lunes, 29 de junio de 2015

LOS '90 GLOBALES, POR SANDRA RUSSO (PÁGINA12, 27/06/15)



Hace dos semanas, me esforzaba en este mismo espacio para intentar desencriptar, aunque sea un poco, algunos ítem de los distintos tratados de libre comercio que Estados Unidos negocia en diferentes regiones del mundo, todos ellos con una zona opaca a la que los pueblos no tienen acceso. Digo “me esforzaba” porque a todos nos gusta entretenernos, incluso a los que escribimos, pero estamos en una instancia en la que hay que considerar la pulsión de esta época al entretenimiento como una de las piezas clave que permiten moverse con tranquilidad a los factores del poder real. Mientras esa pulsión, que antes estaba reservada a un género periodístico o televisivo, ha revestido la torta global como un glasé y cada vez menos gente soporta leer de corrido notas ásperas y complejas, el mundo se vuelve a cada instante más áspero y complejo.

En aquel caso, el tema era el TTIP y su cláusula madre, la ISDS, que plantea que en los futuros litigios entre las grandes corporaciones y los respectivos Estados, no intervendrá la Justicia del Estado en cuestión sino un equipo de árbitros privados. Eso equivale al desmantelamiento de los andamiajes jurídicos europeos y el asomo de una Justicia privatizada y al servicio del mercado. Se sugiere repasar la última oración. Si logran darle cuerpo a esa Justicia privatizada –o logran imponer, como en el caso escandaloso de la FIFA, la Justicia extraterritorial de Estados Unidos no ya porque el dinero haya pasado por su territorio, sino porque un correo electrónico que pasó por un servidor norteamericano también puede ser usado como prueba y habilitar la actuación de la Justicia de ese país–, estaríamos en presencia de la maniobra más brutal del neocolonialismo, que ya no pasa por la extensión territorial sino por la ampliación de su jurisdicción para dictar reglas de juego.

La escala de la maniobra es global. Esta semana, muy lejos de Estrasburgo, en Panamá, nuevas filtraciones de Wikileaks permitieron saber algo de cómo se están desarrollando las frenéticas negociaciones secretas del TISA (Trade in Services Agreement). Según un informe del periodista Marco Gandásegui, cincuenta países llevan adelante esas negociaciones, asesorados por funcionarios de Estados Unidos y la Unión Europea. Como el TTIP, el TISA plantea un cambio radical en el orden mundial: se trata en todos los casos de alianzas neoliberales de dimensión planetaria, y ponen sobre la mesa el nuevo y verdadero objeto de lucha, que es el geopoder. Para asegurárselo, Estados Unidos apura esos tratados, antes de que China y Rusia, por un lado, tienten a los diferentes países miembros con negocios más convenientes, y por otro antes de que el secreto trascienda y en los distintos países se construya masa crítica para rechazarlos.

El TISA abarca telecomunicaciones, servicios financieros, seguros y transporte, comercio electrónico, entre otros rubros cuyas condiciones de intercambio se pretende dejar regulada ya con la firma del tratado. Lo urgente que hay que entender es que esas regulaciones que vienen en combo con los tratados vulneran en casi todos los casos las respectivas leyes nacionales, autonómicas o municipales. Es decir: mientras a la luz del día distintos foros internacionales profundizan la necesidad de regular los mercados financieros y sobre todo a su carroña, que no es una excepción sino un subproducto inherente a esta etapa del capitalismo, desde el poder central de Occidente se intenta firmar bajo cuerda tratados que no tienen por objeto comerciar libremente, sino ganar la pelea de la hora, que como hemos visto los argentinos con el bizarro caso del juez Griesa, es la pelea por la jurisdicción. Las corporaciones, como los buitres, que las inspiran, quieren asegurarse una jurisdicción propia, que las ponga a salvo de cualquier regulación futura, sobre todo cuando en Europa del sur se insinúa la inspiración de un cambio.

De acuerdo con el informe de Gandásegui, están negociando el TISA y de hecho aceptando los cinco años iniciales de secreto que supone el tratado, todos los países latinoamericanos que integran la Alianza del Pacífico, a los que se suman muchos países asiáticos. La exigencia mayor es que se eliminen todos los controles de los mercados financieros, incluso sus residuos derivados de la crisis de Wall Street de 2007. Va de suyo que los países que lo firmen quedarán a expensas de los buitres, aunque finalmente muchos de esos países firmen como fachada nueva legislación global al respecto.

En paralelo a estos esfuerzos secretos cuya opacidad sólo se explica por su propia naturaleza predadora, hay otras señales que indican que, en efecto, si hay un círculo rojo, no es autóctono ni mucho menos está integrado por periodistas de una señal local opositora. Lo más parecido a un círculo rojo que se conoce se reúne una vez por año en Holanda o en Austria –donde nació el neoliberalismo en los ’50–, y se llama Grupo de Bilderberg. Lo que más se sabe del Grupo de Bilderberg es que no se sabe nada. Año tras año se reúnen, como a principios de este mes, en una localidad del Tirol austríaco, sin que ninguna cobertura periodística de un gran medio se esfuerce en dar cuenta de lo que allí sucede. Es más: este año hubo periodistas de grandes medios invitados, pero a condición de que no revelen qué escucharon. Vaya si no hay que repensar a qué se le llama periodismo.

El secreto, sin embargo, se fragmenta un poco cada año. Esta vez el Grupo inauguró una página web con consideraciones tan generales que parecían pronunciadas por Sandra Bullock en Miss Simpatía. Trascendieron algunos nombres de los cien invitados anuales, aunque se presume que ni siquiera ellos son los dueños de la torta y su glasé, sino sus CEOS, sus altos ejecutivos, sus delegados. Estuvieron, como el año pasado, representantes de Google y Yahoo!, presidentes de empresas como Airbus, Lockheed Martin, Chevron, Exxon Mobil, BP, AT&T, Bell-South, además de los dueños de algunos grandes bancos como el Santander, más los primeros ministros de Austria y Bélgica, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, o el ex presidente de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso. La invitación que más impresión causó fue la de Pedro Sánchez, actual secretario general del PSOE español, ya que no hubo invitación para nadie del PP. El Grupo de Bildenberg, al parecer, pone en el PSOE sus esperanzas en las elecciones generales españolas de este año.

