viernes, 28 de agosto de 2015

CONSERVADORES VACÍAN EL DEBATE, POR JUAN CARLOS JUNIO (TIEMPO ARGENTINO, 28/08/15)

JUAN CARLOS JUNIO


Con la mira puesta en las elecciones de octubre que aprecian como la batalla decisiva, los núcleos orgánicos de la derecha conservadora intensifican su accionar con el fin de instalar una agenda tendiente a desmantelar la matriz de políticas inclusivas que el kirchnerismo impulsa desde el año 2003.

Con la mira puesta en las elecciones de octubre que aprecian como la batalla decisiva, los núcleos orgánicos de la derecha conservadora intensifican su accionar con el fin de instalar una agenda tendiente a desmantelar la matriz de políticas inclusivas que el kirchnerismo impulsa desde el año 2003. Un rasgo que se ha ido naturalizando es la coincidencia del discurso de los candidatos opositores con el de los grandes empresarios del Foro de Convergencia Empresarial, la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y la Unión Industrial Argentina (UIA).
Basta cotejar las declaraciones del diputado del PRO Federico Pinedo, cuando dice: "Hay que tener políticas de Estado más que políticas de gobierno", y el documento "Bases para formulación de políticas de Estado", presentado por el Foro de Convergencia en julio de 2014, uno de los núcleos más representativos de la ortodoxia neoliberal, donde se argumenta sin eufemismos: "Nuestra aspiración es que existan políticas de Estado que trasciendan los diferentes períodos constitucionales de gobierno y el compromiso de mantener, gobierne quien gobierne, la institucionalidad, previsibilidad y certidumbre política y económica –en línea con estas propuestas—". Esa línea transita por el derrotero de la libertad de mercado, con sus esperables consecuencias en términos de exclusión y pobreza. En buen romance, exigen que las "trascendentes políticas de Estado" reflejen los intereses de los grandes empresarios, tanto de la burguesía local como de las extranjeras y, además, que se estructuren más allá de los pronunciamientos electorales del sistema democrático.
Esa conducta se infiere también de las recientes declaraciones de Federico Sturzenegger, un exponente puro de las políticas de ajuste y endeudamiento, quien al hablar de inflación afirmó: "En el tercer año de gestión vamos a bajarla del 30% al 4%", para lo cual, necesariamente, tendrían que ejecutar un fuerte ajuste de la actividad económica, como ya lo hizo cuando participó del equipo de Cavallo. También sostuvo que hay que unificar el mercado de cambios y que, de ser gobierno, van a "parar la entrada de capitales para que el valor del peso se mantenga". El locuaz exponente del neoliberalismo suele sincerar sus ideas, especialmente cuando expone en universidades norteamericanas. Queda claro que para el diputado del PRO, "unificar el mercado de cambios" quiere decir llevar el valor del dólar oficial al del artificioso dólar ilegal. O sea, una devaluación brutal.
La oposición acentúa su discurso reclamando "transparencia" en los comicios, en una conducta política negadora de la voluntad electoral, teniendo en cuenta que en las PASO la ciudadanía volvió a apoyar la continuidad del actual proyecto político-económico. Siguiendo la misma ruta del discurso de las derechas, Mauricio Macri sostuvo recientemente: "Espero que el 25 de octubre las cosas sean normales." Por cierto, este criterio de "respeto por las instituciones" no parece haberle importado cuando vetó 120 leyes aprobadas por la Legislatura o en ocasión de las escuchas telefónicas ilegales, por las cuales el alcalde se encuentra procesado.
Todo indica que el mentado debate no se propone discutir las verdaderas cuestiones de fondo que afectan a la Nación y a la vida del pueblo, y mucho menos lo concerniente a una mayor distribución de la riqueza a favor de las mayorías, tanto de trabajadores como de clases medias.
En cambio, resulta necesario afirmar los logros y profundizar las directrices que se vienen trazando desde el año 2003. Este rumbo que, lejos de ser lineal, logró mantener sus principales pilares con coherencia en sus metas, todo lo cual generó mejoras concretas para la mayoría de la población. Esta oleada de restablecimiento social favoreció también a sectores del empresariado concentrado que, a pesar de ello, reniega de una sociedad más inclusiva y prefiere competir en el mercado mundial por la vía de los menores salarios y sin un Estado que regule. Las mencionadas metas del ideario kirchnerista se sostuvieron en las distintas coyunturas, aún en los momentos de mayor tensión -tanto las fricciones en torno a la puja distributiva, como las que fue presentando el frente externo-. En este último aspecto no hay que dejar de mencionar los impactos de la crisis global, el acoso constante de los fondos buitre y, en lo doméstico, la presión permanente que ejercen los monopolios formadores de precios, para apropiarse de la renta de los consumidores y, de paso, denunciar la inflación que ellos mismos generan.
Durante este período, el papel dinamizador del Estado fue esencial para estimular la producción y el trabajo. La semana pasada el INDEC informó que la tasa de desocupación bajó al 6,6% en el segundo trimestre de este año, lo cual implica un descenso de casi un punto porcentual comparada con el mismo período del 2014 (7,5%), registrándose la creación de 143 mil empleos en esta etapa. Más allá de las versiones intencionadas que tratan de desmerecerla por medio de un presumible efecto "desaliento", que está lejos de verificarse, es la menor tasa de los últimos 18 meses y el registro histórico más bajo de todo el período abril/junio.
Cabe subrayar que la gran mayoría de los nuevos trabajos se localizaron en el Gran Buenos Aires, un dato con implicancias políticas evidentes, tal como lo dejó ver el título de Clarín "La desocupación bajó gracias al conurbano, según el INDEC" (19/8/2015). Y agrega: "En la provincia de Scioli se crearon 9 de cada 10 empleos en el último año". La noticia no hace más que ratificar que el trabajo es un eje principal de la política del actual gobierno, siguiendo aquel apotegma de que "gobernar es dar trabajo."
Un dato insoslayable en el marco de la crisis del sistema capitalista mundial es la repercusión en Argentina de la caída en la actividad económica de Brasil, nuestro principal socio comercial. El país hermano acaba de informar un desempleo para julio del 7,5%, es decir, 2,6 puntos más alto que un año atrás, mientras prosigue con la agenda de austeridad, ajuste y reformas sustentadas en conceptos de la ortodoxia económica.
Así es que tanto los empresarios en sus variados "foros" como las políticas de la oposición derechista continuarán con su prédica deslegitimadora; mientras tanto, se sostiene el crecimiento de la economía, el país se desendeuda y los ciudadanos incrementan sus niveles de consumo. «

lunes, 24 de agosto de 2015

LOS JUDÍOS DEL PERONISMO, POR Verónica Engler, (Página12, 24/08/15)

Raanan Rein


DIALOGOS › EL HISTORIADOR ISRAELI RAANAN REIN REVELA UN COSTADO POCO EXPLORADO DEL JUSTICIALISMO
Los judíos del peronismo

El investigador vino a Buenos Aires a presentar Los muchachos judíos peronistas, un libro que rescata la voz de los judíos que formaron parte activa del peronismo. En esta entrevista explica que fueron muchos más que los que se cree y cuenta por qué fueron ocultados por la historiografía oficial sobre la comunidad judía argentina.


Cuando llega a la entrevista dice “hoy es un día peronista”, y se ríe. Se refiere al día soleado y templado del invierno porteño que le ha tocado. La frase, aclara, fue acuñada por Luis Elías Sojit, un argentino de origen judío, que fue un cronista deportivo muy popular en las décadas del cuarenta y cincuenta. El historiador israelí Raanan Rein ya es un habitué de muchos reductos porteños, sobre todo de Villa Crespo, que es el barrio en el que generalmente se aloja cuando viene a Buenos Aires, al menos una vez al año.

Raanan Rein es uno de los investigadores extranjeros que más ha publicado sobre peronismo, en el último cuarto de siglo fueron más de veinte libros (en castellano), algunos en los que él ofició como compilador. Su derrotero, a esta altura, ya resulta bastante conocido para el público local: en realidad todo comenzó con la historia de España, especialmente la dictadura franquista, en sus años de estudio de pregrado. Y cuando tuvo que elegir tema para su tesis doctoral, optó por la relaciones entre España y Argentina durante la década peronista. Ese fue el germen, pero también en el inicio de su pasión por los temas de nuestro país está su esposa y colega, argentina ella. “Decidí trabajar sobre la historia argentina porque esta sociedad de inmigrantes, que siempre está en búsqueda de su identidad colectiva, me fascinó. Y como quería trabajar sobre la segunda mitad del siglo veinte, era casi imprescindible estudiar el fenómeno peronista”.

Desde que comenzó con sus investigaciones Rein se ha dedicado a derribar mitos en torno al peronismo: como el de la buena relación entre Perón y Franco, o el de la Argentina peronista como “refugio” de criminales nazis, o el del antisemitismo peronista o inclusive el de la relación directa de Perón con las masas. En esta ocasión Rein vino a Buenos Aires a presentar “Los muchachos judíos peronistas”, un libro en donde se propuso rescatar la voz de los judíos que formaron parte activa del peronismo, que no fueron tan pocos como hasta ahora hacía pensar la historiografía oficial sobre la comunidad judía argentina.

