viernes, 24 de abril de 2020

EL VIRUS EXTERMINADOR, Por León Pomer(") para Vagos y Vagas Peronistas




      
                            


La familia Braun, propietaria de una red nacional de supermercados, fue sorprendida lavando carne podrida con cloro y lavandina, para luego ofrecerla a la venta. La familia Braun, copiosamente representada en el régimen que nos ha devastado, acorda sus actos a sus ideales. Durante el proceso mafioso que rigió el país durante cuatro años, uno de los suyos lideró con celo extremo la difusión de la mentira, la difamación y los mensajes arteros, recursos todos ellos, y muchos más, destinados a confundir y enmarañar la verdad de los actos de la banda que hizo las veces de gobierno de los argentinos. Hoy, lidiando con la putrefacción, costumbre probablemente inveterada, nos obsequia una perfecta metáfora del sistema que inspira sus actos y cuyo objetivo es muy simple: al pueblo, carne podrida. En la patológica codicia familiar está retratado un sistema, que para subsistir como dominación esteriliza la tierra, envenena el agua y pudre el aire. A lo cual, le es indispensable unir la práctica sistemática de la crueldad, de la codicia ilimitada, de la helada indiferencia a las vidas de quienes pertenecerían a la casta de los sub humanos, cuya única tarea en la vida sería servir a talentos tan eminentes como Trump, Bolsonaro y nuestra versión local. De estos personajes y de las acciones que ejercen cabe decir que sintetizan el sistema capitalista en su momento actual, cuya maloliente decadencia parece innegable, y del papel a que lo empuja su dinámica: acabar con todo lo vivo para que las sobrevivientes cucarachas (si logran sobrevivir), puedan campear a su gusto y placer. Para el capitalismo, el pueblo es basura infrahumana, cuyos sobrantes deben ser exterminados sin siquiera el beneficio de un escueto funeral y una tumba con nombre, o como último y definitivo destino ser arrojado a un receptorio colectivo de cadáveres, como está ocurriendo en los Estados Unidos. Qué mejor que la carne podrida (insisto: formidable metáfora) para definir una actitud y una concepción sobre lo humano. 

Se me ocurren algunas preguntas, que ignoro si pueden suscitar algo parecido a una reflexión a quienes no están acostumbrados a practicarlas de vez en cuando. De todos modos, aquí van. Dominar personas, sentirse superior a ellas y obtener su obediencia, ¿causan placer? ¿Goza el torturador que se ensaña con la víctima inerme atada a la mesa de torturas? La explotación de un ser humano cuyas energías y productos de su trabajo le son expropiados inicuamente ¿producen satisfacción o producen qué? ¿ El Poder fortalece el ánimo y eleva la auto estima? El egoísmo que hace de su portador el referente único y exclusivo de sus actos de vida, incluso los que acarrean la muerte para los Otros, ¿trae algún deleite adicional al de una buena mesa y al de un orgasmo bien sucedido, amén de las reverencias y halagos obsequiados por los infaltables maestros en hipocresía, que esperan una retribución a lo que destilan entre dientes? 

Las preguntas se aglomeran. Si son ingenuas, allá ellas. Veamos algunas más. Los dominadores de toda índole, ¿no son de alguna manera víctimas de sí mismos, de su incapacidad de mantener relaciones personales basadas pura y exclusivamente en la amistad y el amor, liberadas de bastardas intenciones materiales, sin misérrimos segundos propósitos? La aptitud de aplastar sin misericordia cuerpos y almas, ¿no admiten un leve estremecimiento, un tenue escozor, siquiera cuando la lidia es con seres tan cercanos(por lo menos biológicamente)como los hijos o los padres, o acaso los “amigos” con quienes fueron compartidos años de infancia, de aventuras juveniles y amores inolvidables, y acaso sueños redentores, como los tuvo en su juventud italiana el señor Rocca, hoy sentado encima de sus miles de millones de dólares de fortuna personal? Claro que para poseer esas cuotas de humanidad, o los sentimiento que alguna vez clasificamos de nobles: el desinterés, la solidaridad y otras exquisiteces por el estilo, es necesario emanciparse del sello que nos impone la dominación, que los detesta como el diablo al azufre. 

