miércoles, 30 de junio de 2021

A 86 AÑOS DE FORJA-FUNDADORES DEL NACIONALISMO POPULAR REVOLUCIONARIO por Ernesto Jauretche

 



La Década Infame no era tan infame por el fraude político y la corrupción mercantil de sus clases dirigentes como por el dominio colonial de la cultura y la miseria estructural que interpretaba el tango. Era un país sometido económicamente a una potencia europea, con un pueblo subordinado, ignorante de las causas de su propia miseria, donde los peones votaban a los patrones y el debate político era entre el socialismo librecambista y el nacionalismo oligárquico en disputa por ver quien servía mejor al amo extranjero, donde la pobreza era lo normal y la dependencia estaba naturalizada: somos americanos, criollos brutos, negros a los que no nos gusta trabajar y además inferiores intelectualmente; peor aún: tuvimos la desgracia de que fracasaran las invasiones inglesas. Esas eran las verdades reveladas, lo cierto, lo inalterable, instalado por los medios de comunicación y las clases dominantes en la calle, en la escuela, en la universidad, en la lógica del conocimiento y en las raíces de la enseñanza.

En ese escenario aparecen los muchachos de FORJA, unos jóvenes audaces que tuvieron su primera batalla contras las convicciones instaladas por el colonialismo cultural en sus propias conciencias.

Mucho se parece aquella situación a la actual circunstancia nacional, aunque ya no es una Nación imperial la que nos domina: hoy, un partido político representa en el sistema democrático a las conciencia adocenadas, apenas estamos empezando a revisar la servidumbre de la justicia al poder concentrado de los monopolios y la finanza global, una economía donde el peso descomunal del FMI –el moderno Estatuto Legal del Coloniaje- impide cualquier intento de emancipación.

Sin embargo, mucho ha crecido la producción intelectual del campo nacional; aunque apenas roza la hegemonía cultural del imperio porque carece de los recursos de despliegue y propaganda que la hegemonía colonial le niega.

Lo de FORJA fue lo que en filosofía llaman ruptura epistémica. No fueron contra las consecuencias sino que revelaron las causas, no se quedaron en la crítica al pensamiento dominante: se internaron y cambiaron la forma de analizar la realidad, develaron la existencia y la fecundidad del sujeto social pueblo, y le imprimieron un salto en calidad a la lucha por la igualdad, la dignidad y la justicia.

Pusieron en crisis ese dominio mental, lo denunciaron y después adoctrinaron, y lo convirtieron en acción por la liberación material y espiritual de un pueblo que los necesitaba sin saberlo, el hombre que estaba solo y esperando, el espectador que bajó de la tribuna y se tomó toda la cancha. Y, desde ese pensamiento nacional, refundaron una nueva y poderosa doctrina: el nacionalismo popular revolucionario, latinoamericano y antimperialista.

El lema “Somos una argentina colonial; queremos ser una Argentina libre” abrió el cauce hacia una elaboración teórica que les permitió asegurar que no habría justicia social sin soberanía nacional ni independencia económica, bases de un movimiento nacional que se inauguró como identidad social y política con el peronismo.

Ese núcleo de corajudos pensadores, profesionales, intelectuales y políticos merece en nuestros días mucho más que un reconocimiento: es hora de elevarlos como ejemplo y de emular su osadía y generosidad haciendo conciencia de la necesidad urgente de enfrentar con herramientas nacionales la violenta ofensiva de los tutores de la colonización cultural. Una batalla que no sólo compromete al periodismo militante y a los centros de difusión del pensamiento nacional sino a las mismas casas de estudio de todos los rincones de la Patria, sin distinción de disciplinas ni niveles, donde se están formando las nuevas generaciones de argentinos.

Estudiosos y docentes de ideas pretendidamente universales en detrimento de un pensamiento situado, local, propio, nacional, haciendo valer premios y títulos otorgados por prestigiosas fuentes de inteligencia cosmopolita, dominan el mundo académico y profesional… y trágicamente hasta el marco de reputaciones que atesoran capitanes políticos que jamás pisaron los barrios de nuestras ciudades ni los campos del interior profundo.