–¿Cómo surge esta investigación en la que usted se propone rebatir una idea muy difundida que indica una supuesta hostilidad de la comunidad judía hacia el peronismo?

–Yo me considero un historiador de la Argentina, no de los judíos en Argentina. Cuando trabajo sobre los judíos en este país los estudio como argentinos, mientras que los especialistas en historia judía piensan primero y sobre todo en los judíos en este país como judíos. Y por eso yo insisto en emplear el término argentinojudíos y no judíoargentinos. Y las mismas divisiones, los mismos conflictos, las rivalidades, la polarización que caracterizan a la sociedad argentina en su conjunto, se notan también entre los argentinojudíos. Lo que sucedió es que con el correr de los años me encontré con muchos testimonios acerca de la supuesta hostilidad de toda la comunidad judía hacia el peronismo. Pero al mismo tiempo, de vez en cuando, me encontré con comentarios del tipo: “éste que sí militaba en el primer peronismo”, “el otro sindicalista que estaba apoyando el justicialismo en sus inicios antes de la llegada de Perón al poder”, entonces no podía reconciliar esta imagen tan común acerca de la hostilidad judía hacia el peronismo. Por eso decidí volver a las fuentes, como hacen los historiadores, y busqué material acerca de argentinos judíos que apoyaban al peronismo en los años cuarenta y cincuenta. Ahora, debo aclarar al principio una cosa: la historiografía de las experiencias judías en Argentina padece de unas ausencias muy notables, porque se ha enfocado solamente en los judíos afiliados a las instituciones comunitarias. Sin embargo, la mayoría de los judíos en este país, como la mayoría de los judíos en Estados Unidos por ejemplo, nunca se han afiliado a las instituciones comunitarias, así que sabemos muy poco acerca de estos miles y miles de argentinos de origen judío, y de sus aportes en la esfera económica, social y cultural.

–¿Por qué no se quería hablar de la participación judía en el peronismo?

–A veces porque en las publicaciones comunitarias no se hacía mención a esta gente, alguna gente importante. Así que estuve buscando en documentación relacionada con el movimiento, con los intelectuales judíos en este país. Y de repente descubrí una gran variedad de individuos y grupos que sí apoyaban al peronismo, y que tenían un papel importante en la movilización del apoyo al peronismo o en la elaboración de la doctrina peronista. Y también me encontré con que todo el mundo, por diferentes motivos, prefería no hablar demasiado del aporte judío al movimiento peronista. Entre los judíos porque la comunidad organizada estaba dominada por sectores no afines al peronismo, y entre los peronistas algunos no se sentían cómodos en mencionar el apoyo judío a este movimiento popular. Si se observa, por ejemplo, los sindicatos de principios de los años cuarenta, el sindicato más importante del país de aquellos años fue la Unión Ferroviaria, cuyo secretario general era Rafael Kogan. El puso todo el peso de este sindicato, que era fuerte en el movimiento trabajador, para que apoyara al secretario de Trabajo y Previsión, Juan Domingo Perón. Pero yo no conozco casi ningún trabajo que mencione el papel de Rafael Kogan en esta movilización. En la rama de los metalúrgicos estaba Angel Perelman, que tenía su importancia. Y había otros judíos que tenían puestos clave en distintos sindicatos. No solamente apoyaban al peronismo, sino que trabajaban para movilizar el apoyo al naciente movimiento.

–Sucede lo mismo con los intelectuales argentinos judíos, ¿no?

–Sí, el caso más notable es el de César Tiempo (Israel Zeitlin). Y es interesante, precisamente, para reforzar mi argumento acerca del esfuerzo sistemático por parte de la comunidad judía organizada para borrar la memoria de estos judíos que apoyaron el peronismo. César Tiempo fue uno de los judíos intelectuales más importantes de este país en el siglo veinte. En los años treinta, como joven intelectual, enfrentaba al director general de la Biblioteca Nacional Hugo Wast (o Gustavo Martínez Zuviría), por su antisemitismo, y se transformó en héroe en la colectividad judía, lo invitaban a cualquier evento. El fue un intelectual favorecido por las instituciones judías durante los años treinta y cuarenta, pero una vez que acepta el cargo de director del suplemento cultural del diario La Prensa, expropiado por el gobierno peronista, empiezan a boicotearlo. Y una vez que cae el régimen de Perón, en 1955, dejan de invitarlo a conferencias en las instituciones judías, dejan de invitarlo a participar de eventos comunitarios, no comentan sus libros en las revistas judeoargentinas. Recién vuelve a algún protagonismo con el regreso de Perón en 1973. Algunos de los intelectuales judíos que estaban trabajando con él en el suplemento cultural borraron de su biografía el hecho de que estaban trabajando ahí, en el suplemento cultural del diario La Prensa.

–¿Por qué el mito de un Perón antisemita o filonazi trasciende las décadas habiendo pruebas que indican lo contrario, como por ejemplo el hecho de que durante el primer peronismo fue cuando menos incidentes antisemitas hubo que en cualquier otro período del siglo veinte, además de que fue la época en que muchos judíos ingresaron a la burocracia estatal y lograron cargos más importantes que los alcanzados anteriormente?

–La idea de Perón antisemita tiene que ver con varios motivos, primero el hecho de que en su campaña electoral, de fines de 1945 y principios del 1946 estaba apoyado, entre otros, por la Alianza Libertadora Nacionalista, muy conocida por su antisemitismo en aquel momento. Sin embargo, una vez que llega al poder, en el ’46, de a poco comienzan a alejarse los nacionalistas de extrema derecha del movimiento peronista y los que se quedan como la Alianza se transforman en, por lo menos, menos antisemitas. Entonces, este es un motivo, el apoyo inicial de grupos de extrema derecha al naciente peronismo. Después, como la gente tiene memoria corta, cuando habla de peronismo piensa sobre todo en el peronismo de los setenta, y en el peronismo de los setenta se notaba un creciente peso e influencia por un lado del ala izquierda, y por otro lado del ala de la extrema derecha con personajes nefastos como López Rega. Pero estos tipos y estas expresiones antisemitas no existían en el primer peronismo, y la gente tiende a reescribir la historia de los cuarenta y los cincuenta en clave de los setenta. La otra razón tiene que ver con el discurso político y distintos conceptos que se utilizan, hoy en día cuando uno quiere denigrar a un político lo va a llamar fascista, aunque muchas veces no tiene nada que ver con el fascismo, o autoritario, o extremista, o por otro lado estalinista, o antisemita. El uso tan común, simplista, de estos términos hace que cuando la presidenta (Cristina Fernández de Kirchner) dice algo la tilden como antisemita, algo que me parece ridículo con una presencia judía notable en el gobierno o en el Frente para la Victoria. Me parece un uso lamentable que no ayuda a entender el pasado, y si uno no entiende el pasado, no puede entender el presente.

–El caso de la Organización Israelita Argentina (OIA) es diferente al de otras instituciones comunitarias, ¿me puede contar cómo fue su relación con el peronismo?

–La OIA de hecho fue la sección judía del Partido Peronista. En ese sentido, me hace acordar también a la sección judía del Partido Comunista, que tenía sus publicaciones en idish. Entonces, en este sentido, no es algo novedoso en Argentina. Y la idea era movilizar el apoyo de este grupo de inmigrantes, que tenía mucho para beneficiarse de las políticas económicas y sociales del peronismo. No era un grupo mayoritario dentro de la política judía, pero sí tenía más peso e importancia de lo que se solía pensar. Uno de los problemas, uno de los desafíos que tenemos que enfrentar como historiadores es la falta de documentación acerca de distintas organizaciones peronistas, entre ellas también la judía. Los documentos fueron destruidos, o por los mismos peronistas una vez que cae Perón por miedo de la represión, o por parte de los miembros de la Revolución Libertadora, o por las nuevas autoridades. No tenemos listas de los miembros, no tenemos documentos acerca de las filiales de la OIA en el interior del país, acerca de las actividades femeninas, y por lo tanto yo junté toda la información que pude, pero reconozco que el cuadro todavía no es completo. Pero me impresionó que cuando la OIA celebró un evento importante en 1953 más de cien instituciones judías adhirieron, esto parece significativo. En algunas instituciones judías, como el Hospital Israelita, la OIA tenía una importancia crucial. Uno de los datos que incluyo en el libro, y que hasta ahora nadie conocía, es el hecho de que el mismo presidente de la DAIA, Ricardo Dubrovsky, se afilió al Partido Peronista. Pueden decir que lo hizo para conseguir una cátedra en la UBA. Pero cuando uno no quiere reconocer que muchos judíos sí apoyaban al peronismo se puede decir que buscaban enriquecerse o que buscaban protagonismo.

