Pasaron más de siete décadas desde su nacimiento y de las históricas “patas en la fuente”. Los que cargamos la mochila del paso de los años, hemos vivido las diversas circunstancias que, de un modo u otro, han mantenido al peronismo en el centro de la escena nacional. Centro que a veces irradió una fuerte luminosidad y otras semejó un agujero negro que devoraba su rica tradición. No voy a describir aquí el devenir de semejante proceso que sigue abierto. Sencillamente, actualizo la pregunta del título y enfoco la situación en que gobierna, digamos que legalmente y por primera vez, la remozada derecha vende patria, expresión del gran capital internacional e interno. En el inicio adopto la forma de preguntas para ilustrar la penosa realidad que vivimos. Y mientras las cuatro primeras la reflejan, la quinta registra su antítesis. Ergo, reflexionemos acerca ¿de qué peronismo hablamos?
1) ¿De una boleta electoral?; 2) ¿de una escalerita para subirse a candidaturas?; 3) ¿de un agrupamiento de ambiciosos sin principios?; 4) ¿de una pandilla que usa su nombre para encubrir su política reaccionaria?; 5) ¿de un movimiento por la liberación nacional que rescata su historia?
1) ¿De una boleta electoral?
Esta pregunta alude, fundamentalmente, a la amplia gama de oportunistas que alardean de peronistas. Mientras las cuatro primeras son del mismo tenor y se ligan entre sí, la quinta se constituye en su antítesis. Está claro que las respuestas van implícitas en las preguntas. No obstante, su variedad aporta ciertos matices de la travestida identidad disimulada tras la máscara de hierro que usan.
En ese sentido, el viernes 28/9 en la portada del diario Clarín, principal exponente del poder mediático, aparece una foto emblemática y ejemplificadora de lo señalado. Allí se exhiben cuatro figurones “peronistas” que hoy hacen ruido: Sergio Massa; el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey; el de Córdoba Juan Schiaretti y el senador Miguel Ángel Pichetto. (1)
En la “Alternativa para la Argentina”, enuncian: “Representamos–afirma la carta pública- al peronismo democrático, republicano y federal. Ése que siempre escuchó al pueblo, que aprendió de sus errores y supo renovarse y cambiar.” (Subrayado mío)
¡Vaya si estos prohombres supieron cambiar! El pueblo que escucharon, es el de sus intereses. Los errores que corrigieron, el legado histórico del peronismo. Su renovación, volteretas a la derecha o a la izquierda y viceversa, pero conciliando abierta o subrepticiamente con los enemigos de la causa popular. (Ver el sintético currículum que se expone en la nota).
Hay una cuestión que recorre los cinco interrogantes arriba mencionados. Se trata del punto clave que se debate hoy en torno a las elecciones del año próximo. ¿Cuáles serían los límites para armar un frente electoral de base peronista? El objetivo obvio es derrotar al macrismo. Empero, aquí subyace una problemática de fondo que pasa desapercibida o no se contempla en la política actual.
De esa problemática brota la pregunta, ¿las luchas actuales y las contradicciones irresueltas deben integrar una construcción política a futuro? Y aunque suene a idealismo, ese interrogante muestra dos caras bien concretas. La debilidad política del campo popular y la carencia de proyectos que asuman realmente las banderas históricas del peronismo: Soberanía nacional, Independencia económica y Justicia social.
Si la política se limita a las variantes que giran alrededor de “la boleta electoral”, las perspectivas son sombrías por más que se ganen las elecciones. En ese caso, el dilema toma otra forma: ¿quiénes son los que ganan?
2) ¿Construir un movimiento de liberación nacional?
Lo que interroga el subtítulo implica un proyecto de largo alcance en una etapa que se caracteriza por la debilidad política-ideológica que padecemos. Y lo más grave es la ola facho-neoliberal que se padece en nuestro subcontinente. Fenómeno corroborado en las elecciones brasileñas del 7/10 con el triunfo del milico ultra reaccionario Bolsonaro quien obtuvo, en primera vuelta, el 46,23 % de los votos.