Profesionales que reciben el título de escuelas estatales financiadas por la ciudadanía como patente de corso, especialistas en lucros, canonjías y beneficios individuales, sin vocación de servicio ni noción de sus responsabilidades por el país.

Dirigentes que dominan el oficio de los influencers, eficaces prescriptores de potentes marcas y patentes en las redes, la estadística y la encuesta pero que ignoran el lenguaje y las vivencias de las mayorías argentinas. La distancia cultural que los separa del pueblo es paralela a su ineptitud para hacerse cargo de las necesidades y los intereses del pueblo argentino, al que le deben sus títulos y sus cargos.

Es hora de introducir en los contenidos curriculares de todas las disciplinas claros componentes de defensa del interés nacional, de la solidaridad social y de aquellos asuntos esenciales de la historia que señalan los actores, la acción y los momentos culminantes de nuestras luchas por la emancipación nacional y social, por la grandeza de la Nación y la felicidad de su pueblo.

¡Homenaje a los 30 mil militantes nacionalistas populares revolucionarios caídos!

¡Vivan los muchachos de FORJA, don Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón!

VIVA LA PATRIA

Ernesto Jauretche

La Plata

29 de junio de 2021


 





lunes, 14 de junio de 2021

ALTERACIÓN DE LA PROBLEMÁTICA POULAR por Jorge Luis Cerletti (*) para Vagos y Vagas Peronistas

 



Estamos viviendo un período de alteración social manifiesta de diversos hábitos sociales. Por empezar y como producto de las acechanzas del Covid 19, el uso de “bozales” que tapan medio rostro. Por seguir, mantenimiento de la distancia mínima de dos metros en la circulación y reunión de las personas. Asimismo, las limitaciones en la circulación de los vehículos y en el uso del transporte público, además de la prohibición de las aglomeraciones y la restricción y control sobre el funcionamiento de restaurantes, bares, y de negocios en general, según el momento. A lo cual se suma el recorte de las actividades presenciales y en particular las vinculadas a la enseñanza.

Esto genera un distanciamiento entre las personas que no condice con los hábitos sociales incorporados a lo largo del tiempo. Se rechazan las reuniones de grupos numerosos, mayores de diez personas. Lo cual se multiplica considerando las restricciones en los espectáculos públicos, tan evidentes en los deportivos con estadios prácticamente vacíos. Mientras que la vacunación en gran escala genera expectativas aunque todavía se esté desarrollando y es difícil evaluar sus alcances.

Vale decir que en esta etapa las relaciones humanas, en general, exhiben un notorio desarrollo de la virtualidad. Y tal fenómeno también alcanza a la política que tiende a una fuerte disminución de lo presencial. En consecuencia, la fuerza de lo multitudinario se diluye y crece el viejo problema político del poder piramidal a costa de la participación popular. Es que el impulso generado por las grandes movilizaciones está ausente hasta no se sabe cuándo….

Además de lo dicho, se percibe otro efecto negativo. Los intercambios de ideas y experiencias hoy parecen sufrir una especie de estado letárgico. Existe una disminución o morosidad de los mismos. Como si se produjera una extensión de la pandemia sobre la producción intelectual-política. Es que el aislamiento generado no sólo limita las acciones, sino que opera también sobre el desarrollo del intercambio de ideas. Y este fenómeno no hace más que revalorizar el concepto de praxis que hoy aparece bastante devaluado.

Morales en Jujuy no tiene problemas en mantener presa injustamente a Milagro Sala, indeclinable luchadora popular. En tanto que el periodismo de “guerra”, con Clarín a la cabeza, goza de buena salud. Y eso que en estos momentos Alberto Fernández es el presidente de la Nación. Y por más que muchos lo tilden de tibio, necesariamente integra el campo popular.

Ocurre que la derecha tiene el fuerte soporte del gran capital interno y externo además de contar con el apoyo del poder internacional de los EE.UU. así como el de sus principales aliados. Luego, las elecciones nacionales antes de fin de año revisten una significativa importancia. Y para evaluarla no hace falta más que remontarse al cercano gobierno de Macri y de cuyos efectos aún conservamos distintas heridas.

La tarea que hoy se presenta prioritariamente es recuperar la actividad política de los amplios sectores populares e ir perfilando una convergencia activa de los sectores radicalizados que no se prestan a las engañifas del poder dominante.