–Usted plantea en el libro que antes del surgimiento del peronismo los judíos no eran considerados parte de la polis o el demos de la nación argentina por sus élites gobernantes, y que lo que se produce durante el peronismo es la ampliación de ciudadanía hacia diferentes grupos étnicos, entre ellos los judíos.

–Exactamente, yo creo que es ésta una de las conclusiones más importantes, que de hecho el peronismo abrió las puertas hacia la Argentina multicultural de hoy en día. El peronismo desafió este mito liberal del crisol de razas según el cual los grupos de inmigrantes tenían que dejar de lado sus rasgos culturales y transformarse en argentinos como cualquier otro. El peronismo no puso demasiado énfasis en los derechos individuales en el sentido liberal, pero sí puso énfasis en los derechos grupales. Y los distintos grupos de inmigrantes estaban reconocidos como argentinos y sus lazos con sus madres patrias recibió por primera vez una legitimación por parte del Estado. A diferencia de la extrema derecha argentina, que al hablar de la doble lealtad puso en cuestión la argentinidad de distintos grupos de inmigrantes, sobre todo de los judíos; el primer peronismo y Perón mismo no vio ninguna contradicción entre la argentinidad o la condición argentina de estos inmigrantes y sus lazos, en el caso de los judíos, con el sionismo o el Estado de Israel. Perón llegó a decir en algún discurso que un buen judío argentino debe apoyar el Estado de Israel. Y Perón dio los mismos discursos en marcos comunitarios de argentinoárabes, y también apoyó mucho la integración de estos argentinos de origen árabe, el movimiento peronista alentó sus lazos con Siria, el Líbano y otros países. Y vi por lo menos un par de discursos de Perón de aquellos años en marcos comunitarios de argentinojaponeses, y es lo mismo. Es decir, estas puertas hacia la Argentina de hoy en día que es multicultural, en muchos sentidos, tiene los genes de las políticas peronistas de aquellos años.

–¿Cómo puede definir a los muchachos judíos peronistas de ese primer peronismo?

–Esta identidad manifiesta un argentino orgulloso, que es también un judío orgulloso, que no quiere y no cree que son contradictorias su identidad judía y su identidad argentina. En ese sentido, se trata de muchachos pioneros en una elaboración inicial de esta propuesta identitaria nueva en la Argentina de los años cuarenta. Este es el tema fundamental, las políticas de identidad. Perón ofreció una alternativa a esta identidad híbrida.

–¿Y cómo eran las muchachas judías peronistas?

–Es una pregunta excelente, pero tengo una respuesta que no es completa porque no tenemos suficiente información. Sabemos que las esposas de los dirigentes de la OIA estaban involucradas, que desde Clara Maguidovich, la esposa del ministro del interior Angel Borlenghi, pasando por las esposas de Pablo Manguel y Sujer Matrajt, ellas sí estaban involucradas en estas actividades. Además sabemos de distintas expresiones de solidaridad de varias organizaciones judías hacia la figura de Evita. Mucho más de eso, lamentablemente, no sabemos. Espero que otros investigadores o investigadoras tengan más suerte que yo en encontrar documentación relevante para arrojar luz sobre esta cuestión.

jueves, 20 de agosto de 2015

EL RETORNO DE LO POLÍTICO, POR JORGE ALEMÁN (Página12, 20/08/15)

Jorge Alemán

Distinción entre lo político y la política

En primer lugar el título “El retorno de lo político”, ya de entrada, implica que lo político parece ser algo que no está siempre presente, que no está ahí, que no se nos presenta como algo estable, firme y consolidado. Si hablamos de vuelta o retorno de lo político quiere decir que lo político puede ser evitado, puede ser reprimido, puede ser cancelado, puede ser olvidado, por eso para tratar este tema me voy a valer de la distinción entre lo político y la política, y voy a referirme a esta distinción clásica entre lo político y la política a través de los trayectos teóricos en los que me he sentido involucrado y concernido.
1.Producción de subjetividad y singularidad irreductible

En primer lugar, una diferencia que para mí es clave y que se suele a veces solapar o confundir en el campo de la filosofía, de las ciencias sociales y de las ciencias políticas. Una cosa es, las lógicas del poder, que en la formación del neoliberalismo actual, como concreción del discurso capitalista producen subjetividades, el modo en que los medios de comunicación, las corporaciones han tomado como su botín más valioso la producción misma de la subjetividad, y otra cosa es la propia constitución del sujeto por “la lengua”, constitución que se inaugura antes del nacimiento del sujeto y que prosigue después de su muerte. Son dos lugares absolutamente a diferenciar, es más , constituyen la diferencia absoluta.
La diferencia absoluta

Una cosa es la producción de subjetividad por las lógicas del poder, que asume distintas figuras: las producciones del emprendedor, vivir la propia vida como si fuera una empresa, la producción de las palabras horribles de autoayuda y autoestima, la producción del hombre endeudado, la producción del hombre que está obligado y sometido a los imperativos de felicidad que cada vez lo vuelven un ser más atormentado, las industrias farmacológicas, los coaches, etc. etc., y otra cosa es esa singularidad irreductible que surge en el advenimiento con “la lengua” a su existencia hablante, sexuada y mortal; si se confunden estas dos cosas y creemos que el poder definitivamente capta ese momento de surgimiento del sujeto, el crimen es perfecto, y entonces sí podemos decir que los medios de comunicación fabrican sujetos, producen sujetos.
La singularidad no puede ser producida

No, la singularidad no puede ser producida, llamo político al instante en donde el sujeto adviene y llamo política –en cambio– a las producciones de subjetividad, y esta es una diferencia que me parece grave, si esto se confunde, si se borra ese momento inaugural, estructural, si ustedes quieren “ontológico” de la constitución misma de esa singularidad donde hay en cada uno algo irrepetible, eso que nos hace ser a cada uno quienes somos, si se borra eso, y se confunde con la producción de subjetividades, como dije antes, entonces finalmente el poder ha realizado su crimen perfecto y no hay ya ningún lugar ni para ejercer resistencia, ni para recuperar los legados históricos, ni para practicar la rememoración y la invención. Así que esta es mi primera distinción clave entre lo político y la política, la política es todo eso que surge de los dispositivos del poder del capital y en cambio llamo político a lo “inapropiable”.
Lo inapropiable

Si el discurso del capital, la lógica de circulación de la mercancía, la capacidad que tiene la mercancía para tratar a las subjetividades como si fueran fluidas, líquidas, volátiles, logra borrar esta singularidad, efectivamente no hay ya ninguna otra posibilidad que pensar que el poder se ha adueñado de todas las existencias. Entonces, en este aspecto, considero que es un ejercicio fundamental del pensamiento pensar lo inapropiable. ¿Qué es lo inapropiable? Aquello que el discurso del capital no puede capturar. ¿Cómo nombro aquello que el discurso del capital no puede capturar? Esta singularidad, que surge en el advenimiento de “la lengua”, y que es el lugar en donde efectivamente los retornos, entre ellos el retorno de lo político, se puede llevar a cabo.
2.Diferenciar capitalismo de hegemonía

Mi segunda distinción, aquí me diferencio de ciertas construcciones teóricas, no voy a dar nombres de autores pero voy a diferenciar al capitalismo de la hegemonía. Yo mismo lexicalmente o idiomáticamente digo: “la hegemonía neoliberal”, “la hegemonía del capital”, etc. etc., es un modo de hablar. Sin embargo creo que el capitalismo por su capacidad de conectar lugares, expandirse transversalmente, carecer de barrera, expulsar todo lo que sea imposible, absorber todas las crisis y potenciarse a través de la crisis, porque las crisis las padecen los pueblos, las naciones, las familias y los sujetos pero nunca la lógica del capital. Al ser el capital un movimiento circular, ilimitado, donde todo el tiempo lo nuevo llama a lo nuevo para anularse como novedad y no para producir ningún acontecimiento, donde lo diferente llama a lo diferente para que nunca surja la diferencia, en ese sentido considero que el capitalismo no es una hegemonía, el capitalismo es un poder.
La hegemonía siempre es vacía

La hegemonía por el contrario, se construye con las singularidades y por lo tanto siempre es vacía, tiene como punto de partida la heterogeneidad, no puede borrar nunca las diferencias, pensemos por ejemplo la propia construcción hegemónica cuando hablamos de las demandas no satisfechas por las instituciones del neoliberalismo y cómo esas diferentes demandas ingresan en una cadena equivalencial, esas diferencias nunca son borradas en la lógica de la articulación hegemónica, así que opongo la estructura del discurso del capital –al que considero un poder–, de los proyectos hegemónicos.
Discurso del capital y voluntad acéfala