La incineración de cientos de miles en Hiroshima y Nagasaki, la carnicería, al margen de los campos de batalla, de millones de seres humanos durante la segunda guerra mundial por no ser parte del universo humano tenido a sí mismo como el más selecto y con derecho a mandar; la devastación de África y de nuestra América que fuera colonia y nunca dejó de serlo, nos hablan de un linaje humano imbuido de todas aquellas facultades que la dominación exige para dominar el planeta entero, facultades que ignoran la clemencia, el espanto frente al dolor inferido, la indiferencia soez y obscena. Cada sociedad produce los seres que precisa para subsistir. Lo dice a su manera un gran hombre de ciencia: escuchémoslo. Al transcurrir la existencia humana en una historia de interacciones específicas, enseña Maturana (1998:51), no será la estructura biológica la que determine las características individuales: éstas “surgirán epigenéticamente durante su ontogenia”. El inicial “vacío” epigenético de la criatura humana, me permito agregar, se llenará del contenido que la sociedad le infunda, cifrado en atributos que deberán poseer los futuros dominadores, sus cancerberos y burócratas, los carreristas de la política y otros servidores suyos, letrados e iletrados. La relación asimétrica dominadores – dominados ejercerá una influencia modeladora sobre ambas partes de la relación: ambas “aprenderán” a conducirse, a pensar y comportarse con arreglo a su papel en el drama, producto de la coacción inherente a las situaciones antagónicas y a las convenciones comportamentales que imbuye la sociedad. Los tipos humanos que se generen en los distintos momentos históricos del sistema, integrarán en su ser las constricciones – modelaciones a que fueron expuestos en la aludida interrelación, al extremo que el amplio arco de las desconformidades de los más débiles por lo males padecidos, tenderá a transcurrir (sin ser una fatalidad) dentro de los marcos que los aherrojan. La ruptura de ese límite, la adquisición de la consciencia de las raíces de que emana la desigualdad y el sufrimiento, tendrán enormes dificultades para surgir. 



Desde la acumulación originaria del capital hasta los días de hoy, y en todo el período previo caracterizado por el protagonismo del capital mercantil, la dominación no ha parado de verter sangre. En su Modernidad y Holocausto (1998:194), Bauman coincide en que la presencia generalizada del rasgo “crueldad” en un medio humano, “se relaciona a ciertos patrones de interacción social de manera mucho más íntima que las características de la personalidad u otras idiosincrasias individuales. La crueldad es de origen social”. Los dominadores y sus masivas clientelas, situadas en los estratos medios y grupos subalternos humanamente desahuciados, sienten la obligación de dejar bien claras las diferencias, la distancia, el abismo que quieren insalvable, que los separa de individuos a los que se les ha negado el acceso a una plena humanidad. Toda tentativa de emerger del lodo y adquirir el derecho a respirar un aire menos ponzoñoso debe ser detenida, retrocedida y castigada. Los dominadores no se importan del hambre de esos Otros, de su salario misérrimo, el desempleo crónico y la familia destruida. Esos Otros menos que humanos merecen la represión como respuesta a sus quejas y demandas, a su atribuida rústica animalidad. Las catástrofes humanas no inmutan a los poderosos, incluso a los que sin llegar a serlo tienen sus pretensiones. El ideal de los dominadores se representa las masas subalternas como un rebaño de sombrías tristezas, no del todo resignadas a la vida abyecta, aunque los haya definitivamente vencidos. Los dominadores ven con simpatía a quienes aceptan buenamente haber nacido para ser pobres. El silencio de las bocas populares, la aceptación fatalista de su destino es un logro que evita gastar gases asfixiantes y hoy refinadas pistolas que argumentan con descargas eléctricas. En habiendo reclamos, reivindicaciones, panfletos y carteles que osen demandar lo que no les corresponde, la respuesta, ya se sabe, es una sola: violencia contra los osados. 



Los linajes de dominadores y dominados le son indispensables a la sociedad actual: son su fundamento. La generosidad, la solidaridad y la amistad fraterna no son valores que puedan germinar libremente en un mundo que repugna de ellos. No producen intereses materiales ni pueden encarnar en dólares o acaso en las muy valorizadas barras de oro. Y cuando aquellos valores se manifiestan, cabe pensar que no todo está perdido. 

Con frecuencia leo que el mal anda suelto por el mundo; el mal como una suerte de tenebrosa y siniestra tiniebla metafísica cuya misión es jugar con el bien, ponerlo a prueba, vencerlo y hacerse cargo del mundo. Esta manera de concebir el mal absuelve de culpa y cargo a la sociedad que lo engendra, que lo precisa como condición indispensable de su subsistencia. El microbio de la fatalidad, de lo ineludible, de la maldad inmodificable parecen constituir fundamentos de la supuestamente indisoluble, única condición humana. El mal nos posee, dicen por ahí. No sabemos en qué lugar del cuerpo se aloja, como sí lo sabemos dónde están las tripas. Pero está en nosotros, aseveran seudo filósofos. Hay quienes quieren explicar que en la lucha entre el bien y el mal, más vale aceptar la realidad de ese hiperpoder que castiga severamente a quienes se le oponen. Por eso condolerse es aflojar, cederle posiciones al bien, arriesgar a que avance. 

