viernes, 26 de octubre de 2018

DE LA CULTURA COMO ENCIERRO, SEGUNDA PARTE DEL CAPÍTULO DOS DEL LIBRO INÉDITO: DE LA DOMINACIÓN CONSENTIDA, Por León Pomer(") para Vagos y Vagas Peronistas





   
     “En la médula de todo cambio social se suelen encontrar cambios fundamentales con respecto a nuestras concepciones sobre el conocimiento, el pensamiento y el aprendizaje; cambios cuya realización se ve impedida y distorsionada por la manera que tenemos de hablar acerca del mundo y de pensar sobre él en el marco de ese hablar” (Bruner, 1999: 127). “Cada modo de representar el mundo, señala el citado (Id:115), lleva en sí una regla de lo que es aceptable como información: la experiencia, por decirlo así, no es independiente de la teoría (…) Los límites de nuestro sistema de  procesamiento, cualquiera sea el modo de organización, imponen aún una mayor selectividad a la información, así como también a la interpretación de esta (…) Damos una categoría de realidad diferente a las experiencias que creamos a partir de nuestros encuentros  con el mundo. Damos cierto valor canónico a ciertas actitudes que producen ciertas formas de conocimiento, ciertos mundos posibles”.

     En la dominación la cultura es encarcelamiento, cercenamiento y veda; en condiciones de auténtica libertad, igualdad y autonomía sería liberación. Frente al determinismo con vocación de implacable se yergue como posibilidad humana la crítica sin restricciones, erguida como alerta y osadía, capaz de pensarse y pensar el mundo sabiendo que acechan las lentes deformantes de la convención, la costumbre y el saber amante del reposo conservador y amodorrado.

     Lo que difiere de lo convencional incomoda, mortifica: exige coraje escapar a la impersonal estandarización, al sometimiento de la autoridad interiorizada por una heteronomía agazapada en la sombra del idioma, en la entera cultura. Lo que contradice, molesta e inquieta, es anormal. Lo convencional gusta sentirse en familia. No es fácil deshacerse de la compulsión devenida autocompulsión.  Invasora oculta y sigilosa, la cultura se hace sujeto que piensa desde los contenidos que lo han conformado como ser pensante. En las disímiles diferencias personales, en la falsa sensación de una pluralidad de seres accionando en libertad siempre habrá un común núcleo duro que adquiere una peculiar modulación en cada peldaño social y en cada criatura humana. La cultura de la dominación es atrofiante. Aptitudes insatisfechas se convierten en órganos sin ocupación, en existencias y cualidades no vividas. Las enteras capacidades humanas son derivadas a manifestarse en la sola parcialidad que conviene al sistema. Los más auténticos impulsos que surgen en el individuo son ahogados en tanto contradigan lo que de él se espera como mero engranaje de una maquinaria que lo envuelve y lo amortaja.

     El diálogo entre convencionales y transgresores difícilmente se convierte en intercambio de argumentos racionales escuchados con atención y reflexionados con interés. Empacarse en lo propio, desoír lo diferente siquiera para refutarlo, conduce a la inepcia de lo  irracional.  En el ámbito de los dominados como en el de los dominadores, las rivalidades, disputas, odios y otras gracias semejantes tienen por encuadramiento común la sociedad en que transcurren. No hay otro marco.  La cultura de la dominación rechaza riesgos, cultiva la rutina y la inercia, no quiere héroes culturales: se importa que, en las elucubraciones de los dominados, en sus cerebros confundidos, piensen   las “verdades correctas”.
   
     La cultura de la dominación sumerge en una suerte de inmaterial encierro; si fuera auténticamente libre, lejos de clausurar los vuelos de la imaginación los haría suyos. La cultura de la dominación es una prisión sin rejas, una imagen exclusiva y excluyente de la persona humana, reducida a ver y a verse a través de una deformante lente perceptiva y conceptual. Margaret Mead (1956:196) calificaba el encierro de “conminatorio y paralizante”. Foucault (2008:19) hablaba de” la capacidad de estructurar el campo de acción del otro, de intervenir en el dominio de sus acciones posibles”; sostenía que los códigos “fundamentales de una cultura - los que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus valores, la jerarquía de sus prácticas - fijan de antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver, dentro de los que se reconocerá”.

    Hoy la dominación capitalista, en palabras del filósofo Dany Robert Dufour (2009:134-135 y 19 a 21), “pretende gestionar el conjunto de las relaciones sociales”: nada debe escapar a su inquisición, a la dictadura de los mercados, a la “ley del provecho donde todo debe ser rentable, inclusive las actividades que antes no estaban bajo ese mandato…” El personaje habitado por ese modelo privilegia la relación con los objetos antes que con sus semejantes: permite que a través de aquellos se oprima a sí mismo. “Ese nuevo totalitarismo”, advierte Dufour, enferma al hombre de pleonexia, un “siempre tener más”, en el lenguaje platónico de La República. Para el así modelado, lo único real es la mercancía; la sola felicidad es la apropiación del objeto comercial. No se puede hablar de moral, prosigue Dufour, porque moral sólo puede predicarse en nombre de algo trascendente como la patria, la religión, la libertad; el sujeto pos moderno recusa “toda figura trascendente que daba sustento al valor (…), sólo quedan las mercancías que se intercambian por su estricto valor comercial, poniendo en duda el peso de lo simbólico en los intercambios”. Hay “desimbolización”, que es despojo de toda referencia o sustrato trascendente, como lo son la amistad y el amor, la solidaridad. Ser feliz es apropiarse del objeto que está en boga: su posesión revelaría un haberse colocado en la vanguardia, con un pie en el futuro. El hombre neoliberal es un ser” flotante, indefinidamente abierto a los flujos comerciales y comunicacionales, permanentemente necesitado de mercancías para consumir; un sujeto librado a sí mismo, sin anterioridad ni finalidad, abierto únicamente al aquí y ahora, que conecta como puede las piezas de su pequeña maquinaria deseante en los flujos que lo atraviesan”. El neoliberalismo intenta provocar algo rayano en la repugnancia por lo que carece de valor mercantil: esa es su verdad declarada y declamada; su ideal (si de ideal puede hablarse) se limita a producir seres despojados de todo lo que carezca de valor crudamente dinerario. El empresario japonés que pagó una millonada por un Van Gogh, anunció que   no lo hizo para exhibirlo con orgullo, sino para guardarlo en su caja fuerte como inversión y reserva de valor.
   
     Si “cada relación con el mundo acciona un cierto sentido de la verdad”, (Gusdorf, 1966:231), la dominación supone una relación con el mundo que circunscribe, encierra el horizonte mental: sus axiomas son obviedades que sería necio discutir. Los portadores privilegiados de las “verdades” del sistema, sus mejores intérpretes, son ornados por un aura que les confiere un plus adicional de valor humano: son los sabios de la tribu; más allá, en la lejanía, están los muchos que se angustian por el plato de comida que les es esquivo. A las masas, ese polo del menoscabo y la ignorancia que piensan los dominadores, les basta el sentido común, la doxa cotidiana.   

    
     Bruner enseña (1999:56 - 57) que los sistemas neurales almacenan modelos del mundo histórica y socialmente producidos.  “Si lo que impresiona nuestros sentidos se ajusta a la expectativa, al estado previsto del modelo, podemos decir que nuestra atención se debilita un poco. Los umbrales, la cantidad de tiempo e información necesaria para ver o reconocer un objeto o un acontecimiento están regidos por las expectativas”. Toda información que las transgrede solivianta el modelo de mundo almacenado en el cerebro: produce hostilidad. La expectativa y los modelos que la inspiran, retoños de la cultura dominante, inducen a procurar lo que deseamos encontrar y nos conforta encontrarlo. Lo deseado y lo indeseable han sido instalados por la cultura que nos ha modelado.   