Algunas ideas que trascendieron de la reunión, según el periodista Carlos Santamaría de RT, son la necesidad de cohesión de la elite global frente al desafío de nuevas grietas en su proyecto de gobernanza del mundo. El surgimiento de la multipolaridad es básicamente frente a lo que se pertrechan. Analizaron casos puntuales que consideran amenazantes, como la reciente ley de impuesto a la herencia ecuatoriana. Quieren evitar réplicas. Discutieron también la necesidad de concentrar poderes político-militares, y dónde creen prioritario actuar. América latina es uno de esos lugares. El otro frente donde evaluaron que hace falta más acción es la ex Europa del Este y los países bálticos, destinados ya a la movilización de tropas de la OTAN con el pretexto de “la amenaza rusa”, no tanto por sus misiles, sino por sus gasoductos. También sembrarán más violencia en Siria y en Irak, combatiendo al terrorismo que ellos mismos formaron y reclutaron para sacarse de encima a tiranos que no les regalaban el petróleo. Uno de los análisis críticos que circuló después de la reunión y con la información que se obtuvo, es que ese círculo rojo concentra hoy la capacidad de “la organización del desorden controlado” en todo el mundo. Parece un cuento de Orwell, porque Orwell era un visionario.

"RESPONDEREMOS CON DEMOCRACIA", ALEXIS TSIPRAS (PAGINA12, 29/06/15)

Entre la medianoche del viernes y la madrugada del sábado europeo, el líder de Syriza llamó a una consulta popular para que el pueblo decida si acepta el ajuste que proponen la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario.


Compatriotas, desde hace ya seis meses, el gobierno griego ha estado librando una batalla en condiciones de asfixia económica sin precedentes, con el fin de implementar el mandato que el pueblo nos legó el 25 de enero.

El objetivo por el que estábamos negociando con nuestros socios era poner fin a la austeridad, y permitir así que la prosperidad y la justicia social regresaran a nuestro país.

Era una propuesta por un acuerdo sustentable que respetara tanto la democracia como las leyes comunes de Europa, y que nos condujera finalmente a una salida de la crisis.

A lo largo de este período de negociaciones, se nos ha pedido implementar los acuerdos pactados por los anteriores gobiernos mediante los memorándum, a pesar de que éstos fueran categóricamente condenados por el pueblo griego en las recientes elecciones.

Sin embargo, ni por un momento pensamos en rendirnos y traicionar vuestra confianza.

Desafortunadamente, luego de cinco meses de duras negociaciones, nuestros socios han emitido en el Eurogrupo de anteayer (en referencia al jueves) un ultimátum a la democracia griega y a su pueblo.

Un ultimátum que es contrario a los principios fundacionales y a los valores de Europa, los valores de nuestro proyecto común europeo.

Han demandado que el gobierno griego acepte una propuesta que suma una nueva carga insostenible sobre el pueblo griego y que socava la recuperación de la sociedad y la economía griegas. Una propuesta que no sólo perpetúa el estado de incertidumbre, sino que acentúa aún más las de- sigualdades sociales.

La propuesta de las instituciones incluye medidas que conducen a una mayor desregularización del mercado laboral, recortes en las pensiones, más reducciones en los salarios del sector público y un incremento en el IVA de alimentos, restaurantes y turismo, mientras que elimina las exenciones tributarias de las islas griegas.

Estas propuestas violan directamente los derechos sociales y fundamentales de Europa: demuestran que respecto al trabajo, la igualdad y la dignidad, en la mira de algunos de los socios e instituciones, no existe un acuerdo viable y beneficioso para todas las partes que no sea la humillación de todo el pueblo griego.

Estas propuestas principalmente destacan la insistencia del FMI en una austeridad severa y disciplinaria, y hacen más oportuna que nunca la necesidad de que las principales potencias europeas aprovechen el momento y lleven a cabo iniciativas que de una vez por todas pongan un final definitivo a la crisis de la deuda soberana en Grecia, una crisis que afecta a otros países europeos y que amenaza el futuro mismo de la integración regional.

Compatriotas griegos, ahora mismo descansa sobre nuestros hombros la responsabilidad histórica frente a las luchas y sacrificios del pueblo griego para la consolidación de la democracia y soberanía nacional, la responsabilidad por el futuro de nuestro país.

Y esta responsabilidad requiere que respondamos al ultimátum en base a la voluntad soberana del pueblo griego.

Hace poco tiempo, en una reunión de gabinete, sugerí la organización de un referéndum para que el pueblo griego pudiera decidir de una manera soberana. La sugerencia fue aceptada unánimemente.

Mañana (por el sábado), la Cámara de Representantes será convocada de urgencia para ratificar la propuesta del gabinete de cara a un referéndum el próximo domingo, 5 de julio, sobre la consulta de aceptar o rechazar la oferta de las instituciones.

Ya he informado de mi decisión al presidente de Francia y a la canciller de Alemania, al presidente del BCE, y mi misiva les pedirá a los líderes de la UE y las instituciones extender por algunos días el actual programa de liquidez, para que el pueblo griego pueda decidir libre de cualquier tipo de presión o chantaje, como es requerido por la Constitución de nuestro país y por la tradición democrática de Europa.

Compatriotas griegos, ante el chantaje del ultimátum, que nos exige aceptar una severa y denigrante austeridad sin fin y sin ninguna expectativa de recuperación social y económica, os pido que respondáis de manera orgullosa y soberana, como la historia del pueblo griego lo demanda.

Ante el autoritarismo y la austeridad inflexible, responderemos con democracia, en calma y decisivamente.

Grecia, la cuna de la democracia, enviará una respuesta democrática resonante a Europa y a todo el mundo.

Estoy personalmente comprometido a respetar el resultado de vuestra elección democrática, cualquiera que sea.

Y estoy absolutamente convencido de que vuestra decisión honrará la historia de nuestro país y enviará un mensaje de dignidad al mundo.

En estos momentos críticos, todos debemos recordar que Europa es el hogar común de los pueblos. En Europa no existen dueños e invitados.

Grecia es y seguirá siendo una parte integral de Europa, así como Europa es una parte integral de Grecia. Pero sin democracia, Europa será una Europa sin identidad y sin rumbo.

Os invito a todos a demostrar unidad nacional y calma para optar por la decisión correcta.

Por nosotros, por las futuras generaciones, por la historia de los griegos.

