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OBERTURA DEL EDITOR:
1) SOBRE PENSAMIENTO NACIONAL Y COSMOPOLITA (Diálogos en el whatsapp)
Peronalmente cuando hice esa obetura estaba en relación a un pensador europeo como boaventura. No pretendí de los nombres que se citan allí hacer una lista taxativa, sino enumerativa, destacando los pensandores alemanes que más consulto yo.
De todas formas, creo que Toribio tiene razón, en relación a los pensadores de nuestra américa anteriores y posteriores a la fundación de los estados. Somos una semicolonia también culturalmente, y existe un vicio que se llama UBA, universidad de Buenos Aires. Basta haber pasado por allí para saber que uno se dispara del país hacia europa antes, ahora hacia los angloestadounidenses.
En mi caso el estudio de Hegel fue generalmente en soledad no por influencia de la UBA que cuando yo empecé con Hegel, a fines del 80, nadie lo leía. La caída del muro, el desguace del marxismo, hizo que muchos buscaramos los basamentos, el origen de todo aquello que se desarmaba, y llegamos a Hegel y nos rompió la cabeza.
Pero tengo que decir que en derecho penal en aquel entonces menos que ahora, pero ya era muy notable la influencia alemana, la dogmática alemana que también nos rompía la cabeza.
Entre 1730 -Wolf- mas o menos y 1840- Schelling, el último en la universidad de Berlín- se prodjujo lo que se llama el siglo de oro de la filosofía alemana: Wolff, Herder, Schiller, Goethe, Kant, Fichte, Schelling, Hegel. En esos cien años los alemanes imitaron a los griegos con muy buenos resultados.
Alguna vez en los 90 en un centro budista de Belgrano que conducía una pareja, creo que eran peruanos, o el peruano y ella argentina budistas y estudiosos del budismo, creo que estan muertos los dos, dialogaron con Dina Picotti, filósofa Heideggariana, sobre los orígenes de la filosofía. Picotti centraba en Grecia, y los budistas muchísimo antes, y allí leyeron antiguos escritos en sanscrito muy anteriores a los presocraticos.
Es posible que haya nacido mucho antes de Grecia, pero en Grecia se desarrolló como nunca y se especuló metafísicamente, con la idea abstracta y concreta dialécticamente. Vale decir un tipo de filosofías que ha llegado hasta nosotros, hombres de esta cultura.
En alemania se ultradesarrolló la idea sistemática hasta Hegel, que es el último sistemático de Occidente. Ecos tardíos hay en un sistemático y desarrollador de una teoría sistemica en sociología desarrollada a fines del Siglo XX, Niklas Luhmann, otro alemán.
Tiene razón Toribio, pero yo ya no sé si puedo escapar al bichito aleman metafisico. Creo que Hegel y Heidegger estan en la base en todo lo que se ha hecho en filosofía en Latinaomérica, en Carlos Astrada, Alejandro Korn, Rodolfo Kusch, que intentaron miradas nacionales o latinaomericanista.
Distinto es el caso de los pensadores originarios que cita Toribio, pensadores de la américa india como el mismo Calfulcurá o Jerónimo. Queda en los más jóvenes desarrollar ese camino, es posible que la generación de la década ganada pueda profundizar en un pensamiento más raigal a lo nuestro.
Pero ¿qué es lo nuestro?. Nuestro es también todo lo que heredamos de Occidente y repensamos desde acá. Creo no repetir Hegel, sino pensarlo para acá.
Borges discutiendo con el nacionalismo cultural -Ricardo Rojas, Leopoldo Lugones, y toda la gauchesca, en un esayo muy conocido: "El escritor argentino y la tradición" (debo a una clase de Horacio Gónzalez, el énfasis en este texto) dice algo así como que no es más argentino un texto por mencionar el color y paisajismo local, o mejor dicho es tan argentino como otros textos más metafísicos -no usa esa palabra-, pues lo importante es la creación artística y el desenfado conque tratamos todos los temas europeos, inclusive el mismo nacionalismo, que es una ideología europea. No digo esto para ponerme nihilista o escéptico, estoy lejos de serlo, pero en ese texto se cifra un problema esencial no solo d ela literatura argentina, sino de nuestro ser nacional.