   
      En la intimidad de toda estructura de pensamiento late una suerte de “atractor” inmaterial que atrae selectivamente lo que no lo perturba, lo que le es intelectualmente confortable. Lo familiar relaja, lo inesperado y lo inhabitual contrarían, inquietan, requieren un adicional esfuerzo de procesamiento. El diálogo con la sociedad circundante prefiere encontrar aquello cuyo rostro reconocemos. La irrupción de lo diferente puede no ajustarse al esquema convencional; fragmentos desconcertantes de realidad   desafían y plantean interrogantes: cómo obrar, qué hacer con ellos, cómo insertarlos en la lógica social, cómo vivirlos. Lo anormal, lo que amenaza perforar el encierro y romper el orden trae consigo una ajenidad perturbadora.

     Toda cultura posee atractores que operan como imanes fantasmales; reconocen contenidos y horizontes afines o compatibles; se inclinan, prefieren, huelen lo familiar y hacia allí se encaminan. Orientan el pensamiento, la percepción, la atención del sujeto, las preguntas que formula. La dinámica que los anima toma distancias, se aleja de aquello que los incomoda. Su curiosidad no vulnera el encierro Los atractores quieren sentirse estimulados y confirmados; eligen lo que hace sentido a su modo de ser, a su estructura de aprehender lo real, a su modo de aprehenderlo. Sperber (1996: 156 – 157) lo dice así:” la organización mental de los individuos determina qué inputs disponibles en el entorno serán tratados, cómo serán y qué informaciones guiarán los comportamientos que a su vez modificarán el entorno”. Atractores son estructuras psicológicas generativas: generan productos aceptables para la índole que representan. Propician que el andar del pensamiento no desbarranque en infidelidades.
 
León Pomer
    Norbert Elías (1994:172) llama “traba” a lo que en el orden de la cultura es una barrera, un impedimento psicológico, una adversaria a intromisiones que amenacen producir quebrantos. Elías observa que “en la estructura social de la personalidad” se introduce un bloqueo, un campo de resistencia de la subjetividad, una oposición y defensa contra aquello que amenaza. La traba no es pereza mental como no lo es el dogma. Socialmente introducida en la mente, deviene identidad y fundamento de un pensar que se quiere cierto, y pretende permanecer como tal orientando la práctica comportamental. Las trabas devienen un “mucho más” que psicológicas cuando se materializan en específicas redes neurales que les dan enorme fortaleza y perdurabilidad. En ese punto automatizan el pensamiento, contribuyen al encierro. Son una estructura subyacente que, al decir de Elías, se “defiende cuando nuestra seguridad parece amenazada, porque lo que era cierto corre el peligro de devenir incierto, como alguien súbitamente lanzado al mar sin avistar tierra firme”.

     Intensos estados emocionales (temor, odio, tristeza etc.) se constituyen en trabas a un entendimiento racional y lógico. El miedo, al que aludimos varias veces en este trabajo, constituye un desencuentro con la razón: el miedo no razona, se recoge en sí mismo, se amedrenta. El Poder hace de él un instrumento paralizador de voluntades. El temor a enfrentar una refutación a convicciones arraigadas se erige como barrera al diálogo que argumenta. Negarse a confrontar ideas es una muestra de esencial inseguridad o de arrogante desprecio por un prójimo al que se le atribuye una deleznable humanidad. La traba es una defensa: defiende contra una posible verdad abrumadora que el sujeto carece de valor para enfrentar. La traba protege la irracionalidad que su portador no reconoce en sí mismo.

     Finalmente, habrá que disipar la idea de un determinismo cultural invulnerable a toda crítica, encerrado en un absoluto inexpugnable. La dominación no está arraigada en una supuesta e inamovible condición humana; el éxito que la acompaña no clausura las capacidades de acceder a las prácticas y los saberes necesarios para perforar blindajes, descubrir trampas y añagazas. Individuos modelados por la dominación no siempre se petrifican; no es ley fatal que su piel se endurezca y su cerebro se incapacite para acceder al pensamiento lógico y racional.

 
                            Referencias
Bauman, Zygmunt, Ensaios Sobre o Conceito de Cultura, Zahar Editores, Rio de Janeiro, 2012
y Gustavo Dessai, El Retorno del Péndulo, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2014
Bruner, Jerome, Realidad Mental y Mundos Posibles,  Gedisa,  
Barcelona, 1999
Butler, Judith, Mecanismos Psíquicos del Poder, Universidad de Valencia, Ediciones Cátedra, Madrid, 2001
Dufour, Dany - Robert, El Arte de Reducir Cabezas, Editorial Paidos, Buenos Aires, 2009
Eagleton, Terry, A Ideología e Suas Vicissitudes no Marxismo   Occidental, en Um Mapa da Ideologia , Contraponto, Rio de Janeiro, 1996
-A Ideia de Cultura, Editora Unesp, Sao Paulo, 2011
Foucault, Michel, Las Palabras y las Cosas, Siglo XXI, Buenos Aires,2008
Freyer, Hans, Teoría de la Época Actual, F.C.E., México, 1958
Geertz, Clifford, A Interpretacao das Culturas, LTC, Rio de Janeiro, 1989
Gusdorf, Georges, A Palabra, Edicoes 70, Lisboa, 1995
-Mito y Metafísica, Editorial Nova, Buenos Aires, 1960
-De l´Histoire des Sciences, a la Histoire de la Pensée I, Payot, Paris,1966
Sperber, Dan, La Contagion des Idées, Odile Jacob, Paris, 1996


(") Doctor en Historia y Sociedad. 18 libros publicados, algunos en Brasil y Argentina y otros sólo en Brasil. Decenas de ponencias en congresos nacionales e internacionales y centenares de artículos sobre historia y literatura. Docencia en la Argentina (UBA y Universidad del Salvador) y Brasil (Universidades de Campinas, del Estado de San Pablo y Pontificia de San Pablo). Incluido oportunamente en el programa Café, Cultura Nación de la Secretaría Nacional de Cultura.

PRIMERA PARTE DEL CAPÍTULO DOS, DEL LIBRO INÉDITO DE LA DOMINACIÓN CONSENTIDA: http://vagosperonistas.blogspot.com/2018/10/la-cultura-de-la-dominacion-capitulo.html

miércoles, 24 de octubre de 2018

LA QUE SE GASTA, Por Juan Escobar

Escobar se pregunta sobre el salario nominal y el salario real

John Maynard Keynes (1883/1946)
Cosas. No falta quien dice que veníamos bien y sucedieron cosas. Como el que se tira del techo y todavía no se estrelló contra el piso. El pequeño detalle es que sucedieron cosas que ya venían sucediendo. Y que habían sucedido otras veces antes. Cada vez que se tomaron las decisiones que hicieron que esas cosas sucedieran. Esas cosas que sucedieron eran, por lo tanto, previsibles. Pero no se previeron; y se tomaron, casi calcadas, las mismas medidas que otras veces habían provocado estas consecuencias. O se previeron porque ya se sabía, pero eran las cosas que se quería que pasen. ¿Será que efectivamente cambiamos futuro por pasado?

Siempre pasan cosas. Muchas cosas. Y más en nuestros días. Tantas, que toda crónica envejece al rato. Cualquier intento termina siendo apenas una pincelada sobre un tren en marcha que pasa y no termina de pasar nunca. Están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal, diría el García que siempre viene al caso.