En esa tesitura el intercambio de ideas y el debate abierto acerca de la situación actual se impone. Desde el kirchnerismo, el peronismo de quienes se mantienen en pie de lucha, los sectores radicalizados, hasta el sindicalismo consecuente con los intereses del movimiento obrero, debemos cerrar filas para impulsar y hacer triunfar al campo popular.

Ésta es una primer y significativa etapa. Y a condición de llevarla a buen término, surgiría una segunda por demás compleja y difícil. La de independizarse del gran capital albergando y conteniendo sus expresiones menores (Pymes). Trayecto más que complejo y difícil pero condición necesaria para avanzar en un proceso emancipatorio. Su realización sería un salto adelante de inestimables consecuencias y beneficios para el pueblo.


(*) Jorge Luis Cerletti nació en Buenos Aires en 1937, arquitecto. Fue profesor de Economía Política en la Universidad del Salvador y de Historia Social en la Facultad de Derecho de la UBA. Fue uno de los fundadores e integrante del grupo de reflexión La Mesa de los Sueños, también del grupo Repro (Reflexión y producción) y colaborador del CEPPAS, (Centro de políticas públicas para el socialismo). Producto de su dilatada militancia realizó numerosos ensayos políticos. Como coordinador de la colección Cuadernos de la realidad, dirigida por Raúl Sciarretta y editada por Granica, publico en ella tres ensayos: “Desarrollo industrial y concentración monopólica”, “La oligarquía terrateniente” e “Imperialismo y dependencia” (1974) y los siguientes libros: Retazos para una historia” (ficción 1983, Peña Lillo Editor); “El nuevo orden mundial, el socialismo y el capitalismo depredador” (1 991, Centro Editor de América Latina); sigue: “El poder y el eclipse del socialismo” (1993, Centro Editor de A.L.); “El Poder y la necesidad de un nuevo proyecto” (1994, Ediciones Mesa de los Sueños); “El poder bajo sospecha” (1997, edit. De la Campana) y “Las relaciones de dominio como lazo social (1999, edición del autor); “Políticas emancipatorias - crítica al Estado las vanguardias y la representación” (2003, edit. Biblos) y “Estado democracia y socialismo” (2014, edic. El jinete insomne, publicado por el Ceppas, centro de políticas públicas para el socialismo).



lunes, 7 de junio de 2021

EL SISTEMA ENFERMA Y MATA por León Pomer (*) para Vagos y Vagas Peronistas

 




Implacable devoradora de vidas, la pandemia “expone el salvajismo de la estructura del poder mundial. Un capitalismo que maximiza ganancias en todos los órdenes de la vida social, devora todo lo que encuentra y destroza el andamiaje democrático que durante mucho tiempo ha ocultado su angurria insaciable. En la penumbra de este derrumbe se vislumbra a la bestia que agoniza mientras mata a sangre y fuego”. (Monica Peralta Ramos. El Cohete a la Luna, 23-5-2021)

La bestia, sacudida por tenebrosos espasmos, hoy excreta agónicos aullidos e imprime su signo mortuorio al entero planeta. Cuando joven y vigorosa, y rebosante de infatuación y enferma de áureas ambiciones, se lanzó a conquistar el mundo, pretextando “civilizar”, el capitalismo comenzó por esclavizar y destruir a los que, sin conocer reputó de sub humanos, sin importarle las catástrofes humanas que producía. Su historia puede ser leída desde diferentes ángulos. El extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas es uno de ellos; los mares de sangre que derramó y continúa derramando es otro costado de su desempeño histórico: el salvajismo es la sombra tenebrosa que siempre lo acompañó. Quiso ocultarlo, justificarlo, disimularlo; utilizó el “andamiaje democrático” que hoy ya no soporta más, ni le sirve. Su etapa neoliberal, en plena descomposición, arrasó con orgullos e ilusiones y sembró frustraciones y angustias.