Por la soberanía y la dignidad de nuestro pueblo.

* Primer ministro de Grecia.

martes, 23 de junio de 2015

CAPITALISMO SIN PADRE, POR JORGE ALEMÁN (PÁGINA12, 18/06/15)


No hay Día del Padre para el capitalismo ni para la técnica sin límites que lo sustenten, ya que, sostiene el autor, “el efecto de lo que Lacan llama Nombre del Padre, la autoridad simbólica y su credibilidad no encuentran el tiempo ni el lugar para ejercerse de modo eficaz: el capitalismo es capaz de poner en crisis todas las estructuras que venían simulando su regulación”
El modo en que la crisis sistémica del capitalismo se despliega sobre el mundo muestra con claridad la ausencia de un límite, que haga barrera a la deriva financiera incontrolada. Nada funciona como punto de amarre; las naciones y sus agrupamientos, las instituciones mundiales, las medidas económicas que pretenden paliar la emergencia de inmediato se reabsorben y se diluyen en los movimientos del mercado. No aparece el lugar desde donde podría operar lo que Lacan denomina el Nombre del Padre y su efecto logrado: el que Lacan llama punto de capitón. (N. de la R.: Lacan toma el concepto de punto de capitón de la tapicería: son esos botones que, generalmente a intervalos regulares, fijan los almohadones y los tapizados, de modo que el relleno no pueda deslizarse y se conserve la forma. En el discurso, el punto de capitón es aquel en que un significante queda abrochado a un significado y se constituye una significación: a partir del punto de capitón, ya no todo puede querer decir cualquier cosa.) La hemorragia no se detiene, el efecto de autoridad simbólica que debe acompañar la decisión tomada se destituye con facilidad y el “semblante” del Padre que garantice, al menos coyunturalmente, una sutura en la hemorragia, no termina de emerger.

En suma, la autoridad simbólica, su credibilidad y la posible lectura retroactiva de lo sucedido no encuentran el tiempo ni el lugar para ejercerse de modo eficaz. ¿Se llama a esto “crisis del capitalismo”? Por el contrario, nuestra afirmación es otra: es el propio capitalismo el que es capaz de poner en crisis todas las estructuras que hasta ahora venían simulando su regulación.

En el llamado discurso capitalista, Lacan medita sobre un dispositivo donde el sujeto se ha convertido en un ente que no depende de nada, solo está allí para que se conecten los lugares y, al ser el capitalismo la máquina que conecta todos los lugares, el corte es imposible. Por ello, las autoridades simbólicas se licuan en el circuito de movimiento permanente y circular. La esencia del discurso capitalista es el rechazo de la modalidad de lo imposible. La crisis es la de aquellos organismos e instituciones que administran el capitalismo, al no saber qué hacer con el excedente que siempre sobrevive destruyendo al aparato productivo y se expande como un exceso ingobernable.

El sujeto del discurso capitalista realiza todo el tiempo su propia voluntad de satisfacción, en un circuito que cortado por ninguna imposibilidad, pues su propósito es que todo lo que es en el mundo se presente como mercancía. Desde esta perspectiva, el discurso capitalista no es una experiencia humana; la experiencia humana brota siempre de un fondo de imposibilidad, su condición primera es la falla, el límite, la castración.

En el discurso capitalista, como en su día en los totalitarismos modernos, se encuentra el proyecto implícito de producir un sujeto nuevo, sin legado histórico ni herencia simbólica. Este sujeto capitalista tributario de nada que no sea colaborar con la voluntad acéfala que realiza, se caracteriza por no tener en cuenta consecuencia alguna. Autopropulsándose desde sí, en principio se presenta sin que se pueda pensar su exterior. Este régimen, inhumano si consideramos que lo humano es hijo incurable de la falla, es humano en tanto la historia de lo humano-occidental y su mundialización han llevado a producir un más allá de su límite, un goce mortífero que excediera a la propia constitución simbólica, aun estando involucrado en la misma.

El discurso capitalista es el dispositivo pertinente para considerar la economía de goce propia de la técnica. Pero para captar el alcance de la homologación entre técnica y discurso capitalista, es necesario en primer lugar establecer la diferencia entre el sentido moderno de la ciencia y lo que aquí llamamos técnica. En uno de sus grandes seminarios, “¿Qué significa pensar?” (1951), Heidegger presenta el siguiente axioma: “La ciencia no piensa”. Este axioma no habla de la ciencia moderna, fundada en Descartes y Galileo, sino que describe una metamorfosis radical, algo que desde el interior de la ciencia moderna rebasa y cancela su límite. Ya no hay más ciencia en el sentido moderno, o la ciencia es lentamente transformada en su espectro técnico.

Heidegger capta el momento histórico de la ciencia moderna: muestra el surgimiento del nihilismo, la época que vuelve todo intercambiable, equivalente, evaluable, calculable. Lacan da un paso más. Al estudiar el modo en que la ciencia es una “ideología de la supresión del sujeto”, se abre a distintas consideraciones epocales sobre los efectos directos, propios de la homogeneización llevada a cabo por el discurso de la ciencia. A saber: el aumento del odio racista, que siempre considera al Otro, o bien como un goce subdesarrollado, o bien como portador de un exceso de goce maligno. Por esta razón, Lacan capta en el campo de concentración el punto de fuga de las sociedades contemporáneas. Lacan anticipa una nueva torsión de la ciencia donde el saber se anuda en la pulsión de muerte.
Fabricación de cadáveres

El campo científico, en su estructura epistemológica, en las construcciones de su objeto, debe presentar un límite relativo al saber que se propone elaborar: cada ciencia es un saber de esto o de aquello. Es precisamente en relación a este límite que el psicoanálisis puede constituir su campo teórico y clínico. El psicoanálisis no es una ciencia, no por un déficit epistemológico, sino porque se ocupa de una materia distinta, que se estructura con la lengua y da lugar al sujeto del inconsciente. El sujeto del inconsciente es un límite interno de la ciencia; se sostiene en un espacio “éxtimo” (exterior e íntimo) en relación a la ciencia. Para que funcionen adecuadamente las estrategias de la ciencia, el sujeto es necesariamente rechazado ciencia moderna existe a condición de que el sujeto del lapsus, del sueño o del fantasma se mantenga en exclusión (interna) respecto del discurso científico.

