jueves, 4 de agosto de 2016

EL TRIUNFO DE MACRI ES HAMBRE Y MISERIA PARA LAS MAYORÍAS, Por Norberto Galasso (Fuente: Señales Populares -Junio/Julio de 2016-)

Norberto Galasso, hombre de la izquierda nacional


Galasso, al editorializar en el periódico “Señales Populares”, brinda su aporte a la resistencia, reinvindicando la “Cuestión Nacional”, poniendo como eje opositor al gobierno “de los privilegiados y del imperio –inclusive cargado de odio de clase”-, a los trabajadores, que se manifestaron el 29 de Abril, y deben organizarse, pues si al gobierno de Macri “le va bien”, “los trabajadores sufrirán las consecuencias porque ese plan es uno sólo: Crear condiciones de desocupación para que se debilite la fuerza de los trabajadores e imponer así, una baja del salario real. Sus economistas lo han dicho muchas veces: el salario real en la Argentina era años atrás el más alto de América Latina. Su reducción es el objetivo de las minorías locales y del interés externo para hacer negocios en el mercado mundial con artículos a bajo costo, como asimismo negocios financieros. Si eso les saliera bien, sería el triunfo del gobierno de Macri y el hundimiento en la miseria y el hambre de las mayorías argentinas.”(vp)

