viernes, 12 de junio de 2015

LOS PIONEROS BAUTISTAS THOMAS HELWYS Y JOHN SMYTH, POR CLAUDIO JAVIER CASTELLI

(Nota publicada hace unos años, en el periódico "Reflexión Bautista")




Desde el principio, el bautismo de los convertidos, el gobierno congregacional, la libertad de conciencia y la separación de la iglesia y el estado fueron signos distintivos de las iglesias bautistas


No es fácil bucear en los orígenes de los bautistas. A poco que se estudie su historia nos encontramos con diversas hipótesis. Algunos, a través de los anabaptistas, vinculan el movimiento bautista con la iglesia primitiva; sin embargo, otros vinculan su origen con los movimientos arminianos, y otros subrayan su dependencia de los movimientos ingleses no-conformistas, puritanos y congregacionalistas.




Es poco lo que se conoce sobre los primeros años de vida de Thomas Helwys (c. 1575 — c. 1616). Hijo de una familia acomodada, estudia derecho en Londres. Se casa con Joan Ashmore con quien tiene siete hijos y se establece en Broxtow Hall. Allí se relaciona con el movimiento puritano que a esa altura reclamaba su separación de la Iglesia de Inglaterra. Hellwys adhiere a la causa puritana y la financia. El movimiento puritano entra en la clandestinidad y se reúnen en secreto en Gainsborough Old Hall. En esta época conoce a John Smyth.


John Smyth (c. 1570 – 1612), formado para ministro de la comunión anglicana, se graduó en humanidades en 1593, y en 1600 fue elegido con un cargo en la ciudad de Lincoln donde perdió su puesto al convertirse en líder del movimiento no-conformista fundando y dirigiendo el grupo puritano de Gainsborough (Lincolnshire - Inglaterra).

En 1607 los puritanos son perseguidos. Hellwys, Smyth y otros cuarenta puritanos huyen a Amsterdam en busca de seguridad personal y libertad para practicar su fe.

Este grupo de exiliados entra en relación con otros protestantes radicados en Holanda con quienes se reúnen para estudiar la Biblia libremente. Llegan así a concordar que el bautismo es un acto voluntario y conciente de los convertidos y rechazan el bautismo infantil. En 1609 Smyth publica sus teorías sobre el bautismo y las lleva a la práctica bautizándose a sí mismo y a otros 36 miembros de su congregación, formando la primera iglesia bautista conocida.



Las comunidades que se formaron a partir de la obra de Smyth y Helwys recibieron el nombre de bautistas. Entre ellos se formaron dos grupos: los bautistas generales (de los que son herederas la mayor parte de las iglesias bautistas actuales) que profesaban las doctrinas arminianas de la universalidad de la gracia y el libre albedrío; y los bautistas particulares cuyas doctrinas eran rígidamente calvinistas y sostenían la predestinación.



Más tarde Smyth entró en contacto con los mennonitas de Holanda y se convenció de sus ideas, haciéndose bautizar de nuevo, recomendando a sus seguidores la unión con ellos. Esto dividió al grupo inicial y dio lugar para que Thomas Helwys y una docena de bautistas dieran origen a la primera declaración de principios bautistas: Declaración de fe del pueblo inglés residente en Amsterdam, Holanda, de 1611. Poco tiempo después Helwys y un grupo regresaron a Inglaterra y Smyth quedó en Holanda.



De vuelta en Inglaterra Helwys formó una comunidad bautista que soportó la persecución religiosa. Joan Ashmore, la esposa de Hellwys, fue arrestada y, como se negó a prestar juramento en el juicio que se le siguió, fue encarcelada y desapareció poco después. Otros bautistas fueron sentenciados a la hoguera.



En 1612 Helwys publicó su Breve declaración sobre el misterio de la iniquidad, una de las primeras publicaciones sobre libertad religiosa que se conoce. El rey, dice Helwys, no es Dios sino un hombre mortal, por eso, no tiene derecho para legislar sobre la conciencia de sus súbditos ni someterlos a ningún señorío espiritual. Helwys le remitió una copia al rey James I, tras lo cual fue encarcelado y murió en prisión a la edad de 40 años.



