domingo, 31 de mayo de 2020

TODA POLÍTICA PARA EL HOY PRESUPONE UNA VISIÓN DEL FUTURO, por Lido Iacomini(") para Vagos y Vagas Peronistas




¿A quién elogia Béliz cuando elogia a los norteamericanos? 

Toda formulación de política para el hoy, para la actualidad o aún para el mañana inmediato, presupone una apuesta en la que es posible ganar o perder. Toda política para el hoy presupone una visión del futuro aún para aquellos que, con tozudez, pregonan que hay que atenerse a la realidad del presente. 

Esto, que es universalmente válido y de alguna manera atemporal, se hace más nítido en los presentes de crisis, en los momentos de agudas, superpuestas y articuladas crisis como en la actualidad. En general va imperando la convicción de que nada será igual en el mundo a la salida de “la pandemia”. 

Sin embargo, aunque muchos analistas tienen la convicción que el neoliberalismo no podrá (ni más en general el capitalismo) salir indemne de la crisis, pocos se atreven pronosticar las perspectivas norteamericanas. A lo sumo se pone en duda la posibilidad de Donald Trump de ganar las elecciones de Noviembre en EEUU. 

Sin embargo es difícil de concebir que la política norteamericana en los próximos meses- más allá de Biden o Trump, de Demócratas o Republicanos- pueda continuar sin profundos cambios. Debilitada poco o mucho, continuando en su papel de primera potencia mundial o relegada a un segundo lugar, EEUU se verá empujada por las características que adopte el mundo post pandemia. 

Es desde ese lugar que una reciente noticia argentina puede adquirir relevancia: Un funcionario argentino de relevancia, Gustavo Béliz acaba de hacer una inesperada y estudiada declaración en fuerte apoyo a la iniciativa norteamericana denominada “Growht in the Americas” (América Crece), una suerte de actualización de lo que fue la Alianza para el Progreso para Latinoamérica-(1961 en vida de J. Kennedy), sucedáneo con pocos dólares de lo que fue el Plan Marshall para Europa. La distribuyó la Embajada argentina en Washington ésta semana. América Crece es una versión sospechosamente simétrica de la Ruta de la Seda de los chinos, planeada para nuestra región. Al igual que China, hace centro en las nuevas tecnologías y la infraestructura para un mundo postcontainers. 

Es posible que el esfuerzo por la reactivación y reconstrucción económica sea el nuevo escenario de confrontación de modelos y el espacio de la disputa geopolítica. La renegociación actual de las deudas soberanas de países como la Argentina no debieran pensarse (y actuarse) sin tener en cuenta este futuro cercano. El modelo de gestión política de Trump está objetivamente agotado y la pandemia al agudizar la crisis económica mundial del neoliberalismo lo ha puesto de manifiesto. Ha dado todo de sí al reactivar la producción norteamericana en su territorio, disminuir fuertemente su desocupación logrando hacerle dar un paso atrás a la financiarización como eje excluyente y condicionante de toda su economía. A caballo de la recuperación productiva y el apoyo de la clase obrera blanca Trump le ha dado un duro golpe a la globalización del gran capital financiero, que deberá proponer una recomposición de un bloque de poder adaptado a las nuevas circunstancias posteriores a la gran crisis internacional. 

A su vez el desafío chino y el crecimiento de una alternativa ordenadora global (es decir una nueva globalización pero multilateral) obliga a EEUU a una gran jugada política en el intento de salir de la crisis para retener esferas de influencia. Su patio trasero es prioritario. Pero el modelo Trump quedó obsoleto al mostrar una incapacidad sustancial para enfrentar la pandemia, agudizados como nunca antes todos sus problemas estructurales. A EEUU se le impone un cambio de rumbo. Si Trump le cierra los caminos al Partido Republicano serán los demócratas quienes deberán tomar la posta. ¿A quién elogia Béliz cuando elogia a los norteamericanos? 

(")Miembro  de Participación Popular (E. Jozami) y de Carta Abierta donde coordina la Comisión de Asuntos Internacionales



martes, 26 de mayo de 2020

A SEIS MESES DE LA ASUNCIÓN DE UN NUEVO GOBIERNO POPULAR: UN CAMINO DE BARRANCOS Y ESPERANZAS, Por Javier Azzali (") para Vagos Vagas Peronistas





La pandemia profundiza la crisis socioeconómica y es previsible situaciones de alta conflictividad social. Esta crisis lo agarra a AF al principio del mandato; si hubiera sido al final, esa conflictivdad podría haber sido reconducida por los medios de la comunicación concentrada (la vieja prensa oligárquica), en su contra para desestabilizarlo, aunque sin duda, intentaran hacerlo.

AF cuenta con una adhesión masiva en su política antipandemia, pese a la crisis. Pero ¿qué debe hacer nuestro país? ¿Qué puede dentro de lo que debe? ¿Administrar la crisis legada o transformar el país? Lo primero no está en sus planes, pero de lo segundo no hay esbozos, aún. De todas maneras, alto está claro; con su decisión de 2019, una mayoría del pueblo argentino evitó una tragedia humanitaria en nuestro país, a raíz de la pandemia, como consecuencia previsible de la continuidad del macrismo en el mando del país, a la manera que ahora ocurre en Brasil.

Todas las alarmas son ciertas: las fuerzas de la reacción están activas y defienden sus injustos privilegios, muchos de ellos conseguidos en el cuatrienio macrista. Todos los cuestionamientos son ciertos: falta de un programa de gobierno claro y de protagonismo de las organizaciones de los trabajadores y populares. Falta peronismo dicen algunos, falta audacia dicen otros.

Ahora, intentemos ver con un poco más de atención.

A lo primero, la reacción está más poderosa que nunca porque la fuente de su poder es el país dependiente, en crisis y en ruinas, que legó el macrismo. Ellos querían establecer un orden socio económico y político con continuidad y estabilidad interrumpida por el triunfo popular del incipiente movimiento nacional formado como respuesta al saqueo y la entrega. Pero eso no les disminuyó en nada los privilegios a las oligarquías; al contrario, están vigorosas para defender lo que creen es su propiedad privada por derecho, además de ansiosas por retomar la senda de la entrega.

En cuanto a lo segundo, no está de más recordar que AF no llegó al gobierno como Perón en el 45.