La dominación es violencia no esporádica, sino permanente, cotidiana, manifiesta o embozada. No hay dominación sin violencia y sin gente que la ejerza, incluso ignorando algunos el papel que desempeñan en el gigantesco drama social. Esos seres deben ser producidos y lo son por la sociedad que los necesita para sobrevivir. La maldad, la maldad cruel y sin el menor atisbo de contemplaciones para con las víctimas es un producto no casual. No lo son la indiferencia y el egoísmo enfermizo que se desentienden de todo aquello que no los toca de cerca. Insisto: cada sociedad produce los individuos que la reproducen. Si para lograrlo es necesario el desarrollo de verdugos, no faltarán los factores, los climas, las enseñanzas y los ambientes que los fabriquen. Y hoy, en medio de la pandemia, la solidaridad (expresada en un ínfimo aporte monetario de quienes se aferran a sus tesoros como náufragos a la tabla) es una muestra más del valor que asignan a las vidas de millones de compatriotas. El peor de todos los virus es la sociedad que engendra esas anomalías, o si se quiere llamarlas como corresponde, esas monstruosidades. El capitalismo es el virus universal, la pandemia que opera sin descanso, pero cuyos muertos no son anoticiados como muertos por el sistema. 

(") Doctor en Historia y Sociedad. 18 libros publicados, algunos en Brasil y Argentina y otros sólo en Brasil. Decenas de ponencias en congresos nacionales e internacionales y centenares de artículos sobre historia y literatura. Docencia en la Argentina (UBA y Universidad del Salvador) y Brasil (Universidades de Campinas, del Estado de San Pablo y Pontificia de San Pablo). Incluido en el programa Café, Cultura Nación de la Secretaría Nacional de Cultura.

jueves, 16 de abril de 2020

Los presos políticos del poder judicial oligárquico. Por Javier Azzali (") para Vagos y Vagas Peronistas



1. La persistencia de los presos políticos y su persecución, a pesar del cambio de gobierno, es un asunto que debe merecer nuestra especial atención, tanto por la injusticia que es urgente corregir, como por lo que ello nos puede revelar sobre nuestra condición presente como país. ¿Por qué continúan en prisión? ¿Quiénes son los responsables? ¿Qué hacer? ¿Qué significa aún que haya presos políticos? Aquí hay un reto de importancia: es evidente que su respuesta determina el contenido real de la democracia. Y que en la reparación de los dolores causados va la reparación de todo el pueblo. 

2. ¿Quiénes son los presos políticos? ¿Por qué lo son? Para unos, lo serían sólo si estuvieran a disposición del Poder Ejecutivo. Para otros, si fueran acusados de delitos políticos, tales como sedición o rebelión, como el caso de los políticos catalanes presos por los tribunales de Madrid, en España. En cualquier caso, se tratan de privaciones de libertad innecesarias o injustificadas, como explica muy bien E. Raúl Zaffaroni en una nota reciente[i]. No deberían estar presos: sus detenciones son una arbitrariedad, una injusticia, no están correctamente justificadas según una interpretación racional del derecho procesal penal, de acuerdo a las pruebas de cada una de las causas. 

El Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Detenciones Arbitrarias considera arbitraria la privación de libertad en los supuestos de ausencia de fundamento legal, cuando la privación de libertad resulta del ejercicio de los derechos o libertades (vg. de conciencia, de expresión, opinión,reunión, o a participar de los asuntos públicos). O cuando la privación de la libertad es por motivos, entre otros, de discriminación política, social, étnica, etc.[ii]. En mi opinión, lo importante es considerar que en cada país, según las circunstancias de la época y el lugar, las modalidades de persecución varían, aunque es claro que se trata de una manera de debilitar o destruir políticamente al adversario, con invocación de razones de derecho y uso de la administración de justicia. 

3. La opinión de cada uno de ellos es muy significativa y debe ser escuchada. Luis D’Elía es un dirigente político y social de reconocida y vasta trayectoria, actualmente de Miles por Tierra, Techo y Trabajo, y se encuentra en una situación muy grave de salud, por la cual merecería recuperar su libertad sin dilaciones, como parece ahora estar ocurriendo. D’Elía está preso desde febrero de 2019, por la condena a tres años y nueve meses por la toma de la comisaria 24 en La Boca, en 2004. El hecho es bien conocido: la toma de la comisaría fue una manera de ejercer la protesta social, junto con decenas de personas, en forma urgente e inmediata, para exigir justicia ante el homicidio del ciudadano Martín Cisneros, a manos de un narcotraficante. Dijo, también: “Acá persiguen a los que somos opositores a este régimen oligárquico, pro norteamericano, esta Argentina que nos duele tanto y nos toca vivir en el régimen macrista”[iii]

