miércoles, 14 de octubre de 2015

LEYENDO A NICOLÁS CASULLO por Claudio Javier Castelli (Texto publicado en Facebook, el 6 de Octubre de 2013)

  
OBERTURA DEL 12 DE JUNIO DE 2021:



NO HAY RACIONALIDAD SIN DECISIONES



Fernando de la Rúa dijo en un reportaje –no recuerdo cuándo y dónde- “que él nunca hizo nada y siempre le fue bien”, es una ilusión del abogado que cree que porque está en la ley ya existe el derecho subjetivo u objetivo, la norma, y ya vive en el pueblo, y uno solo tiene que ser funcional a esa racionalidad liberal de las instituciones. Es un error muy común de abogados ilustres. A las leyes hay que agregarle contenido y vida, vida en comunidad, comunidad integrada con todos, todas y todes.

Hegel se dio cuenta en sus estudios persistente del derecho de esa abstracción liberal y pensó en un mundo ético, rodeado de ciudadanos éticos que actuaran en concordancias con miras al bien común. Pero como luterano sabía del pecado en cada hombre, de la racionalidad e irracionalidad de las personas y del mundo, de la lucha de intereses particulares, que hacía imposible la convivencia en la sociedad civil. Para ello pensó en instituciones que pusieran límites a los interminables conflictos de los particulares. El Estado es el más importante en su Filosofía del Derecho, pero el Estado mismo le rendía cuentas a la Historia Universal. La leyenda del “Hegel filósofo del estado prusiano” es una infamia que recorrió la historia por pensadores menores; Marx y Engel lo absolvieron rápido de esa leyenda, y cualquiera que estudie su “Filosofía del Derecho” verá de todas la instituciones que Alemania –semifeudal de la época- no tenía, y Hegel pensó. En definitiva una monarquía constitucional y democrática calcada del modelo inglés. Pero el monarca –como criticó Marx- solo ponía los puntos sobre íes.

El mundo ético se realiza en gran parte con un Estado ético. La ética presupone la moral privada de los funcionarios –y de los ciudadanos- resolviendo las contiendas entre el bien y el mal con miras a integrarse en una comunidad.

Es una idea muy similar a la “Comunidad Organizada” del General. Es cierto que en ésta estaban las ideas de Spinoza, pero también de Platón, Aristóteles y Santo Tomás. Todos esos autores estaban presentes en su lectura de la eticidad social y política de Hegel, junto con las de Rousseau –presentes también en la obra del General-. Es muy posible –y no entro en debates del originario autor del libro- que éste haya recibido la idea lógica Hegeliana de sus lecturas de Carl von Clausewitz, que al decir de Lenin: “era hegeliano”. Nosotros decimos: “Hegel es el primer peronista”.

Es cierto que el mundo ético presuponía el sentido de la palabra alemana “Aufheben”, que en el castellano algunos traducen por superar, levantar, suspender, pero nosotros traducimos como asumir. Asumir las contradicciones, la irracionalidad, la racionalidad, la conciencia, autoconciencia, y el fondo oscuro de todos los involucrados en el mundo ético.

El Estado como realización del “Aufheben” resolvía esas contiendas entre los particulares, ese reino de intereses contradictorios. El punto sobre las íes que tanto criticó Marx, es la decisión, la capacidad de resolver entre diferentes opciones, que tomaba el monarca constitucional y democrático.

Las decisiones que van tomado los funcionarios convergen en la decisión del monarca constitucional y democrático. Por eso, tanto en la “Comunidad Organizada”, como en la “Filosofía del Derecho de Hegel”: no hay racionalidad sin decisiones. Porque también en la “Comunidad Organizada” hay un Estado, y en la filosofía peronista se presupone un “Conductor”. Que en el régimen presidencialista argentino es el Presidente de la Nación.

Tanto una como otra idea chocaron con los críticos totales en el caso de Hegel, como Marx y seguidores, y con “Ezeiza” en el en el caso del General.

Quizá porque esa idea comunitaria hay que trabajarla con el concepto de “Hegemonía” gramsciana, y lo que ocurre en la realidad histórica concreta. La “Generación del Ochenta” formó un bloque económico, social y político para gobernar la Argentina de esos años. Lo hizo el General entre el “45” y “55”. Lo hizo el kirchnerismo para gobernar doce años. Lo hizo el macrismo con la “realidad efectiva” del país. Tenemos que hacerlo nosotros con nuestros aliados históricos: los trabajadores, los excluidos, los diferentes, las minorías, los gobernadores nuestros, los militantes, y todo los que nos acompañen. No tenemos mucho más. No contamos con medios hegemónicos de comunicación, no nos va a acompañar el poder económico-financiero del país. Tendremos que soportar los titulares de los diarios, la afrenta televisiva, la resistencia de “ellos”. Siempre fue así para el peronismo.