La técnica, por el contrario, no tiene sujeto. En la técnica, se trata de un ámbito de apropiación de los “saberes de”; una apropiación al servicio de una voluntad que como afirma Heidegger, no puede dominarse ni por “superioridad y soberanía humana” ni por ninguna entidad moral. A la técnica ni siquiera la limita la guerra y su devastación. La técnica es un ámbito de apropiación, que una vez que captura a los saberes de la ciencia moderna, los integra en un nuevo proyecto que se caracteriza por ser capaz de reunir al sujeto cartesiano con la voluntad de poder nietzscheana realizando algo sin precedentes: una voluntad acéfala y sin límite.

La técnica es la introducción de lo ilimitado. La ciencia tiene como límite aquello que necesita excluir para lograr su propia constitución como ámbito; la técnica ni incluye ni excluye, no se refiere a límite alguno. Introduciendo lo ilimitado en la escena del mundo, el mundo se vuelve el lugar donde los saberes y prácticas se convierten en campos de maniobra de la técnica. Como señaló Heidegger en 1938, ya no hay imagen del mundo porque el mundo ha devenido imagen.

Esta metamorfosis de la ciencia, donde lo ilimitado pasó a modular la era de la civilización, tuvo lugar en una determinada secuencia histórica. ¿Cuál fue el primer signo donde la técnica irrumpe en el paisaje histórico de la ciencia moderna? Esta provocación dirigida al ser para que entregue hasta lo más íntimo y nuclear de la propia vida humana tuvo su primera emergencia moderna en la Shoah. O tal, como lo dice Heidegger, siendo él mismo partícipe de la infamia, “la fabricación de cadáveres”. La fabricación de cadáveres, en su planificación burocrática y serial, es la operación a través de la cual la voluntad ilimitada hace su ingreso en el mundo. La expresión “solución final” no expresa un límite: por el contrario, hace referencia al acto que, por su carácter ilimitado, no puede participar de la historia. No se sabe aún si la humanidad podrá reponerse de semejante ingreso de lo ilimitado.

El discurso capitalista, en su homología estructural con la técnica, elimina la distancia entre el sujeto, la verdad, el saber y la producción. La técnica no es un hecho histórico o una secuencia que vendría a continuación de la ciencia, al modo de una consumación macabra de la misma. Es un empuje que impulsa a la ciencia hacia el dispositivo del discurso capitalista. Y, recíprocamente, es la manera en que el capital se apropia para su propio fin del espacio –verdad, sujeto, producción, saber–, destruyendo su límite.

La fuerza material de la técnica se hace sentir en todo su alcance en la mitología científica actual y su campo de maniobras: máquinas militares introducidas en el cerebro, fármacos que destruyen la capacidad intelectual del enemigo, interrogatorios a detenidos con un escáner que puede mostrar la “verdad objetiva” o la “intención implícita no dicha”, prótesis cerebrales que transformarán al soldado en cyborg, interfaz entre cerebro y máquina, conexión de todos los cerebros a un sistema central y corporativo, cerebros estropeados por el estrés, el pánico, la depresión o la hipermotilidad, cerebros atrapados en una red en la que ya no pueden estar a la altura de sus funciones. Tanto la técnica como el discurso capitalista se presentan como un Saber absoluto, como un fin de la historia consumado. Como si el carácter contingente del capitalismo, en su realidad histórica, pudiese ser naturalizado y esencializado de tal modo que ya no sea posible concebir su exterior.

El Occidente desarrollado y Europa en particular se encuentran con su final. Sobre este final, distintos pensadores ensayaron un diagnóstico anticipado. Marx, indicó cómo la lógica del capital y el “fetichismo de la mercancía” iban a producir en la realidad tal dislocamiento que “todo lo sólido se desvanecerá en el aire y se hundirá en las aguas heladas del cálculo egoísta”. Freud mostró cómo la civilización iba a intensificar sus exigencias de renuncia en los sujetos, al servicio voraz de la pulsión de muerte. Heidegger, anunció que la metafísica europea desembocaba en una “objetivación y emplazamiento” de la existencia humana que terminaría uniformizando al mundo como imagen. Lacan, a partir de su teoría del sujeto en relación con lo real, concluyó que el nuevo malestar del capitalismo se definiría como una inédita extensión de la lógica del campo de concentración y por el aumento incesante de nuevas formas de segregación. Marx, Freud, Heidegger y Lacan constituyen otro modo de pensar lo político, por fuera de la racionalidad neoliberal que es la metafísica dominante del capital.

* Psicoanalista. Texto extractado de “La metamorfosis de la ciencia en técnica: el discurso capitalista”, incluido en Conjeturas sobre una izquierda lacaniana (ed. Grama).

LA CUESTIÓN INTELECTUAL, POR HORACIO GONZÁLEZ

"Por un error comprensible (comprensible en términos de una larga historia, ya muy bien analizada por infinidad de autores clásicos) se cree que la opinión política debe surgir de un cálculo de oportunidades donde es obligatorio suprimir todo lo que supuestamente “sobra”, ya sea porque puede ser “utilizado por los otros”, ya sea porque “resulta incomprensible para las masas”, o bien porque “se inspira en autores exóticos, dice el autor de esta nota, refiríendose al problema de los intelectuales, ya no como séquito aislado y elitista, sino como partícipe necesario de los procesos políticos"
Ningún problema de la vida intelectual podría evitarse con una simple anulación de la palabra “intelectual”. No me refiero a los “intelectuales” en cuanto entidades abstractas a ser invocadas para la cuestión que fuere, sino a la tentación frecuente de rechazar la cuestión intelectual como tema perturbador de la política, el que la aleja de sus decisiones prácticas. En verdad, completas formaciones políticas de notable persistencia, han oscilado entre la crítica a los intelectuales (“de espaldas a la realidad”) y la episódica aceptación de un papel importante para ellos (“precisamos de nuestros intelectuales”). De manera positiva, o si no por el reverso, las prácticas intelectuales constituyen el bastidor de la política. Porque no es que primero existan intelectuales ni grupos intelectuales, sino que hay ciertos problemas de la política y del conocimiento que al ser identificados, reclaman un tratamiento que inevitablemente exige de la vida intelectual común. Quienes los tratan con esa conciencia son “intelectuales”, no de un modo inmutable y para siempre, ni porque hayan leído a Lukács, a Gramsci o a Carlos Astrada, sino que lo son ante la exigencia de tratar dentro de cierto nivel de conceptualización los nudos de la historia que nos interesan. En cualquier discusión que podría versar sobre un problema técnico, si en algún momento se siente que se tocan puntos esenciales de lo “demasiadamente humano”, estamos también ante un ejercicio propio de la condición intelectual.