Por ejemplo, un día muy lejano, allá por agosto de 2018. Uno de los periodistas más importantes del diario más influyente del país relataba en una nota parte de la reunión secreta entre enviados del gobierno nacional y banqueros internacionales en Manhattan, EE.UU. Allí, frente a la desconfianza y los cuestionamientos de esos “lobos de Wall Street”, un funcionario de primerísima línea habría manifestado en defensa del programa económico llevado adelante por la gestión de la que forma parte: “Hay mejoras en el frente fiscal que no se pueden anunciar porque nos perjudicaría en lo político, como por ejemplo la caída del salario real”.

Caramba. Suena raro. Una caída percibida como mejora. Ya decía don Ramón de Campoamor que «En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira. »

¿Caída del salario real? ¿Será bueno eso? Dependerá del cristal con que se mire. O del cristal de quién se mire. Para el cristal del asalariado pareciera que no es muy buena noticia. La letanía repite por todos los medios y todas las redes que estamos haciendo lo que hay que hacer (para conseguir estos resultados), ahora que vamos por el único camino que hay (y nos llevó a subirnos alegremente al Titanic) con el mejor piloto de tormentas y un equipo que no es perfecto porque la perfección no existe pero que tiene buenas intenciones.

A juzgar por lo que el periodista calificó como “sincericidio”, un prejuicioso -o ese trosko que se asoma para decirnos que se trata de un gobierno patronal o ese otro de gorrita que pasa en bicicleta y grita “...la tormenta sos vos, gato!”- podría afirmar que, lejos de ser un efecto colateral indeseado, la caída del salario real es uno de los objetivos centrales del gobierno, si consideramos la seguidilla de medidas que se tomaron para llegar a este estado de cosas. O que no se trata meramente de un gobierno que gobierna para los ricos sino también en contra de los pobres, si atendemos el balance de beneficiarios y perjudicados de un modelo económico que privatiza las ganancias y socializa las pérdidas. Pero no. Buenas intenciones. Es hermoso lo que estamos logrando juntos. Sincericidio. Técnicamente no es delito. Digamos todo. ¿Qué podría salir mal?

Este Comentarista de la Realidad hubiera esperado que se encendieran todas las luces de alarma. Pero no. Total normalidad, como titulara el gran diario en los umbrales de aquella normalidad económica de la que es subsidiaria -hasta el plagio- la actual normalidad que padecemos. La normalidad de la miseria planificada.

Antecedentes. Es allí -precisamente allí- cual si fuera El Solicitante Descolocado del gran Leónidas Lamborghini cuando: “Me detengo un momento / por averiguación de antecedentes / trato de solucionar importantísimos / problemas de estado”. O más bien, desempolvar alguna herramienta del remanido pensamiento crítico, pero no en el sentido argentino de buscar sólo y exclusivamente lo que está mal, sino en tren de fidelidad a la etimología que lo vincula con verbos como discernir, separar, decidir, juzgar, discriminar, distinguir. O algo así.

-¿Salario real? ¿Acaso hay un salario imaginario? ¿Imaginario como el peronismo del Comentarista de la Realidad? -se asoma Perogrullo en un intento de arrastrarnos nuevamente al amable terreno de la literatura mala. Un terreno que termina siendo preferible a una actualidad tan regresiva que vuelve actuales a economistas muertos hace tiempo.
Juan Escobar

-“Las ideas de los economistas -interrumpe Keynes para citarse a sí mismo y un poco también para mandarse la parte- y los filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree. En realidad el mundo está gobernado por poco más que esto. Los hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto”.

Se impone la necesidad de una ronda de reconocimiento, inducir a la práctica -tan en boga- de la declaración indagatoria. Si es por economistas difuntos, llamemos entonces a comparecer al difunto en cuyo nombre más tropelías se han cometido. El eterno Adam (nada que ver con L'Éternel Adam de Julio Verne, salvo por el hecho de que hay que leerlos a los dos). El profeta Adam Smith.

-“En este sentido vulgar, puede decirse que el trabajo tiene como las mercancías un precio real y un precio nominal. Su precio real consiste en la cantidad de cosas necesarias y cómodas para la vida que se dan a cambio de él; su precio nominal, en la cantidad de dinero. -Hace una pausa para respirar.- El trabajador es rico o pobre, es remunerado bien o mal, no en proporción al precio nominal de su trabajo sino al precio real”.

No hace más que repetir lo que había dicho en su libro La riqueza de las Naciones. Sagradas Escrituras fundacionales de ese credo no exento de fanáticos, que adora a un Mercado de mano infalible pero que no se ve. Porque suele estar en tu bolsillo.

-Dejen tranquilo al abuelo- intercede Henry Hazlitt, precursor entusiasta en la difusión del Neoliberalismo, para aportar esclarecimiento insospechado de distribucionista. De paso, aprovecha para patear la pelota a la tribuna, acusando a Keynes, que compite históricamente con Perón en eso de tener la culpa de todo, hasta del clima.

-“¿Por qué se preocupa tanto Keynes de hacer esta distinción acerca de la actitud del trabajo frente a los tipos de salario nominales y a los tipos de salario reales, respectivamente? La palabra colectiva trabajo implica que no necesitamos pensar en términos de lo que los trabajadores individuales desearían o harían, sino solamente en términos de lo que los monopolistas sindicales desean o hacen. Se preocupa porque más adelante estará ansioso por probar que mientras es imposible persuadir a los sindicatos para que acepten una reducción de los tipos de salario nominales, será fácil engañarlos para que acepten una reducción de los tipos de salario reales por el simple proceso de la inflación monetaria -erosión del poder de compra de la unidad monetaria”.

Ya lo había dicho en The Failure of the New Economics, su minuciosa crítica de la Teoría General de Keynes. Pero hay gente a la que le gusta repetirse.

Queda picando aquello que Hazlitt dice que pensaba Keynes. Que a los sindicatos se los pueden engañar para que acepten la reducción del salario real a través de la inflación. Lo que hay que hacer. Engañar. Inflación. Erosión del poder de compra.

Salario real. En eso se convierte al final del día el salario nominal, que es lo que el trabajador gana, cobra, percibe. La que tiene. El salario real viene a ser el poder de compra del salario nominal. La que gasta. El rendimiento de lo que obtiene en el mercado laboral llevado al mercado de consumo. De allí que la vieja definición del salario real surge de la vinculación del salario nominal con el nivel general de precios.

-Si los precios suben por la inflación y el salario no, disminuye el salario real -comenta Perogrullo. -Es decir que le alcanza para comprar menos cosas. Y si este es el único camino, en lo sucesivo, es de esperar que le alcance para comprar cada vez menos.

Una caída cada vez más acentuada. Casi podría decirse, una caída libre. Para no desentonar con la sacrosanta libertad de los Mercados.


El protagonista ausente. “Cantidad de cosas necesarias y cómodas para la vida”, había dicho Adam Smith. Aunque no lo nombren como tal, sería previsible que El Consumidor, tan ineludible como involuntario y mudo sujeto del presente, despertara de la siesta y se le ocurriera darse por aludido. Que en definitiva no estamos haciendo otra cosa que hablar del Consumidor desde el comienzo. Porque si el salario nominal es lo que cobra el trabajador, el salario real es lo que gasta el consumidor.

-Ahora entiendo por qué dicen que el consumidor es el rey del mercado. Porque se gasta el Salario Real- reincide Perogrullo para dejarnos el mal chiste.

