Considerables grupos humanos que tienen negado su alimento, cancelado su empleo y reducido su hogar a escombros, aún confían que los autores de tamañas iniquidades puedan remediarlas.
¿Por qué lo hacen? ¿ Acaso no es una burla soez la versión edulcorada de la realidad que recita impávido el jefe de la banda? Por qué aún confían (mucho o poco, por desesperación, por un extraño sentido de la esperanza o por lo que fuere) en quién miente sin inmutarse, no tiene oídos para las desdichas que el y su gobierno provocan, no tiene ojos para verlas, no tiene piel para conmoverse. Por qué no sobreviene el hartazgo, la desilusión y la bronca, cuando en la puerta de la fábrica los esbirros armados hasta los dientes anuncian el despido, con rostro amenazante y con palabras crueles: ustedes están sobrando, no se quejen, no levanten la voz, no protesten. Defendemos el derecho de los patrones a deshacer vuestras vidas.
¿Ese brutal destrato, no dice nada? ¿O acaso estás pensando, vos que todavía tenés laburo, que no es problema tuyo, que tenés tus propios problemas? ¿El egoísmo y la indiferencia se han apoderado de tu alma?
La clase dominante desprecia al pueblo; lo considera una cosa que se usa y se tira. Cuando lo necesita, lo utiliza; cuando quiere deshacerse de él, lo hace sin miramientos. La fracción que gobierna, con la aprobación de quienes la sostienen desde su opulencia, su ideología y su fortuna bien guardada en algún “paraíso”, ejerce la crueldad con el desparpajo de quien no se anda con disimulos. Y por añadidura, recibe el aplauso de sectores medios admiradores de los de arriba, a los que imitan en el cerrar de ojos y el obturar de oídos a los clamores que incendian la sociedad. Lo que importa ( lo piensan y no lo callan), es que los “negros” están siendo puestos en vereda, en el lugar del que nunca debieron haber salido, que nunca debieron haber recibido los beneficios que alimentaron sus desmedidas pretensiones.
Una vez más: por qué hay tanta gente blindada al dolor ajeno, indiferente, imperturbable frente a mil agravios y escarnecimientos inferidos a los más vulnerables. Suele explicarse por la ofensiva mediática provocadora de lo que algunos llaman anestesiamiento.
Sin desestimar un solo milímetro el papel de la lóbrega catequización cotidiana, tósigo insidioso, parece necesario formularse preguntas, talvez menos habituales, que podrían señalarnos algunas pistas seguras y podrían formularse así: ¿los cerebros no son preparados por la cultura profunda del sistema de dominación, que tanto en sus momentos de benevolencia como de extrema crueldad no deja de ser eso que se acaba de mentar: dominación? Y esta, flor y nata del capitalismo, ¿podría ejercer su decisiva función sistémica sin el consentimiento voluntario e involuntario de los dominados? Si la claridad, la razón, la lógica y la plena información imperaran en los cerebros; si los saberes críticos y el hábito de la crítica sabiamente guiada funcionaran habitualmente en todos los vericuetos de eso que llevamos sobre los hombros, la dominación estaría en serios problemas. Por eso, de manera sutil, como algo propio y normal de la naturaleza humana, sin alardes pedagógicos, sin hacer ruido ni ostentación, la dominación instila en el pobre sapiens que somos las “disposiciones” (palabra que tomo de Bourdieu) para que el pensar de las masas subalternas y los sectores medios adquieran la suficiente torpeza, desconcierto y limitaciones lógicas, capaces de provocar una suerte de anemia mental. El sistema puede soportar huelgas, gemidos de desesperanza y aullidos de dolor, pero no que se ande hurgando en sus vísceras más íntimas, y que lo pueda hacer cualquier ciudadano o ciudadana de a pie. Para no perder aire y desinflarse, la dominación necesita que los dominados carguen inconscientemente con la coaccionante cadena inmaterial que les ha sido impuesta, que ha hecho de ellos idiotas útiles e inocentes. La dominación, que es violencia, no sólo requiere de la fuerza física: con ella y hasta más que ella, precisa de cerebros brumosos, perplejos y desorientados, encerrados en sus propias tribulaciones; necesita que se persuadan que el “destino” que rige sus vidas (no las vidas de los ungidos para mandar) es inherente a la “condición” humana minusválida que le ha tocado al hombre y a la mujer masa. De hecho, la plena satisfacción de las necesidades personales, el bienestar que le dicen, no son un tesoro destinado a irradiarse ampliamente. Los remisos en aceptarlo por insuficientemente estupidizados, tendrán que ser sometidos a la lección del gendarme. Ninguna dominación escupe en su propio plato, dotando a los dominados de los recursos intelectuales que permitan desnudarla de falsos atavíos.
