En el centro del horario de oficina, el tema era apelar o no. El Juez había concedido muchas de las peticiones de la querella, pero quedaba un "rabanito" que no cerraba. Beatriz, mi compañera, atenuó la disquisiciones llamándome por tercera vez: "Tenés que venir, te hice un lugar, vení ya". No tenía alternativas, pero mi cabeza estaba en otra cosa. Pensaba que la oposición había tomado Tribunales como el "Palacio de invierno", el lema: "Incumplimiento de los deberes de funcionario público y liberación".
Tal vez, Bonadío, encarne más que nadie el espíritu de Comodoro PY, a medida que va terminando el mandato, hay más motivos para extorsionar, y quedar bien con los patrones reales.
Progresé en las calles hacia el polideportivo del colegio. Me parecía que tenía cosas más importantes que atender, que ir a una exposición de gimnasia artística de niñas y adolescentes. En la city porteña no hay niñas y adolescentes. Marcelo Bonelli, cuando hace el ridículo todos los días, ¿miró a los ojos de un adolescente que termina el colegio?. ¿Y en nuestra propia tropa? Magnetto, ya sé que no, pero nosotros, los y las funcionarios/as públicos y abogados/as de este proyecto.
Volví a pensar en "nosotros", acomodado en la silla, en un espacioso polideportivo, y viendo el esfuerzo de las chicas, sus miedos, sus errores, sus ojos que buscaban los de los padres, y de todo el público presente. La representación deportiva de las chicas, no era menos representación, que la de mi profesión de abogado y funcionario. Pero por qué parecía más trascendente la de la tensión del gobierno con el poder judicial.
A medida que la música y la danza se metía en los huesos, como quién termina de ver una película -la de la oficina-, y se enjuga los ojos, porque advirtió que no era realidad, pero se queda encantando mirando hacia adelante, en toda la irrealidad constante de la "fantasía", asistía a unas imágenes mucho más reales, muchos más vívidas, que los maltrechos expedientes de las burocracias oficiales. Hay una eternidad kafkiana repitiéndose en todos los funcionarios; y algo más, un pichón de Akákievich, en cada uno.
Cuando la teatralización de un circo vino con la lucidez de la música de "Amarcord", entendí que ahí, en la utilizada cancha de basquet, fútbol 5, y voley, se jugaba una partida mucho más importantes, que mis inasibles sueños de lograrme como abogado del Estado, y los entretelones ásperos de la cotidianidad de la burocracia.
Alguna vez, mientras estudiaba derecho, en plena dictadura, me paré frente a la facultad y un montón de amigos y amigas, y grité: "es una parodia organizada".
Derecho, burocracia, poder político, poder económico, sin espíritu, es letra muerta, vano formalismo: rutina de matrimonio viejo.
Más allá de todas las conquistas inexorables de estos once años, falta mucho por hacer. Los niños demuestran su destreza física y su gracilidad, dando vueltas en el aire, cubiertos en el fondo, por un gran telón, donde esperan todos los demás que han de actuar.
¿Faltará algo así, como la revolución cultural argentina, como en la China de Mao?. Un opositor dirá de manera errónea: eso lo está haciendo "La Cámpora".
Creo que no es eso, es volver a un lema del primer peronismo: "En este país los únicos privilegiados son los niños".
Ya sé; pero no alcanza. El país ha cambiado muchísimo desde entonces, el capital se ha extranjerizado una enormidad. La injusticia es mucho mayor.
Pero en esas chicas que mancomunadamente desplegaban sus trabajos de todo el año, y que reclamaban la absoluta atención de los contertulios, había un hálito, que le dice a Tinelli: "¡Cosificás las mujeres, imbécil!"
Hay un hábito excesivamente machista y patriarcal en todos los varones de esta patria. Deconstruir es la tarea. No necesariamente en sentido específico Derrideano, sino en el sentido natural de la palabra, desarmar los conceptos, las ideas, las pulsiones, los deseos, las fantasías, los prejuicios, la realidad, la cruel falacia de la autoridad. Ante los niños uno está desnudo como ellos ante el mundo, cuando nos desarmamos de las armas trabajosas, y dejamos "los fierros" en la baulera.
A las dos horas de la exposición de gimnasia artística, nada quedaba de códigos, ni de cargos usufructuados por jóvenes pedantes, ni de políticas oficiales y oposición, las niñas y adolescentes del polideportivo eran "mas verdad que el pan y la tierra, mi amor es un amor de antes de la guerra".
Como en el tango "Malevaje":
"Decí, por Dios, qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé más quien soy.
El malevaje extrañao,
me mira sin comprender...
Me ve perdiendo el cartel
de guapo que ayer
brillaba en la acción.
No ve que estoy embretao,
vencido y maniao
en tu corazón".
En el corazón de las niñas, niños, y adolescentes de esta tierra, a lo largo y lo ancho del país, porque son mucho más realidad, que la "parodia del poder organizado", aun cuando el que lleva la voz cantante obra en justicia, porque es tanto lo que falta por hacer, que los obreros disimulan trabajar en un túnel, que avanza de a metros cotidiano, pero la tarea es infinita.
...la vida es eso que transcurre mientras nosotros hacemos otras cosas...no sé quien lo dijo, pero como que a veces lo siento, seran los niños nuestros mensajes incompletos?
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