EN TORNO A LA REALIDAD, Por Jorge Luis Cerletti, para Vagos Peronistas
Jorge Luis Cerletti |
Realidad: Existencia real y efectiva de algo. //2. Verdad. Lo
que ocurre verdaderamente. //3. Lo que
es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio. // -
virtual. Representación de escenas o imágenes de objetos producida por un
sistema informático que da la sensación de su existencia real. (Diccionario de la Real Academia)
La Realidad, ese preciado argumento.
En las discusiones
políticas la “apropiación” simbólica de la realidad es algo habitual pues
funciona como argumento contundente para respaldar una postura. Lo común es que
su empleo responda a los intereses de quienes se la agencian. Generalizando,
cada cual se siente autorizado a ponerla de su lado, o sea, a identificarla con
sus ideas. De allí que con frecuencia se
descalifique al otro por “estar fuera de la realidad”.
Tal hábito es una
muestra de sectarismo que obstaculiza el intercambio de ideas. Semejante uso del término ejemplifica actitudes
y prácticas que inciden negativamente en la construcción colectiva de políticas
favorables a los de abajo. Para reflexionar sobre estas cuestiones voy a partir
de las definiciones del D.R.A.
Las acepciones 1 y 2
dan las significaciones directas del término y de ellas se desprende la importancia
de su auto adjudicación para la credibilidad argumental de los discursos. Mas,
en esas acepciones generales subyace una “convidada de piedra”: la interpretación. Compañía que denota la
“apropiación” de la realidad pues contiene las significaciones elaboradas por sus
emisores. Por lo tanto, no hay que confundirlas con la contundencia de los hechos. Ahora si
enfocamos la significación de la
acepción 3, se puede aludir a la
problemática de la emancipación y del futuro. En cambio la definición de lo virtual viene asociada al formidable
salto de la informática y lo comunicacional que impacta de lleno en las
relaciones humanas. Y en ambas esferas entramos en un terreno sumamente complejo.
Construcción y
ficción.
No es ninguna novedad
la potencia de lo comunicacional en la construcción del imaginario social.
Basta con sopesar la influencia de la
TV y de los medios hegemónicos en la producción de la
subjetividad dominante. Aquí también interviene la velocidad de la información
cuya simultaneidad frente a distintos hechos, genera indiferencia por
superposición espacio-temporal de sucesos muy disímiles. Este fenómeno no deja
de ser un efecto buscado que se trasluce en su
efímera permanencia en “cartel”. Es que lo real se esfuma en su serialización
y funciona como ficción con su respectiva producción de anestesiados espectadores.
Un nivel más directo
de la construcción, es la emisión de discursos que responden al poder dominante. Los cuales encierran dos componentes
básicos, el manifiesto y el encubierto. Por ejemplo, los principales voceros del
neoliberalismo pregonan sus enunciados político-económicos fundándolos en la
libertad (de la ciudadanía, del comercio, de los negocios, etc.). Pero a la par
viene lo encubierto. Su glorificación de la
libertad oculta su verdadera naturaleza, la que sólo valida al capital. Porque
la libertad en los distintos órdenes de la vida en sociedad es tolerada siempre
que no perjudique los intereses del gran capital. Caso contrario, se la impugna
cuando no se la proscribe.
Otro aspecto digno
de reflexión es la instalación social de lo virtual. Lo cual conlleva una fuerte contradicción. Expresa la
enorme potencia del salto tecnológico y también produce efectos perjudiciales para
la sociedad. Lo primero es indiscutible, lo segundo, objeto de análisis y
debates.
La señalada contradicción
se trasunta en ciertas características cultural-políticas que operan sobre amplios
sectores medios. Desde ya que todo instrumento o herramienta depende del uso
que se le dé. Pero este caso es
especial, nos hallamos frente a un cambio tecnológico de gran magnitud, quizás
comparable a la creación de la imprenta a mediados del siglo XV.
Consideremos un
dato relevante de nuestro tiempo sobre la formación de las nuevas generaciones.
Desde los primeros años de vida (por no decir del primero), los infantes y los
niños se familiarizan con el lenguaje digital. Y lo común en los sectores
medios es que aprendan a manejar desde el teléfono hasta una computadora o
algún celular de la ininterrumpida plétora
que vomita “el mercado”. Es difícil imaginar las proyecciones de semejante
cambio cultural. Empero, sí está claro que se abre un significativo campo de
lucha político-ideológica.
Este notable salto
operatorio en las relaciones humanas no se corresponde con la profundidad del
conocimiento ni con la riqueza de las ideas. Facilita las tareas pero, a la vez,
apunta hacia un facilismo que provoca adicción y afecta la creatividad.
Lo señalado también
se da en el campo político. La proliferación y encumbramiento de lo inmediato empobrece
lo colectivo y por supuesto, las ideas y las críticas al sistema. El
pensamiento político tiende a ser absorbido por la inmediatez y la superficialidad.
