jueves, 28 de septiembre de 2017

UNA POLÍTICA SIN AFUERA, Por Gustavo Varela

Gustavo Varela

El macrismo crea realidad. En su aparente torpeza, en su aparente estupidez, crea realidad. No refleja lo que es, no oculta lo que es. Crea, inventa, produce. No en paralelo a otra cosa. Crea un sistema hecho con palabras, con significantes vacíos, con deslizamientos, con gestos específicos.

Acusarlos de mentirosos es inútil, no sirve. Como en The Truman Show, rebotamos contra la nube. Porque crear realidad no es mentir, es más grande, es otra cosa. Es una puesta en escena sin afuera. Una política sin afuera. Preguntamos: ¿pero cómo, no ven la realidad? La pregunta es inútil: no hay afuera. Crean realidad: crean cuerpos para esa realidad, crean situaciones, crean un discurso con pocas palabras.

¿Cuántas palabras tiene el vocabulario Macri? ¿O el vocabulario Bulrich, ella o él, es lo mismo? ¿Cuántas? No importa. Crean un lenguaje con poco: felicidad, cambio, no volvamos para atrás, sí se puede, vivir mejor, todos los argentinos, equipo, en todo estás vos, vecino, juntos, nosotros. ¿Engañan? No, inventan un lenguaje atractivo. Un vocabulario tela de araña, atrapante, anhelado. Un conjunto acotado de conceptos que se definen entre sí: Felicidad es el cambio; no volvamos para atrás es lo que el vecino quiere; el vecino es todos los argentinos que quieren la felicidad; el equipo es todos juntos, se puede, vecino y vecino, los argentinos, la felicidad. Nosotros, cambiemos, se puede. El vocabulario es circular y tautológico. Y muy eficaz.

Crear realidad es crear una red de conceptos que forman un sistema, y ese sistema es la construcción de una verdad sin afuera (a esto llaman posverdad). Una pura tautología, un espejo, una tela de arañas de la que no es posible salir. Si no entrás, te quedás pataleando en la puerta y rebotando contra la nube.

Por eso, para muchos de nosotros, la sensación de la época es la impotencia. La impotencia es más grande que la bronca y más grande que la tristeza. Cualquier expresión del afuera, cualquier discrepancia política es un absurdo, molesta, está fuera de lugar. Es puro exceso. Ante este conjunto de conceptos creados por el macrismo, hablar, decir, opinar, enfrentar, es un exceso que atenta contra un “nosotros” permanente.

Contra el pensamiento crítico, los talleres de entusiasmo de Alejandro R. El macrismo es un diluyente para cualquier argumento y la impotencia se hace visible en nosotros.

Nuevamente: ¿Cuántos conceptos tiene la realidad Cambiemos? Evidentemente muchos más de lo que vemos y todos los que vemos: Macri tomando mate o abrazando a un pobre o tocando el timbre en Berazategui es un concepto, es una creación de realidad Cambiemos. Los besos al aire de Vidal son un concepto, también son realidad Cambiemos. “Nosotros”, “en todo estás vos” son una puesta en escena, no una forma de inclusión.

La cara de María Eugenia Vidal también es un concepto: su gesto es muy eficaz para la incorporación de jóvenes a este sistema cerrado de una realidad propia. Toda ella es el vecino, toda ella es el sí se puede, toda ella es el “en cada rincón estoy con vos”. Es una reificación del concepto, una puesta en acto. En ella, en las señas de su cara, en su tono de voz, los conceptos se hacen visibles. Vidal, en esta realidad Cambiemos, es pura ganancia.

Una política sin afuera requiere de un sistema de captura almibarado. Vidal es sedosa, envolvente, casi etérea. Ideal para la captura. Convierte el afuera en una situación sensible: Lucha contra el narcotráfico está incorporado, no como problema, sino como una puesta en escena: lo que más se ve del tema no es la droga sino el “sacrificio” de tener su hogar en una base militar.

Vidal es la Mujer Pro, la Mujer candidata. No necesita casi de nada. Su apariencia piadosa y su derrame Pan Triste, son más eficaces que todo Duran Barba. No le teme ni a Macri ni a Carrió.

Vidal y Carrió se repelen porque son lo mismo: las dos son bastardas en un mundo de aristócratas. Ninguna de ellas es de clase; ninguna creció con todo resuelto. Las dos son religiosas. Carrió con cuerpo de cura obeso e impunidad de fanático; Vidal como una beata devocional. (Las dos son mujeres religiosas; también Michetti, aunque desplazada por el pecado de gula 2015 “CABA es sólo mía”).

En esta lógica, ¿dónde situar a Milagro Sala, a Santiago Maldonado, las tropelías en el poder judicial, el fraude electoral? La respuesta del macrismo es la de remitir a significantes vacíos: “está en manos de la justicia” es el utilizado para Milagro, por ejemplo. Los significantes vacíos son parte del sistema de realidad Pro.

El pobre, el jubilado, los que duermen en la calle, los desocupados no son significantes vacíos. Pobreza cero, reparación histórica, emprendedores son conceptos de la matrix Pro que no fueron suficientes para convencer. Parece no alcanzar. ¿Nos mintieron? No. ¿Qué hicieron? Crearon más realidad: vamos juntos hacia adelante, nuestro compromiso es que vos llegues, juntos venimos bien, “yo quiero darte todo lo que falte”, dice una de las canciones Cambiemos. O sea, no hay que profundizar ni discutir las causas. Lo que hay es futuro: lo que vemos como mentira o engaño es una promesa a futuro.

El concepto “futuro” es un andamio fundamental en la construcción actual de Cambiemos: “sabemos que hay muchos que no ven todavía la mejora en la economía”; “van a llegar las inversiones”; “cómo no sentir esperanza”; “en equipo lo estamos haciendo posible”. La máquina conceptual del macrismo tiene en el futuro el soporte para mantener una política sin afuera. Mientras tanto, la puesta en escena funciona y el grado de eficacia es enorme.

Pero, la promesa de lo que ha de venir tiene fecha de vencimiento. A diferencia del pasado, que no vence, el futuro en la economía y en la política sí tiene fecha de vencimiento.

Entonces lo real, lo que sucede, el afuera arrollador se impone por encima de cualquier realidad creada y sin ninguna mediación.









martes, 26 de septiembre de 2017

DOS NOTAS SOBRE EL GOLPISMO MILITAR EN BRASIL, POR LEONARDO BOFF, Y DARÍO PIGNOTTI

¿Estamos ya en plena dictadura civil?, Por Leonardo Boff
2017-09-24
Leonardo Boff
Lo que vivimos actualmente en Brasil no puede ni siquiera ser llamado democracia de bajísima intensidad. Si tomamos como referencia mínima de una democracia su relación con el pueblo, el portador originario del poder, ella se niega a sí misma y se muestra como una farsa.

Para las decisiones que afectan profundamente a todos, no se discutió con la sociedad civil, ni siquiera se escuchó a los movimientos sociales ni a los cuerpos de saber especializado: el salario mínimo, la legislación laboral, la previsión social, las nuevas reglas para la salud y la educación, las privatizaciones de bienes públicos fundamentales como es, por ejemplo, Electrobrás y campos importantes de petróleo del pre-sal, así como las leyes que definen la demarcación de las tierras indígenas y, lo que es un verdadero atentado a la soberanía nacional, el permiso de vender tierras amazónicas a extranjeros así como la entrega de una vasta región de la Amazonia para la explotación de variados minerales a empresas extranjeras.

Todo está siendo hecho por PEC, por decretos o por medidas provisionales propuestas por un presidente, acusado de dirigir una organización criminal y con un apoyo popular bajísimo, que no alcanza al 5%. Las propuestas han sido enviadas a un parlamento con el 40% de sus miembros acusados o sospechosos de corrupción.

