viernes, 1 de mayo de 2020

EL CORONAVIRUS Y EL NEOLIBERALISMO, DOS FLAGELOS, Por Jorge Luis Cerletti(") para Vagos y Vagas Peronistas



El Coronavirus, una cárcel sanitaria. 

La crisis de la salud mundial producto de la veloz expansión del virus Covid 19 ha generado que muchos países, entre ellos el nuestro, decretaran variables cuarentenas para mitigar la expansión del Coronavirus. Lo cual significa el enclaustramiento en sus hábitats de las personas y el cierre de ámbitos institucionales y públicos como los de la cultura, la educación, el espectáculo, etc. Obviamente, se verifica similar aislamiento para los grupos y sectores que intentan abrir nuevos rumbos en el campo popular. 

Lo novedoso y la importancia de la situación creada inducen algunas reflexiones en torno a los efectos político-sociales de tamaña cárcel sanitaria. Y más allá de las razonables medidas del gobierno, analicemos la problemática de la cuestión. 

El aislamiento forzado entra en sintonía con el individualismo del sistema y alimenta sus injusticias a pesar de la encomiable acción de los trabajadores de la salud. Recrudecen entonces las diferencias sociales a punto tal que en los sectores donde convive la precariedad y la pobreza, el aislamiento también se da en sus barrios. Es que allí el hacinamiento es el hábitat común de sus vecinos. Y ante semejante situación se tiende a naturalizar las condiciones existentes. 

Los bolsones de comida y el auxilio económico, son paliativos necesarios pero circunstanciales que alcanzan a amplios sectores carenciados. Lo cual contrasta con la eficacia del Coronavirus dada su capacidad de expansión que produjo una pandemia mundial sin precedentes en mucho tiempo. 

Pareciera un juego mefistofélico que combina su notable expansión con la reclusión de las personas. A su vez, el número de víctimas cierra fronteras y acrece los temores acerca de su contagio. Fenómeno cuya aparición resulta familiar a un término de linaje histórico, la peste

Mas esta cárcel sanitaria que responde al momento que vivimos, potencia sus efectos al frenar las luchas y las movilizaciones populares. Y un claro ejemplo lo tenemos con el reciente 24 de marzo pues no pudieron realizarse las grandes movilizaciones de rechazo a la que fuera la dictadura genocida del 76/83. Hubo que apelar sólo a medios audio-visuales para apoyar la memoria. Es que este nivel del actual encierro social genera diversos efectos sobre la política. 

Neoliberalismo, una pandemia sin fronteras. 

La pandemia del Coronavirus produce aislamiento y muertes asolando a la sociedad. El neoliberalismo la corroe con su prédica. Constituye la expresión político-ideológica, económica y social de la dominación mundial del gran capital. Agrede a las sociedades que explota originando un prototipo social individualista y anti solidario que fomenta los beneficios individuales y empresarios. Metafóricamente, su emblema lo encarna el “tanto tienes, tanto vales”. 

La concentración económica es relevante pues consolida y agiganta la acumulación y el poder en el capitalismo. Es también un espejo socio-político de las grandes Corporaciones dominantes en la esfera mundial. Y son tan formidables los recursos que manejan, económico-financieros, mediáticos y jurídico-políticos, como su influencia en la construcción del imaginario social que promueven. Su hegemonía suscita grandes contradicciones en el seno de la sociedad en tanto que alimenta los enfrentamientos y luchas contra los sectores populares. Su gravitación actual en el mundo es incuestionable: reina urbi et orbi. 

Su lógica depredadora multiplica la acumulación del capital que controla numerosas naciones y succiona sus riquezas. Alimenta guerras, invasiones, la explotación y el sometimiento de los pueblos y el deterioro de la naturaleza que es asumida como una rica fuente de negocios. En suma, provoca un vasto panorama de opresión y explotación, pandemia que abarca a gran parte del globo terráqueo y cuyos efectos son el desarrollo de la pobreza y la marginalidad. Ese cuadro penoso es consecuencia de la política de la derecha cuando ejerce el poder pues, abierta o subrepticiamente, defiende los intereses de las grandes corporaciones. 

Los argentinos tenemos ejemplos muy recientes bajo el gobierno de Macri. Pero basta uno sólo para sintetizar su política reaccionaria y antipopular: el fabuloso endeudamiento con el FMI de una magnitud sin precedentes en los préstamos de esa institución imperialista. Esta deuda pesa sobre toda la sociedad y se fugó al exterior vía capital financiero, el más rapaz de las distintas expresiones del capital. El nombre de los beneficiarios hay que buscarlos en el núcleo del poder económico concentrado del cual don Mauricio es un genuino representante. Claro está que si su mandato se lo compara con el del capitán Bolsonaro, Presidente de Brasil o con el de Donald Trump, Presidente de EE.UU., podría vérselo como un “nene de pecho”…. 

Dijimos que el Neoliberalismo influye manifiestamente en el imaginario social. Es que con su poder y su prédica hace creer que su significación emana de virtudes ciudadanas, como ser, baluarte de la democracia cuyos valores se atribuye. Ficción que no sólo se apoya en su enorme poderío mediático sino que impulsa y difunde su falaz “posverdad”. Vale decir, la comunicación basada en mentiras disfrazadas de verdades. 

Vayamos ahora a una definición de manual del neoliberalismo. Sus defensores apoyan una amplia liberalización de la economía. Su significación es el libre comercio en general, una drástica reducción del gasto público junto a la intervención del Estado en la economía en favor del sector privado quien desempeñará las funciones tradicionalmente asumidas por el Estado. Sus efectos, la polarización de la cuestión social: riqueza concentrada en un polo, carencias y pobreza extendidas en el otro polo. 

Los gobiernos que se oponen al neoliberalismo. 