Pero, además, hay una cuestión de fondo: el peronismo, al igual que los movimientos nacionales latinoamericanos, han perdido en buena medida su programa de nacionalismo popular. En especial, tras los años 1990, con la caída de la URSS y el dominio global de los EUA: ni el socialismo ni el nacionalismo popular quedaron en pie como programas de sociedad.

El movimiento nacional en nuestro país, está en crisis programática desde la partida de Juan Perón en 1974. Desde el regreso de la democracia, el peronismo no recuperó el programa nacional popular histórico, con la nefasta traición del menemismo, lo cual, además, fue común a otros países de la región. El kirchnerismo recuperó al peronismo después de la debacle noventista, pero nunca alcanzó esos mismos niveles programáticos, los cuales tampoco eran exigidos por las organizaciones de los trabajadores. Esto nos indica que la crisis programática no se circunscribe a los estrechos límites partidarios, sino abarca a todo el campo social. De todas maneras, al impulso de la última ola de movimientos nacionales sudamericanos, de raíz bolivariana a partir del impulso originario en la alianza entre Chávez y Fidel, el rol del kirchnerismo ha sido vital, y por ello imperdonable para las clases dominantes locales y el imperialismo, ya que, de alguna manera y con matices propios, revitalizó objetivos que parecían derrotados.

La debacle del radicalismo, que arrastró a millones de compatriotas a las orillas de las oligarquías, es también parte de la misma crisis. En este contexto, no es razonable esperar de AF, ni a los cuadros justicialistas, una súbita conversión nacional popular. Menos AF, cuya visión siempre fue liberal aunque ahora, haya virado hacia un liberalismo de raíz nacional, lo cual computa también como un triunfo popular.

Aún así, AF esbozó un programa durante la campaña, alrededor del cual se juntaron una notable cantidad de sectores políticos y sociales: proponer un acuerdo digno de pago de la deuda externa, con la condición de crecer primero, y avanzar en un pacto social de todos los sectores de la producción y el trabajo. Aunque este pacto social, se parece más a la idea de consenso entre el campo y la industria, promovida por Aldo Ferrer, ya que no parece posible exigir una nacionalización previa de las áreas estratégicas de la economía, como fue el fuerte control estatal practicado por Perón sobre el sistema financiero, el comercio exterior, la inversión extranjera, la producción industrial de bienes y servicios, el mercado de alimentos, etc. Además, a la crisis social causada por la ruina y el saqueo de las oligarquías, ahora se le suma la cuarentena y la parálisis económica. A la recesión inducida por el macrismo, se le agrega la creada por la nueva situación de crisis mundial, con aumento de la desocupación, caída de la producción industrial, inflación de los precios es generalizada, en alimentos, vestimenta y productos en general; y una situación de hambre y miseria en diferentes lugares.

La clave del gobierno de AF parece andar por lo siguiente: no es posible esperar que implemente transformaciones profundas, en tanto que ello podría implicar agudizar contradicciones inherentes en la propia alianza política que lo llevó a la presidencia. La amplitud de la confluencia política necesaria para derrotar al régimen conservador, podría estar marcando, ahora, los límites de su propio avance. Allí confluyen el kirchnerismo (La Cámpora y aliados), el massismo, y el Albertismo como enlace, a lo que se le suman el PJ (entendido como la liga de gobernadores e intendentes), la CGT y la CTA (ambas con sus corrientes internas, como las valiosas CFT, CTERA y ATE), los movimientos sociales (CTEP), y grupos de PYMES.

Esta contradicción, en el fondo, es la disyuntiva y fuente de conflictos en que se han encontrado los movimientos nacionales en nuestro continente. No es una anomalía local. Aquí es donde se pondrá en juego tanto la sapiencia y sabiduría conductora de AF, como sus convicciones ideológica sobre hacia dónde tiene que ir el país, y el escenario en que tome las decisiones políticas tendrá su frontera entre el nivel de movilización, organización y consenso social y el carácter estructurales de las reformas emancipadoras propuestas, por un lado, y las presiones en contra de los poderosos, por el otro.

Por ahora, es importante que nos siga uniendo lo que no queremos, y desde ahí, contar con un amplio consenso de la base social movilizada. El modo y nivel de la organización popular, de los trabajadores y de todas las fuerzas sociales de raíz nacional, serán la condición para promover propuestas de transformaciones que puedan ser vistas como viables por un gobierno que, todo el tiempo tendrá que evaluar los pasos a seguir. Un camino de cornisa, entre barrancos de un lado y del otro, es el que el Af ha comenzado a transitar, y con él va todo el pueblo, mientras los poderosos sectores oligárquicos están desplegando su plan en defensa de sus privilegios, tan concentrados como injustos. Estos, con su tradicional odio de clase y despecho, están ansiosos por tomarse su revancha del triunfo popular de fin de 2019. Su táctica es simple pero peligrosísima: buscan dividir la alianza, como en forma enconada titular los diarios La Nación y Clarín sobre supuestas peleas entre Alberto y Cristina. Intentarán, también, en su momento oportuno, realzar la figura de Sergio Massa, para fogonear divisionismos. Cualquier fisura entre ellos, debilitará la alianza nacional de manera decisiva, sin retorno tal vez. Esta certeza es, justamente, la que alentó desde el origen al incipiente frente nacional, pero el riesgo existe porque no lo impulsan reyertas de café sino furibundas presiones de poderosos intereses.

Hasta ahora AF mira de reojo al monstruo creado por las oligarquías locales en connivencia con el imperialismo norteamericano: la coagulación mediática, judicial y política. A los últimos, los controla en el ámbito inconstitucional del Congreso y su vínculo con el jefe porteño y demás intendentes y gobernadores de Juntos por el Cambio para la reacción; a los jueces y fiscales, por ahora, se maneja con cautela pero, al menos, proyectando una reforma y tal vez, confiando más en el verticalismo judicial. El asunto son la concentración mediática, a la que, todavía, no ha esbozado táctica alguna, que no sea otra que la de ir a sus oficinas de trabajo a contestar las diátribas insolentes. Un admirable gesto de notable habilidad y sinceridad política, pero no eso no impedirá la virulenta reacción cuando lo crean oportuno, según sus planes previsto y fríamente ejecutados.

