René Palacios More |
Obertura sobre
el libro de René Palacios More, “Objeto
Fractal Para Gobernantes del Imperio”, editado por dadábrolisdadá, baires, 2013.
“Objeto fractal para
gobernantes del imperio” es un libro
maldito, no sólo porque él autor es un poeta maldito, sino que está doblemente
maldecido por el hecho maldito del peronismo, como acontecimiento sustancial y
vivencial de la política Argentina, cada vez que éste vuelve a las fuentes
revolucionarias del primero y segundo gobierno de Perón.
Si Scalabrini Ortíz
escribió “El hombre que está solo y
espera”, en 1931, con un capítulo dedicado a “El hombre de Corriente y
Esmeralda”, en sintonía con el hombre que esperaba la revolución nacional, este
libro de René es una forma de elegía al líder que encabezaría la revolución
nacional. Y esta hecho de la misma madera que el libro de Scalabrini Ortíz.
Lo fractal es una voz inventada por el matemático
francés Benoit Mandelbrot, en 1975, que consiste “en una figura plana o espacial,
compuesta de infinitos elementos que tienen la propiedad de que en su aspecto y
distribución estadística no cambian
cualquiera que sea la escala con que se observe” (RAE), el libro de René es un
objeto fractal consumado. Cualquiera sea la escala de observación y lectura del
libro, es invariable, como el ser de Parménides, más allá de las vicisitudes
cotidianas, es un ser, un hombre, jugando a los dados con el universo de la
contingencia, de lo que puede o no ser, tirando las cartas al qué será, la única
y universal manera de ser auténticamente libre, una criatura humana sobre este
planeta, por supuesto que sufriendo todas las dificultades del andar sin un
mango en el bolsillo, a la buena de Dios.
Puede ser entendido este libro
como la Biblia
del peronista perseguido; Atahualpa Yupanki pensó “Las Coplas del Payador perseguido”, siendo
Yupanki alguien perseguido por el peronismo por su afiliación al Partido
Comunista. René nos presenta estas
coplas del peronista perseguido por militares, democracia boba, medios de
comunicación dominantes y cultura oficial, hasta darse de bruces con Néstor y
Cristina, referentes fundamentales, de la tradición peronista.
Pero el libro no encuentra paz, hasta cuando, al decir
borgiano “el sabor de la manzana no está en la fruta misma sino en el contacto
de la fruta con el paladar del lector”, lector que pasa a ser cómplice
fugitivo, con el autor, después de la primera línea leída, por la
coparticipación a que invitan sus
versos.
Pero una vez que el libro
acepta esa coautoría, advierte que hay más, hay una vida de poeta adentro.
Personalmente quise ser poeta en los ochenta y principios de los noventa, fue
una de las experiencia y de los propósitos más importantes que tuve en la vida;
pero me di cuenta después, con el transcurrir de los años, que había que tener
agallas para ser poeta a todo trance. Bueno, en René, tenemos a un hombre que dedicó su vida al
arte y a la poesía. Cuando lo conocí personalmente, hace dos años, en una
librería de viejos, en la calle Corrientes (“Kafka y Cía”), donde nos reunimos,
desde entonces, marginales y poetas, lo busqué enseguida en la “Antología de la
poesía Argentina”, en tres tomos, de editorial Fausto, de Raúl Gustavo Aguirre.
René era uno de los poetas que
había sido de mi agrado, porque lo tenía señalado con una marca, marca que este
libro lleva en la frente, que René lleva en la frente, con “Con tu pinta poeta
de gorrión con gomina”.
Si uno, a medida que pasan los versos: va
reconociéndose en ellos, no lo dude Sr. Lector, usted es peronista con carné
del club.
“Los que nunca
Fueron forzados a declarar
Los que nunca
hurgaron en la basura
Los que nunca
tuvieron que reconocer el
cadáver”
Estos tres versos se meten en
la historia de la Argentina y de América Latina, ¿quién no podría sentirse
interpelado por estos versos? Sólo los otros, los dueños del poder político y
económico durante tantos años en el país, podrían rechazarlos, sentirse
incómodos, porque eran sus autores, cómplices o encubridores o instigadores de
los verdugos.
Todo el libro es una
declaración de guerra a los oligarcas aviesos, para los “enemigos ni justicia”,
dicen que dijo el general.
En esta posmodernidad tuitera,
cada uno de los versos son un tuit directo al meollo del mundo nacional y
popular, al cogollo cómodo de la vida burguesa, de la vida bacana. Aunque René
también es un bacán porteño de la poesía vanguardista y clásica.