Llamo política al discurso del capital y a su vocación fundamental de realizar como voluntad acéfala la conexión de todos los lugares en el circuito de la mercancía y designo en cambio como político lo hegemónico, que siempre es por esencia fallido, inestable, y que tiene que jugar su partida en la brecha (por eso surge de una manera tan reiterada la pregunta por el carácter irreversible o no de los cambios), tiene que jugar su partida en la brecha de la estructura de emplazamiento del discurso del capitalismo, que como ustedes saben ya no podemos pensar que haya una contradicción interna que le asigne a un sujeto un lugar previamente determinado que logre salir del capitalismo. El capitalismo nos confronta a una paradoja única en la historia que es, por un lado, que no podemos nombrar su salida, no podemos reconocer su exterioridad, y por otro lado tenemos que seguir insistiendo en su carácter contingente e histórico.
La construcción hegemónica

Así que, como ustedes ya han visto, he hecho dos distinciones entre la política y lo político, la primera, las fabricaciones de subjetividad de los dispositivos de poder de la singularidad subjetiva; la segunda, el poder del capital de la construcción hegemónica, la construcción de una lógica articulada y hegemónica, el modo en que una voluntad popular emerge, siempre tiene como punto de partida lo heterogéneo, lo diferente, lo que no es susceptible de ser homogeneizado. El discurso del capital es un campo que se extiende transversalmente, homogéneamente; la hegemonía nunca logra conquistar homogeneidad alguna, y su verdadera fuerza transformadora precisamente consiste en esa heterogeneidad con la que trabaja y por la cual es trabajada.
3.Actos instituyentes e instituciones

Mi tercera distinción, y la última, es la diferencia entre los actos instituyentes –así los designo yo, no utilizo términos de otras tradiciones como poder constituyente o praxis instituyentes–, y las instituciones.
Un acto instituyente es lo político

¿Cómo entiendo un acto instituyente?, un acto instituyente es lo político, entiendo un acto instituyente y pienso en su inteligibilidad para dar cuenta de cómo lo nuevo entra en la historia, lo que caracteriza al acto instituyente es que por un lado –y prestemos atención a esto– no es una creación que viene de la nada, no es una creación –como podríamos decir– “ex nihilo”, es una creación que exige las tramas simbólicas, las constelaciones históricas, las herencias, sin embargo, en tanto acto instituyente, no es un mero resultado de esas condiciones históricas, es más, exige la presencia de esas condiciones históricas pero es a la vez una ruptura con respecto a las mismas.
Soledad: Común

Lo nuevo entra en la historia a través del acto instituyente y el acto instituyente está siempre llevado a cabo por un colectivo de singularidades que he designado en mis textos bajo el nombre de “Soledad: Común” porque son tanto singularidades como por otro lado operan en el común de “lalengua”, y vuelven a ser otro nombre de lo inapropiable, así como dije que el sujeto en su singularidad y advenimiento era inapropiable, ahora digo que un acto instituyente es también otro nombre de lo inapropiable, como también lo es la hegemonía, la hegemonía nombra también lo inapropiable.
Imposible-Contingente, Necesario-Posible

Lo que nos interesa pensar siempre es ¿qué cosa el discurso del capital no puede apropiar? Este acto instituyente, como ustedes saben, el único destino posible que tiene es fundar instituciones, su trayecto final es ser recogido por la institución, es como en la historia del amor, está el encuentro contingente, y luego el desafío de la permanencia, del mismo modo el acto instituyente se juega en la relación entre lo imposible y lo contingente, y la institución se juega entre lo necesario y lo posible.
La aventura de la permanencia

La institución está hecha de jerarquías, burocracias, inercias, autoridades, y todo el desafío es cómo ese acto instituyente –que es lo político– se aloja en la política de las instituciones, de tal manera que la institución no se puede clausurar –aunque lo intenta, con respecto a ese acto instituyente–, y a la vez el acto instituyente se caracteriza por no tener más remedio que pasar por la aventura de la permanencia. En este aspecto, ese acto instituyente... doy tres rasgos: la angustia (porque siempre se hace desde un lugar de desamparo, siempre se hace sin... –aunque haya una constelación histórica que lo preceda–, en el acto instituyente hay una soledad radical, aunque sean muchos los que intervengan), luego, la certeza (la certeza siempre viene de la angustia) y por último la anticipación.
Angustia, certeza y anticipación

Angustia, certeza y anticipación son los tres modos del acto instituyente. La institución por el contrario es la que lo va a acoger y entiendo por praxis militante aquella praxis que es capaz de llevar al seno mismo de la institución la inestabilidad, la fragilidad, el desamparo, la angustia, pero también la certeza del acto instituyente.
Entre el acto instituyente y lo instituido

Ahora bien, nadie puede identificarse ni adueñarse de un acto instituyente, porque sería un contrasentido, es siempre un colectivo anónimo, que he designado como “Soledad: Común”, pero tampoco ninguna institución, si quiere seguir estando en un proyecto emancipatorio y transformador puede borrar la memoria, la huella, la impronta de aquel acto instituyente. No queda más remedio que vivir todo el tiempo en una tensión entre el acto instituyente y lo instituido de la política, entre el acto instituyente inapropiable de lo político y lo instituido de la política.

Sé, soy plenamente consciente, que no he hablado de ninguna de las situaciones del presente y no he nombrado a nadie, pero yo estoy seguro de que con la generosa imaginación de todos ustedes pueden tal vez inferir de qué estoy hablando.

* Psicoanalista. Autor de Para una izquierda lacaniana. Intervención en el Foro Nacional y Latinoamericano por una Nueva Independencia.

miércoles, 19 de agosto de 2015

LA NUEVA DERECHA, UNA MIRADA RETROSPECTIVA, POR RICARDO FORSTER (Página 12, 18/08/15)


Nicolás Casullo, recordado por Ricardo Forster


En la Argentina de estos días electorales se discuten muchas cosas. Algunas tienen que ver con la dramaticidad de una escena en la que, probablemente, se jueguen los próximos años en términos de continuidad o no del proyecto kirchnerista; otras, más solapadas y subterráneas, tienen que ver con las estrategias de la derecha que busca recuperar el terreno perdido eligiendo, como centro de su despliegue, capturar sentido común y opinión pública aprovechando la máquina comunicacional que está funcionando a todo vapor desparramando denuncismo serial y lenguaje del odio y la descalificación. Siguiendo las huellas de este dispositivo de poder que nunca dejó de reconstruir sus aspiraciones desde una constante guerra de posiciones con el gobierno nacional, me encontré con uno de los últimos artículos que publicó Nicolás Casullo cuando, en el 2008, estábamos en pleno conflicto con las patronales agromediáticas; un conflicto que, como ya he destacado muchas veces, marcó a fuego esta etapa del país. Cito, porque me parecen ejemplares y anticipatorios para pensar la actualidad, algunos tramos de su reflexión alrededor de lo que, ya en esos años, llamábamos “la nueva derecha”.

“Derecha. Herencia de los asambleístas de 1789 en París. Palabra que muy pocos asumen cabalmente hoy. Definición que ha perdido lares ideológicos. ¿Dónde empezar a buscar la derecha? ¿En la oposición al Gobierno? Por cierto. ¿En la interna del justicialismo? Sin duda (cuando ni siquiera asomaba el candidato del algoritmo publicitario, le quedaba claro a Casullo que desde el interior del PJ vendría una parte central de la ofensiva de la derecha. No se equivocó). ¿Cómo repensarla en sus formas actuales? A partir del lockout del agro se vuelve a discutir ahora el tema de la derecha política e ideológica, frente a la nueva nación agraria como ‘reserva moral de la nación’, según ciertos medios golpistas, evocantes de añejas ‘reservas morales de la patria’.”

“Dilema enredado y a examinar, cuando la derecha no pretende ser, hoy en la Argentina y en otros países, un partido desde sus antiguas prosapias, o que busque un nuevo traje que la delate. Tampoco una programática que ‘aparezca contra alguien en especial’. Más bien una adopción para todos, que se yergue y aduce la desintegración de ‘anacronismos’ basados en las vetustas ideas de ‘conflicto’ político, de ‘intereses opuestos enfrentados’, de ‘lucha social’. La derecha es, desde hace años, activa: de avanzada. Es una permanente operatoria cultural de alto despliegue sobre la ciudadanía, como comienza a evidenciarse en nuestro caso con el apoyo de importantes sectores ‘al campo’.”

