Así las cosas y sin mayores preámbulos, pasemos a la lectura a la contestación de Jorge Cerletti.
Chuni participó en la mesa de presentación de mi libro “Estado, Democracia y Socialismo” leyendo su opinión crítica acerca del mismo (ver “Pertinaz”). Lo cual merece un doble agradecimiento de mi parte. Uno, por participar con sus opiniones elaboradas y otro, por la importancia que tiene un debate político amplio como parte del intercambio de ideas que tienden a la emancipación (se llame como se quiera). Y más en épocas en que prevalece netamente el día a día por sobre cuestiones de largo aliento (antes se decía estratégicas…) con vistas a la construcción de alternativas renovadoras. Creo que todos quienes nos identificamos con el campo del pueblo debemos redoblar nuestra praxis y sumar energías. Con esa finalidad voy a dar mi opinión en torno a la crítica mencionada con cuyo autor me unen los afectos y la causa de la emancipación.
(Claudio Castelli y Jorge Cerletti)
Aclaración previa: no me referiré a creencias religiosas que respeto si son sinceras y no contrarias a la emancipación de los pueblos. Tampoco incursionaré en lo filosófico porque no es mi fuerte, salvo en su relación con la política.
Entiendo que varias interpretaciones de Chuni, no obstante su intención de esclarecer posiciones, están erradas pues no reflejan las ideas que expongo en mi libro. Hago ahora una síntesis sobre los temas controvertidos:
** Determinismo: las generaciones de militantes de los 60 y los 70 (la mía) con una visión determinista y finalista creíamos en la inexorable marcha del mundo hacia el socialismo o comunismo o socialismo nacional (a elección). La implosión del comunismo y la derrota de los movimientos de liberación nacional resultaron un quiebre de esas ilusiones y llevaron a un replanteo a fondo de la teoría y la práctica por la que nos jugamos. Aquí en Argentina, la dictadura genocida más que un quiebre engendró un agujero negro que se tragó a multitud de compañeros y creó un hiato respecto de las nuevas generaciones.
A posteriori surgió y asumí una nueva categoría política asociada a la imprevisibilidad fáctica del futuro, la apuesta. Aquí cabe distinguir entre la legalidad sistémica y el acaecer de los sucesos y las luchas en su interior. Por lo tanto, “persistir en la idea socialista en tanto práctica y política” que me atribuye, resulta una distorsión pues tácita o expresamente emerge del texto el interrogante acerca del significado actual del socialismo. A lo cual sumo un interrogante propio: de qué peronismo hablamos en la época de “la globalización”, pregunta que se liga a las proyecciones de los movimientos nacionales adscriptos al neo desarrollismo. Y si bien tomo posición al respecto, lo hago desde una mirada amplia y abarcadora del campo del pueblo y sus diferencias.
** Utopía: el descrédito del término tan desvirtuado por la derecha, se relaciona con mostrarlo como una ingenuidad cuando no una puerilidad. Pues bien, acudamos al Dicc. de la Real Academia (¡cosas veredes Sancho!): “No lugar. Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación.”
“No lugar”, en política, implica el lugar de lo imposible para el orden existente. De suyo se desprende que su formulación plantea proyectos políticos de largo alcance. Y desde esa concepción remite a procesos de construcción de alternativas sin garantías (otro concepto no determinista). Recién a posteriori se podrán determinar aciertos y errores. Asimismo, remarco la importancia de una cuestión irresuelta, la tensión (cuando no contradicción) entre el corto y el largo plazo.
** El Estado: no sólo no estoy “preso” de la idea marxista-leninista de la extinción del Estado, sino que indico claramente que constituyó uno de sus fallos teóricos. Además, en ese nivel, señalo otros fallos como la fundamental “contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la relaciones sociales de producción” cuya predicción respecto del fin del capitalismo no se cumplió. Y ni qué decir de la cuestión del poder que concluyó en una dictadura de la nomenclatura del partido comunista que terminó abrazando el capitalismo. El “proletariado”, bien gracias. Pero tanto Marx como Lenin no eran Dioses sino grandes talentos cuyas ideas y prácticas influyeron decisivamente en los siglos XIX y XX y culminaron en las grandes revoluciones anticapitalistas que durante el “siglo corto” conmovieron a la humanidad.
Hasta el presente y con seguridad durante mucho tiempo más, subsistirá el Estado como ordenador político social de las naciones a la vez que aparato histórico de explotación y dominación. Lo cual no significa que no sea objeto de disputas de distintos sectores que luchan por controlarlo para imponer su política y a la par de los conflictos que son la norma. De allí surgen los gobiernos algunos de los cuales generan contradicciones del orden existente como sucede con varios en Sudamérica, el nuestro incluido. Pero en lo fundamental el Estado se fue conformando de acuerdo a la hegemonía de los grupos dominantes que no excluye los momentos en que éstos debieron resignar posiciones.
La política a distancia del Estado que sostengo no quiere decir ignorarlo, sino desarrollar una nueva subjetividad en la construcción de opciones desde lo micro. Y en ese sentido proliferan nuevas aperturas como ser el zapatismo, las resistencias que conlleva la irrupción del ecologismo, el reconocimiento y ascenso de los pueblos originarios, el avance en las reivindicaciones de género, los movimientos sociales con incidencia política, y mil y una luchas que nacen de abajo.