¿Qué significa tal situación sino la vigencia de un Estado de excepción, o incluso más, de una verdadera dictadura civil? Un gobierno que gobierna sin el pueblo y contra el pueblo, ha abandonado el estatuto de la democracia y ha instado claramente a una dictadura civil. Es lo que estamos viviendo en este momento en Brasil. Bajo la perspectiva de quien ve la realidad política desde abajo, desde las víctimas de este nuevo tipo de violencia, el país se asemeja a un avión sin piloto en vuelo ciego. ¿Hacia dónde vamos? Nosotros no lo sabemos. Pero los golpistas lo saben: a crear las condiciones políticas para traspasar gran parte de la riqueza nacional a un pequeño grupo de empresas que, según el IPEA, no pasan del 0,05 de la población brasileña (un poco más de 70 mil multimillonarios), que constituyen las élites adineradas, insaciables y representantes de la Casa Grande, asociadas a otros grupos de poder antipueblo, especialmente a unos medios de comunicación que siempre apoyaron los golpes y no aprecian la democracia.

Transcribo un artículo de un atento observador de la realidad brasileña, que vive en el semiárido y participa de la pasión de las víctimas de una de las mayores sequías de nuestra historia: Roberto Malvezzi. Su artículo es una denuncia y una alarma: De la dictadura civil a la militar.

«Antes del golpe de 2016 sobre la mayoría del pueblo brasileño trabajador o excluido, ya comentábamos en Brasilia, en un grupo de asesores, sobre la posibilidad de una nueva dictadura en Brasil. Y nos quedaba claro que podría ser simplemente una “dictadura civil”, sin ser necesariamente militar. Sin embargo, igual que en 1964, ella podría evolucionar hacia una dictadura militar. En aquel momento muy pocos creían que el gobierno podría ser derribado.

Para mí no hay duda alguna de que estamos en plena dictadura civil. Son un grupo de 350 diputados, 60 senadores, 11 ministros del Supremo, algunas entidades empresariales y las familias dueñas de los medios de comunicación tradicionales los que han impuesto una dictadura sobre el pueblo. Las instituciones funcionan, como dicen ellos, pero contra el pueblo y sólo a favor de una reducidísima clase de privilegiados brasileños. Claro que conectados siempre con las transnacionales y los poderes económicos que dominan el mundo.

Por lo tanto, nosotros, el pueblo, hemos sido dejados fuera, excluidos). Todo es decidido por un grupo de personas que, contadas con los dedos, no deben llegar a mil en el mando, con un grupo un poco mayor participando indirectamente.

Sucede que el golpe no se cierra, no se concluye, porque la corrupción, vieja fórmula para aplicar golpes en este país, es visible hoy gracias a los medios de comunicación alternativos presentes y cada vez más poderosos. La corrupción está en todos los niveles de la sociedad brasileña, sobre todo en los hipócritas que levantan esa bandera para imponer sus intereses.

Pero la corrupción es sólo el pretexto. Según la visión de Leonardo Boff, el objetivo del golpe es reducir Brasil, que funcione sólo para 120 millones de brasileños. Los 100 millones restantes tendrán que buscar cómo sobrevivir con apaños, limosnas, participando en pandillas, y en tráfico de armas y drogas.

En este momento comienzan a aparecer señales del verdadero pensamiento de quien está en el mando: una reunión de la Masonería, un general contando lo que anda entre bastidores, los viejos medios con la opinión de “especialistas”, los nostálgicos de la antigua dictadura diciendo en los medios sociales que “quien no es corrupto no debe tener miedo de los militares”.

En fin, están planteando la posibilidad de la dictadura militar. Para el pequeño grupo que ha dado el golpe es excelente, la mejor de las salidas. Nunca fueron demócratas. No les gusta el pueblo. Incluso en esta Cámara y en este Senado pocos van a perder sus cargos o ir a la cárcel.

Lo peor de una dictadura civil o militar es siempre para el pueblo. Las nuevas generaciones no conocen la crueldad de una dictadura total. Hiela el alma el silencio de la sociedad ante las declaraciones del mencionado general».

Que Dios y el pueblo organizado nos salven.


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Un general llamó a un golpe y el jefe del ejército de Brasil no lo sancionó

Militares en las favelas y al acecho

Temer utiliza las fuerzas de Defensa para la represión social en Río de Janeiro, el estado más castigado por el programa de shock neoliberal, como consecuencia del cual tiende a aumentar la población en las favelas.

Por Darío Pignotti

El gobierno envió el ejército a la favela Rocinha para “restablecer la ley y el orden”. Imagen: AFP


Desde Brasilia

La guerra urbana se agravó desde la semana pasada en la favela Rocinha, la más famosa de Río, donde ayer continuaba apostada una decena de blindados del Ejército con sus ametralladoras apuntando hacia los transeúntes. Desde la mirilla de una tanqueta los más de 80 mil vecinos de esa comunidad son vistos como narcos o amigos de los narcos: o sea como potenciales objetivos. “La guerra de las drogas es la guerra del siglo XXI” según la definición del general Antonio Mourão para quien al ingresar en un zona de “marginales” o se mata o se muere.

Esa contienda de militares y policías contra civiles causa inevitables efectos colaterales. Como los cerca de 3.000 chicos, de varias favelas, que ayer faltaron a clases debido a la inminencia de nuevas balaceras, o la señora que colocó una heladera en el ingreso a su casa de donde fue arrancada la puerta al ser alcanzada por proyectiles de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas.

Este fin de semana el espectáculo de la guerra en los morros cariocas rivalizó, en audiencia, con los partidos de fútbol y recitales de Rock in Río donde miles de personas corearon “Fuera Temer”.

El presidente de facto había demostrado su avance hacia el autoritarismo al ordenar la movilización del Ejército para la represión política a fines de de mayo en respuesta a la multitudinaria movilización realizada en Brasilia en demanda de elecciones directas y contra el ajuste. El despliegue de tropas de la capital federal fue criticado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Las críticas no impidieron que el mandatario emita otro decreto, en agosto, por el cual fueron enviados 8 mil militares para restablecer la “ley y el orden” en Río de Janeiro.

De ese modo el régimen de facto utilizaba a las fuerzas de Defensa para la represión social en el estado más castigado por el programa de shock neoliberal como consecuencia del cual tiende a aumentar la población en las favelas.

El impacto de los choques armados en Rocinha relegó a un segundo plano el hecho político más importante del mes protagonizado por el general citado arriba, Antonio Mourao, y el jefe del Ejército Eduaro Villas Boas.

Ante sus “hermanos” de la Masonería, que previamente le habían demandado el uso de la “espada” para restaurar las “buenas costumbres”, Mourão justificó una “intervención” militar. La eventual asonada propuesta por Mourão permitiría refundar el sistema político con líderes “nuevos”. El golpe deseado no tiene plazo de ejecución ni es una certeza. Se trata de un “proceso” que seguirá madurando gradualmente, explicó vistiendo su uniforme de general cuatro estrellas en actividad. Aseguró que sus palabras reflejaban el pensamiento de sus colegas de alto mando del Ejército.

La apología del golpe de segunda generación, para quitar del Planalto a Michel Temer y erradicar la corrupción, fue un acto de insubordinación explícito.

En lugar de sancionar al militar levantisco el jefe del del Ejército Eduardo Villas Boas lo elogió.

Con borceguíes y uniforme camuflado Villas Boas participó en un programa de la cadena Globo cuyo conductor ensalzó su carrera y pidió un aplauso del público, el cual respondió de pie y algunas vivas. La entrevista condescendiente puso de relieve la simpatía, o por lo menos la tolerancia, de la empresa de noticias y entretenimientos Globo con alguna forma de injerencia castrense.

Si los golpes de nuevo tipo, como el perpetrado hace un año en Brasil y el de 2012 en Paraguay, prescindieron de la actuación directa de las Fuerzas Armadas, esto no significa que éstas fueron ajenas a tales movimientos sediciosos. En Brasil los generales, almirantes y brigadieres hicieron nada para garantizar la estabilidad institucional que hubiera permitido la continuidad de Dilma Rousseff, quien era tildada de “subversiva” en los actos del Club Militar que cada 31 de marzo celebra el aniversario del golpe de 1964.