Las siniestras e ilegales trapisondas judiciales, mediáticas y estatales de que se vale el capital concentrado para imponer su poder, contrasta con la inquietante anomia de los partidos políticos del campo popular. Un ejemplo de ello es lo ocurrido en Brasil. La injusta y miserable proscripción de Lula, enmascara que Dilma Rousseff, derrocada por un golpe blando, llevaba adelante un plan económico neoliberal. Sin embargo no fue suficiente, Dilma no era palo del mismo gallinero…
Ese ejemplo, salvando las diferencias, exhorta a reflexionar sobre nuestra realidad. A un año vista de las elecciones de 2019, en el peronismo se discute el tema de la unidad. El problema no es menor: el gobierno y el FMI resultan “un monstruo que pisa fuerte”. Y en la supuesta vereda de enfrente, se halla el movimiento político más numeroso de ascendencia popular. Pero su perfil hoy dista muchísimo de la combatividad de sus mejores momentos. Y aquí resurge la pregunta que cierra el punto anterior.
Jorge Luis Cerletti |
Prosigamos con los interrogantes. ¿La liberación nacional es una meta realizable y cuáles serían las fuerzas que la impulsan? Hoy, ni en el espectro sindical, ni en el ámbito político, aparecen actores de esa talla. Lo cual no significa que no existan cuadros valiosos ni distintos gérmenes que en el futuro puedan cambiar la situación.
Retomemos entonces al problema de la unidad para enfrentar el desastre económico, social, geopolítico y cultural que asola a nuestro país. No existen dudas de que la mayoría de la población vive momentos angustiantes. Lo cual catapulta la importancia de las elecciones de 2019. Pero la misma exhibe un carácter bifronte. Es necesario vencer al gobierno pero a la vez se gestiona una unidad vaciada de contenido. ¿Es posible avanzar omitiendo un proyecto de liberación nacional que guíe la causa popular? ¿A qué conduce ganar las elecciones en base a una ficticia unidad dócil al poder concentrado?
Lo expresado porta una verdadera paradoja. Ganar elecciones cuyo triunfo supone una derrota. Vale decir, una engañosa unidad que sirve al enemigo.
La cuestión no pasa por falsos purismos sino por visualizar los desafíos y contradicciones que se presentan. El peronismo siempre incluyó fuertes enfrentamientos internos producto de las antinomias propias de su historia. Y en particular, a partir de su derrocamiento en 1955. Pero como dije al principio, lo que importa hoy es reflexionar y debatir sobre el interrogante que da título a este artículo.
Mucho se polemiza acerca de la unidad, compleja y abierta cuestión que he esbozado. Que tenga una posición definida al respecto no significa que considere cerrado el tema ni me crea dueño de la verdad. Al contrario, es importante el intercambio de ideas si están despojadas de mezquinos intereses. Y ésta es una de las dificultades serias que vivimos. Lo que hoy está en juego dista mucho de los riesgos que asumieron la resistencia peronista y quienes libraron las luchas políticas en los 60/70. Obvio que son períodos muy diferentes pero lo que resulta preocupante es la declinación de las perspectivas políticas que transitan por un territorio yermo. Empero, se percibe cierto aire fresco debido a las grandes movilizaciones populares en contra de la ofensiva y el desmadre de Cambiemos que cambia, pero siempre para peor…
Resumiendo, un polo de la disyuntiva muestra el fantasma de la continuidad de este gobierno reaccionario. El otro, sin negar el peso de esa realidad, remite al carácter político del rechazo. Y aquí se dan dos factores interrelacionados: el nivel programático y la conformación de la unidad que debe evitar el oportunismo en su integración. O sea, rechazar a quienes buscan los votos en su propio beneficio y al margen de la causa que dicen defender. A tal fin y si bien no existen garantías para el porvenir, es determinante la trayectoria política de quienes participen de la unidad. (Entre los innumerables ejemplos vale recordar el voto “no positivo” de Julio Cobos cuando era Presidente del Senado y Vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner).
