martes, 7 de abril de 2020

EL CORONAVIRUS Y LA ECONOMÍA: LAS CRISIS "ENTRELAZADAS", Por Lido Iacomini para Vagos y Vagas Peronistas



Apenas pasados los 100 días de tregua, que de manual, se le otorgan a un gobierno recién asumido, el gran empresariado argentino por vía de Techint, su nave insignia, rompió el fuego despidiendo a 1450 trabajadores. Antes, la artillería de La Nación y Clarín trataba de ablandar posiciones entre sectores sociales que habían apoyado al macrismo pero que ahora vacilaban frente a un gobierno que con un “relato” conciliador y de unidad sin fronteras, seducía con amplitud social tratando de cerrar la famosa “grieta”. Incluso en el equipo de emergencia para enfrentar la epidemia A. Fernández logró sumar a un referente opositor que juega en primera.

La derecha ya no podía esperar. Su objetivo: impedir que el gobierno de Alberto Fernández logre obturar la “grieta” y rescatar de esa manera masa de maniobra en la opinión pública. En medio de la crisis pandémica y las viejas y nuevas turbulencias económicas que inexorablemente caerán sobre la vida de los argentinos, la clase dominante en la Argentina prevé que parte importante de ese costo saldrá de las ganancias exorbitantes y “ non sanctas” que supieron acumular. Para impedirlo necesitan desgastar al nuevo gobierno. Sus temores se ven agudizados porque la tormenta arrasadora de la compleja crisis internacional se está llevando puesto al modelo neoliberal y ataca con dureza pilares del mismísimo capitalismo que parecían inconmovibles.

El discurso y gran parte de las acciones llevadas adelante en cumplimiento de las promesas y expectativas preelectorales le permitieron a Alberto Fernández, en el poco tiempo que lleva, consolidar su liderazgo. Pero la magnitud inesperada del cataclismo del Coronavirus constituye un desafío para el cual nadie en el mundo está preparado y nada es inconmovible, pero que sin dudas en la Argentina cae en las mejores manos. 

La oposición, dividida y con su antiguo liderazgo aún aturdido por la derrota electoral , juega ahora con audacia e irresponsabilidad poniendo en riesgo la salud, el trabajo y la vida misma de los argentinos. La cuarentena, como en otros lugares del mundo, comienza a ser cuestionada anteponiendo la economía a la salud. Militan en el mismo bando y con la misma estrategia de la más rancia derecha internacional. Prefieren experimentar con el darwinismo social. Proponen privilegiar la actividad económica y su argumento es que, eludiendo la cuarentena, y dejando que se infecte alrededor del 60 ó 70% de la población con el elevado número de muertos que ésto conlleva, se generará la inmunidad suficiente como para que el número de muertos al final del ciclo sea equivalente a los que la caída desastrosa de la economía también provocará.. Claro que como no hay experiencia previa que permita aseverar ésto, recurren a un “modelo matemático¨. Sus artífices son una suerte de “Mengele” siglo XXI contrapuestos a un humanismo que privilegiando la vida como objetivo, pone en primer lugar la lucha contra la pandemia del Covid 19. Trump, Bolsonaro, Boris Jhonson personifican sus modelos y de ese perfil buscan un liderazgo. Algunos socialdemócratas nórdicos se les suman aunque vacilando ante las críticas de sus pueblos.

En Argentina atender a los más afectados, es nuestro norte y bandera, pero para cumplirlo habrá que desmontar el entramado de intereses, reglas y obstáculos que ligan la economía nacional con la financiarización globalizada y ahogan las perspectivas del desarrollo productivo, cerrando los grifos al drenaje de divisas. Pero sobre todo en la coyuntura empujan por cambiar las prioridades y flexibilizar o incluso terminar con la cuarentena.