De este modo, no se trata de que hay intelectuales –aisladamente los hay– sino de que todo problema histórico político consistente reclama un tratamiento que no puede dejar de pasar por la cuestión intelectual. Esto es, no puede dejar de ser problematizado y discutido sino se recurre a la historia del problema, a los modos en que apareció en coyunturas similares, a las formulaciones que recibió en ocasiones homólogas, a los supuestos cognoscitivos que visible o invisiblemente lo sustentaron o refutaron. Hay una historia de los problemas, ciertas encrucijadas políticas, económicas o de la existencia social colectiva, que en su trasfondo íntimo tienen la naturaleza de ser parte de una configuración teórica que es recurrente y permanece encubierta. No es necesario que ante ella se haga presente el clásico intelectual “develador de enmascaramientos” sino que cualquier espíritu avizor puede desentrañar las armazones enmascaradas de lo real detrás de lo real. En verdad, vivimos una situación donde el interés por la política se expresa en una división entre los más o los menos predispuestos a despejar las superficies litúrgicas visibles, respecto de los tejidos históricos de fondo, aparentemente inescrutables.

Pero no necesariamente ellos son los intelectuales, sino que los intelectuales son “forjados” por distintos tipos de intervenciones en acto que escinden una opinión sobre cualquier problema. De otra manera, son la innumerable cantidad de individuos que con sus argumentaciones, sus modos expresivos, sus inevitables ignorancias, sus perturbaciones discursivas, van reconociendo la naturaleza compleja, incierta y muchas veces contingente de un problema que separa las fracciones de lo que parecía la solidez de un ámbito colectivo. Entonces, “formulan opinión” de un modo que voluntaria o involuntariamente nos pone frente a la cuestión intelectual entendida como una esgrima que va recorriendo los desgajamientos sucesivos de un tema. Por un error comprensible (comprensible en términos de una larga historia, ya muy bien analizada por infinidad de autores clásicos) se cree que la opinión política debe surgir de un cálculo de oportunidades donde es obligatorio suprimir todo lo que supuestamente “sobra”, ya sea porque puede ser “utilizado por los otros”, ya sea porque “resulta incomprensible para las masas”, o bien porque “se inspira en autores exóticos”, etc. Los argumentos antiintelectuales, inspirados en estos prejuicios, han abundado en los movimientos populares argentinos. Se convirtieron en un drama visible cuando el mayor intento de crear una vida intelectual con lenguaje propio en un movimiento popular –Scalabrini, Jauretche–, también fue en su momento relegado por el propio peronismo, por razones que hoy pueden debatirse más claramente. Los dos intelectuales precitados venían de influencias modernistas, de lenguas metafísicas y juvenilias decadentistas (Scalabrini) y de sesgos payadorescos y libertarios (Jauretche) que aun cuando criticaban al “modelo intelectual alienado de los intereses del país”, (la tan mentada “intelligentzia”) lo hicieron con un vocabulario libre en cuyo centro ponían la libertad de crítica que habían aprendido en el mundo cultural pre-peronista. El peronismo oficial, hacia los años 50, los tenía arrinconados, por dos razones: la lengua del peronismo era otra y estaba ya muy codificada, era “doctrina nacional”, y los grupos intelectuales que venían de otra experiencia en el uso del lenguaje, aunque apoyaban al peronismo, solían hacer críticas que disgustaban a la espesa burocracia que esa lengua oficial había creado (recordemos que no hay burocracia sin distintos rituales abstractos y tampoco sin una lengua autorizada y sellada para ser hablada).

Más de seis décadas después, el tenor de estas cuestiones ha cambiado pues ganó espacio la idea de que hay una pluralidad de lenguajes aun en el seno de las mismas familias políticas, y una creciente aceptación de las críticas internas hechas a la luz. No obstante, subsiste una indisimulada veta antiintelectual en los movimientos sociales argentinos (y de todo el mundo). Lo “demasiadamente humano” parecería, cada vez que surge, como una fórmula inhibitoria para “hacer política” con una única argamasa posible: las “realidades palpables y objetivas”. Es cierto que éste es un pensamiento reactivo que tiene sus justificaciones. Un espíritu vanamente elitista era el modo en que se expresaba (y se sigue expresando) una desconfianza intelectual hacia las multitudes y sus lenguajes generales. Esto contribuyó demasiado a que un estamento privilegiado en el usufructo de recompensas simbólicas, estableciera distancias y distinciones cristalizadas entre supuestas capacidades y discapacidades cognoscitivas de heterogéneos sectores sociales. La pobre permanencia de este error no debe desconocer ahora –y con más razón ante las realidades de tipo “decisionistas” que nunca han abandonado y hoy definen grandes períodos del ser provisorio y huidizo de la política–, que los dilemas de carácter intelectual son indispensables para redefinir la relación de la democracia con diversas y cruciales dimensiones existenciales colectivas. Nos referimos a la instrumentalidad técnica, las grandes construcciones comunicacionales, las industrias culturales, las diferenciadas visiones del cuerpo humano, los derechos de la memoria (tener un pasado, un futuro y un presente que nos incluya en lo que llamamos la “naturaleza”) y, por último, a la crítica de las nuevas formas de circulación de signos sensibles de todo tipo (financieros, artísticos, sensoriales) que componen la difícil contemporaneidad del capitalismo. Nada de esto le es indiferente, aunque no aparezca en primer plano y muchos esbocen una actitud burlona, a las situaciones políticas que estamos atravesando.

* Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional.


Fuente: https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-275530-2015-06-23.html

domingo, 21 de junio de 2015

LA QUIMERA DEL AUTOMÓVIL CLUB ARGENTINO, POR CLAUDIO JAVIER CASTELLI


En el último piso, del edificio de Libertador y Tagle, en los años cincuenta, funcionaba un salón bailable donde la orquesta de tangos, de Osvaldo Fresedo, tuvo auge, por la cadencia de su elegancia; una orquesta con porte antiguo, de vientos modernos, pero que nunca cambiaron.