La relación con Estados Unidos, aunque AF no sea ni nunca haya sido ni por asomo un dirigente antiimperialista, no tiene retorno. EUA quiere destruir cualquier atisbo de unidad o coordinación entre los países sudamericanos, como avanzó en los últimos cuatros años con Macri primero, y Bolsonaro ahora, junto con Colombia, su cabeza de playa de décadas, el golpe en Bolivia y la debacle de Ecuador. Así, Venezuela, mientras es asediada en forma cada vez más agresiva, resiste pero aislada regionalmente. Brasil está hundida en su propia crisis, tal vez rumbo a una tragedia humanitaria si no hace algo urgente y un mínimo de sentido social, antes.

En el contexto de retroceso imperial a nivel mundial, donde ha quedado en evidencia su inevitable crisis de liderazgo (tanto económico como político), EUA considera a cualquier intención de autonomía por parte de algún gobernante sudamericano, como un aporte sustancia en dirección contraria a sus intereses. Parece no haber término medio para los EUA, o arrastran al continente detrás de sus intereses (al estilo del viejo panamericanismo), o lo empujan a la fragmentación y al vacío. Este es el punto en que los sudamericanos nos encontramos, y aquí, el aporte de AF a favor de la integración con autonomía, es de extraordinario valor, a la vez que lo coloca en la mira del objetivo imperialista.

En este panorama, hay dos cuestiones que parecen centrales: por un lado, la necesidad que los sectores populares y medios profundicen sus modos de organización popular y lancen propuestas de reforma y transformación. Además, que, apenas salgamos de la cuarentena, estar listos para movilizarse masivamente en defensa del gobierno. En la cuarentena, el movimiento nacional pierde la calle como factor de apoyo y presión., en una suerte de encerrona política, como bien dice Jorge Cerletti en un ensayo reciente.

(") El autor es Abogado (UBA), profesor universitario, publicó “Constitución de 1949. Claves para una interpretación latinoamericana y popular del constitucionalismo argentino”, 2019, Ed. Punto de Encuentro. Tiene estudios en derechos humanos y antropología jurídica. Escritor de notas, artículos y publicaciones sobre pensamiento nacional, latinoamericano y derechos humanos. Contacto en javierazzali@hotmail.com

domingo, 24 de mayo de 2020

CORONAVIRUS: ENCIERRO Y POLÍTICA, Por Jorge Luis Cerletti (") para Vagos y Vagas Peronistas




EN ÉPOCA DE ENCIERRO: PROBLEMÁTICA POLÍTICA. 

Hoy debemos soportar el aislamiento personal a consecuencia de la pandemia generada por el Coronavirus, un activo azote en nuestro medio y en el mundo. Respecto de las ideas, el encierro no contribuye a su desarrollo sino que resulta una dificultad neutral: “lo que natura non da, Salamanca non presta”. Y a propósito de dicha metáfora, intentemos situarnos en Salamanca… 

En lo inmediato surge el desafío sobre la salud de la población y en ese tema el gobierno está actuando con prudencia y acierto. Empero, quizás lo más complejo es que ese correcto enfoque sin duda afecta al campo económico y también al político. Y más allá de los problemas que se le presentan al gobierno y al Estado, el freno a la actividad política también alcanza al campo popular y a un sector que, de por sí, es claramente minoritario. Aludimos al que promueve la construcción de alternativas al capitalismo a mediano y largo plazo. 

Pensemos que la pandemia se extiende a toda la humanidad con la gran diversidad que ésta conlleva. En primera instancia, remite al aislamiento que provoca urbe et orbi. Y ese aislamiento asume distintas características vinculadas a las clases sociales y sectores involucrados. Por ejemplo, no es lo mismo el apremio que padecen quienes viven al día respecto de aquéllos que cuentan con abundantes recursos. 

Las dificultades socio económicas repercuten inmediatamente en la esfera política. Esto plantea las cuestiones del Estado, de los gobiernos, los partidos, y de los movimientos político-sociales. Frente a esos desafíos, el primer interrogante apunta a lo sistémico. El capitalismo que reina en el mundo, ¿a qué nivel queda afectado? ¿Se abre una etapa de su debilitamiento? ¿Preanuncia su fin a mediano-largo plazo? 

Obvio, son interrogantes que por ahora no tienen respuesta. Empero, atentos a la situación actual, el hecho de formularlos frente a la realidad emergente, señala un antes y un después. Sin duda, el gran capital y sus gigantescas Corporaciones controlan el planeta. Mas, a pesar de su extendida hegemonía y ante las agudas contradicciones generadas, ¿qué alcances tendrán las reacciones y las resistencias? 

TIEMPOS DE CRISIS. 

La disminución mundial del PBI es un verdadero testimonio de las grandes dificultades que atraviesa el capitalismo. Veamos: 

Según sostiene un documento del FMI, “Este año el PBI mundial caerá 3% y en Argentina 5,7%. (14/4/20)”. Y agrega que “Es muy probable que este año la economía mundial experimente su peor recesión desde la Gran Depresión.” (1930) 

O sea, una pandemia como la del Coronavirus produce una recesión mundial comparable a la de 1930 que fue producto de las contradicciones inherentes al sistema capitalista. Luego, es la primera vez que una causa natural ajena a la economía provoca una crisis de tal magnitud, al menos en la edad contemporánea. Fenómeno que contrasta con tradicionales crisis bélicas, económicas y/o políticas. 

La magnitud de la crisis actual, en pleno desarrollo, trasciende los ámbitos locales y nacionales, golpea a los empresarios, castiga a los trabajadores y aumenta la marginalidad. En definitiva, daña a los distintos estamentos de la sociedad en proporción inversa al poder que detentan. El tiempo de espera para que se produzca una vacuna y remedios específicos por ahora es impredecible, así como el nivel de la caída de la producción y el consumo. Esto último afecta las entrañas del sistema, vale decir, a las ganancias de los dueños del capital que ven caer sus ventas. 

El prolongado aislamiento sanitario, soporte necesario y actual de la salud de la sociedad, conspira contra la producción, fenómeno que explica el “muro de los lamentos” erigido por el empresariado. En estas circunstancias, su ofensiva y fuertes presiones para priorizar la economía ratifican la valoración de sus intereses por sobre la salud de la población. Porque su prédica, despojada de la simulación que incluye, resulta un alegato que busca salvaguardar sus ganancias. 