El triunfo de Macri es hambre y miseria para las mayorías


Quienes publicamos el perió- dico “Señales Populares” provenimos de la Izquierda Nacional, del peronismo y de agrupaciones y/o militantes independientes que han entendido la cuestión nacional. No pretendemos ser vanguardia, ni conductores ideológicos de las amplias bases populares de la Argentina, sino modestamente aportadores de algunas convicciones que han nacido como resultados de lecturas, debates y compromisos activos en las distintas batallas que ellas han mantenido por su liberación. Por eso no queremos acallar nuestra voz ante los graves acontecimientos que vivimos. Por eso queremos señalar con absoluta claridad y contundencia aquello que se susurra en algunos corrillos del peronismo y flota como duda que se va arraigando cada vez con más fuerza en lo íntimo de los trabajadores. Posición que nos lleva a condenar conciliaciones espurias y declaraciones como: “Queremos que al gobierno le vaya bien porque así le irá bien al país”, “queremos que el gobierno rectifique sus errores”, “esperamos que, en el segundo semestre, las cosas cambien para bien de los trabajadores”, “no estamos contra el gobierno de Macri, sino contra su política”. Preferimos, en cambio, definir al gobierno de Macri como el gobierno de los privilegiados y el imperio –inclusive cargado de odio de clase– por lo cual si cumple sus objetivos, serán muy graves las consecuencias para los trabajadores y el resto del pueblo argentino. Continuamos así una larga trayectoria de acompañamiento a la clase trabajadora y a los sectores populares en general, que nos ha llevado a reivindicar al yrigoyenismo, al peronismo y al kirchnerismo como los movimientos más importantes en la lucha por una Argentina mejor, más allá de sus defecciones, q u e fueron muchas y que los mejores militantes reconocen en las conversaciones íntimas (esta es la posición por la cual la izquierda abstracta -que reduce todo al enfrentamiento burgueses-proletarios- nos ha criticado y nos critica aún hoy). Desde esa posición decimos que el enemigo principal es la asociación entre las clases poderosas de la Argentina (la vieja oligarquía terrateniente en declinación y la nueva burguesía trasnacionalizada) con el imperialismo norteamericano y las multinacionales europeas que lo acompañan. Contra ese establishment, resguardado por los monopolios mediá- ticos, han sido y son nuestras definiciones. Decimos también que esa oligarquía ha recibido y recibe el apoyo de los sectores de clase media alta (abogados, economistas, contadores, intelectuales, periodistas, etc.) que usufructúan las migajas del festín semicolonial. Asimismo, señalamos que el resto importante de la clase media –generalmente apolíticos, indiferentes, ingenuos, egoístas, en fin, “colonizados mentalmente”, como diría Jauretche- no son los enemigos principales sino que debemos entenderlos y convencerlos, ayudarlos en los análisis para que comprendan de una buena vez que no pueden ser masa de maniobra de los mismos que día a día los esquilman en los supermercados y los engañan por la red televisiva y el resto de los medios de difusión. Años atrás, con la mejor intención, Fito Páez dijo en una carta abierta que le provocaban “asco”. Nosotros le contestamos que nos provocaban “pena” y ganas de ayudarlos a salir de la opresión intelectual en que están sumidos. Por todas estas razones, decimos que la clase trabajadora –que se hizo presente el 29 de abril último en las calles- es la única que está en condiciones de impedir el nuevo coloniaje que se está implantando, que una vez más -como el 17 de octubre- es allí donde no puede haber cómplices respecto a los explotadores, aunque puedan existir algunos dirigentes gremiales vacilantes que están lejos de cumplir su verdadero rol. De allí la necesidad que ella se organice, arrase con algunos conciliadores y se ponga a la cabeza del resto de la sociedad expoliada. Desde nuestra posición, reivindicamos la política del peronismo histórico –¿qué otra organización fue capaz de controlar las divisas, monopolizando el comercio exterior y estatizando los depósitos bancarios y concretando, al mismo tiempo, avances sociales notables?-. La izquierda abstracta nos ha imputado haber apoyado al capitalismo… ¿Qué duda cabe si Néstor apenas llegó al gobierno preguntando dónde estaba la burguesía nacional y Cristina, en uno de sus últimos discursos, señaló “queremos impulsar un capitalismo nacional”? Pero parece que aún no está claro que si la opción que se presentaba era entre la burguesía trasnacionalizada (Macri, Techint, Aluar, Bulgheroni, etc.), por un lado, y grupos empresarios interesados en el mercado interno, por otro, había que apoyar a estos últimos porque ello aseguraba empleo e ingresos a los trabajadores y desde allí, partir hacia avances más profundos. La burguesía trasnacionalizada concilia con el imperialismo porque su punto clave son los salarios bajos para explotar a los trabajadores más allá todavía que la explotación normal que opera el capitalismo. La otra -a veces, algo nacional, otras veces representada por el Estado en manos bonapartistas o de la pequeña burguesía- sabiendo que la venta de sus productos sólo se asegura en el mercado interno, acepta mayores salarios, traba el ingreso de productos extranjeros favoreciendo así el empleo y pudo conformar la llamada ‘comunidad organizada’, es decir, se coloca en un frente nacional no conducido por los trabajadores, pero que resulta históricamente progresivo. Recuerdo que en una de las últimas conversaciones con Germán Abdala, me decía: “¿Con quién podremos hacer ahora la ‘comunidad organizada’? ¿Con Pérez Companc acaso?” No abandonaba por eso su sentimiento peronista, pero lo hacía avanzar en función de la nueva situación. ¿No lo habían dicho acaso Cooke, Hernández Arregui, Amado Olmos y el mismo Jauretche, quien sostenía que estaba en los jóvenes el camino de los setenta, advirtiendo que ese “Socialismo Nacional” debía ser necesariamente nacional y no reflejo o copia del de otros paí- ses, reiterando lo sostenido por Perón en 1968. Hoy los dirigentes polí- ticos o gremiales no deben confundir a los trabajadores con que si Macri cumple sus objetivos, mejor será para el país y para todos. Hay que decirlo en voz alta: si Macri logra completar su proyecto -“si le va bien”- los trabajadores sufrirán las consecuencias porque ese plan es uno sólo: Crear condiciones de desocupación para que se debilite la fuerza de los trabajadores e imponer así, una baja del salario real. Sus economistas lo han dicho muchas veces: el salario real en la Argentina era años atrás el más alto de América Latina. Su reducción es el objetivo de las minorías locales y del interés externo para hacer negocios en el mercado mundial con artículos a bajo costo, como asimismo negocios financieros. Si eso les saliera bien, sería el triunfo del gobierno de Macri y el hundimiento en la miseria y el hambre de las mayorías argentinas. Por eso, decimos, sin vacilación: hay que oponerse totalmente a este proyecto colonizador que nos llevó a la explosión del 2001 cuando los servidores del imperialismo quisieron llevarlo hasta sus últimas consecuencias de endeudamiento externo y hambreamiento interno. Este modesto periódico –que tiene el honor de de cubrir sus gastos con avisos de sindicatos y de dos PYMES del área cultural– acompañó y acompañará a la clase trabajadora en esa lucha contra el nuevo coloniaje y conjuntamente desde nuestra Corriente Política “Enrique S. Discépolo”, nos juntaremos con todos aquellos que persigan el mismo propó- sito. Estuvimos y estamos en el frente antiimperialista y revolucionario (llámese Frente ciudadano, Frente nacional o como se quiera), con perfil propio, sin los “panqueques” y traidores de siempre, sin sectarismos subalternos, sin ortodoxias anacrónicas, respetando, por supuesto, los sentimientos que provengan de otras experiencias de lucha popular, en el camino del triunfo popular que es la liberación nacional y social, la Patria Grande liberada e igualitaria y “el hombre Nuevo”. Desde nuestra posición, reivindicamos la política del peronismo histórico, ¿qué otra organización fue capaz de controlar las divisas, monopolizando el comercio exterior y estatizando los depósitos bancarios y concretando, al mismo tiempo, avances sociales notables? 

Norberto galasso 
 Señales Populares

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