Verbigracia, el uso y abuso de WattsUpp que relega contenidos o de absorbentes
celulares cuando transforman en virtual las relaciones personales. Éstos son efectos
de la dominación del poder hegemónico que hace jugosos negocios e induce
hábitos culturales que exacerban el individualismo y la frivolidad. Lo mismo funciona
en las redes tipo Facebook que alimentan la trivialidad y por añadidura
facilitan el trabajo de espionaje. Claro está que admite usos opuestos y constructivos.
WikiLeaks desnuda informaciones secretas de los servicios yanquis vía Internet.
El zapatismo pudo darse a conocer en el mundo y difundir sus fecundas ideas. Y
tantas otras manifestaciones, convocatorias y demás iniciativas que circulan en
el campo popular.
Capítulo aparte
que menciono aquí al pasar, son los efectos estructurales sobre el capital y el trabajo. Muy lejos de la
organización industrial del fordismo, lo virtual asociado a la robotización y a
la transformación de las cadenas productivas, profundiza el actual modelo de
acumulación del capital que se plasma alrededor de los 70/80. Además, engendró un
vehículo extraordinario para el capital financiero que opera al instante e impone
condiciones en el mundo.
Lo real y lo
ilusorio.
Pasemos ahora a la
problemática que abre la acepción 3 de
las definiciones del D.R.A. De allí tomo
la contraposición entre lo efectivo
con valor práctico y lo fantástico e ilusorio. Lo primero
correspondería a la política realmente existente. Lo último, a las políticas
que impulsan la emancipación. Éstas suelen asociarse a lo “fantástico e
ilusorio” utilizando el término de utopía con ese sentido.
El pivote entre dichos
extremos de la contraposición remite al sistema capitalista. Y para encarar esta
excluyente realidad mundial parto de los cuatro convencimientos que expongo a
continuación:
1) el Capitalismo
es un orden social injusto y opresor; 2) es necesario construir alternativas
creadoras que lo superen. 3) la enorme dificultad que esto implica debido a su
aplastante hegemonía. 4) la importancia de contribuir a la gestación de nuevos
procesos emancipatorios más allá del impredecible tiempo de realización.
Al asumir el punto
1) los otros tres se infieren de éste y se articulan entre sí. El obstáculo principal
que suscita variadas divergencias es la enorme dificultad que implica la superación
del capitalismo. Desde quienes alegan la imposibilidad real de superarlo hasta
los que reiteran fórmulas y experiencias agotadas.
Es evidente la
debilidad actual de los movimientos por la emancipación y la relativa oscuridad
existente. Creo que en esta etapa deben prevalecer los intercambios
colectivos por encima de las diferencias. Desde esa tesitura, rescato el concepto
campo del pueblo como base amplia para
el desarrollo del debate de ideas. Y pienso que esto contribuye a impulsar
nuevas alternativas emancipatorias evitando el aislamiento y el viejo vicio
cariocinético de la izquierda. Viene a colación entonces la siguiente cita:
“...hay quienes sueñan con los ojos abiertos y
quienes cierran los ojos para no ver la realidad.” (del Movimiento Indígena Qom del Chaco, Qompi
Voque Nagockta)
Ahora la adecuo a
mi interpretación de la etapa actual poniendo en foco a mi propio campo, el
emancipatorio. Para mí soñar con los
ojos abiertos es no arriar las banderas en el presente proyectándolas a la
multiplicación de interlocutores. Esto significa ampliar el debate y los
intercambios con los sectores populares más afines mirando hacia el futuro. En
paralelo, promover la articulación de las resistencias contra lo que genera el capitalismo.
Luego, es importante saber distinguir las diferencias que se dan en la política
realmente existente y rescatar lo que favorezca al campo popular. Lo opuesto
sería “cerrar los ojos para no ver la realidad”.
La política a largo plazo no supone erigir un
santuario impoluto sino desarrollar un proceso de construcción en donde también
juega el ensayo-error y el respeto a la diversidad. Esto no significa resignar
los principios contra la dominación y la explotación, contra la discriminación
de toda índole, por la igualdad, la libertad y la justicia social. Estos
principios fundamentales deben constituir la osamenta de las luchas de todo
tipo que se libran en el seno de la sociedad. Pero ya no alcanza con el
concepto unificador de clases sociales aunque encierren parte de verdad. En
aguas semejantes naufragaron firmes creencias vulneradas por hechos no previstos en teoría. ¿Acaso la
historia tiene un solo lugar de interpretación?
Con lo anterior no
estoy propugnando el relativismo. Sí planteo que no debemos soslayar los hechos
que conmueven al mundo y en lo más cercano, los que se producen en nuestro país
y en Latinoamérica. Aunque aún no podamos incidir en ellos más allá de lo micro,
su encuadramiento y toma de posición genera espacios de interlocución
necesarios para validar o corregir críticas. Y aquí retorna el hiato entre lo
inmediato y lo mediato cuyos oficiantes vivimos en plenitud la dicotomía. ¡Valga “la realidad”! .------
Jorge Luis Cerletti
(2 de mayo de
2017)
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