miércoles, 27 de julio de 2016

ARGENTINA Y EL PÉNDULO, Por Jorge Luis Cerletti, para Vagos Peronistas


Jorge Luis Cerletti

Cerletti recorre la oscilación política argentina y advierte que cada vez, que gira hacia la izquierda, al no horadar la estructura del sistema capitalista, las mejorías obtenidas son como "tomar aire en el patio de una prisión", aunque insiste denodadamente en seguir buscando alternativas para lograr la "emancipación del capital", para lo cual propone la participación amplia de la discusión en el campo popular. Muchas preguntas surgen del texto: ¿es posible detener el péndulo en una dirección propicia? ¿se puede salir del marco capitalista? ¿o tenemos que resignarnos a gobiernos populares, como amoríos de verano? Es evidente que la insistencia permanente de Cerlertti por pensar más allá del statu quo, es un desafío para el movimiento nacional y popular, que ha sido el último en ubicarse al lado de las mayorías, aunque aumentando el grado de sectarismo hacia el final, y contentándose demasiado con conquistas, acaso módicas, y proponiéndose batallas, acaso insustanciales, olvidando el nudo gordiano de la dominación, que permaneció incólumne.


ARGENTINA  Y  EL  PÉNDULO.

Nuestro país resulta un caso demostrativo de los vaivenes de la historia como si fueran las oscilaciones de un péndulo que se ralentiza cuando oscila hacia la derecha. Esta metáfora política de periodización con un movimiento desbalanceado, ilustra la recurrencia de la dominación que siempre retorna aunque cambien las circunstancias y los protagonistas. Pasa el tiempo pero continúan las frustraciones de los movimientos populares así como las marcas que dejan sus luchas y que no pueden borrar los dueños del poder. Este acontecer demanda un pensamiento político que rescate críticamente las experiencias de dichos movimientos. Rescate crítico para servir a la creación de nuevas políticas superadoras de lo actuado y que desarrollen organizaciones que instauren procesos encaminados a poner fin a la  dominación.      
Como ejemplo de los mencionados vaivenes es muy oportuno traer a colación la última etapa que vivimos. Después de doce años de los gobiernos K que con sus limitaciones y errores significó un avance popular, en nuestro país se produjo el primer triunfo electoral de la derecha explícita sin que medien fraude ni proscripciones. Testimonio de su genoma es el elenco gubernamental compuesto principalmente por ex-CEO de las trasnacionales y connotados miembros del establishment. Y a fin de transparentar los verdaderos alcances de su triunfo, nada más elocuente que reproducir las siguientes declaraciones que publicó Página 12 el 5 de julio: “El embajador de Estados Unidos en Argentina, Noah Mamet, destacó anoche en el tradicional brindis del 4 de julio que la relación mantenida entre ambos países `excedió las expectativas´ de Washington y aseguró que `todos los funcionarios´ del gobierno norteamericano `colaboran´ con la administración de Mauricio Macri.” (….) “`El avance de la relación excedió incluso las expectativas que teníamos´ subrayó Mamet…”
Estas declaraciones hablan por sí solas sobre el retorno a la dependencia del imperialismo yanqui y, a la vez, preanuncian el casi seguro vaciamiento de la Unasur como intento de zafar de aquella dependencia. Semejante retroceso no es una originalidad sino que se repite a lo largo de nuestra historia según las características de cada etapa y sus distintos momentos.
A continuación, voy a exponer sintéticamente los vaivenes políticos producidos en nuestro país a partir de 1930 (primer golpe de Estado en el siglo XX) por su relativa cercanía e incidencia sobre nuestra actualidad.

Argentina: sintético repaso histórico de vaivens políticos.

