jueves, 11 de agosto de 2016

RAIMUNDO ONGARO POR LA HUELLA DEL SINDICALISMO DE LIBERACIÓN, Por Javier Azzali, para Vagos Peronistas


Raimundo Ongaro, ejemplo de compromiso sindical y político

Javier Azzali hace un elogio del histórico dirigente sindical, fallecido recientemente, y no precisamente, en la riqueza, como le paso o pasará a muchos otros, reivindicando la figura del leal dirigente, inspirador del sindicalismo de liberación, que básicamente aunaba, las férreas defensas gremiales, con programas políticos emancipadores. Ongaro vivió el duro exilio, y el asesinato de uno de sus hijos por la Triple A. Ferviente creyente cristiano, su vida de compromiso hace escuela en jóvenes dirigentes, sean sindicalistas o no.


Raimundo Ongaro por la huella del sindicalismo de liberación, por Javier Azzali, para Vagos Peronistas

El reciente fallecimiento del histórico dirigente sindical Raimundo Ongaro nos recuerda el valor de su trayectoria política y de vida constituye un legado con notable presencia y vigencia en la política contemporánea, más de lo tenido en cuenta. En la actualidad, cuando el sindicalismo debate acerca de su rol en el escenario político nacional, la figura de Ongaro muestra un perfil de singular importancia, como da cuenta su despedida masiva y emotiva en la sede de la Federación Gráfica Bonaerense de la calle Paseo Colón de la Capital Federal. Así lo destacaron diferentes personalidades de la política y el sindicalismo. Victorio Paulón resaltó que “Ongaro fue un ejemplo lleno de consecuencia. Padeció todas las formas de represión. Desde la cárcel, exilio, destierro y el asesinato de su hijo. Recuperó el sindicato y lo plantó como símbolo de la honradez. Es inolvidable su mítica frase Es preferible honra sin sindicato que sindicato sin honra”. Norberto Galasso lo consideró “un ejemplo de absoluta transparencia y entrega. La CGT de los argentinos es un punto fundamental en la historia argentina. Ongaro, con su poder de agitador, con sus discursos hermosos y conmovedores, forjó una figura ejemplar para los jóvenes sindicalistas de hoy”. 
Por su parte, Héctor “el gringo” Amichetti actual secretario general de los gráficos, dijo que Ongaro “nos legó una concepción sindical a la cual llamamos Sindicalismo de Liberación. Una idea que se plasmó a partir de 1957 con el programa de La Falda, si bien la CGT de los Argentinos la tomó y la profundizó con el programa del 1 de Mayo con el concepto que la lucha de los trabajadores es una lucha nacional y social, no solo por reivindicaciones laborales”. Cristina Fernández resaltó que “fue de los dirigentes que con la lucha del pueblo y de los sectores juveniles trajeron a Perón de vuelta a la Patria”.
Raimundo Ongaro representa, en la historia del movimiento sindical argentino, un aporte esencial a la formación de una conciencia política de los trabajadores desde una perspectiva nacional, antioligárquica y antiimperialista, así como también la reivindicación del sindicalismo como actividad política imprescindible para el país. Formado en la resistencia peronista tras el derrocamiento golpista contra Perón, Ongaro toma protagonismo principal en la resistencia a la dictadura del General Juan Carlos Ongania iniciada en junio de 1966, tras el golpe contra el presidente Arturo Illia. 
El sindicalismo divide sus posiciones frente a la dictadura de Ongania. Mientras unos, expresados especialmente en la figura de Augusto Vandor, plantean posiciones cercanas y conciliadoras, otros consolidan la actitud de resistencia y dan forma y profundizan un programa de lucha. Las diferencias en los últimos años frente a la proscripción del movimiento popular mayoritario y por el regreso de  Perón, no eran solo en el orden de la táctica, sino especialmente de orden programático. El movimiento obrero organizado, en su conjunto, se enriquecía con figuras como Andrés Framini (textiles), Amado Olmos (sanidad), Jorge Di Pascuale (Farmacia), Agustín Tosco (luz y fuerza de Córdoba), Benito Romano (loas azucareros de Tucumán), Avelino Fernández (metalúrgico), Lorenzo Pepe (ferroviario), Mario Aguirre (ATE), Atilio López (UTA) y Gustavo Rearte (jaboneros), entre muchos otros, con quienes asume una toma de posición sobre el perfil del programa de país, en la línea marcada por los programas de La Falda de 1957 y de Huerta Grande de 1962.
Javier Azzali
El 28 de marzo de 1968 se creó la CGT de los Argentinos, en el Congreso Normalizador “Amado Olmos” (nombrado así por el fallecimiento reciente del importante líder sindical), donde se eligió a Raimundo Ongaro como secretario general. Los grupos sindicales colaboracionistas –así tildados por su predisposición al diálogo y reuniones con los funcionarios de la dictadura- dejaron el congreso, por lo que la CGT de los Argentinos fijó su sede en la Federación Gráfica Bonaerense en Paseo Colón 731 de la Capital Federal. Perón felicitó a Ongaro por su actuación en el congreso normalizador de la CGT, por haber salvado “el honor peronista” frente a la actitud de los otros.