4. Milagro Sala es una dirigente social y política de la Organización Barrial Tupac Amaru y del Partido por la Soberanía Popular. Ella lleva más de 1500 días privada de libertad, según el contador de la muy buena red virtual de noticias InfoSiberia, desde su primera detención mientras realizaba una protesta en la plaza central de San Salvador de Jujuy el 16 de enero de 2016. Dice el Centro de Estudios Legales y Sociales, “a partir de su detención hubo un entramado de “acusaciones consecutivas”, un despliegue de causas judiciales y un contexto de vulneración de la independencia judicial destinados a sostener la privación de libertad de Sala de manera indefinida”[iv]. La opinión de Milagro Sala es nítida: “Soy una presa política. No soportaron que una mujer, además negra y también india, haya conseguido construir miles de hogares"[v]

El Grupo de Naciones Unidas sostuvo que, por haber sido electa parlamentaria del Parlasur (Parlamento del Mercosur), Milagro Sala goza de inmunidades, beneficio otorgado a los Diputados en la República de Argentina, entre ellas la inmunidad de arresto y de expresión. Pero también, destacó que las autoridades locales implementaron una estrategia de persecución penal de los 

referentes de la organización Tupac Amaru y la Red de Organizaciones Sociales con el fin de impedir el desarrollo de una protesta social en la provincia de Jujuy”. Como antecedente, recordó que “en el año 2009, la organización Tupac Amaru fue estigmatizada ante el Congreso Nacional como una organización que “impone terror” en Jujuy. En el año 2012, la organización fue acusada, sin pruebas, de poseer 500 armas registradas en el Registro Nacional”[vi]

“¿Quién se creía que era esa india?” es la fórmula desquiciada de la condena a Milagro Sala por su doble identidad de género y de raza, y su postura reivindicatoria de derechos, explica con lucidez, Dora Barrancos[vii]. Además, el federalismo en acción, la organización que lideraba Milagro Sala, es la que más obras públicas ha realizado en Jujuy, con planificación del estado nacional. 

5. Amado Boudou dijo, en su alegato: “Acá también hay una cuestión de revancha de clase, de aleccionar, de que nadie se tiene que animar a cambiar las cosas. Los políticos que deciden cambiar la realidad son perseguidos. Primero desde el punto de vista mediático, luego desde el sistema de justicia”[viii]. Boudau, se sabe, es el emblema de la nacionalización del sistema previsional y la liquidación de las AFJP, instrumentos de drenaje de recursos públicos a favor de la especulación financiera internacional. Su persecución -y humillación pública- puede ser leída, sin mayor sofisticación explicativa, como una represalia del poder económico concentrado, para desalentar futuras estatizaciones o regulaciones normativas. Dice el periodista Raúl Kollman: “Es el establishment usando a la justicia para que no vuelva lo que ellos llaman “el populismo”[ix]

6. Lo mismo puede decirse de Julio De Vido, quien es el responsable de la política de planificación federal y desarrollo de infraestructura más importantes desde los gobiernos de Juan Domingo Perón, como explica Federico Bernal, “en función de una Argentina efectiva y verdaderamente democrática, autosuficiente, soberana y federal. Es que en las mentes estrechas, retorcidas y cargadas de visceral odio a todo lo popular como son las de la oligarquía argentina"[x]

7. Fernando Esteche, por su lado, dijo: “soy un preso fácil, soy un preso necesario porque es evidente que más allá de la inconsistencia probatoria, los estigmas, anatemas, el perfil público de alguien como yo asociado a determinados repertorios y, como producto de esto, recluido en cierta marginalidad política, resulta una presa fácil para alimentar a ese sector de nuestro país sumergido en la fascinación revanchista”. 

8. Las prisiones preventivas incluyeron también a Carlos Zannini, Héctor Timerman, quien falleció por una grave enfermedad contraída mientras era cruelmente perseguido, y la misma dos veces ex Presidenta electa del país, Cristina Fernández La condena reciente a Martín Sabatella, titular de la AFSCA cuando se intentó adecuar la realidad empresarial concentrada a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, una de las más democráticas leyes que hemos tenido. Si se observa detenidamente, fue una persecución destinada a quebrar la democracia, porque todo esta ponía en jaque todo el sistema democrático. La trascendencia y gravedad del asunto es evidente. En algunos casos se justificó su prisión con el único argumento que, al tratarse de ex funcionarios estatales, podrían utilizar sus influencias a su favor, como un “poder residual”. Lo que me pregunto es que, de ser así, cualquier imputación a cualquier funcionario le valdría la inmediata privación de la libertad. Esto funcionaría como un aliento a quienes pretendan destruir al adversario político, por el solo hecho de ejercer la función pública. Además, esa interpretación de la ley contradice la que mayoritariamente vienen haciendo los jueces penal, que exigen las pruebas concretas en el caso de la posibilidad de eludir la justicia o entorpecer la investigación. 