Para ello hay que tomar decisiones que involucren a las mayorías populares y sus infinitos reclamos, así como en temas estratégicos como el Corredor Litoral-Hidrovía, la ley de “Entidades Financieras”, distribución de riquezas en general, y mejoramiento urgente de los salarios de los excluidos del sistema, y de todos los trabajadores.

En esas decisiones no se satisfacen a todos, se elige una vía entre varias opciones y se va para allí. Ni el Estado ni la comunidad política son un contrato como creía Rousseau, y como dicen creer los liberales. No hay un pacto más que hacer en el corto plazo en el país. Nuestro “Pacto de la Moncloa” fue el “Juicio a las juntas militares”. No es posible, con la irracionalidad de la oposición, que haya que congeniar algo con ellos. Ellos están en guerra contra nosotros, y no son solamente ellos. Son “ellos” y “ellos”. Algunos serán más blandos y otros más duros. Pero no se equivocan con los intereses que defienden. No podemos equivocarnos nosotros.

No desconocemos ni la crisis humanitaria provocada por la pandemia, ni la crisis económica provocada por la pandemia, ni el peso de la Deuda Externa. Deuda Ilegítima tomada específicamente para someter la Nación Argentina, su pueblo, condicionar al peronismo, y beneficiar a sus amigos empresarios y banqueros. No se cancela el tema de la Deuda con la causa judicial importantísima contra los autores y beneficiarios, es necesario alivianar sustantivamente el peso de la misma que impide medidas en el sentido indicado aquí y otras más que resulten necesarias.

Sabemos que todo esto es muy fácil especularlo, pensarlo, pero es difícil, pero no imposible llevarlo a cabo. Cuando Kirchner asumió en el 2003, con el 22% de los votos, tuvo fe en sus convicciones, en su voluntad y fue consiguiendo más apoyo rápidamente.

El “voluntarismo” erróneamente es mala palabra en la Argentina política. Una cosa es el “voluntarismo” de la izquierda antiperonista lejos del poder, y otra cosa es el “voluntarismo” de un Presidente peronista en el poder del Estado.

Hay un recordado capítulo en: “El Príncipe”, de Macchiavello: ¿El príncipe debe ser amado o temido? El temor no tiene vida larga, es de corto plazo, pero ser amado es imprescindible. ¿Y qué otro amor necesita el peronismo en el poder que el de las masas populares?

“Una paradoja se resuelve con una decisión”. La frase viene del espíritu de la obra de Carl Schmitt, pero la resumió un sociólogo sistémico neoliberal: Niklas Luhmann. Kant, en sus aporías no las pudo resolver, Hegel la resolvió con la palabra asumir (Aufheben) y el punto sobre las íes del monarca constitucional y democrático, Perón la resolvió con el Conductor, en la “Comunidad Organizada”, el kirchnerismo con decisiones populares, De la Rúa con “no hacer nada”. ¿Cómo la resolverá el Presidente?.



Basta de alharacas y vamos al texto.

 

 


Nicolás Casullo
Del libro "Las Cuestiones", de Nicolás Casullo,cap. 5, El intelectual, pag.323., después de analizar las consecuencias políticas del 2001, y la dicotomía entre Republicanismo liberal -neoliberal- y el populismo, dice:

"Como contrapartida a esa radicalidad, surgieron los argumentos de un progresismo por demás domesticado, que contribuyó a borrar muchas de las diferencias entre posiciones, espacios y argumentos entre derecha e izquierda en la Argentina, a pesar de que resulta siempre por demás evidente que cuando en la Argentina se intenta modificar algo más o menos de manera real aparece la derecha en directo y los creadores de la opinión pública, las usinas ideológicas y todo el establishment cultural como dominio histórico. Dominio que expone por qué la crónica nacional puede cambiar de administración de gobierno pero no de dueños recalcitrantes de la sociedad patrimonial. Para ello, acusa de comunismo o fascismo desde 1945 a toda instancia que discuta algo o un poco de ese statu quo."

Ese texto está escrito en el 2006/07, sin conocer los conflictos acentuados a partir del 2008 -con el "campo" sobre todo-. Captaba lo esencial del kirchnerismo: las antinomias, la política como conflicto, la distribución de riquezas, y la conquista de derechos, como eje circunvalado de las luchas de bloques y estrategias.