En su tertulia televisada el jefe del Ejército Villas Boas realizó un repaso amable del “período” comprendido entre 1964 y 1985, al que le encomió el crecimiento económico que permitió a Brasil ubicarse entra las primeras potencias económicas del mundo. 

En suma, el jefe del Ejército brasileño convalidó la proclama golpista de su subalterno Mourão y tras cartón aseguró que la Constitución contempla la irrupción de los militares si el país estuviera hundido en un “caos”. Algo que por cierto no está escrito en la Carta Magna.

Ninguno de los partidos participantes de la asonada que derrocó a Rousseff se manifestó sobre las declaraciones de los generales.

En cambio Luiz Inácio Lula da Silva dijo, ante dirigentes del PT, estar “preocupado” además de considerar que “la sociedad tiene que tomar las riendas de este proceso (crisis política) y garantizar la democracia”.

El teólogo Leonardo Boff, uno de los principales interlocutores del papa Francisco en Brasil, sostuvo que la degradación del régimen ha dado lugar a una “democracia de bajísima intensidad”.

Que Mourão haya defendido un golpe sin plazo y Villas Boas se sume a sus argumentos y al mismo tiempo asegure que defiende la estabilidad institucional es parte de una acción sicológica preñada de significado político: no existe la certeza de un golpe dentro del golpe, pero sí de que los militares pretenden tutelar al régimen de excepción. 

Más: durante su conferencia Mourão expresó duras críticas al PT, a Dilma y a Lula, y remarcó la necesidad de que los jueces quiten de la vida pública a todos los envueltos en casos de corrupción. Lo cual puede ser interpretado como la venia a la proscripción, por vía judicial, del líder del PT de cara a las elecciones de 2018.

lunes, 25 de septiembre de 2017

EL INGRESO DE TROPAS EXTRANJERAS EN ARGENTINA Y EL PELIGROSO REGRESO DE LA DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL, Por Guillermo Carmona

Guillermo Carmona
La propuesta de ejercicios militares enviada por el presidente Mauricio Macri al Congreso Nacional está generando una fuerte polémica y crecientes repudios. Puede parecer novedoso que surja en este momento la cuestión de la autorización de la entrada de tropas extranjeras pero no lo es ya que todos los años las cámaras legislativas deben dar tratamiento al programa de ejercicios propuesto por los ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores y Culto.

Así lo dispone la Constitución Nacional en su artículo 75 inciso 28 que establece que corresponde al Congreso Nacional “permitir la introducción de tropas extranjeras en el territorio de la Nación, y la salida de fuerzas nacionales fuera de él” y la ley 25.880 que regula el procedimiento por el cual el Poder Ejecutivo debe solicitar autorización al Congreso. Lo realmente novedoso es que se levanten voces contra los ejercicios propuestos, como está ocurriendo este año. Sin lugar a dudas, hay motivos para reaccionar frente a lo que el gobierno está proponiendo. Veamos de qué se trata

En el Documento de Puebla de 1979, de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano, los obispos expresaron en «Reflexión sobre la violencia política», N° 547: «En los últimos años se afianza en nuestro continente la llamada Doctrina de Seguridad Nacional, que es de hecho más una ideología que una doctrina. Está vinculada a un determinado modelo económico político, de características elitistas y verticalistas que suprime toda participación amplia del pueblo de las decisiones políticas. Pretende incluso justificarse en ciertos países de América Latina como doctrina defensora de la civilización occidental y cristiana. Desarrolla un sistema represivo, en concordancia con su concepto de «guerra permanente». En algunos casos expresa una clara intencionalidad de protagonismo político».

Nunca Más, Informe de la Conadep, septiembre de 1984. Capítulo V: El respaldo doctrinario de la represión

Cambiemos las políticas de seguridad y de defensa nacional

El pedido de autorización para el ingreso de tropas extranjeras y la salida de tropas nacionales que ha enviado Macri al Congreso está poniendo en evidencia la decisión del gobierno de modificar los roles que corresponden a las fuerzas armadas de acuerdo a la Ley de Defensa Nacional. El gobierno está avanzando en la implementación de una política que implica involucrar a las fuerzas armadas en tareas de seguridad interior. Por ahora Macri no propone una modificación de las leyes en materia de defensa nacional y de seguridad interior sino que simplemente opta por violarlas. De tal manera elude un duro debate en el Congreso y juega a los hechos consumados cuyas nefastas consecuencias serán muy difíciles de modificar y revertir en el corto plazo.

El enfoque del macrismo responde a la política que Estados Unidos ha propiciado ininterrumpidamente en la región, que fue resistida durante los años de predominancia de gobiernos progresistas y que hoy tiene especial eco en los gobiernos neoliberales latinoamericanos. Para este enfoque el énfasis y centro de la preocupación de la defensa nacional está puesto en las denominadas “nuevas amenazas”.

Perú, un país que asumió tempranamente este paradigma, las ha categorizado en el denominado Libro Blanco (2005) de la siguiente manera:“a) amenazas externas: las que podrían generarse si se intentaran aplicar en la subregión sudamericana doctrinas de seguridad incompatibles con la vigencias del derecho internacional; las que podrían surgir de crisis en función de escasez de recursos naturales de valor estratégico, tales como recursos vitales; el terrorismo, el narcotráfico y la delincuencia internacional; b) amenazas internas: grupos terroristas y subversivos, contrarios al ordenamiento constitucional, que optan por la violencia; grupos radicales que promueven la violencia social y desbordes populares; la delincuencia común organizada; el tráfico ilícito de drogas; la corrupción, y la depredación del medio ambiente”.

Las consecuencias de la aplicación de este paradigma pueden visualizarse en toda su dimensión y crudeza en México y Colombia, países en los que los resultados de su aplicación han demostrado que los problemas de la inseguridad lejos de resolverse se han agravado y que la intervención de las fuerzas armadas en conflictos internos no solo desnaturalizan sus misiones esenciales sino que además las corrompen.

Se trata de una nueva versión de la Doctrina de la Seguridad Nacional absolutamente funcional –como lo fue la vieja doctrina que apuntaba a “garantizar” el orden interno mediante la aplicación de técnicas de contrainsurgencia - a la estrategia de seguridad y política exterior de los Estados Unidos. El involucramiento de las fuerzas armadas en la “guerra contra el terrorismo” y la “guerra contra el narcotráfico” es una consecuencia de esta perspectiva y constituye el pretexto para la intervención en tareas propias de la seguridad interior.

Para ello, la construcción de enemigos internos colocados en el lugar de “grupos terroristas y subversivos” resulta fundamental para justificar el cambio de rol propuesto para las fuerzas armadas. En esto andan ocupados Macri, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y Pablo Nocetti (su jefe del gabinete) cuando promueven incursiones patagónicas de las fuerzas de seguridad en favor de empresarios amigos del gobierno y en contra de comunidades de pueblos originarios o cuando policías de civil infiltran manifestaciones públicas generando disturbios luego atribuidos a los manifestantes o en el descubrimiento de supuestas células anarco-terroristas que según las versiones oficiales estarían abocadas a preparar acciones contra visitas de presidentes extranjeros y cumbres internacionales que se realizarán en el país en el marco de la OMC y el G-20.

Macri está destrozando la política de defensa que se venía construyendo desde la Unasur. Desde 2008, con la firma de su tratado constitutivo y luego con la conformación del Consejo de Defensa Suramericano (CDS) la región puso énfasis en consolidar a Suramérica como una región de paz, construir una visión común en materia de defensa y fortalecer la cooperación entre las fuerzas armadas de los distintos países. Ello permitió incrementar la interoperabilidad y el relacionamiento entre las fuerzas y planificar acciones comunes, como medidas de confianza mutua, y generar información recíproca sobre inventario militar.