9. Entonces, todas estas descripciones conforman situaciones que encuadran en la definición dada por el Grupo de Trabajo de Naciones Unidas, violatorias de los más elementales derechos políticos en democracia. Se tratan de persecuciones penales y detenciones, de diferentes maneras según los casos, en razones de respuestas del sistema político y económico a ejercicios de derecho 

En resumen, se han utilizado los procesos judiciales desarrollados en los diferentes tribunales, para resolver disputas políticas, en confluencia con los medios de comunicación hegemónicos: unos persiguen mientras que los otros destruyen la imagen pública de la persona para justificar su encierro. 

10. A todas estas situaciones se las he explicado como parte del Lawfare en el continente, una táctica de guerra no convencional, cuyo origen se detecta en documentos de la estrategia militar no convencional de los Estados Unidos[xi]. Esto seguro es así, los datos y hechos que lo indican son muchos y no los vamos a detallar aquí. Su significado geopolítico e imperial es innegable, más cuando en nuestro país, la justicia federal desde los años 1990 ha sido fuertemente objeto de la política exterior de los Estados Unidos (vg. DEA, la embajada)[xii]. Sin embargo, podría ser una insuficiente explicación para entender la realidad de nuestro país, y llevarnos a diagnósticos no precisos, como el de creer que un simple cambio de gobierno o decisión política la resuelve. 

11. ¿Qué significado tiene su persistencia en la actualidad, qué nos revela? Veamos, brevemente, algunos apuntes para pensarlo. La criminalización de la protesta social ha sido, desde su origen, una constante del poder judicial. En los años 1990, tenemos numerosos casos, como, por mencionar sólo uno, el de la maestra de Bariloche, Marina Schifrin, quien fue condenada por participar de un corte de calle junto a sus compañeros docentes, para pedir por sus derechos laborales y sociales[xiii]. Muchos jueces también, han sostenido que la protesta social no debe ser objeto de reproche penal, de acuerdo a una interpretación democrática de las leyes. Lo contrario viola el derecho constitucional a peticionar a las autoridades, o a tener una opinión diferente. Visto así, dos tendencias al interior del judicialismo argentino se desarrollan en todas sus áreas intervención. Una más democrática que la otra. Si nos referimos a las tendencias, hay un poder judicial oligárquico y otro democrático. 

12. Este accionar es un rasgo que se ha reiterado desde el origen mismo del poder judicial en nuestro país. El poder judicial tiene su propia configuración histórica que hizo lo que ahora es, y no otra cosa, como apéndice del orden dependiente, elitista y de atraso económico[xiv]. Por eso, esta utilización política de los tribunales es una característica presente en la deriva autoritaria de la instauración de regímenes oligárquicos. El modelo agroexportador con dependencia económica creó un país a su medida, a partir de las instituciones mínimas necesarias para su supervivencia: los bancos, el comercio, la policía, una mínima burocracia estatal y los tribunales. A éstas las dotó de una ideología o visión de país, acorde a esa mitología necesaria tanto para la subordinación servil como para la represión a cualquier política desarrolladora del interés nacional y la justicia social. El orden oligárquico creó un poder judicial a su medida que sobrevivió en el tiempo. Después de todo, este es el rol político del poder judicial en cualquier sociedad: asegurar a eficacia de las leyes creadas por los otros poderes. 

13. En 1862, el mitrismo sometió a los pueblos del noroeste argentino resistentes, por medio de una guerra con envió de tropas criminales justificada por imputaciones sobre delitos comunes. Los jueces la denominaron de persecución policial contra delitos comunes, para eludir la prohibición que establecía la Constitución de 1853 de la pena de muerte por razones políticas. Ya en el siglo XX, la persecución contra Hipólito Yrigoyen y Juan Perón, en 1930 y 1955 respectivamente, también tuvo base en procesos judiciales de diferente tenor, igual que la desplegada contra sindicalistas, militantes políticos y ciudadanos comunes. 

Desde los inicios de la Argentina moderna quedó fijado el rol conservador del Poder Judicial, en particular a través de la Corte Suprema, en su carácter de conductora política de la institución. 

En 1945, las fuerzas conservadoras que disputaban la dirección del país y confrontaban a la modernización representada en la posición de Perón y sus aliados políticos -sindicalistas, empresarios nacionales, militares nacionalistas- que implicaba una apertura democrática, ampliación de la base popular de participación, y autonomía nacional frente a Gran Bretaña y los Estados Unidos. En el momento más arduo de esa disputa, esos sectores le demandaron a Farrell, el presidente de facto, la entrega del poder a la Corte Suprema, lo cual se expresó en la Marcha por la Constitución y la Libertad, el 19 de septiembre de 1945 en las calles de Buenos Aires. La propia Corte se negó a convalidar el nuevo fuero Laboral, creado por Perón para la defensa de los derechos de los trabajadores que, hasta entonces mantenía la regla de la libre acuerdo entre las partes individuales para regular las relaciones de trabajo. Al poco tiempo, declararía incluso la inconstitucionalidad de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, con el apoyo de la corporación patronal, terrateniente y la prensa conservadora. Así, al Poder Judicial se le asignaba el rol de garante en última instancia del orden conservador y elitista del país dependiente. Sólo la transformación de ese orden derivó en la modificación de ese rol, al menos en su contenido. La gran movilización popular del 17 de octubre y las elecciones del 24 de febrero de 1946 inclinaron la balanza a favor del interés nacional y popular, y la proyección de un modelo promotor del desarrollo de las fuerzas productivas nacionales, la soberanía y la modernización democrática de las relaciones sociales. 

