lunes, 22 de noviembre de 2021

¿TRIUNFO O DERROTA? por Lido Egisto Iacomini* para Vagos y Vagas Peronistas

 



¿Triunfaron los derrotados en las urnas mientras los presuntos vencedores en los números no se atrevieron a festejar? Es sabido que la política en Argentina es muy peculiar, y que siempre a los analistas extranjeros se les queman los papeles al momento de intentar comprender la endiablada política criolla y particularmente si se trata de ese movimiento de “incorregibles”, que es el peronismo.


Sin embargo no podemos ni debemos eludir el  intento de descifrar qué sucedió en nuestro país este miércoles 17, un acontecimiento encadenado a la derrota numérica en las elecciones generales del 14 de Noviembre. Sin embargo esta coyuntura nos remite inexorable a la derrota inesperada y trascendente del 12 de Setiembre, las PASO que formalmente sólo decidían las internas partidarias. Derrota que desató una crisis política de proporciones al interior del movimiento popular mayoritario. La derecha opositora creyó encontrar la brecha, ya no para afianzar un camino de recuperación del poder en el 2023, sino para avanzar en una actividad destituyente: comenzó por lanzarse por la presidencia de la Cámara de Diputados y trepó a la cima de la desfachatez anunciando que estaba preparada para una “transición” del gobierno.


¿En qué se apoyó la derecha macrista para semejante despropósito antidemocrático? En la certeza de que el 14 de Noviembre la debacle electoral del peronismo sería fenomenal, alimentada por la crisis económica provocada por las dos pandemias: la económica, que ellos podían insuflar alentando una corrida del dólar y potenciando la inflación con la disparada de precios, y la del Covid, bajándole el precio al enorme esfuerzo sanitario hecho por el gobierno de los Fernández. Pero sucedió lo contrario porque en el desprolijo recambio ministerial forzado por la carta de la vicepresidenta Cristina hubo un acierto puntual: el nombramiento de Feletti en Comercio para frenar el flagelo de la inflación que destruye todos los intentos de recomposición salarial y a la vez en el peronismo se dio una reacción visceral, especialmente en la provincia de Buenos Aires, que permitió lo que se dio en llamar la “remontada”.


Este movimiento no fue uniforme y seguramente hay una avanzada que fue la que cargó la mochila y la que convence de que el peronismo es siempre capaz de renacer entre las cenizas por más que cada tanto lo den por muerto. Ayudó seguramente cierta hiperactividad que transmitió el jefe de gabinete y unos pocos gobernadores provinciales, entre los que se destacaron el Coqui Capitanich y el Kichi más algunos intendentes cómo Katopodis y Mayra Mendoza. Pero el mérito fundamental fue el del olfato del pueblo que reaccionó, ante el rancio olor a  retorno de Maurizio, y si bien hubo una enorme masa de abstenciones, ciudadanos que no acudieron a las urnas, en proporción récord, y votos en blanco, los votos positivos fueron los suficientes para frenar la actividad destituyente, bajarles las ínfulas a la derecha y recuperar la esperanza.


Pero donde se hizo más notable el papel del activismo militante fue en la convocatoria a Plaza de Mayo hecha por el Presidente para el 17 de Noviembre, fecha cara del calendario peronista. Un vuelco de masas ya que innumerables y variopintos sectores populares se hicieron presentes para ordenar con su movilización el escenario político y poner en su lugar a los diversos protagonistas. Había sido el conjunto del movimiento sindical quien con Alberto Fernández se hizo cargo de la iniciativa, dándole volumen y envergadura a la movida. Sin embargo, sin ningún esbozo de demérito para los diversos sectores sindicales movilizados, es necesario decir que la masividad de los movimientos sociales en sus distintas vertientes y la presencia espontánea de una gran masa de “independientes” o gente suelta, muestra la nueva y en desarrollo realidad social: el trabajo informal, las actividades de servicios escasamente sindicalizadas y la disminución relativa de las actividades sindicalizadas en los nuevos escenarios de trabajo.


