Se vienen tiempos difíciles para el pueblo porque la profundización de la dependencia y el ajuste solo puede conducir a una crisis generalizada, pero la comprensión de que, más allá de cualquier coyuntura, la prosecución de los reclamos gremiales y sociales solo puede tener viabilidad en tanto confluyan en la integración de un gran frente nacional de liberación y antioligárquico, es la clave del drama nacional.
Cristina Fernández ha brindado definiciones que permiten precisar las tareas políticas para el actual momento histórico de retroceso y, por ende, asumir un rol protagónico desde las consignas de: reconstruir el país, construir la unidad de la oposición y formar una fuerza parlamentaria que le ponga límites al ajuste, y la revisión de la deuda externa que se ha tomado desde el inicio del macrismo. La ex presidenta sigue siendo el cuadro político más importante y con una visión integral del país y de su rol en el concierto mundial, así como de una clase política que se ha desmoronado ante la primera presión oligárquica y cuya expresión más declinante está en el senado de la nación. Ya en otras apariciones públicas había expresado mensajes hacia la unidad de los trabajadores, tendiendo puentes hacia sectores sindicales que han dado muestras de lucha. Así fue cuando, en un acto en SADOP y ante un auditorio de cuadros sindicales llamó a “la unidad del movimiento obrero” para la “reconstrucción de un espacio que no puede agotarse en el peronismo”. Su aparición pública, en este tiempo pre electoral, la integración de Unidad Ciudadana y su decisión de encabezar la lista como candidata a senadora en la Provincia de Buenos Aires, pusieron en evidencia la disputa central a partir de la cual se define el destino del país y la divisoria de aguas en dos campos bien diferenciados: el de la defensa del interés nacional y una política socialmente justa por un lado y, por el otro, el de la protección de los privilegios oligárquicos en un orden social dependiente de los poderes financieros internacionales. La escena de la actividad política refleja, de alguna manera y con sus particularidades, esta real e histórica divisoria de intereses y fuerzas en pugna que otorga un sentido concreto a la realidad del país. Sin embargo, el plano político es un dato adverso la proliferación de listas y candidatos que compiten entre sí dentro del campo nacional, diluyendo en el horizonte la figura del adversario principal.
Javier Azzali |
La recomposición de una dirección política del movimiento obrero organizado es indispensable para la formación del frente nacional, de cara al extraordinario y –por ahora–lejano desafío de ofrecer una alternativa. La prosecución de los reclamos gremiales y sociales solo puede tener viabilidad en tanto confluyan en la integración de un frente nacional y popular de liberación en el que converjan todos los sectores agredidos por el proceso político y económico en vigencia.
La comprensión de la cuestión nacional por parte de las mayorías populares es la clave para avanzar en la formación del frente de liberación nacional. El avance progresivo del país exige la constitución de una gran alianza social que reúna a todas las fuerzas nacionales detrás de un programa liberador. En este sentido, aparece como fundamental darnos el debate sobre el contenido de un programa nacional popular que, a nuestro entender, debe apuntar al control estatal del sistema financiero, el comercio exterior y los precios de la cadena de valor, el control de los recursos naturales y de las áreas estratégicas de la economía como la siderurgia, entre otras. También a una reforma del sistema tributario y al establecimiento de un nuevo marco regulatorio de las inversiones externas que priorice el interés nacional. La profundización del proyecto nacional exige, de alguna manera, adoptar formas más definidas de nacionalismo popular, sin perder de vista las grandes dificultades a la hora de quebrar la desigual relación de fuerzas del movimiento nacional respecto de los sectores económicamente dominantes.
Las tensiones sociales y diferencias para definir el perfil ideológico son inherentes a una alianza social heterogénea y su unidad dependerá de que cada sector componente del frente nacional, así como especialmente la dirección política, asuman como prioritaria la confrontación principal contra el sector oligárquico y proimperialista y la ampliación de la base social. En este último tiempo, sobresale la posición de la Corriente Federal de los Trabajadores, que mantuvo un reclamo constante –desde el inicio del ciclo de regresión oligárquica– de un plan de lucha y de la formulación de un programa concreto. Lo mismo debe decirse de la larga lucha de la CTERA y los docentes, quienes no cesan en sus justos reclamos desde la Escuela Itinerante.
La historia brinda ejemplos en los que, en momentos de regresión como el presente, la conciencia nacional de las mayorías populares da un salto cualitativo, al ponerse en evidencia la contradicción principal de la cual surgen los problemas fundamentales de los argentinos, como fuera el caso de FORJA en la Década Infame de los años 30 y de las movilizaciones del 17 de octubre de 1945 dando impulso vital al peronismo. Por eso mismo, desde nuestra agrupación tenemos la esperanza que el pueblo, desde las reservas intelectuales, culturales y espirituales con las que cuenta, revierta esta situación difícil y adversa que padecemos.
(ª) Horacio Chitarroni y Javier Azzali son integrantes de la Corriente Política Enrique Santos Discépolo, que orienta el Historiador de la izquierda nacional Norberto Galasso.
NE: "La esperanza nacional y popular" es la presentación de un documento más amplio que se llama "Bases para el movimiento nacional frente a la crisis y la dependencia", que publicaremos oportunamente en dos partes. El documento fue realizado por los dos autores nombrados. El documento tuvo su conclusión durante el mes de Julio.
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