Esta inédita situación en la que la naturaleza dificulta la circulación del capital afectando sus utilidades, produjo una alteración sistémica cuya duración y alcances coloca a la burguesía “detrás de un vidrio oscuro”. Lo cual ha engendrado una batalla entre los representantes de la sanidad y los de la economía. Y según sean quienes gobiernan cambia el fiel de la balanza. Verbigracia, la gran diferencia entre las gestiones de Jair Bolsonaro en Brasil, comparada a la de Alberto Fernández en Argentina. 

PROBLEMÁTICA POLÍTICA. 

La disputa por el gobierno del Estado es motivo de desvelos para toda la dirigencia política. Constituye una sustancial palanca de poder y de control de la sociedad. Claro está que eso no garantiza la primacía de cada contrincante pues las luchas y los momentos suelen ser cambiantes. El ejemplo más reciente lo tenemos en el salto del gobierno derechista de Mauricio Macri al de corte popular de Alberto Fernández. 

Después de la última dictadura, la genocida del 76/83, se instaló el gobierno electo de Raúl Alfonsín. Éste inauguró el período democrático vigente hasta la fecha y que ya lleva casi 37 años de duración. En este lapso se dieron gobiernos de distinto signo pero sobre la misma plataforma: el orden capitalista. Lógicamente, eso no significa igualar las gestiones pero sí señala los límites de las diferencias que se ven acotadas por la naturaleza del sistema. 

La solidaridad social y las condiciones de vida de los sectores laborales y en general los de menores recursos, mejoraron bajo los gobiernos populares. Es que su situación ha oscilado en función de quienes asumieron el control del Estado. Así, cuando se dio la hegemonía política del neoliberalismo, se gestaron condiciones desfavorables para la población y la justicia social. En contraste el peronismo, con la excepción del gobierno de Carlos Saúl Menem, se opuso a las políticas contrarias a las conquistas sociales. Lo que no supone ignorar la existencia de sus contradicciones internas. A título de ejemplo, es útil traer a colación su himno cuando enuncia “combatiendo al capital”. Esa afirmación, si se asocia a su historia política, debiera mutar a “negociando con el capital”. Y esto no significa que renuncie a la defensa de los intereses populares. 

Las limitaciones y contradicciones según los momentos y el perfil de sus dirigentes, no niegan sus conquistas ni su popularidad en el seno del pueblo argentino. Y dentro de posturas afines se inscriben el kirchnerismo y otras corrientes populares. Por esa razón, las mismas son objeto de los ataques de la derecha… 

Ahora bien, la otra visión es la que sostiene la negación y superación del capitalismo. Constituye un giro copernicano en la óptica política al esclarecer y condenar la naturaleza del sistema. A la vez, aparecen sus debilidades ante la falta de la creación de alternativas. Carencias que también contienen alguna excepción, puntual y localizada, como es la experiencia del zapatismo en México. Por ahora, una aguja en el pajar de la humanidad… 

Como parte de la diversidad política y dentro del campo popular, se dan experiencias dignas de mención. Y que la derecha, tan sensible y celosa de sus intereses, designa como populismo. Nominación que abarca desde el PT en Brasil, hasta el peronismo y el kirchnerismo en Argentina. 

El término “populismo” proviene de las voces de la derecha que le adjudican un tono despectivo. Básicamente, sostienen que su discurso sobre el carácter de lo popular es engañoso pues conspira contra los intereses de la Nación. Claro está que la derecha identifica dichos intereses con los suyos propios… 

Los grandes desafíos de la pandemia por un lado, y de la actividad política por otro, convocan a las ideas y a la imaginación a la tarea de abrir nuevos senderos. Y con el auxilio del arte, viene a la memoria aquello de “caminante no hay camino, se hace camino al andar.” Y andar, aquí quiere decir abrir nuevos rumbos. Lo que también incluye a los discursos. Porque las propuestas discursivas requieren de la praxis que las transforme en hechos, los que no deben confundirse con “la realidad”. Dado que “la realidad” es objeto de apropiación acorde con la descripción del interesado. En cambio los hechos no pueden desligarse de su ejecución. 

Llegados a este punto se vuelve a instalar un reiterado interrogante cuya respuesta depende de las ideas y la praxis que impulse cada sector, a nivel personal y colectivo. Vale decir que nos enfrentamos a la compleja problemática política actual. Porque la pandemia mundial del virus Covid-19 produce un enclaustramiento riguroso en la población. ¿Reforzará el individualismo propio del sistema capitalista? ¿O el encierro prolongado activará los anticuerpos sociales frente al mismo? 

Frente a esos interrogantes, surgen las respuestas personales. Pero lo fundamental es la lucha política a favor de la solidaridad y la construcción de movimientos colectivos que impulsen la igualdad y destierren la opresión.----- 



(")Síntesis biográfica:

Jorge Luis Cerletti nació en Buenos Aires en 1937, arquitecto. Fue profesor de Economía Política en la Universidad del Salvador y de Historia Social en la Facultad de Derecho de la UBA. Fue uno de los fundadores e integrante del grupo de reflexión La Mesa de los Sueños, también del grupo Repro (Reflexión y producción) y colaborador del CEPPAS, (Centro de políticas públicas para el socialismo). Producto de su dilatada militancia realizó numerosos ensayos políticos. Como coordinador de la colección Cuadernos de la realidad, dirigida por Raúl Sciarretta y editada por Granica, publico en ella tres ensayos: “Desarrollo industrial y concentración monopólica”, “La oligarquía terrateniente” e “Imperialismo y dependencia” (1974) y los siguientes libros: Retazos para una historia” (ficción 1983, Peña Lillo Editor); “El nuevo orden mundial, el socialismo y el capitalismo depredador” (1 991, Centro Editor de América Latina); sigue: “El poder y el eclipse del socialismo” (1993, Centro Editor de A.L.); “El Poder y la necesidad de un nuevo proyecto” (1994, Ediciones Mesa de los Sueños); “El poder bajo sospecha” (1997, edit. De la Campana) y “Las relaciones de dominio como lazo social (1999, edición del autor); “Políticas emancipatorias - crítica al Estado las vanguardias y la representación” (2003, edit. Biblos) y “Estado democracia y socialismo” (2014, edic. El jinete insomne, publicado por el ceppas, centro de políticas públicas para el socialismo).


viernes, 15 de mayo de 2020

ANTÍGONA, Por Horacio González



No se daría descanso a la memoria ni a la consulta de los diccionarios si quisiéramos referir todas las versiones que tiene el mito de Antígona. Facilita la tarea el estudio que el gran crítico Georg Steiner había hecho como reseña erudita y sutil en su libro Antígonas. Por supuesto, Sófocles es el primero, por lo que se sabe, que tomo los hilos sediciosos del mito, intentando atraparlo. Como podemos suponer, toda literatura que termina imponiéndose es aquella que captura más o menos habilidosamente (con sangre sudor y lágrimas), las caprichosas volutas de los mitos. Así, tenemos la Antígona de Bertolt Brecht, la de Jean Anouilh, no faltan las óperas y las adaptaciones televisivas. En nuestro país, están las Antígonas de Griselda Gambaro y Leopoldo Marechal, que la invocó para promover una conciliación nacional en 1950, lo que sería una de sus tantas interpretaciones. No nos equivocaríamos si decimos que el mito de Antígona es el centro de las lecciones de estética de Hegel en lo referente a la tragedia antigua.

