Cerletti vuelve a cuento de problemas vigentes, y que los gobiernos populares toman como su máxima conquista, tal es el manejo del Estado, pero dejando incólumne el sistema económico capitalista, con lo cual se reproduce el esquema de dominación, por ello brega por una política a distancia del estado, que creé redes en las experiencias micro, "Portador de estas virtudes, el zapatismo resulta un buen ejemplo de irradiación de ideas y de prácticas consecuentes".
Jorge Luis Cerletti |
Política a distancia del Estado es un
principio básico que identifica a distintos grupos que luchan por la emancipación y se oponen al
capitalismo. La asunción de dicho principio presenta una doble y gran dificultad,
diría de tipo espacio-temporal: 1º) enuncia un concepto de carácter universal que
hoy sólo es asumido a nivel de grupos locales; 2º) paralelamente, implica un
prolongado e impredecible decurso de tiempo respecto de su generalización en el
escenario político de las diferentes sociedades (no así de las ideas que trascienden
las fronteras). Luego, exige aperturas que generen senderos compatibles con tal
enunciado lo que supone una verdadera apuesta política. Obviamente, el proceso
de realización conlleva múltiples dificultades cuya problemática trataré de esbozar
a continuación.
En la actualidad, debido a la hegemonía
mundial del capitalismo, los lugares donde se procura la realización de esa
política se limitan a espacios micro. No obstante, sus iniciativas se proyectan
en dos esferas: la nacional y la internacional que están fuertemente relacionadas
en términos políticos, económicos y culturales. Y puesto que aún no se crearon
reales alternativas al capitalismo, son previsibles prolongados y azarosos emprendimientos
para su desarrollo.
Aparece entonces el campo de lo micro como
el escenario real donde es dable vislumbrar
la incipiente gestación de políticas emancipatorias. Y es en ese campo de variadas
expresiones y amplitud, donde surgen las aperturas que portan la marca de su pertenencia
nacional. Ámbitos donde se da la actividad socio política de grupos y
movimientos que, desde el punto de vista de las ideas, pueden trascender sus
límites físicos apoyados en su creatividad y potencia. Portador de estas virtudes,
el zapatismo resulta un buen ejemplo de irradiación de ideas y de prácticas
consecuentes. Mas, el cerco político cultural que produce el poder dominante que
es la usina de la subjetividad social, muestra uno de los grandes obstáculos
con que tropieza la realización de toda política emancipatoria. Por un lado, aumenta
el aislamiento de lo micro al quedar desvirtuada
la “democracia” representativa que sirve al poder instituido. Por otro, sostiene
al Estado como insustituible organizador social a la vez que oculta su histórico e indisociable rol como
soporte institucional de la dominación. Aclaremos que la actual incidencia e ingerencia de las grandes
Corporaciones sobre el Estado, no lo sustituyen sino que lo adecuan a sus
intereses para legitimar su imperio en sintonía con el que ejercen las
potencias mundiales.
Ahora bien, a la naturalización de la
existencia del Estado se contrapone la idea innovadora de la “política a distancia del Estado” como parte constitutiva de un proceso emancipatorio,
es decir, a favor de una sociedad más justa e igualitaria liberada de la
explotación y la dominación propias del sistema capitalista. Esta apuesta innovadora
que también cuestiona el rol tradicional de los partidos, no significa ignorar las
contradicciones que se generan en torno a las luchas y los conflictos de la
política realmente existente. Luego, los rasgos comunes y definitorios de los
Estados y los partidos, no excluyen situaciones con protagonismos
circunstanciales que conlleven sesgos
favorables a la causa de los de abajo. De allí que, al considerar la cuestión
de la “distancia”, sobrevienen problemas de interpretación pues no se trata de
una incontrovertible distancia matemática.
Para encarar dicho problema es oportuno
considerar el significado de la hegemonía.
Ésta presupone la existencia de diferentes actores y sectores sociales. En el
capitalismo la principal fuente de poder emana de lo económico. De allí que el
gran capital cuyos máximos exponentes son las Corporaciones, comanden la
política y las relaciones sociales en la gran mayoría de las naciones y en el
orden mundial contemporáneo.