Las grabaciones de la orquesta, con Roberto Ray en los años 30, son de colección, la voz aguda y penetrante de Ray, en "Isla de Capri", "Vida mía", o "Pampero". 

En "Vida mía" parece detenerse el tiempo, y quien esto escribe, más algún lector desprevenido, ingresan a un salón de la década, con los cabellos blancos dolidos por la analepsis, y un Osvaldo Fresedo juvenil, y enseñoreado, bebe una moderada copa de alcohol, los integrantes de la orquesta ensayan los primeros acordes, sin coordinación, cada uno para comprobar la afinación de su instrumento, pero no sorprenden las exageradas conversaciones de los habitués, entonces, Fresedo inclina el brazo, con el último sorbo, cruza el salón y toma su bandoneón, el ensayo de la orquesta termina, como el director, en la recordada película de Fellini, organiza el caos y comienza la interpretación, muchos salen a bailar, el humo también se detiene al compás de la música, un bailarín se distingue por su prestancia, y Roberto Ray canta "y así ahogar mi soledad". 

Ambos regresamos al Siglo XXI, aquí me encuentro en la madrugada de un sábado, con los auriculares puestos,escuchando a Roberto Ray, intepretar "Vida mía", con la misma orquesta, la versión es de 1933, la letra de Emilio Fresedo, y la música de Osvaldo Fresedo, en la foto de la tapa del compact, esta Osvaldo, canoso, ya no recordaba esa noche, y no había visto la película de Fellini, aunque murió en 1984; "Ensayo de Orquesta", es de 1979. Fresedo vivió una época que lo representó a él mismo, y a su propia generación, que había nacido a fines del Siglo XIX, principios del XX.


He escuchado al canillita de la esquina, de mi trabajo, decir que Osvaldo Fresedo era un "pituco", y tocaba para "pitucos", sin embargo, él lo amaba.

Lo invité, si lo invité a oirlo interpretar en el mismo lugar, en el último piso, del edificio de Libertador y Tagle. 

Imaginé muchas veces ese homenaje, de organizarnos varios tangueros, con un equipo de música, y una caterva de compact de Fresedo, sobre todo aquellos, con la voz abolerada de Héctor Pacheco, todos de riguroso traje, las mujeres, con vestidos para casamientos, y dirigirnos hasta el Automóvil Club Argentino, a las 2:00 de la madrugada de un sábado, tocar el timbre del último piso, y encender el equipo de música, a toda voz, y bailar en la vereda "Vida mía", en la versión de los cincuenta, después que Fresedo hiciera el contrapunto con las orquestas de Troilo, Caló, etc.; entonces, la voz de Héctor Pacheco cantará para un reducido grupo, la quimera del Automóvil Club Argentino.


https://www.youtube.com/watch?v=EUTsgh6_RKc
Osvaldo Fresedo, Héctor Pacheco: Vida mía

https://www.youtube.com/watch?v=Xk5DCf7X5IQ
Osvaldo Fresedo, Roberto Ray: Vida mía

miércoles, 17 de junio de 2015

ANIQUILAR LA REALIDAD, Por Claudio Javier Castelli para Vagos y Vagas Peronistas

ROBERT MUSIL






“Todos los caminos que conducen al espíritu parten del alma, pero ninguno retorna a ella” (Robert Musil, en la novela “El hombre sin atributos”, Austral, volumen 1, pág. 400)




-De premisas y militantes


No quedan más que las ideas como pasión, como repulsión, como ímpetu del fondo oscuro, irracional, racional, pero también como deber.

Claudio Javier Castelli
Pero el “principio de realidad” cuando es racionalidad, como en la resolución del Juez Rafecas, derrumba la operación del mundo. No son más que limosnas de la realidad.

En la justicia social peronista también yace un principio de realidad, que se sustrae a toda repetición.

El que se niega a formar parte es un traidor, un amoral, un corrupto, donde el juicio sobre el supuesto corrupto pierde la convicción de la verdad, por su propio simulacro gestual.



“Manuel Mujica Lainez, alguna vez tuvimos

Una patria -¿recuerdas?- y los dos la perdimos”



Dice Jorge Luis Borges, con nostalgia infinita en 1974, en el final del poema que le dedicara a Mujica Lainez (Obra poética, Emecé Editores, 1992), era muy probable que esa patria peronista de la época en que escribió el poema fuera de terror para Borges.

“Todos somos Kirchneristas”, es el principio de lo real.

La libertad para Hegel “es estar consigo en lo otro”. En lo que está más allá de uno, seguir siendo uno, pero en lo otro, el líder, o las manifestaciones.

¿Utilizamos las armas del enemigo para destruir al militante nuestro: la calumnia y la difamación.

“El simulacro no es lo que esconde la verdad, sino lo que esconde la ausencia de verdad” (Jean Baudrillard, “El pacto de lucidez o la inteligencia del mal”, Amorrortu, editores, Buenos Aires, 2008). “Nunca se termina de llenar el vacío de verdad”. “De ahí la fuga hacia adelante, siempre hacia otros simulacros” (Ibíd. Pág. 28).

Cuando la pasión de lectura se funde con la letra leída, y esta pierde significado, hay que parar de leer; simultáneamente cuando la pasión militante se funde con su propio simulacro militante, hay que parar la pelota para pensar.

Hay un tipo de hegelianismo que se apasiona con todas las ideas, sobre todo las novedosas, porque lo arrancan de una rutina imberbe de realidad, para dejarlo en el laberinto de los sueños rotos.

El pesimismo de Baudrillard, que no encuentra ninguna esperanza, es la del propio sentido escritural: retazos de un Dios.

Es posible que todas las ideas de Hegel hayan estado en sus contemporáneos (Kant, Fichte, Schelling, etc), pero en ninguno desarrollado hasta el extremo como en él.

Hay una relación dialéctica entre el Bien y el mal, o, entre el “principio de realidad” y su simulacro.

El pesimismo de Baudrillard para describir nuestra época, viene de utilizar para interpretarla, principalmente, a nuestra época misma.

Es una decisión buscar referencias modernas, medievales o antiguas para mirar la repetición del mundo.

Hay una síntesis en la esperanza pasión (impulso vital irracional por continuar el camino donde reside el principio del bien y del mal).