Por supuesto, Antígona es un mito. Condensa en su complejo andamiaje el desafío al Estado desde los dioses domésticos, las deidades sagradas del parentesco sanguíneo y del hogar. Estas deidades subterráneas cuidan a la singularidad de la vida, lo que podríamos llamar la vida desnuda, la de los que, sin dejar de estar investidos de veneración, tienen la fragilidad del paria que puede ser muerto por cualquiera. El entierro de los muertos, el riesgo personal, el desdén por los reglamentos abstractos, el suicidio como acto de inmolación, es lo que antepone Antígona a la Ley mala, la ley abstracta. La que acusa a los que mantienen la norma estatal sin el respaldo moral que pueda convencer al último o a la última de las discrepantes. No es aleatoria la femineidad de Antígona, que hace valer su respeto por los ritos fundadores de vida por encima de la guerra, incluso aquella en la que está empeñado su hermano Polinices. Como en las crisis ciclicas del capitalismo, un mito reaparece de tanto en tanto, como un sentencioso asteroide que señala las fallas de los ámbitos culturales en los que vivimos. Aun cuando queremos y debemos cuidarnos.¿Por qué la mencionamos ahora, en tiempos de reclusión obligatoria, si no fuera para cambiar un poco de tema respecto a lo que todos hablan? Sin embargo, es al revés. No queremos abandonar ese tema, porque somos como niños que estrenan un juguete nuevo hasta destrozarlo. ¡Ah! ¿Entonces verdaderamente va a relacionar a Antígona con el virus, profesor? No, por lo menos no tan directamente. Como es sabido, Giorgio Agamben escribió quizás las páginas más equivocadas, pero también las más interesantes sobre la situación que atravesamos, llamémosla de aislamiento domiciliario, encierro relativamente forzoso, administración de la soledad en determinados metros cuadrados, tolerables en ciertos barrios, problemáticos en las periferias, en fin, la reglamentación del domicilio o el barrio como clausura monástica. Agamben escribe cartas airadas y sumamente atrevidas. Intrépido, desafiante pero equivocado. O mejor, equivocado, pero más interesante que los filósofos mundializados que lo son por las trivialidades que esparcen con sus profecías obligatorias o con el empeño de ver quien asusta más con premoniciones solo sustentadas en jergas del momento. No en la argumentación delicada, que sin embargo vemos en el excesivo Agamben. Nos advierte que las consecuencias del aislamiento, al llegar ahora a la inhibición del acompañamiento de los familiares en los velorios y entierros, producen una absoluta novedad. Dice que esto no ocurría en la civilización Occidental desde Antígona. Esa novedad es pues lamentable.

La observación de Agamben suena como el tañido de un anciano radicalizado, obstinado en incomodar nuestros pobres movimientos actuales. Hay una lógica sanitaria de inmunización, de puesta de las poblaciones en un encierro que es abrigo. Lo aceptamos. Pero esto cuenta con la oposición de los dueños generales de las órdenes de producción industrial y financiera de todo el planeta. ¿Recién nos damos cuenta que en la razón de la producción (tanto de insumos, productos terminados o mercancías simbólicas) hay una pregunta implícita? Que es ésta: ¿Cuántas vidas deben sacrificarse para construir un alto horno, una plataforma submarina, una serie de caños sin costura, una central hidroeléctrica, un banco de datos, un aeropuerto? Eso está calculado, las estadísticas son en verdad ciencias del destino, las filosofías más agudas del siglo XX lo han denunciado. Se trata del mundo de la escasez, donde hay una cantidad de sobrevivencias y sacrificios computados y ya deducidos. No es que la razón calculista de las corporaciones sea inhumana. Tiene otra idea de la humanidad. La toma de antiquísimos saberes oscuros, quizás el de Creonte, no el de Antígona, que dicen que cada monumento del poder (económico, financiero o también simbólico) significa tal o cual costo en vidas humanas. Incluidos en el balance anual y general.

Una peste lo hace notar más, porque ahí aparecen gobiernos obligados, conminados éticamente a decir que las vidas nunca son calculables en términos de tablas de producción. Es el ultimo resto de antiguos humanismos, en una civilización que se instaló sobre la base de que una decisión economicista ya tiene en su mismo ser, la cifra secreta de cuántos deberán morir ante un llamado de la razón instrumentada a la manera de una producción que ya perdió su base empírica. Que ya es producción de la producción, ausentada de referencias en aquellas remotas necesidades humanas que incluían el derecho a la vida, sin más. Por eso ahora se habla de cuidado, como si se hubiera redescubierto lo que antes no era necesario decir o lo decían filósofos que profundizaban la idea de cuidado hasta el punto de proyectarse en la comprensión de la propia muerte. ¿Un cuidado que también sospecha del otro? ¿Que se cuida con un miedo interno, que habita de contrabando en ese cuidado, cuando se señala fácilmente a presuntos descuidados como enemigos de la comunidad normatizada?

De este modo, alguien que parece estar contra la cuarentena, como lo estarían los gobiernos que protegen la productividad material de las empresas e inmaterial de los entes financieros, nos advierte sobre las consecuencias secundarias del distanciamiento. En vez de una métrica sanitaria, las considera una lógica descuidada, aunque se hable de cuidado. Protesta contra la desconfianza en el abrazo, contra el recelo en la proximidad de los cuerpos. Y evoca el fantasma recurrente de Antígona, que no puede posar en esta época, quizás por primera vez en su larga historia de mito esencial que acompaña la historia humana. ¿Qué significa esto? El grito de advertencia de Agamben, aunque enoje por su desacato a las medidas necesarias de los gobiernos sensatos, tiene alcances filosóficos profundos. Nos ayuda más que el frágil pronóstico de la caída del capitalismo por un resoplido matutino del Logos.

