jueves, 19 de agosto de 2021

LA GIRA ANTICHINA DE SULLIVAN POR BRASILIA Y LA CASA ROSADA por Lido Egisto Iacomini* para Vagos y Vagas Peronistas

 


La gira fue breve, pero la tela que dejó a cortar es larga. J.J.Sullivan arribó a Latinoamérica en una coyuntura crucial, sacudida por un viraje desde un neoliberalismo omnipresente hacia un escenario diversificado, donde la disputa geopolítica internacional hace crujir las estructuras de las antiguas y anquilosadas dependencias. 

América Latina, con el eje estructurador de Amlo-Alberto Fernández marcha hacia una nueva reconfiguración institucional, superadora de la OEA almagrista y de relativo (o actualizado) retorno a la CELAC y UNASUR. 

Los EEUU en la era BIDEN parecieran tener dos objetivos estratégicos: en lo global frenar la influencia China en la región y segundo impedir que Brasil se integre en tándem con Argentina y Méjico porque semejante triángulo de dimensión aglutinante (con indudable arrastre sobre los 32 países de la CELAC) plasmarían la realidad de la multipolaridad por muchos tan mentada y deseada. 

El problema para Biden es que un Bolsonaro en declive es un sapo indeseable para los demócratas norteamericanos y la alternativa Lula, en este marco de creciente radicalización, es un riesgo poco controlable. Otro sapo no fácilmente digerible. 

Por ahora y a la espera de una tercera vía, los EEU tratan de asegurarse el control de los militares y ofrecieron a Braga Netto (su Ministro e Defensa) convertir a Brasil en Socio Global en el marco de la OTAN, sin dudas una aspiración grandilocuente para mariscales de viejo cuño, compensatoria de una Copa América o sucedáneas. El mentado freno a China, de fortísima presencia en el intercambio comercial y creciente inversor financiero en la región, es la moneda de cambio que exige Wassington. 

Brasil, potencia sojera que se expande al costo de destruir la principal reserva ambiental del continente, compite con Argentina pero también con EEUU, por el mercado chino. 

La agenda ambientalista, despreciada por Trump y revalorizada a la llegada de Biden ante la gravedad alcanzada por el desastre climático y el rediseño de las políticas de alianzas norteamericanas, sirve también para encubrir otras contradicciones. Parafraseando el refrán, es difícil que el chancho chino vuele. Los formidables intereses del extractivismo agrario y minero son un ancla fuerte para los vaivenes políticos de la superestructura política, mientras el Amazonas llora. 

Al tiempo que la poderosa comitiva encabezada por Sullivan intenta poner la valla tecnológica en el 5G, Jair Bolsonaro se empeña en retroceder del voto electrónico al papel, en una búsqueda de aval para una intentona golpista. Suena a chantaje: o los demócratas de Biden aceptan la prolongación artificial de la vida del oscuro capitán vía fraude o autogolpe o vuelve Lula. El rudo metalúrgico no muestra las uñas sino su experiencia política sagaz y amplía sus alianzas, dónde Fernando Henrique Cardozo cumple un papel fundamental. Democracia o fascismo por delante y por detrás una poderosa alianza subcontinental con proyecciones geopolíticas aggiornadas en la era de la disputa hegemónica de la postpandemia.

El arribo a Buenos Aires enfrentó a los brigadistas de Biden a dilemas distintos pero no menores. Sullivan-González, con la presunta llave de la faltriquera del FMI y en las vísperas, en las que se dice que nadie muere, se medían con los aspirantes a constructores de una fina diplomacia vaticana que encabezada por Felipe Solá no ocultaba los perfiles de Arguello, Beliz y Sergio Massa. Quizás sin mostrarse tanto, la figura más papal que vaticana de Eduardo Valdés. Objetivo poco oculto: reemplazar a Brasil como socio latinoamericano privilegiado.

Como telón de fondo, el viaje de Alberto Fernández al encuentro de una nueva camada de dirigentes latinoamericanos y del perfil en forja de la institucionalidad que se viene. Asumió Castillo y feneció el Grupo de Lima. 

Parece poco casual que una figura de relieve como el ex canciller Jorge Taiana haya sido nombrado por el Presidente como nuevo Ministro de Defensa. Hace pocos días hizo declaraciones fulminantes sobre Luis Almagro y la OEA. Si nos atenemos a que su jura en el cargo se realizó apenas horas después de la partida de la delegación norteamericana suena a reafirmación de una conducta autónoma frente a una presión externa muy pesada y contradictoria con nuestras necesidades.