Aquí es conveniente hacer un breve paréntesis acerca
de la lucha de clases. Asumida por el marxismo como motor de la historia, hoy aparece
desdibujada. Es que la hegemonía de la gran burguesía (los dueños del gran
capital) es tan agobiante que su clásica opositora, la clase obrera, no sólo está
debilitada sino que en buena medida resultó cooptada por su antagonista. Desde
las últimas décadas del siglo pasado, en la contradicción Capital-Trabajo, se
deterioró o desapareció el sujeto político del 2º término ya que el
proletariado dejó de serlo si es que alguna vez lo fue. Su carácter de sujeto
revolucionario se desvaneció sustituido por la representación que se arrogaron
los partidos comunistas, sus vanguardias y el Estado. En modo alguno esto lo
excluye como parte de las resistencias emergentes en el seno de la sociedad. Sí
obliga a repensar la cuestión de las clases sociales en una etapa en que varía
el perfil de las mismas y en la que el desarrollo tecnológico opera cambios
internos unido a la volatilidad del capital que relativiza el anclaje
territorial del trabajo.
Este
esbozo esquemático ligado al tema de la hegemonía, replantea la cuestión de las
clases y del sujeto de ruptura (protagonista de un cambio de orden social). Y es
una de las deudas pendientes cuya
síntesis mayor es la carencia en todo este período de alternativas al
capitalismo. Vale decir, la ausencia de opciones reales capaces de gestar procesos de superación de este injusto
sistema.
Volviendo ahora a la cuestión de la distancia
al Estado resurgen su complejidad y las contradicciones que lo rodean. Pues así
como me parece clara la naturaleza del Estado, los arduos interrogantes remiten
a su presumible larga vigencia y a las luchas sectoriales que tiñen a la
política realmente existente ya que, en lo fundamental, se lucha por el control
del Estado. Y como ya señalé, los conflictos se agudizan en términos
políticos cuando el control
circunstancial del Estado pasa a manos de gobiernos que no representan al gran
capital tal como ocurrió en varios países sudamericanos, incluido el nuestro. Procesos
en los que las contradicciones muestran distintas facetas pero lo común, al
margen de lo discursivo, es que no cuestionan al orden capitalista y se
desenvuelven sujetos a su legalidad sistémica lo que los torna vulnerables. Esto
se manifiesta al producir medidas que favorecen al campo popular afectando
intereses de los sectores de capital concentrado, de adentro y de afuera, lo
que origina sus enfrentamientos. En su disputa por el control del Estado, crean
un clima político (denominado populista) que convoca a las masas populares
desde una construcción piramidal con fuertes liderazgos. Y dada la inexistencia
de una burguesía nacional como expresión de poder favorable a la independencia
del país, tratan de utilizar y desarrollar los recursos del Estado. Empero, los
obstáculos con que chocan testimonian las limitaciones de lo nacional en este
período eufemísticamente llamado “globalización”.
Entonces, ¿cómo articular las políticas micro
que impulsan la emancipación dentro de este panorama político social en el que
nos desenvolvemos? Está clara la necesidad de gestar redes en las que se
vinculen los diversos grupos micro. Pero por más que crezcan, de algún modo deben
insertarse en la problemática nacional y no precisamente en el sistema
partidario. Si nos aislamos, tendemos a
crear “micro-islotes”. Si entramos en las disputas electorales, sin duda nos
fagocita la cooptación estatal.
Hoy nos hallamos frente a esa dualidad problemática.
Y así como los espacios micro ofrecen mejores posibilidades para su desarrollo,
debemos asumir que una cuestión crucial es transformar la política a distancia
del Estado en alternativas al capitalismo. Por supuesto que esto implica un
largo proceso donde el aporte colectivo debe sumar creatividad y una paciente
labor en la construcción de senderos emancipatorios. En ese sentido, las luchas
que llevan adelante numerosos grupos locales en distintos lugares del mundo, constituyen
señales de que la emancipación es una causa abierta e indeclinable de la
humanidad.-------- [ Jorge
Luis Cerletti - julio de 2016 ]
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