Nos indica, contra los que presionan para levantar la cuarentena en nombre de ofrendar las necesarias vidas desnudas que el capitalismo siempre sacrificó (y no fueron muchos los que se indignaron contra esas muertes millonarias donde goteaba el silencio) que las medidas de protección de la vida deben mantenerse con un cuidado inspirado en una preocupación profunda. No con decisiones arbitrarias, abusos de poder, rasgo militarizantes, que lo único que provocan es un descontento que le sirve a la torpe filosofía del “muertos hubo siempre” de los hermanos Rocca y sus cofrades de todo el mundo. El cuidado intenso de las vidas no debe ser ni una rutina, ni una estadística ni un patrullaje. Debe tener también su economía política, su proyecto de distribución de responsabilidades colectivas, su plan maestro para el habitar, el educar, el curar y el vivir, que es la escucha para estar activos ante los legados culturales. Lo que Agamben quiere decir -lo interpreto y lo suavizo- es que si perdemos el cuidado más hondo, el del abrazo y la visita a nuestros muertos, esto es, el tema de las grandes leyendas de la humanidad, nos será más difícil el rudo debate con los mercaderes de la muerte estadística, que como parece abstracta, la consideran como la cuota necesaria para seguir dominando el mundo.

domingo, 10 de mayo de 2020

SUMAR PARA PODER SALIR DEL LABERINTO Por Ricardo Rouvier para Vagos y Vagas Peronistas





Nuestro país y su gobierno tiene tres problemas graves que resolver. Uno, el primero, porque tiene que ver con la vida y la muerte; y es la pandemia mundial de un agente virósico de poco conocimiento, habiéndose cobrado ya muchas vidas. La segunda cuestión es la paralización de la economía que se suma al estado de la economía que dejó el período del fracaso capitalista dirigido por Mauricio Macri. O sea, el ex Pte. no fracaso solo ante el pueblo que lo votó sino que fracasó también para el establishment que lo impulsó. Dejó una herencia con una caída de la producción significativa y una deuda externa enorme. Esto nos lleva al tercer problema que son nuestras obligaciones que nos ponen al borde del default.

Está claro para la mayoría de nuestro pueblo que es el peronismo el que está en mejores condiciones para poder intentar resolver los tres problemas. Entre otras de sus virtudes está en que el peronismo acude a la globalidad de la Nación para acumular fuerzas , incluidas, las transversales para avanzar en las soluciones. También considerando la tradición del movimiento nacional, se hace necesario concentrar poder en la figura de Alberto Fernández, que con su posicionamiento, puede sumar fuerzas no propias para la emergencia nacional. 

En mi opinión (por supuesto para el debate), se hace necesario un gobierno de unidad nacional que convoque a los sectores sociales, la mayoría peronista, y a las fuerzas políticas que no integran el Frente de Todos para evitar la dispersión de energías en luchas internas. El convocante y el conductor de esto es naturalmente el Pte. y los que no deben entrar en la alianza son aquellos que no estén de acuerdo con la soberanía nacional, el desarrollo humano y la justicia social. Esta generosidad política solamente puede llevarla a cabo el peronismo. 


(")Lic. en Sociología. Dr. en Psicología Social. Profesor Universitario. Titular de R.Rouvier & Asociados.


miércoles, 6 de mayo de 2020

¿QUIÉN ES EL BOMBÓN ASESINO? ¿Magnetto?, ¿Mauricio Macri?, ¿Paolo Rocca?, Por Lido Iacomini(") para Vagos y Vagas Peronistas



El 7 de Mayo le ponen fecha a una suerte de insurrección contra la Cuarentena, que hasta ahora con una notable expresión de éxito contra la pandemia lleva adelante el Gobierno conducido por Alberto Fernández. Los tres son una expresión del neoliberalismo derrotado en las urnas y comandantes debilitados que intentan retomar la conducción de los escuadrones de la derecha y llevarlos hacia una contraofensiva que frene la consolidación del nuevo gobierno y el crecimiento en la consideración pública de un nuevo liderazgo político. Propugnan salir a la calle a lo que llaman la Marcha de los barbijos y quebrar la Cuarentena.

Con irresponsabilidad asesina buscan que el aislamiento social descarrile y colapse, no sólo porque privilegian su economía -de clase- sobre la vida y la salud de la mayoría de los argentinos, sino que buscan el fracaso político del presidente, que ya no sólo está sostenido por la vicepresidenta que lo eligió como candidato, no sólo por el kirchnerismo ni tampoco sólo sostenido por el peronismo, sino que una enorme mayoría comenzó a sentirse contenida y protegida, en el marco de esta lucha hasta ahora por todos emprendida.

Sobre el escenario más iluminado aparecen dos difíciles frentes de lucha contra el Covid-19: las cárceles y las numerosas villas de emergencia. Apenas un poco más atrás, los geriátricos. Y cómo un gran telón de fondo común, la economía. La de los sectores populares que necesitan del Estado (que acude a ellos con voluntad y limitaciones) y del trabajo suspendido por la Cuarentena. La de los sectores empresarios, la dependiente del Estado en sus más variadas expresiones y ese gran sector invertebrado y magmático que es la economía informal, entrelazada a veces con el sector llamado de servicios, con la tercerización abierta o encubierta que flexibiliza desde hace mucho a ésta economía capitalista en su etapa neoliberal y globalizada y en sus márgenes más extremos, con los caídos del sistema. Con la marginalidad y la extrema pobreza.

Ese juego asesino, del que Clarín es cada vez más desembozadamente vocero, aún no se atreve a mostrar su cara de bolsonaro pero ya habla en las páginas de su diario de que en las calles la cuarentena “administrada” es ya una flexibilización fuerte, aplicada de hecho por un sector de la población que se resiste a las limitaciones a su libertad de trabajar y de moverse como quiere. Si están dispuestos a provocar un peligrosísimo empinamiento de la curva de contagios y de muertes en nombre de una extendida “inmunización”, estarán, si sus previsiones de desgaste de la acción de gobierno se cumplen, de acudir a una conducta opositora más levantisca y violenta. Como en Brasil. Bolsonaros no faltarán, aunque Magnetto, Macri y Rocca ocultarán sus caras detrás de barbijos manchados.

