domingo, 26 de noviembre de 2017

EL RESISTENTE, Por Horacio González

Siempre se esfuma lo que se recuerda, porque no es un capital amonedado. Cuando creemos que llegamos al objeto recóndito, escapa de su lugar. Lo que llamamos recuerdo es algo que lo sustituye. Pone en presente un símil impreciso de lo que creemos tener apretado entre los dientes. Allí toda materia se disipa. Parece de mármol pero es de sueño. 

Solo son válidas las recordaciones cuando toleran su mayor desafío, el resurgimiento. Nunca las abarcamos ni visitan completas nuestra vida. Pero una laica resurrección nos lleva a pensar en el pasado como algo nunca totalmente transcurrido. Persiste en presentarse de muchos otros modos. Nunca es el mismo pero es él.

Nada revivirá de aquello superado si no lo rehabilitamos y todo objeto siempre nos desafía en su volver, pues acostumbra a hallarse en estado huidizo. Tomamos un nombre, el de la palabra resistencia. Resistencia política democrática. Quizás haríamos bien en encomendarla a los autores de biografías, de guiones televisivos o los archivistas de turno. Saldrían imágenes de partisanos de la Segunda Guerra Mundial, masas peronistas de los años 60, personajes de todos los tiempos que toman los bosques como retiro y antagonismo con la ciudad. Son enormes las variedades sociales de resistentes. Tratamos de intuirlos a la luz de los hombres y mujeres de nuestro presente. Por momentos, se los puede imaginar en tanto capas del pasado, unas sobre otras, que ahora parecen cobertores inútiles difíciles de imaginar. Pero cada resistente de hoy surge del hilo irregular que une a los miles y miles de resistentes de historias que parecen ya apagadas o antiguas.

¿Hay épocas que ponen fronteras para que algún chispazo del pasado las pueda atravesar? Los melancólicos o los desafiliados de cualquier entusiasmo histórico deberían ser consultados en este caso. Ellos se tientan con el presente absoluto, como una vida en una carpa de oxígeno o en un aeropuerto como alojamiento permanente, gozando de su aire acondicionado. No obstante, el mundo nos es contemporáneo; y en su totalidad, nos lleva a una disyuntiva. Si somos o no somos resistentes. ¿Pero qué clase de resistencia? En principio, a un modo de vida desnutrido, a los gobiernos salidos de tecnologías aprobadas en laboratorio de gestación de creencias y ocupante excluyente de los poros del espacio público.

La resistencia es una proposición contenida en un rechazo íntimo: rechazo a decisiones, lugares y gestos emanados del actual gobierno. La resistencia es un pensamiento refugiado en pliegues velados de la conciencia, donde se sabe distinguir que ahora hay nuevos amos –empresarios financieros y arrepentidos financiados–, con su proyecto de expulsión de toda conciencia social autocentrada. Para ellos solo hay individuos que reciben ventajas, una cloaca o más metros cuadrados de pavimento. El resistente no cuestiona esto; es bueno que haya más gente que esté mejor, aun bajo gobierno que prefabrican individuos, exacerban prejuicios preexistentes y los lacran con creencias precintadas. 

No obstante, el resistente realiza la suprema tarea de escindir una mejoría real o supuesta, de una cuestión ética. A la primera la aprueba, a la segunda la encumbra aún más. Nunca baja su divisa el resistente. 

Si la resistencia es social, lo es porque el resistente es el que posee la ética que en lo profundo dice “no”. No. Lo dice ante esta situación de violencia real y simbólica. Pero sabe dónde decirlo, y no se pelea con los miles de ciudadanos que han votado habilitando en las urnas esa violencia y la siguen sosteniendo en la ausencia de concebir cómo también los afecta. 

Decir que la resistencia comienza por ser una cuestión ética, ya es una frase resistente. Esta última palabra incluye una actitud ante la conversación cotidiana. Abarca un interés por el mundo social que nos agrede por estar conformado por retorcimientos de lo humano, por la negación de lo individual asociativo y de la razón que regula nuestros silencios y disconformidades. El agravio que disciplina las voces del mundo –es la dialéctica del temor que se recubre de vacua esperanza– es el mundo ante el cual nos disponemos como resistentes. 

No agraviamos. Somos los resistentes, los hombres y mujeres de la resistencia. Resistimos ante una lluvia de sospechosos peritajes que son una rama de la instauración de creencias embrollonas. La otra son los trolls, que son amos invisibles del lenguaje que destruyen la relación social y la propia lengua común, con sus propios hablantes incluidos.

Resistir es la más alta de las actividades político-culturales, porque el actual gobierno pone como garantía de una deuda fenomenal e infinita, todo un territorio, todo un país, todas sus memorias, sus luchas y su pasado, sus múltiples pasados. En verdad la resistencia es propia de los que no pueden adaptarse a la evolución del mundo fáctico; los no hipotecables, lo no conversos. Los que quieren rescatar las tecnologías de su uso para la coacción y el mero troquel de almas.

Toda la historia del Constitucionalismo moderno implica e impone la resistencia. Las leyes surgen de una resistencia y duran, paradójicamente, porque las resistimos. Corolario: en un país que marcha progresivamente a expulsarse de las leyes, resistir es resistir a esas condiciones de vacío que crean los dolosos peritajes por ellos instituidos en reemplazo de la ley. No es que apartan a la ley porque sea producto de la vieja burguesía liberal, sino porque no les sirve para la circulación financiera, para eliminar la ontología del trabajo y para reivindicar con “gradualismo” a los asesinos de la pasada dictadura militar.

La resistencia. El silencio es, respecto de ella, una preparación argumental. Del cotidiano más achatado, puede salir el grito repentino del resistente. ¿No será que el amplio refugio de las astillas inertes del pasado, reposan en pensamientos que parecen grises pero que una iluminación puede llevarlos a la expresión heroica? 

Se dice del resistir que cuaja más bien cuando los tiempos son sombríos, como éstos de ahora. Pero quien supone gestar en sí un sentimiento resistente aun cuando las cosas derramen sus consensos y complacencias, no le será novedoso reconstituir el saber de la resistencia en medio de una época ingrata. Ella sí nos reclama, nos golpea. El poder anulatorio que va teniendo una fuerza irresponsable, sin territorio ni conciencia abierta a la variedad de la historia –es que ellos son patrones–, sus cancelaciones de aquello a lo que nadie dudó durante décadas de que se tenía derecho, su modo de obturar posibilidades existenciales –a jubilados, trabajadores, estudiantes, ya se sabe–, todo ello merece resistencia. 

No me apresuro a decir lo obvio, que esta es una resistencia democrática, porque en principio ocurre en el lugar de la lengua, más circunscripto e íntimo, aunque todo lo envuelva el cada vez más estrecho espacio público, cuyo resto de democracia hay que rescatar. 

El mito es apreciable como pensamiento de auxilio, es lo que tenemos a nuestras espaldas como mochila borrosa y dejamos de percibirlo cuándo piensa por nosotros. Pero no todos los mitos sustituyen nuestra calidad de personas y son fabricados en gabinetes de especialistas para asombro de las multitudes desposeídas, implantados a través de imantaciones, por medio de la señorita del noticiero con sus mohines ante millones de seres angustiados con ansias de fabulación; o bien, por el locutor canchero que ensayando voces que salen de un maderamen hueco, transita por obviedades que no precisa de cartapacios leguleyos para que sepamos que lo está juzgando todo, en última instancia y sin apelación alguna. 

