“La acción revolucionaria no rechaza a nadie: llama a todos. No es mezquina, como la de los “burócratas; no es sectaria e insensata, como la de los seudo revolucionarios. No teme a la “capacidad de los grupos intelectuales sino que los llama, porque necesita de todos los “esfuerzos. Porque no se cierra a nadie que venga con buena voluntad.”
(“La lucha por la liberación nacional”, John William Cooke) – [ ¡¡ Referencia digna de atención !! ]
Respondo a la “recontracrítica” del 19/11/14 del querido amigo Chuni (Ver la crítica de la crítica) en este intercambio que quizás finalice ahora.
Comienzo por el final de tu artículo. Allí decís: “Tu mirada es tributaria de ese marxismo clásico, que no veía en el peronismo más que el fascismo o cuando menos una variante de él.”
Creo que con ese nivel de interpretación se hace muy difícil desarrollar un debate productivo. Sería bueno que citaras o releyeras mi libro (sin sacarlo de contexto) lo que te da pie a semejante afirmación.
A título informativo te comento que mi última militancia “clásica” (no posmoderna) fue en el “Encuentro de la militancia político sindical del Peronismo” (1988/89) del que fui director de los 3 números de la revista que publicamos. Si esto sirve de algo es para demostrar que no tengo ni un pelo de gorila (al margen de mi calvicie). Y mis críticas al peronismo y al socialismo apuntan a que la historia no se repita. De allí que indagar y reflexionar en torno a las causas que produjeron semejante desmadre para mí resulta, política e ideológicamente, una tarea individual y colectiva insoslayable.
Después de los horrores del período 75-83, emergió en el año 1989 un doble sunami: la caída del muro de Berlín que preanunciada simbólicamente la implosión del campo comunista y la presidencia de Menem con su “peronismo neoliberal” que flageló a la Argentina. Luego inicié un proceso que continúa hoy, en pos de un nuevo horizonte político que impulse aperturas hacia la construcción de alternativas anticapitalistas. Lo cual hace necesario debatir ideas que tanta falta hacen pero con una mirada y amplitud como las que enuncia JWC en la cita inicial que comparto plenamente.
Retomando tu escrito te confieso que hay muchos pasajes que me resultan bastante confusos por lo que me ceñiré, en lo fundamental, a lo que entiendo son cargos infundados o malentendidos sobre mi ubicación política e ideas.
** Tu recurrente reproche a mi marxismo más me suena a una acusación inquisitorial que a un argumento fundado pues lo que me atribuís no se corresponde con mi visión. Y vuelvo sobre lo que creí haber saldado en mi anterior respuesta. El que valorice los aportes sustantivos de Marx no significa que no critique lo que para mí son puntos teóricos vulnerables y profecías refutadas por los hechos. (Si no me equivoco, vos también leíste El Capital, ¡vade retro Satanás!). La gran hegemonía actual del capitalismo exige nuevas ideas y no la remisión a “catecismos” marxistas o de cualquier otra índole ni tampoco mezclar la problemática política con la fe religiosa.
** Referente al proletariado y las clases sociales. Chuni dice: “Falta en la realidad, para el análisis cerletiano, un componente esencial: el proletariado.” En artículos publicados en mi libro se habla de los cambios operados en la clase obrera industrial y en la composición social de las clases en general que lejos están del período fordista de la 2ª revolución industrial. En la 3ª que podemos nominar revolución tecnológica, se plasma el nuevo modelo de acumulación capitalista que exhibe la hegemonía mundial de las corporaciones gigantes y del capital financiero. Por tanto, existen notorios cambios en la composición y carácter de las clases que desdibujan la vieja contradicción básica, burguesía/proletariado. Invito a la lectura de mi libro para corroborarlo a la vez que paso un chivo…
** Chuni pregunta: “¿Con qué sentido hablamos hoy –siglo XXI- de la participación?” Éste es uno de los puntos nodales de mi concepción y que está íntimamente relacionado con la cuestión del poder y por extensión, de la “democracia”. En mi escrito anterior ya explicité mi mirada en torno a la misma. Aquí sólo agregaré que la participación es un punto clave vinculado al cuestionamiento del poder y que hasta ahora no pudo resolverse. La concentración de poder en pocas manos es uno de las causales determinantes de la subsistencia de la dominación de las minorías y de la hegemonía cultural-histórica en la que estamos inmersos. Si se luchó por socializar los medios de producción, ¿por qué no plantear la socialización del poder? Por qué no hacer circular el poder para garantizar que éste no se enquiste en grupos que terminen haciendo lo contrario de lo que los erigió como representantes del pueblo. La representación, ¡pavada de problema! Nada más y nada menos que ha portado el eterno retorno de la dominación por más que se hayan transitado momentos de liberación. No obstante, cuando no terminaron liquidados por sus propios “dueños”, éstos fueron derrotados por la reacción. Y ése es uno de los grandes obstáculos a salvar para la gestación de una nueva subjetividad social e individual, condición necesaria aunque no suficiente.
** Afirmás: “En esta época de lo `social´ como residuo,...” Lo social no es ni un residuo ni se reduce a la militancia kirchnerista, etc. Lo social es el campo en el que se establecen las relaciones humanas, las consabidas relaciones sociales. Las mismas caracterizan los distintos períodos de la historia y a la multiplicidad de sociedades con sus correspondientes particularidades. El kirchnerismo no es un residuo social positivo sino un exponente de la lucha de un sector de impronta popular por hacer prevalecer su política en el seno de la sociedad argentina. Y la gestión no se circunscribe al Estado sino que también incluye a las empresas y en general a cualquier institución. La gestión implica los intereses a qué responde y la concepción política que la anima. Además, una cosa es que todos quieran ser burgueses (efecto hegemónico) y otra que lo sean…
** Parafraseo: “Esa fascinación por las mercaderías hasta parece previa a toda idea económica en general, la demanda como previa a la oferta, hace inútil la racionalización marxista del fetichismo de la mercancía”. (dicho a propósito de médicos cubanos en Shopping de Venezuela). ¿Los esclavos o los siervos de la gleba estarían fascinados por las mercancías? O la “avidez” de esos médicos cubanos, ¿explican la “inutilidad” de esa genial idea del fetichismo en la sociedad capitalista?
** Finalizo con una llamativa contradicción “peronista economicista”. Después de tanto criticarme enrostrándome el patrimonio del segundo término, decís: “La economía decía el General, tiende más allá de cualquier interpretación intelectualoide a lograr `la felicidad del pueblo´.” (¡cuidado con los vagos!)
Jorge Luis Cerletti --- 21 de noviembre de 2014
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