Este lunes el presidente enfrentó de nuevo las cámaras. Podríamos decir a las “brujas” de Mentira e Inconsecuencia en TN. Ellas, con su entrenada gimnasia facial de sonrisa permanente, dispararon toda la artillería malintencionada disfrazada de periodismo valiente. Él, el presidente, demostró su decisión de apelar principalmente a la política para enfrentar los ataques de la reacción y la prensa canalla. Puede apelar a decisiones más duras a las que está habilitado. Ya se levantan voces, como las de C5N y voluntades incipientes que piden manos más firmes contra las especulaciones en los precios que se inflan injustificadamente. O alentados por las especulaciones en el dólar, en las retenciones en los silobolsas, en los despidos empresarios o en las crecientes violaciones a las normas de la Cuarentena. Le dicen al Presidente que no todo se puede resolver con cordialidad y buenos modales. En algunos momentos hay que mostrar quien tiene poder de éste lado de la grieta. No hay que dejarle lugar al Bombón asesino. 

(")Miembro  de Participación Popular (E. Jozami) y de Carta Abierta donde coordina la Comisión de Asuntos Internacionales

viernes, 1 de mayo de 2020

EL CORONAVIRUS Y EL NEOLIBERALISMO, DOS FLAGELOS, Por Jorge Luis Cerletti(") para Vagos y Vagas Peronistas



El Coronavirus, una cárcel sanitaria. 

La crisis de la salud mundial producto de la veloz expansión del virus Covid 19 ha generado que muchos países, entre ellos el nuestro, decretaran variables cuarentenas para mitigar la expansión del Coronavirus. Lo cual significa el enclaustramiento en sus hábitats de las personas y el cierre de ámbitos institucionales y públicos como los de la cultura, la educación, el espectáculo, etc. Obviamente, se verifica similar aislamiento para los grupos y sectores que intentan abrir nuevos rumbos en el campo popular. 

Lo novedoso y la importancia de la situación creada inducen algunas reflexiones en torno a los efectos político-sociales de tamaña cárcel sanitaria. Y más allá de las razonables medidas del gobierno, analicemos la problemática de la cuestión. 

El aislamiento forzado entra en sintonía con el individualismo del sistema y alimenta sus injusticias a pesar de la encomiable acción de los trabajadores de la salud. Recrudecen entonces las diferencias sociales a punto tal que en los sectores donde convive la precariedad y la pobreza, el aislamiento también se da en sus barrios. Es que allí el hacinamiento es el hábitat común de sus vecinos. Y ante semejante situación se tiende a naturalizar las condiciones existentes. 

Los bolsones de comida y el auxilio económico, son paliativos necesarios pero circunstanciales que alcanzan a amplios sectores carenciados. Lo cual contrasta con la eficacia del Coronavirus dada su capacidad de expansión que produjo una pandemia mundial sin precedentes en mucho tiempo. 

Pareciera un juego mefistofélico que combina su notable expansión con la reclusión de las personas. A su vez, el número de víctimas cierra fronteras y acrece los temores acerca de su contagio. Fenómeno cuya aparición resulta familiar a un término de linaje histórico, la peste

Mas esta cárcel sanitaria que responde al momento que vivimos, potencia sus efectos al frenar las luchas y las movilizaciones populares. Y un claro ejemplo lo tenemos con el reciente 24 de marzo pues no pudieron realizarse las grandes movilizaciones de rechazo a la que fuera la dictadura genocida del 76/83. Hubo que apelar sólo a medios audio-visuales para apoyar la memoria. Es que este nivel del actual encierro social genera diversos efectos sobre la política. 

Neoliberalismo, una pandemia sin fronteras. 

La pandemia del Coronavirus produce aislamiento y muertes asolando a la sociedad. El neoliberalismo la corroe con su prédica. Constituye la expresión político-ideológica, económica y social de la dominación mundial del gran capital. Agrede a las sociedades que explota originando un prototipo social individualista y anti solidario que fomenta los beneficios individuales y empresarios. Metafóricamente, su emblema lo encarna el “tanto tienes, tanto vales”. 

La concentración económica es relevante pues consolida y agiganta la acumulación y el poder en el capitalismo. Es también un espejo socio-político de las grandes Corporaciones dominantes en la esfera mundial. Y son tan formidables los recursos que manejan, económico-financieros, mediáticos y jurídico-políticos, como su influencia en la construcción del imaginario social que promueven. Su hegemonía suscita grandes contradicciones en el seno de la sociedad en tanto que alimenta los enfrentamientos y luchas contra los sectores populares. Su gravitación actual en el mundo es incuestionable: reina urbi et orbi. 

Su lógica depredadora multiplica la acumulación del capital que controla numerosas naciones y succiona sus riquezas. Alimenta guerras, invasiones, la explotación y el sometimiento de los pueblos y el deterioro de la naturaleza que es asumida como una rica fuente de negocios. En suma, provoca un vasto panorama de opresión y explotación, pandemia que abarca a gran parte del globo terráqueo y cuyos efectos son el desarrollo de la pobreza y la marginalidad. Ese cuadro penoso es consecuencia de la política de la derecha cuando ejerce el poder pues, abierta o subrepticiamente, defiende los intereses de las grandes corporaciones. 

Los argentinos tenemos ejemplos muy recientes bajo el gobierno de Macri. Pero basta uno sólo para sintetizar su política reaccionaria y antipopular: el fabuloso endeudamiento con el FMI de una magnitud sin precedentes en los préstamos de esa institución imperialista. Esta deuda pesa sobre toda la sociedad y se fugó al exterior vía capital financiero, el más rapaz de las distintas expresiones del capital. El nombre de los beneficiarios hay que buscarlos en el núcleo del poder económico concentrado del cual don Mauricio es un genuino representante. Claro está que si su mandato se lo compara con el del capitán Bolsonaro, Presidente de Brasil o con el de Donald Trump, Presidente de EE.UU., podría vérselo como un “nene de pecho”…. 

Dijimos que el Neoliberalismo influye manifiestamente en el imaginario social. Es que con su poder y su prédica hace creer que su significación emana de virtudes ciudadanas, como ser, baluarte de la democracia cuyos valores se atribuye. Ficción que no sólo se apoya en su enorme poderío mediático sino que impulsa y difunde su falaz “posverdad”. Vale decir, la comunicación basada en mentiras disfrazadas de verdades. 

