Conviene comenzar por intentar comprender las causas e intenciones de semejante asesinato formalmente asumido por un gobierno miembro de la ONU. En las últimas décadas, los únicos antecedentes de asesinatos no encubiertos por el paraguas de una guerra declarada, han sido los de Gaddafi y el de Saddam Hussein. Pero hace ya muchos, muchos años, que no se estila una declaración formal de guerra. Hoy alguien ataca y si el agredido responde se inicia la “escalada”. Teledirigir un drón y matar un general “enemigo” es una provocación que sin dudas es semejante, pero no igual, a una declaración formal de guerra. Equivale a una apertura en el ajedrez, a la que le corresponde una defensa. Pero no hay libro de guerra que diga: Defensa India del Rey. Para la brutal agresión norteamericana impulsada por Trump no hay “defensa” previsible. Y de allí el crecimiento de nuestras angustias y las de la humanidad ante un peligro de imprevisibles consecuencias.
Pero vayamos hacia lo que algunos analistas consideran la causa más probable e inmediata. Donald Trump enfrenta una fuerte embestida conducida por lo más granado del establishment norteamericano que lo ha acorralado con un impeachment en el Senado. Los números cantan que, hasta el momento, el Presidente unirá al partido Republicano abortando su destitución en el Senado. Pero al interior de los republicanos bulle una probable división y no sería de extrañar que algunos pudiesen unirse a los demócratas para su destitución. Algo de esto debe haberse olido Trump antes de tomar su determinación. Quienes han conducido esta ofensiva han sido los demócratas voceros de la más absoluta globalización y de la mano del clintonismo, Pero aún así el desgaste de este proceso implicaría un serio riesgo para que su candidatura logre un segundo mandato en las próximas elecciones. A la tradicional y formidable maquinaria política y mediática que el poder financiero globalizado construyó en torno a Hillary se le suma, en alianza y disputa, el progresismo que no tolera el racismo, la misoginia y la brutalidad del líder “productivista” construido por la crisis del modelo neoliberal norteamericano de la globalización. Trump busca con desesperación aliados y encontró al peor: el Pentágono. Ya había intentado contener esas presiones manteniendo a Bolton y Pompeo entre la elite de sus funcionarios privilegiados. Despedido Bolton y funcionando a pleno la campaña en su contra D. Trump recurre a la espectacularidad trágica de un semi magnicidio para retomar la iniciativa política y erigir un nuevo y peligroso escenario. Una de las grandes dificultades de Trump reside en que en realidad no tiene Partido. Es claramente un outsider, misterio que le permitió llegar a ser presidente pero que constituye una gran limitación institucional.
Está claro que ni China ni tampoco Rusia comprarán la provocación. Pero sin dudas que la polarización buscada con fórceps por los EEUU en decadencia, es un nuevo mandoble contra la multipolaridad, ya que todo escenario bélico del mundo globalizado entraña una gravedad tal que empuja hacia la recreación del mundo bipolar. La Argentina y Latinoamérica sienten con fuerza esa presión asfixiante, potenciada porque nos consideran el patio trasero del imperio. Trump tiene una dificultad adicional: el desarrollo del capitalismo en su etapa de superfinanciarización no ofrece modelos alternativos. La súper tecnificación actual y el abismo ambiental que sufrimos nos encamina a una crisis civilizatoria, entrelazada a la crisis terminal del neoliberalismo para la cual no hay modelo de salida. No hay marcha atrás sostenible hacia un neofordismo industrialista. Los índices de reactivación industrial y económica norteamericanos fuerzan un proteccionismo sin destino a corto y mediano plazo porque chocan contra la esencia del desarrollo capitalista de la historia y la globalización, que no es sólo un modelo específico de la civilización capitalista sino una realidad que lo trasciende. A tal punto que hoy el principal defensor del libre comercio es una potencia comunista: China.
De todas maneras no está claro cuál es el camino de salida de ésta situación. No habrá guerra mañana pero ni siquiera Trump puede confiar que esta “derechización” verdadera que es su giro bélico le otorgue una recomposición hacia una nueva mayoría. La izquierda de su partido levantará nuevamente las banderas de la paz y la no agresión y es posible que lo que gane por derecha lo pierda por izquierda. Mejor dicho: que esa izquierda que en general es sólo una nota de color que engalana a los demócratas pueda cobrar una dimensión que sólo las grandes crisis otorgan. Y los EEUU hoy están no sólo en una enorme burbuja que disimula la endeblez de su modelo económico sino que aún subrepticia asoma una encubierta crisis política. Es la historia, entre los marasmos que siempre provoca, la que terminará cobrándose la venganza del asesinato del líder iraní Qasem Soleimani.
(")Miembro de Participación Popular (E. Jozami) y de Carta Abierta donde coordina la Comisión de Asuntos Internacionales
(")Miembro de Participación Popular (E. Jozami) y de Carta Abierta donde coordina la Comisión de Asuntos Internacionales
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