que anticipó su reingreso a la actividad política. 

Como se desprende de este esquemático e incompleto resumen, surgen una multiplicidad de conflictos que remiten, en primer lugar, a la importancia de la construcción política de alternativas. 

Ejes de construcción política. 

La operatoria tradicional a través de los partidos, implica destacar a sus líderes y dotarles del apoyo de los resortes del Estado que puede lograr su partido y así potenciar las movilizaciones populares adictas cuyo peso suele ser gravitante. 

Esa práctica tradicional de la política reinante se apoya en la representación y en construcciones de corte piramidal donde los líderes se destacan en las cúpulas partidarias por su carisma y poder de convocatoria. Esto no descarta las trenzas ni los manejos turbios de la pléyade de políticos inescrupulosos que componen buena parte del espectro. 

Aquí cabe distinguir entre la práctica dominante, ampliamente mayoritaria, y la necesidad de cambiarla. Esta necesidad cuenta con el deseo como alimento notoriamente insuficiente en la sociedad. 

Dado que prácticamente en el mundo impera la representación y la estructura piramidal del poder, cuando emerge una variante más positiva dentro de ese ámbito, vale considerarla. Tal es el caso de la campaña electoral de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Sus características portan gérmenes nuevos en torno a la participación. Recorrió toda la provincia y el conurbano en su ya famoso y modesto auto Clio. Visitó numerosas Intendencias, dialogó con la gente y cuanta agrupación popular estuviera en su itinerario. Y le ganó la Provincia a “carita de ángel” Vidal por quince puntos…. En suma, su campaña política estuvo signada por un nivel de participación poco común y la originalidad de la misma podría decirse que es inédita. 

Obviamente, lo anterior no significa eliminar la representación e instaurar la horizontalización del poder. Fenómenos que significarían una verdadera mutación política y el nacimiento de una alternativa al capitalismo y el neoliberalismo imperantes. Lo que estamos comentando está muy lejos de tan ambiciosa y revolucionaria propuesta. Es un caso de participación popular operado desde arriba si bien con algunas características originales e inéditas que no debemos ignorar. No es casual entonces su triunfo que exaltó la participación popular que al sentirse convocada en términos reales, le brindó su apoyo. 

Esa apertura generada en el campo de la política realmente existente, no debe ser antagonizada desde las tendencias emancipatorias que impulsamos. En la actualidad se ha producido una situación que posibilita transitar un momento favorable a la articulación de esfuerzos. Toda construcción a largo plazo que tienda a la emancipación debe prestar atención a las fuerzas positivas de carácter popular emergentes del seno de la sociedad y resolver la problemática del aislamiento. Construir algo nuevo requiere ideas, imaginación creativa y romper con el sectarismo cuando éste conspira con la propia construcción.----------------------------- 

(")Síntesis biográfica:



Jorge Luis Cerletti nació en Buenos Aires en 1937, arquitecto. Fue profesor de Economía Política en la Universidad del Salvador y de Historia Social en la Facultad de Derecho de la UBA. Fue uno de los fundadores e integrante del grupo de reflexión La Mesa de los Sueños, también del grupo Repro (Reflexión y producción) y colaborador del CEPPAS, (Centro de políticas públicas para el socialismo). Producto de su dilatada militancia realizó numerosos ensayos políticos. Como coordinador de la colección Cuadernos de la realidad, dirigida por Raúl Sciarretta y editada por Granica, publico en ella tres ensayos: “Desarrollo industrial y concentración monopólica”, “La oligarquía terrateniente” e “Imperialismo y dependencia” (1974) y los siguientes libros: Retazos para una historia” (ficción 1983, Peña Lillo Editor); “El nuevo orden mundial, el socialismo y el capitalismo depredador” (1 991, Centro Editor de América Latina); sigue: “El poder y el eclipse del socialismo” (1993, Centro Editor de A.L.); “El Poder y la necesidad de un nuevo proyecto” (1994, Ediciones Mesa de los Sueños); “El poder bajo sospecha” (1997, edit. De la Campana) y “Las relaciones de dominio como lazo social (1999, edición del autor); “Políticas emancipatorias - crítica al Estado las vanguardias y la representación” (2003, edit. Biblos) y “Estado democracia y socialismo” (2014, edic. El jinete insomne, publicado por el ceppas, centro de políticas públicas para el socialismo).







lunes, 20 de enero de 2020

EEUU activa un dron para asesinar vilmente al General Soleimani, líder militar iraní. ¿Adónde desembocará ésto? Por Lido Iacomini (") para Vagos y Vagas Peronistas



