domingo, 7 de noviembre de 2021

UN SUEÑO IMPOSIBLE por Gustavo Tenaglia* para Vagos y Vagas Peronistas




Poco después de las paso, Ignacio Fidanza escribía en  La “Política On line” que la gran elección de Schiaretti, la irrupción de Milei, incluso el surgimiento de Manes y el triunfo de Frigerio, acaso sugieren que hay una Argentina que valora la posibilidad de un país capitalista y pro mercado, de base agropecuaria. Crecer a partir del campo, no en contra.”

Habría que avisarle que ese país no existe y que intentar fundarlo es un sueño imposible.

Y recordarle  que todos los intentos procapitalismo de mercado con base agropecuaria, desde Martínez de Hoz en adelante, pasando por el menemismo y la alianza y terminando en el catastrófico gobierno de Mauricio Macri deberían bastar para confirmarlo.

Esa experiencia parece que no alcanza. El viejo sueño agropecuario renace una y otra vez en una sociedad que no aprende y no escarmienta, alimentada por mitos que se repiten como verdades y que nunca lo fueron: “el granero del mundo”, “éramos la séptima economía del mundo”,  “todos somos el campo”, verdaderas zonceras que Jauretche no alcanzó a escribir.

La economía primaria agroexportadora se había agotado en 1930. Para entonces ya había dado todo lo que tenía para dar y, como enseñaba el maestro Aldo Ferrer,  empezaba a ser un corsé que impedía el crecimiento. Eso en términos generales, sin hablar de la distribución interna de la riqueza en el marco de una espantosa desigualdad.

Hasta los conservadores de la década infame entendieron que se requería intervención estatal, cierre de la economía, juntas reguladoras y toda la batería que en esa década se utilizó para intentar remontar la cuesta.

Después vino el peronismo, que profundizó el rol del estado y le dio otro sentido, al servicio de la independencia económica, saliendo del estatuto legal del coloniaje y avanzando con las nacionalizaciones y el control de la política monetaria y el comercio exterior. Y además, con la gente adentro, convirtiendo a los trabajadores en aliados de esa transformación y sacándolos de la condición de meros espectadores de la prosperidad ajena a la que la oligarquía la condena, ayer, hoy y siempre.

La libertadora cortó con sangre ese círculo virtuoso, que solo pudo retomarse en algunos períodos comparativamente breves, como los gobiernos de Néstor y Cristina,

Los presupuestos que propugnan los liberales (achicar el estado es agrandar la nación, desregulación económica, apertura de la economía, flexibilización laboral, emprendedurismo) los hemos escuchados todos, los hemos sufrido todos y tuvieron, siempre, consecuencias catastróficas. El resultado siempre fue el mismo: endeudamiento, caída del nivel de actividad económica, aumento de la desocupación y de la pobreza y  marginalidad para sectores cada vez más amplios de la población.

Ese sueño imposible de atrasar el reloj de la historia y volver  a 1930, tienen otro costado: sin industrias no hay obreros, sin obreros no hay sindicatos, sin obreros y sin sindicatos no habría peronismo. En ese paraíso liberal todos seríamos emprendedores, cuentapropistas, monotributistas o locadores de servicios y viviríamos felices elaborando cerveza artesanal.

Los liberales prefieren ignorar que no hay ningún gran país exclusivamente agropecuario.  No comprenden que la Argentina será industrial o no tendrá destino. Pasan por alto que la actividad agroexportadora es incapaz de dar trabajo (recordemos que gobernar es crear trabajo) a toda la población. Y que en ese desempleo gigantesco el salario se deprime y desaparece, rigiéndose por la ley de hierro de David Ricardo.

Por algo los ciclos liberales son cada vez más cortos. Las consecuencias que generan sobre el nivel de vida de la gente los hacen insostenibles en el tiempo.

Ese sueño, entonces,  es imposible. Más temprano que tarde se estrellará contra la realidad.

Aún en las peores circunstancias nos queda ese íntimo optimismo. Y la certeza, como profetizó Salvador Allende en su último mensaje, de que la historia es nuestra y la escriben los pueblos.

 

*Gustavo Tenaglia (Chivilicoy 1956), abogado, docente universitario, miembro del Poder Judicial de la Pcia. de Buenos Aires, escritor.


 




1 comentario:

  1. Es el mismo modelo agropecuario de Uruguay, que es caro, y que expulsó a sus ciudadanos. las pymes, fue el modelo Italiano post guerra, que levanta a Italia. No se debe resignar ese proceso. También servicios, tenemos los unicornios. Y el turismo. La energía. Es también, una excelente oportunidad. litio. falta Organización. Peron creía en la Comunidad ORGANIZADA. Hoy es la desigualdad un síntoma, de esa falta, de comunidad y de organización.

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