De paso aclaro que Chuni me sitúa “demasiado afincado al `hombre económico´ ” y
me asocia al sistema capitalista donde la economía sí es determinante. Desde luego que “el hombre” no se reduce a lo económico, mientras que el capitalismo sí tiende a ello y si no, qué significa la sociedad de consumo…
** En cuanto a los socialismos reales sí crearon riqueza (perdón Chuni), basta comparar a la Rusia de los Zares, “el coloso de los pies de barro”, con la URSS como 2ª potencia mundial al calor de la dictadura comunista. Sólo que esto incluye al stalinismo y sus crueles formas de sometimiento que terminaron brindándole en bandeja sobrados argumentos a los personeros del imperialismo. Es que el “huevo de la serpiente” anidó en todos los procesos revolucionarios tras la toma del poder del Estado y al margen de sus diferencias. Mientras que las dictaduras “de clase” (apelación al proletariado), luego de las convulsiones y la movilidad al inicio de las revoluciones, fue decantando en la dictadura del aparato. En ningún caso se sobrepasó a un capitalismo de Estado. Y para contrariar una vez más a mi amigo que me ancla sólo en las relaciones de dominación, sostengo en mi libro que tampoco se superaron las relaciones mercantiles. En definitiva, los obreros cambiaron de patrón, de los empresarios privados pasaron a ser manejados por el Estado bajo la batuta del Partido Comunista. Y si bien se alcanzó una distribución más equitativa de la riqueza y mayor protección social, fue al precio de una pronunciada mediocridad cultural, del cercenamiento de las libertades y el crecimiento de una burocracia administrativa que frenó el impulso inicial, desarrolló la ineficiencia y desactivó la participación popular y su creatividad.
** La Democracia: Opina Chuni: “…las personas en un orden social no están obligadas a entenderse absolutamente, sino a aceptar contradicciones que no se resuelven en ninguna síntesis, sino en hegemonías que los votos cada dos años reposicionan permanentemente. Esa periodicidad electoral no es considerada en profundidad en este libro.” Y más adelante: “…la circunstancia que en este libro no se abrace con convicción, la necesidad de votaciones periódicas no quita que tampoco puede tomarse muy en serio, pues demócrata es el autor, dispuesto a debates continuos.” (gracias).
En mi libro se destaca claramente la diferencia entre la democracia representativa y la democracia directa, ambas portadoras de contradicciones de diversa índole. La democracia representativa prevalece hoy en la mayoría de los gobiernos del mundo por más que existan notorias diferencias entre ellos. Y en este período de dominación semi absoluta del gran capital, la democracia representativa pasó a ser la falsa pantalla que encubre a las grandes corporaciones y a las principales potencias (excepto China capitalista bajo control del P.C.). Tan extendida es su hegemonía (precisamente) que “la Democracia” hoy les resulta funcional. Esto implica el irresuelto problema de la representación que desde un principio o más tarde, concluyó en la dominación de minorías que ejercen el poder sobre la sociedad que expolian. Mas en este largo e impredecible interregno, las elecciones abren posibilidades a sectores que tienen contradicciones con el establishment al que en variable medida se oponen y negocian, como algunos gobiernos rebeldes de Sudamérica surgidos en el presente siglo.
En tanto que la democracia directa tiende a resolver el problema de la representación dando cabida a todos quienes la integran referente a las decisiones del conjunto. Su gran dificultad consiste en las grandes concentraciones urbanas que hasta ahora impide su realización (por ejemplo, recordar el post 2001 en Argentina). El salto tecnológico y la proliferación de mini experiencias alientan esa perspectiva. Lo que en verdad está en juego en la llamada democracia son los niveles de participación real del pueblo sobre la vida del común.
** Pertinacia:“Obstinado, terquedad o tenacidad en mantener una opinión, una doctrina o la resolución que se ha tomado.// 2. Gran duración o persistencia. (Dic.R.A.)
Si Chuni se refiere a la tenacidad en la búsqueda de nuevos horizontes emancipatorios, estoy de acuerdo. Y esta apertura mía deviene de la profunda crítica y autocrítica en torno a las causas que originaron el final del rico período de avance de las luchas populares. Creo que a través de los artículos que componen “Estado, Democracia y Socialismo” se puede hallar el mejor testimonio de esa afirmación. Por eso me parece injusto que Chuni diga: “El socialismo de Cerletti persistente –tal vez- en mantener el error de una idea, impotente en su naturaleza…” y aunque continúa morigerando el juicio, “…porque es un resultado de una comunidad idílica, a pesar de ello, la astucia de la razón, puede acogerla en la realidad futura.”
No se trata de una idea “impotente en su naturaleza” sino que son ideas que revolucionaron la historia de la humanidad durante 150 años y cuya interpretación y cuestionamiento del capitalismo son insoslayables para la causa de la emancipación. Y esto no es un credo ni un mandato bíblico, constituye una cumbre muy alta del pensamiento humano. Pero este juicio no significa quedarse atado a formulaciones teóricas desmentidas por los hechos y mucho menos negar la realidad en la que concluyó un ciclo de semejante envergadura. Ergo, éste es uno de los ejes de la problemática que atraviesa los artículos del libro.
Finalmente, no es “la astucia de la razón” la encargada de construir “la realidad futura” y hablo de la emancipación. Sino la lucha de los pueblos al calor de las ideas y la creatividad que emanen de su seno.---
Jorge Luis Cerletti (12/11/14)
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