El golpe de 1930 que derrocó a Hipólito Yrigoyen  terminó con el oscilante período radical en el que el gobierno del viejo caudillo fue  favorable a la causa popular. Así se abrió el camino a la que sería recordada como la década infame bajo el ala de los conservadores encabezados  por Agustín P. Justo. Luego vino el golpe de 1943 que fue el principio del fin de los gobiernos conservadores y la puerta de entrada de Juan Domingo Perón a la escena nacional. El 17 de octubre de 1945 irrumpen las masas trabajadoras que rescatan al líder y que nutrirían al movimiento peronista. El 16 de setiembre de 1955 triunfa la “Revolución Libertadora” que derrocó a Perón a mitad de su 2º mandato. Comienzan los 18 años de proscripción y persecución del movimiento peronista en los que se mantuvo viva la lucha de la resistencia. En ese lapso se dan gobiernos civiles ilegítimos por la proscripción del peronismo en las elecciones, etapa “matizada” con los golpes militares que depusieron a Frondizi y a Illia con el interregno de Guido impuesto por las FF.AA., lapso en que se mantuvo la hegemonía del “partido” militar a pesar de sus contradicciones internas. En el 69 se produce el Cordobazo, cae Onganía (encabezó el golpe contra Illia) y se genera una etapa de auge popular en el que surgen las guerrillas, diversas organizaciones populares y sindicales como la CGT de los Argentinos que coronan los 18 años de resistencia peronista. Lanusse que sucede a Levingston, lanza el Gran Acuerdo Nacional que fracasa y triunfa el peronismo en las elecciones del 11 de marzo de 1973 y asume el gobierno Cámpora. Se produce el 2º regreso de Perón el 20 de junio de 1973 que no asiste a la gran manifestación de Ezeiza congregada para recibirlo -alrededor de 2 millones de personas- porque la misma termina a los tiros entre los sectores de derecha y de izquierda. Luego se agudizan los enfrentamientos internos del peronismo. Cae Cámpora, asume Lastiri durante 3 meses y en setiembre se da  el triunfo de la fórmula Perón – Isabel y se agiganta la figura de López Rega. El 1º de julio del 74 fallece Perón, en plena decadencia, y alcanzan notoriedad los crímenes políticos de las 3 A que ya venía operando. Después advino el Gobierno desastroso y reaccionario de Isabel Perón como antesala del triunfo de la dictadura genocida autodesignada Proceso de Reorganización Nacional. Videla lo encabeza en los primeros años, lo suceden Viola y Galtieri que patrocina la Guerra de Malvinas. A consecuencia de la derrota cae la dictadura genocida cuya máxima expresión asesina y represora fueron los 30.000 desaparecidos. Y tras el tremendo corte histórico que engendró el Proceso, se inicia “el período “democrático” que, por su cercanía, esquematizo aún más en lo que sigue:
** Asume el gobierno de Alfonsín en diciembre del 83 (1983-1989). 
** Hiperinflación - Golpe blando – Caída de Alfonsín (8/7/89)
** Primer gobierno de Menem (1989-1995); 2º gobierno (1995-1999). Bajo el paraguas del peronismo menemista, se desata el “diluvio” neoliberal.
** Gobierno de la UCR presidido por de De la Rúa (1999-2001) y continúa el “festín” neoliberal y se profundiza la crisis económica.
** Grandes movilizaciones populares el 20 y 21 de diciembre de 2001. Estado de Sitio, represión y muertos, cae  De la Rúa (21/12/2001). Proliferan las asambleas populares e inédito cuestionamiento  a los  partidos políticos.
** Del 21/12 (final del Gobº De la Rúa) al 1º/01/2002 se sucedieron 5 presidentes.
** Gobierno de transición de Eduardo Duhalde (1º/01/02 – 2003)
** Gobierno de Néstor Kirchner (25/5/03) – 10/12/2007)
**  Primer gobierno de Cristina (2007-2011). Fallecimiento de Néstor (27/10/2010).
**  Segundo gobierno de Cristina (2011-2015)
** Asunción de Mauricio Macri al gobierno nacional (10/12/2015)
En el período 1930–1982, groso modo, se podrían contabilizar unas 10  oscilaciones. Y en el período democrático, 1983 – junio 2016, otros 6  vaivenes. Cuentas al margen, lo significativo es la recurrencia de la oscilación: después de cada fisura política favorable al campo popular (más o menos profunda, más o menos durable) retoman el control del Estado los sectores que responden al poder real. Con control directo o no, el poder económico del gran capital siempre mantuvo su hegemonía estructural, ya sea encabezado por alguna de sus distintas fracciones o por la conjunción de ellas.