Vayamos ahora a una definición de manual del neoliberalismo. Sus defensores apoyan una amplia liberalización de la economía. Su significación es el libre comercio en general, una drástica reducción del gasto público junto a la intervención del Estado en la economía en favor del sector privado quien desempeñará las funciones tradicionalmente asumidas por el Estado. Sus efectos, la polarización de la cuestión social: riqueza concentrada en un polo, carencias y pobreza extendidas en el otro polo. 

Los gobiernos que se oponen al neoliberalismo. 

Nos referimos a los gobiernos que en la actualidad resisten a los dictados neoliberales y que además deben sufrir las presiones de los organismos internacionales, (F.M.I., O.E.A., etc.). Ahora remitámonos al caso de nuestro país. 

El gobierno de Alberto Fernández no sólo debe manejar el aislamiento social que origina el Coronavirus sino también soportar las presiones del gran capital interno y el internacional. Y en ese terreno tiene fuertes rivales. Como ser Paolo Rocca, el presidente de Techint, que despidió 1450 empleados exhibiendo su poder empresario y su voluntad de condicionar al gobierno y a la sociedad. La intervención de A.F. relativizó los despidos vigentes hasta que se recuperen las obras y se vuelva a tomar al personal cesanteado. 

El conflicto entre los grandes empresarios (“los Mercados”) y el Estado se agudiza cuando éste es controlado por sectores populares. Ocurre todo lo contrario cuando los que gobiernan son portavoces del gran capital. A su gravitación estructural se suma la dirigencia política afín si logra el control del Estado. Y aquí se produce una disyunción. A largo plazo la problemática central remite al capitalismo, a su vigencia o a su negación. A corto y mediano plazo, las luchas políticas concretas se desarrollan dentro de los límites del marco sistémico. No hay ni se plantea la ruptura. 

Esta tensión fluctuante entre el corto/mediano plazo y el largo plazo, se basa en la carencia de la construcción de alternativas al capitalismo. Aquí la falta de articulación entre los tiempos en la construcción política se refleja en la contradicción entre el “día a día” y la estrategia sobre un futuro político aún inalcanzable. Ésa es la situación en la que debemos actuar hoy. Ergo, resulta relevante la problemática de la articulación

Al no articularse la praxis de los distintos momentos políticos, la tendencia es a antagonizarlos. Así los que defienden la inmediatez de las luchas son vistos como pragmáticos de mirada corta. En contraposición, a los que plantean promover procesos a largo plazo para lograr la emancipación, se los califica de utopistas. Y si juntamos ambos juicios de valor, se neutralizan. 

Retomemos ahora nuestro escenario político como soporte concreto para pensar en la articulación de los dos momentos, pero no como negaciones recíprocas. El gobierno actual es tildado despectivamente por la derecha como “populista”. A pesar de sus limitaciones, desarrolla una política favorable a los sectores populares del que forma parte. En ese sentido, es evidente su diferencia respecto del anterior de Macri. 

Si se piensa en las condiciones de vida de la población es indiscutible el retroceso que generó el macrismo. Y desde el punto de vista sistémico es obvio que estamos inmersos bajo el orden capitalista. Aquí es oportuno señalar dos categorías sustantivas respecto de la problemática de la articulación política: “el mal menor” y la emancipación. El primero plantea que las conquistas económico-sociales referidas a la población sometida y explotada resultan irrelevantes y que las mismas funcionan como muro de contención ante eventuales aspiraciones liberadoras. En cambio la emancipación propone, como principal objetivo de sus luchas, marchar hacia la superación del sistema capitalista gestando nuevas alternativas. 

Llegados a este punto se observa más claramente la cuestión de la articulación. Si ambos niveles son necesarios deben relacionarse sus respectivas prácticas. Desconocer esto revela un pragmatismo de corto aliento o un idealismo sin destino. 

Las críticas sobre el primero se identifican con el mal menor. O sea, padecer un poco menos sin cambiar el fondo del asunto. Mas, si se valora la articulación de los momentos se lo podría reformular como bien menor. ¿Por qué? Porque resultaría la etapa previa a la emancipación y su correlato creativo debiera ser: el bien mayor. Claro está que en el período que vivimos no se avizoran cambios de esa magnitud dado que las grandes Corporaciones hegemonizan y controlan la economía mundial. No obstante, en la primer década y media de este siglo, en América latina emergieron varios gobiernos populares en contradicción con el neoliberalismo. En la actualidad solamente figura nuestro país al que se sumó México. Son momentos en los que las mayorías populares llegaron a controlar sus respectivos Estados. En general, sus realizaciones no han sido nada despreciables. Entonces, pulularon los golpes duros y los blandos.------- 



(")Síntesis biográfica:



Jorge Luis Cerletti nació en Buenos Aires en 1937, arquitecto. Fue profesor de Economía Política en la Universidad del Salvador y de Historia Social en la Facultad de Derecho de la UBA. Fue uno de los fundadores e integrante del grupo de reflexión La Mesa de los Sueños, también del grupo Repro (Reflexión y producción) y colaborador del CEPPAS, (Centro de políticas públicas para el socialismo). Producto de su dilatada militancia realizó numerosos ensayos políticos. Como coordinador de la colección Cuadernos de la realidad, dirigida por Raúl Sciarretta y editada por Granica, publico en ella tres ensayos: “Desarrollo industrial y concentración monopólica”, “La oligarquía terrateniente” e “Imperialismo y dependencia” (1974) y los siguientes libros: Retazos para una historia” (ficción 1983, Peña Lillo Editor); “El nuevo orden mundial, el socialismo y el capitalismo depredador” (1 991, Centro Editor de América Latina); sigue: “El poder y el eclipse del socialismo” (1993, Centro Editor de A.L.); “El Poder y la necesidad de un nuevo proyecto” (1994, Ediciones Mesa de los Sueños); “El poder bajo sospecha” (1997, edit. De la Campana) y “Las relaciones de dominio como lazo social (1999, edición del autor); “Políticas emancipatorias - crítica al Estado las vanguardias y la representación” (2003, edit. Biblos) y “Estado democracia y socialismo” (2014, edic. El jinete insomne, publicado por el ceppas, centro de políticas públicas para el socialismo).