La vida bajo la dominación se ha naturalizado: demasiadas personas que tienen feroces reparos a la sociedad creen(o la dominación les ha hecho creer), que eso que no los deja respirar es la manera de vivir que el animal parlante que somos ha creado, porque nuestra índole no da para nada mejor. Desde hace siglos, al humano de a pie le vienen diciendo que la convivencia es una interminable colección de pesares que el sapiens se propina a sí mismo y no aprende. Seríamos un producto defectuoso, una criatura inacabada y definitivamente incurable, un homo demens, en el decir de Morin.
Siglos de someter a los cerebros a todo tipo de mitos, creencias y los hoy llamados relatos; siglos de difundir el conformismo y la confusión, la apatía, el consentimiento y el egoísmo indiferente, de familiarizar a los pueblos con la crueldad, no impidieron que las rebeldías se alzaran en épicas protestas, con éxitos estruendosos y derrotas catastróficas; pero sea cual haya sido el resultado de esas luchas, la dominación no fue extirpada, y demasiados cerebros continuaron parcial o totalmente anestesiados.
Pero vengamos ahora a lo que no está oculto y es parte de lo que llamamos de insidiosa catequización cotidiana; vengamos a los recursos que embrutecen el pensamiento, que encuentran una excelente recepción en las “disposiciones” sutilmente inculcadas en los cerebros desde la primera infancia y respiradas como el aire. Veamos.
El chivo emisario. Un viejo recurso distractivo. Una manera de encaminar la mirada popular hacia una dirección falsa y evitar que mire la verdad de los problemas. El “maestro” supremo en esta materia, Adolfo Hitler, le decía a Rauschning (1):”Es importante tener siempre delante un enemigo visible, corpóreo y no simplemente abstracto”. Hoy y aquí, decimos, son los Mapuche y su escarnecido Ram (¿existe o es un invento de los servicios?). Y si la etnia indígena no alcanzara, ya aparecerá otro enemigo: ¿el terrorismo islámico? ¿Iran? ¿El kirchnerismo…? El sistema necesita descargar sus culpas sobre espaldas ajenas, a comenzar sobre las víctimas que ha provocado.
Las emociones colectivas. Nuevamente es Hitler (tan estimado por Duran Barba) quien imparte la lección: ”El modo de pensar y actuar del pueblo se gobierna por las reacciones sentimentales, no por la fría reflexión”(2). Y el recién mentado consultor ecuatoriano, discípulo (por lo menos en este aspecto) del cruel carnicero de pueblos, escribe en su libro El Arte de Ganar, que se debe invocar a los “sentimientos, no a la razón. Los humanos somos simios con pretensiones cartesianas (…) Más que perseguir que el ciudadano entienda los problemas, debemos lograr que sienta indignación, pena, alegría, vergüenza, o cualquier otra emoción”.
Agregaba Hitler estas deliciosas palabras: se trata de sustituir el convencimiento por la sugestión, crear una atmósfera de fe ciega y de histerismo, aturdir y seducir a las masas. La meta confesada en Mein Kampf (Mi Lucha), era quebrantar el libre albedrío y la capacidad de los hombres de pensar por su propia cuenta. ”En todos los casos, se trata de menoscabar la libre voluntad del hombre”.
Miedo. “El pueblo necesita ser mantenido en un saludable(sic) temor. Desea temer a algo…”(3). Lo que no agregó Hitler, pero lo sabía, es que el temor paraliza, cambia los hábitos, dificulta la vida social, estimula recelos y sospechas, alimenta la delación.
Reflejos condicionados. El sabio ruso Ivan Pavlov (1849-1936) descubrió lo que se conoce con el nombre del título. En el Congreso Internacional de Medicina, realizado en Madrid en 1903, Pavlov presentó su concepto sobre el reflejo condicionado. Mostró que hay reflejos que no son heredados, sino aprendidos, y que estos desencadenan reacciones del cuerpo a partir del condicionamiento del organismo, o sea, a partir de una experiencia pautada. La experiencia originariamente hecha con perros, demostró funcionar con total eficiencia en seres humanos, que imbuidos de un machaconamente reiterado calificativo, acaban reaccionando maquinalmente y siempre de la misma manera. Ejemplo vernáculo: al oir la palabra Cristina, el cerebro condicionado responde: chorra, yegua, se robaron todo. Una notable propiedad del cerebro animal (el ser humano es un animal) es utilizada para cancelar definitivamente su razón autónoma.