Casullo comprendió, en medio del fuego mediático, que los recursos que se estaban poniendo en movimiento ya no respondían a las viejas trincheras ideológicas de la derecha, que en gran medida habían quedado anticuadas, sino a esos nuevos recursos nacidos del interior de los lenguajes audiovisuales y de los laboratorios del marketing y la publicidad. Lejos de identificarse como exponente de una contrarrevolución social y cultural, la derecha, ausentada de esas tradiciones por simple estrategia política, prefirió apropiarse de modalidades y lenguajes que no le pertenecían. El giro espectacular de Macri después de las elecciones de Buenos Aires es fiel reflejo de este oportunismo desideologizado que le permite, a la derecha, pasar de un enunciado ultraliberal a una defensa del rol activo del Estado. Nada es sustancial, todo puede comprarse en el mercado persa de ideas desnutridas de toda verosimilitud. Es el reino de los encuestólogos y los asesores a lo Durán Barba. La “nueva derecha” habla el lenguaje evanescente y liviano de la jerga publicitaria que transforma a la política y a los candidatos en una mercancía más, pero también ha abandonado la retórica puramente reaccionaria para mimetizarse con los nuevos lenguajes políticamente correctos y ofrecerse como garante de una sociedad más descontracturada.
Ricardo Forster y su mirada retrospectiva de un texto de Casullo


“La derecha en Occidente –proseguía Casullo dándole espesura conceptual a su intento de desentrañar lo nuevo de una vieja ideología– constituye un armado modernizante desde una opinión pública mediática expandida diariamente. Configura el reacomodamiento de un tardo capitalismo, camino hacia otro estado de masas, incluidos amplios segmentos progresistas conservadurizados (punto central para comprender la pregunta que se suele formular con insistencia: ¿Qué les pasó a esos antiguos progresistas que hoy se han convertido en funcionales a la nueva derecha?). Operatoria que busca plantear el fin de las ideologías, el fin de las disputas de clase, el fin de las derechas y las izquierdas, precisamente como premisas disolventes de todo sentido de conciencia sobre lo que realmente sucede con la historia que se pisa. No azarosamente crece desde que el dominio económico tuvo que endurecer y dividir el planeta, desde los ‘80, entre perdedores y ganadores netos. Lo mediático es hoy su gran operador: el espíritu de época encarnado, diría Hegel. Derecha como Sociedad Cultural que nos cuenta el itinerario de los procesos. Que coloca los referentes y las figuras, y decide cómo encuadrar lo que se tiene que ver y lo que no se tiene que ver. La derecha, desde esta operatividad cultural, es la disolvencia de lugares y memorias. Es un relato estrábico, como política despolitizadora a golpes de primeros planos y títulos sobreimpresos.”

Un buen ejemplo de esto, sigue afinando su análisis crítico Casullo, “podría ser Eduardo Buzzi, representante de la Federación Agraria, que concita en su discurso todos los signos de la desintegración de lo ideológico”. Del agrietamiento de lo que antecede a una historia, y también de lo que la proyectaría hacia adelante. “Se sitúa en una zona propicia de un discurso pospolítico, magmático. En un no lugar, que en realidad es ‘el lugar’ propicio. Todo se vuelve equivalente, decible, posicionante. Ex militante del PC, miembro de la CTA, ha aportado, sin embargo, con su voz la argamasa política clave en su alianza con Miguens y Llambías, para situar a la oligarquía agraria en el pico de sus aspiraciones como nunca en los últimos 50 años, en tanto histórico conglomerado de poder.” A su vez –paralelo a las cacerolas antipopulares de Barrio Norte pidiendo la caída del gobierno–, “Buzzi llegó a solicitar nada menos que la reestatización de YPF, se arrodilló devoto frente a la virgen campestre de la nueva ‘patria agraria’, y demandó, junto a las rutas, imitar lo que hacía Evo Morales en Bolivia, el líder indígena jaqueado por la sojera Santa Cruz de la Sierra, socia ideológica de nuestro agro alzado repartiendo escarapelas ‘por otro ordenamiento’ que respete dividendos”.

Viniendo desde orígenes ideológicos liberales, también se podría construir la ruta de la desideologización de candidatos como Macri y Massa que vuelven a apelar, como antaño, a los slogans forjados en la patria publicitaria, cáscaras vacías heredadas de una democracia transformada en escenografía sin contenidos. Peligroso ha sido cuando, desde el propio kirchnerismo, se buscó “espejar” a los candidatos de la derecha restauradora. Uno de los rasgos de la actual disputa electoral es que desde el FpV se busca diferenciar con contundencia su proyecto, hoy encabezado por la fórmula Scioli-Zannini, del que postulan tanto el macrismo como el massismo. Una disputa entre la lengua de la política y el habla del marketing y la despolitización. Daniel Scioli, que en algún momento de su trayectoria pareció estar más cerca de lo segundo, hoy se encuentra ante el desafío de expandir los grandes logros de estos 12 años. Así está planteada la diferencia en la Argentina: continuar, bajo nuevas condiciones y dificultades, un proyecto inclusivo y democratizador marcado a fuego por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, o, por el contrario, retroceder, bajo las formas ilusorias de una derecha que no se nombra como tal, a la hegemonía de las grandes corporaciones económico-mediáticas que hoy se encuentran representadas, fundamentalmente, por Mauricio Macri.

Hace tres décadas, y a raíz del rotundo empuje con que se expandió la estrategia de la revolución conservadora, el francés Pierre Dommergues planteó con una comprensión anticipatoria lo que terminaría por realizarse a escala mundial y sólo cuestionado por las experiencias democrático-populares sudamericanas: “Los neoconservadores se proponen una revolución cultural que destrone el actual régimen de partidos y deje atrás a los referentes sociales de la izquierda democrática. La lucha se dará en el campo cultural y de mass-media para un tiempo de reordenamiento de mercado donde desaparezcan las variables de izquierda y derecha como paradigmas de orientación social, en pos de limitar a las demandas democráticas y a los Estados de corte social. Se ofrece, como sustitución, un liberal conservadurismo y un liberal modernismo, que más allá de sus divergencias coincidan en la voluntad de imponer una nueva repartición de la riqueza, disciplinar a la mano de obra, descalificar toda política que se resista a este disciplinamiento y establecer una nueva forma de consenso. Es una amplia operación de reestructuración cultural de gobernabilidad para correr a la sociedad en su conjunto hacia la derecha, a través de un Partido del Orden Democrático. Es una nueva sociedad de la información para un nuevo tiempo moral”. Sin duda estamos discutiendo el abrumador éxito de esta profunda estrategia cultural, que tres décadas atrás fue estudiada para entender no sólo qué sería la sociedad conservadora, sino, sobre todo, cómo esa batalla en el plano de las interpretaciones –desde la derecha política en EE.UU. y hacia el orbe– significaba invisibilizar este propio proceso resimbolizador para una nueva edad del capitalismo.

La revolución conservadora –afirmada en un decisivo proceso de transformación cultural– significó la permanente constitución de un nuevo sentido común, a partir de una inédita capacidad tecnoinformativa para generar estados de masas. “No se está, por lo tanto –señalaba con aire provocador Casullo–, frente a una conspiración imperialista. Ni frente a una entelequia de la CIA. Asistimos sí a una edad civilizatoria de éxito tecno-cultural de los poderes –de las derechas– sobre los desechos de una histórica izquierda que había predominado como conciencia mayoritaria de masas para la edad ‘del progreso social y de los pueblos’ entre 1945 y 1980. Discutir la derecha en nuestro país es entonces debatir, en principio, no un partido ni una figura. Es desollar una cultura que se fue desplegando, supuestamente ‘fuera de la política’: en lo indiscernible de las posiciones. En cómo me compro una remera o miro al otro. Cultura común y silvestre, que recién se activa políticamente cuando las circunstancias de los dominios societales lo creen necesario. Puede ser con una nueva ley contra inmigrantes de la Unión Europea. O con la calidad de presunto terrorista a ser desaparecido en cualquier parte de USA. O con los millones de sin trabajo, sin papeles, sin escolaridad, que registran como abstractos ‘ciudadanos votantes’ y se resisten a las falsas mesas ‘del consenso’. Sujetos que precisarían de una ‘salvación moral’ a cargo de las clases pudientes que los rescate de ser acarreados como ganado. Cultura de derecha, que hospeda a las políticas de derecha.”

Hincando el diente en el corazón argumentativo de una derecha que no suele definirse como tal, Casullo avanza en su impecable y sutil descripción ideológica de quienes también hoy se ofrecen a la sociedad como “el cambio” para sacar al país de su decadencia: “La historia –siguiendo el hilo de su desconstrucción del neoliberalismo de época–: será siempre, por sobre todo, el hallazgo individual. El caso. Las antípodas de las masas como historia. La pobreza: una latente amenaza delictiva, un paisaje de miseria inalterable como tipología geográfica de ‘lo malo’ en la ciudad. La cultura ajena al espectador. El hambre: algo que ya no tendría ideología ni biografía social, un icono suelto en la vidriera para cualquier retórica del espinel político. Lo policial: lo que debería incorporarse idealmente, como ortopedia, al núcleo familiar protegido”. (Ahí está Massa vociferando su demanda de más represión y arremetiendo contra el nuevo Código Penal acusándolo de “permisivo y a favor de los delincuentes”). “Un policía al lado mío. El Estado regulador, interventor, recaudador: un espacio ineficiente (ilegitimado), que ‘gasta mi dinero’ y corrupto (por político). La política: un descrédito en manos de zánganos que podría existir como no existir para lo que hace falta. La nota policial: en tanto amedrentación y reclamo de seguridad, pasa a ser el verdadero estado social de la vieja política a cancelar. Lo que escapa a la ‘Ley y concordia’ del mercado. Lo comunitario: una utopía solitaria entre yo, el negocio y ‘mi bolsillo’ (tenga 100 pesos o mil hectáreas adentro).”