Conclusiones provisorias para reflexionar y debatir.

Una cuestión previa a responder: si la economía es el ancla del poder real hasta hoy, ¿la política resulta una marcha a la deriva de la liberación?
Tratándose del capitalismo en esta etapa de su dominación mundial y de la hegemonía del las grandes corporaciones, es evidente que la política quedó subordinada a la economía bajo el control del gran capital. En tanto que la  forma de gobierno que mejor se adapta a sus designios es la democracia representativa pues legitima sus intereses. Sin embargo, cuando su poder se ve jaqueado por corrientes populares apela a la violencia explícita, ya sea  “blanda” (disfrazada de jurídica); o directa, mediante golpes militares. Por añadidura, esa violencia contribuye al fabuloso negocio de la industria armamentista que se agiganta con las guerras localizadas que comandan las potencias y proliferan en el planeta. Convergen así el negocio y la dominación.
De acuerdo a la experiencia histórica y al peso de los hechos, la deriva o la pérdida del rumbo de los procesos de liberación, marcharon hacia el retorno de la opresión preexistente o terminaron en nuevas formas de sujeción. Fenómeno que incluye a los  procesos revolucionarios comunistas que preanunciaban el fin del capitalismo.
¿Qué significan entonces estas oscilaciones que se desbalancean hacia la  derecha? Simplificando, la oposición al orden existente sujetos a su legalidad interna, en general se da en situaciones de crisis y no necesariamente económicas. Momentos en los que recrudecen los conflictos y se tensan las relaciones sociales lo que favorece la emergencia y/o consolidación de nuevos líderes y organizaciones populares. Se podría hablar de un ciclo político que si bien emparentado con el económico (auge-depresión y crisis), tiene componentes propios que se entrecruzan y articulan en una madeja más compleja que la sola raíz económica.  Por ejemplo, la fortaleza de la organización, las ideas que sostienen, la talla de sus líderes, su influencia en la construcción de subjetividad social, su capacidad para generar movilizaciones populares, el azar, etc…
Ahora bien, por qué cuando se dan irrupciones que en buena medida responden a esas características, finalmente el péndulo se inclina a la derecha. Aquí surge una línea divisoria que atraviesa a la política y que remite al campo constitutivo del orden social: dentro o afuera de sus fronteras. Referente al orden capitalista, el afuera supone una política antisistema, de ruptura de dicho orden que está determinado por lo estructural. Vale decir, por las leyes que rigen el funcionamiento del sistema que genera y regenera las relaciones sociales, modela la subjetividad de los individuos y condiciona sus prácticas. Y esto gravita en las contradicciones y particularismos cuyas diferencias, significativas o no, conforman la multiplicidad de situaciones.     
Sucintamente, expongo lo esencial de las leyes que rigen la economía del sistema capitalista: la ganancia, como su razón de ser; la propiedad privada, su principal soporte;  la acumulación y concentración del capital, su necesario efecto dinámico. Esto  delimita el campo y fija sus fronteras. Dentro de ellas emergen las contradicciones y particularismos propios de la vida real. Aquí aparece un obstáculo de gran magnitud para las políticas reivindicativas que plantean justicia, distribución de la riqueza e igualdad. Si tales políticas se adecuan a la leyes implícitas del campo, metafóricamente, es como salir de una celda para tomar aire en el patio de una prisión. Y como ésta se construye con la argamasa de un sinnúmero de falacias que gestan subjetividad social, apuntemos ahora un par muy sustancioso.
Una muy común y eficaz remite a la dupla Mercado-Estado. Bajo el nombre de “los mercados”, sitio real o virtual para la compra-venta de mercancías, se enmascaran quienes lo usufructúan: la burguesía y sus corporaciones. Así la reificación  esconde a los dueños del gran capital. Y cuando se dan gestiones de gobiernos que no le responden cabalmente, cuestionan al Estado alegando su desmanejo. Pero lo cierto es que  ocultan que dicha institución fue construida a lo largo del tiempo por los sectores dominantes que ellos representan y cuyos privilegios siguen usufructuando.