Conviene comenzar por intentar comprender las causas e intenciones de semejante asesinato formalmente asumido por un gobierno miembro de la ONU. En las últimas décadas, los únicos antecedentes de asesinatos no encubiertos por el paraguas de una guerra declarada, han sido los de Gaddafi y el de Saddam Hussein. Pero hace ya muchos, muchos años, que no se estila una declaración formal de guerra. Hoy alguien ataca y si el agredido responde se inicia la “escalada”. Teledirigir un drón y matar un general “enemigo” es una provocación que sin dudas es semejante, pero no igual, a una declaración formal de guerra. Equivale a una apertura en el ajedrez, a la que le corresponde una defensa. Pero no hay libro de guerra que diga: Defensa India del Rey. Para la brutal agresión norteamericana impulsada por Trump no hay “defensa” previsible. Y de allí el crecimiento de nuestras angustias y las de la humanidad ante un peligro de imprevisibles consecuencias. 

Pero vayamos hacia lo que algunos analistas consideran la causa más probable e inmediata. Donald Trump enfrenta una fuerte embestida conducida por lo más granado del establishment norteamericano que lo ha acorralado con un impeachment en el Senado. Los números cantan que, hasta el momento, el Presidente unirá al partido Republicano abortando su destitución en el Senado. Pero al interior de los republicanos bulle una probable división y no sería de extrañar que algunos pudiesen unirse a los demócratas para su destitución. Algo de esto debe haberse olido Trump antes de tomar su determinación. Quienes han conducido esta ofensiva han sido los demócratas voceros de la más absoluta globalización y de la mano del clintonismo, Pero aún así el desgaste de este proceso implicaría un serio riesgo para que su candidatura logre un segundo mandato en las próximas elecciones. A la tradicional y formidable maquinaria política y mediática que el poder financiero globalizado construyó en torno a Hillary se le suma, en alianza y disputa, el progresismo que no tolera el racismo, la misoginia y la brutalidad del líder “productivista” construido por la crisis del modelo neoliberal norteamericano de la globalización. Trump busca con desesperación aliados y encontró al peor: el Pentágono. Ya había intentado contener esas presiones manteniendo a Bolton y Pompeo entre la elite de sus funcionarios privilegiados. Despedido Bolton y funcionando a pleno la campaña en su contra D. Trump recurre a la espectacularidad trágica de un semi magnicidio para retomar la iniciativa política y erigir un nuevo y peligroso escenario. Una de las grandes dificultades de Trump reside en que en realidad no tiene Partido. Es claramente un outsider, misterio que le permitió llegar a ser presidente pero que constituye una gran limitación institucional. 

Está claro que ni China ni tampoco Rusia comprarán la provocación. Pero sin dudas que la polarización buscada con fórceps por los EEUU en decadencia, es un nuevo mandoble contra la multipolaridad, ya que todo escenario bélico del mundo globalizado entraña una gravedad tal que empuja hacia la recreación del mundo bipolar. La Argentina y Latinoamérica sienten con fuerza esa presión asfixiante, potenciada porque nos consideran el patio trasero del imperio. Trump tiene una dificultad adicional: el desarrollo del capitalismo en su etapa de superfinanciarización no ofrece modelos alternativos. La súper tecnificación actual y el abismo ambiental que sufrimos nos encamina a una crisis civilizatoria, entrelazada a la crisis terminal del neoliberalismo para la cual no hay modelo de salida. No hay marcha atrás sostenible hacia un neofordismo industrialista. Los índices de reactivación industrial y económica norteamericanos fuerzan un proteccionismo sin destino a corto y mediano plazo porque chocan contra la esencia del desarrollo capitalista de la historia y la globalización, que no es sólo un modelo específico de la civilización capitalista sino una realidad que lo trasciende. A tal punto que hoy el principal defensor del libre comercio es una potencia comunista: China. 

De todas maneras no está claro cuál es el camino de salida de ésta situación. No habrá guerra mañana pero ni siquiera Trump puede confiar que esta “derechización” verdadera que es su giro bélico le otorgue una recomposición hacia una nueva mayoría. La izquierda de su partido levantará nuevamente las banderas de la paz y la no agresión y es posible que lo que gane por derecha lo pierda por izquierda. Mejor dicho: que esa izquierda que en general es sólo una nota de color que engalana a los demócratas pueda cobrar una dimensión que sólo las grandes crisis otorgan. Y los EEUU hoy están no sólo en una enorme burbuja que disimula la endeblez de su modelo económico sino que aún subrepticia asoma una encubierta crisis política. Es la historia, entre los marasmos que siempre provoca, la que terminará cobrándose la venganza del asesinato del líder iraní Qasem Soleimani.

(")Miembro  de Participación Popular (E. Jozami) y de Carta Abierta donde coordina la Comisión de Asuntos Internacionales