Pero hay ausentes. Son los que nombra Toribio. Agrego que no puedo sostener por mucho tiempo una lectura profunda de Rodolfo Kusch, cada vez que lo intento siempre dejo en la mitad. Pero ¿por qué?. En gran medida porque me lleva a un pensar donde me desarmo, no es un pensamiento necesariamente en conflicto, sino en unidad. La capacidad agresiva del mundo capitalista y el vivir irremediablmente el neoliberalismo hace que tenemos que estar fuertes, y Kusch me desarma me pone otras armas, otras armaduras, pero frágiles de la mística y los entendimientos finísimos. Haga la prueba cualquier cumpa con Kusch. A quien voy a intentar seguir leyendo.
Creo que el drama de los intelectuales argentinos lo canta María Elena Walsh en la letra de Manuelita, que viaja a París para embellecerse -pensar la metafísica alemana por ejemplo- y tarda tanto en cruzar el mar para volver que se vuelve a arrugar (para pensar el país). Es muy triste y muy nostálgica esta referencia. La leí hace muchísimo años en un libro de Jorge Abelardo Ramos.
Acaso nadie, ni los que leemos Hegel estamos lejos de la patria, ni los europeos estan tan lejos nuestros. Por el contrario creo que estamos metidos en la pampa como una estaca pampa, como un ombú.
Para terminar la canción de:
María Elena Walsh: Manuelita La Tortuga
Manuelita vivía en Pehuajó
Pero un día se marchó
Nadie supo bien por qué
A París ella se fue
Un poquito caminando
Y otro poquitito a pie
Manuelita, Manuelita
Manuelita dónde vas
Con tu traje de malaquita
Y tu paso tan audaz
Manuelita una vez se enamoró
De un tortugo que pasó
Dijo: ¿qué podré yo hacer?
Vieja no me va a querer
En Europa y con paciencia
Me podrán embellecer
En la tintorería de París
La pintaron con barniz
La plancharon en francés
Del derecho y del revés
Le pusieron peluquita
Y botines en los pies
Tantos años tardó en cruzar el mar
Que allí se volvió a arrugar
Y por eso regresó
Vieja como se marchó
A buscar a su tortugo
Que la espera en Pehuajó.
La seguimos.
2) Sobre la formación de cuadros (Diálogos en el whatsapp):
El compañero Juan Escobar propuso este tema de debate. Ví lo que fueron poniendo los compañerxs: Flora, Elvira, David y los audios de Toribio.
Valoraba mucho el ISEDET (Instituto Superior de Estudios Teológicos) cuando quería consultar un texto inhallable sobre Hegel, por ejemplo "La encarnación de Dios", de Hans Kung, me iba hasta Camacuá y lo encontraba. La Biblioteca es impresionante, y la formación de los pastores excelente y comprometida socialmente. Lamento muchísimo su disolución.
¿Cómo se forma un cuadro?
Creo que el estudio, el apoyar el trasero en la silla leyendo y pensando es muy importante, amen del contacto con muchos compañeros y la interrelación; pero si no hay curiosidad en el militante, si hay aceptación de lo que se da, de lo que viene de arriba sin discusión, sino aumenta su curiosidad por la historia política del país, y se incentiva a participar en las discusiones, empezando para dar siempre su forma de ver, hasta que esa forma de ver se va ampliando y proyectando al mundo que vivimos. Tratar de captar de cada época su ethos, su espírtu. De cada texto. Para eso voluntad, inteligencia, esfuerzo e intución tienen que estar abiertos y prendidos siempre. El jóven tiene que leer los diarios, los nuestros y los de ellos, no todas las noticias, sino las que juzgue más importantes.
Hay que estimular en él el espírtu crítico y la curiosidad. En el peronismo no puede desconocer 5 libros: La Comunidad Organizada, La Hora de los Pueblos, Conducción Política, Los vendepatria y el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional.
La corriente política e historiagráfica de la izquierda nacional ha sido muy rica en eduación de los militantes. Los grandes libros de Jorge Abelardo Ramos, Norberto Galasso, Jorge Enea Spilimbergo, León Pomer.
Hoy es imprescindible conocer los textos raigales de Horacio González sobre el Peronismo, Restos Pampeanos, sobre las polémicas historicas, Ingenieros, Ramos Mejía, Martínez Estrada, Carlos Astrada en fin puedo seguir mencionando textos y autores que uno no debería desconocer.