En tiempos de Adam Smith no se hablaba del consumidor sencillamente porque no existía. No era otra cosa que el trabajador cuando consumía su salario. Y para comprar lo que necesitaba no era necesario el consumidor. El consumidor pasó a ser necesario -para quienes tuvieran algo que vender-, cuando el volumen de la producción hizo imprescindible que la compra fuera una actividad continua e incesante. El “consumidor” nació para comprar, no solamente lo que necesita, sino especial y particularmente: lo que no necesita comprar, pero el vendedor necesita vender.

Le dicen Consumidor, y es el gran protagonista -ausente- de estos días. Sujeto social de pacotilla que no tiene épica ni mártires. No es que no tenga historia, pero no le importa. No la conoce. Si le preguntan por su historia: no sabe, no contesta.

Como sujeto social, no tiene la dimensión histórica del Burgués, -sea comerciante o empresario- que parió la Modernidad. O del Trabajador, que supo hacer de la reducción a la servidumbre -en el borde de la esclavitud al que lo confinaban las relaciones productivas-. un lugar de emancipación y dignidad, a fuerza de luchas y organización para la defensa de sus intereses individuales y colectivos.

El consumidor, en cambio, es un invento. Un producto más del Mercado que apareció de un día para otro en nuestras vidas como si fuera una novedad. Pero no cualquier producto. El Consumidor, esa identidad imaginaria que de la nada se descolgó con que tenía derechos. Y que por lo tanto, para más de un desprevenido, podía ser equiparable al Ciudadano. E incluso podría sustituirlo. Si no fuera porque los derechos del consumidor nunca se cumplieron del todo.

O precisamente por eso. Porque el consumidor no fue diseñado para saber qué hacer con esos derechos. Y entonces casi siempre hizo poco y nada. Dedica demasiado de su tiempo a pagar y pagar, que el consumidor no sabe vivir sin pagar. Situación derivada de un comportamiento del consumidor que viene siendo estudiado profusa e intensamente hace como cien años. Con el objeto declarado de lograr que compre y compre. Y no deje de comprar.

El Consumidor, esa nueva mentalidad que el neoliberalismo se encargó de difundir. Una nueva identidad social a medida de las necesidades del Mercado. Frente a la identidad siempre conflictiva del trabajador que lucha por sus derechos y se realiza en la defensa de sus intereses, la nueva identidad del consumidor es la de un ciudadano del placer, de la satisfacción, de esa utopía que vende por todos los medios la publicidad.

Desde que toma decisiones influido en forma determinante por la propaganda, si hay algo que caracteriza al consumidor es justamente la heteronomía, ya que esto lo convierte desde el vamos en carne de manipulación. La mentalidad del consumidor es la de un creyente del dios Mercado. Es el idiota que todos -en alguna medida- llevamos dentro. Idiota: palabra que según Wikipedia “empezó usándose para un ciudadano privado y egoísta que no se ocupaba de los asuntos públicos”. La cosa se complica en la justa medida en que lo dejamos manejar nuestra billetera.

Pero el problema no termina ahí. Y es que no solamente lo dejamos que maneje nuestra billetera, sino que además delegamos en el consumidor la responsabilidad del Ciudadano y lo dejamos que vote por nosotros. Así, después de evaluar la “oferta política”, termina comprando un presidente como si eligiera un detergente. Por lo que le dice la publicidad.

Después sucede como en la vida misma con las otras cosas que compramos, donde no es infrecuente que el producto termine siendo completamente distinto a lo que prometía la propaganda. Es que en las campañas electorales quizá debiera aclararse que ya no sólo la imagen humana, sino las ideas, los planes y la realidad misma han sido modificados digitalmente. Lo que antes de la "posverdad" se conocía con el nombre de mentira.

Llevamos años viendo el desempeño de una defensa del consumidor , que de mucho no ha servido. Será que al consumidor no hay que defenderlo como ese idiota que es, hay que avivarlo un poco. ¿Un imposible? En una de esas, el Ciudadano de hoy está llamado a rescatar al Consumidor que lleva dentro y encauzarlo en el sentido que al Trabajador lo llevó a convertirse en sujeto histórico. Es decir, hacia una organización colectiva de los individuos para la defensa de sus intereses comunes.

Pero ya volveremos sobre el asunto, que el juicio político al Consumidor, Rey del Mercado que reina pero no gobierna, siga postergado y quede pendiente por el momento. Que viene bastante golpeado últimamente.

(...)

-¿Y el peronismo?- pregunta Perogrullo, insatisfecho.

-¿Qué, cuál, cómo peronismo?

-No sé, cualquier peronismo. Qué sé yo, algún peronismo. Aunque sea el Peronismo Imaginario del Comentarista de la Realidad. Nunca tan ausente el peronismo como en todo esto que se estuvo diciendo.

-Si es por la imaginación, ese espacio donde residen los límites, posiblemente la actualización necesaria del peronismo consista en pasar de la defensa del salario nominal a la defensa del salario real. Quizás de eso se trate un peronismo potencial que afronte los desafíos que presenta la organización de la comunidad en el siglo 21.

-¿Pasar de un sindicalismo de los trabajadores a un sindicalismo de los consumidores?

-Posiblemente. Pero eso es arena de otro costado, como decía un amigo mío. Queda dicho. “Ya volveremos sobre el asunto.”

-Esperemos que no sea una de las tantas promesas incumplidas a las que nos tienen acostumbrados estos tiempos que (nos) corren.

-Esperemos y esperemos. Hasta entonces.

lunes, 22 de octubre de 2018

¿DE QUÉ PERONISMO HABLAMOS?, Por Jorge Luis Cerletti para Vagos y Vagas Peronistas


Pasaron más de siete décadas desde su nacimiento y de las históricas “patas en la fuente”. Los que cargamos la mochila del paso de los años, hemos vivido las diversas circunstancias que, de un modo u otro, han mantenido al peronismo en el centro de la escena nacional. Centro que a veces irradió una fuerte luminosidad y otras semejó un agujero negro que devoraba su rica tradición. No voy a describir aquí el devenir de semejante proceso que sigue abierto. Sencillamente, actualizo la pregunta del título y enfoco la situación en que gobierna, digamos que legalmente y por primera vez, la remozada derecha vende patria, expresión del gran capital internacional e interno. En el inicio adopto la forma de preguntas para ilustrar la penosa realidad que vivimos. Y mientras las cuatro primeras la reflejan, la quinta registra su antítesis. Ergo, reflexionemos acerca ¿de qué peronismo hablamos? 

1) ¿De una boleta electoral?; 2) ¿de una escalerita para subirse a candidaturas?; 3) ¿de un agrupamiento de ambiciosos sin principios?; 4) ¿de una pandilla que usa su nombre para encubrir su política reaccionaria?; 5) ¿de un movimiento por la liberación nacional que rescata su historia? 

1) ¿De una boleta electoral? 

Esta pregunta alude, fundamentalmente, a la amplia gama de oportunistas que alardean de peronistas. Mientras las cuatro primeras son del mismo tenor y se ligan entre sí, la quinta se constituye en su antítesis. Está claro que las respuestas van implícitas en las preguntas. No obstante, su variedad aporta ciertos matices de la travestida identidad disimulada tras la máscara de hierro que usan. 