Uno de los fundamentos para la reforma constitucional de 1949, fue, justamente, la necesidad de evitar que alguno de estos jueces, tributarios del viejo orden oligárquico, declarara la inconstitucionalidad de las transformaciones económicas y sociales operadas en la realidad. 

O el caso del denominado Camarón -la Cámara Federal Penal de la Nación-, que funcionó entre 1971 y 1973 durante la dictadura del general Alejandro Lanusse, creada bajo la ley 19053, con la excusa de perseguir delitos federales que violen los principios de la organización constitucional, que la propia existencia de la dictadura violaba, y que encarceló a centenares de militantes, políticos, sindicalistas, jóvenes en general. Su creación formó parte de la estrategia de los sectores dominantes, que ensayaron el Gran Acuerdo Nacional y el llamado a elecciones con la proscripción de Perón, para dar continuidad al régimen conservador. Pasada la dictadura de 1976, donde el rol judicial se repartió entre actitudes serviciales, temerosas y cómplices, la ex Jueza Garrigós de Rébori, una exponente de la judicatura democrática, opina que “desde la recuperación democrática, los servicios de inteligencia han intervenido en las designaciones del Poder Judicial”, el cual, destaca, tiene rasgos monárquicos, las facultades como "fábricas de jueces" y el tutelaje servicial[xv]. Lo cual, claro, está plenamente vigente, sin que haga mucha mella un cambio de gobierno, 

14. También, la insistencia en el traspaso de las funciones públicas nacionales, como la administración de justicia nacional, al ámbito de la ciudad de Buenos Aires, es manifestación de la vitalidad que aún tiene en nuestro país, la política regresiva que fortalece al poder oligárquico porteñista financiero. 

15. Decíamos en una nota anterior donde desarrollamos un poco más este asunto, que, así expuesto, el partido judicial en verdad se trata de una rama extendida del frente oligárquico y conservador[xvi]. Ha sido, históricamente, el reaseguro del orden conservador y elitista, contrario a un proyecto de nación soberana, justa y libre. Tuvo y tiene excepciones, al igual que en toda la sociedad existen tendencias democráticas y de defensa de un proyecto nacional. Muchos son los ejemplos, que ahora no desarrollamos. Pero, en esta configuración histórica, la persistencia de los presos políticos es manifestación de la vitalidad de un poder judicial oligárquico, cuyo rol no es otro que el de la defensa de los intereses del orden dependiente, elitista y de atraso, el cual es el punto en el que nos encontramos como país. Se trata, entonces, de avanzar en la formación de un proyecto nacional de soberanía y desarrollo productivo autónomo, para construir, en forma correlativa, un poder judicial adecuado al interés nacional y los derechos humanos. 

16. ¿Y las Soluciones? No estoy en condiciones de brindarlas, sin caer en un juego de fantasías. Aunque no se soluciona por decreto ni por ley, está claro que siempre cada uno de los tres poderes puede hacer algo, empezando por los propios jueces que les toque intervenir, Lo único que sé es que si no se corrige esta situación, además de una enorme y flagrante injusticia, habrá una política oligárquica vigorosa de un sector judicial, en contradicción abierta con cualquier modelo de democracia. ¿No pesará como una carga en la conciencia de quien tenga intención de llevar a cabo una política nacional y democrática, la amenaza de una futura, incluso presente, revancha de clase por parte de operadores que ni siquiera han visto mermadas sus capacidades? Esta es una cuestión política lo suficientemente seria como para que los tres poderes organizados por nuestra Constitución Nacional, de acuerdo a sus competencias, deliberen y tomen las medidas y hagan las reformas necesarias para su democratización. 

 Abril de 2020. 







[iii] Nota del 23/02/2019 de Adriana Meyer, en sitio: https://www.pagina12.com.ar/176645-fallo-en-contra-para-d-elia






[ix] Nota del periodista Raúl Kollman, en sitio: https://www.pagina12.com.ar/133653-los-metodos-no-importan.



[xi] “Lawfare. La judicialización de la política en América Latina”, de Camila Vollenweider y Silvina Romano, en sitio: www.celag.org.