El programa de ejercicios militares combinados de la Argentina priorizaba por entonces los ejercicios con países de la región y con países de otros continentes con los que pudiéramos tener realidades o intereses comunes, como por ejemplo Sudáfrica en tanto país costero del Atlántico Sur.

Esa política permitió avances en doctrina combinada bilateral con Chile y Brasil. Incluso el ministro brasileño Celso Amorim llegó a proponer la creación de una especie de Junta Sudamericana de Defensa, símil a la Junta Interamericana que funciona en Washington, pero alineada con una estrategia de defensa regional compartida por los países suramericanos.

Las novedades que propone Macri en materia de ejercicios militares tiene una directa relación con iniciativas promovidas por Estados Unidos en el marco de su estrategia de seguridad y política exterior e implican la adopción del paradigma de las “nuevas amenazas”.

Una emergencia que llegó para quedarse

Desde el comienzo de su gobierno, Macri dio pasos para plasmar la nueva política. La responsable de su instrumentación ha sido y es la ministra Bullrich, y el instrumento utilizado para avanzar en la reconfiguración de las políticas de defensa nacional y seguridad interior ha sido la declaración de la emergencia de seguridad mediante el decreto 228/2016 y su prórroga mediante el decreto 50/2017.

La emergencia de seguridad representa el primer paso concreto en favor de la intervención de las fuerzas armadas en acciones vinculadas con la seguridad interior a través de la autorización del derribo de aviones. Se levantaron voces críticas desde distintos sectores que cuestionaron que el Poder Ejecutivo declarara la emergencia eludiendo la obligatoria intervención del Congreso Nacional (fue parte del paquete de decretos que dictó Macri en sus primeros días de gobierno aprovechando el receso legislativo) y que se involucrara a las fuerzas armadas en tareas de seguridad interior que por ley tiene vedadas. Con la complicidad del massismo y de los diputados alineados con el dirigente justicialista Juan Manuel Urtubey, el macrismo evitó que los duros cuestionamientos del FPV-PJ echaran por tierra a la emergencia ilegalmente declarada.

En línea con las políticas que inspiran a la emergencia de seguridad, el gobierno promueve la realización de ejercicios militares perfilan la incursión de las fuerzas armadas en el campo de la seguridad interior.

Más grave y peor que “Cormorán”

Varios de los ejercicios militares propuestos por el gobierno están alineados con la nueva política de seguridad nacional. Tienen por objeto capacitar a las fuerzas armadas argentinas en funciones de seguridad interior que como antes señalé están expresamente prohibidas. El terrorismo y el narcotráfico aparecen como las nuevas amenazas a conjurar y para ello se prepara a las fuerzas armadas no para la defensa sino para la guerra. Estados Unidos y el Reino Unido de Gran Bretaña actúan como los promotores y protagonistas principalísimos de tales iniciativas.

Hay motivos suficientes para rechazar la iniciativa de Macri. Un análisis de cada caso permite concluir que tales ejercicios violan la legislación vigente

La desaparición forzada de Santiago Maldonado –ocurrida en un contexto de tensiones entre terratenientes extranjeros y comunidades mapuches en la Patagonia con una interesada y repudiable toma de posición en contra de las comunidades de parte del gobierno nacional- ha tenido una derivación inesperada. A partir de un comunicado de la CTA Autónoma de la provincia de Río Negro cobró fuerza un duro cuestionamiento a la decisión del Senado nacional de autorizar el ingreso de tropas extranjeras al territorio nacional.

La preocupación expresada desde la Patagonia ha estado centrada en el ejercicio denominado “Cormorán”, cuya realización está programada por el Poder Ejecutivo para el presente mes de septiembre y el próximo mes de octubre en la base aeronaval “Almirante Zar” ubicada en la localidad chubutense de Trelew –tristemente recordada por haber sido el escenario de la masacre de Trelew en 1972- y en la base bonaerense “Comandante Espora” de Bahía Blanca.

Ha sido oportuna la alarma activada desde Río Negro aunque resulta necesario precisar que el cuestionamiento no solo debe alcanzar al ejercicio “Cormorán”. Previo al tratamiento de ese ejercicio el Senado aprobó un paquete de otros 22 ejercicios militares de los que poco se ha dicho en los medios de comunicación.

Antes de que la entidad gremial rionegrina llamara la atención sobre el tema ya se hacían escuchar duras críticas en la Cámara de Diputados. En el seno de la Comisión de Defensa, hace dos semanas, surgieron los primeros cuestionamientos que quedaron plasmados en un dictamen del bloque del FPV-PJ.

La semana pasada se volvió a dar el debate en la Comisión de Relaciones Exteriores, ámbito en donde me tocó expresar la posición del bloque del FPV-PJ. En línea con lo sostenido por la diputada Nilda Garré en la Comisión de Defensa sostuve el cuestionamiento de 5 de los 22 ejercicios propuestos mediante pruebas irrebatibles de que Macri pretende involucrar a las fuerzas armadas argentinas en ejercicios destinados a situaciones que la legislación nacional les prohíbe explícitamente, por tratarse de funciones de seguridad interior: lucha contra el terrorismo, narcotráfico, narcoterrorismo y contrabando, entre otras. Ante nuestras imputaciones el oficialismo guardó silencio. No debatir, no levantar ola, parece ser la línea asumida por los diputados y diputadas de Cambiemos.

Nuestra decisión fue no acompañar el dictamen de mayoría que el oficialismo y una parte de la oposición (el opoficialismo de Massa, principalmente) acordaron y, en consecuencia, presentar un dictamen propio que excluye la autorización de esos ejercicios que resultan abiertamente ilegales.

El interbloque Cambiemos intentó forzar el tratamiento de la autorización de esos ejercicios en la última sesión de la Cámara de Diputados pero no obtuvo los dos tercios necesarios por la negativa del FPV-PJ. Nuestro bloque ha anticipado el voto negativo a la autorización de la entrada de tropas extranjeras y la salida de fuerzas nacionales propuesta por Cambiemos en su dictamen. Es importante destacar que el proyecto de ley que autoriza el ejercicio “Cormorán” recién ingresó esta semana a la Cámara de Diputados tras la aprobación en el Senado hace dos semanas. Resulta extraño ya que los plazos previstos para su realización ya están corriendo y pronto vencerán.

Según un informe producido por nuestros asesores en la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados “todos los ejercicios que los diputados del FPV-PJ cuestionan están vinculados con capacitaciones u operaciones prohibidas por nuestro marco normativo. Dichas ejercitaciones hacen referencia, según lo establecido en el detalle de los anexos remitidos por el PEN o en información periodística especializada, a las denominadas ‘nuevas amenazas’: narcotráfico, terrorismo, narcoterrorismo, piratería, etc., lo cual constituye una abierta violación a la legislación vigente en nuestro país, según la ley de seguridad interior y la ley de defensa nacional y su decreto reglamentario”.

Resulta interesante hacer un repaso de cada uno de los ejercicios cuestionados para avalar lo que hemos sostenido en el debate en comisiones:

Ejercicio Bold Aligator: es el único que se realizará en territorio de los Estados Unidos de América. La invitación para participar de esta ejercitación llegó a la Armada Argentina el 21 de diciembre de 2015 y fue acordada en junio de 2016, durante la visita de una delegación del Comando Sur. Es un ejercicio multinacional del que no forma parte ningún país de la región (Mercosur y Unasur). El único país latinoamericano participante es México. El resto de los participantes son EEUU, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Italia, Países Bajos, España y Gran Bretaña. De este ejercicio han dicho sus promotores que “los escenarios fueron desde ayuda en situaciones de desastre hasta operaciones antiterrorismo”.

Ejercicio Panamax: Es uno de los ejercicios que durante la gestión anterior siempre fue excluido del programa. Según información de prensa, “Fuerzas aeronavales de 17 países de América participarán este mes en el noveno Panamax, un ejercicio militar anual orientado a repeler un hipotético ataque terrorista contra el Canal de Panamá”. Se afirma que “La hipótesis de trabajo es evitar que una fuerza terrorista afecte la libre navegación por el Canal de Panamá".