En ese sentido, el viernes 28/9 en la portada del diario Clarín, principal exponente del poder mediático, aparece una foto emblemática y ejemplificadora de lo señalado. Allí se exhiben cuatro figurones “peronistas” que hoy hacen ruido: Sergio Massa; el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey; el de Córdoba Juan Schiaretti y el senador Miguel Ángel Pichetto. (1) 

En la “Alternativa para la Argentina”, enuncian: “Representamos–afirma la carta pública- al peronismo democrático, republicano y federal. Ése que siempre escuchó al pueblo, que aprendió de sus errores y supo renovarse y cambiar.” (Subrayado mío) 

¡Vaya si estos prohombres supieron cambiar! El pueblo que escucharon, es el de sus intereses. Los errores que corrigieron, el legado histórico del peronismo. Su renovación, volteretas a la derecha o a la izquierda y viceversa, pero conciliando abierta o subrepticiamente con los enemigos de la causa popular. (Ver el sintético currículum que se expone en la nota). 

Hay una cuestión que recorre los cinco interrogantes arriba mencionados. Se trata del punto clave que se debate hoy en torno a las elecciones del año próximo. ¿Cuáles serían los límites para armar un frente electoral de base peronista? El objetivo obvio es derrotar al macrismo. Empero, aquí subyace una problemática de fondo que pasa desapercibida o no se contempla en la política actual. 

De esa problemática brota la pregunta, ¿las luchas actuales y las contradicciones irresueltas deben integrar una construcción política a futuro? Y aunque suene a idealismo, ese interrogante muestra dos caras bien concretas. La debilidad política del campo popular y la carencia de proyectos que asuman realmente las banderas históricas del peronismo: Soberanía nacional, Independencia económica y Justicia social. 

Si la política se limita a las variantes que giran alrededor de “la boleta electoral”, las perspectivas son sombrías por más que se ganen las elecciones. En ese caso, el dilema toma otra forma: ¿quiénes son los que ganan? 

2) ¿Construir un movimiento de liberación nacional? 

Lo que interroga el subtítulo implica un proyecto de largo alcance en una etapa que se caracteriza por la debilidad política-ideológica que padecemos. Y lo más grave es la ola facho-neoliberal que se padece en nuestro subcontinente. Fenómeno corroborado en las elecciones brasileñas del 7/10 con el triunfo del milico ultra reaccionario Bolsonaro quien obtuvo, en primera vuelta, el 46,23 % de los votos. 

Las siniestras e ilegales trapisondas judiciales, mediáticas y estatales de que se vale el capital concentrado para imponer su poder, contrasta con la inquietante anomia de los partidos políticos del campo popular. Un ejemplo de ello es lo ocurrido en Brasil. La injusta y miserable proscripción de Lula, enmascara que Dilma Rousseff, derrocada por un golpe blando, llevaba adelante un plan económico neoliberal. Sin embargo no fue suficiente, Dilma no era palo del mismo gallinero… 

Ese ejemplo, salvando las diferencias, exhorta a reflexionar sobre nuestra realidad. A un año vista de las elecciones de 2019, en el peronismo se discute el tema de la unidad. El problema no es menor: el gobierno y el FMI resultan “un monstruo que pisa fuerte”. Y en la supuesta vereda de enfrente, se halla el movimiento político más numeroso de ascendencia popular. Pero su perfil hoy dista muchísimo de la combatividad de sus mejores momentos. Y aquí resurge la pregunta que cierra el punto anterior. 

Jorge Luis Cerletti
Prosigamos con los interrogantes. ¿La liberación nacional es una meta realizable y cuáles serían las fuerzas que la impulsan? Hoy, ni en el espectro sindical, ni en el ámbito político, aparecen actores de esa talla. Lo cual no significa que no existan cuadros valiosos ni distintos gérmenes que en el futuro puedan cambiar la situación. 

Retomemos entonces al problema de la unidad para enfrentar el desastre económico, social, geopolítico y cultural que asola a nuestro país. No existen dudas de que la mayoría de la población vive momentos angustiantes. Lo cual catapulta la importancia de las elecciones de 2019. Pero la misma exhibe un carácter bifronte. Es necesario vencer al gobierno pero a la vez se gestiona una unidad vaciada de contenido. ¿Es posible avanzar omitiendo un proyecto de liberación nacional que guíe la causa popular? ¿A qué conduce ganar las elecciones en base a una ficticia unidad dócil al poder concentrado? 

Lo expresado porta una verdadera paradoja. Ganar elecciones cuyo triunfo supone una derrota. Vale decir, una engañosa unidad que sirve al enemigo. 

La cuestión no pasa por falsos purismos sino por visualizar los desafíos y contradicciones que se presentan. El peronismo siempre incluyó fuertes enfrentamientos internos producto de las antinomias propias de su historia. Y en particular, a partir de su derrocamiento en 1955. Pero como dije al principio, lo que importa hoy es reflexionar y debatir sobre el interrogante que da título a este artículo. 

Mucho se polemiza acerca de la unidad, compleja y abierta cuestión que he esbozado. Que tenga una posición definida al respecto no significa que considere cerrado el tema ni me crea dueño de la verdad. Al contrario, es importante el intercambio de ideas si están despojadas de mezquinos intereses. Y ésta es una de las dificultades serias que vivimos. Lo que hoy está en juego dista mucho de los riesgos que asumieron la resistencia peronista y quienes libraron las luchas políticas en los 60/70. Obvio que son períodos muy diferentes pero lo que resulta preocupante es la declinación de las perspectivas políticas que transitan por un territorio yermo. Empero, se percibe cierto aire fresco debido a las grandes movilizaciones populares en contra de la ofensiva y el desmadre de Cambiemos que cambia, pero siempre para peor… 

Resumiendo, un polo de la disyuntiva muestra el fantasma de la continuidad de este gobierno reaccionario. El otro, sin negar el peso de esa realidad, remite al carácter político del rechazo. Y aquí se dan dos factores interrelacionados: el nivel programático y la conformación de la unidad que debe evitar el oportunismo en su integración. O sea, rechazar a quienes buscan los votos en su propio beneficio y al margen de la causa que dicen defender. A tal fin y si bien no existen garantías para el porvenir, es determinante la trayectoria política de quienes participen de la unidad. (Entre los innumerables ejemplos vale recordar el voto “no positivo” de Julio Cobos cuando era Presidente del Senado y Vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner). 

Sin ese requisito, un eventual triunfo y en el mejor de los casos, resultaría una victoria a lo Pirro. Pensemos que frente al cúmulo de dificultades y a la ausencia de alternativas, es indispensable introducir en el debate la fundamental problemática de la cuestión nacional. Máxime hoy que los retrocesos en América Latina, en nuestro país y en el mundo, demandan reflexiones y debates políticos serios que a su vez estimulen el reencuentro con la creatividad perdida.------ 

Jorge Luis Cerletti 

10 de Octubre de 2018 



1) NOTA: (Sobre “la banda de los cuatro”) 

Sergio Massa: Comenzó a militar en la UCeDé fundada por Álvaro Alsogaray alcanzando en los primeros años de la década de 1990 la vicepresidencia primera y luego la presidencia de la UCeDé a nivel provincial. Se destacó rápidamente en el partido de Álvaro Alsogaray y llegó a ser presidente de la Juventud Liberal en la Provincia de Buenos Aires entre 1994 y 1996. Formaba parte del ala ultra liberal del partido, ala que promovió a mediados de los 90 la fusión con el Partido Justicialista en ese momento dirigido por Carlos Menem quien era también el Presidente. Comenzó a militar en San Martín con el dirigente sindical Luis Barrionuevo. Durante la presidencia interina de Eduardo Duhalde, fue designado al frente del ANSeS y ratificado durante todo el gobierno de Néstor Kirchner. Es elegido Intendente de Tigre en el 2007. En Julio de 2008 asume como Jefe de Gabinete de Ministros de Cristina Fernández de Kirchner. A partir del año 2009 comenzó la ruptura con el kirchnerismo que coronó con su liderazgo del Frente Renovador. 

