lunes, 3 de junio de 2019

Tercer fragmento del capítulo "MODELAR SERES HUMANOS", correspondiente al libro inédito: "DE LA DOMINACIÓN CONSENTIDA", Por León Pomer (") para Vagos y Vagas Peronistas





LA HISTORICIDAD DE LAS MODELACIONES 

Ya sabemos que los humanos (sus atributos, sus maneras de ser) se adaptan a las peculiaridades de organismos sociales por efectos de la “presión” que ejercen sobre la socialización de los mismos. Aquí hacemos un repaso en nada exhaustivo de procesos modeladores, y anotamos la voluntad modeladora de un gran filósofo. 

La sociedad capitalista mantiene su índole esencial pese a las transfiguraciones que asume y, con ella, los individuos que la integran. La dinámica que alienta en la entraña del capitalismo, no altera su condición de sociedad estratificada en clases, desigualdades de género, raciales, culturales y etc. Nuevas tecnologías, nuevos saberes y pautas organizacionales modifican los procesos productivos y con ellos las estructuras del obrar, del pensar y del sentir humano. En cada etapa, los factores que emergen se sobreponen y coexisten en diferentes amalgamas con los existentes previos, que no necesariamente son enteramente cancelados. La sociedad que se transforma en términos materiales e inter -relacionales plantea nuevas demandas a las subjetividades, a las maneras de su modelación. 

“Es sencillo buscar correspondencias entre tipos de sociedad y tipos de máquinas, anota Deleuze, porque estas expresan las formaciones sociales que las han originado y que las utilizan”. Las antiguas sociedades de soberanía, en la denominación de Foucault, operaban máquinas simples: palancas, poleas, relojes; las sociedades disciplinarias que las sucedieron se equiparon con máquinas energéticas. Las actuales sociedades de control se valen de máquinas informáticas. El capitalismo sufre mutaciones. Ahora, “el departamento de ventas se ha convertido en el centro, en el “alma” de la empresa; ahora, el instrumento de control social es el marketing”. Foucault describe las formas sociales que llama de soberanía: “deciden la muerte antes que administrar la vida”. Las sociedades disciplinarias (Europa, siglos XVIII y XIX, hasta alcanzar su apogeo a comienzos del siglo XX) organizan grandes centros de socialización adaptativa a las necesidades de ese momento capitalista: familia, escuela, cuartel, fábrica, hospital y cárcel. Se trata de domesticar el cuerpo de los trabajadores, que debe incorporar ciertos ritmos corporales de vigilia y de sueño, de alimentación, de esfuerzo y de descanso. La sociedad del trabajo convive con la actual sociedad de consumo. El cuerpo es configurado para cumplir una función. En la actual sociedad de control, que convive, repitamos, con la sociedad disciplinaria, los controles son moldes: modelan, imprimen hábitos, instauran una disciplina corporal. En la sociedad de control, las nuevas tecnologías “favorecen la opresión simbólica”, refinado mecanismo del Poder hegemónico. Se vive bajo la coacción de la moda, del discurso en boga, de los ídolos faranduleros y deportivas. “Ahora, se es masa sin ver a los otros”, anota Sloterdijk. Prodigio de los días actuales: se va dónde va la gente con sólo estar frente a la pantalla milagrosa. 

Examinemos rápidamente un proyecto idealizado de modelación social. Platón exigía en La República (tercer libro), lo que consideraba necesario para lograr una sociedad a su juicio equilibrada. La célebre obra dedica un espacio máximo a la formación de los “guardianes del Estado” y de otros servidores. Precisiones y detalles definían minuciosamente el cómo y el para qué de la educación modeladora a que debían ser sometidos esos que llamaremos funcionarios del Estado. De paso, censuraba a Hesíodo y Homero por haber contado fábulas que denigraban a los dioses, lo que hacía necesario evitar que fueran relatadas a los niños,” seres desprovistos de razón”. El filósofo no era contrario a los mitos ni sugería eliminar del patrimonio cultural griego los citados clásicos: apenas los “bien dotados” sabrían asimilar la verdad, sin por ello erigirse en enemigos de la sociedad. Era de enorme importancia, agregaba, que las primeras nociones que escuche el niño sean fábulas imaginadas para conducirlo a la virtud; postulaba una pedagogía para modelar las subjetividades desde la más tierna edad, evitando el surgimiento de futuros críticos que extendieran sus objeciones a las divinidades, irrespetuosamente tratadas por Hesíodo y Homero. Platón sostenía que la mentira era útil a los gobernantes: los líderes de la polis debían mentir para sostener su poder y en beneficio de lo que administraban. Pero esa conducta le era negada al ciudadano común, que jamás debía mentir a los gobernantes. En su República ideal, Platón evita la puesta en duda de creencias y valores que son el sustento de un sistema. 

