“¡Bombardear una ciudad abierta!”, dicen que dijo ese día Juan Domingo Perón; pero dijo también que “no son soldados argentinos los que tiraron contra el pueblo, porque tirar contra el pueblo es de traidores y cobardes, y los soldados argentinos no son traidores ni cobardes”. Ese 16 de Junio de 1955.
“Fallaron los cálculos”, le dijo Isaac Rojas a Horacio Embón, en un reportaje radial, recién recuperada la democracia, en 1984.
Si el plan era matar a Perón, bombardeando la casa rosada, con aviones, repletos de bombas, con el dibujo y letra de “Cristo Vence”, de ninguna manera los exime de los 370 muertos y 700 heridos, civiles y militares.
Es que bombardear la casa rosada, implicaba el “daño colateral”, de masacrar a la gente que iba o venía del trabajo por la plaza, en horas del mediodía. “Daño colateral es el lenguaje eufemístico de los verdugos, en toda matanza de civiles inocentes. Incluso, un colectivo lleno de niños que visitaban la plaza, en un país donde eran los únicos privilegiados.
Fue un acto DE TERRORISMO DE ESTADO, por aviones de la marina, que deberían haberse subordinado al poder civil. Bombardear, la plaza, la casa rosada, la CGT, y la Residencia presidencial, en Agüero y La Heras. Son actos de Lesa Humanidad, que deberían ser juzgados hoy.
Gran parte de la violencia argentina que se desató en los años setenta, tiene que ver tanto, con el bombardeo a Plaza de Mayo, como los fusilamientos y la proscripción del peronismo durante 18 años. La ignorancia brutal de los militares que tomaron el poder, después de Perón, asesorados siempre por la ignominiosa CIA, es una página tristísima de la historia argentina.
Resulta risueño ver hoy en las redes sociales, como ante actos de corrupción de tirios y troyanos, se pide la vuelta de las fuerzas armadas, como si el tiempo las hubiera absuelto, de su inoperancia política, y efectividad terrorífica, para torturar hombres, mujeres, adolescentes, echarlos al mar, y desaparecer 30000 personas.
Pero no se engañen los compañeros peronistas, nosotros seguimos ideas, y las “ideas no se matan”, están vívidas en los diferentes modelos de país que encarnan el peronismo, sus continuadores, y la oligarquía argentina encaramados hoy con Macri. Son dos modelos diferentes, sustancialmente distintos.
Seguir ideas implica condenar a los corruptos de nuestras huestes y de las ajenas, sabiendo que todos aquellos traidores por actos de corrupción deben ser juzgados y condenados.
Pero también sabemos, que es más difícil que la justicia juzgue y condene la corrupción sistémica, de fugar divisas, a través de cuentas y empresas off shore, lavar dinero, y evadir impuestos. Tener más de 400.000 millones de dólares en el exterior.
Juicio y castigo para todos los corruptos, sean del movimiento nacional y popular, sean “gente bien”, políticos, empresarios y banqueros macristas.
También es un acto de cinismo y afrenta, que el presidente actual, del Banco de la Nación Argentina, reconozca, en su gobierno, que tiene “como muchos argentinos el dinero en el exterior”.
Junio de 1955, por Daniel Santoro |
Esos “muchos argentinos”, no son más que una minoría acaudalada, que vive de espaldas al país, soñando con Europa y los Estados Unidos, y no somos nosotros, son “ellos”.
Vayan estas pequeñas reflexiones, para recordar la barbarie de bombardear una ciudad abierta, a plena luz y movimiento, un 16 de Junio de 1955, y ratificar nuestra inquebrantable fe peronista, que es una ardua combustión de ideas simplificadas en la, hoy ausente, JUSTICIA SOCIAL.
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