Ejercicio Teamwork South: se realiza en Chile. Participa Gran Bretaña y EEUU, y se hace para adiestrar en guerra antisubmarina, guerra de superficie, defensa antiaérea y ejercitación de armas navales. Sus promotores anuncian que “Este año, las distintas unidades participantes realizarán ejercicios avanzados de Guerra Submarina, Guerra Antiaérea, Guerra Litoral y operaciones de interceptación y captura de buques mercantes para el control y prevención de ilícitos, desde actos terroristas hasta el tráfico de estupefacientes”.

Ejercicio Unitas, fase Atlántico: propuesto y dirigido porlos Estados Unidos, contiene una propuesta de ejercicios de asistencia humanitaria ante catástrofes o desastres naturales. Este año se realizará en Brasil. Las capacitaciones que van a recibir nuestras fuerzas armadas en caso de participar serán“maniobras militares para enfrentar amenazas a la seguridad en el hemisferio como el narcotráfico y el crimen organizado.”

Ejercicio Gringo Gaucho: con este sugerente nombre se involucra a fuerzas de Estados Unidos y Argentina en un ejercicio que es el único de carácter bilateral planteado con un país no fronterizo. Involucra la participación de 5.330 efectivos estadounidenses en el mar argentino. Es un ejercicio de oportunidad debido al paso de un portaaviones de EEUU por nuestra zona económica exclusiva. Según el gobierno es necesario para que los pilotos de la Armada practiquen despegue y aterrizaje. Constituye sin dudas una demostración de fuerza y poderío militar estadounidense en aguas argentinas, no solo para nuestro país sino, sobre todo, para otras potencias militares como China y Rusia.

Resulta extraño que el paso del portaaviones esté acompañado de un solo destructor, tal como sostiene la Armada en el anexo del proyecto de Ley. También llama la atención que no tenga fecha de realización, lo cual despierta la sospecha de que este ejercicio podría hacerse coincidir con la cumbre del G-20 a realizarse en 2018 en Buenos Aires. En tal caso, la presencia del portaaviones estadounidense podría vincularse con tareas de seguridad de la cumbre que violarían la soberanía argentina y darían lugar a una evidente violación de la legislación en materia de seguridad interior.

Ejercicio “Cormorán”: involucra operaciones de naves estadounidenses en la Zona Económica Exclusiva fuera del mar territorial argentino tomando como bases operativas a las bases aeronavales antes mencionadas. Se prevé la presencia de 30 militares estadounidenses vinculados con el ejercicio.

Regresando a una relación “normal”

Este año el gobierno rechazó el pedido de comparecencia de funcionarios del Ministerio de Defensa y de la Cancillería en la Cámara de Diputados para explicar los alcances del Programa de Ejercitaciones Militares Combinadas. En una situación nunca vista en los últimos años nos enteramos que personal militar participaba de las reuniones de asesores de las comisiones intervinientes, aportando argumentos a los asesores del interbloque oficialista. La ausencia de representantes de la conducción civil de las fuerzas armadas en el Congreso resulta sintomática. Más llamativo aún es que en el Senado los 23 ejercicios militares hayan sido aprobados sin siquiera tener dictámenes de las comisiones, lo que nos permite inferir que allí tampoco existieron explicaciones de los funcionarios ministeriales.

Las explicaciones que omite dar públicamente el gobierno a los legisladores nacionales las ha brindado amigablemente al diario Clarín el Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en la entrevista publicada el día de la primavera. Thomas Cooney ha dicho “Estamos iniciando actividades de cooperación militar con el país”. Al referirse al ejercicio Cormorán y ante la sugerencia de la periodista de que estos ejercicios no se hacían desde unos 10 años el diplomático afirma: “es una muestra de que estamos regresando a una relación normal”.

Y agregó que “la NASA está haciendo algo en cooperación con el Gobierno argentino para recoger y buscar más datos científicos que tienen que ver con la Antártida. Es una cooperación científica, en Ushuaia, pero no tiene nada que ver con lo que están denunciando. Los dos aviones involucran P3, porque son buenísimos en recoger información. Dos aviones distintos, uno es propiedad de NASA y el otro pertenece a la Armada. Y eso se usa para rescate y búsqueda”. Cooney parece referirse a la posible instalación de una base logística estadounidense en Ushuaia que ha sido motivo de varios pedidos de informes que hemos presentado en el Congreso.

En otro párrafo de la entrevista el funcionario informa que “hemos reiniciado la cooperación militar entre ambos países. Seguramente ustedes saben de la State Partnership Program, Guardia Nacional del Estado de Georgia, con Obama en diciembre pasado, pero ese es un nuevo programa. Y lo que estamos haciendo mayormente ahora es cursos de capacitación en mantenimiento de la paz. Hay intercambios profesionales a EE.UU, estamos hablando de una docena de personas cada año que van a los EE.UU y a la vuelta acá para estudiar en la Escuela de Guerra y cosas así.

Hay otra parte que tiene que ver con el equipamiento: las FF.AA tienen necesidades, y Argentina necesitaba nuevos aviones para capacitar pilotos. Estamos hablando de un avión que se llama T6, Texas, y no son armados, no son aviones de guerra, no son jets tampoco. Son 12 aviones y cuatro helicópteros”. Reveladoras declaraciones del más alto funcionario diplomático de “la” Embajada en este momento, sin dudas. Lamentablemente quienes saben de esto en el gobierno y en el Congreso se resisten a informar de qué se trata. Es un muy buen motivo para que insistamos con nuestro reclamo para que los diputados Amadeo y Laspina –a falta de funcionarios del ejecutivo disponibles- nos expliquen los alcances de estos acuerdos sobre compra o donación de armamentos en los que sorprendentemente participaron.

Ante tantas evidencias preocupantes no cabe otra cosa que el voto negativo a estas iniciativas del gobierno que nos subordinan en las delicadas cuestiones de la defensa y la seguridad interior al juego de las grandes potencias extranjeras y recrean la nefasta doctrina de la seguridad nacional. Nuestro rechazo será también una nueva oportunidad para la interpelación a partir de estas preguntas sobre las que exigimos respuestas urgentes de Macri y su gobierno:

¿Por qué se viola la Ley de Seguridad Interior y la Ley de Defensa Nacional con ejercicios militares que adoptan hipótesis propias de una Doctrina de Seguridad Nacional?

¿Por qué se pretende la autorización del ingreso al mar, la tierra y el aire argentinos de artefactos militares y tropas de un país que promueve el involucramiento de las fuerzas armadas en acciones de seguridad interior?

¿Dónde está Santiago Maldonado?

En el actual contexto, en materia de política exterior, defensa y seguridad, todo tiene que ver con todo. Evidente, triste y lamentablemente.

Guillermo Carmona. Diputado Nacional por Mendoza (FPV-PJ), vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto de la Cámara de Diputados argentina. Asesor del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

¿UNA LAGUNA EN LA OBRA DE MARX O IGNORANCIA DEL LECTOR?, Por Elmar Altvater

El intercambio metabólico entre naturaleza y sociedad en un modo de producción basado en el valor.

En los 150 años transcurridos desde que se publicó por primera vez el Capital se han formulado tantos reproches contra Karl Marx y, en mayor medida todavía, contra su amigo y coautor Friedrich Engels, que casi es imposible enumerarlas. A diferencia de los economistas políticos que le precedieron, Marx fue supuestamente incapaz de explicar la formación de los precios. Es más, según sus críticos, la depauperación que predijo de la clase obrera no se ha producido y el capitalismo no se halla en proceso de colapso, sino que ha surgido triunfante de la competencia entre sistemas. También se acusa a Marx y Engels de haber allanado el camino, con sus escritos teóricos y políticos, a las atrocidades de Stalin, siendo por tanto autores intelectuales de los crímenes cometidos en la “edad de los extremos”.