Juan Manuel Urtubey: Gobernador actual de Salta en su tercer mandato consecutivo, se lo vincula al Opus Dei. Con un largo historial político-administrativo, es una figura del peronismo que asume su postura derechista sin prisa y sin pausa aunque con cierto disimulo. Ya desde el período kirchnerista viene trabajando tras su ambicionada meta presidencial. 

Juan Schiaretti: Militó en los sectores radicalizados del peronismo de izquierda, El diario Clarín publicó un repaso de su vida previo a las elecciones de 2007. La nota menciona su participación en el Cordobazo, que estuvo en Ezeiza cuando regresó Perón y que partió al exilio en 1975. Schiaretti tenía 19 años cuando representó a los estudiantes como delegado de la Facultad de Ciencias Económicas. Comenzaba a sentarse en las mesas dónde se disputaba el poder. Previo al Cordobazo, recordaba “una reunión en el Smata en la que tres dirigentes estudiantiles nos sentamos en una mesa con Agustin Tosco, Elpidio Torres y Atilio López.” Su militancia política originó su exilio en Brasil en 1976. Luego se relacionará con la Fundación Mediterránea y con Domingo Cavallo. Asimismo, su amistad con Macri culmina en su último gobierno y se constituye en un apoyo fundamental para el triunfo de Cambiemos en el 2015. 

Miguel Ángel Pichetto: senador nacional y hoy presidente del bloque Argentina Federal en la Cámara Alta. Quizás el aspecto más saliente de su curriculum sea su viraje ante el kirchnerismo del que fue su presidente en el Senado y del que se manifestó fiel servidor durante los doce años de su mandato. Aunque tardó un poco en “darse cuenta”, aseguró que en los últimos años de kirchnerismo "hubo una pésima gestión económica", ya que se dieron "procesos económicos que terminaron con fuerte intervencionismo del Estado, control de importaciones y un montón de trabas que hacían imposible que la economía creciera".

martes, 16 de octubre de 2018

LA GRAVEDAD DEL ENFERMO, Por León Pomer (") para Vagos y Vagas Peronistas

Mauricio Macri responsable principal de un gobierno de devastación

            

Es para el asombro. O para el escándalo. El país argentino, con todos los que lo habitan, está siendo sistemáticamente destruido. Las grandes protestas colectivas que se multiplican a diario parecen no hacer mella en la indiferencia oficial. Al gobierno no le importan, y por lo que parece, tampoco les mueve un pelo a sus impenitentes apoyadores de la clase dominante y de grupos subalternos. Los actos oficiales están vociferando: vinimos a cumplir varios objetivos coincidentes y simultáneos: reducir el país y su gente a la más degradada condición, chupar la sangre y si fuera posible también el alma de las grandes mayorías populares, destruir definitivamente la clase obrera, sus organizaciones y sus pretensiones de ser alguien en la vida nacional; y vinimos a “hacer negocios”, sin vergüenza ni eufemismos, con sorprendente desvergüenza e impunidad, sabiéndonos gozadores de total impunidad. 

Que haya gente que proteste, que pase hambre, que se desespere, que muera a destiempo, que no acceda a medicamentos, que se vea obligada a “vivir” en la calle… pues que se jodan por pobres, por carecer del talento para ser buenos empresarios de sí mismos. Poco importan los que sufren, ni importa la descomposición social, la multiplicación de desesperados, los hogares destrozados, los jóvenes sin acceso a la educación y al trabajo, los millones de niños que ya son hambrientos crónicos. Poco importan los que se drogan, los que venden estupefacientes como única alternativa de vida, o han emprendido el camino del robo, del asesinato, de la vida delictiva, cuya práctica entusiasma al sistema, porque esa gente justifica los cuerpos represivos y son la oportunidad que los chocobares los maten por la espalda. 

La tarea de descomponerlo todo, de destruir las personas y sus posibilidades de mantener relaciones humanas debe realizarse: lo ha decidido el orden capitalista mundial, que cuenta con calificados depredadores profesionales, entre los cuales expertísimos embaucadores de las grandes masas. Otra verdad aparentemente asombrosa: la capacidad del sistema (que tiene en el gobierno un excelente discípulo) de cancelar en millones de personas el pensamiento lógico, racional y crítico, de sumir cabezas en la confusión hasta hacerlas secuaces de sus expoliadores. Y es sabido, para quienes no viven en la total ignorancia, o en una magnífica estupidez, que lo que está ocurriendo en la Argentina no es una novedad: desde antes de 1810 la clase dominante nunca se importó por los destinos del país y su gente, excepto en aquello que pudiera perjudicar su posición y las rentas provenientes de haberlo transformado en su vaca lechera. En los días que corren tenemos un ilustrativo ejemplo en una declaración pública del Fondo de Convergencia Empresarial, que en un asombroso documento se entusiasma con la intervención del Fondo Monetario Internacional y las políticas para hacer de las grandes mayorías, zombificadas presencias fantasmales. En el número del domingo 7 del Cohete a la Luna, el magnífico blog que dirige Horacio Verbitzky, el lector encontrará un detallado análisis del tal documento, hecho por Ricardo Aronskind. Considerando ese papel, y todos los antecedentes históricos cercanos y lejanos, se impone una conclusión: un pueblo argentino elementalmente atendido por el Estado en sus necesidades elementales, con una economía que provea trabajo que permita subsistir decentemente, es inviable en tanto los grupos sociales representados en el Fondo de Convergencia tengan la capacidad de anular cualquier avance y reconducir el país a la miseria. Entre ellos y las mayorías humanas hay una contradicción irreconciliable; una contradicción de que son parte los que, sin saberlo, dan su aquiescencia a quienes habrán de victimarlos. La extraordinaria versatilidad del cerebro humano, muy bien aprovechada por la dominación, viene logrando, desde tiempos ya no tan cercanos, que gruesos sectores populares se equivoquen sistemáticamente en la elección de autoridades. Hay gente que ama honestamente la democracia capitalista tal como la hemos conocido en sus mejores momentos, que aún no advirtió que el sistema de dominación supone una cultura, y que el trabajo cotidiano de esta es introducir la confusión en el cerebro de los dominados, no como actividad circunstancial, insisto, o macaneo pre electoral, sino como tarea diaria, permanente y necesaria. Vivimos bajo el imperio de la cultura de un sistema (versión argentina, si se quiere) que precisa mantener en el error, o en la estupidez a millones de personas. 
León Pomer

Pero volvamos a las primeras palabras de esta nota: asombro y escándalo frente a la catástrofe que está siendo producida. Asombra la reacción de porción más que considerable de la dirigencia política y sindical, que oscila entre una espantosa tibieza y la colaboración más decidida con los depredadores. En lo sindical, es un escándalo la manera cómo opera la dirigencia de la CGT., y no pocos veteranos inamovibles en sus cargos directivos. Debo suponer que algunos, con una mollera muy pequeña, aún no entendieron lo que está pasando y creen que se trata apenas de un mal gobierno que perjudica a la clase obrera. Otros, por temor a perder su carrera política o sindical se abstienen de palabras y actitudes fuertes: quieren dejar la puerta abierta para meterse en las filas del gane esta terrible contienda. Algunos hablan de gobernabilidad, y el señor Acuña, uno de los dirigentes máximos de la CGT, barrionuevista él, sostiene que el gobierno mete la pata porque no sabe gobernar: sobre el proyecto en curso no tiene nada que decir. El y su jefe son magníficos ejemplares de lo peor del sindicalismo. 