[xii]El embajador de Estados Unidos en Argentina a partir de 2018, Edward Prado, al dar su testimonio ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, presidida por el senador cubano estadounidense Marco Rubio, expuso que sabía "cuán importante es el Estado de Derecho y cuán importante puede ser una rama judicial fuerte e independiente para un país que va a ser una democracia sólida". Y dijo que, su "intención es continuar trabajando con los abogados y jueces de la Argentina para mejorar el sistema judicial y fortalecer la confianza de la gente en el sistema judicial". Prado, designado por Donald Trump, fue juez de Texas, del Tribunal de Apelaciones regional y nominado por George Bush candidato a la Suprema Corte del país. En sitios, https://www.lanacion.com.ar/politica/el-embajador-de-trump-interesado-en-mejorar-la-confianza-en-la-justicia-nid2114981 y https://www.foreign.senate.gov/imo/media/doc/030718_Prado_Testimony.pdf.


[xiii]El fallo completo, en sitio: http://catedradeluca.com.ar/.

[xiv]Recomiendo la muy buena obra: “Lawfare” / Rafael Bielsa ; Pedro Peretti. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ariel, 2019, 




[xvi]En sitio: https://revistazoom.com.ar/garrigos-desde-recuperamos-la-recuperacion-democratica-los-servicios-de-inteligencia-han-intervenido-en-las-designaciones-del-poder-judicial/.

(") El autor es Abogado (UBA), profesor universitario, publicó “Constitución de 1949. Claves para una interpretación latinoamericana y popular del constitucionalismo argentino”, 2019, Ed. Punto de Encuentro. Tiene estudios en derechos humanos y antropología jurídica. Escritor de notas, artículos y publicaciones sobre pensamiento nacional, latinoamericano y derechos humanos. Contacto en javierazzali@hotmail.com

martes, 7 de abril de 2020

EL CORONAVIRUS Y LA ECONOMÍA: LAS CRISIS "ENTRELAZADAS", Por Lido Iacomini para Vagos y Vagas Peronistas



Apenas pasados los 100 días de tregua, que de manual, se le otorgan a un gobierno recién asumido, el gran empresariado argentino por vía de Techint, su nave insignia, rompió el fuego despidiendo a 1450 trabajadores. Antes, la artillería de La Nación y Clarín trataba de ablandar posiciones entre sectores sociales que habían apoyado al macrismo pero que ahora vacilaban frente a un gobierno que con un “relato” conciliador y de unidad sin fronteras, seducía con amplitud social tratando de cerrar la famosa “grieta”. Incluso en el equipo de emergencia para enfrentar la epidemia A. Fernández logró sumar a un referente opositor que juega en primera.

La derecha ya no podía esperar. Su objetivo: impedir que el gobierno de Alberto Fernández logre obturar la “grieta” y rescatar de esa manera masa de maniobra en la opinión pública. En medio de la crisis pandémica y las viejas y nuevas turbulencias económicas que inexorablemente caerán sobre la vida de los argentinos, la clase dominante en la Argentina prevé que parte importante de ese costo saldrá de las ganancias exorbitantes y “ non sanctas” que supieron acumular. Para impedirlo necesitan desgastar al nuevo gobierno. Sus temores se ven agudizados porque la tormenta arrasadora de la compleja crisis internacional se está llevando puesto al modelo neoliberal y ataca con dureza pilares del mismísimo capitalismo que parecían inconmovibles.

El discurso y gran parte de las acciones llevadas adelante en cumplimiento de las promesas y expectativas preelectorales le permitieron a Alberto Fernández, en el poco tiempo que lleva, consolidar su liderazgo. Pero la magnitud inesperada del cataclismo del Coronavirus constituye un desafío para el cual nadie en el mundo está preparado y nada es inconmovible, pero que sin dudas en la Argentina cae en las mejores manos. 

La oposición, dividida y con su antiguo liderazgo aún aturdido por la derrota electoral , juega ahora con audacia e irresponsabilidad poniendo en riesgo la salud, el trabajo y la vida misma de los argentinos. La cuarentena, como en otros lugares del mundo, comienza a ser cuestionada anteponiendo la economía a la salud. Militan en el mismo bando y con la misma estrategia de la más rancia derecha internacional. Prefieren experimentar con el darwinismo social. Proponen privilegiar la actividad económica y su argumento es que, eludiendo la cuarentena, y dejando que se infecte alrededor del 60 ó 70% de la población con el elevado número de muertos que ésto conlleva, se generará la inmunidad suficiente como para que el número de muertos al final del ciclo sea equivalente a los que la caída desastrosa de la economía también provocará.. Claro que como no hay experiencia previa que permita aseverar ésto, recurren a un “modelo matemático¨. Sus artífices son una suerte de “Mengele” siglo XXI contrapuestos a un humanismo que privilegiando la vida como objetivo, pone en primer lugar la lucha contra la pandemia del Covid 19. Trump, Bolsonaro, Boris Jhonson personifican sus modelos y de ese perfil buscan un liderazgo. Algunos socialdemócratas nórdicos se les suman aunque vacilando ante las críticas de sus pueblos.