Nos preparan cadalsos personales, nos ven como meritocráticos solo aptos para la penitenciaría. Por eso el resistente es un analista de mitos, conector de personas en red, refutador ingenioso en la somnolencia de la cabina del taxi, no siembra desesperanza, expone los cañamazos que se adecuan a cada desafío, uno para quien dice “esto es una democracia de derecha” otro para el que con la misma disposición proclama “el fin definitivo de una época”. Lo que más le interesa al resistente –ya que su tarea comienza en el seno de la resquebrajada lengua nacional–, es la de analizar los mitos con los que organizaron ellos su consenso popular, la multiplicación de voces ya estampilladas por el Ministerio de Modernización y Trollización. Por eso el resistente también actúa en las tinieblas de la secreta garganta que fabrica modos de vida, palabras, refutaciones, allí donde en las babas del diablo se alojan las figuras de los comunicadores que piensan que los periodistas echados, sufrieron esa cruel decisión pues no encontraron una buena patronal. 

El resistente, en fin, es un ciudadano con una memoria que lo lleva y lo trae, que piensa en sí mismo para pensar en cómo se fue desfigurando el país, eso otro de sí que le devuelve su imagen bajo otras gesticulaciones. Lo comprueba y lo dice a los de su confianza, porque él es un pequeño locutorio ambulante, un antropólogo del presente que también sabe de su papel para estimular a los dirigentes. A los que no fueron adormecidos por el macrismo, a los sindicalistas que deben recrear otra vez la CGT, pues ésta se halla totalmente sonambulizada por el gobierno, a los militantes nuevos y a los anteriores, a veces cómodos en su rito ya consumado. El resistente es el trabajador social de la memoria ciudadana, el operario que resguarda en su interior la cifra apenas audible de voces solicitantes, el militante que se amparó en la falda y vegetariano o no, se alimenta en Huerta Grande.


El subrayado es del editor.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

¿LA PRÓXIMA CRISIS ECONÓMICA? CAPITALISMO DIGITAL Y ESTADO POLICÍACO GLOBAL, Por William I. Robinson

La clase capitalista transnacional esta invirtiendo miles de millones de dólares en la rápida digitalización del capitalismo global como salida para el excedente de su capital acumulado, a la vez que busca nuevas oportunidades de inversión en la construcción de un Estado policiaco global. ¿Pero será suficiente la rápida expansión de estos dos sectores de la economía global para evitar otra crisis catastrófica?

Los datos económicos internacionales señalan, mas bien, que la economía global esta al borde de otro colapso. Las condiciones estructurales subyacentes que desataron la Gran Recesión de 2008 siguen vigentes mientras la nueva ronda de reestructuración de la economía global ya en marcha tenderá a agravar las mismas. Estas condiciones incluyen niveles sin precedente de desigualdad, de endeudamiento público y privado, y de especulación financiera. El detonante de una nueva crisis podría ser el estallido de la burbuja bursátil, sobre todo en el sector tecnológico, el impago de la deuda publica o de los hogares, o el estallido de una nueva conflagración militar internacional.

El débil crecimiento económico se ha mantenido desde 2008 gracias a los instrumentos monetarios tales como la “facilitación cuantitativa” y los rescates financieros, junto con una escalada de deuda de consumo, una oleada de inversión especulativa –sobre todo en el sector tecnológico– y niveles cada vez mayores de especulación financiera en el casino global. Sin embargo, ahora los bancos centrales están llegando a los limites de los instrumentos monetarios.

En Estados Unidos, que desde hace tiempo ha servido de “mercado de ultima instancia” para la economía global, la deuda de los hogares esta en su nivel mas alto de su historia desde la postguerra. Los hogares estadounidenses en 2016 debían casi $13 billones de dólares en prestamos estudiantiles, deuda de tarjetas de crédito, prestamos automovilísticos, y hipotecas. En casi todos los países de la OCDE la relación de ingresos a la deuda de los hogares se mantiene en niveles históricos y ha seguido en franco deterioro desde 2008. El mercado global de bonos –un indicador de la deuda total gubernamental a nivel mundial– ha disparado desde 2008 y ahora rebasa los $100 billones.

Mientras tanto, la brecha en la economía real y el “capital ficticio” se ensancha cada vez más mientras las especulación financiera se convierte en un espiral fuera de control. El producto mundial bruto, es decir, el valor total de los bienes y servicios producidos a nivel mundial, era de $75 billones en 2015, mientras la especulación en monedas ascendió ese año a $5.3 billones al día y el mercado global de derivados se estimó en un alucinante $1.2 trillones. Los más previsores entre la élite transnacional han expresado una creciente preocupación sobre la fragilidad de la economía global y el espectro del estancamiento crónico a largo plazo. El exfuncionario del Banco Mundial y de la Tesorería estadounidense, Lawrence Summers, advirtió el año pasado del “estancamiento secular” en la economía global, la que “ha entrado en territorio desconocido y peligroso”. Sin embargo, estas élites no están dispuestos a reconocer el telón de fondo del malestar económico, como es el problema insoluble del capitalismo, la sobre-acumulación.

La sobreacumulación: Talón de Aquiles del capitalismo

La economía global sigue adoleciendo del talón de Aquiles del capitalismo, la sobreacumulación. La polarización de los ingresos y la riqueza es endémica al capitalismo ya que la clase capitalista posee los medios de producir la riqueza y por ende se apropia en forma de ganancia la mayor cuota de la riqueza que produce colectivamente la sociedad. Si los capitalistas no pueden vender (o “descargar”) los productos de sus plantaciones, fábricas, y oficinas, no puede sacar ganancia. Esta polarización, si no se controla, resulta en crisis –en estancamiento, recesiones, depresiones y convulsiones sociales.

Al lanzarse a la globalización desde los 1970 y en adelante, la emergente clase capitalista transnacional, o CCT, logró eludir la intervención estatal en el mercado capitalista y socavar los programas redistributivos que habían sido establecidos a raíz de la Gran Depresión de los 1930. La CCT promovió una vasta reestructuración neo-liberal, la liberalización comercial, y la integración a la economía mundial. Las políticas públicas han sido reconfiguradas mediante la austeridad, los rescates, los subsidios corporativos, el endeudamiento gubernamental y el mercado global de bonos, todo lo que permite al Estado efectuar el traslado directo o indirecto de la riqueza de las clases trabajadoras a la CCT.

El resultado ha sido niveles sin precedente de desigualdad global que, lejos de disminuirse, se han disparado a un ritmo asombroso desde 2008. De acuerdo con la agencia prodesarrollo Oxfam, el un por ciento de la humanidad controla más de la mitad de la riqueza del mundo y el 20 por ciento mas rico posee el 94.5 por ciento de esa riqueza, mientras el restante 80 por ciento tiene que conformarse con tan solo el 5.5 por ciento. Dada esta extrema concentración de la riqueza, el mercado global no pueden absorber la producción de la economía global. La Gran Recesión de 2008 marcó el inicio de una nueva crisis estructural de la sobre-acumulación. Las corporaciones están inundadas de efectivo pero no tienen oportunidades de invertir ese efectivo rentablemente. Las ganancias corporativas se dispararon a raíz de la crisis del 2008 y han llegado a niveles casi record al mismo tiempo que los niveles de inversión corporativa se han disminuido.