No pretendo hacer una acabada tipología de lo que podríamos llamar la defección frente al monstruo. Lo que quiero decir es que con esa gente no vamos a ninguna parte, o mejor dicho, vamos a las cloacas sociales. Y supuesto que volvamos al cauce de la democracia que conocimos bajo el gobierno anterior, ese bando será el caballo de Troya que probablemente lo apoye, siempre colocando sus personales intereses, temores y ambiciones por encima de lo colectivo. En la Argentina está ocurriendo una gran tragedia: ellos son también gestores de la misma. El sistema los ganó para su causa, y quienes debieron advertirlo y obrar en consecuencia, ignoraron o subestimaron el peligro. 

¿Sorprendente? No tanto. La traición tiene su historia y su explicación. Hay un desafío crucial: si no se logra esclarecer a una porción decisiva de las masas, no será raro que incurran nuevamente en gravísimos errores. Que no se olvide: la cultura de la dominación cultiva la confusión y un pensamiento primario y escasamente racional. Su éxito es notable. 

A la Argentina la han enfermado: gravemente enfermado. Lo decisivo de la lucha política se desenvuelve (o debiera desenvolverse) en los cerebros, en su conquista, en su control. Confusión, desorientación, desinformación, irreflexión: pócima de la dominación. Si no se arma una contraofensiva (tarea ímproba, pero realizable y de larga duración) : ¿ cuánto tiempo de vida no vegetal le queda al enfermo ? 


(") Doctor en Historia y Sociedad. 18 libros publicados, algunos en Brasil y Argentina y otros sólo en Brasil. Decenas de ponencias en congresos nacionales e internacionales y centenares de artículos sobre historia y literatura. Docencia en la Argentina (UBA y Universidad del Salvador) y Brasil (Universidades de Campinas, del Estado de San Pablo y Pontificia de San Pablo). Incluido oportunamente en el programa Café, Cultura Nación de la Secretaría Nacional de Cultura.




jueves, 11 de octubre de 2018

CIPAYOS, Por Omar Néstor Miliano(") para Vagos y Vagas Peronistas


José María Rosa, historiador nacional -1906/1991-

Durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, la Cuestión Deuda Externa Argentina había dejado de ser un tema de agenda para la mayoría del pueblo argentino. 

Las reestructuraciones con quita de capital producidas durante el 2005 y 2010, las peleas en tribunales extranjeros ante diversos embargos decretados, la cancelación de la deuda con el FMI y el arreglo con el Club de París, habían disminuido notablemente la incidencia de su peso ante la vida del común de la gente, estábamos frente a un panorama cierto y manejable. 

Sin embargo, los fallos del juez neoyorquino Thomas Griessa trajeron a la escena nacional nuevamente la cuestión y se popularizó el reclamo de los denominados “fondos buitres”. 

En junio de 2014 el entonces Jefe de Gobierno porteño y candidato a Presidente de la Nación señalaba: "… Ahora hay que ir, sentarse en lo del juez Griesa y hacer lo que diga…" dando indicios del futuro que nos depararía el destino. 

Esas declaraciones públicas y ese posicionamiento permitieron poner de relieve como un importante grupo de políticos, periodistas, mediáticos… mostraban a diario su “adoración” por los criterios y comportamientos de los países del primer mundo y su falta de sentido nacional y orgullo patriótico. 

La Historia está llena de ejemplos similares, de “próceres” que se arrodillaron ante los poderosos del exterior y no viene mal recordar como se resolvieron algunas cuestiones y las conductas de esos “venerados” personajes. 

29 de noviembre de 1859 

Según cuenta el gran historiador argentino José María Rosa: “… Paraguay era rico, riquísimo. Sus inmensos yerbatales y tabacales abastecían la mayor parte del consumo del sur del continente y sus maderas valiosas se exportaban a Europa, donde alcanzaban alta cotización. Eran bienes del Estado en su mayor parte, pues la propiedad particular era escasa en esa inmensa república que pasaba de millón y medio de habitantes; la misma población de la vecina Argentina. La tierra era pública en su casi totalidad, arrendándose en lotes. Los pocos propietarios eran paraguayos nativos, pues la ley impedía a los extranjeros el dominio del suelo; el comercio exterior era monopolio exclusivo del Estado…” “…su riqueza se traducía en mejoras que hacían del Paraguay el Estado más próspero de Sudamérica…” . 

Tenía ferrocarril, una numerosa flota mercante, telégrafo… “era un verdadero estado socialista la paternalista República del Paraguay…”. 

No solo la mayor parte de la propiedad rural era estatal, sino que poseía muchas granjas de cría y agrícolas y hasta las mejores casas de la ciudad pertenecían al Estado. 

Asunción, era “una ciudad moderna, de calles bien delineadas y cuidada edificación”. Elevada cultura, todos sabían leer y escribir, además la Escuela Normal era un modelo en América donde “… se hacían estudios intensivos de gramática, matemáticas, historia, lógica, catecismo…” y existían otros establecimientos de muy buen nivel en las ciencias exactas, filosofía, teología y aquellos alumnos distinguidos en derecho, medicina, ingeniería o humanidades eran becados por el Estado a perfeccionar su educación en las universidades europeas. 

Por otra parte, no utilizaba empréstitos del exterior para su desarrollo es decir que carecía de deuda externa y contaba con industria metalúrgica que le permitía tener fundiciones de acero para la elaboración de implementos agrícolas, como así también cañones y armas para proveer a su ejército que era el mejor de América del Sur. 
Carlos Antonio Lopez Pte. del Paraguay 1844-1862

Para 1859 era gobernada por Carlos Antonio López, abogado, primer Presidente Constitucional, un gobernante que había elegido no depender de los capitales y recursos extranjeros, sino administrarse con las propias riquezas de su Patria. 

Por supuesto que “pretender” ese modelo de país en esta región no “encajaba” en los proyectos de expansión de las potencias de la época, especialmente Gran Bretaña. 

Justamente los británicos eran expertos en crear conflictos en países pequeños, proseguir con reclamos diplomáticos, escalar los conflictos enviando parte de su flota como amedrentamiento, bloquear los puertos si era necesario, no evitaban algún cañonazo y finalmente, cuando conseguían su cometido, llegaba la firma de un tratado de libre navegación y comercio por lo general “más beneficioso” para sus intereses que para el país invadido. 

En Paraguay, “el apriete” comienza con un complot, más precisamente en febrero de 1859 es desbaratada una conspiración para asesinar a su Presidente, motivo por el cual son detenidos un grupo de personas, entre ellos Santiago Cansttat, un oriental de nacimiento que circulaba con documentación británica. 

Cansttat recurre a Mr. Henderson, cónsul inglés, quién presurosamente requiere la liberación del detenido, más el pago de una indemnización y una reparación económica al gobierno de Su Majestad la Reina Victoria de Inglaterra. 

Al rechazar el Presidente López las pretensiones británicas, el cónsul Henderson, es retirado del país dando inicio a un pleito diplomático. 

Mientras tanto, en nuestro país, la situación era muy tensa debido a las fuertes disputas entre el Gral. Justo J. de Urquiza (al frente de la Confederación Argentina) y el Gral. Bartolomé Mitre (máxima autoridad del Estado de Buenos Aires), la realidad indicaba que se estaba al borde de un conflicto armado. 
Omar Néstor Miliano

Por ello, el Presidente del Paraguay envía a su hijo mayor, el Brigadier Gral. Francisco Solano López, en gestión de buenos oficios y tras su actuación diplomática, consigue la unidad de los argentinos firmándose el Tratado de San José de Flores. 