En Schelling, el fondo incausado origen del bien y del mal, es en el principio de la creación (Génesis, 1:1), antes de hacer la luz, o antes de la creación (No tiene respaldo bíblico, antes de la creación Dios moraba con la sabiduría (Proverbios 8; Juan: 1).

No es siguiendo autores, ni dejándose influir por ellos, o haciendo coincidir versículos bíblicos con escritos filosóficos de Schelling o Hegel, sino abrirse a la especulación metafísica sobre el bien y el mal, en pleno siglo XXI,

La inteligibilidad le abre camino al bien. Hay una decisión de ir hacia la metafísica.

Como dice Astrada en el estudio introductorio (Sobre la esencia de la libertad humana”, Federico Schelling, “Estudio preliminar sobre la filosofía de Schelling”, por Carlos Astrada, Juarez Editor, 1969) en Schelling el fundamento pone la libertad, en Heidegger la libertad pone el fundamento.



-De clases medias y cajeros automáticos



El fin del arte se produciría si todos fueran poetas o filósofos (Robert Musil, T1, pág.375), precisamente los que viven como poetas o filósofos o artistas, aniquilaron el arte en su vida y la reconstruyen en su totalidad para el mundo, o, acaso sea la única forma sensata de ser poetas. Pero los “artistas” de las clases medias acomodadas de las grandes ciudades, esquivan toda lectura difícil, todo compromiso en serio, toda especulación complicada, toda pasión. Me pregunto por los funcionarios y empleados judiciales no pertenecientes a Justicia Legítima, tienen ¿esas características. Su máximo arrojo es haber vencido al “causalismo”, en manos del finalismo; en el campo de la teoría los “ultramontanos” todavía enseñan el causalismo: Sebastián Soler, y lo enseñan en facultades, como si nada hubiera pasado.

Una vez una socióloga amiga me comentó que estando como peatón, aguardando el semáforo verde, para cruzar la calle, en Berlín, se largó un aguacero atronador, el alemán siguió inmutable que habilitara el semáforo –no había casi autos circulando en esa zona-, la socióloga argentina, obviamente, se largó a cruzar la arteria, hacia la otra acera. Afán de imperativo categórico kantiano, el mismo afán conque imponen a Grecia condiciones inhumanas para negociar su deuda. Cuando estudiaba alemán en la Goethe, el “Das ist verboten” (eso está prohibido), aparecía muy a menudo en los diálogos.

“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Es en el sentido humano divino de perfección alcanzable. Cuando nos revestimos del espíritu santo, en una vida piadosa y comprometida, como la de Martin Luther King: un santo.

¿Y con qué se reviste la conciencia moral de estas clases medias? ¿Con una alta perfección moral cuando son muy amables, en los supermercados de la zona norte, en la circulación de carritos repletos, dejando pasar a una señora de distinguida apariencia, entrada en edad, que lleva en el enorme carrito, solo verduras para una ensalada magra?.

¿Por qué en las antesalas donde están los cajeros automáticos nos cambia la personalidad, y miramos con temor al transeúnte que abre la puerta, para intentar el mismo trámite que hacemos nosotros? Tenemos allí una desconfianza atroz superadora del fantasma concreto y real de la “inseguridad” ciudadana, porque aunque sean las once de la mañana y el banco esté repleto, guardamos aterrados y meticulosos “la platita”(como la nombrara en una cámara oculta, un funcionario público, en una coima de poca monta). No será también la misma meticulosidad de nuestras egoístas miserias, de nuestro pequeñoburgues sueño de ser intelectuales, artistas, banqueros, empleados, abogados, médicos, contadores, economistas, matemáticos, etc. Este acto nos reúne a todos: a peronistas y antiperonistas.

–SOY UN BURGUÉS MAMA, LLEGUÉ. 

Eso sí, los antiperonistas se encandilan con los editoriales de señora gorda del diario “La Nación”, referidos a la “honda crisis moral que azota la república desde hace doce años”. Antes no, en los noventa no, en las dictaduras tampoco; “se han perdido los valores” –oigo decir-, “era otra Argentina”. ¿Qué Argentina: la de Videla, Onganía? Cuando uno podía ser un “señor”. ¡Qué ministro distinguidísimo Adalbert Krieger Vasena! ¿Qué Argentina? ¿Y Daisy Krieger Vasena de Chopitea? ¿Y Dulce Liberal Martínez de Hoz? Ellos son nuestros referentes. Entonces, estaba vivo Juan Eugenio de Chicoff, para aprender buenos modales. ¿Sabrán que conoció a Perón?

¡Pero en los cajeros todos somos iguales de aristocráticos? Recuerdo un encuentro con un compañero peronista de toda la vida, cuando nos tropezamos en los noventa, por llegar primeros a la puerta de la sala donde estaba el cajero automático. Me dijo: en los setenta y los ochenta luchábamos por un mundo más justo, ahora para ingresar a un cajero.



“¿Qué habrá sido de aquellos dos muchachos

que hacia mil novecientos veintitantos

buscaban con ingenua fe platónica

por las largas aceras de la noche

del Sur o en la guitarra de Paredes

o en fábulas de esquina y de cuchillo

o en el alba, que no ha tocado nadie,

la secreta ciudad de Buenos Aires?



(Borges, Epílogo, Obra Poética, Emece, pag. 575)



-Del  hombre nuevo y la militancia



A lo mejor vivir como se lee sería una decadencia intolerable en el mundo práctico y social de “los trabajos y los días”, nuestros amigos nos dirían: ¡Aquí está Rodas, salta aquí!, en este lugar, no allá, en el azul precolombino de las estrellas.

Nadie puede decir una verdad. Al unísono nos preguntaran ¿Qué es la verdad?, o como me dijeron una vez en el grupo parroquial de jóvenes de San Agustín, entrados los setenta: “no nos vengan con filosofía barata” (en esa oportunidad eran pensamientos de José Ingenieros).

Hoy hay un consenso no dicho, de sentirse bien, de ser políticamente correctos, de no abordar ninguna lectura difícil, de no ir más allá de lo que diga el grupo, la secta, el partido, la ciencia, la facultad, el apellido, la clase social, los medios, las políticas públicas, los funcionarios superiores, los políticos más encumbrados, o el líder, aunque sea de mi corazón peronista kirchnerista. También entre nuestros militantes hay un pensamiento uniforme, sin disrupción, si criticamos algo: no tenemos conducta, o somos propiamente locos.