En la medida que se va acumulando este capital no invertido, crecen enormes presiones para encontrar salidas para descargar el excedente. El Trumpismo en Estados Unidos refleja una respuesta ultraderechista a la crisis mundial que abarca un neo-liberalismo autoritario al lado de una movilización neofascista de los sectores descontentos, y a menudo nativistas, de la clase obrera. Sin embargo, este neo-liberalismo represivo termina con restringir aún más el mercado y por lo tanto agrava la crisis subyacente de la sobreacumulación.

La CCT se ha dirigido a dos salidas para descargar el excedente. Una es la acumulación militarizada. Las guerras contra las drogas y el terrorismo, la construcción de los muros fronterizos, la expansión de los complejos prisión-industrial, los regímenes de deportación, los aparatos policiacos, militares y de seguridad, se convierten en mayores fuentes de generación de ganancias promovidas por el Estado. El presupuesto del Pentágono se incrementó en un 91 por ciento en términos reales entre 1998 y 2011, mientras las ganancias de la industria militar casi se cuadruplicaron durante este período.

He aquí una convergencia alrededor de la necesidad política que tiene el capitalismo global para el control social y la represión, y su necesidad económica de perpetuar la acumulación frente al estancamiento. Poniendo al lado la cada vez mayor retórica guerrerista de Trump, existe un impulso intrínseco hacia la guerra del rumbo actual de la globalización capitalista. Históricamente las guerras tienden a sacar al sistema capitalista de la crisis mientras también sirven para desviar la atención de las tensiones políticas y de los problemas de la legitimidad.

La digitalización del capitalismo global

La otra salida ha sido una nueva oleada de especulación financiera en los años recientes, sobre todo en el sobrevalorado sector tecnológico. El sector tecnológico esta ahora en la vanguardia de la globalización capitalista e impulsa la digitalización de la economía global en su conjunto. Karl Marx declaró famosamente en El Manifiesto Comunista que “todo lo sólido se esfuma al aire” frente al ritmo vertiginoso de cambio causado por el capitalismo. La economía mundial ahora esta en el umbral de otro período de reestructuración masiva. En el núcleo de esta reestructuración esta la economía digital basado en una tecnología informática mas avanzada, en la recogida, el procesamiento y el análisis de los datos, y en la aplicación de la digitalización a todos los aspectos de la sociedad global, incluyendo la guerra y la represión.

La tecnología de la computación y la informática introducida por primera vez en los años 1980 proporcionó la base tecnológica original para la globalización. La primera generación de la globalización desde esa década y en adelante consistió en la creación de un sistema globalmente integrado de producción y finanzas, mientras la digitalización mas reciente y el surgimiento de las “plataformas” han facilitado una muy rápida transnacionalización de los servicios. Ya para 2017, los servicios representaron el 70 por ciento del total producto bruto mundial. Las plataformas se refieren a las infraestructuras digitales que posibilitan la interacción entre dos o mas grupos. En la medida que la actividad económica depende cada vez mas de las plataformas, el sector tecnológico se vuelve cada vez mas estratégico al capitalismo global. La digitalización y la transnacionalización de los servicios ahora pasan a ocupar el centro de la agenda capitalista global.

En años recientes ha habido otra oleada del desarrollo tecnológico que nos ha llevado al umbral de la “4ra revolución industrial”, basada en la robótica, la impresión en 3D, el Internet de los Objetos, la inteligencia artificial (IA), el aprendizaje automático, la bio- y nanotecnología, la computación cuántica y en nube, nuevas formas de almacenamiento de energía, y los vehículos autónomos. Si bien el sector tecnológico que impulsa esta nueva revolución constituye solamente un pequeño porcentaje del producto bruto mundial, la digitalización abarca la economía global en su totalidad, desde la manufacturera y las finanzas a los servicios, y tanto en el sector formal como en el informal. Esta en el mero eje de todos los procesos relacionados con la economía global, desde el control y la subcontratación de los trabajadores y la flexibilización de los procesos productivos, hasta los flujos financieros globales, la coordinación de las cadenas de subministro, subcontratación y outsourcing, mantenimiento de registros, comercialización (“marketing”) y ventas.

En su estudio Platform Capitalism, el politólogo Nick Srnicek muestra como los inversionistas institucionales, sobre todo los muy especulativos fondos de cobertura y mutuos, colocaron miles de millones de dólares en el sector tecnológico desde la Gran Recesión del 2008. El sector tecnológico se convirtió en una enorme salida para el capital no invertido frente al estancamiento. La inversión en este sector pasó de $17 mil millones en 1970, a $65 mil millones en 1980, y luego a $175 mil millones en 1990, a $496 mil millones en 2000, y a $654 mil millones en 2016. Un puñado de compañías norteamericanas de tecnología absorbieron enormes cantidades de efectivo por parte de los financieros desesperados por encontrar nuevas oportunidades de inversión rentable. En 2017, Apple había acumulado $262 mil millones de dólares de reserva, mientras Microsoft registró un total de $133 mil millones de reserva, Alphabet (la sociedad matriz de Google) tuvo $95 mil millones, Oracle tuvo $66 mil millones, etcétera.

Los defensores del actual orden dominante aducen que la economía digital generará trabajos altamente adiestrados y bien pagados y que resolverá los problemas de la polarización social y el estancamiento. Pero todo indica todo lo contrario: la economía digital acelerará la tendencia hacia un cada vez mayor des- y subempleo junto con una mayor ampliación del empleo precario y casual. Estamos a punto de ver la aniquilación digital de mayores sectores de la economía global. Cualquier cosa puede ser digitalizada y toda cosa será sometida a la misma. La automación se extiende actualmente de la industria y las finanzas a todas las ramas de los servicios, aun a la comida rápida y a la agricultura, en la medida que los miembros de la CCT buscan bajar los salarios y ganarle a la competencia. Se espera que la automación hasta reemplazará a mucho trabajo profesional, tales como los abogados, los analistas financieros, los médicos, periodistas, contadores, evaluadores de riesgos, y los bibliotecarios.

En Estados Unidos el incremento neto de puestos de trabajo desde 2008 ha sido casi exclusivamente en arreglos laborales inestables y mal remunerados. En Las Filipinas un ejercito de 100,000 trabajadores subcontratados ganan unos cientos de dólares mensuales para revisar el contenido de los medios sociales tales como Google y Facebook y en almacenamiento en la nube para borrar imágenes ofensivos. Pero aun ellos serán reemplazados por la tecnología digital, al igual que millones de trabajadores que laboran alrededor del mundo en los centros de llamadas, en la entrada de datos, y en software.

La guerra digital y el estado policiaco global

La digitalización hace posible la creación de un Estado policiaco global. En la medida que dicha digitalización resulta en una mayor concentración de capital y agudiza la polarización, los grupos dominantes recurren a la aplicación de las nuevas tecnologías de control social de masas frente a la resistencia entre los precariatizados y los marginados. La función dual de acumulación y del control social se realiza en la militarización de la sociedad civil y la mezcla entre la aplicación militar y civil del armamento avanzado, sistemas de rastreo, de vigilancia, y de seguridad. El resultado es una permanente guerra de baja intensidad contra las comunidades en rebelión mientras los teatros de conflicto se extienden de las zonas activas de guerra hacia las localidades urbanas y rurales en todo el mundo.