Estas son duras acusaciones que todavía hoy sostienen no pocos periodistas. Claro que algunas de las lagunas que Marx sin duda dejó abiertas en su obra, parecen más bien responder a un prejuicio: Marx, y especialmente Engels, supuestamente no tenían respuesta alguna a las cuestiones ecológicas que constituyen nuestra principal preocupación en nuestros días. Se dice que no tuvieron en cuenta el hecho de que el valor no solo lo crea el trabajo, sino también la naturaleza; que, en su edificio teórico, la naturaleza ocupa menos espacio que el que se otorga a la sociedad y que la noción monoteísta de la dominación de la naturaleza por los humanos no se cuestiona críticamente. Sin embargo, un examen de los escritos conjuntos de Marx y Engels, especialmente del primer volumen del Capital, demuestra que los lectores han dejado manchas y huellas dactilares, es decir, rastros de su existencia ecológica. Es imposible leer a Marx sin tener en cuenta la ecología. Uno lee a Marx con la cabeza y, por consiguiente, con la razón, pero la experiencia también es táctil y uno gira las páginas con la yema de los dedos.

Un autor sin puntos ciegos en su obra es como un héroe sin tacha, un verdadero modelo de un santo o, en otras esferas, un pelmazo monumental. Por descontado, los lectores que viven 150 años después de la muerte del autor son, ante todo, más inteligentes, o al menos deberían serlo, por mucho que el autor se llame Karl Marx. Sin embargo, esta inteligencia normalmente solo alcanza para detectar predicciones incumplidas del autor y para señalar una u otra laguna en su razonamiento; y para anunciar tales descubrimientos a los cuatro vientos. Algunos lectores solo son capaces de combatir las teorías de Marx armados con viejos argumentos.

Al igual que otros muchos autores y autoras, no cabe duda de que Marx dejó muchos flancos abiertos. Estos puntos débiles deben contemplarse como un reto para el lector de consolidarlos con sus propios pensamientos y los argumentos resultantes. Esto requiere cierto esfuerzo, por mucho que las lagunas que dejó Marx encierren tanto potencial que podrían dar pie a muchos centenares de ideas. Pero nadie cultiva estas creaciones en una época en que el presidente de un falso país ordena incursiones aéreas muy reales y mortíferas a golpe de Twitter por debajo del umbral de reflexión, y cuando, de modo menos escandaloso, la crítica de ideas, incluso de teorías elaboradas para las que Marx aportó una base científica y muchos ejemplos, pasa a formar parte de un oportunismo promocional adaptado afirmativamente, o cuando algún periodista insensato de un periódico respetado se propone la misión imposible de descubrir errores.

Nos referimos a Marx del mismo modo en que nos referimos a otras mentes preclaras que han impartido conocimientos indispensables para responder a los enigmas irresueltos en nuestra labor actual. Ni siquiera podemos nombrar a todas ellas porque algunas se han convertido en una segunda naturaleza y parte del discurso cotidiano, hasta el punto de que nos extrañamos cuando alguien menciona la autoría de algún pensamiento o dicho familiar; por ejemplo, que los economistas son gente que sabe el precio de todo, pero el valor de nada. Esto lo dijo Oscar Wilde, quien a todas luces, como poeta, lo sabía mejor que el club de premios Nobel de economía que se reúnen regularmente en Lindau para reflexionar sobre sí mismos en plan narcisista.

Marx dijo que las monedas y el dinero en efectivo del “sistema monetario” era un invento “esencialmente católico”, mientras que “el sistema crediticio [era] esencialmente protestante”. Como prueba, añadió que esto ya lo ilustraba el hecho de que “los escoceses odian el oro” (El Capital, vol. III). Hoy sabemos que fueron sobre todo protestantes quienes crearon el sistema monetario del euro y protestantes los que están tratando de abolir el dinero en efectivo en Europa. Una lucha entre confesiones lidiada con medios monetarios. Y Marx lo anticipó porque conocía el vínculo indestructible que existe entre un modo de producción basado en el valor y sus construcciones culturales e ideológicas.

Con cada nueva lectura de El Capital, uno descubre algo nuevo. Pero esto solo sucede si uno aborda el texto con curiosidad y desde una perspectiva actual y no lo lee como una serie de mandamientos grabados en tablillas de piedra. Incluso 200 años después de que naciera Marx persiste el vano empeño de no querer ver el mundo bajo la misma luz, sino sumergirse en la penumbra de la propia falta de visión. Hay marxistas fundamentalistas que demonizan una relectura crítica de El Capital(como la de Mathias Greffrath, de 2017), aunque ahora son menos en número.

Es una tarea intelectual fundamental de la Ilustración –podríamos añadir que con el fin de mejorar a la humanidad– arrojar luz sobre todo el ámbito de la lucha de clases, la diversidad de conflictos sociales y sus agentes, sus orígenes, sus dinámicas y formas de desarrollo y sus consecuencias deseadas y efectos secundarios no deseados. Esta diversidad es actualmente diferente de lo que fue durante la Revolución Rusa en 1917, o un siglo antes, cuando nació Marx en Tréveris en 1818, o en 1867, cuando Marx entregó en mano el manuscrito de El Capital a su editor de Hamburgo, Otto Meissner.

Se suponía que no era un mero manuscrito de un libro, sino “el más terrible misil que se ha lanzado hasta ahora a la cabeza de la burguesía”, como escribió Marx a Johann Philipp Becker el 7 de abril de 1867, poco después de volver de Hamburgo. Un escrito teórico, sumamente complejo y no fácilmente accesible a todos y todas que se convirtió en un proyectil en la lucha de clases. La prueba de la praxis indaga en su calidad para el trabajo teórico, para formular una estrategia y también para desarrollar tácticas en el ejercicio político de generar movimiento(s) social(es) y político(s). Todo el complejo de la sociedad burguesa, su economía y su ecología, pasa a estar en el punto de mira. Marx destaca entre los economistas como el único que, en las categorías que examina, considera y descodifica analíticamente “el contexto dialéctico general” de la materia y el valor, el material y la forma, el valor de uso y el valor de cambio, el trabajo concreto y abstracto, la naturaleza y la sociedad, la estructura social y la acción individual y colectiva, y por tanto de la teoría y la práctica.

El contexto general del “modo de producción basado en el valor” determina el enfoque analítico, la forma y el alcance de la crítica. Es holístico, más completo que los enfoques analíticos de otras ciencias sociales y “escuelas” de economía teóricas, que de este modo presentan más lagunas que los enfoques teóricos de la obra de Marx y Engels. Por esta razón, Marx es el único economista (sí, el único) en cuyo sistema de categorías pueden analizarse y debatirse adecuadamente los problemas ecológicos de la sociedad capitalista. ¿Es esta una afirmación arrogante y por tanto descarada y boba? Es posible, pero hay buenos argumentos que avalan esta línea de razonamiento.

Antes del comienzo de la era industrial impulsada por los combustibles fósiles también había teorías económicas, por lo que la historia del dogma se remonta hasta tiempos bíblicos. Sin embargo, únicamente desde que el hombre comenzó a utilizar los combustibles fósiles de modo sistemático los trabajadores han sido capaces de emplear instrumentos para alterar la naturaleza que, por un lado, permiten aumentar la productividad del trabajo y la “riqueza de las naciones” hasta niveles antes inasequibles, pero que, por otro, también conducen a la destrucción de la naturaleza. El metabolismo de la reproducción capitalista abarca tanto el consumo como la excreción, es decir, la creación de material natural, aunque su composición no siempre puede ser tolerada por el hombre o la naturaleza. La crisis medioambiental comienza y los efectos que tiene este cambio en las condiciones de vida de la gente los describe Engels en su obra de 1844 titulada La situación de la clase obrera en Inglaterra.

