sábado, 18 de febrero de 2017

ENSAYO/VOLVER AL MUNDO: LA POLÍTICA EXTERIOR Y LA NATURALIZACIÓN DE LA DEPENDENCIA, Por Ramón Scheines

ENSAYO / VOLVER AL MUNDO: LA POLÍTICA EXTERIOR Y LA NATURALIZACIÓN DE LA DEPENDENCIA, por Ramón Scheines.

CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS FELIPE VARELA.  Viernes 17 de Febrero de 2017.

Ahora que el país vuelve a integrarse al mundo, nada mejor que preguntarnos sobre qué significa esa frase, que suena a eco de la convocatoria menemista al primer mundo de los años noventa. Bastante parecida al proclamado fin de las ideologías o, al menos, al fin de la reflexión crítica. En esta nota, el autor y compañero Ramón Scheines, desafía la palabra dominante y se propone reflexionar acerca del uso del lenguaje por parte de la actual política exterior, y el significado ideológico de parte de quienes dicen hablar, justamente, en nombre de la ausencia de ideología. De esta manera, se intenta ocultar el evidente regreso al dramático hecho de la dependencia y la falta de proyecto nacional y soberano, naturalizando lo que, en verdad, es una decisión política de las elites dominantes. Le agradecemos a Ramón Scheines su colaboración. El autor es Profesor de Historia -revisionista, popular y latinoamericanista-, miembro del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales “Felipe Varela” y del Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, y jugador de Basquet. 
CFV

Volver al mundo: la política exterior y la naturalización de la dependencia.

El viernes 15 de enero de 2016, con firma del presidente Macri y del Jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun, se publicó en el Boletín Oficial el decreto 177/2016, que declaró al 2016 “como el ´Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional´” y anunciaba la realización de actividades alusivas a esta "Declaración de la Independencia de la República Argentina". Nuestra opinión es que escamoteando el contenido hispanoamericano de la declaración de independencia de hace 200 años, Macri busca legitimar su actual política contraria a la unidad latinoamericana, de debilitamiento de la CELAC y UNASUR. Claro que bajo el diccionario macrista, esto se llama “volver al mundo” y “desideologizar” las relaciones internacionales.
Es cierto que el eufemismo “volver al mundo” para describir la política exterior por parte del actual gobierno nacional, no es el que más ha recibido la atención del público, pero aún así nos parece sumamente relevante como muestra de la concepción del gobierno y de buena parte de la sociedad. Es cierto que hay otros “eufemismos” más apremiantes, como aquél que denomina el ajuste en contra de los trabajadores con el nombre de “sinceramiento de la economía” y aquél otro que llama a la persecución política-ideológica a los trabajadores estatales, con el consiguiente desguace del Estado, bajo el nombre de “modernización”. Pero pongamos la lupa sobre la mentada “desideologización”.

Antes de asumir, fueron varias las declaraciones de quienes ocuparían los primeros lugares del nuevo gobierno que confirmaban su compenetración con las máximas del neoliberalismo al cuestionar la supuesta “ideologización” de las relaciones que la Argentina había mantenido con otros países. Repasemos las del propio Macri y la de la canciller para dar sustento a nuestra afirmación.

Empecemos por el presidente Macri, quien en su viaje a Brasil donde se reunió primero en Brasilia con Dilma Roussef y luego en San Pablo con empresarios de la Federación de Industrias de San Pablo (Fiesp), afirmó que venía a “desideologizar” el Mercosur y la región: “Estoy para trabajar, desideologizando la región, yendo hacia cosas concretas…”, dijo Macri (http://www.elpais.com.uy/mundo/macr...: “Macri: ´Estoy para desideologizar la región´”). Aquí aparece otra idea que viene creciendo desde las usinas del poder concentrado y que repiten políticos e ideólogos conservadores que se colocan así en el triste papel de ser funcionales a los designios de la Casa Blanca: la noción de que al kirchnerismo y a los otros gobiernos populares de la región le sobraba ideología y le faltaban éxitos concretos. En este sentido, basta un botón como muestra y allí está la nota de Carlos Pagni del 1 de marzo del 2016, en donde afirma que “al kirchnerismo le faltaba programa y le sobraba relato” (http://www.lanacion.com.ar/1875544-...: “La necesidad de un relato macrista”).

Tras la reunión con los empresarios paulistas, el titular de la Fiesp dijo que “la visión del presidente es nuestra visión de la modernidad, de la economía liberal, de la agilidad, por esas razones nos honra recibirlo”, lo que motivó que se le hiciera entrega de una Orden del Mérito Industrial (http://www.pagina12.com.ar/diario/e...: “La era Macri en las relaciones bilaterales”). ¿Sabrá la poderosa burguesía paulista de los “méritos” de la familia Macri para lograr que se estatizara su deuda privada en épocas de la dictadura militar y de sus maniobras para evadir impuestos?
Retomando las palabras de Macri, esas “cosas concretas” que el presidente afirma que hará, por supuesto que no tienen que ver con las tareas pendientes como el Banco del Sur, por poner un ejemplo. Se trata de una crítica al acercamiento que nuestro país tuvo con Venezuela, Ecuador, Bolivia, a la participación en la CELAC y UNASUR, etc., es decir, a todo aquello que apuntaba a construir un escenario regional que garantizase mejores condiciones para ejercer la autodeterminación nacional. Más allá de las críticas que uno pueda formular respecto a si alcanza con detentar una política exterior soberana o si es necesario, para ejercer en plenitud la soberanía nacional, arremeter con transformaciones sociales y económicas internas más profundas, no debe creerse que ese es el blanco de los cuestionamientos de Macri y de la derecha neoliberal.