Los nuevos sistemas de guerra y de represión hechos posibles por una digitalización mas avanzada incluyen armamento automático impulsado por la IA, tales como los vehículos no tripulados de ataque y transporte, los soldados robot, una nueva generación de super-dronos (aviones no tripulados), fusiles microondas que inmovilizan, ataque cibernética y guerra informática, identificación biométrica, extracción estatal de datos, y la vigilancia electrónica global que permite el rastreo y control de cada movimiento. La acumulación militarizada y acumulación por represión –desde ya un eje mayor del capitalismo global– podría llegar a ser cada vez mas importante en la medida que se fusiona con las nuevas tecnologías de la cuarta revolución industrial, no solo como un medio para mantener el control sino también como salida ampliada para el excedente acumulado que permite aplazar el colapso económico.

En este contexto, el surgimiento de la economía digital parece fusionar tres fracciones de capital alrededor de un proceso integral de especulación financiera y acumulación militarizada en el cual la CCT esta descargando miles de millones de dólares en excedente de capital acumulado mientras apuestan en las oportunidades de inversión que ofrece un Estado policiaco global.

El capital financiero proporciona el crédito para la inversión en el sector tecnológico y en la tecnologías del Estado policiaco global. Las empresas de tecnología desarrollan y proporcionan las nuevas tecnologías que ahora constituyen el eje de la economía global. Desde que el soplón de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos Edward Snowden se presentó en 2013, ha salido a la luz un torrente de revelaciones acerca de la colusión entre las empresas gigantescas de tecnología y el gobierno norteamericano y otros gobiernos en pos de la construcción de un Estado policiaco global. Y el complejo militar-industrial-seguridad aplica esta tecnología mientras se vuelve salida para descargar el excedente y hacer ganancia mediante el control y la represión de las poblaciones rebeldes.

La crisis estructural del capitalismo en los 1970 lanzó el mundo al camino de la globalización neoliberal. El reventón de la burbuja dot-com en 2000 arrojó al mundo a una recesión. El estallido de la burbuja hipotecaria en 2008 desató la peor crisis económica desde los 1930. Todo indica ahora que el actual boom en el sector tecnológico esta generando una nueva burbuja que podría resultar en otra crisis que se reventará, quizás de manera conjunta con impagos de la deuda. La próxima Gran Recesión probablemente cementará esta fusión de la economía digital con el Estado policiaco global, sin es que no hay un cambio de rumbo impuesto sobre el sistema por la movilización de masa y la lucha popular desde abajo.

William I. Robinson. Profesor de Sociología, Universidad de California-Santa Bárbara.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

viernes, 17 de noviembre de 2017

MAQUIAVELO Y EL "COACHING", Por Horacio González



El Príncipe presupone un problema semejante al del “coaching”, pero las escrituras de Maquiavelo y las técnicas del entrenador político contienen una profunda incompatibilidad. La obra clásica percibe la trama desesperante de la política mientras que el coaching supone la desaparición de la conciencia trágica del político substituyéndola por una forma vacía de la comunicología. 



Por Horacio González*

(para La Tecl@ Eñe)


La desafortunada presencia del coaching en nuestro país, y en todo el mundo, presenta la improbable cuestión de operar un gran reemplazo de las sensibilidades políticas clásicas por la invención artificial de sujetos. La política, el psicoanálisis, la idea de autoconciencia, de libertad, de indeterminación reflexiva y de filosofía en todas sus variantes (tiempo, ser, dialéctica, inmanencia, trascendencia), todo puede ser sustituido por esta práctica tan extendida como irresponsable, revestida por el Tao Te King como por los viejos manuales de Dale Carnegie. Conviene refrescar las escrituras de Maquiavelo al respecto, pues El Príncipe presupone un problema semejante al del “coaching”, pero apenas pronunciamos estas dos palabras, vemos su profunda incompatibilidad. La obra clásica percibe la trama desesperante de la política, a sus protagonistas rondando todas las paradojas del tiempo y la decisión, mientras que el coaching supone la desaparición de la conciencia trágica del político substituyéndola por una forma vacía de la comunicología.



El Príncipe de Maquiavelo es un tratado sobre las paradojas necesarias que habilitan la posibilidad de enseñar. Enseñar y no comunicar son las consignas del y para el Príncipe, donde el conocimiento aparece siempre como una complejidad esencial. Quien quiere el conocimiento debe conocer los obstáculos para obtenerlo. En el prólogo de este fundamental escrito aparece el sugestivo ejemplo del pintor, que para pintar debe mirar la montaña desde el llano y viceversa. Maquiavelo intenta así precaverse de que se lo considere jactancioso al ofrecer una guía a los príncipes. Pero en realidad está anotando una consideración sobre un problema esencial: ¿quién puede sentirse habilitado para sostener un conocimiento? ¿El que al mirar puede persistir en el lugar original a partir del cual mira? ¿O la mirada debe ser un desplazamiento incesante que se reduzca, ni más ni menos, a no ser otra cosa que la crónica de su propio desplazamiento? El conocimiento, así, no puede ser el ideal del autoconocimiento de la filosofía de los siglos posteriores, sino la prueba que sólo puede conocerse un desconocimiento de sí. Y a partir de allí fundar un mundo pedagógico. El coaching es lo contrario: la conciencia está obligada a ser lo que nunca es, eliminando el tejido paradójico en nombre de convertir a alguien a la servidumbre voluntaria, a un simulacro comunicacional y a una pseudo dominación dominada.



Mira Maquiavelo al príncipe desde abajo, pero implícitamente describe y de hecho asume él mismo la mirada del propio príncipe, que debe ejercerse desde arriba. Mira así el autor de El Príncipe dos veces. Por él mismo y por el príncipe, su gran creación ficcional, que mira y es mirado cuando mira, desde un mirada que se encuentra así en un doble juego: desde abajo hacia arriba y desde arriba hacia abajo. Mecanismo incesante, sin fin. Maquiavelo desdoblado en príncipe sin serlo y el príncipe de Maquiavelo desdoblado en Maquiavelo sin serlo. Es una misma persona que fusiona todo, y de este modo define la inadecuación permanente del intelectual, en épocas en que ésta palabra no existía.



El príncipe es el que puede ver al propio autor del libro, a Maquiavelo, en su “humilde posición”, sufriendo “el grande y continuo rigor de la mala suerte”. En la mirada del príncipe, que secretamente es la que Maquiavelo presenta como suya, simultáneamente desde encima y desde la planicie, están insinuados casi todos los temas de El Príncipe. Y también de su escritura, que será sin “frases elocuentes, ni palabras pomposas, ni esos primores de estilo”. Es porque juega lo que, por así decirlo, llamaríamos una mismidad ocular, el príncipe son creaciones de la posición de mirada de Maquiavelo, fantasmagorías visuales que quizás por eso se animan a desmerecer la escritura –sin elocuencia ni pompa dice- cuando en realidad es una escritura profundamente vivaz y certera, como un flechazo que una y otra vez clava en el blanco. Es un Libro Renacentista de Horas. Pero antes que para la meditación del príncipe, es al revés, un libro que escribe el propio Príncipe, su conciencia destrozada, investida en un nombre mitológico –pero que en verdad ha existido. Llamado Maquiavelo. Así, este libro es la historia de los pasos dolorosos que da el conocimiento. Si se presenta a la figura mitológica de Quirón como educador, alguien que ejerció su tutoría sobre Aquiles –siendo el educador un centauro, mitad hombre, mitad caballo-, y que Maquiavelo no desdeña porque ve en él el remolino conjugado de fuerzas que se invocan mutuamente, el deseo de agresión y las fórmulas que lo llevan a auto-contenerse en la creación del Estado.