Peguemos un salto a los fisiócratas, nada eufemísticos cuando sustentan que el Estado no sólo debe comandar a la nación, sino dominarla al extremo de moldear el espíritu de los individuos de acuerdo con un modelo propuesto de antemano, proporcionándoles los sentimientos que juzgue necesarios. No deben existir límites a un obrar del Estado que quiere un pueblo de dóciles criaturas. Un destacado autor contemporáneo, llama de “industria” la “producción de seres humanos viables y útiles” (Gellner, 1983:38), que es como podría entenderse el ideal de los fisiócratas. Claro que siempre queda colgada una pregunta: ¿viables para qué y útiles para quién? 

Un caso concreto de modelación dramática, resultado de un trascendental cambio en el sistema productivo y en las relaciones sociales, se da en Gran Bretaña, cuando se inaugura y comienza a expandirse el capitalismo industrial. La fábrica concentra multitudes de antiguos artesanos y campesinos forzados a habituarse a ritmos y horarios ajenos a los que practicaban en sus anteriores ocupaciones agrarias o artesanales. De haberse sentido dueños de su cuerpo, pasaron a depender de máquinas, artefactos no humanos y decididamente inhumanos, cuyos propietarios no eran, precisamente, un dechado de bondad. Formas de trabajo pre - capitalistas admitían la propiedad de las herramientas; el tiempo invertido en la tarea y el descanso, eran decisiones personales; los ritmos eran libremente determinados por el individuo. Los que antaño se habían sentido amos de sí, enfrentaban en la fábrica exigencias para las que no estaban preparados. Antes, “la administración del cuerpo del productor, se dejaba librada a la lógica de la naturaleza y la costumbre” (Bauman, 2011:20); ahora caía bajo la dominación de unos fierros que perversamente se ensañaban con él: así lo entendieron los Ludditas ingleses, destructores de máquinas. No solo los productos de su trabajo le eran arrebatados al productor; también su cuerpo era parcialmente expropiado, desde que dependía de una voluntad ajena. Un nuevo poder “aspiraba a moldear la totalidad de su proceso de vida y desplegaba un volumen de represión sin precedentes” (Id.,Id.20 - 21). Fuerza disciplinante y modeladora, el poder fabril “estaba programado para reformular el comportamiento de los productores de acuerdo con un patrón que distaba de haber elegido (Id.,Id: 21). La formación del proletario fabril fue uno de los acontecimientos humanos más dolorosos de su tiempo. El antiguo artesano enfrentaba una labor repetitiva y maquinal, que no respondía a las solicitaciones de un impulso creador - vocacional que había presidido su trabajo anterior. Impedido de desplegar sus vuelos imaginativos, el trabajo devenía algo que contrariaba lo que sentía como su índole. El filósofo y psiquiatra Rollo May (Hall, 1979: 148) consideraba que las tendencias más auténticas, cuando sofocadas, se transforman en espíritu mórbido, en mutilación y en fuerza destructora, incluso “en una disponibilidad para la agresión salvaje y la violencia (…), sin pensar en elegir el adversario”. ¿Cuántos seres humanos padecieron entonces (y en otras situaciones semejantes) patologías socialmente producidas y brutalmente reprimidas? 

Veamos ahora una agudísima reflexión de Alexis de Tocqueville (1992:614) sobre los Estados Unidos, que visitó entre 1831 – 1833. Lo observado le sugería que en los Estados democráticos modernos, -generalizaba -, un eventual despotismo tendría características muy diferentes de las conocidas en el pasado:” sería más amplio y más ameno, y degradaría a los hombres sin atormentarlos”. El joven viajero describirá un modelo humano que estaba en avanzado estado de desarrollo en los Estados Unidos de los años 30 del siglo XIX. El capitalismo que surgía impetuoso en un ámbito sin adherencias feudales, a diferencia de Europa, revelaba una originalidad poco menos que en estado puro. El “individualismo” parecía caracterizar la democracia, una forma política que por entonces representaba algo cercano a una novedad en el panorama internacional. Decía Tocqueville:” Veo una multitud innumerable de hombres semejantes e iguales que giran incansablemente alrededor de sí mismos, en busca de pequeños y vulgares placeres con que llenan el alma. Cada uno de ellos, puesto por separado, es como un extraño a todos los otros: los hijos y los amigos particulares forman para él toda la especie humana. El resto de sus conciudadanos están al lado, pero no los ve; los toca y no los siente; él existe sólo para sí mismo y únicamente para sí”. Lo que llamó la atención del francés era una forma específica de humanidad generada por una formación capitalista sin igual en el Viejo Mundo. Era de advertir un egoísmo poco animador, que anticipaba características que habrían de marcar as en general. 