En el mensaje del 1ero de mayo de 1968, la CGT de los Argentinos se dirigió al pueblo para explicar su programa de país a partir de una propuesta de liberación nacional y social, con definiciones conceptuales precisas. “A los que afirman que los trabajadores deben permanecer indiferentes al destino del país y pretenden que nos ocupemos solamente de problemas sindicales, les respondemos con las palabras un inolvidable compañero, Amado Olmos, quien días antes de morir, desentrañó para siempre esa farsa: el obrero no quiere la solución por arriba porque hace doce años que la sufre y no sirve. El trabajador quiere el sindicalismo integral, que se proyecta hacia el control del poder, que asegura en función de tal el bienestar del pueblo todo. Lo otro es sindicalismo amarillo, imperialista, que quiere que nos ocupemos solamente de los convenios y las colonias de vacaciones....”
La CGT de los Argentinos tuvo su órgano de prensa hasta febrero de 1970, con el periódico “CGT”, con Ongaro y Ricardo De Luca como editores responsables y Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo entre sus principales redactores.
Otra definición conceptual trascendente la dio Juan Perón, en junio de 1968, en apoyo al liderazgo de Ongaro: “usted es el primer dirigente contemporáneo que puede conseguir movilizar  la masa hasta ahora inactiva y perezosa y ello es debido a sus valores espirituales; persista sin desmayo en ello y realizará lo que los peronistas venimos anhelando desde hace ya más de doce años”. 
En un contexto de persecución y represión, Ongaro fue uno de los protagonistas principales de hechos políticos centrales de la vida del pueblo, marcada por la lucha y la resistencia a las dictaduras, confluyendo finalmente, junto con el esfuerzo militante de otros sectores sociales de la vida nacional, lograr el regreso de Perón, el líder proscripto y exiliado.
Ongaro, por su cuenta, también tuvo definiciones ideológicas en el orden social y mundial, como cuando decía que “el mundo tiene solo dos alternativas, el capitalista y el socialista, pero marcha inexorablemente hacia el socialista (…) lo que no queremos es el socialismo que se convierta en una fábrica de consumo y producción, que mantiene el lucro. Luchamos por un socialismo con valores cristianos, por la liberación de amor que comporta una nueva fe de fraternidad entre los hombres” (Baschetti, R. La Clase obrera argentina, Vol. I, p. 153). Su fe cristiana está presente desde su origen y dejó su marca en la fortaleza de su discurso, con una recurrente invocación de la figura de Jesus. Al mismo tiempo, Agustín Tosco, el gran dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba, opinaba que la mayoría de los trabajadores eran peronistas, “la lucha por la liberación nacional pasa por la clase obrera, el peronismo sincero está definido por la liberación nacional”.
Como explica el historiador Roberto Baschetti, Ongarotenía la visión de resaltar la importancia política de la unidad de los trabajadores, la movilización de las masas y el protagonismo popular en la política del país, a diferencia de los golpes palaciegos como solución a los problemas del país. Crítico de los acuerdos con Ongania, los Aramburu y Alsogaray, de los que se visten de un “nacionalismo sin pueblo para coquetear con los renegados del movimiento obrero”, y de Rucci por su vínculo con un terrateniente como Anchorena, ya que “los terratenientes: el centro del parasitismo y la causa básica del atraso y la dependencia de la economía argentina” (Baschetti, R. La Clase obrera argentina, Vol. I, p. 177). Perón confirmaría su apoyo a Ongaro en varias ocasiones, de quien resaltaba su patriotismo y actitud de lucha porque “renunciar a la lucha es casi como renunciar a la vida, pero evitarla cuando  el que sufre es el pueblo, es una debilidad criminal” (Baschetti, idem.). En un documento firmado por Ongaro y Alfredo Ferraresi (de Farmacia), se precisa el programa detrás del objetivo del regreso de Perón: “junto con Perón exige que vuelva una política forjada alrededor de la presencia de las masas (que no es otra que) la nacionalización del comercio exterior, el sistema bancario, el crédito, los servicios públicos”, la casi desaparición del capital extranjero, la supresión de la deuda externa y de las remesas al exterior, el acceso de los trabajadores al producto nacional, la congelación de alquileres y arrendamiento, la política internacional enfrentada al imperialismo y el reconocimiento de los trabajadores como fuerza esencial de la nación.