Pero también es necesario tener en cuenta otra peculiaridad coyuntural: una gran parte de los contingentes de los movimientos sociales, que vinieron a defender “su” gobierno y repudiar al macrismo y a la derecha, son los mismos que cotidianamente cruzan los puentes y se acercan al centro de la ciudad a protestar y exigir mejores condiciones de vida y de trabajo, por planes sociales y atención. Tienen una gimnasia y organización experimentada para la movilización, lo hacen por barrio y en grupos familiares y de cercanía. 


Es un apoyo al gobierno pero también un alerta para que su esperanza no sea una vez más defraudada. Esta verdadera “remontada” postpandemia, hundió las expectativas de Juntos y los llevó a mostrar la fractura expuesta que profundizó sus divisiones. Echó por tierra su triunfalismo y ellos mismos se exhibieron como perdedores.


¿CRISIS DE REPRESENTACIÓN?


Pero no cerramos los ojos y decímos que a pesar de la “remontada” los números muestran que sufrimos una fuerte fuga de votos, que además de los negativos también fueron a engordar la izquierda del FIT, en su mejor elección, y a la nueva derecha fascistoide en conformación, con Milei y Espert liderándola. Pero no fueron hacia el macrismo y eso está en la base de su frustración, pero sobre todas las cosas muestra que nuestras fuerzas políticas, a izquierda y derecha, están en un proceso de reconfiguración y reacomodamiento. También es necesario considerar que sobrevuela la posibilidad de una crisis de representación a las puertas de cumplirse los veinte años del momento en que esta crisis tuvo su mayor significación. 19 y 20 de Diciembre del 2001, asambleas populares por doquier, que se vayan todos, un peronismo vaciado por el menemato y derechizado por la derrota política y militar de sus vanguardias y un radicalismo vaciado de irigoyenismo, también derechizado. La antipolítica era el signo dominante y la utopía un pecado de la ingenuidad.


Fue Néstor Kirchner quién logró, apoyado en su tradición y su historia, volver a insuflarle vida al peronismo asfixiado e inerte y hacerle recuperar representatividad. Es decir fue Néstor quien logró iniciar un proceso de salida de la crisis de representación pero este se vio interrumpido por su muerte y quedando como es suspenso en medio del acoso que el kirchnerismo (la nueva fase o expresión del peronismo según más gusten), sufrió bajo el gobierno de Cristina y el triunfo del neoliberalismo. La derrota del 12 de Setiembre pareciera reabrir la crisis y yo creo que el triunfo del 14 de Noviembre solo le pone pausa pero no una superación. Para eso superar….


…los trances que se vienen:


….resolver una reconstrucción económica amenazada por el tema de la deuda externa y derrotar ampliamente a la derecha en el 2023. Al movimiento popular argentino eso le requerirá una enorme iniciativa y creatividad. Pero una creatividad no sólo tacticista a la que está más habituado sino el de un aporte sustancial en la forja de un nuevo pensamiento actualizado que le permita superar los horizontes obturados por las crisis múltiples o entrelazadas que hoy afectan no sólo a nuestro país y nuestro pueblo, sino a la humanidad. La crisis del neoliberalismo puso en un jaque perpetuo al capitalismo trasnacionalizado y a la globalización de cuño imperialista mientras caminamos hacia un desastre climático de pronóstico reservado. Quizás el Gral. Perón  no tuviese toda la clarividencia necesaria para anticipar todas las rugosidades y traspiés que sufriríamos tras el intento del Comandante Chávez y los presidentes latinoamericanos coetáneos para construir y consolidar la Patria Grande que imaginaron. Pero su idea del continentalismo señala que la visión geopolítica que alimentaba desde sus años del Colegio militar no andaba tan descaminada.