Lo nacional: un espacio a-histórico, siempre al borde del caos que sólo victimiza. Con habitantes nunca representados por nadie, sólo por el foco de la cámara, y donde la única noticia es que la política ya ha fallado, siempre, antes de empezar. “La nueva comunidad pos-solidaria –concluye Casullo– es ahora una sociedad en tanto arquitectura de servicios que ‘me debe servir’ con la eficiencia modélica de lo privado selecto. Ya no soy parte de la memoria de lo público, de los hospitales sociales y universidades, políticas hoy en crisis, sino que me trasvestí en un cliente exigente del otro lado del mostrador. La libertad: el simple pasaje desde el ‘libre consumidor’ al ‘libre sufragista’ sin identidad, alabado por sin partido, por vaciado en cada elección, a punto de comprar algo ‘genuinamente’ entrando al escaparate del cuarto oscuro. La gente: un ‘yo’ sublimado, absuelto en tanto construcción narrativa. Una unidad personal ‘auténtica’, que representa un muchos en tanto estos muchos no se constituyan en otro tipo de ‘yo’ (como sujeto político identificado), y permanezca como infinita clase media de ‘empleados’ por el capitalismo, en una competitiva y ansiada igualdad de explotados. Lo sindical, lo popular, los desocupados: una realidad indiscernible de hombres de a ‘grupos’. Algo que debe vivir a distancia de mi vida y que ‘el Estado no atiende’. Seres organizados para algo que nunca se sabe. Imagen mítica en pantalla con palos y pasamontañas. No blancos, peligrosos en conjunto, dirigidos por vagos, punteros, jefes de barriadas y líderes pagados. Un otro cultural y existencial que como nunca, en la Argentina de la plenitud informativa y formativa, ha alcanzado casi el apogeo de una lucha cultural de clases de lo gorila sobre lo peronista, como un racismo no disimulado sobre lo popular, gremial y piquetero: universo de la negatividad política, del voto subnormal y de politizados a propinas.”

Sobre este tablero mediático hegemónico, “la nueva derecha, hoy como semilla de república agroconservadora, juega siempre de local. El trabajo del sentido común, de ver el mundo, le viene ya dado. Y desde ahí aspira ahora a convertirse en bloque social histórico, desde sus núcleos de neorrentistas, nuevos arrendatarios y bisoños inversionistas especuladores que le amplían sin duda el campo cultural de ciudadanía”. Poco se puede agregar a este cuadro magníficamente trazado, hace unos pocos años cuando algo fundamental comenzó a cambiar en nuestro país, por Nicolás Casullo. El cuadro de una nueva derecha que ha encontrado, o eso cree al menos, nuevos recursos y un nuevo candidato para insistir con su regreso al poder.

martes, 11 de agosto de 2015

EL VOTO FUERA DE LAS MAQUINARIAS, POR HORACIO GONZÁLEZ (PÁGINA12, 11/08/15)

HORACIO GONZÁLEZ
(Siempre se ha reservado "la maquinaria electoral", para designar los "aparatos", con punteros, militantes,  etc.,  de los políticos, aquí el Director de la Biblioteca Nacional, los significa para la trama de inducción organizada, por los medios de comunicación, las operaciones, y los mecanismos de embargo de la espontaneidad y las decisiones libres -vp- )



Cualquier elección nacional debería ser interpretada según el tipo de libertad de conciencia en que se engarzan los votos. Si hacemos una rápida historia de las tensiones entre la autoconciencia del elector y el modo en que se induce la toma de la decisión final, se puede afirmar que han decrecido los factores de autonomía y se ha agrandado la parte correspondiente al voto emanado de la red de operaciones calculadas, que tradicionalmente se llama campaña, pero en verdad se compone de un conjunto de guerrillas semánticas guiadas por asesores, publicistas, entendidos en tópicos motivacionales, psicólogos improvisados, encuestadores con resultados por lo general atados a la fuente remunerativa, intérpretes de ligereza asegurada sobre los presuntos misterios que surgen de los denominados “focus group”, consultores de discurso cada vez más sofisticados, pero que lo son en la misma medida en que fabrican arquetipos en los que hacen descansar simplificadísimas hipótesis ficticias de interlocución de los candidatos. Así uno de esos asesores –que se hacen tan conocidos como los propios candidatos– llegó a decir que el personaje típico del país es “un vendedor de choripán en Mataderos”, al que entre diversas circunvoluciones de su pensamiento alegórico, le puso el nombre de Cacho, que rebosa dulzonamente una seudointimidad.
Todo esto contrasta con las modalidades del voto ya arcaicas, pero no minoritarias. El voto no inducido por el laboratorio del especialista científico en campañas, esto es, el voto ajeno a los “operadores” que superan hoy el papel de los “punteros”, voto que no ha desaparecido, aunque se halla lamentablemente amenazado. A diferencia del votante que surge de los auténticos componentes de la memoria electoral de un país, el del voto no “operado”, ese voto libertario no creado por la densidad social de los intereses invisibles en juego, trata en estos tiempos de generalizarse el recinto sigiloso donde actúa, con sus probetas, termómetros y cintas de medición el experto taumaturgo que desea imponer resultados previos ya trazados, en una gigantesca inducción con su ciencia “hipotética deductiva” de manipulación refinada de cuerpos electorales enteros.
Telepromter


La elección que ha transcurrido mostró en parte el dominio general de tales operaciones, que fueron desde la más brutal que se conoce en la historia electoral argentina –la atribución de un cruel asesinato ya comprobado en los turbios entretelones de la sociedad, típico crimen de las estructuras de ilegalidad de las sociedades capitalistas, transferido sin más a uno de los candidatos del domingo– hasta el uso del “teleprompter” por parte de Macri, para leer en una situación de aparente espontaneidad un discurso absolutamente ya moldeado en todos sus enunciados. Esto último nada tiene de malo, y desde luego es muy diferente de la tecnología de inculpación rápida a un candidato, con un golpe de efecto comunicacional basado en el terrorismo del significante. Sin embargo, todas estas son advertencias preocupantes respecto de que se aproximaría el tiempo –si no reacciona lo que consideramos un espíritu republicano y democrático más incisivo que el que a veces con ese mismo nombre se pregona con ligereza– en que podría quedar extinguida la idea de verdad en las estructuras comunicacionales de un país. Sin embargo, el sistema hace años implantado para los locutores de televisión, de hablar manteniendo en un plano implícito y no observado por el espectador, una máquina que contiene el discurso que aunque se lee, deja flotar el sentimiento de que es “natural” y no producto de la fábrica de textos, también introduce un enrarecimiento en la conciencia política (de los candidatos como de los votantes). Sin embargo, esta nueva zona de confiscación de las tradiciones oratorias por parte de máquinas de la industria serial de discursos, que también embargan la capacidad de interpretación espontánea del político, ha quedado perturbada. Y de algún modo refutada por los resultados de la elección, más allá de tal o cual candidato.
BRAINSTORMING o lluvia de ideas


Quedó en entredicho que los discursos se hayan transformado en un conjunto de señuelos, ya sea presentando al candidato como alguien “que aprendió de sus errores”, que “escucha al común”, que “reconoce al peronismo, la justicia social”, ya sea afirmando “la verdadera justicia social, no como elemento discursivo sino en la realidad efectiva”. Más peronista que esa frase, imposible. Es la traducción del “mejor es hacer que decir” (pero por su mero acto de decirse demuestra que tanto el decir como el hacer comparten el mismo rango de importancia, lo cual es necesario certificarlo hoy, donde impera el decir modelado en las cintas de montaje de los gabinetes de ensamble de piezas lingüísticas, al servicio de todos los candidatos, pero quien fue más allá fue la candidata Vidal en su discurso peronista en la provincia de Buenos Aires. Todo daba la impresión de que el peronismo histórico ya lo había dicho todo y ahora era cuestión de retraducirlo al idioma del operador o del recitador de la minuta preelaborada de campaña, lo que entregaba una visión del peronismo y sus fraseos que ocuparon los tramos anteriores de la política argentina, sumamente mecanizada y reelaborada en las probetas entrecruzadas del “nuevo comunicador de maniobras”. ¡El macrismo reivindica el peronismo! Pero de lo que se trata es de decir el pasado nacional en figuras nuevas de convocatoria, entusiasmo ciudadano y acción social.