“Los que nunca
Jugaron su último dinero a un
billete de lotería
Los que nunca
se agacharon a recoger una
colilla”
Cuantas veces, mientras
disfrutaba (decir disfrutar…) la internación en un Hospital Psiquiátrico, por
mi apego antiguo a vicios non santos, me agaché a recoger una colilla, en un
territorio desolado, de tierra baldía, al decir de Jacobo Fíjman “El camino más
alto y más desierto” “se acerca Dios en pilchas de loquero” “Piedad”. Pero René
de ninguna manera le pide piedad a la vida, al contrario, quiere que sus
excesos lo revuelquen en una ola artística y golosa, como esos cuatro amigos
que se habían reunidos en una casa, en las afueras de París, para comer hasta
morir, en la película de Marco Ferreri, “La gran comilona”. En René, es ópera,
sexo, literatura, cine, y charlas
largas.
La poesía de René, como decía
Octavio Paz, de la poesía de Enrique Molina,
“como un cuchillo se hunde en la realidad”. Es una experiencia netamente
vivencial no existencial. Lo existencial tiene un tono, un amaneramiento, un
manierismo superfluo y vacío, lo vivencial es peronista.
Pensaba en esos días, cuando
llegando a fin de mes, tenemos dos pesos en los bolsillos, cuántas veces nos
jugamos el último billete en un número a la quiniela. Por lo menos René plantea
jugárselos en un billete de lotería, por el cual hay que contar con 10 o 20$.
Es infame el verso, pero tiene su “aristocracia arrabalera” en el juego, y su
lucha de clases, entre los olvidados que
juegan su número de quiniela, y los aristócratas que con los últimos pesos
juegan un billete de lotería.
“Los que nunca
vieron que a veces todos los
días son grises”
Esa expresión adverbial, “a
veces”, es el gozne entre un decir
cotidiano, o un decir universal: de peronismo para todo el mundo.
Si el verso dijera:
“Los que nunca
Vieron que todos los días son
grises”
Sería un verso para la
izquierda cipaya, o para un radical progresista, hundido por la fuerza de la
burguesía, de sus propias cabezas. Se disfrazaría la vida de un pesimismo
sabatiano, que la vida real no tiene, que el pensamiento, el arte y menos el
arte de René tienen. Pero, el “a veces”, además de darle aquello por lo cual
durante siglos se mataron los hombres, la verdad, aporta verdad al verso.
La verdad es en Hegel: idea,
unión de concepto y realidad. Esa idea como verdad tiene tres formas de accesos
al absoluto: el arte, la religión y la filosofía. Claramente, en René,
la forma de acceso al absoluto es el arte. Y la vía de ascesis en
él es unión de forma y contenido en vida poética.
Hay además en todo el libro, a
lo largo de cada verso, algo no dicho, sugerido, y que no cierra con el final,
algo abierto a la indecisión, a la incertidumbre de la vida bohemia, a la
sorpresa cotidiana de la vida, a esas pequeños momentos, en que algo otro nos
es revelado, en una persona, en una ocasión, en una circunstancia, vayan como
ejemplo, estos versos:
“Los que nunca
Contemplaron el rostro de su
mujer lleno de incertidumbre
Los que nunca
razonaron largamente sobre la
inutilidad de sus actos”
Los versos de este libro, nos
llevan por un camino ciego, pero que tiene salida cuando los líderes de los
pueblos se ocupan de los excluidos, los marginados, los ausentes de las
estadísticas, y sondeos para presidente, y continúan la revolución nacional y
popular inconclusa, siempre inconclusa, porque siempre hay mayor igualdad y
justicia que reclamar.
Volvamos al principio, al
carácter de poeta y libro maldito, el malditismo condenó a muchos poetas a una
vida errante, y en no pocas veces a la autodestrucción, descuidando la belleza
de la obra poética, pero es Borges quien dice “el infortunio personal del
individuo puede ser la fortuna del poeta”, en los noventa, la vida y el arte se
habían fragmentado y se condenaba el estigma de querer vivir como se escribía,
recuerdo artículos al respecto en “El
diario de poesía”, Hoy, pasadas esas ingenuidades, un verdadero poeta solo
puede ser quien une escritura y vida.
Claudio Javier Castelli |
Como los vagabundos de la ópera
“La boheme”, de Giacomo Puccini, que deambulan por buhardillas sin destino,
donde se puede encontrar, después de infinitos intentos, la matemática,
científica, literaria, cinematográfica y exacta palabra, que va en la frase o
el verso trabajado, y artesanalmente, baldomerianamente ejercitados, también como “Mimí” pueden
desfallecer en el intento, en la construcción de la vida y obra, como “Griseta”
“al arrullo funeral de un bandoneón”.
A pesar de ello, jugar la partida de ajedrez con la muerte, como en la película “El séptimo sello”, de Igmar Bergman, para sostener la vida artística ante toda oposición y obstáculos, que siempre nos acompañan en nuestros designios.
A pesar de ello, jugar la partida de ajedrez con la muerte, como en la película “El séptimo sello”, de Igmar Bergman, para sostener la vida artística ante toda oposición y obstáculos, que siempre nos acompañan en nuestros designios.
René la ha mantenido toda la vida, la vida
maldita que le ha tocado en suerte.
(El compañero René Palacios More, es miembro de la agrupación Vagos Peronistas)
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