Y si bien es imposible e inconveniente renunciar a la riqueza agropecuaria exuberante que el Dios que no existe nos ha legado, ha llegado la hora de replantear el modelo industrial y productivo de un mundo que camina a enorme velocidad hacia una revolución tecnológica sin precedentes. A un mundo del trabajo desconocido, del que el período pandémico nos mostró una pizca, donde la virtualidad hará que nunca más veamos un billete y donde el equilibrio entre el trabajo manual y el intelectualidad ni lo imaginaron los marxistas más fantasiosos.


Sin Patria Grande no habrá patria: así de simple. Y las contradicciones internas de algo tan grande son sólo comparables a las que tendremos que encarar y resolver para llegar a semejante unidad. Y la inserción internacional será otra cosa que lo que la cantinela de “estar en el mundo”  la derecha nos reclama. Volviendo al General… ¿será posible sostener la neutralidad de la Patria Grande ante la disputa entre las superpotencias de la actualidad?  ¿ es posible  un lugar para una nación de solo 50 millones en la perspectiva de la multipolaridad?  


Habrá quien me diga que hoy nos urge más el problema de la desigualdad, de la deuda y de la inflación y no puedo sino decirle que es cierto. Pero también es cierto que sin una perspectiva que se asiente en un horizonte de mediano y largo plazo, todo esfuerzo de resolver lo inmediato fracasará a corto plazo o poco más. Está muy bien que el ministro Guzmán busque aliarse con la Giorgieva para pelearse con Lipton y que Alberto Fernández busque conversar con Macrón o la Merkel en la misma dirección. 


Pero si el destino de esta negociación sigue siendo turbio como para alcanzar un acuerdo allí arriba, extrañaremos no haber tenido un canciller con un perfil suficientemente fuerte para alcanzar una alianza con el resto de países deudores, y principalmente latinoamericanos, para dar la pelea todos juntos contra los dueños del “mundo”. Y para eso  ese canciller no tendrá que dejar día sin viajar a Lima, Montevideo, Brasilia o La Paz. Y ese destino puede ser turbio porque el FMI no acepte un acuerdo que nos permita la reconstrucción y el crecimiento y nos fuercen  un acuerdo de expoliación, por una caída de los pagos que llaman default o por una decisión soberana de desconocer una deuda ilegal. Hasta ahora nuestro gobierno ha negado esta última posibilidad con lo cual rebaja los límites de nuestra disposición negociadora. No ofrecemos una perspectiva fuerte de aspereza en nuestra negociación. No nos comportamos como posibles díscolos sino como buenos alumnos. Pero si no tenemos éxito con este modelo de negociación no somos aspirantes creíbles a triunfar en el 2023 y la crisis el Frente se agravará y el destino del peronismo tambaleará.


Si somos capaces de un programa inmediato, contando con la resolución de la deuda a nuestro favor, podremos elaborar un plan quinquenal acorde con un pensamiento político actualizado y construir reconfigurado el frente político apropiado. No habrá una oferta electoral propia con perspectiva de triunfo sólo pensando en sus integrantes, fuesen quienes fuesen, sin éxito en estos dos años de gestión, sin pensamiento nuevo, sin programa y proyecto adecuado a la situación nacional, regional y geopolítica internacional.


Esos son los verdaderos parámetros para medir un triunfo o una derrota. Todo lo demás son fuegos artificiales transitorios.


*Participación Popular





2 comentarios:

  1. Empiezo por el final, mas que medir triunfo o derrota, me interesa la lucha mas alla de los resultados (ya quela imagen parece la piedra de sisifo). Tenemos un documento que vence en dos años, y para renovarlo andamos con lo justo, que no es poco, aunque el peronismo siempre resurge. Para mi las desigualdades y el acuerdo o no de la deuda SI son importantes, como el desastre ambiental al que asistimos o el historico destrato a pueblos originarios entre otros, pienso que son aspectos muy observados por quienes no militan partidariamente, pero votan. Dos años es mucho y es poco, el reloj corre, nuestro proyecto politico tambien, pero creo que va mas despacio.Saludos

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