La misma dualidad tienen el escritor y el Príncipe, que son desiguales y al mismo tiempo semejantes. Puede juzgarse la dispar suerte de ambos, entre el esperanzado Lorenzo de Médicis, y el amargado Maquiavelo. Cara y cruz del concepto de fortuna, uno de los motivos del libro. El Príncipe es el libro que mira, es el príncipe mirado y que a la vez mira con la mirada de Maquiavelo, que lo ha informado de vida. El Príncipe posee una difusa antigüedad como base social inexpugnable –como lo comprobó el duque de Ferrara resistiendo al papa Julio II- que permitiese sobrellevar las inclemencias de la guerra. ¡Pero no es eso lo que Maquiavelo busca! El príncipe se escribe justamente porque no serán esas situaciones estáticas las que predominen o las que se añoren. El príncipe es la apología de lo que siempre estará de más, el despojo menudo, de la pestaña sobrante, gratuita, en la que la cadena de transformaciones va a apoyarse. Se apoya en una saliencia, en una sobra, en una nada


Maquiavelo nunca nos deja creer que actúa asumiendo un único punto de vista. Su texto cambia de manos repentinamente, como si lo hubiera tomado en un golpe de efecto otro poder gramatical, pronominal o sintáctico. Y así, cuando al principio nos parece que trata de los inconvenientes de cualquier ocupación porque el pueblo va a resistir, pronto nos obligará abruptamente a considerar el punto de vista del ocupante. ¿Cómo no perder entonces las tierras ocupadas? Es favorable el hecho de que se trate de una anexión donde no hay diferencias idiomáticas y la variedad de costumbres pueda ser respetada. Pero además, se debe extinguir la dinastía de los antiguos príncipes. El clima de la matanza está aquí insinuado, apenas velado bajo las cautas enunciaciones de una sentenciosa “ciencia política”. El trasfondo del príncipe es cruel. ¿Es más o menos cruel cuando se insinúa apenas o cuando se describe con crudeza? Gramsci opina que la crueldad es la que se aplica en los ámbitos de las elites principescas, y que Maquiavelo escribe para develarle al pueblo esos estilos sangrientos. No nos parece tan solo eso.



Todo El Príncipe está escrito en un tiempo presente en el cual se repliegan el conjunto de figuras arquetípicas del pasado y del futuro. De ahí lo absurdo de ganar tiempo, de beneficiarse con el paso del tiempo, esperando que las heridas cicatricen o que la sangre no llegue al río. No, el tiempo es sólo heridas, forma real del conflicto presente. Y la acción sólo se basa en la virtud de su actualidad, que será permanente y crispada. Maquiavelo forja la cadena del tiempo, pero para poder arrojarlo en la densidad del tiempo actual. “El tiempo todo lo oculta”, escribe. ¿Qué quiere decir? Sin duda, que la verdadera voluntad política no debe hacer apuestas vagas al futuro. El tiempo es una serie de ahoras. Contrariamente, jugar a una alianza con el tiempo es lanzar al vacío la capacidad de decidir, es exponerse a la inacción. El príncipe vaga sin tiempo por la historia, igual que el Dios de Spinoza, que muestra cómo la religión revelada no es una verdad histórica, y los milagros y los relatos de los profetas no son realidades sobrenaturales causadas por Dios (si Dios y la Naturaleza son lo mismo, Dios no puede actuar contra las leyes de la Naturaleza, que es él mismo) sino una mitología que se presentó al pueblo hebreo de forma fantástica por la imaginación de los profetas como una manera sencilla de que comprendieran verdades universales, como la necesidad de obedecer las leyes que constituyen el Estado, y la de que la verdadera religión consiste en la práctica de la caridad y la justicia.



También entendemos, del mismo modo, cómo Gramsci modifica esta perspectiva, y revoluciona la lectura de El príncipe al hacerlo surgir no como una entelequia anterior al pueblo, sino a partir de su mismo contorno pasional, como mito conjugado entre dos hemisferios, pueblo y príncipe. Son mitos humanizados que no sólo no impiden el discurso vital, inteligible y movilizante, sino que rechazan la pobre exterioridad de coaching sobre el político, al que sólo lo inviste de levedad y chatura. Las banalidades del coaching son una mezcla irresponsable de orientalismo abstracto, un paradojalismo controlado con aparatos y mediciones avasalladoras de las personas (focus group) y una teoría de sujeto dominado por medio de la felicidad de sentirse ilusoriamente próximo del Príncipe.



La apología duránbarbiana del acto de “pasar desaparecido y ahorrar palabras", no sólo es una impostura por las deficiencias de su explicación sobre esta “santidad” del político, sino porque lo único que puede salvar a la civilización política es que aún haya palabras para poder exorcizar las imágenes. No es cierto, como él dice, que los bolsos de López –el monasterio, las armas, el dinero, la política, la teología de la carne corrupta-, sean una forma superior de comunicación. Son un ícono religioso o un mito contemporáneo que carga arcaísmos de tal magnitud –incluso los que se refieren a hechos reales-, que sólo pueden analizarse y desmenuzarse en su carga semántica por las convenciones de las tradiciones del entendimiento crítico y los juicios trascendentales, que emanan del lenguaje que vincula historizadamente con las imágenes. Todo lo que el coaching desea evitar construyendo utopías donde se mezclan el crudo empirismo (para ganar hay que comunicar) y el utopismo más oportunista (el que gana inesperadamente refuta cualquier teoría anterior, incluso las teorías comunicaciones).



Es obligatorio en el coaching, apelar a arcaísmos mitológicos, pero de naturaleza vulgar y profundamente equivocada, pues en él tienen características darwinistas, que no son las que convienen a la idea de la verdadera suavidad con que los mitos democratizan –bien entendidos- la acción política. En Duran Barba y su libro La política en el siglo XXI, por el contrario, los mitos son primitivismos salvajes a los que no percibe en el interior mismo de su obra. Por ejemplo. “De los mordiscos que se infligían los machos cuando disputaban el poder en la horda, heredemos el deseo irracional de que los líderes se enfrenten de modo violento. La lucha satisface a nuestros instintos, aunque después no votamos necesariamente por los gladiadores. Durante muchos años hubo periodistas que exigían que Macri atacara a Cristina Kirchner argumentando que si no se apuraba en hacerlo nunca sería el líder de la oposición. Era posible comunicar que el líder del PRO enfrentaba al kirchnerismo con otros modelos de comunicación, como lo demostró su triunfo en las elecciones. Desgraciadamente el enojo nubla la mirada de muchos de nuestros líderes. Se ha generalizado la intolerancia, muchos presidentes no se saludan con sus predecesores y los candidatos desprecian a sus adversarios. Eso no ayuda ni a ganar las elecciones ni a la construcción de un país mejor".