La posibilidad del crecimiento proporciona el ímpetu para los esfuerzos tanto científicos como empíricos para investigar sistemáticamente los orígenes de esta nueva riqueza. ¿Proviene del comercio practicado en el mercado o del trabajo realizado en el proceso de producción? Son preguntas que se puede plantear cualquier hada buena, pero a las que no puede dar una respuesta satisfactoria. Cuando el hada no llega, ha de intervenir la ciencia. Toma forma una nueva disciplina, al comienzo, por supuesto, dentro del canon científico tradicional. Por eso no es extraño que los enciclopedistas prerrevolucionarios de la Francia del siglo XVIII creyeran que las respuestas a las cuestiones económicas se hallaban en la doctrina moral. En este punto, los neoliberales modernos solo pueden negar con la cabeza. En todo caso, nació la economía política. Empecemos por tanto con un breve repaso de las escuelas de pensamiento económico más influyentes que ha conocido el mundo desde el siglo XVIII.

1) Los economistas clásicos entendían que el valor económico lo crea el trabajo y que el factor clave es el excedente, es decir, la plusvalía. También identificaban la diferencia entre material y valor, pero no llegaron a reconocer su forma social específica. Para ellos, el capitalismo y la economía de mercado eran la ultima ratio del orden económico y natural. La diferencia entre el excedente en las sociedades precapitalistas y la plusvalía en la sociedad capitalista dejó de ser un tema, tanto como la posibilidad de una sociedad poscapitalista o la cuestión candente en que se ha convertido hoy el medio ambiente.

No obstante, los “economistas clásicos” habían reconocido que la economía era política y que tenía algo que ver con “sentimientos morales” y la ética, al tiempo que también tenía que ser analíticamente fuerte e influir normativamente en el orden de la comunidad. Por consiguiente, la economía política era –al menos al comienzo de la época burguesa– un programa autoconsciente para diseñar lo que Leibniz consideraba el mejor de los mundos posibles. Para los intereses de la burguesía (la clase capitalista ascendente), la economía política clásica era una ciencia partidista. Todavía no estaba afectada por los conflictos en torno a los juicios de valor desatados en el siglo XX.

2) La idea presuntuosa y realmente loca de la mejor sociedad posible ya fue ridiculizada a comienzos del siglo XVIII por Bernard Mandeville (1703) en su poema satírico La fábula de las abejas y por Voltaire en su novela Cándido, dirigida contra Leibniz. Claro que el escarnio y la burla no eran una “crítica de la economía política”, sobre la que Marx estaba trabajando desde la década de 1840. La economía política que surgió primero como ciencia de la mano de la burguesía no se desarrolló hasta convertirse en una crítica de la economía política, sino que siguió el principio más cómodo de separar todo lo que era económico de los contextos sociales y políticos, así como de los conflictos, presiones de legitimización, tradiciones y costumbres. Esto encaja en el paisaje de lo que hoy es la economía de mercado capitalista prevaleciente.

La economía se convirtió en la ciencia de una economía de mercado descontextualizada, que pasó a ser objeto de la investigación de Karl Polanyi (1978). La economía dejó de considerarse economía política, tal como la habían concebido los economistas clásicos; contemplaba las normas moralmente justificadas a la defensiva y con escepticismo y estaba muy lejos de una crítica de la economía política materialista y dialéctica. La palabra “economía”, que remitía a su sustancia materialista, y por tanto social y natural, también quedó suprimida y fue sustituida por economics (ciencia económica). A lo largo de esta historia de descontextualización, en cuyo transcurso desapareció toda noción de sociedad, política, cultura y naturaleza del concepto de ciencia económica, también cayó en desgracia la crítica de los discursos económicos, quedando después fuera de los planes de estudio universitarios: desterrados, cómo no, del contexto social que todavía encerraba el término “economía”. El triste estado de las facultades de ciencias económicas actuales tiene por tanto una historia igual de deprimente.

Los economistas neoclásicos del siglo XIX, y especialmente sus seguidores neoliberales del siglo XX, no se interesaban por tanto más que por el aspecto monetario de los procesos económicos y no perdían el tiempo estudiando el origen, la forma y el contenido del dinero, que ellos son los únicos capaces de emplear para debatir sobre cuestiones económicas. Por tanto, cuando despotrican sobre el capital natural, no son capaces de reconocer problemas ecológicos y comentarlos racionalmente. Las notificaciones de los bancos centrales que han establecido ellos mismos sobre la masa monetaria (que, de acuerdo con una gracia del sumo sacerdote neoliberal, Milton Friedman, ha sido lanzada desde un helicóptero, ganándose por tanto el nombre de dinero helicóptero M1, M2, M3, etc.) son suficientes para ellos.

Desde su punto de vista, el valor creado por el trabajo, así como la economía material de la materia y la energía, carecen de importancia. Tampoco les interesa el proceso de producción previo al funcionamiento del mercado ni el proceso de vertido de residuos, aguas residuales y gases de escape en el medio natural del planeta Tierra, una vez fabricados y consumidos los productos. Lo único que importa es que todo tenga su precio, que los economistas pueden entonces calcular. La naturaleza solo interesa como capital natural; y los seres humanos, como capital humano.

Este es el nadir de la inteligencia económica que el Comité Nobel ha celebrado con incontables premios. El mismo economista admite que esto es inhumano, en su mayor parte, sin entender qué está diciendo: cuando él (solo en unos pocos casos habría que decir “ella”) hilvana supuestos muy artificiales en modelos matemáticos o asume la racionalidad del homo oeconomicus. Esto siempre es instrumental y por tanto ha de excluir del cálculo todo lo que no aparece en el radar del “hombre económico” o del “inversor”. Por tanto, queda exento de toda responsabilidad por el daño medioambiental causado por el afán de lucro que nutre las decisiones de inversión. “Los costes sociales y el quebranto medioambiental… pueden considerarse la principal contradicción dentro del sistema de empresa lucrativa”, escribe K. William Kapp, uno de los pocos economistas que han abordado la cuestión de las consecuencias medioambientales de la acumulación de capital privado.

En la teoría económica neoclásica, con su capital privado desbocado, el afán de acumulación y el recorte de los bienes comunes y de la regulación estatal, la externalización es un principio estructural, indispensable en la economía capitalista moderna. Los intentos de internalizar los “costes sociales”, por consiguiente, solo pueden materializarse si se pone en tela de juicio la racionalidad de la sociedad capitalista, es decir, si se cambia de sociedad. La externalización es por tanto una expresión (que los economistas no captan) de la descontextualización de la economía de mercado con respecto a la sociedad y la naturaleza, cosa que Marx criticaba, calificándola de fetichismo. Esto inhibe la comprensión que la ocupación del planeta con fines de valorización capitalista (habitualmente comercial), llamada “externalización”, es nada menos que la digestión de la naturaleza en el tracto metabólico insaciable y glotón de la economía y la sociedad.

3) Fue en la política económica keynesiana que siguió a la gran crisis económica global de la década de 1930 cuando se redescubrió el espacio y el tiempo, y por tanto categorías de la naturaleza, como elementos significativos para los economistas. Sin embargo, la comprensión fue extremadamente limitada, puesto que la principal preocupación consistía en detectar inestabilidades económicas que surgían a resultas de la incertidumbre de decisiones de inversión que tendrían efecto en el futuro. Una decisión se adopta en el presente sobre la base de certezas dadas que provienen de periodos que ya pertenecen al pasado. Las expectativas, en cambio, se basan en ingresos futuros. Por tanto, las inversiones siempre conllevan necesariamente un riesgo y pueden fracasar, pues el futuro es desconocido y las cosas pueden evolucionar de un modo muy diferente de lo previsto por la entidad económica que ha tomado la decisión. Esta entidad compara tipos de interés externos e internos, interés de mercado que puede regularse dentro de ciertos límites por parte del banco central, con la tasa de beneficio, que depende de la productividad y los costes laborales. Sin embargo, las decisiones se basan en cálculos privados, centrados en el beneficio.