El 29 de noviembre de 1859 cuando Solano López intenta volver a su país, naves inglesas bloquean su salida del puerto de Buenos Aires y pretenden reducir al buque Tacuarí en el cual se desplazaba. 

El almirante inglés Lushington, que comandaba las flotas inglesas, reitera que Paraguay debía obedecer a la Corona Británica, restituir la libertad de Cansttat, indemnizarlo y además reparar económicamente a la Reina ofendida. 

Solano López logra eludir la emboscada y regresa a su país por vía terrestre. 

A pesar que el incidente se había producido en aguas jurisdiccionales porteñas, el Gral. Bartolomé Mitre prefiere “no ofender” a los británicos y ordena a Carlos Tejedor, Ministro de Relaciones Exteriores de Buenos Aires a guardar silencio. 

El Brigadier Solano López quien acababa de prestar un servicio a favor de la paz interna de nuestro país, era así correspondido por el Gral. Mitre. 

El Presidente Paraguayo López ordena entonces reforzar las fortificaciones de Humaitá por cualquier ataque inglés y desarrolla su estrategia de patriotismo y no sometimiento a las provocaciones de la potencia, ordenando al Jurista Carlos Calvo, especialista en Derecho Internacional, viajar a Londres y defender la causa con todas las herramientas a su alcance. 

Carlos Calvo, era un joven abogado uruguayo, educado en Buenos Aires e influido por ideas latinoamericanistas. 

A pesar de no ser recibido por las autoridades británicas, Carlos Calvo expone el caso en los principales diarios de Europa señalando que Cansttat, era juzgado por la justicia de un país soberano como era Paraguay, ejerciendo su derecho a la defensa y no debían existir interferencias de otras naciones. 

A pesar de que Cansttat es liberado y expulsado del país, las autoridades inglesas siguen reclamando indemnizaciones. De cualquier manera, el Presidente Carlos A. López no retrocede y Carlos Calvo elabora la defensa jurídica con profusa cantidad de pruebas y solicita la opinión de reconocidos juristas europeos que habían actuado en muchas controversias internacionales, entre ellos el inglés Phillimore y el francés Drouyn de Lhuys. 

Ambos catedráticos apoyan los argumentos del Dr. Calvo quién, intenta reforzar su estrategia, apelando a la opinión del Ministro Plenipotenciario de la Confederación Argentina ante Francia e Inglaterra el Dr. Juan Bautista Alberdi. 

Su desilusión es muy grande pues Alberdi le contesta: 

“… yo creo que Paraguay se hace más daño a sí mismo en el simple hecho de estar en enemistad con Inglaterra que el que se haría con todas las concesiones que esta Nación le exige…” 

“… Para una república pequeña que acaba de nacer, que harto feliz es ser tratada como una nación soberana e independiente por las primeras potencias de Europa, es una calamidad interrumpir por un solo día el honor de su contacto con un gran país como la Gran Bretaña…” 

“…Yo creo que el Paraguay debe acceder a lo que le pide Inglaterra y renovar a todo precio su amistad con esta nación, que le dará más provecho que la brillante resistencia…” 

“…el mayor servicio que pudiera hacerle al Paraguay es decirle a V. que lo autorice para arreglar a cualquier precio la cuestión actual…” 

Aunque sorprendido por la postura de uno de los más grandes pensadores de la época, el Dr. Carlos Calvo no cambió su estrategia y contestó enérgicamente a Alberdi: 

“… Si bien creo que en ciertos casos y en ciertas ocasiones de menor importancia debemos hacer concesiones para evitar males mayores hay otras de un carácter vital, como por ejemplo la que da mérito a esta carta, que valdría más que esos pueblos desapareciesen del mapa de las naciones antes que acceder a semejante humillación…” 

“… ¿para que derramaron tanta sangre nuestros antepasados para darnos independencia, si hoy que estamos en su pleno ejercicio, abdicamos todos los derechos y prerrogativas que ella nos confiere, conquistadas con armas en la mano?...”. 

“…Cual es la entidad política que nos reservamos en la comunidad de las naciones y cual la ventaja de dejar de ser colonias españolas?... 

“…Por ultimo si las repúblicas sudamericanas deben someterse tan humildemente a las exigencias de la Inglaterra y de las naciones poderosas ¿cual es nuestra misión en Europa? ¿Porque se preocupa Ud. de la organización de un pueblo que no sabe o no puede repeler la humillación que impone un extranjero altanero?...”. 

El Presidente López respalda al Dr. Carlos Calvo en su estrategia y finalmente su postura es aceptada por Inglaterra quien firma un Tratado en 1862 donde reconoce la jurisdicción del Paraguay para hacer cumplir sus leyes y deplora la actitud hostil de sus fuerzas navales al intentar detener al Brigadier Solano López, nace así lo que se conocerá como “la Doctrina Calvo” en la cual se establece que un Estado soberano no puede someterse a la potestad jurisdiccional de otro Estado. 
Carlos Calvo, Jurista (Montevideo 1824-París 1906

Aunque pareciera que Inglaterra había abandonado “su presa”, esto no será así… pocos años después en 1865, desde los escritorios británicos se planea lo que se conocerá como la Guerra de la Triple Alianza para lo cual “necesitaron” aliados indispensables en la Banda Oriental, en la Argentina de Bartolomé Mitre y fundamentalmente en el “imperialista” Brasil. La sangrienta guerra contra Paraguay se extenderá hasta 1870. Nada quedará de ese proyecto de país independiente y los vencedores se repartirán porciones importantes de su territorio. 

Paraguay pierde prácticamente la totalidad de su población masculina y el Brigadier Solano López luchará, en los montes paraguayos, hasta las últimas consecuencias, rodeado por tan sólo 400 hombres de los más de 100.000 que comenzaron la guerra. 

Hoy, entre las formas de conquista de las potencias, suelen utilizarse los estrados de la Justicia norteamericana para avanzar sobre los países soberanos, hemos escuchando a muchos políticos que prefirieron opinar a favor de los “fondos buitres”, defendiendo a los fondos especulativos, sugiriendo “pagar” cómo sea, sin discutir; o a otros políticos desentendiéndose de lo que sucedía cómo si fuera un problema de quién gobernaba en ese momento. 

La Historia proporciona muchas enseñanzas que no deben desatenderse… hasta el propio Juan Bautista Alberdi, quién había sido el autor de esas frases de desaliento al pensamiento de Carlos Calvo, se opuso firmemente, una vez que estalló la Guerra contra el Paraguay, a la actitud de los gobernantes porteños, obteniendo con ello el odio de Bartolomé Mitre y de Domingo F. Sarmiento. 

Quién pronunció esa frase con la cual se inició esta reflexión, hoy es el Presidente de la Nación y no sólo PAGÓ lo que los Fondos especulativos quisieron sin revisar si era lo correcto, sino que PERMITIÓ que nuevamente endeudaran en forma escandalosa nuestro país y ENTREGÓ mansamente la conducción económica al FONDO MONETARIO INTERNACIONAL. 

Contó para ello con la complicidad de un sector importante de los legisladores nacionales y la cobertura mediática indispensable para “convencer” a parte de la sociedad. 

La salida de este laberinto sólo será posible si se comienzan a revertir los procesos que hoy gobiernan las mayorías de los países de Latinoamérica. 

Brasil es el primer paso en octubre próximo(1) y nuestro turno será el año que viene cuando tengamos que elegir entre un gobierno nacional, popular y latinoamericanista o volver a ser una colonia dependiente de los centros de poder extranjeros.

(") Contador Público Nacional-Perito de la Deuda Externa Argentina

(1) La nota fue escrita antes de las elecciones en Brasil