Este freudismo de cuarta categoría cuenta la historia del mito de la agresión superada por el saludo entre adversarios, lo que es una interpretación vulgar y marketinera de un problema profundo. La sociedad tiene violencias específicas que no implican un retroceso a la horda primitiva. Son conflictos que se explican por una historicidad específica. Otra cosa es retener la injuria fácil y convertirla en argumentos. El proceso del argumento es esa sublimación, si se me permite simplificar con un término serio pero con un fuerte lado vulgar, que nuestro amigo Barba podría en este último sentido perfectamente adoptar. La “comunicación” aparece como el remedio contra los bárbaros de las dentelladas. El coaching así es la “civilización”, la palabra cauta y la inocencia del poder que controla las pasiones, pero al precio de elevar el conductismo al carácter de una ciencia que venció al mito. El conductismo es una pobre medida de acción y reacción, que convierte en lineal la comunicación (“interacción entre organismos”) y en brutal el uso de los símbolos. El coaching altera las sabidurías políticas de antiguos y modernos y tiene –eso sí- el componente de tensión entre Escritor y Príncipe, que había en Maquiavelo. Pero elimina toda contradicción, todo enigma, toda la aventura del pensar en nombre de paradojas que en realidad tienen la forma de avivadas y astucias de un pillo.



Es que las “asesorías políticas”, por más que se basen en Buda o en Nietzsche y en Lao-Tsé reutilizadas como gluten para los bebés. Esos textos célebres y dignos, que evocan saberes que pueden encontrarse tanto en Meister Eckart como en Sartre, son destrozados por Duran en nombre del conductismo empresarial, y terminan en el entrenador del político, que desmerece tanto la política como el entrenamiento, que cuando no se convierte en adiestramiento mecánico de cuerpos, puede ser también un acceso a rutinas auto-conscientes de los sujeto libres. No es el caso. Hoy está en debate qué es comunicar, y eso también se votará en las próximas elecciones. O pensamos en expertos en creación de escenas duras y coactivas, o pensamos en la política como una escena en sí misma que procura lo real de los cuerpos presentes. Por eso no hubo coaching en el acto de Arsenal. Hubieron “casos ejemplares” y rostros coaligados en ansiosa espera, que no eran necesariamente la “manifestación irrepetible de una lejanía”, ni una presencia innecesaria, sino rostros en movimiento con sus fisonomía componiendo un llamado último al activismo moral e intelectual. Los rostros no pueden nunca ser objeto coaching, son los que lo resisten, la última resistencia efectiva.



En la historia del consejero del político, desde la Ciropedia hasta la Conducción política de Perón –pasando desde luego por los párrafos magistrales de Maquiavelo-, nunca hubo tanta acumulación de astucias banales ligadas a las neurociencias y a la trivialización de las tesis freudianas de Totem y Tabú. Aparecen ahora bajo las deformaciones de un aventurero especializado en arruinar las grandes ideas, a las que convierte en técnicas capitalistas de sujeción, en una papilla irresponsable respecto a todos los legados políticos que importan en la historia de la cultura. Contra estas mixtificaciones también se deberá votar en Octubre. 



Buenos Aires, 30 de junio de 2017



*Sociólogo, ensayista y escritor. Ex Director de la Biblioteca Nacional

jueves, 16 de noviembre de 2017

RETRATO PROVISORIO DE DURAN BARBA, UN PROMOTOR DE INDIFERENCIA, Por Horacio González

Como comprobamos a diario, no es que no haya una cuestión
intelectual en el macrismo. La hay de modo, diría, desaforado. Fuera de circunspecciones, indicios evidentes o parámetros consagrados. Pero, por eso mismo, es de sensata urgencia lanzarse a analizar la existencia de tal cuestión en el macrismo. Hay estrategas electorales, concepciones de la ciudad, publicistas especializados, filósofos, clubes culturales, columnistas dedicados a mantener una línea de frontera donde envían escarnios y dicterios sistemáticos. Estos encierran también concepciones morales, preceptivas de fuerte normatividad, definiciones conceptuales heterogéneas, en general agrupadas en la expresión "neoliberalismo"; en fin, muy diversas "visiones del mundo". Por más antojadizas y volátiles que sean, no dejan de contener un conjunto de perspectivas que pueden traducirse a idiomas más ubicables en las geografías del conocimiento y la vida política en general.

En primer lugar, el entusiasmo, concepto que en su interior contiene la crítica y la autorreflexión sobre cualquier relación humana con sus horizontes de compromiso. En su uso macrista, al entusiasmo se lo convierte en un compacto y apelmazado ordenamiento de ventosas adheribles a cualquier situación fáctica. A las formas más crudas del poder. Al presentarlo como excluyente de las figuras de la crítica (la ironía, la evaluación, el antagonismo, el reconocimiento del error como surco íntimo de lo humano) se expulsa este digno concepto de cualquier intención asociativa, expuesta o aventurada. Desvincula al sujeto de su mundo libre y lo predetermina como anexo sumiso de una concepción robótica de la sociedad.

Se dirá que el entusiasmo presentado sin su núcleo crítico y autodeliberativo es contradictorio con una sociedad robótica. No es así. Basta para notarlo un repaso de lo que ha quedado de viejos saberes en el macrismo, con su maquinaria trituradora de legados y tradiciones libertarias. Veamos el caso de Durán Barba. Expone habitualmente lo que sería un destino robótico para la humanidad. Sería éste uno de los pobres delirios que acompañan a grupos como "Singularity", que proponen que en un momento próximo, apenas en unas décadas, el peso del entramado informático se reproducirá por sí mismo. Ese momento traumático para la historia de la humanidad tiene fecha, y esa fecha es su singularidad. El evento está próximo, dice Durán Barba, es ya casi vecinal. Hombres y mujeres serán robots. La inteligencia artificial habrá triunfado y las neurociencias, salidas de su cuajo ligado a un campo de la experimentación médica, proveerán metáforas y acciones educativas, técnicas, actos de gobierno, de circulación, etc. Esta fábula mediocre, pues los milenarismos siempre fueron más imaginativos, la esparce el mencionado catedrático de la George Washington University con pompa apresurada y verba sentenciosa. Finalmente, es la consabida batalla cultural, que él llama simbólica, contada desde la biografía de alguien que tuvo una iluminación. Su "línea de tiempo" se dedica constantemente a promulgarla. Fue discípulo de Enrique Dussel, de Arturo Andrés Roig, leyó a Mariátegui, frecuentó la sesentista juventud peronista y luego despertó. Todavía comprobó que no era un robot.

Esta microscopía de una vida encierra muchos misterios. Descartemos las chapucerías más descarnadas --en eras no tan antiguas fue muy estudiado el caso de famosos simuladores--, pero nos parece estar ante un caso de "invención de vidas", un libreto escogido y edulcorado "par-lui même". No cabe duda de su interés por el "estudio", la "ciencia de los comportamientos". Dice por un lado que piensa todo el día en medio de un ocio despabilado, que lo lleva a filosofar sobre el destino maquinístico en la reproducción de la especie. Pero, por otro lado, afirma que trabaja todo el día siguiendo las alternativas de las intenciones o pulsaciones de la napa oscura de la sociedad. Allí donde están el deseo, los modismos marginales, la grosería, el goce de la autoridad, la mediocridad, la conversión de almas. ¿Un psicólogo social? ¿Un manosanta? ¿Un Rasputín? No. Eso no. Le falta la "Santa Rusia" y le sobra encuestología transmutada en la astucia de un prestidigitador. Pero es portador abusivo de los engranajes recónditos del soborno intelectual. Dice que no hace otra cosa que pensar todo el día en los graves temas humanos. Pero dice también que no hace otra cosa que seguir las rutinas de las personas "día a día". ¿Descansa o no descansa? ¿Su ocio es el espionaje estadístico? ¿Es la confección de grandes ficciones sobre la historia, sobre su vida y sobre el cuerpo robotizado? ¿Es la reducción de lo complejo a un impávido foquismo, ex sesentista al fin, que como sabemos se denomina focus group?