Un grande y singular pensador, Walter Benjamin, reflejó la gigantesca tragedia vivida por la humanidad modelada por el capitalismo: se valió de una pintura del suizo germanizado Paul Klee. Las palabras que entonces escribió W.B. se hicieron célebres. Dicen lo siguiente: “ hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. Allí, donde vemos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas (…) Tal tempestad es lo que llamamos progreso” (W.B., Ensayos Escogidos. Tesis de filosofía de la historia. Edit. El Cuenco de Plata, Buenos Aires,20010. Tesis IX) La palabra “progreso”, engañadora y falaz, fue asociada al capitalismo: sirvió para ocultar los escombros humanos que éste acumuló detrás de sus pasos. A propósito, Alemania acaba de pedir perdón a Namibia por el genocidio, hasta ahora no mentado, que cometió entre 1904 y 1908, cuando ese país era colonia suya. Como reparación, le donará mil cien millones de euros, a pagar en cómodas cuotas anuales… durante 30 años.

Escuchemos ahora a un personaje más que relevante durante un período de la historia relativamente reciente de los Estados Unidos. Resumo un texto publicado por el filósofo italiano Franco Berardi ( La Segunda Venida ,Caja Negra Editora, pág.32,Buenos Aires,2020). Es una lista de horrores, limitada pero expresiva, sobre todo por quien es el autor que Berardi reproduce y yo a Berardi. Veamos:

Imperio Azteca, la conquista española redujo la población de 25 millones a 1 millón;

En Norteamérica, el 90% de la población indígena murió en los primeros 5 años de haber entrado en contacto con los invasores europeos. A esta mortandad hay que agregar los cientos de miles muertos en el siglo XIX;

En la India, entre 1857 y 1867. “se sospecha” que los británicos mataron cerca de un millón de civiles, en la rebelión que se produjo a partir de 1857;

La introducción forzada del opio en China, a cargo de los británicos, ocasionó millones de víctimas, sin contar las bajas chinas durante la Primera y Segunda Guerra del opio;

En el Congo, propiedad personal del rey de Bélgica, Leopoldo II, fueron asesinadas entre 10 y 15 millones de personas entre 1890 y 1910;

En Viet Nam fueron muertos entre 1 y 3 millones de personas entre 1955 y 1975;

Agréguense millones de asesinados en el mundo musulmán; y en Indonesia, entre 1835 y 1840, los holandeses mataron cerca de 300.000 civiles;

En Argelia, entre 1830 y 1845, los franceses liquidaron casi la mitad de la población;

Los italianos, para no ser menos, entre 1927 y 1934, exterminaron entre 80.000 y 500.000 internados en campos de concentración;

Sumemos, en los días actuales, las víctimas de Libia, Irak, Afganistan, Yemen, Palestina y varios etcéteras, en Africa, en Asia y en nuestra mal llamada América Latina.

Los números que el lector acaba de leer fueron originariamente publicados en una obra cuyo título en inglés es Toward a Global Realignment, en American Interest, junio de 2016, cuyo autor es Zbigniew Brzesinski, fuente seguramente insólita, pero insospechable. No son números exhaustivos, ni mucho menos. La conquista española mató millones de nativos que no figuran en la lista. Entre ellos, los sacrificados en la minería de la plata, en el célebre Potosi. Y por qué no agregar las víctimas de las dos guerras mundiales. A los millones asesinados por el nazismo, deben sumarse 26 millones de vidas sacrificadas solo en Rusia durante la invasión alemana.

Vayamos ahora a nuestro presente, al capitalismo que enferma, arruina vidas y las abrevia. Los mitos de la felicidad y del crecimiento económico ilimitado crearon las condiciones para la multiplicación de ciertos males: encubrieron los efectos perversos del fundamentalismo de mercado, responsable de la soledad, la tristeza, la angustia, la ansiedad, la depresión y una vida sin sentido, que el individualismo hedonista agrava en lugar de paliar. El llamado trastorno bipolar es un cuadro antes conocido como psicosis maníaco depresiva, que se ha expandido enormemente en los últimos 20 años. El “ataque de pánico” se difundió en tiempos más recientes; el marketing de los laboratorios farmacéuticos lo hizo popular. En 1895, Freud lo llamó neurosis de angustia, caracterizada por la hipertensión arterial súbita, la taquicardia y la dificultad respiratoria, la disnea, los mareos, la sudoración y los vómitos o náuseas.

