miércoles, 19 de noviembre de 2014

CONTESTACIÓN A LA CRÍTICA DE LA CRITICA QUE HICE, DEL LIBRO “ESTADO, DEMOCRACIA Y SOCIALISMO”, DE JORGE LUIS CERLETTI, CUADERNOS DE TIERRA SOCIALISTA, EDICIONES DEL JINETE INSOMNE, BUENOS AIRES 2014. Por Claudio Javier Castelli



Jorge Cerletti escribió la “Crítica del art° “Pertinaz de Chuni Castelli sobre mi libro (E.D. Y S.)”, en un tono muy amistoso, pero no menos firme en mantener sus posturas, aunque se mostró dispuesto a debatir entre quienes luchan aquí y acullá por la emancipación de los pueblos.
Hay una proliferación de sentido, donde el sentido economicista de Cerletti no interpreta acabadamente “lo social” del Siglo XXI. Baudrillard hablaba en los 70, del fin de lo social como incapacidad del intérprete de asirlo con sentido (Cultura y Simulacro, Kairós, Barcelona 1978). Sólo desde el panóptico marxista para mirar el mundo puede hablarse de lo social sin discusión. Nunca hay que dejar la comprensión racional, pero es anacrónico intentarlo sólo desde lo económico político.
Siguiendo a Baudrillard, hay mucho de simulacro de lo social, que se reinventa con cada intento de aprehenderlo, porque el modelo es el propio simulacro de lo social. ¿Con que sentido hablamos hoy –siglo XXI- de la participación? ¿A quiénes comprende? ¿A quiénes desecha?    
“Hay también en esta época que vivimos una conciencia de libertad total, de conciencia arrojada al mercado de consumo, de conciencia a elaborar una sinergia con las redes sociales, desencadenadas a fuego, en los últimos años. De ahí que el elemento lógico del sentido, requiera de mayor amplitud de interpretaciones, que le dé a cada uno su cuota de vacío, que anhela, en el vacío general de un mundo que ha matado a Dios” (“Apuntes posmodernos”, Facebook CJC)

 (Claudio Castelli y Jorge Cerletti)