¿Cómo se forma un cuadro?
Supongamos que tenemos pocos libros leídos, pero los imprescindibles: Sclabrini Ortíz, Jauretche, Hernández Arregui, las cartas Perón-Cooke. Un peronista no puede no haber leído a Marx y algunas lecturas de Hegel, para manejar el pensamiento dialéctico: vital en política.
Pero si uno da esa tarea tiene que pensar que un cuadro básicamente es un autodidacta permanente, que sigue formándose. Pero que une teoría y práctica social.
Un cuadro debe ser un espírtu ilustrado, con aires renacentistas. Digo ilustrado porque la ilustración fue en alguna manera salida de oscuridad hacia la luz del conocimiento.
Un cuadro es un espírtu autoconciente que trabaja con la autoconciencia crítica. Un cuadro debe ser un creyente, sino crée en algo, no tiene esperanza en la política, nunca va a devenir cuadro. Será un militante formado. Digo creer en algo un proyecto, la idea de transformar el país, por ejemplo, no se forma como cuadro.
A un cuadro le debe doler el país. Un cuadro solo intelectual es poco lo que puede hacer. Sino aúna pensamiento e intuición y emociones, no sale de lo dogmático, pero debe avanzar hacia vivir como se leé, como le hace decir Robert Musil a un personaje, en su monumental novela "El hombre sin atributos".
Estoy seguro que un cuadro se hace, hay que hacerse tiempo, retirarse un poco del mundanal ruido, buscar momentos de soledad con los libros, y después unirse con los compañeros.
Está buena la idea de un taller. Todo taller debe estimular el desarrollo del pensamiento, intuición y emociones, comparto con Toribio que no debe ser un práctica vertical sino horizontal -a lo Freire, y tupa-, y debe estimularse a que el militante se convierta en un autodidacta, sin autodidacta no hay cuadro, sin experiencias compartida de militantes tampoco.
Pero un cuadro tiene que terminar pensando la política, sin pensamiento no hay cambio, los hechos en general son pensandos antes o provocados por el pensamiento. El pensamiento precede a la acción.
Pero la tarea es formar cuadros en dos años de trabajo o menos. Para pensarlo y continuar el debate.
La seguimos.
3) Sobre el texto del título, de Horacio González
Al poco tiempo de inmiscuirme en el tema de los delitos ecónomicos bajo el influjo de David Baigún, al promediar los años ochenta, ya había llegado a la conclusión que la característica princial de esos delitos de poderosos era la impunidad pues nunca llegaban a condena, y la justicia para ellos era un paseo.
Unos años después escuché la franca confesión de Alfredo Yabrán en un reportaje televisivo y para todo el que quiera escucharlo: "Tener poder es tener impunidad". Tiene varios significados ese tener impunidad. Quiero referirme aquí al no hacerse cargo de las consecuencias de las medidas que adoptan los poderosos económicos. Era tan manifiesto en Cavallo un inimputable tenía anteojeras de miope. Le importaba un comino las consecuencias de sus políticas.
¿Y Macri? "Hay ciertos individuos que practican la auto exoneración permanente", dice González, sobre todo los que parecen sobremedicados, digo yo, pero no es el caso de Macri. Otro caso de poderoso ecónomico político que ni siquiera registra las consecuencias de sus brutales medidas. ¿Será la impunidad de que se saben poseedores? Del microclima de niño rico.
A veces pienso que este gobierno de Macri y sus Ceos fueran pasajeros de un avión de gran porte, perfectamente presurizado volando a diez mil metros de altura sobre el territorio y población argentina que recibe las consecuencias de sus medidas.
Similar metáfora utilizaba Jean Baudrillard, en uno de sus clásicos libros de los años noventa, para referirse a los países centrales de Europa, con relación al neoliberalismo que los tenía adormecidos y comparando con países del tercer mundo. Lo único posible para que entendieran lo que verdaderamente pasaba (concentración exagerada de la economía, represión política y exclusión social) era una despresurización repentina de la nave que provocara un aterrizaje de emergencia.