Se estaba verificando un gigantesco pasaje del modo en que se comportaron los votantes de los ciclos anteriores (el votante que votó a Yrigoyen en 1916 y 1928; el votante que votó a Perón en 1946 y 1952; el votante que votó a Alfonsín en 1983; el votante que votó a Kirchner en 2003). Es el pasaje de la ebullición de ideas al voto atado a la producción industrial del miedo. Por cierto, el reclamo de voto electrónico es justo, pero las condiciones en que ahora se pide, son las del refuerzo del voto de laboratorio, el voto previamente confiscado y coaccionado por maquinarias semiológicas diversas, que van desde la encuesta previa a las arduas planificaciones de las denuncias más inverosímiles. Y en medio de todo esto, una nueva entomología para extraer evocaciones publicitarias de un peronismo previamente congelado.
FOCUS GROUP o Grupo Focal


Muchos candidatos, en verdad todos, afirmaron que el ciudadano fue a votar a pesar de la inclemencia del tiempo. Descartando los que aprovecharon para convertir los efectos de la lluvia en una acusación política (algo que en verdad merecería que toda la acción u omisión de las tecnologías públicas sobre la naturaleza, en primer lugar los tipos de fumigación actuales sobre los campos de soja, sea puesto seriamente en debate), el tema ya estaba insinuado en la frase de 1946, en el decir del candidato de aquel entonces: “Vayan a votar rompiendo las tranqueras del patrón”. Pero ahora no se llega a tanto, sino que todo vale para proclamar catástrofes. La escuela de la doctora Carrió ha triunfado a un costo alto, la pérdida de su prestigio electoral a cambio de haber diseminado equívocas enseñanzas sobre todo tipo de artimañas sobre la conciencia colectiva. Los resultados ahora a la vista esperamos que no sean motivo de nuevas manipulaciones en el “brain storming” de los nigromantes de las nuevas seudociencias que embargan las formas diversas de autonomía ciudadana. En principio, los resultados generales y específicos (por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires), guardan una cierta relación de libertad autorreflexiva de los votantes, al demostrar que hay memorias que no se han pulverizado, reconocimientos brotados de la razón crítica que han sido realizados, y sobre todo, que los resultados que cosechó la operación denigratoria más calculada contra un candidato, permitieron contrastar el verdadero juicio de la soberanía del pensamiento cívico, con la asombrosa anulación de la facultad de juzgar a la que desdichadamente nos invitaba esa Gran Maquinaria de usurpación de los significados emancipatorios de la vida electoral. Atacados por todos sus flancos, por suerte esos resortes de autodeliberación social aún perduran, resistiendo laboriosamente. Precisamente, la resistencia sigue siendo un lindo concepto para pensar estos agitados días políticos, inclusive una renovada campaña electoral.

viernes, 7 de agosto de 2015

DE LA VICTORIA A LOS RETOS DEL FUTURO, POR JUAN CARLOS JUNIO (TIEMPO ARGENTINO, 07/08/15)

El próximo domingo se celebrarán a nivel nacional las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), y como está establecido, a partir de las 8 de hoy regirá la veda electoral.



El próximo domingo se celebrarán a nivel nacional las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), y como está establecido, a partir de las 8 de hoy regirá la veda electoral.
Nuestro enfoque no se circunscribe a un pronóstico de las tendencias que se revelarán este domingo, sino que propone aportar al debate y a la comprensión sobre esta etapa de la construcción política, frente al exigente reto de una lucha mucho más amplia y contradictoria en el mundo que viene.
El capitalismo tiene una dinámica compleja en la que se articulan distintos niveles de la realidad mundial. En el campo de la economía, las últimas décadas se caracterizaron por un crecimiento inusitado del capital financiero -en sus versiones legal e ilegal (narcotráfico, armas, corrupción, paraísos fiscales)- promoviendo un modelo de acumulación dominante de carácter especulativo en detrimento del desarrollo de la verdadera economía, o sea, de la industria, los servicios, el comercio y el trabajo. Complementariamente, la dinámica productiva, se funda en una imparable concentración de la economía acelerando la oligopolización de las distintas ramas debilitando el espacio de las pymes, lo cual acentúa la brecha de la desigualdad y genera daños irreparables en el tejido social y cultural. El accionar planetario de estas súper corporaciones contiene en su esencia otro elemento sustantivo: la explotación indiscriminada de la naturaleza y sus efectos destructivos de la vida en la Tierra. Todo indica también que este rasgo irracional y de enorme peligrosidad de la actual fase del capitalismo, no ha resultado posible detenerlo ni modelarlo.
En el plano de la política internacional, la hegemonía estadounidense y europea (esta última dominada por los banqueros alemanes) está siendo objeto de profundos cuestionamientos. Como respuesta, emergieron nuevas configuraciones regionales que desafían a la única voz que se oyó en el planeta tras la disolución de la URSS.
La Política Exterior de USA para Latinoamérica

El despegue de los BRICS como bloque económico y político y la sumatoria de ASEAN+China han sido el sustento de la transición del mundo unipolar al actual mundo multipolar.
En América Latina, el punto de inflexión en esta dirección se produjo a partir del triunfo electoral de Hugo Chávez Frías en 1998. Tras intensas protestas populares y nuevos liderazgos políticos en casi todos los países de la región, los gobiernos y proyectos cambiaron el sentido de su marcha. La novedad más relevante es la recreación del proyecto de Patria Grande Americana promovido desde la primera independencia. En estos años, la construcción de la Unasur, Celac, ALBA y la ampliación de Mercosur incrementaron notablemente la capacidad política de la región para defender posiciones autónomas y soberanas, consolidar los procesos democráticos y constituir al continente en territorio de paz, a pesar que aún quede por resolver el conflicto emergente de la guerra civil en Colombia y la recuperación de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, clausurando la política militarista de Reino Unido.
Las decisivas ligazones de la región con China y Rusia han permitido ampliar la gama de alianzas de nuestros países, estableciendo acuerdos económicos y financieros muy diferentes a los promovidos históricamente por el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, la clave política de época es el fortalecimiento de la integración regional americana, ya que sólo desde esa unión podremos enfrentar en condiciones de paridad los desafíos del mundo que viene.
Con el triunfo de gobiernos democráticos nacionalistas, populares y de izquierda se desplegaron originales proyectos políticos con matices y diferentes alcances que transformaron radicalmente el mapa del continente en relación al desolador escenario de los años noventa.

La política ha vuelto a convertirse en una eficaz herramienta de transformación social reparadora y democratizadora. Pero además se ha reinstalado el debate profundo en todo tipo de colectivos -como los sindicatos, universidades, movimientos sociales y culturales; los propios partidos políticos, la juventud e incluso las familias-, lo cual pone de relieve que, efectivamente, hay proyectos en disputa en términos políticos y culturales.
En el caso argentino, las políticas han sido convergentes con otros gobiernos de la región: reparación de viejas deudas sociales, ampliación de derechos culturales, protección del mercado interno, integración territorial y ejercicio de la memoria, la verdad y la justicia con relación a los crímenes de la dictadura cívico-militar.

Advertimos que este proceso fue tumultuoso y contradictorio y que debió enfrentar las furiosas resistencias de los núcleos del poder conservador. En estos años, el poder mediático se ha convertido en la vanguardia y la dirección política del bloque generador de refriegas destituyentes, condicionado a su vez a la estrategia internacional del imperio en el continente. Se libra entonces una batalla mucho más extensa y profunda, sobre cómo será el mundo en las próximas décadas.
Surgen nuevos desafíos en los tiempos por venir. EE UU se recompuso del marasmo que significó el entierro del ALCA en 2005 y elabora nuevas tácticas desestabilizadoras contra los gobiernos populares, con el manifiesto objetivo de retrotraer al continente americano a los años noventa.
A la vez, las grandes conquistas de la década no pueden clausurar el ciclo de demandas postergadas por décadas de neoliberalismo. Nos desafían a definir nuevas metas a partir de las nuevas necesidades.
Como toda construcción colectiva de masas, las fuerzas populares también hacen sus aprendizajes y los propios gobiernos superan dificultades, obstáculos y contradicciones internas.
Juan Carlos Junio, autor de esta nota en Tiempo Argentino

Las actuales disputas electorales son mucho más que la discusión por la composición de los municipios, las cámaras legislativas y el Poder Ejecutivo Nacional. Se inscriben en una lucha más larga y profunda sobre el destino de América Latina.
La burguesía local, complementando la estrategia del poder político capitalista mundial, se propone en nuestro país la derrota del proyecto kirchnerista a manos de la derecha en cualquiera de sus variantes como un eslabón decisivo de su estrategia de restauración neoliberal. Todo indica que será derrotada, pero a partir del 10 de diciembre asistiremos a una nueva etapa de la larga marcha del pueblo argentino y latinoamericano por dar pasos afirmativos hacia nuestra definitiva independencia económica y política. Ganamos una década y batallaremos en la próxima. «

miércoles, 5 de agosto de 2015

EL PROGRAMA ENERGÉTICO DEL SAQUEO, POR FEDERICO BERNAL (Tiempo Argentino, 05/08/15)












El economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) se despachó por estos días con una nota titulada "Energía, discurso y mentiras electorales" (El Cronista - 29/07/15). Allí critica, como es lógico, la política energética del gobierno nacional y la renacionalización de YPF. Gustaríamos recordarle al lector quién es Navajas y qué es FIEL.

El economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) se despachó por estos días con una nota titulada "Energía, discurso y mentiras electorales" (El Cronista - 29/07/15). Allí critica, como es lógico, la política energética del gobierno nacional y la renacionalización de YPF. Gustaríamos recordarle al lector quién es Navajas y qué es FIEL. Al final, una respuesta a algunos de los conceptos técnicos vertidos, más un panorama de lo que sucedería con el sector energético si FIEL retornara al poder de la mano de Macri presidente.
Fernando Navajas se recibió de economista en la Universidad de La Plata y se doctoró a mediados de los '80 en la Universidad de Oxford. Actualmente se desempeña como economista jefe de FIEL, creada en 1964 por la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara Argentina de Comercio, la Sociedad Rural Argentina y la Unión Industrial Argentina. ¿Y qué es FIEL? Conjuntamente con las universidades del CEMA y de Torcuato Di Tella -con las cuales ha suscripto diversos tipos de convenios-, se trata de la principal y más representativa usina ultra-conservadora de la Argentina y entre las más importantes de América Latina. Desde su tribuna, FIEL apoyó el golpe de 1976 y las políticas económicas que desde la llegada de Martínez de Hoz al poder y hasta mayo de 2003 convirtieron al país en una semicolonia atrasada, excluyente y sometida. FIEL tuvo dos momentos de máximo apogeo: uno durante el denominado Proceso y el otro con el nombramiento de López Murphy en 2001 como ministro de Economía. Dos ejemplos que pintan a FIEL de cuerpo entero: 1) en su Consejo Consultivo figura José M.Dagnino Pastore; 2) en su Consejo Académico figuran, al frente del listado, Miguel Kiguel y Manuel Solanet. Sobre el punto 1): Dagnino Pastore se desempeñó al frente de la cartera de Economía durante buena parte de las dictaduras de Onganía y Bignone. En diciembre de 2005, La Nación informaba en su nota "Impiden en Derecho que dé clases Dagnino Pastore" que "la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires se negó a renovar la designación del ex ministro de Economía". La presentación aprobada por el Consejo Directivo de la facultad señalaba que Dagnino Pastore "carece de toda idoneidad moral para ser docente en la UBA", calificándolo a la vez de "usurpador de diversos cargos públicos, responsable directo de la estatización de la deuda externa argentina y uno de los máximos funcionarios de la dictadura genocida". Sobre 2): Miguel Kiguel, hoy asesor de Macri, corresponsable del endeudamiento argentino en los noventa y su responsable directo en la brutal aceleración del endeudamiento nacional a comienzos del nuevo siglo. En cuanto a Solanet, cabe recordar que fue Secretario de Hacienda de la Nación (1981/82) y Secretario Técnico del Instituto Nacional de Planificación Económica (1977/81). Actuó en la Dirección Nacional de Política Económica (1967/68) y en el Consejo Nacional de Desarrollo (1963/67). Como puede verse por las fechas de su paso por la gestión pública, todo un demócrata.
 El director del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (Oetec), Federico Bernal 

Navajas y la cuestión energética
Dice el ex funcionario de López Murphy en su nota del diario El Cronista que "el gobierno **ha fabricado este discurso [el célebre relato K] para tapar una década desastrosa que llevó al país a perder el autoabastecimiento energético confortable que tenía a comienzos de la década ganada". Claro, en 2003 teníamos un autoabastecimiento energético confortable, como seguro coincidirá Navajas también tuvimos a lo largo de los noventa, 2000, 2001 y 2002. Pues bien, es importante volver a insistir que dicho "autoabastecimiento" se logró a expensas de un mercado interno deliberadamente desabastecido y pauperizado, con un aparato productivo e industrial decadente y una población gradualmente excluida. En materia de gas natural, las reservas del año 2000 (hasta el final de la concesión) se ubicaban en 777.608 millones de m3. En 2003 (confort energético de Navajas), habían descendido abruptamente a 612.496 millones de m3, cerca de un 20% (en 2004 llegaría al 30%; de allí la decisión estratégica de Néstor Kirchner de comenzar a cerrar el grifo exportador). A este desplome de las reservas -y que en realidad había comenzado en 1989 con Jorge Lapeña en calidad de secretario de Energía y Daniel Montamat al frente de YPF S.E. y Gas del Estado-, debemos agregar un contexto de incremento del consumo (producto de la puesta en marcho del proyecto político industrialista y socialmente inclusivo en 2003) y de las paradójicas exportaciones gasíferas que entre 2000 y fines de 2003 se habían expandido un 40%. Aquí el cínico confort de Navajas, agregando que las exportaciones gasíferas comenzaron entre 1996 y 1997, en un escenario de caída exponencial del horizonte de reservas, con cuatro provincias y cerca de 15 millones de ciudadanos sin acceso a gas por redes. Pero insistimos, la diferencia con Navajas y su retrógrada usina no es técnica.

La diferencia es cultural
LA FUNDACIONES DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS, NEOLIBERAL, ANTINACIONAL Y ANTIPOPULAR: FUNDACION DE TRAIDORES A LA PATRIA
fFIEL presiona para una energía cara, dependiente de los hidrocarburos, con la lógica paralización (desmantelamiento) del Plan Nuclear Argentino y del Plan Hidroeléctrico Nacional. Presiona para la eliminación lisa y llana de los subsidios con el consecuente y también lógico incremento exponencial de las tarifas eléctricas y gasíferas. ¿Le importa a FIEL que el pueblo, los comercios y las industrias paguen más caro los servicios públicos? Claro que sí, pero no en un sentido social y humano. Es decir, necesitan una energía cara y escasa pues ello forma parte del ajuste (hacia arriba) de su programa de "estabilidad" fiscal, programa dirigido a primarizar la economía y atrofiar el consumo y el mercado interno. Es solamente así que logran el gran y único objetivo deseado, por cierto el que López Murphy y su equipo de FIEL no pudieron conseguir en 2001: quebrar la economía y las finanzas nacionales para justificar un nuevo endeudamiento bajo las peores condicionalidades del FMI, los buitres y el terrorismo financiero occidental. Es que nuestra diferencia con Navajas y FIEL no es técnica sino cultural: ¿la energía para qué y para quiénes? ¿Para los mercados o para la sociedad? He aquí los interrogante a formularnos cada vez que escuchamos críticas y posiciones como las expuestas por este ex funcionario de López Murphy. ¿Autoabastecimiento como fin en sí mismo o en función de un proyecto de expansión y pujanza del mercado interno? ¿Puede un sistema energético exhibir un carácter de importador neto y/o una balanza deficitaria a la vez que mejorar la accesibilidad y asequibilidad de la energía para la población, la industria y el aparato productivo? Y la pregunta más importante: ¿debe ser el objetivo excluyente de un sistema energético reducir el propio déficit (en caso de verificarse) o debe soportar una situación negativa de su balanza cuando tal performance acarrea sendos beneficios sociales, industriales y productivos? Porque la nefasta herencia gasífera neoliberal -de la que FIEL fue promotor y Repsol su postrero ejecutor-, herencia que nos condujo a ser importadores netos de gas es la única responsable del déficit comercial energético percibido en estos años. A propósito, quisiéramos recordarle a Navajas que de no haber exportado gas entre 1996 y 2003 -que en absolutamente nada benefició al mercado interno y al pueblo argentino- podríamos haber evitado el 100% de las importaciones de GNL entre 2008 y 2015, así como buena parte del gas boliviano importado desde 2004. En este sentido, sólo entre los años 2010 y 2013 el país se hubiera ahorrado US$ 14.365.709.073 de importación de gas boliviano (US$ 5.882,5 millones) y de GNL (US$ 8.483,2 millones), de acuerdo a cálculos elaborados a principios de 2014 por Ricardo De Dicco, Director de Investigación Científica y Tecnológica del OETEC. 






El saqueo y la exclusión
Navajas y los ex secretarios argumentan que resolverán el déficit comercial energético de la noche a la mañana; y tienen razón. ¿Cómo lo harían? Mauricio Macri presidente llevaría a Emilio Apud -de FIEL y que asumió en marzo de 2001 con Navajas, Artana y Solanet, entre otros- a la Secretaría de Energía. Juan José Aranguren -miembro de FIEL e integrante del PRO- se encargaría de YPF. A expensas del bienestar general y de un desarrollo inclusivo se tomarían las siguientes medidas: dispararían hacia la estratósfera las tarifas de los servicios públicos al remover hasta el más mínimo subsidio; cortarían los programas como Garrafas para Todos, las obras energéticas como el gasoducto del NEA y los proyectos de cuarta y quinta central nuclear; nivelarían los precios de los combustibles (y del petróleo y gas en boca de pozo) a los internacionales; desregularían y reprivatizarían el sector eléctrico en todos sus segmentos; reprivatizarían YPF y entregarían Vaca Muerta a los fondos buitres como forma de pago. Y la verdad es que si todo esto llegara a ocurrir -por ejemplo a través de un Macri presidente-, importará poco saber cuánto de más pagará una familia o una fábrica por el gas que consume; o cuánto pasará a valer un litro de nafta súper, porque la Argentina y los argentinos habremos sido derrotados nuevamente; y nuevamente seremos empujados al abismo de la pobreza, la dependencia y la humillación. «