¡Pero lo que me lleva a escribir esta nota es lo parecidos que somos! ¿Cuándo pude descubrir la diferencia? Conozco a Dussel, conocí a Roig --filósofos latinoamericanistas--, leí a Mariátegui --probablemente bastante bien--, fui de la Juventud Peronista. Incluso menciona Durán Barba al que llama su maestro, a Manuel Mora y Araujo, un metodólogo social, recientemente fallecido. Caramba, fui también alumno de este profesor. Ahí hay un tema. Mora siempre me cayó bien. Dedicado y conocedor de su tema. Para quienes no nos íbamos a destinar a eso, fue un profesor recordable. Luego leí trabajos suyos en la prensa. Había girado, ostensiblemente, del cruce de variables a las tipologías de carácter, a los arquetipos platónicos para definir colectivos sociales y modos representación simbólicas que disimulaban con deficiencia, aunque con gracia, lo que serían predicciones incomprobables sobre expectativas grupales y confusos meandros de la historia. Estaba cercano a las especulaciones del carácter nacional --que los metodólogos habían criticado tanto--, lo que sin embargo tenía más seriedad que las caracterologías que se encubrían con análisis empíricos para desplegar sus presentimientos sinceramente mágicos. Durán Barba quizás se sienta un refinado impostor y se imponga cobijarse en nombres familiares de una época, de un país, de ciertas militancias. Por cierto, las citas libres de Durán son segregadas solo para respaldar sus pensamientos descabellados. Basta percibir la forma vertiginosa en que pronuncia "GeorgeWashingtonUniversity". Algo maniática y atractiva, revela el modo tajante en que emite ignorancias con aire de pontífice, con empaque de Doctor Caligari.

Ahora bien, la familiaridad de los puntos vitales que toca Durán son indispensables, aun en el caso de que nombres, situaciones y fechas sean probablemente falsos. Le dan cierta verosimilitud a este proficuo inventor. El secreto último es su truculencia, siempre enmascarada de franqueza ficticia, cultivada con ciertos exotismos, citas pseudocultas y enunciados terroríficos. El apocalipsis de la política en el siglo XXI, a través del análisis de lo que un libro suyo llama "mito, ciencia y arte". ¿No suena también esta tríada invocada infusamente a una catástrofe para las ciencias sociales, la filosofía, el psicoanálisis, el pensamiento --perdón-- crítico? ¿No habla de la humanidad artificialmente convertida en un ser contrahecho --en la pirueta suprema del individualismo neuronal--, para descender a lo vecinal como gran ficción macrista? Del mundo cósmico y ya transmutado de la especie humana --que se reproduce mecánicamente-- se extrae la inmediata y urgida necesidad demasiado humana del macrismo. Su sincero ideal mecanicista está en todos los proyectos económicos, laborales, culturales, jurídicos del Gobierno. Se trata de una utopía negativa, pero tiene un poder pregnante. Todo eso se traduce en simpáticas terminologías, tales como los metrobuses, las bicisendas, en palabras que ponen en los grandes carteles callejeros --desde "vamos a terracear", a "morfar" o a "sacar la basura a las 8"-- y que en su ideal profundo quieren fundirse en la lengua común y en los cuerpos. Si vale evocar un equívoco concepto, desea "viralizarse" en el lenguaje, de una manera que Jorge Alemán ha explicado muy bien en las páginas de este diario.

Durán ha sorprendido a sus entrevistadores de la televisión diciendo que de lo que se habla solo es retenido un diez por ciento, que de lo que se ve solo quedan ciertos gestos de cuya importancia solo él sabe, y que lo que es parte de un mundo sensible que los "letrados" creen importante, es recibido con una gloriosa indiferencia general. En ese océano de indiferencia que apenas puede ser escrutada solo importan los símbolos, y por qué no, el "relato". ¡Pánico en el set! Esto explica finalmente su tesis sobre la robotización del mundo para poder volcarse luego --y plenamente, porque es lo que interesa en el cuadro apocalíptico-- a la pesca de votos para cierto candidato que, cuando ha bailado en los balcones de cierta Casa de Gobierno, ha mostrado algunos movimientos desestructurados en su cuerpo. ¿Había comenzado la Robotización del Hombre ante la estatua de Belgrano en la Plaza de Mayo? Ese modelo corporal es también un simbolismo de la indiferencia, del desacople de la población respecto del ser político, del desapego que se propaga como ideal de vida. Nada contra la bicisenda y el metrobús. Pero en su condición de transporte que racionaliza el tiempo, ya hay toda una Ciudad, para decir lo mínimo, que intenta ser capturada por esta red de magia simpatética. El hechicero habla de símbolos --tan bien estudiados por Sir James Frazer, cita que dedicamos a nuestro quiromante-- y el transporte público se transforma entonces en una causa igual a sus efectos. Se elimina toda mediación social, y gracias al ahorro de minutos, válido como argumento social, se transfiere todo el simbolismo urbano a una forma de dominación que podemos igualar a la bicicleta financiera o a cualquier otra circulación de mercancías en un tiempo mítico, ilusorio. Esta es una de las consecuencias "filosóficas" de un tiempo sin filosofía. La apelación al entusiasmo, entonces, la entendemos como un disimulado esfuerzo intelectual para mencionar lo que realmente les interesa, promover la enardecida indiferencia. Vulgo, la robotización.


viernes, 10 de noviembre de 2017

COMBATIENDO AL CAPITAL, Por Jorge Luis Cerletti, para Vagos Peronistas

“Por ese gran argentino que se supo conquistar a la gran masa del pueblo combatiendo al capital ¡Perón, Perón, que grande sos! “ (De la marcha peronista) 

Brevísima reseña política.
“Te acordás hermano qué tiempos aquéllos”.… y pensar que el capitalismo se fue imponiendo a lo largo del tiempo. También superó etapas en que sectores populares lucharon por el socialismo para terminar con este sistema injusto y deshumanizado. Y a partir del derrocamiento de Perón en 1955, se sucedieron varios golpes de Estado con la misión de aplastar cualquier resistencia popular. Serie que culminó con la dictadura genocida instaurada mediante el golpe militar de 1976. (1) Luego, en el período “democrático”, no surgió ningún gobierno que cuestionara la naturaleza del capital ni tampoco los que asumieron la causa popular y defendieron sus intereses. 