Pasemos a la otra falacia que está a la orden del día: el consumo. Los gobiernos populares lo reivindican como garante de trabajo, como acceso al bienestar y como motor de la producción. Verdad relativa que omite el nivel sistémico. De acuerdo a éste y según su naturaleza, el consumo es la otra cara –imprescindible- de la realización del capital y de la ganancia. Lo cual, a su vez, limita a los gobiernos populares que impulsan el consumo como sustancial recurso político-económico. Luego, las tres reivindicaciones que asumen están condicionadas por las leyes del sistema. La fuente de trabajo depende del  proceso de acumulación y lo más importante, resulta el lugar donde se realiza la explotación del trabajador. El bienestar está en permanente  puja entre la ganancia y el salario, puja desequilibrada y fundamental en la diferenciación social y en la génesis de la pobreza. Como motor de la producción no puede escapar de las crisis cíclicas que destruyen empleos y aportan a la concentración del capital. Y lo más significativo e invisibilizado: la producción es el único lugar donde se crea valor del que se apropian los empresarios, más allá de cómo se distribuya la riqueza entre ellos. Por lo tanto, las necesidades humanas dependen de la valorización del capital, o sea, si resultan redituables como negocio. Ejemplo sobresaliente de semejante distorsión es el volátil y parasitario capital financiero, tan omnipotente en la actualidad.
Como se desprende del desarrollo anterior, mi respuesta al interrogante inicial de este punto es que la “deriva de la liberación” se origina, hasta el presente, en que no ha habido movimiento liberador que realmente rompiera con la estructura que sostiene al capitalismo. Ni siquiera los procesos gestados a partir de las grandes  revoluciones contemporáneas que lo cuestionaron seriamente.
Consideremos ahora la lucha de los partidos políticos populares que se desenvuelven al interior del campo sistémico. Sus diferentes logros originan la oscilación del péndulo hacia la izquierda pero después el vaivén tiende a estacionarse en el extremo opuesto, lo que se explica por su integración al orden existente. Es que dichos partidos no han conseguido y ni se lo propusieron en casi todos los casos, generar una política transgresora que horade la frontera del capitalismo y los encamine hacia el imposible de dicho orden: alcanzar la emancipación del capital.
Con lo expuesto no pretendo invalidar los hechos positivos que produjeron algunos partidos populares en función de gobierno. Sí mostrar sus límites y contradicciones cuya perspectiva, para mí y en el mejor de los casos, es que la oscilación continúe y no se detenga  en el extremo derecho. Mas, si no se construyen nuevas políticas con vistas a superar al capitalismo, éste ha mostrado que en lugar de crisis final ha seguido fagocitando a ex enemigos y a ex adversarios  y también dejando a la deriva la ilusoria  “humanización del capital.” Es verdad que nos hallamos frente a un panorama bastante oscuro en el que las ideas brillantes brillan por su ausencia. Empero, aunque todavía no se crearon alternativas gravitantes en el mundo, sí hay atisbos de que algo nuevo está surgiendo. Y todo lo que contribuya a afianzarlo y desarrollarlo es la tarea. En consecuencia, se necesita un profundo debate en el campo popular, sin exclusiones ni sectarismos, para abrir picadas frente al poder del gran capital que agobia y somete a las sociedades contemporáneas.
Está claro que, en mi opinión, dentro del orden capitalista no es esperable una sociedad mejor, más justa e igualitaria. Pero esta afirmación encierra, tácitamente, una pregunta acuciante: dada la presumible y prolongada duración del capitalismo, ¿cómo actuar políticamente al interior del sistema y qué tipo de organizaciones gestar? Interrogación que invito a compartir y responder colectivamente.------    

J.L.C.  -   (26 de Julio de 2016)
 

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