Mucho de cansancio hay en los opositores
y algunos kirchneristas acerca del conflicto permanente que propuso
este proyecto desde 2003. Diría que gran parte de los votos que perdió
el kirchnerismo, en manos de Massa y demás ganadores de las paso, tuvo
que ver con el hastío de diez años en el poder y la desavenencia
permanente a lo largo de este período, entre el gobierno y diversos
sectores de la sociedad civil.
Para el mundo en paz de las grandes
ciudades, para la conciencia de vivir en un shopping center, donde el
ciudadano troca en consumidor, conducido por el paisaje mediático de la
publicidad subliminal, ampliar derechos, reivindicar la generación de
los sesenta y setenta, juzgar a los militares genocidas, discutir con
las corporaciones: es demasiado.
Los sectores medios arraigados a su
mejoría económica desde el 2003, adoptan rápidamente la conciencia
armoniosa burguesa de: ganancia, consumo, y miedo. Ese miedo es
irracional, es miedo a perder el plazo fijo, los dólares guardados, la
casa propia, los hijos que crecen, y sobre todo a la inseguridad, que es
un hecho real, amplificado a mansalva por los medios de comunicación.
En un país mucho más seguro que cualquier país de Latinoamérica.
La palabra utilizada por la derecha
opositora para definir la confrontación fue: crispación. Como si
conquistar derechos no impliquen reyertas. Cómo si las corporaciones van
a ceder algo de sus privilegios sin chistar. Cómo si Clarín va a
incorporar Paka Paka en su grilla, sin presentar objeciones, o va a
desconcentrarse como medio hegemónico, sin resistir por todas las
posibilidades a su alcance, como ha sucedido, y sucede.
También "el campo" ofrece resistencia, el
capital financiero, y todas las grandes corporaciones económicas: han
ganado muchísimos todos estos años, pero tienen una voracidad a toda
prueba. Saben que la liberación de los controles, y una devaluación les
permitiría ganar mucho más. Hay 400.000 millones de dólares de
argentinos en el exterior, que pugnan por una devaluación, a medida.
Los sectores medios se insertan también
en esa lógica. Hoy podemos decir, que no hay trabajadores, clase media y
burgueses, sino solamente burgueses, aun siendo trabajadores, porque la
conciencia social fue cooptada por los medios de comunicación en una
idea uniforme, de que un burgués trabajador en una fábrica en Burzaco
tiene los mismos intereses que Benito Roggio o los hermanos Bulgheroni,
los mismos miedos, son "la gente", y quieren la unión de todos los
argentinos.
Massa juega con la idea que todos vienen
a sumar para lograr esa armonía, y que de la mano de Redrado -ya no
controlado por kirchner- sino por el poder económico va a pelear por la
economía de todos, desde el Ministerio de Economía neoliberal.
Es una unión que no se consigue con las
armas como otrora, sino con el consenso mediático, del mercado en
expansión, del mundo global. Mundo global europeo y norteamericano, al
cual queremos someternos en "relaciones carnales", como propuesta última
del señor Sergio Massa.
Para parecernos en todo, incluso con sus
recetas conocidas en la argentina de los noventa, con paraíso incluido
de reducción del gasto público, mercado libre y explotación para todos.
Donde los dueños de las barajas, vuelvan a gobernar el país, como lo
hicieron siempre, salvo en algunos períodos.
Y después descenso a los infiernos,
aumento de la desigualdad, concentración económica, exclusión social y
represión política, con muertes del pueblo. Siempre el pueblo da sus
muertos.
Soy agorero, pero en el proyecto de la
ilusa unión de todos los argentinos, hay un extremo que no se cuenta, se
desgaja, se esparce como "deja vu", como algo ya vivido y se empeña en
regresar. Es que la derecha mediática se alinea en un mismo sentido
cuando es poder real, entonces no habrá denuncias de corrupción,
empresarios amigos, ni defensa de los trabajadores.
"Vengo a unir las dos argentinas", dijo Menem en 1989. Todos los gobiernos militares se alzaron con prendas de unidad.
El consenso y la unión de todos los argentinos es el cebo, en que engarzan los ilusos de la "conciencia burguesa".
Cuántas veces caeremos en la misma trampa.
A mí me enseñaron en un grupo, hace muchos años, que "locura es cometer los mismos errores esperando resultados diferentes"
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