Para cumplir con ese objetivo humanista en un país devastado por el neoliberalismo, quizás debamos sumarnos a todos los que en este mundo que estalla dejarán, por imposibilidad, de pagar sus deudas. De momento el gobierno corre en auxilio de esa franja de trabajadores informales afectados por el paro forzoso, de los jubilados, de la inmensa franja de los que deben cubrir sus necesidades más elementales. Pero como dice el dicho grosero… de algún culo saldrá sangre y ellos lo saben. Un caceroleo intentó montarse sobre la antipolítica y fracasó a poco andar. Ahora tratan de aprovechar cierta desorganización que llevó a aglomeraciones peligrosamente insalubres en las colas de los bancos de jubilados y beneficiarios de la AUH. Sin descontar las sospechas de que hayan contribuido a provocar esos hechos.

Más allá de que es necesario actuar con mayor previsión para no cometer estos errores sobre los que se abalanzarán a falta de motivos legítimos, lo cierto es que probablemente en el curso de estos meses la situación se agravará. Aún no llegamos al pico máximo de la pandemia y el aplanamiento de su curva es de graduación incierta. Pero colateralmente los daños económicos de la cuarentena necesaria se harán sentir sobre franjas importantes de la población y la conciencia y la organización colisionarán con la desesperación de la parálisis económica y la recesión. Las tendencias individualistas y egoístas aumentarán los intentos de quebrar las medidas colectivas resueltas con la cuarentena creando fuertes tensiones. El gobierno tendrá que torcerle el brazo a los bancos si quiere que las Pymes accedan al salvataje previsto. Y quizás, esperemos que no, a torcerles el cuello. Y la salida de la cuarentena debiera imponerse por una solución superadora de la encrucijada que privilegie la vida de los ciudadanos y la humanidad. Nunca por los de intereses de grupos o individuos, aunque lógicamente incluya a la economía.

Decíamos que Argentina cayó en buenas manos si bien en el mundo nadie está preparado para esto. Esperemos acertar porque la tormenta ya está en desarrollo. Los sucesos nada claros en Brasil hoy son demostrativos del aceleramiento de los acontecimientos políticos. El aislamiento de Bolsonaro y las dificultades para vislumbrar para donde caen las fichas muestran que no es un simple problema de información sino de la labilidad de la situación. La inestabilidad de las bolsas en cambio hace difícil prever que en el plano económico la situación se puede estabilizar. No se ven las perspectivas de un ajuste “global” del sistema capaz de reponer el equilibrio que les permita a los más fuertes y sobrevivientes reconquistar la tasa de ganancias reanudando la marcha del capitalismo. Hay más bien previsiones de destrucciones fantásticas de capital y de millones de empleos perdidos. Ni el Coronavirus podría matar todos los habitantes que “sobran” para semejante ajuste. La crisis del ´29 sería una perspectiva rosa colocada como horizonte probable. 

La crisis “entrelazada” abarca la crisis climática con el calentamiento global liquidador de la vida y el hábitat humano y la preexistente del modelo neoliberal (expresión de la globalización de cuño norteamericano, caracterizada por la financiarización desbocada), hoy acelerada por la crisis sanitaria de la pandemia del Covid 19. A su vez el gigantesco desarrollo científico técnico, particularmente el de la computarización informática y la robotización replantean el papel del trabajo en la vida humana y abren las puertas a una transición hacia una nueva globalización que prefigura una suerte de crisis civilizatoria. Si bien la pregunta del millón es en qué condiciones y con un sistema de qué características saldremos de esta crisis y ofrece muchas hipótesis y ninguna respuesta certeza, algo es casi seguro. El largo ciclo que se abrió con la post segunda guerra mundial y sus principales características ha llegado a su agotamiento. Quizás recién al final de la pandemia ingresemos de verdad al siglo XXI.

Como siempre ha sucedido en las etapas precedentes la humanidad no arroja por la borda lo mejor de las etapas anteriores. Las reconfigura en una nueva mezcla. Los mejores frutos del capitalismo, el replanteo inexorable del papel del Estado y las nuevas características exigibles al mismo, el destilado de la rica experiencia de las sociedades socialistas depuradas de sus errores y excesos, todo, todo, está puesto sobre la mesa. Y sobre todo el protagonismo de los pueblos en esta larga marcha hacia la justicia, la democracia y la igualdad.

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