Tras haber estado nueve meses en prisión, Ongaro partió al exilio compulsivo el 29 de agosto de 1975. En una entrevista en 1984, explicó que con Tosco habían decidido “que si era necesario moriríamos presos en la cárcel pero siempre en la Argentina”. Dijo, “estuve catorce veces preso en la Argentina, fui secuestrado en una ocasión, mi hogar fue allanado muchas veces. Mi mujer perdió alguno de los hijos por intromisiones en mi casa., a altas horas de la madrugada, hombre que transportados en automóviles aparecían en esta localidad de Los Polvorines, haciendo uso de armas, vestidos de civil. A tanto llegó que cada vez que oíamos un automóvil era un terror, en una población alejada 34 kilómetros de Buenos Aires.” (Biblioteca política Argentina – Nº 109 “La Argentina exiliada”, de Daniel Parcero, Marcelo Helfgot y Diego Dulce, 1984, en el sitio web http://www.cgtargentinos.org). Sin embargo, fue el 8 de mayo de 1975, mientras estaba preso en una celda de aislamiento en la cárcel de Villa Devoto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, se enteró del asesinato de su hijo Alfredo Máximo por la Triple A y de la amenaza del resto de su familia. 
Ahí inició su exilio, primero en Perú, donde aún estaba el General Velazco Alvarado, y luego a Francia, desde donde fue protagonista de la campaña a favor de los derechos humanos. “En el exilio vivía obsesionado porque en la Argentina había presos, muertos, desaparecidos, Madres de Plaza de Mayo, abuelas de Plaza de Mayo, organismos de defensa de los derechos humanos, la Asamblea Permanente, el Servicio de Paz y Justicia, el Premio Nóbel Pérez Esquivel me había visitado en Francia en el quinto piso donde yo vivía, junto con sacerdotes y otros representantes de Iglesias Cristianas. No tenía otra dedicación que ver terminada la dictadura militar las 24 horas de cada día. El centro principal de la lucha contra la dictadura estaba en la Argentina, nosotros éramos el soporte exterior. Era un aporte muy intenso a través de los diarios, las revistas, siempre hablando de la Argentina, en un púlpito o en un congreso político o sindical”.
Ongaro puede regresar al país el 17 de marzo de 1984, aunque tuvo que esperar que un juez le cesara la orden de detención a disposición del Poder Ejecutivo vigente desde 1974. Por entonces, opinaba acerca de los problemas nacionales que “se debe tratar que la participación de los trabajadores sea tan importante como para que la riqueza y el bienestar que ellos generan ayude a que la Argentina vea también su deber con Latinoamérica de construir la Patria Grande, de salir del estado-nación para forjar un estado-continente, en una época en que una nación que tenga menos de dos océanos ya no tiene voz ni voto en el mundo actual” (ob. cit.). Como contó Héctor Amichetti en el programa Patria Grande Latinoamericana (de Gabriel Fernández y Jorge Thielbard) en Radio Gráfica, a la vuelta de la dictadura Ongaro encontró en las bases de los trabajadores gráficos el reconocimiento a su lucha, como destaca su impulso a los talleres recuperados por los trabajadores en los últimos años.
La huella del sindicalismo de liberación es profunda desde entonces, como lo muestra que diferentes sectores del sindicalismo han reivindicado el programa de la CGT de los Argentinos en sus luchas sociales, como en los 26 puntos de la CGT liderada por Saúl Ubaldini, la resistencia al neoliberalismo de los noventa con la Central de los Trabajadores Argentinos y el Movimiento de los Trabajadores Argentinos, y hechos de relevancia como la marcha federal 1994 y los 1003 días de ayuno en la carpa blanca de la CETERA. Aún con los matices y las particularides propias esa concepción cuenta con proyección fuerte en la actualidad. La concepción del sindicalismo de liberación está en la raíz del problema nacional, o sea la disputa histórica del país para realizar la soberanía nacional y la justicia social, contra todas la formas del colonialismo económico, político y cultural. 
Raimundo Ongaro, rodeado de jóvenes, que lo admiraban
El recorrido político de Ongaro nos trae preguntas significativas para el movimiento de los trabajadores. Su trayectoria testimonia la posibilidad de un sindicalismo que, además, de la reivindicación gremial, asuma la representación política de los trabajadores, desde una perspectiva de liberación y alrededor de la idea de patria como bien común de las mayorías populares. Esto también nos recuerda que el movimiento sindical es mucho más amplio de como lo suelen mostrar los medios masivos de comunicación, en los que sobrevuelan los prejuicios antisindicales. No se trata de intentar en vano repetir experiencias del pasado, ocurridas en otro tiempo y contexto, sino de reivindicar los rasgos salientes de un legado político, gremial e ideológico para orientarnos a la hora de precisar el rumbo del sindicalismo argentino en la actualidad.

Fuentes:
Sitio web de La Señal Medios (www.laseñalmedios.com.ar) de Radio Gráfica.
Sitio web http://www.cgtargentinos.org.
La Clase obrera argentina, Roberto Baschetti, Colihue.
El movimiento obrero argentino, Claudio Díaz, Ediciones Fabro.
Clase trabajadora/Nuesta historia, de SUTEBA/CETERA.
Del anarquismo al peronismo, Alberto Belloni, Editorial Punto de Encuentro.

Javier Azzali, agosto de 2016.


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