Sin ese requisito, un eventual triunfo y en el mejor de los casos, resultaría una victoria a lo Pirro. Pensemos que frente al cúmulo de dificultades y a la ausencia de alternativas, es indispensable introducir en el debate la fundamental problemática de la cuestión nacional. Máxime hoy que los retrocesos en América Latina, en nuestro país y en el mundo, demandan reflexiones y debates políticos serios que a su vez estimulen el reencuentro con la creatividad perdida.------
Jorge Luis Cerletti
10 de Octubre de 2018
1) NOTA: (Sobre “la banda de los cuatro”)
Sergio Massa: Comenzó a militar en la UCeDé fundada por Álvaro Alsogaray alcanzando en los primeros años de la década de 1990 la vicepresidencia primera y luego la presidencia de la UCeDé a nivel provincial. Se destacó rápidamente en el partido de Álvaro Alsogaray y llegó a ser presidente de la Juventud Liberal en la Provincia de Buenos Aires entre 1994 y 1996. Formaba parte del ala ultra liberal del partido, ala que promovió a mediados de los 90 la fusión con el Partido Justicialista en ese momento dirigido por Carlos Menem quien era también el Presidente. Comenzó a militar en San Martín con el dirigente sindical Luis Barrionuevo. Durante la presidencia interina de Eduardo Duhalde, fue designado al frente del ANSeS y ratificado durante todo el gobierno de Néstor Kirchner. Es elegido Intendente de Tigre en el 2007. En Julio de 2008 asume como Jefe de Gabinete de Ministros de Cristina Fernández de Kirchner. A partir del año 2009 comenzó la ruptura con el kirchnerismo que coronó con su liderazgo del Frente Renovador.
Juan Manuel Urtubey: Gobernador actual de Salta en su tercer mandato consecutivo, se lo vincula al Opus Dei. Con un largo historial político-administrativo, es una figura del peronismo que asume su postura derechista sin prisa y sin pausa aunque con cierto disimulo. Ya desde el período kirchnerista viene trabajando tras su ambicionada meta presidencial.
Juan Schiaretti: Militó en los sectores radicalizados del peronismo de izquierda, El diario Clarín publicó un repaso de su vida previo a las elecciones de 2007. La nota menciona su participación en el Cordobazo, que estuvo en Ezeiza cuando regresó Perón y que partió al exilio en 1975. Schiaretti tenía 19 años cuando representó a los estudiantes como delegado de la Facultad de Ciencias Económicas. Comenzaba a sentarse en las mesas dónde se disputaba el poder. Previo al Cordobazo, recordaba “una reunión en el Smata en la que tres dirigentes estudiantiles nos sentamos en una mesa con Agustin Tosco, Elpidio Torres y Atilio López.” Su militancia política originó su exilio en Brasil en 1976. Luego se relacionará con la Fundación Mediterránea y con Domingo Cavallo. Asimismo, su amistad con Macri culmina en su último gobierno y se constituye en un apoyo fundamental para el triunfo de Cambiemos en el 2015.
Miguel Ángel Pichetto: senador nacional y hoy presidente del bloque Argentina Federal en la Cámara Alta. Quizás el aspecto más saliente de su curriculum sea su viraje ante el kirchnerismo del que fue su presidente en el Senado y del que se manifestó fiel servidor durante los doce años de su mandato. Aunque tardó un poco en “darse cuenta”, aseguró que en los últimos años de kirchnerismo "hubo una pésima gestión económica", ya que se dieron "procesos económicos que terminaron con fuerte intervencionismo del Estado, control de importaciones y un montón de trabas que hacían imposible que la economía creciera".
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