En los niños, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), está a la orden del día. El déficit de atención, la hiperactividad e impulsividad son características de la infancia: fueron elevadas a la categoría de trastorno neurobiológico, un desorden del cerebro. Los neurólogos afirman que es fundamental realizar un diagnóstico temprano para evaluar, si tales síntomas se presentan con una intensidad y frecuencia superior a la normal, y si interfieren en los ámbitos de la vida escolar, familiar y social. Aquí la pregunta: ¿cuál es la medida de la normalidad y quién la establece? El prestigioso neurólogo Fred Baughman denunció ante el Congreso de los Estados Unidos y presentó una demanda de fraude al consumidor en el Estado de California por el falso diagnóstico de TDAH. Niños completamente normales fueron diagnosticados con ficticios desequilibrios químicos cerebrales, y la subsecuente orden médica de tomar drogas. El diagnóstico induce a medicalizar comportamientos que simplemente se separan de la norma, sin ser propiamente trastornos psíquicos. La neurona está de moda: es tema de mención cotidiana.

La sociedad gravemente enferma contagia a las personas. La crisis de opiáceos y de fármacos legales que padecen los Estados Unidos mató a 400 000 personas entre 1990 y el 2019; hay un consumo masivo de ansiolíticos, analgésicos, antidepresivos, alcohol y oxicodona. El dolor humano hace la fortuna de una industria orientada a su gestión, y a la evasión efímera del individuo desolado que naufraga en una vida sin sentido. El universo capitalista vive epidemias silenciosas, fabuloso negocio, medicalizado a medida de las necesidades de los grandes laboratorios. Somos seres presumiblemente normales, cuando ingerimos medicamentos a granel. La industria farmacológica provee de novedades que son recetadas por médicos desaprensivos, ignorantes o cómplices de la conjura.

El sufrimiento no se refleja en imágenes de resonancias magnéticas, lo humano no se reduce a los términos de un cerebro ni a las conexiones neuronales. Hay detrás del padecer una sociedad, caldo de cultivo de males y de negocios de enorme envergadura. Oliver James, en su "The Selfish Capitalist", sugiere que hay razones convincentes para suponer que las economías del mercado son unas de las principales causas de los altos niveles de enfermedades mentales. Usando datos de un estudio confiable, realizado en el 2004 por la Organización Mundial de la Salud, el nivel promedio de enfermedades mentales en los países de habla inglesa, afectan a un 23% de la población en general, contra el 11,5% de los países europeos continentales. Notando además que enfermedades mentales se han incrementado en el Reino Unido desde la introducción del neoliberalismo de la señora Thatcher. James concluye: "Esto no puede tener relación alguna con los genes".

Como consecuencia del mal llamado subdesarrollo sufrimos un genocidio por goteo, con muertos por deficiencias sanitarias y atención selectiva de la salud, por suicidios, por inseguridad laboral, por comer mal y salteado. Si sumásemos todos los cadáveres anuales que produce el subdesarrollo, veríamos que no es para nada exagerado hablar de un genocidio silencioso.

El dolor social y el dolor individual/emocional son consustanciales al proceso (des)civilizatorio del capitalismo, que recrudece conforme los individuos sienten frustración y resentimiento ante la insatisfacción que les genera esta forma de organización de la sociedad. A su vez, estas modalidades de dolor se erigen en dispositivos de control social sobre los cuerpos, las conciencias, la mente y la intimidad.


La vulnerabilidad de los individuos se ahonda con la crisis pandémica a medida que se amplían las posibilidades de caer en las garras del desempleo, la pobreza extrema, las hambrunas y la fatiga ante el encierro. Esta vulnerabilidad se acrecienta en sociedades tenidas por subdesarrolladas que, con la violencia criminal y la inseguridad pública, hunden a los individuos en el miedo perpetuo, en la inmovilidad física, mental y emocional, en la dolencia crónica. La depresión se erige como la verdadera pandemia de las sociedades contemporáneas. El individuo se exige a sí mismo y se siente impotente al advertir que no es capaz de cumplir con las expectativas autoimpuestas. Conservadoramente, se calcula que la depresión enferma a 300 millones de seres humanos en el mundo. El sufrimiento que conlleva, frustra la vida familiar, escolar y laboral: es la gran causa de los 800 000 suicidios que ocurren mundialmente cada año, y que afectan, particularmente, a la población joven de entre 15 y 29 años.