Hasta ahora los magros resultados que Guzmán trae de las últimas rondas conducen al estancamiento que las vagas promesas de la nueva administración norteamericana no destrabarán. Para conseguir que Argentina sea el aliado privilegiado en la región, una necesidad norteamericana que el Brasil de Bolsonaro por ahora no está en condiciones de cumplir, Biden tendría que entregar más y exigir menos, en los términos más fenicios de la negociación. 

Ya que mencionamos a Taiana, mientras EEUU ofrece material chatarra para reequipar a nuestra fuerza aérea Rusia y China los últimos diseños de su ingeniería de avanzada. Sin hablar de sus presiones para incursionar en la áreas de nuestro mar territorial y de la ocupación de Malvinas por la OTAN. Ofendidos por nuestros avances con ARSAT exigen que rechacemos el 5G chino y toda la línea tecnológica contemplada en la alianza estratégica afianzada en los últimos años, incluida la era macrista. 

No alcanza con la donación, importante sí, de las vacunas que les sobraron y a punto de vencer. Ni con algunos créditos tecnológicos compensatorios de nuestro abandono de la tecnología china. La piedra de toque es la deuda fraudulenta e impagable que los antecesores de Biden acordaron en el FMI con el macrismo en retirada. La brigada norteamericana terminó su gira. 

Como una Armada Brancaleone de una potencia en decadencia deja los dilemas sin resolver: en Brasil, para mantener a dicho país como socio principal en la región debe respaldar al fantoche Bolsonaro en el poder, abominando de la democracia de manera descarada. 

En tanto en Argentina pareciera buscar la derrota del proyecto nacional popular encabezado por Alberto y Cristina en las elecciones sino del 21, las del 23, obturando la negociación con el FMI para impedir la reconstrucción económica. La obsesión que hoy domina la política norteamericana y que establece un nexo de continuidad entre los republicanos de Donald Trump y los demócratas de Joe Biden se llama República Popular China.

La limitación que impide el éxito de sus presiones radica por un lado en que los asiáticos se han convertido en un motor fundamental de la economía mundial. Incluso traccionando la economía capitalista occidental, empantanada por el desastre producido por el neoliberalismo y su protuberancia, la financiarización. Ofrece mercado demandante y enorme, asociación con menores condicionantes mientras no es observable su apoyo a los generadores de desigualdades y disturbios como sucedió y sucede a nuestra vista en todos los países de la región. 

Se ha creado ya un entramado de relaciones de todo tipo con China en la región y las exigencias norteamericanas de corte con lo que llaman la peligrosa potencia oriental en nombre de su seguridad chocan con la realidad.

*"Participación popular".

domingo, 15 de agosto de 2021

"CAMPO", GOBIERNO Y POLÍTICA por Gerardo Andrés Cabail* para Vagos y Vagas Peronistas

 



El ciclo de la historia, es un tema para los filósofos y para aquellos que entienden el transcurso del tiempo, que inexorablemente nos trasciende. Para la mayoría de los mortales 10 años pueden ser demasiado, o suficiente para arriesgar alguna opinión. Y es que estamos a una década de las elecciones del 2011, aunque las actuales son legislativas o de medio término, y aquellas fueron ejecutivas/legislativas, pero elecciones al fin. ¿qué pasó entonces? Cristina Kirchner ganó superando el 54% de los votos, la más votada de nuestra historia, después de Perón. ¿De dónde salieron esos votos? de la propia fuerza política, más los sectores que según los acontecimientos se vuelcan legítimamente para uno u otro lado.

El campo desojó la margarita aquella primavera de 2011, y el ultimo pétalo, (sin despreciar la buena elección de Hermes Binner), salió para Cristina: “te quiero mucho”, amor que no venía de los sentimientos, sino de los números: el margen bruto (MB) de la actividad agropecuaria, que son las ganancias sin considerar amortizaciones ni gastos indirectos, daba muy bien, al igual que los valores de arrendamiento, y al igual que en este año 2021, en que se registran excelentes precios y se prevé un considerable aumento del área sembrada respecto de la campaña anterior y mayor compra de maquinaria agrícola.