Fue con esos líderes, que los bautistas tomaron el relevo a los anabaptistas en la defensa del principio de libertad de conciencia y separación entre iglesia y estado. En el siglo XVI, y frente al resto de las iglesias protestantes, los bautistas defendieron esa separación, a causa de la naturaleza de la iglesia, solamente así podía ser libre para constituirse en iglesia de Dios.



Como garantía de la libertad religiosa, los bautistas reclamaron que las iglesias establecidas y sostenidas por el estado, tanto católicas como protestantes dejaran de serlo; consideraban que una de las señales de la “caída” de tales iglesias había sido su disposición a aceptar prebendas, donaciones y privilegios de los poderosos y de las autoridades políticas. Rompían de esa forma, el patrón medieval de la iglesia establecida por el poder público. En una frase célebre, siglos después, John Leland (1754/1841) dijo que “la religión auspiciada por el Estado, como un oso, abraza a los santos, pero corrompe al cristianismo.”



A pesar que los bautistas siempre han estado en contra de ataduras oficiales entre el estado y cualquier organización religiosa, sienten como su responsabilidad ejercer una influencia moral y espiritual en él.



También defendieron la libertad religiosa desde la convicción que la fe no puede ser obligada.



Basados en las Escrituras, los bautistas concluyeron que la autoridad para el gobierno de la iglesia debía residir en la congregación, es decir cada congregación debe gobernarse a sí misma. Ese modelo se contrapone al modelo episcopal (iglesia Católica, Iglesia de Inglaterra), y al modelo representativo o presbiteriano.



No existe, en realidad, una iglesia bautista, sino muchas iglesias bautistas que deben estar basadas en el principio cardinal del señorío absoluto de Cristo. La autonomía de cada iglesia no excluye el compañerismo con otras iglesias bautistas, la formación de asociaciones y vinculaciones con iglesias hermanas, sobre todo en cuestiones de evangelismo y misiones.



Hay características o distintivos por medio de lo cual se encuentra un parentesco espiritual a lo largo de los siglos:



-La Biblia única regla de fe y práctica (cuando se pone el esfuerzo sobre otras fuentes, el grupo se desvía de la verdad).



-Membresía formada solamente por personas regeneradas (un cristiano es una persona que voluntariamente ha elegido seguir a Cristo).



-Gobierno autónomo de la iglesia (cada iglesia local tiene la responsabilidad ante Cristo por sus doctrinas y prácticas).



-El sacerdocio de todos los creyentes (cada creyente es un sacerdote para sí mismo y sus hermanos).



-Dos ordenanzas: bautismo de creyentes por inmersión y la cena del Señor.



-Separación de la iglesia y el estado.



-Libertad de conciencia (la fe no puede ser obligada).



Aquí queremos detenernos un momento. Tal libertad excluye el fanatismo religioso, pues la verdad reconoce la libertad inherente a cada individuo concedido por Dios para creer, no solamente en cualquier otro sistema doctrinal y religioso, sino aun filosófico e ideológico, aunque no tenga que ver necesariamente con la religión.



La violencia jamás puede ser un método para imponer la verdad del Evangelio, sin embargo, a pesar de este principio tan obvio, ha sido utilizada erróneamente por muchos cristianos a lo largo de los siglos.



Mucho han hecho los bautistas a lo largo de la historia por la libertad de conciencia en particular y por la libertad en general, tal vez, en este siglo XXI, que estamos transitando, en esta Latinoamérica, también haya que luchar para contribuir a disminuir la obscena desigualdad social existente; es que la libertad reclamada por los primeros bautistas contra las iniquidades de su tiempo, debería ser hoy también útil contra el orden económico vigente, con su enorme carga de injusticias, de lo cual, los pueblos de Latinoamérica son un ejemplo.





Fuentes:

-El Protestantismo y el Mundo Moderno, E. Troeltsch, Breviarios, Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1979.

-La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, Max Weber, Península, Biblos, Barcelona, 1999.

Internet:

-Baptistas, Gran Enciclopedia Rialp, 1991.

-La Historia de la Iglesia del Nuevo Testamento, La Epoca del Renacimiento y la Reforma, 1453-1648, William R. Downing.

-¿Qué hay detrás del nombre “Bautista?, por el Pastor José Luis Torres.

-La identidad bautista en el nuevo milenio, por la Baptist History and Heritage Society USA.

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