En sintonía con Macri, como mostrando que hizo los deberes para ocupar el cargo, unos días antes de asumir su puesto, la canciller Susana Malcorra adelantó en una entrevista que buscaría “desideologizar” la política exterior (http://www.lanacion.com.ar/1852090-...: “Susana Malcorra: ´Vamos a desideologizar la política exterior´”).

Podríamos continuar con los ejemplos. Pero creemos que ya es suficiente para afirmar que aquello de “desideologizar” las instituciones y la política exterior argentina es una constante en el discurso macrista. Subyace -no hay que ser un sesudo analista para advertirlo, justo es decirlo- la noción de que todo lo que sea política anti-imperialista y de construcción de escenarios de autonomía y justicia social es “ideológico”, en tanto que aceptar el lugar que nos tiene reservado el Imperio no es ideológico, es natural, es decir, pretenden que el pueblo se resigne al lugar marginal y dependiente que necesariamente debe ocupar nuestro país en el concierto de las naciones. Cuestionar eso, salirse del libreto que escriben hoy en Washigton -ayer en Londres- es ideológico, y ya sabemos no sólo que las ideologías son malas sino también que no deberían haber resurgido luego de la muerte que les había decretado Francis Fukuyama, en un decreto que no se publicó en el boletín oficial pero que igualmente se difundió por todo el mundo.

Con todo esta pantonima de la ideologización, lo que pretenden es lograr la resignación, la erosión de las condiciones subjetivas, lo que es clave para el éxito de la restauración oligárquica que expresa el macrismo. Ya lo decía Arturo Jauretche: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”. No obstante, la persistente voluntad anticolonialista de los pueblos parece que se resiste a aceptar tal fantasía imperialista.
Por otra parte, es llamativo que no se considere “ideologizar” la política exterior el hecho de que antes de asumir como Ministro de Haciendas y Finanzas, Prat Gay se comunicara con el secretario del Tesoro norteamericano, Jacob Lew, para conversar sobre el plan que iba a poner en marcha, lo que constituye una violación flagrante de la dignidad nacional, que recuerda y pondera la actitud de don Hipólito Yrigoyen, quien habiendo sido electo en 1916 y ante la requisitoria del embajador británico de que era costumbre que el presidente presentara su gabinete a la embajada antes de confirmar los nombramientos para conocer si había objeciones, el caudillo radical se negó rotundamente.

Palabras finales.

El lector sabrá juzgar la validez de las afirmaciones del artículo. Lo que se intentó poner en discusión, en términos generales, es la relación entre la historia y la política, y específicamente el carácter porteñista, antilatinoamericanista y colonialista de la ofensiva macrista, ofensiva que se sustenta en una determinada visión de la historia que nosotros intentamos entrever en el decreto 177/2016.
El ideal unificador que recorre los 200 años de historia está más vigente que nunca: es la condición básica para nuestro desarrollo nacional y para el imperio de la justicia social. Como sintetizara Jorge Abelardo Ramos: “somos un país porque no pudimos integrar una nación y fuimos argentinos porque fracasamos en ser americanos. Ahí se encierra todo nuestro drama y la clave de la revolución que vendrá” (RAMOS, Jorge Abelardo, Revolución y contrarrevolución en la Argentina, 1957).

De aquí se desprende la gravedad para nuestro presente y nuestro futuro de la política exterior del gobierno macrista. Intuimos que este rumbo de cesión de soberanía, de alineamiento con los poderosos del Norte y de alejamiento de las construcciones regionales autónomas, se irá profundizando, pues si el artículo logra desarrollar argumentos certeros, podemos decir que mirado estructural e históricamente, una política latinoamericanista, de reconstrucción de la Patria Grande, de recuperación del ideal bolivariano y de la gesta hispanoamericana de San Martín, es incompatible con la naturaleza del macrismo.

Nos queda tener claro que la gran tarea pendiente en Nuestra América es consumar su unidad nacional. Sin ella, no estarán cumplidos los anhelos de los Patriotas de la “primera independencia” y no habrá “segunda independencia” ni justicia social. “Cuando volvamos”, habrá que hacerla, recordando a Manuel Ugarte, quien en 1910, en el “Prefacio” a El Porvenir de la América Latina, afirmaba que “nos proclamamos argentinos, uruguayos o chilenos, pero ante todo somos americanos de habla española, es decir, brotes paralelos de una revolución que se sienten unidos por semejanzas fundamentales y entienden defender en conjunto su independencia y su misión histórica”.

Ramón Scheines. 
Profesor de Historia. Miembro del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales “Felipe Varela” y Centro Cultural Enrique Santos Discépolo.

Fuente: Extraído de una nota, publicada en el muro de facebook del compañero Javier Azzali

https://www.facebook.com/notes/centro-de-estudios-hist%C3%B3ricos-felipe-varela/ensayo-volver-al-mundo-la-pol%C3%ADtica-exterior-y-la-naturalizaci%C3%B3n-de-la-dependenci/1251358194948272

No hay comentarios:

Publicar un comentario