Y la derecha, que aparece ante el intento del menor cambio, como contrapartida histórica, en su creencia fundacional del país, para sentenciar de populista, fascista o comunista, todo intento de cambio real. Este detalle no puede perderse. Es intento de cambio real, no soñado o ilusorio. Estos diez años, y los dos que nos quedan han sido y serán de cambios reales e importantes pero no decisivos .

Hacia la izquierda sólo está la propia fortaleza del kirchnerismo para pujar por más cambios, y no hay nadie más. La ultraizquierda y los progresismos socialistas, tienen una presencia testimonial la primera, y de progresismo cultural la segunda, porqué de cambios reales no hablan, coherentes con su oposición histórica al peronismo.

Y se ponen en una posición de derecha, porque a la derecha del kirchnerismo está todo el resto de la oposición.

Ese diluirse la derecha y la izquierda frente al peronismo kirchnerista, es una nota distintiva del verdadero peronismo. No sólo se diluyen sino que se juntan.

Díganme populista, pero no socialdemócrata. La socialdemocracia cumplió con la política económica de la derecha, con algunos resabios en el plano cultural izquierdosos. Pero en Europa es patética. Piensen en España, como modelo llevando a cabo medidas de ajuste. Pero piensen también en Francia. Jean Baudrillard, publicó un libro en 1985, sobre artículos escritos entre 1977/1984, se llamaba "La izquierda divina", y prefiguraba la relación entre la izquierda europea, el neoliberalismos y la posmodernidad. En Argentina, es Binner eligiendo a Capriles en vez de Chavez, es Binner y su anodina estampa de social liberal. De Republicanismo abstracto.

Republicanismo abstracto, pero más peligroso en el caso de Mauricio Macri, porque viene con un combo neoliberal y represor para las manifestaciones políticas. Viene a darles la razón a los que interpretaban el crac del 2001, y el unánime grito del "que se vayan todos", como una manifestación de los ahorristas que hasta último momento, creyeron en el 1 a 1, y el que se vayan todos "en realidad hacía referencia fundamentalmente A TODOS LOS QUE HUNDIERON AQUEL MODELO UTOPICO DE UN PESO UN DÓLAR" (ibid, pag 322).

Por supuesto que hay otras lecturas del 2001, pero no para los ahorristas, que componen en gran mayoría la clase media urbana, que está para quedarse en el complejo cultural, mediático y electoral del país, con el ojo de su tendencia decisiva, y sus cambiantes y arbitrarios humores políticos, pero siempre a la "derecha de su pantalla señora", con atisbos revolucionarios, a veces, también en el plano cultural.

Sin embargo es evidente, que muchos sectores medios acompañaron al kirchnerismo. Habrá que develar sus razones. Pero su alejamiento, entre otros motivos, tiene olor a dólares guardados, a dólares en el exterior vía Uruguay, o banca privada de bancos internacionales.

Estos diez decisivos años han sido útiles también para poner las cosas en su lugar, para volver a identificar el significado del peronismo como movimiento "nacional y popular", sesgo que había desaparecido desde el 76, y no había sido recuperado en democracia, porque ni Alfonsín -de corte socialdemócrata-, ni Menem -de corte neoliberal-, ni los idearios culturales que los acompañaron, ni los mismos intelectuales peronistas reivindicaron nunca ese tremendo matiz esencial a la lucha política Argentina, como si hubiesen sido atosigados por la dictadura de cada presente histórico que juzga el pasado.

Y han sido útiles también para rescatar al populismo, como enemigo maldito del neoliberalismo. Porque hoy la verdadera disputa no es republicanismo liberal versus populismo, sino populismo versus neoliberalismo.

El corte "nacional y popular" en oposición al "neoliberalismo". El "nacional y popular" reivindica el derecho a tener patria, resignifica la nación argentina, no como un hecho excluyente de una minoría sino incluyente de todos los actores olvidados por la historia oficial. El neoliberalismo instala un discurso de libertad de mercado, que en realidad es primacía del capital financiero, capital financiero que quiere libre flujo sin intervenciones, con devaluaciones periódicas para ganancias pingües. Este último es un discurso cegado por la codicia y la rapiña de los grandes corporaciones.

El texto de Casullo, como decía Octavio Paz, de la poesía de Enrique Molina, "como un cuchillo se hunde en la realidad".




1 comentario:

  1. Carezco de la habilidad para escribir así; pero si la tuviere, habría escrito algo muy parecido...

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