Nos referimos a los gobiernos que en la actualidad resisten a los dictados neoliberales y que además deben sufrir las presiones de los organismos internacionales, (F.M.I., O.E.A., etc.). Ahora remitámonos al caso de nuestro país. 

El gobierno de Alberto Fernández no sólo debe manejar el aislamiento social que origina el Coronavirus sino también soportar las presiones del gran capital interno y el internacional. Y en ese terreno tiene fuertes rivales. Como ser Paolo Rocca, el presidente de Techint, que despidió 1450 empleados exhibiendo su poder empresario y su voluntad de condicionar al gobierno y a la sociedad. La intervención de A.F. relativizó los despidos vigentes hasta que se recuperen las obras y se vuelva a tomar al personal cesanteado. 

El conflicto entre los grandes empresarios (“los Mercados”) y el Estado se agudiza cuando éste es controlado por sectores populares. Ocurre todo lo contrario cuando los que gobiernan son portavoces del gran capital. A su gravitación estructural se suma la dirigencia política afín si logra el control del Estado. Y aquí se produce una disyunción. A largo plazo la problemática central remite al capitalismo, a su vigencia o a su negación. A corto y mediano plazo, las luchas políticas concretas se desarrollan dentro de los límites del marco sistémico. No hay ni se plantea la ruptura. 

Esta tensión fluctuante entre el corto/mediano plazo y el largo plazo, se basa en la carencia de la construcción de alternativas al capitalismo. Aquí la falta de articulación entre los tiempos en la construcción política se refleja en la contradicción entre el “día a día” y la estrategia sobre un futuro político aún inalcanzable. Ésa es la situación en la que debemos actuar hoy. Ergo, resulta relevante la problemática de la articulación

Al no articularse la praxis de los distintos momentos políticos, la tendencia es a antagonizarlos. Así los que defienden la inmediatez de las luchas son vistos como pragmáticos de mirada corta. En contraposición, a los que plantean promover procesos a largo plazo para lograr la emancipación, se los califica de utopistas. Y si juntamos ambos juicios de valor, se neutralizan. 

Retomemos ahora nuestro escenario político como soporte concreto para pensar en la articulación de los dos momentos, pero no como negaciones recíprocas. El gobierno actual es tildado despectivamente por la derecha como “populista”. A pesar de sus limitaciones, desarrolla una política favorable a los sectores populares del que forma parte. En ese sentido, es evidente su diferencia respecto del anterior de Macri. 

Si se piensa en las condiciones de vida de la población es indiscutible el retroceso que generó el macrismo. Y desde el punto de vista sistémico es obvio que estamos inmersos bajo el orden capitalista. Aquí es oportuno señalar dos categorías sustantivas respecto de la problemática de la articulación política: “el mal menor” y la emancipación. El primero plantea que las conquistas económico-sociales referidas a la población sometida y explotada resultan irrelevantes y que las mismas funcionan como muro de contención ante eventuales aspiraciones liberadoras. En cambio la emancipación propone, como principal objetivo de sus luchas, marchar hacia la superación del sistema capitalista gestando nuevas alternativas. 

Llegados a este punto se observa más claramente la cuestión de la articulación. Si ambos niveles son necesarios deben relacionarse sus respectivas prácticas. Desconocer esto revela un pragmatismo de corto aliento o un idealismo sin destino. 

Las críticas sobre el primero se identifican con el mal menor. O sea, padecer un poco menos sin cambiar el fondo del asunto. Mas, si se valora la articulación de los momentos se lo podría reformular como bien menor. ¿Por qué? Porque resultaría la etapa previa a la emancipación y su correlato creativo debiera ser: el bien mayor. Claro está que en el período que vivimos no se avizoran cambios de esa magnitud dado que las grandes Corporaciones hegemonizan y controlan la economía mundial. No obstante, en la primer década y media de este siglo, en América latina emergieron varios gobiernos populares en contradicción con el neoliberalismo. En la actualidad solamente figura nuestro país al que se sumó México. Son momentos en los que las mayorías populares llegaron a controlar sus respectivos Estados. En general, sus realizaciones no han sido nada despreciables. Entonces, pulularon los golpes duros y los blandos.------- 



(")Síntesis biográfica:



Jorge Luis Cerletti nació en Buenos Aires en 1937, arquitecto. Fue profesor de Economía Política en la Universidad del Salvador y de Historia Social en la Facultad de Derecho de la UBA. Fue uno de los fundadores e integrante del grupo de reflexión La Mesa de los Sueños, también del grupo Repro (Reflexión y producción) y colaborador del CEPPAS, (Centro de políticas públicas para el socialismo). Producto de su dilatada militancia realizó numerosos ensayos políticos. Como coordinador de la colección Cuadernos de la realidad, dirigida por Raúl Sciarretta y editada por Granica, publico en ella tres ensayos: “Desarrollo industrial y concentración monopólica”, “La oligarquía terrateniente” e “Imperialismo y dependencia” (1974) y los siguientes libros: Retazos para una historia” (ficción 1983, Peña Lillo Editor); “El nuevo orden mundial, el socialismo y el capitalismo depredador” (1 991, Centro Editor de América Latina); sigue: “El poder y el eclipse del socialismo” (1993, Centro Editor de A.L.); “El Poder y la necesidad de un nuevo proyecto” (1994, Ediciones Mesa de los Sueños); “El poder bajo sospecha” (1997, edit. De la Campana) y “Las relaciones de dominio como lazo social (1999, edición del autor); “Políticas emancipatorias - crítica al Estado las vanguardias y la representación” (2003, edit. Biblos) y “Estado democracia y socialismo” (2014, edic. El jinete insomne, publicado por el ceppas, centro de políticas públicas para el socialismo).


























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