Llegamos a los días actuales. Los avances tecnológicos están provocando modificaciones sensibles en las estructuras sociales de los países donde están más presentes. La robotización y la inteligencia artificial son fenómenos que cambian las relaciones del hombre con la máquina; las tecnologías digitales descomponen capacidades en rutinas por lo menos en buena parte de procesos intelectuales, hoy realizados por sofisticados ingenios. Los nuevos sistemas se hacen cargo de complejas tareas: se acercan a lo humano, convirtiendo en tareas simples, realizables por cualquiera, otras más complejas que hasta ahora justificaban el trabajo diario de millones y millones de profesionales cualificados de todo el mundo. Significa que el sistema económico necesita menos conocimiento vivo (asociado al trabajo de los humanos), porque lo suple con más conocimiento muerto, entendiendo por tal esa parte del saber que se condensa y cristaliza en aplicaciones y sistemas, o en robots e inteligencia artificial. 

La magnitud creciente de este fenómeno favorece a una parte minoritaria de los trabajadores: aquellos capaces de identificar y resolver los nuevos problemas o de afrontarlos con soluciones innovadoras. Ellos se convierten en imprescindibles y ascienden en la escala de valor. Pero una inmensa mayoría desciende a trabajos de mucha menor cualificación, como gestores de plataformas y aplicaciones capaces de simplificar la actividad humana. Buena parte de los médicos, abogados, profesores, ingenieros, y otros encuadrados en lo que conocemos como clases medias profesionales, o como trabajadores del conocimiento, descenderán en la escala profesional. “Es lo que Levy y Murnane denominan el ahuecamiento del mercado de trabajo como expresión del vaciamiento de profesionales de cualificación media, un fenómeno universal detectado ya en EE. UU., que sucesivos informes de instituciones prestigiosas ( MIT Tecnology Review en 2012, la Universidad de Oxford en 2013 o el Instituto Pew Research en 2014) han ratificado como tendencias del futuro inmediato. Sus consecuencias están claras: acentuarán las desigualdades en todo el mundo al provocar una creciente dispersión salarial entre los grupos de trabajadores beneficiados y perjudicados por el cambio tecnológico. Este fenómeno llegará en versiones diferentes a los países periféricos. La lógica centralizada de la economía digital con capacidad para crear grandes corporaciones tecnológicas con la categoría de campeones únicos globales (Apple, Microsoft, Google, Amazon, Netflix, Booking, Facebook, EBay, Uber…) concentradas en EE. UU, anticipan una concentración del talento tecnológico en muy pocos sitios”. 

El neoliberalismo ordena no solo la entera existencia del sujeto humano: hace de fundamento epistémico para capturar el mundo enancado en tecnologías que se adentran en el sujeto humano. El resultado (uno de ellos) son los humanos cuya visión irreal del mundo real los mantiene encerrados en una cápsula construida con espejos deformantes. 

El filósofo Dany – Robert Dufour (2009:19 a 21), ya nombrado más arriba, describe el sujeto que en nuestros días es modelado por el neo liberalismo. Dufour explica que el tal sistema de pensar y obrar, “pretende gestionar el conjunto de las relaciones sociales”: nada debe escapar a su inquisición, a la dictadura de los mercados, a la “ley del provecho, donde todo debe ser rentable, inclusive las actividades que antes no estaban bajo ese mandato…”. El personaje habitado por ese modelo privilegia la relación con los objetos, antes que con sus semejantes. “Ese nuevo totalitarismo (…), pone en manos de los individuos los elementos para que se opriman a sí mismos a través de los objetos”. Dufour define a ese hombre como enfermo de pleonexia, o “siempre tener más”, término que toma de La República de Platón. Para el sujeto así modelado, lo único real es la mercancía; la felicidad se reduce a una única dimensión: la apropiación del objeto comercial. No se puede hablar de moral, prosigue Dufour, porque moral solo puede predicarse en nombre de algo trascendente como la patria, la religión, la libertad; el sujeto pos moderno recusa “toda figura trascendente que daba sustento al valor (…), sólo quedan las mercancías que se intercambian por su estricto valor comercial, poniendo en duda el peso de lo simbólico en los intercambios”. Hay “desimbolización”, proceso de despojo de toda referencia o sustrato trascendente a los intercambios humanos: la amistad, el amor, la relación intelectual. La felicidad se reduce a una única dimensión: la apropiación del objeto que está en boga y que por añadidura pretende revelar un estatuto. 