A modo de ejemplo, los alquileres de campo de este año, en provincia de Buenos Aires (zona noroeste) rondaron la tonelada y media de soja por hectárea/año, traducido en plata podemos decir que el propietario de un campo chico, digamos 100 hectáreas, si las arrienda o alquila (como la mayoría), recibe a valor soja el equivalente a unos 360.000 $/mes, nada despreciable por cierto, números que podrían mejorarse si se trabajara en base a una transición agroecológica, que recompone la fertilidad del suelo, la calidad del agua y aire, utilizando cada vez menos insumos, y combinando la agricultura con la ganadería en una simbiosis positiva, pero las vacas fueron desplazadas y marginadas para dar espacio a la soja en el marco de la agricultura industrial y extractiva, que no se conformó con eso sino también con la destrucción de cientos de miles de hectáreas de monte en el centro y norte de nuestro territorio, muchas de las cuales están ubicadas en áreas protegidas por la ley 26.331 o ley de presupuestos mínimos de protección ambiental de bosque nativo (Miguel Bonasso dixit), ley que fue aprobada a pesar del boicot que sufrió en el tratamiento legislativo, pero a 14 años de su aprobación brilla por la falta de aplicación y control, provocando no solo problemas ambientales sino también sociales por el desplazamiento de comunidades y grupos originarios que viven en, y de, lo que el monte naturalmente brinda.

No obstante, con respecto a la ganadería, desde hace varias décadas nuestro rodeo bovino no crece mucho más allá de los 50 millones de cabezas, con un índice de destete (terneros logrados sobre el total de madres) que apenas supera el 60%, mostrando por un lado la ineficiencia productiva, y por otro la oportunidad perdida de contar con un valor superior en kg de carne tanto para exportación  como para consumo interno, pero parece más fácil insistir con el mito (o el verso) de ser el país del trigo y las vacas, el granero del mundo, el que puede alimentar 400 millones más de personas, que asumir un modelo productivo más eficiente, rentable y respetuoso del medio ambiente.-

Difícil integrar y acercar posiciones entre el campo y el gobierno, cuando hay un campo reaccionario que organiza jornadas de protesta, aunque el conflicto resulte ajeno, tal el caso   del reciente conflicto de la carne, que fue entre el gobierno y la industria frigorífica, NO con el campo, que de todas maneras organizó una protesta. Y el gobierno con una enorme estructura para direccionar y potenciar la producción agropecuaria, como el Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca, con sus programas y proyectos, Secretarías, Subsecretarías, Organismos Descentralizados como SENASA, INTA, INASE, INIDEP, INV, debería reflejar mejores resultados en cuanto al bienestar de los argentinos refiere. -

Volviendo y cerrando con la historia, digamos que NO se repite, al menos no de la misma forma, pero en el fondo, hay que mirarla con atención para ver que se esconde en las motivaciones humanas al votar, la ideología es un denso y apasionante condimento, la conveniencia y las ambiciones juegan su partida, pero la voluntad de poder para cambiar la realidad y mejorarla, está entre las virtudes de la política. Con todo, será imposible evitar la sorpresa, más allá de considerar que la historia SI se repite, pero según el oculto y verdadero Nietzsche, con otras circunstancias. 


* Médico veterinario y docente (UBA y Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires). Se capacitó en producción porcina en Iowa, Estados Unidos. Se desempeñó como Promotor-Asesor del programa Cambio-Rural-INTA. Fue Concejal electo por el Frente para la Victoria (2007-2011 y 2011-2015) en Bragado, donde reside actualmente.


viernes, 6 de agosto de 2021

ACERCA DE LA DENSA HISTORIA DE UNA CIUDAD PUERTO por Hugo Chumbita * para Vagos y Vagas Peronistas

 



Pienso en la pandemia como una amenaza del mundo exterior cernida sobre al territorio que habitamos. Tengo la impresión de que es una reacción de la naturaleza ante las agresiones al ecosistema perpetradas por la especie humana, que va convirtiéndose en una plaga para nuestro planeta, con su desmedida concentración de riqueza y poder en el hemisferio norte y los abusos que se cometen contra las demás especies. Pero dejando el asunto para que lo respondan quizás las ciencias y la filosofía, en un enfoque histórico más acotado, si vemos la pandemia como un castigo que viene de afuera, parece una metáfora del destino del país desde que se creó el Virreinato del Río de la Plata.

 

          Quiero recordar que la Argentina se modeló a partir de entonces como un embudo, con un puerto-puerta destinado a abrir esta región al intercambio con la metrópoli, al cual arribaban y del cual partían los galeones trayendo vituallas y esclavos para llevarse el oro y la plata del Potosí; un comercio que fue variando para extraer después los cueros y lanas, más adelante las carnes y granos, mediante la construcción de la tela de araña ferroviaria que traía las manufacturas de Europa y arruinaba las bases de la industria local.