Me parece que a “La Razón Populista”, y a “Hegemonía y estrategia socialista”, de Ernesto Laclau, y Chantal Mouffle, a quienes respetamos mucho, digo, en esos libros, falta un matiz, una sutileza para verdaderamente radicalizar la política: “el hombre nuevo.” ¿ Se acuerdan de los juegos infantiles “Evita”, y juveniles “Hombre Nuevo”, en el 73, participe de esos entretenimientos con el fútbol, en campeonatos apasionantes en mi terruño.

El hombre nuevo es el que anunció primero Cristo en las Bienaventuranzas (Mateo 5), y Pablo “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22,23 y 24); y después, el socialismo guevarista. Ha sido lo más difícil de construir en el cristianismo, lleva más de dos mil años y reside solo en la tenaz lucha para imponerse en toda una conducta de vida, pero cuando menos es una aspiración autocrítica. 

Hace unos días -10 de Junio- el blog de Vagos Peronistas publicó una nota de Jorge Luis Cerletti, titulada “Extracto de Las relaciones de dominio como lazo social”(http://vagosperonistas.blogspot.com/2015/06/extractos-de-las-relaciones-de-dominio.html), el extracto se refiere a un excelente trabajo del autor, escrito en 1999, la tesis es que ese tipo de relaciones están en lo microscópico y en lo macroscópico social, y sobre todo en el Estado, lo que neutraliza cualquier hipótesis revolucionaria o de cambio social. Fue ello –según Cerletti- una de las principales causas de la implosión de los socialismos reales. No vamos a discutir acá las causas de esa implosión, pero tanto el cristianismo como el socialismo y el peronismo en los setenta, quisieron cambiar esa matriz, con resultados negativos. Si no volvemos a los hombres más buenos, justos, y solidarios, de que sirve tirar abajo el sistema capitalista. El peronismo nunca se propuso, y de alguna manera, a mis años, comparto, derrocar el sistema capitalista, pero sí hacerlo más humano y con justicia social. 

Hoy nadie habla de un hombre nuevo consustancial a cualquier cambio político o generacional. El hombre desprendido, abierto a todo, pero de firmes convicciones, que lleva las cosas hasta un cara o cruz, que no se vende por un cargo, que no trafica ante cualquier viento de doctrina lábil, algo orejano, chúcaro, rebelde, no mediocre, que es capaz de mantenerse firme, aunque vengan degollando, aunque “los morlacos del otario” poderoso sean más dulces. Ese hombre, por supuesto está más ligado al Siglo XX, que al XXI, pero el veintiuno, por sediento lo va a necesitar, va a crear la necesidad de necesitarlo, para romper con la clase media “acomodada”, y que puede fusionar “el alma y los negocios”, o el alma y el trabajo, que es lo mismo, o el alma y la militancia entusiasta, pero sin pasión.

En la novela “Abaddon el exterminador”, Ernesto Sábato dice, en algún lugar, “no vamos a crear ese hombre, está desintegrado”. Cuánto necesitamos un nuevo debate entre fe y razón, una nueva conciliación, a la que arribó Hegel, en 1802 (“Fe y Saber”, Biblioteca Nueva, edición de Vicente Serrano, 2000), cuando proclamó mucho antes que Nietzsche, que Dios mismo había muerto, para renacer pensado en idea. Hoy entendemos mejor esa profética mirada hegeliana, sobre todo cuando el pensamiento se ha debilitado tanto, y la voz de Dios, que se manifiesta en cualquier lugar, tiene menos oídos dispuesto a escucharla.

No se trata de destruir, sino de arrumbar la “libertad” posmoderna, y agregarle “el estar consigo en lo otro” (Hegel), es decir mantenernos alertas y conscientes al seguir a otros –, pues, salvo, en el arte, y en la religión, o más precisamente, la experiencia mística, donde lo absolutamente otro adviene hacia nosotros, en el infinito gozo, y desparece el yo; en la política no nos podemos dar ese lujo permanentemente, digo esto: permanentemente. Podemos hacerlo, pero no siempre. ¿Pensar siempre? ¿Ser pensados siempre? No son términos tan contradictorios, pero pensar o ser pensado, es un dilema.

La cita de Nietzsche, que Robert Musil pone en boca de Clarisse, un personaje principal de la novela citada (pág. 376, capítulo 84):

 “Como una sonda, arrojo mi pregunta a la profundidad de tu alma. Tu deseo es de tálamo e hijo, pero yo te pregunto: ¿Eres tu hombre, digno de desear un hijo? ¿Eres tu vencedor, soberano de tus virtudes? ¿Qué hablan en ti la bestia y la necesidad?”

La cita, que digo la cita, la bestial profundidad de una certeza. He conocido parejas que no querían tener hijos, no por múltiples ocupaciones, sino por no traer hijos a este mundo inmóvil e inmoral, u otros que no traían por su propia imperfección ética y moral, estos últimos son los menos. Nadie piensa en sus imperfecciones a la hora de tener hijos; después la vida con ellos, se encarga de recordártelas.

¿Nosotros que vivimos la dictadura y los noventa, nos merecemos el despertar utópico de esta época peronista kirchnerista y latinoamericana? No importan los heroísmos que hayamos tenido, ni siquiera las vacilaciones y silencios, sino los merecimientos. Si nos lo merecemos, seamos honestos con ella, y a veces, no digo siempre, hagamos como Bartleby: -Prefiero no hacerlo (Herman Melville, “Bartleby, el escribiente, Gárgola, 2004). Algo, digamos algo, aunque sea una resistencia pasiva, o como el año sabático de Ulrich, -el personaje principal de “El hombre sin atributos- o como Hans Castorp, en la novela –hermana de la de Musil, “La montaña mágica”, de Thomas Mann-, y sus siete años en el sanatorio Berghof, como espectadores, sí espectadores, pero espectadores pensantes.

Probablemente no sea posible llevar hasta el final las aspiraciones de este texto, pero algo, algunas limosnas, aunque, por ejemplo, como recuerda Ulrich, que le dijo a Diotima, “sería necesario aniquilar la realidad” (Musil, pág. 373).

Claudio Javier Castelli, Junio de 2015.