Razonamiento inductivo. A partir de una observación puntual, derivar una generalización no fundada en prueba alguna, es una pésima si que difundida costumbre que cae muy bien a los que buscan denigrar. Porque hubo ladrones en el gobierno anterior (López, Jaime etc.),todos los que fueron parte del mismo fueron chorros y “se robaron todo”. Este falaz razonamiento, absolutamente degradante del pensar humano, sirve a las mil maravillas a los detractores políticos.
Razonamiento deductivo. Ese está sometido al ostracismo; lo está la lógica que lo entraña. Cuando las promesas electorales del oficialismo resultaron mentiras implacables, debió deducirse que estamos frente a una gigantesca estafa que retuerce a tal punto la lógica (pobre Aristóteles), que en boca del señor Tonelli declara que ganando menos, los jubilados estarán mejor.
La política: una abyección. Que hay corrupción en las prácticas de la política, las hay. Que sujetos trepadores la transformen en una carrera que lleva como único norte ascender en la riqueza, los privilegios y la vida fácil, nadie lo discute. Pero de ahí a transformar la entera práctica política en una abominación es incurrir en el perverso razonamiento inductivo. Conclusión: el pueblo no debe meterse en política. Mejor que cada quien se ocupe de lo suyo y dejar que al país lo gobiernen los que consideran al pueblo una masa de idiotizada fácil de engañar.
Otros recursos. Para no dar largas al asunto, porque queda bastante tela para cortar, agreguemos que, valiéndose de las propiedades del cerebro humano (como es el caso de los reflejos condicionados) es posible bloquear todo pensamiento que difiera del que le ha sido embutido por la propaganda unánime y ferozmente reiterativa. Es posible, agreguemos inmunizar el cerebro contra todo hecho o argumento que hiera las convicciones que lo han colonizado, sin que atine a verificar, siquiera superficialmente, si el argumento o el hecho mentados tienen alguna veracidad y merecen ser reflexionados. Ignorar los dichos del prójimo que no confirman las propias convicciones, productos de un pensar no autónomo, y repetir maquinalmente el relato del poder, es a lo que este aspira y logra.
Cabe advertir que si la situación de clase propicia o favorece determinadas conclusiones, producto de específicos ámbitos culturales y experiencias de vida, no siempre es así: grupos considerables de clases subalternas equivocan su voto. La cultura de la dominación, sus técnicas y procedimientos, logran saltar lo que en abstracto semejan ser limitaciones insalvables.
Finalmente, el racismo y su pretendido fundamento biológico, debe incluirse entre la batería de recursos que introducen en el cerebro humano otro compuesto indigesto. Todo sea para falsear, aún más, la ya instalada falsa consciencia.
Y paremos por aquí. La dominación no descansa produciendo recursos que la sostienen. El consumismo es uno de los más poderosos. Queda para otra oportunidad.
1)The Voice of Destruction, de H. Rauschning, Nueva York, 1940,pág.227, citado por George Lukacs en El Asalto a la Razon, Grijalbo, Madrid, 1976, pág 587
2)Mein Kampf, Munich, 1934, t.1, pág. 201, en G.Lukacs, obra citada.
3)The Voice…, pág 281, en Lukacs, pág.609
(") Doctor en Historia y Sociedad. 18 libros publicados, algunos en Brasil y Argentina y otros sólo en Brasil. Decenas de ponencias en congresos nacionales e internacionales y centenares de artículos sobre historia y literatura. Docencia en la Argentina (UBA y Universidad del Salvador) y Brasil (Universidades de Campinas, del Estado de San Pablo y Pontificia de San Pablo). Incluido en el programa Café, Cultura Nación de la Secretaría Nacional de Cultura.
(") Doctor en Historia y Sociedad. 18 libros publicados, algunos en Brasil y Argentina y otros sólo en Brasil. Decenas de ponencias en congresos nacionales e internacionales y centenares de artículos sobre historia y literatura. Docencia en la Argentina (UBA y Universidad del Salvador) y Brasil (Universidades de Campinas, del Estado de San Pablo y Pontificia de San Pablo). Incluido en el programa Café, Cultura Nación de la Secretaría Nacional de Cultura.
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