Cualquier comparación con Macri y sus Ceos es pura coincidencia. Pero Macri ese personaje con pocas palabras en su léxico, con título de Ingeniero, colegio acomodado tiene muchas lecturas que le faltan, hasta podríamos decir es bastante burro pero astuto y ambicioso. Y claro su ambición de poder y de negocios es infinita, pero quiere hacernos creer que nos regala hora de su vida, que el podría estar en Italia sin embargo los comparte con nosotros que no lo entendemos. Si el gobernara Alemania, pero le tocó Argentina.
Sr Macri, como le dijo, Jorge Asis, a un entrevistador, que -al decir borgeano- "no abusa de su inteligencia", "este país, la Argentina, no es un país normal". La pregunta es ¿por qué?. Nosotros los del pueblo tenemos algunas respuestas por ejemplo que el peronismo desde hace setenta años nos inoculó una fiebre de derechos subjetivos y sociales como ni en los países comunistas han tenido, sumada a cierta pasionalidad caótica y obstinada de muchos de sus habitantes.
Usted, Sr. Macri, también es insistente en el viejo objetivo oligárquico de hacer de la argentina un exportador de materias primas y nada más, todo lo demás lo hacen ellos.
Recuerdo que en el círculo áulico de Fernando De la Rúa decían algo parecido de las condiciones excepcionales del gobernante que se retiraba del poder: "no lo supieron valorar", "es un dirigente para un país serio", "para otro país".
La despresurización para De la Rúa vino con muchos muertos y unánime movilización popular.
¿No vamos a esperar que un ave perdida a diez mil metro de altura le provoque la despresurización a la nave de los Ceos?
Al menos que la resistencia popular les demuestre a Macrí y compañía que tienen que contemplar las consecuencias de sus políticas y que no hay 2019 para ellos.
Ahora sí, basta de alharacas y vamos al texto de Horacio González:
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EL RUEGO, Por Horacio González
¿Qué importa auscultar las características personales de un presidente, sus estilos, énfasis singulares? Hay ciertos individuos que practican la auto exoneración permanente. Se sienten dispensados de todo, de responsabilidades, culpas, daños, infracciones, imprudencias ¡Qué lindo vivir así! Estar totalmente excluido de un examen de sí mismo respecto a los daños que implica nuestra mera presencia en el mundo, calamidades que apenas divisamos en las brumas de nuestra conciencia, que asoman opacos y vuelven a ocultarse tras telones pintados con cumulus nimbus. ¿Qué hablamos practicando el quejido del incomprendido? Cierto ¿Pero pueden explicarme por qué tantos sacrificios bienintencionados son recibidos con críticas, con manifestaciones en la calle, con trosko-kirchneristas que no entienden todo lo que implica este sacrificio mío?
Veamos a Macri más de cerca. Un individuo de esta especie, cuyo atrevimiento solo consiste en descartarse de cualquier gravamen que implicaría su presencia en el mundo, nunca se hace cargo de las decisiones que toma. Posee características inspiradas en el bromista pesado, finge seriedad para descalabrar cualquier situación mostrando su superioridad para frustrar las credulidades de sus subordinados. Luego nos obliga a reírnos con él del descalabro, que como ser superior, produjo en la fe cotidiana de todos ¿Es que así soy yo?, nos pregunta sorprendido. A todos nos puede pasar querer vivir como una sombra sin cuerpo, desmaterializando nuestros actos para existir en estado de inocencia permanente. De vez en cuando una disculpa, un pedido de perdón, un “me equivoqué”, un “no previmos ciertas eventos sorprendentes” ¿No nos resultaría fácil ser comerciantes mayoristas de nuestra propia transparencia, odiar los obstáculos que solo podrían ser atribuidos a fallas tectónicas de larga data –¿setenta años está bien?– y que nos eximen de toda incumbencia, de casuales adeudos?
Yo ¿qué debo? Si atrás no hay nada, salvo ahora, este busto de la república, que con su marmórea presencia, siempre etérea, dicta mis palabras que no sé porque se convierten en un eco de total volatibilidad. Contaminadas de este vocablo con el que me atosigan los economistas. Ponete serio Mauri, sacá lo mejor de vos, el gentleman que implora sin lloriquear, que acusa pero con indirectas. Decí cuadernos, pero como si fuera al pasar. Una sola vez, sin abusar. Vos podés. La gente entiende. En lo grave, no perder volatilidad. En la volatilidad, fingir compromiso, formalidad.
