A propósito de la muerte del poeta Horacio Ferrer, autor, entre otros prodigios, de la letra del tango "El gordo triste", que con música de Astor Piazzolla dedicó a Aníbal "Pichuco" Troilo, es que me dí torpemente a las palabras.
Las interpretaciones más recordadas son la del "Polaco" Goyeneche, con Astor Piazzolla en el teatro "Regina", en Mayo de 1982, y la de Astor Piazzolla con Amelita Baltar, pero hay otra versión del "Polaco", con Raúl Garello y la Orquesta Típica Porteña, el 31 de Mayo de 1977. Las tres son de antología.
Los últimos versos del poema dicen:
"Por una aristocracia arrabalera,
Tan sólo ha sido flaco con él mismo,
También el tiempo es gordo, y no parece...
Pichuco de las manos como patios.
Y ahora que las aguas van más calmas
Y adentro de las jaulas cantan pibes,
Recuerde, sueñe y viva, Gordo lindo,
Amado por nosotros, por nosotros..."
La primer respuesta es fácil: Horacio Ferrer y los amigos de "Pichuco".
La segunda también, pero ya se complica: todos los que admiramos a "Pichuco", es decir todos los tangueros.
¿Pero qué es ser tanguero hoy en el Siglo XXI?
No solamente un tanguero de bandoneón, baile y academia, sino también un tanguero de "Corrientes y Esmeralda", como escribiera Scalabrini Ortíz, el hombre de esa esquina porteña, el anónimo caminante, que ni canta, ni baila, ni es de academia, que sufre tanto por la muerte de Joe Cocker como Horacio Ferrer, pero la muerte de este le conmueve pasiones y sentimientos raigales en su existencia, y en la vida común, desde que la tía Joyi trajera de Buenos Aires, a La Paz, Entre Ríos, en 1969, un simple con el tema "Balada para un loco", y del otro lado: "Chiquilín de Bachín". Eran las baladas tangos que cantaba Buenos Aires, en ese año.
Alejandro Dolina dijo una vez, que lo más importante que le pasó en la vida, fue cruzarse en una esquina con Leopoldo Federico. A quien esto escribe, jugar al fútbol 5 de delantero, y que el defensor que lo marque: el bandoneonista Néstor Marconi.
¿Quienes somos nosotros?
"No habrá nunca un porteño tan baqueano del alba,
Con sus árboles tristes que se caen de parado.
Quién repite esta raza, esta raza de uno...
Pero quién la repite con trabajos y todo"
Pero quién la repite con trabajos y todo?
En el fútbol, podríamos elegir, según las pasiones, al "Beto" Alonso, Riquelme, Lionel Messi, Maradona (o Bochini). Pero ellos son la representación arquetípica de un ideal, en la llanura, somos más rústicos para la ópera, pero geniales para tomar una copita de Ginebra, en "La Giralda", mientras tarareamos "Vida mía". Pero el "Beto" Alonso y nosotros, somos un núcleo indisoluble.
De la misma manera que en el final del cuento de Jorge Luis Borges: "Los teólogos": "Más correcto es decir que en el paraíso, Aureliano supo que para la insondable divinidad, él y Juan de Panonia (el ortodoxo y el hereje, el aborrecedor y el aborrecido, el acusador y la víctima) formaban una sola persona"
Es decir ante Dios no hay diferencias entre los hombres, sólo el pecado de no ser. De no ser tanguero, de no formar "raza aparte de la humanidad" -dice José Ingenieros, en "El hombre mediocre", refiriéndose a los idealistas- tangueros decimos nosotros
¿Existe el "nosotros"?
Hace unos días José Pablo Feinmann ("Reflexiones sobre la historia", página12, 14.12.14), dice que el sentido de la historia para los revisionistas, esta en los otros que también lo hicieron, es decir los otros, los "Mitristas", los de la historia oficial. Nos constituyen y forman parte de nuestro ser. El no lo dice pero la idea tiene su desarrollo profundo en Hegel.
Algo parecido reflexionaba Horacio González ("Sarmiento y Nosotros", Radar, Página12, 14.9.11), el dilema fundacional de "Civilización y Barbarie" también nos constituye como nación.
Pero hete aquí, que los griegos, el judeocristianismo, y los romanos, se empeñaron en fortalecer algunos valores. Sócrates de alguna manera, junto con Cristo son fundadores de una moral. El problema es que todos, nosotros y ellos dicen tenerla.
¿Habrá algún observador objetivo? Nadie es objetivo. Ya no puede interpelarnos una conciencia, sólo la conciencia lábil de nuestro tiempo.
Kant inventó algunas síntesis categoriales. Niklas Luhmann dice que una paradoja, se resuelve con una decisión; cuánto hay de humano en el decisionismo de Carl Schmitt de donde parte esa idea, metido en la cultura, en la política, en la economía, en el capricho amoroso.Y nos empeñamos en seguir considerandolo nazi, para no pensar lo que pensó como jurista y que tiene una realidad incontrastable.
¿Quienes somos nosotros, Horacio Ferrer?
Siento, porque los sentimientos de ninguna manera nos están vedados, que se murió uno de nosotros. De "nosotros", que admiramos a "Pichuco", que lloramos con "Milonga del Angel" y tantos otros temas de Piazzolla. No es que no sintamos también la muerte de Joe Cocker, pero no nos constituye.
A "nosotros" nos duele en el corazón, no como dolor insoportable, sino como sentimiento infinito, que "Pichuco", andaba:
"Del brazo de un arcángel y un malandra"
Aquellos que caminando Corrientes, se encuentran con su "destino sudamericano".
Al fin y al cabo: "todo ocurre en el mundo, y a la larga en Buenos Aires" (Borges).
https://www.youtube.com/watch?v=TwzURTHDkbo
https://www.youtube.com/watch?v=MXKQ5pGruPs
Respetando a los admiradores de Ferrer, ¿porqué no podemos escuchar la otra campana?. Un discurso empalagoso y monolítico post - mortem se dispersa como el ébola tras la muerte de los "grandes".Horacio Ferrer me pareció simpre un imitador de otros, un "aristócra" del tango en el sentido más rancio, y a un sinnúmero de tangueros de varias generaciones no les movió un pelo. No hagamos montañas de pompas de jabón por un viejo que se muere.Basta de simplones epitafios (no lo digo por las palabras de este compañero sino por lo que pude escuchar en los medios) los hombres de "la cultura". Basta de ídolos construidos durante décadas por el establishmen y los medios progres!!!!
ResponderEliminarGraciela
Ocurre que los tangueros no vivimos solamente en barrios del sur. Los obituarios y epitafios, son selectivos, como la memoria, por ejemplo en el verano de 1989, fui a comer al restaurante, que Ferrer tenía con un periodista, Los Teatros, en la puerta de entrada, había fijado un cartel, que decía, que estaba prohibida la entrada a vendedores ambulantes. Pensé inmediatamente en "Chiquilín de Bachín". Los años tienen mucho de deterioro físico y espiritual. La muerte es un hecho abrupto, natural, pero no admitido naturalmente. Hoy mismo murió otro grande del tango y del bandoneón: Leopoldo Federico. Aproveché el texto para intentar hablar del "nosotros", muchos posmos dice que es imposible hablar del "nosotros". Pero si fuera imposible, sería imposible cualquier referencia, cualquier elección, cualquier voluntad. Abrazo.
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