Las grandes participaciones en el modelo kirchnerista no quita que mucha de ella no sea generosamente lábil: si les cuesta identificarse con el antecedente del peronismo, es un material sumamente difícil para una revolución marxista. Sí, para una militancia más abierta, más informatizada, más “celularica”, más desprendida. Aunque sepa posicionarse en sus aisladas y contundentes demandas. Aquí viene Laclau oportunamente a aportar el pueblo, como significante vacío, que se articula con el líder, a través de las demandas requeridas satisfechas o insatisfechas.
Falta en la realidad, para el análisis cerletiano, un componente esencial: el proletariado. Decíamos en un artículo  escrito en Facebook (“ La ilusa unión de todos los argentinos”), y reproducido en el blog escaladaperonista.blogspot.com, “Los sectores medios se insertan también en esa lógica. Hoy podemos decir, que no hay trabajadores, clase media y burgueses, sino solamente burgueses, aun siendo trabajadores, porque la conciencia social fue cooptada por los medios de comunicación en una idea uniforme, de que un burgués trabajador en una fábrica en Burzaco tiene los mismos intereses que Benito Roggio o los hermanos Bulgheroni, los mismos miedos, son "la gente".”
Y lo repetimos hoy todos quieren ser burgueses, desde el menor trabajador en Burzaco, a la clase media porteña, que en este juego es el gozne con las clases altas desde siempre. Inmediatamente después de la mejoría económica, su conciencia troca en burgués. ¿Está mal que sea así? En esta conciencia juega la dictadura militar del 76/83, el final abrupto alfonsinista, y la década neoliberal menemista -la que se intenta recrear desde los faros más luminosos de la oposición-, y el tiempo posmoderno que vivimos con la disolución de “lo social”, tal como lo entendieron  Marx, en el siglo XIX y Lenin, en el siglo XX.
Además, el fin de “lo social” así considerado, se revierte en qué todo es lo social, y que lo social es apresado en residuos, sedimentos, lo que queda: los militantes kirchneristas: La Cámpora llenando Velez Sarsfield, Unidos y Organizados, Movimiento Evita llenando Huracán, y Encuentro llenando Atlanta, los únicos hoy que demuestran y pueden realizar concentraciones masivas de corte político. En ese residuo de lo social, se libra un combate que el kirchnerismo está ganando.
En esta época de “lo social” como residuo, la gestión es la marca en la conducción del Estado,  y siempre ha sido así. Gestión mínima en el neoliberalismo. Gestión máxima en el populismo. En los socialismos reales la gestión disolvía lo social. En el populismo es gestión máxima y ampliación de derechos. Para el neoliberalismo es gestión mínima del estado, represión y libertad de mercado absoluta.
Pero “lo social” como espacio de conexión es también para todos, un dato que el mundo posmoderno tiene para regalarnos. Por supuesto que ese mundo posmoderno se lleva mucho mejor con el neoliberalismo, por su nula participación. En el populismo hay una apática participación.
“Lo social no habrá jamás tenido tiempo para llevar a la revolución: habrá sido ganado por rapidez, por los signos de los social y por la revolución” (Jean Baudrillard, “Cultura y Simulacro”, pág. 190, editorial Kairós, 1978, Barcelona).
El socialismo marxista no podría imponerse en el mundo sino fuera con una enorme restricción de la libertad, como en la práctica advinieron los socialismos reales.
Busquemos al peronismo como orientador en el tema, y a su hijo dilecto: el kirchnerismo (populismo), donde la justicia social, se plantea como norte, en un marco de progresiva recuperación del estado de bienestar peronista. El kirchnerismo es el hecho maldito del país burgués hoy.
Engels decía que en la época de Hegel (fines del siglo XVIII y principios del XIX) no había nada más importante que la religión y la política (“Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, Anteo), bueno hoy nos ocurre algo por el estilo, la religión goza de muy buena salud, más con los nuevos aires papales, y las masivas presencias en los cultos evangélicos. Ha sobrevivido a todo: al positivismo y al marxismo. El hombre religioso rompe con la superficialidad del hombre celular contemporáneo, y al tener un gran discurso sobre el mundo, no se convierte en elemento fungible, en el orden social. También el de hábitos religiosos en sus ideas neutraliza la “comunicación permanente”  de hoy, que ha venido a suplantar la idea trotskista de “revolución permanente”.
Es errado estratégicamente adoptar una posición economicista para combatir el capitalismo y luchar por la emancipación, porque ahí, en la economía es fuerte en su riqueza para oponerlo a los socialismos reales, aunque también es fuerte en su injustica. La batalla es en la cultura, el pensamiento, la comunicación e información, que es donde más hipócrita es el capitalismo.
Las redes sociales vienen como anillo al dedo para esa lucha por el pensamiento.
Si para Marx “El Capital”, debía ser la biblia de los trabajadores, la biblia hoy puede ser más revolucionaria en la búsqueda de dignidad de ese trabajador.
Informaciones provenientes de Venezuela, me indicaron que los médicos cubanos, además de sus extraordinarias tareas solidarias, se divertían en los shopping center, con la fascinación de la cantidad de objetos para la venta. Esa fascinación por las mercaderías hasta parece previa a toda idea económica en general, la demanda como previa a la oferta, hace inútil la racionalización marxista del fetichismo de la mercancía.
No hay en tu libro un acápite a la defensa de la idea de nación frente al imperio, como previa a toda conflictividad de clase, aunque ese imperio utilice las clases altas en su dominación. El sentimiento de historia y destino en común fue siempre muy fuerte en el peronismo, y un animador constante de la militancia en la defensa de la patria.
Pero precisamente el peronismo más allá de ser una alianza de clases, es el más ferviente introductor en el país de la lucha contra la oligarquía, y la conciencia clasista frente a las clases altas, a quién todos quieren parecerse.
Tu empeño por ver el kirchnerismo como momento neodesarrollista no es más que una variante de la mirada clásica de la izquierda anclada en las tesis de Braden. Pero además, es doblemente equivocada, porque insistís en considerar sólo los aspectos económicos del kirchnerismo, que al engolfarlos en neodesarrollista, les da un tono peyorativo, de un proceso de ampliación de derecho, e incorporación de grandes masas de la población, que salen de la pobreza e ingresan al consumo. La economía decía el General, tiende más allá de cualquier interpretación intelectualoide a lograr “la felicidad del pueblo”. Y eso lo ha logrado el kirchnerismo. Pero a la vez es equivocada la mirada porque no consideras en realidad la importancia de “lo político” en este proceso. La antinomia como vuelta necesaria para la discusión y la militancia para conquistar derechos, y para enfrentarse en el terreno internacional, a la vez que aliándose con los pueblos latinoamericanos.
Dice Nicolás Casullo (“Peronismo, militancia y crítica 1973/2008”, Puñalada, 2011, pág. 278) “El significado del populismo latinoamericano dejó atrás una vetusta dependencia conceptual que se tenía de Europa”. Tu mirada es tributaria de ese marxismo clásico, que no veía en el peronismo más que el fascismo o cuando menos una variante de él.
Hay muchos otros temas a desarrollar en una discusión sobre tu libro Jorge, pero te reitero es un gran libro y un movilizador para grandes discusiones. Quiera que esta contestación aporte algo a ese entramado de lucha nacional y popular.
19 de Noviembre de 2014.-

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