Hasta escuchar a Macri, confesémoslo, no sabíamos nada de la política, de sus movimientos inciertos, de sus densidades sin contorno, de sus brumas envolventes que crean personajes vaporosos en serie. ¡Si todo consiste en desincumbirse! Pero lo vemos al presidente, ahora, optando por esa misma solemnidad que hasta hace pocos días le divertía siempre degradar ¿No usa cierta inflexión propia del galán incomprendido, la del predicador fastidiado, al final de sus frases lechosas? Percibamos, tiene que dar malas noticias, negar con nuevas promesas las viscosas promesas anteriores. Afinemos al oído ¿Qué quieren decir esos quejidos internos, esa respiración ahogada de párvulo asombrado que los finos micrófonos transmiten como el resoplido de un globo pinchado? Exhorta, gime, impone, desea hablar de sí mismo, ponerse como ejemplo ¿No lo secuestraron aquellos comisarios en la época que tenía el bigotito finito, como anzuelos de pescar? Lo pescaron, pero ahora él pesca y desde ya, también lo siguen pescando ¿Por qué hay tantos movimientos de pesadez terrenal, laboral, cotidiana, que vendrían a ser las impertinentes evidencias de la historia, que persisten en ser de otra manera? Si él no las piensa así. “Si yo no las pienso así”.
Se niegan a comprender, no entienden que las cosas no son lineales, que un día parece que vamos en una línea de avance –de mil maravillas– y luego se doblan se tuerce, se vuelca todo hacia atrás. Hay zigzag, retrocesos… ¿no es bueno que lo reconozcamos? Incluso le ponemos nombres a esos caprichos inesperados, amenazas endemoniadas de una ruta irreprochable. La cuestión China, los cuadernos, la tasa de la Reserva Federal, ¿y aun así no entienden? Y me olvidaba –“y me olvidaba” es una frase del discurso, también debo leerla como si fuera espontánea– me olvidaba que siempre debemos recordar que si algo va mal, si suceden cosas, hay que admitirlo. Declararlo con naturalidad. Admiro, pero con secreta envidia, como Mariú sabe decir “hay que escuchar a la gente”. La frase preferida de todos los panelistas de la televisión. ¡Cómo la he ensayado! Y esta pregunta retórica, no por obvia menos cierta ¿Cómo podríamos querer nosotros producir una herida, un perjuicio, una privación?
Me siento muy mal, estoy angustiado, por tener que hacer algo que puede tener efectos que nadie quiere. ¿Cómo yo voy a desear producirlos? Estoy seguro que me creen. Si soy el inmune, el exonerable, el ajeno a toda culpa ¿No dije que tengo amigos que son hermanos del alma, son mis ojos, mis manos, mis piernas, mi olfato, mis palabras? Claro, las escriben ellos. Pero hablan de mí. Si mencioné mi secuestro –¿ven que sé lo que son las retenciones?–, es porque esa es mi teoría de la experiencia. Tuve la misma angustia que los próceres, ya lo dije una vez. Ahora es la angustia del secuestrado, por aquellos extorsionadores o por el FMI. No confundamos, lo primero no lo quise, lo segundo sí.
De mi caso hablan grandes tratados y hasta magníficas poesías. Soy el hombre hueco, el hombre relleno de paja, exento de toda gravidez, anuncio acuerdos con mis tutores internacionales antes de firmarlos, creo ministerios, borro ministerios, arrojo cada vez más personas a la ciénaga, pero después me declaro en total feeling con los vulnerables. Muy linda esa palabra. Todos somos vulnerables, dije que voy a dar la vida y que se terminó el gradualismo. ¡Que linda esa paradoja!, me dijo luego un asesor. Del mal se puede producir el bien. Y ese pastor (“yo mismo, el travieso comediante, el hombre flan”) plegó (“plegué”) las manos como en un rezo en una parte del discurso donde comprendimos que el pequeño Macri (“yo”) estaba en pleno ruego. Cuando suba a los cielos, inmune a toda terrenalidad, se encontrará por fin con las altas tasa de interés y el dólar flotando entre las nubes.