Desde una visión histórica, el primer gobierno peronista (1946-1952) fue el punto más alto referido a una política que condicionara al capital favoreciendo a las masas populares. No obstante, su enfrentamiento con la gran burguesía se mantuvo dentro del marco del sistema. Y ya en su segundo mandato, antes del golpe de la auto-titulada “Revolución Libertadora” en 1955, exhibía evidentes señales de retroceso. Una clara muestra fueron las tratativas con Milton Eisenhower y el gobierno de U.S.A. que modificaba su anterior política opuesta a los designios imperiales de EE.UU. Y en esa línea, generó una importante apertura a las inversiones extranjeras. (2) El caso emblemático fue el contrato con la California (Standard Oil) que transgredía el artº 40 de la Constitución Nacional de 1949 sancionada bajo su primer gobierno. 

Con sus limitaciones, el peronismo es el principal movimiento popular contemporáneo de masas. Su fecha simbólica de nacimiento data del 17 de octubre de 1945. Y en el movimiento participan diversas corrientes cuyos extremos, izquierda y derecha, fueron y son antagónicas. Perón cobijó ambos extremos legitimando las alternancias según sus intereses coyunturales. Como ser, brindó su apoyo a los movimientos revolucionarios y al socialismo nacional hacia finales de su proscripción. Pero también cobijó a López Rega, su funesto secretario privado designado Ministro de Bienestar Social. Desde esa función, fue artífice de la creación de la Tripe A, autora de numerosos crímenes políticos sobre sus opositores de izquierda. Macabro proceso que estalló bajo el gobierno de Isabel.

Ya en la etapa “democrática” y hasta el presente, el peronismo mantiene su gravitación e influencia en los sentimientos populares y en la política nacional. Asimismo, exhibe sus múltiples contradicciones que son espejo del amplio arco político que abarca desde la izquierda hasta la derecha reaccionaria. 

Esta brevísima reseña intenta mostrar un esquemático precedente para conectarlo con la penosa situación que implica el triunfo de Macri & Cia. Veamos entonces.

Situación actual de lo nacional y popular. 

El peronismo aparece como el movimiento político que alimenta expectativas respecto de la oposición a los “globos amarillos”. Metáfora que podría traducirse como las mentiras de los rubios del establishment para engañar a los negros del populacho. 

Ahora bien, acerca de la política de “esos rubios” no caben mayores dudas. El problema de fondo gira en torno al interior del campo popular. El Kirchnerismo que gobernó en los tres períodos anteriores, es la mayor oposición actual e integra el espacio peronista. Dentro del mismo, los conflictos de intereses y disputas de poder configuran un abanico plagado de diferencias que siguen vigentes aunque cambien los nombres.

Lo novedoso es que hoy estamos frente a la legitimación política del poder del gran capital interno y externo, algo que no habían logrado en la etapa democrática ni durante el siglo anterior. Porque en el período menemista su política económica y social favorable a los grupos concentrados se disimuló tras la pantalla del peronismo. Fenómeno que demostró la falacia que suele encubrir la invocación de su nombre cuando está vaciado de contenido.

Es evidente que la resonancia cultural ideológica del peronismo está lejos de su capacidad de convocatoria en la época de Perón. Sus divisiones internas y algunos sectores funcionales al macrismo, lo han desgastado y obstruyen la unificación del movimiento. Unificación que en buena medida lo produjeron Néstor y Cristina quien continúa a la cabeza de la política K (ahora Unidad Ciudadana). En rigor, en sus tres períodos de gobierno, fue su política propia la que se destacó más allá de su filiación peronista. Pero ni la filiación ni los cargos ejercidos impidieron los desprendimientos posteriores de Sergio Massa (su ex Jefe de Gabinete) y de Florencio Randazzo (ex Ministro de Transporte y candidato K desplazado por Scioli, elegido a dedo por Cristina). Divisiones que catapultaron el triunfo de Macri.

Si ahora comparamos la actualidad de la situación nacional con otros momentos y protagonistas, surge una notoria declinación. Y lo que interesa destacar es el carácter de los protagonismos en función político-ideológica. Al margen de algunos gremios combativos y la dos CTA, el panorama que brinda la CGT es paupérrimo. Si el movimiento obrero es la columna vertebral del peronismo, ésta es comparable a la de Quasimodo… En cuanto a los políticos que negocian la unidad, salvo excepciones, es un muestrario de ambiciones y falta de principios que hacen “horror” a las tres banderas históricas, justicia social, soberanía política e independencia económica…

Convengamos que el penoso escenario descripto es más bien una exhibición de ambiciones e impotencia. Asimismo, aparecen las carencias en la construcción de políticas nacionales que enfrenten el poder de las grandes corporaciones. Y el kirchnerismo, a pesar de algunos avances y restricciones sobre las mismas, dejó intangible su poder. En tanto que el triunfo de Macri blanquea la simbiosis de la política, la economía y lo social bajo el imperio del gran capital externo e interno.

Contra la dominación, ¿otra forma de construcción es posible? 

“La descaracterización de la democracia es tal que ya se habla hoy de posdemocracia, un nuevo régimen político basado en la conversión de los conflictos políticos en conflictos mediáticos minuciosamente gestionados por técnicos de publicidad y comunicación, y últimamente apoyados por la posverdad mediática de las fake news.” (“Contra la dominación” de Boaventura de Sousa Santos, en Página 12 del 16/10/17).

En la presente situación repetir las políticas que condujeron a esta encrucijada es poco menos que suicida. Confiar en que el régimen macrista se derrumbe en función de una crisis económica semejante a la del 2001/02 supone una visión miope. No sólo por el feroz costo social que supondría sino por soslayar la magnitud del poder que la engendra y se mantiene incólume a lo largo del tiempo. El que hoy vive sus días de gloria a la vez que exhibe las falacias de la “democracia” representativa existente. Resulta obvio que las trágicas dictaduras que nos flagelaron no son comparables. Sin embargo, el poder real ya no las necesita y enmascara su dominación tras la fachada democrática. 

Recordemos que cuando nació el peronismo produjo un quiebre que innovó la política de entonces. Quiebre que con el correr del tiempo se fue fosilizando hasta llegar al envejecimiento actual. Porque batir el parche sin propiciar cambios fundacionales más se parece a un negocio para acceder a las ubres del Estado. 

La cuestión clave es la construcción de una política innovadora para gestar cambios de fondo. Empero, una cosa es comprender la realidad política y muy otra es cambiarla. Problemática que afecta tanto a los que se mantienen fieles a la mejor tradición del peronismo o al kirchnerismo ahora, como a quienes impulsamos el desarrollo de experiencias anticapitalistas. En este amplio espacio se impone el intercambio de ideas y un debate productivo en busca de perfilar políticas que vayan construyendo opciones a esta feroz ofensiva del poder dominante.

Y aquí viene la pregunta del millón, la que nos desvela desde hace muchos años: ¿se puede resolver la cuestión nacional sin enfrentar y derrotar al capital concentrado? O sea, alcanzar la soberanía política, la independencia económica y la justicia social sin que luego se desvirtúe. Lo cual, en buen romance, representa un objetivo tan irrenunciable como necesaria es la construcción política que lo haga viable. 

Jorge Luis Cerletti

9 de noviembre de 2017



NOTAS:

(1) Una crónica mucho más desarrollada figura en el artº “El peronismo: crónica de una metamorfosis” que también se incluye en mi libro “Estado, democracia y socialismo.”



(2) En esa etapa ya se hacía sentir la emergencia de la “restricción externa”. La misma se manifestó en el fuerte crecimiento de la industria liviana que chocaba con la insuficiencia de desarrollo de la industria de bienes de producción que, básicamente, dependía del exterior.