 

          Esta cabeza de Goliat fue creciendo exponencialmente con las oleadas de trabajadores inmigrantes que bajaban de los barcos, más los otros que vinieron de tierra adentro. El siglo veinte conmovió el reinado de los ganados y las mieses, la crisis mundial del capitalismo alteró la ecuación agroexportadora y el crecimiento se encaminó con la industria nacional, pero el tejido de la dependencia se reconfiguró con el ingreso de más capitales multinacionales y el tráfico de otras mercaderías e insumos. Hasta la era actual, en que los avances tecnológicos han ido removiendo los muelles y la ciudad capital es más que nada un puerto virtual, siempre en la función de intermediario, como sucursal de las corporaciones y las redes financieras globales: el mostrador donde se despachan los grandes negocios.

 

          La historia de la ciudad está llena de acontecimientos memorables que la enaltecieron, desde la expulsión de los invasores británicos y el alumbramiento revolucionario de la república; aunque también la gran aldea fue asediada por los levantamientos de las provincias que reclamaban compartir los frutos de la emancipación, en una larga disputa que culminó implantando el retaceado sistema federal. En la etapa de las guerras civiles los propósitos unitarios fueron derrotados, pero la ciudad contaba con los recursos de la hegemonía mercantil para mantener sus privilegios.

 

          Después de Caseros se segregó para formar un Estado aparte, y después de Pavón se mantuvo como capital de la provincia bonaerense, hospedando graciosamente al gobierno nacional. Los intentos de poner la capital en el interior fueron vetados por el sanjuanino Sarmiento, y en 1880, cuando la ciudad albergaba unas 80.000 almas, Buenos Aires fue finalmente nacionalizada, venciendo la resistencia en armas del bando mitrista a costa de más de 3.000 muertos. Para que fuera, como dijo entonces el diputado José Hernández, el lugar de encuentro y armonía de provincianos y porteños, donde fraguara “el espíritu nacional”. Np fue posible, porque continuó siendo el reducto de la dominación oligárquica.

 

          Frente al orgulloso bastión elitista que miraba hacia afuera, una y otra vez se alzaron las demandas por rectificar el rumbo, que tuvieron mayor eco en los  pueblos interiores y en las orillas circundantes, en el cinturón fabril donde acudieron a radicarse los migrantes de las provincias. Un día de 1945 esas masas obreras de pigmentación más oscura inundaron las calles y la plaza, sorprendiendo a quienes las ignoraban y comenzaron a verlas como una peligrosa marea que ascendía de los suburbios.

 

          A la capital federal se la había dotado de un régimen municipal especial, con el intendente designado por el presidente y un Concejo Deliberante electivo, además de elegir senadores y una cantidad de diputados nacionales –llegaron a sumar un tercio de la Cámara− que le conferían peso importante en el Congreso. La composición social de la urbe tenía sus rasgos diferenciales que se reflejaron en el escenario político, como fue el caso de la inserción electoral de los socialistas, que alguna vez alcanzaron mayoría en los comicios capitalinos. Las cosas cambiaron con el advenimiento del peronismo, aunque la capital resultó ser el distrito donde su mayoría no era tan holgada, y los radicales se aproximaban a empardar el caudal de sufragios peronistas, por lo que las circunscripciones uninominales de la ley de 1951 se trazaron de modo que el voto de los barrios populares compensara el de los de más categoría.

 

          En la evolución posterior, la población de la ciudad quedó estancada en casi tres millones, mientras en las zonas linderas de jurisdicción provincial seguía creciendo el conurbano, donde habitan hoy unos doce millones de personas; numerosos municipios a los que se fueron desplazando las fábricas y puertos, nuevas actividades productivas,  villas precarias y barrios residenciales cerrados, en un proceso espontáneo, desordenado y en gran medida anómalo, Una megápolis que encierra grandes disparidades de nivel de vida e infraestructura de servicios, con ventajas para el distrito capital por sus recursos públicos, que es difícil corregir en esta acompleja configuración política.

 

          Agotado el ciclo de las dictaduras militares en el que regía la arbitrariedad de facto, volvieron al primer plano las deliberaciones sobre el sistema político. Se planeó reformar la Constitución, y el multipartidario y multisectorial Consejo para la Consolidación de la Democracia del tiempo de Alfonsín propuso, entre otras medidas, mudar la capital a los umbrales de la Patagonia y crear entonces una nueva Provincia del Río de la Plata que abarcara la ciudad porteña y el conurbano bonaerense, Era un plan de trascendencia geopolítica, que apuntaba por un lado a instalar el gobierno nacional en un lugar distante de la base tradicional de los “poderes fácticos”, y por otro lado integrar y equiparar el núcleo capitalino con sus prolongaciones de la periferia metropolitana.  

