viernes, 22 de abril de 2016

LA MÁQUINA DE DISCIPLINAR, POR MARÍA PÍA LÓPEZ (Fuente: Emergente)

María Pía López

 

 


La máquina de disciplinar


Texto: María Pia López / Fotos: Emergente


Viernes 8:15


Recibo mensajes angustiados. Dicen que en la Biblioteca Nacional se interrumpió la mesa de negociación por las reincorporaciones de los trabajadores despedidos. Me escribe Marta Dillon preguntando qué sé y cuenta que en las redes acusan a los activistas que estuvieron en la Feria del libro y a quienes difunden, como Emergente, por provocar la caída de la negociación. Bueno. Así las cosas. Pregunto: ¿llamaron de Modernización a la noche a los gremios de la BN para suspender? ¿Suspendieron la mesa con los dirigentes sindicales por una acción que hizo un grupo de colectivos y activistas culturales? ¿Los trabajadores despedidos de la Biblioteca son rehenes que están a la espera de ver ejecutada la condena por cualquier cosa que ocurra, incluso en la Feria del Libro? No se entiende. No se entiende el chantaje del Ministerio. Es como si echaran a los empleados que trabajan en la organización del Bafici por los escraches contra Lopérfido.






















El revés del discurso de la felicidad es el ejercicio del miedo. Generar un estado de pánico respecto de perder el trabajo, ser excluido, dar por finalizada la espera de la reincorporación con el telegrama efectivo. El mecanismo es claro: despiden cientos, dejan sin tarea a otros tantos, los ponen bajo la amenaza de ser también despedidos, abren una mesa de negociación, obligan al silencio para mantenerla abierta. Las listas infames de los despidos se completan con la espera y la presión para ingresar a otra lista. La humillación es plena. Porque se le resta a las personas el derecho a decir sobre su propia posición. No hay felicidad ahí. Hay angustia, hay dolor, hay miedo. ¿O será eso la felicidad que nos prometen?






















El miedo disciplinador se esparce. Queremos mantener la vida antes de rebelarnos. El siglo XX fue el laboratorio de los modos de controlar poblaciones enteras. Ese saber se convierte en manual de gestión empresarial en las democracias. Los que hicieron los juicios de Nüremberg bien saben aprovechar lo que probaron los condenados. Lo siguen haciendo. Miren la Biblioteca Nacional, si no. Los trabajadores que twittean dicen: nos cagaron. Se lo dicen a quienes participaron de la acción en defensa de la Biblioteca. El miedo disciplinador logra separa los grupos de personas que resisten, viendo en los otros la barrera para una eficaz negociación con el que humilla. Es como si los trabajadores de un hospital vieran en los pacientes que hacen un reclamo público por presupuesto o una condena a un director que tiene un pasado condenable, como adversarios y no como aliados, como aquellos que rompen la normalidad que permite perseverar. El miedo disciplinador inventa una seudo normalidad, en donde todo pende de un hilo. En especial la diferencia entre hundidos y salvados. Hay que condenar, de todos los modos posibles, que las personas sean sometidas al miedo. Para eso, es necesario un conjunto de alianzas que atraviesen las instituciones, que las desborden, que piensen dentro y fuera de ellas, que las vuelvan a imaginar.



















Biblioteca

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