En Argentina atender a los más afectados, es nuestro norte y bandera, pero para cumplirlo habrá que desmontar el entramado de intereses, reglas y obstáculos que ligan la economía nacional con la financiarización globalizada y ahogan las perspectivas del desarrollo productivo, cerrando los grifos al drenaje de divisas. Pero sobre todo en la coyuntura empujan por cambiar las prioridades y flexibilizar o incluso terminar con la cuarentena.

Para cumplir con ese objetivo humanista en un país devastado por el neoliberalismo, quizás debamos sumarnos a todos los que en este mundo que estalla dejarán, por imposibilidad, de pagar sus deudas. De momento el gobierno corre en auxilio de esa franja de trabajadores informales afectados por el paro forzoso, de los jubilados, de la inmensa franja de los que deben cubrir sus necesidades más elementales. Pero como dice el dicho grosero… de algún culo saldrá sangre y ellos lo saben. Un caceroleo intentó montarse sobre la antipolítica y fracasó a poco andar. Ahora tratan de aprovechar cierta desorganización que llevó a aglomeraciones peligrosamente insalubres en las colas de los bancos de jubilados y beneficiarios de la AUH. Sin descontar las sospechas de que hayan contribuido a provocar esos hechos.

Más allá de que es necesario actuar con mayor previsión para no cometer estos errores sobre los que se abalanzarán a falta de motivos legítimos, lo cierto es que probablemente en el curso de estos meses la situación se agravará. Aún no llegamos al pico máximo de la pandemia y el aplanamiento de su curva es de graduación incierta. Pero colateralmente los daños económicos de la cuarentena necesaria se harán sentir sobre franjas importantes de la población y la conciencia y la organización colisionarán con la desesperación de la parálisis económica y la recesión. Las tendencias individualistas y egoístas aumentarán los intentos de quebrar las medidas colectivas resueltas con la cuarentena creando fuertes tensiones. El gobierno tendrá que torcerle el brazo a los bancos si quiere que las Pymes accedan al salvataje previsto. Y quizás, esperemos que no, a torcerles el cuello. Y la salida de la cuarentena debiera imponerse por una solución superadora de la encrucijada que privilegie la vida de los ciudadanos y la humanidad. Nunca por los de intereses de grupos o individuos, aunque lógicamente incluya a la economía.

Decíamos que Argentina cayó en buenas manos si bien en el mundo nadie está preparado para esto. Esperemos acertar porque la tormenta ya está en desarrollo. Los sucesos nada claros en Brasil hoy son demostrativos del aceleramiento de los acontecimientos políticos. El aislamiento de Bolsonaro y las dificultades para vislumbrar para donde caen las fichas muestran que no es un simple problema de información sino de la labilidad de la situación. La inestabilidad de las bolsas en cambio hace difícil prever que en el plano económico la situación se puede estabilizar. No se ven las perspectivas de un ajuste “global” del sistema capaz de reponer el equilibrio que les permita a los más fuertes y sobrevivientes reconquistar la tasa de ganancias reanudando la marcha del capitalismo. Hay más bien previsiones de destrucciones fantásticas de capital y de millones de empleos perdidos. Ni el Coronavirus podría matar todos los habitantes que “sobran” para semejante ajuste. La crisis del ´29 sería una perspectiva rosa colocada como horizonte probable. 

La crisis “entrelazada” abarca la crisis climática con el calentamiento global liquidador de la vida y el hábitat humano y la preexistente del modelo neoliberal (expresión de la globalización de cuño norteamericano, caracterizada por la financiarización desbocada), hoy acelerada por la crisis sanitaria de la pandemia del Covid 19. A su vez el gigantesco desarrollo científico técnico, particularmente el de la computarización informática y la robotización replantean el papel del trabajo en la vida humana y abren las puertas a una transición hacia una nueva globalización que prefigura una suerte de crisis civilizatoria. Si bien la pregunta del millón es en qué condiciones y con un sistema de qué características saldremos de esta crisis y ofrece muchas hipótesis y ninguna respuesta certeza, algo es casi seguro. El largo ciclo que se abrió con la post segunda guerra mundial y sus principales características ha llegado a su agotamiento. Quizás recién al final de la pandemia ingresemos de verdad al siglo XXI.

Como siempre ha sucedido en las etapas precedentes la humanidad no arroja por la borda lo mejor de las etapas anteriores. Las reconfigura en una nueva mezcla. Los mejores frutos del capitalismo, el replanteo inexorable del papel del Estado y las nuevas características exigibles al mismo, el destilado de la rica experiencia de las sociedades socialistas depuradas de sus errores y excesos, todo, todo, está puesto sobre la mesa. Y sobre todo el protagonismo de los pueblos en esta larga marcha hacia la justicia, la democracia y la igualdad.