 

Pero tales ideas fueron dejadas de lado en el Pacto de Olivos que condicionó la reforma constitucional, reduciendo el tema a la elección popular del intendente. Parecía pues una forma de restar algo a la omnipotencia presidencial y crear un cargo ejecutivo que tal vez no pudiera ganar el peronismo.

 

Los términos fueron variando en otro sentido en el trámite de las Coincidencias Básicas de los dos partidos mayoritarios y en la Convención Constituyente de 1994. El punto de la elección del intendente se amplió hasta concebir un Estado-ciudad autónomo, a medias municipal y provincial, con su Legislatura y su Estatuto organizativo, donde el ejecutivo pasaba a titularse jefatura de gobierno. Se desecharon las numerosas objeciones de forma y de fondo formuladas en los debates por quienes alegaban que la capital “es de todos los argentinos” y advertían previsibles conflictos de competencia. En prevención, una cláusula constitucional estableció que por ley del Congreso se garantizarían los intereses del gobierno nacional mientras la ciudad fuera capital federal.

 

En efecto, en 1995 so dictó la Ley Cafiero, por la cual el Estado nacional se reservó diversas instituciones y facultades, incluso la justicia ordinaria y atribuciones de seguridad policial, circunscribiendo las funciones judiciales de la ciudad a los asuntos vecinales, contravenciones y casos contencioso-administrativos y tributarios locales.

 

          Pero los trabajos del parto de la Ciudad Autónoma continuaron tratando de darle mayor rango a la creatura. En 1996, la primera elección de sus autoridades mostró el predominio en el ámbito porteño de las dos alas de la Alianza, la UCR delarruísta y el Frepaso, que protagonizaron la elaboración de sus instituciones. La Legislatura Estatuyente se autodenominó “Convención Constituyente” y al estatuto lo llamaron Constitución para jerarquizarlo, según declaró la presidenta de la asamblea Fernández Meijide. El texto incluyó una extensa declaración de derechos ciudadanos y reguló los tres poderes orgánicos excediendo los límites de la Ley Cafiero, con una cláusula transitoria según la cual las disposiciones que sobrepasan las limitaciones de aquella ley tendrán aplicación cuando “una reforma legislativa o los tribunales competentes habiliten su vigencia”.

 

          A partir de allí, los gobiernos porteños comenzaron a disputar y absorber competencias, rebajando a la vez sus previstas alcaldías municipales a meros centros administrativos, y aumentaron los recursos propios y delegados por la Nación. Fue también notoria una orientación política diferenciada del resto del país. En esta ciudad hizo su carrera política ascendente De la Rúa, y comenzó a tramarse el engendro macrista, fiel expresión del avance de los intereses de la “patria contratista” sobre la gestión directa del gobierno, obediente a los dogmas neoliberales para seguir privatizando el patrimonio común e imponer el libre albedrío de la especulación financiera y la prepotencia de los consorcios exportadores  En este contexto ha podido cosechar votos, por ejemplo, una candidata impresentable en su provincia natal, y pueden medrar políticamente los gurúes de la city que saltan del sector privado al sector público y van y vuelven con las mismas recetas para servir a sus mandantes.

 

          Y estalló la pandemia, una calamidad que se derramó desde el norte, que encontró desunidos a los países suramericanos, y desde el norte también nos venden a alto precio los remedios. La peste puso de resalto el absurdo de una política sanitaria o anti sanitaria dividida por la avenida General Paz, a la par que ponía en evidencia los lazos de circulación del trabajo y servicios mutuos entre las áreas contiguas de la región metropolitana, en permanente y necesaria interrelación. Quedó expuesta asimismo la pretensión inadmisible del actual gobierno porteño de desacatar leyes nacionales impunemente, priorizando intereses mercantiles por sobre la protección de la vida humana  

 

          Hay que estudiar el gran diseño territorial de la nación, y aunque es dudoso que el traslado de la capital sea la solución de los problemas que arrastra nuestra estructura social y económica, sin duda la integración del complejo metropolitano, retomando la discusión de aquella idea de una nueva provincia rioplatense, podría conducir a una distribución equitativa de los recursos y a la reconfiguración política de esta parte central del país. Para que la puerta al mundo no sea la cabecera de playa del capitalismo global ni la sede de una clase dirigente de espaldas al interior, sino una ciudad recuperada para la política nacional, en sintonía con las necesidades del conjunto de la sociedad, como fue el espíritu de su federalización que proclamara José Hernández: una ciudad de todos y para todos nosotros, los argentinos.

    

*Historiador, abogado y docente