Quienes manejan el capitalismo digital saben que el gran campo de batalla y de apropiación de los individuos está en la mente y en las emociones. La orfandad ideológica de los ciudadanos amplía los márgenes para esa apropiación, al tiempo que contribuye a encubrir las causas últimas del dolor y de la soledad. El social-conformismo se apropia de la vida cotidiana de los individuos, y la crueldad social continúa haciendo víctimas, que tienden a “normalizar” su dolor y sufrimiento. En cuanto al ángel de Paul Klee, le han cortado las alas. Yace inerme, abandonado en un galpón semi derruido.


(*) Doctor en Historia y Sociedad. 18 libros publicados, algunos en Brasil y Argentina y otros sólo en Brasil. Decenas de ponencias en congresos nacionales e internacionales y centenares de artículos sobre historia y literatura. Docencia en la Argentina (UBA y Universidad del Salvador) y Brasil (Universidades de Campinas, del Estado de San Pablo y Pontificia de San Pablo). Incluido en el programa Café, Cultura Nación de la Secretaría Nacional de Cultura.


sábado, 5 de junio de 2021

PERÚ-COLOMBIA, ENTRE LA RAZÓN DEMOCRÁTICA Y LA SINRAZÓN DE LA REPRESIÓN por Lido Egisto Iacomini (*) para Vagos y Vagas Peronistas

 



Vivimos semana a semana con el corazón en la boca, viendo entre esperanzas y angustias, como los pueblos latinoamericanos destejen las redes políticas de la dependencia al modelo neoliberal, estructural, en el que están atrapadas las naciones latinoamericanas. O si se quiere las porciones de la Patria Grande.


Enfocadas por su propia dinámica en el centro coyuntural de la semana, Perú y Colombia atraen nuestras miradas. A 4 días de la segunda vuelta electoral, ya en Perú el destino de la izquierda que encabeza el maestro de sombrero y ojotas se amasa en los cerebros y corazones individuales y hará eclosión el domingo cuando el recuento de votos retorne al pueblo como fenómeno colectivo.

El previsible triunfo de Castillo será por escaso ó amplio márgen, determinando márgenes para la acción transformadora de su gobierno. Y sobre todo calibrará el impacto sobre la región donde el pueblo de la vecina Colombia transita la lucha cuerpo a cuerpo de una dramática y dolorosa insurrección que ya lleva más de treinta días. Camino insurreccional que semeja un sucedáneo de la prolongada guerra civil cuyo cierre político fué abortado por la cadena de asesinatos y desapariciones que desató el uribismo sobre luchadores sociales, militantes políticos y ex guerrilleros, sellando un pacto de sangre que previsiblemente se proyectará sobre el futuro político de esa gran y querida nación, hermana...

Hoy se organiza su pueblo, en un gran Comité de lucha y en innumerables asambleas populares, barriales, zonales. Al estilo Argentina 2001 pero desde Cali, bastión rebelde de esta etapa, hasta Medellín, pasando por Bogotá y recorriendo gran parte de la geografía colombiana.

La oligarquía colombiana muestra, además de garras y colmillos sangrientos, renovadas divisiones: Uribe por un lado, aún usando a Iván Duque cómo mascarón desenmascarado, verdadero jefe de la reacción fascista y Santos, el tradicional liberal de derecha soft que condujo el anterior proceso de pacificación, por el otro. Opciones a la espera y al servicio de lo que se resuelva en Wassington, donde Joe Biden y Tony Blinken vacilan entre proseguir una represión sangrienta que hasta ahora no funcionó o acudir a la valija de herramientas que los demócratas usaron como promesas progresistas en las elecciones norteamericanas que postergaron a Trump. Podría traducirse al colombiano: Uribe (Duque) dictador o Santos y un segundo proceso político de pacificación.

La geopolítica de la región está en crisis por la indoblegable, hasta ahora, entereza del alzamiento popular. Allí no hay desenlace este domingo, aunque el domingo peruano tendrá reflejos sobre todo el continente. De sur a norte, incluido Wassington. Final abierto para Colombia que nos mantiene sumidos entre la angustias y las esperanzas.

(*)"Participación popular".