El filósofo español Joaquin Miras Albarran dice lo siguiente sobre el neo – liberalismo: es la denominación del expolio, de la desposesión violenta, del saqueo de los recursos, tanto de propiedad pública, como particular de las clases populares. Es delincuencia según las propias reglas del capitalismo, y recuerda lo que explica Marx que fue la acumulación originaria del capital, no frugalidad, diligencia y ahorro de los capitalistas, sino látigos, terrorismo, hierros candentes, “violencia partera” de la historia. La desposesión y la expulsión de las masas campesinas de las tierras y recursos comunitarios (medios de subsistencia), fueron constitutivos del capitalismo en la Gran Bretaña. 
León Pomer

Y ahora llegamos al capitalismo digital, o a la delegación de las funciones cerebrales en una máquina, la llamada hibridación. Proceso que puede sintetizarse como la diferencia entre una vida plena de aprendizajes y experiencias que desarrollan múltiples conexiones cerebrales, y una vida pasiva, recurrente, aburrida, reiterativa, fundada en actos mecánicos, sin intención ni comprensión de los mismos. El cerebro se modifica con las nuevas experiencias; el aprendizaje transforma permanentemente su comportamiento, modifica las neuronas, crea nuevas redes y conexiones. El manejo de la información digital poco a poco transforma las funciones cerebrales y las reemplaza por un mecanismo simple de on y off. El pensamiento lógico – formal se desvanece, se extingue. Nace otro cerebro que no produce sentido. Su hibridación, con o sin neuroprótesis, crea, al decir de Benasayag (2015), a quien seguimos en este tramo, un ser sin interioridad, sin subjetividad: produce un cerebro “liso”. Venturoso destino que nos reserva el capitalismo, o su manera de utilizar la tecnología más glorificada de los días actuales, como lo hizo siempre con todas las tecnologías que produjo. El nuevo cerebro, que es como decir, el nuevo sapiens, no participa ni produce sentido. La singularidad humana tiende a desaparecer. Solo un organismo autorregulado, advierte Benasayag (2015:180) puede “actuar”, y el sentido de este acto no solo depende del cerebro, sino también de la situación que lo incluye. “El humano puede transformarse poco a poco en una superficie plana, transparente y previsible para los gestores económicos y políticos”. 

Finalmente, la información guardada en la máquina tampoco “esculpe” el cerebro, reemplaza la memoria, no la necesita. Agréguese que “la flexibilidad pos moderna exigida a la criatura humana, impulsa a que vivamos permanentemente en el olvido de nosotros mismos, porque todo lo que pueda surgir de nuestra singularidad corre el riesgo de trabar el mecanismo de flexibilización máxima exigido por la macroeconomía” (Benasayag, Id.:256). Cuando hablamos de imbecilización colectiva no estamos exagerando. El capitalismo digital prepara un mundo de débiles mentales que funcionen como máquinas, o como apéndices de estas. 

Para conocer el mundo, decía Hegel, es necesario apropiárselo. El mundo de que se apropia y conoce la mayoría de los seres humanos de este planeta es, para decirlo suavemente, escasamente animador. Bauman, en Retrotopía, su obra póstuma, aludiendo a la ola de decepción, frustración y pesimismo que recorre Europa, advierte que quienes se apoderan de una realidad terriblemente decepcionante, que a su vez se apodera de ellos, comienzan a idealizar el pasado, en lugar de esperanzarse con el futuro. Pero la edad de oro de ese tiempo lejano siempre fue un mito. Lo sigue siendo. 

(") Doctor en Historia y Sociedad. 18 libros publicados, algunos en Brasil y Argentina y otros sólo en Brasil. Decenas de ponencias en congresos nacionales e internacionales y centenares de artículos sobre historia y literatura. Docencia en la Argentina (UBA y Universidad del Salvador) y Brasil (Universidades de Campinas, del Estado de San Pablo y Pontificia de San Pablo). Incluido en el programa Café, Cultura Nación de la Secretaría Nacional de Cultura.

Para leer el primer fragmento del capítulo "MODELAR SERES HUMANOS": http://vagosperonistas.blogspot.com/2019/04/primer-fragmento-del-capitulo-modelar.html

Para leer el segundo fragmento del capítulo "MODELAR SERES HUMANOS": https://vagosperonistas.blogspot.com/2019/05/segundo-fragmento-del-capitulo-modelar.html

Para leer el cuarto fragmento del capítulo "Modelar Seres Humanos": http://vagosperonistas.blogspot.com/2019/06/cuarto-fragmento-del-capitulo-modelar.html

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