4) A diferencia de la economía clásica, de la economía neoclásica o del keynesianismo y sus variantes, en la economía termodinámica la materia, la energía y sus transformaciones, es decir, las condiciones ecológicas de la producción, el consumo y la circulación, son categorías centrales. La economía termodinámica fue la respuesta que dan los economistas que están descontentos con las escuelas de pensamiento neoliberales y neoclásicas que olvidan la naturaleza. También respondía a la teoría de Marx, aunque sobre la base de una interpretación terriblemente truncada del análisis marxiano del modo de producción basado en el valor (y no, desde luego, en la materia).

Actualmente, la economía termodinámica o bioeconomía suele mencionarse en relación con el matemático y economista rumano Nicholas Goergescu-Roegen y su obra principal del año 1971. Las transformaciones materiales y energéticas tienen una importancia fundamental para el análisis económico y no deben excluirse del mismo, puesto que todas las transacciones económicas tienen lugar en el espacio y en el tiempo y una ciencia económica que no tenga en cuenta el tiempo físico y el espacio físico sería por tanto absurda, pues excluiría la posibilidad de comprender el carácter entrópico de todas las transformaciones económicas de la materia y la energía.

Con el tiempo aumenta la entropía, es decir, una vez utilizada, la energía no puede reutilizarse (algo parecido ocurre con el material). Disminuye la calidad del rendimiento del trabajo. Esto lo señala la economía termodinámica, que, en contraste con la economía neoclásica, permite discutir debidamente la externalización de los costes sociales generados en la economía privada, como se ha mencionado más arriba. Sin embargo, en la economía termodinámica se deja de lado el análisis de las formas sociales de la actividad económica. Ni siquiera entran dentro de su campo visual. Tampoco se reconoce suficientemente el significado de los agentes capitalistas que están detrás de las actuales transformaciones –desastrosas para el medio ambiente– de la materia y la energía ni cómo influyen en la ecología y la política medioambiental. Una vez más, el papel central de la categoría de la naturaleza dual del trabajo y su producto, la mercancía, se presenta como “pivote” de la economía política.

5) La economía política ha sido unilateral desde el comienzo. O bien todo lo que importa es el dinero, o bien todo se centra en la materia y la energía. La forma social específica del uso de la materia y la energía en el modo de producción capitalista y las cuestiones de por qué el dinero se transforma en capital y por qué el modo de producción revoluciona entonces todos los modos de vida, no aparecen en el radar de los teóricos de la economía de ninguna de las dos vertientes. Esta unilateralidad no se suprime de ninguna manera cuando se diversifica declarándola “economía plural” y se acentúa cuando se utilizan múltiples nombres, como economía plural, economía de los comunes, economía comunitaria y economía del poscrecimiento.

Así no se crea la ciencia que, desde Marx, se denomina “crítica de la economía política” y que nosotros, junto con Engels, podemos llamar “la ciencia del conjunto dialécticamente relacionado” o bien, como diríamos hoy, un enfoque holístico acorde con la teoría del caos. El pluralismo es bueno, pero no basta para captar las contradicciones y crisis de la dinámica social de las economías capitalistas y la “web of life” (Jason Moore) que regulan en el planeta Tierra. Hasta ahora, esta “red de vida” no se ha reconocido en toda su complejidad, y puede que no se pueda captar científicamente, y además comprende a muchos actores que todos desempeñan una función en el conflicto social y en las luchas de clases de la era ecológica. Hemos de reconocerlos lo antes posible para poder seguir siendo capaces de actuar. El espacio medioambiental de que disponemos no solo es limitado, como se ha constatado desde la década de 1990 con las conclusiones de los estudios sobre los límites del crecimiento. Quienes nos hallamos en la “esfera planetaria limitada” (por utilizar un término citado por Immanuel Kant) nos acercamos a los “límites planetarios” marcados por un grupo internacional de científicos encabezados por Johan Rockström en 2009. Ya hemos sobrepasado algunos de ellos. Estamos viviendo a salto de mata. La oferta es cada vez más escasa, pero la demanda sigue exigiendo a voz en grito, sobre todo por parte de los “great Americans”.

Las pruebas aportadas por los científicos, que no solo demuestran el carácter finito de los recursos, sino también el declive del planeta Tierra, a medida que este se convierte en un único gran vertedero o en un cementerio de residuos peligrosos, son tan obvias como aterradoras, máxime cuando se tienen en cuenta los agentes capitalistas analizados por Marx, y por tanto específicos de esta formación social: la producción de valor, que trata el trabajo, es decir, a los seres humanos, así como el mundo natural, sin ninguna consideración, y que debe imponerse cada vez en contra del interés capitalista de proteger a la naturaleza y a la humanidad. “¡Acumulad, acumulad! ¡Esto es Moisés y los profetas!” (Karl Marx, El Capital, Volumen 1): así se refiere Marx a la regla de oro del capitalismo. Hasta las normas de pureza más evidentes han de arrancarse al capital si esto restringe siquiera un poquito la creación de plusvalía a través del trabajo. El antagonismo existente entre materia y valor, trabajo asalariado y capital, naturaleza y sociedad, acumulación y crisis debe entenderse por tanto, sobre todo, como una contradicción económica y un conflicto social dentro del modo de producción capitalista antes de poder hablar razonablemente de economía del bien común, del poscrecimiento, etc. o de economía plural, que no quieren saber nada de las imposiciones del sistema.

En la economía neoliberal dominante, la situación es desesperada. Pero incluso la economía pluralista de la sostenibilidad cree en la reconciliación de los intereses del capital con el interés de la preservación de la naturaleza y los intereses de los trabajadores. Desde luego, los conflictos sociales no siempre se libren sobre el filo de un cuchillo; se producen negociaciones, los acuerdos son posibles e incluso perduran algún tiempo. Los Objetivos de Desarrollo Sosternible (ODS) ofrecen un rayo de esperanza y son una señal del surgimiento de un nuevo futuro de poscrecimiento sostenible.

Podemos ver algunas similitudes con los acontecimientos que tuvieron lugar durante los periodos de reformismo, cuando el movimiento obrero creía en la posibilidad de conciliar intereses de clase enfrentados. En los conflictos ecológicos también se están sentando las bases, de modo que las partes pueden avanzar algún día codo a codo hacia el acuerdo. Sin embargo, la manera en que puede lograrse la sostenibilidad socioecológica deseada y la forma que debería adoptar si no se pone coto al impulso acumulador del capital, es decir, si no se priva de poder a Moisés y los profetas, es un tema que todavía debe abordar la economía plural.

Marx y Engels escribieron en el Manifiesto Comunista que hasta ahora la historia ha sido una historia de lucha de clases. Este sigue siendo el caso. Sin embargo, en el futuro las luchas no solo se producirán en relación con los salarios, el rendimiento y la cantidad y calidad del empleo dentro de la sociedad capitalista existente, y/o con la conveniencia de cambiar este marco social, sino también en relación con las condiciones de vida y de trabajo en una sociedad en los límites de la capacidad del planeta. La organización de un imperialismo de saqueo, como el descrito por David Harvey (2005), o la externalización de cargas y la sobrecarga de la naturaleza a raíz de los cálculos racionales efectuados por “inversores”, descrita por Lessenich (2016), no son más que un vano intento desesperado de erigir una valla protectora que ya ha sido tumbada.

No hay otra opción que crear una sociedad económicamente eficiente y socialmente equilibrada, organizada democrática y ecológicamente de acuerdo con los principios de sostenibilidad. Muchos recibirán este mensaje con aprobación. Pero no proviene de la conciencia de las ventajas de una economía de poscrecimiento, porque esta no puede existir sin ir más allá del capitalismo. Como siempre ha ocurrido en la historia, es el resultado de las luchas de clases por un futuro digno de ser vivido, en el siglo XXI y más allá: esfuerzos políticos pragmáticos en pro de la configuración del conjunto dialéctico global con criterios de humanidad y ecología.


Traducción: viento sur


Elmar Altvater es profesor emérito de economía política (internacional) del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Libre de Berlín.