Más allá de la noción elemental del concepto de fuente, en tanto manantial de agua que brota desde la tierra; en la octava acepción del diccionario de la "rae", se la define como: principio, fundamento u origen de algo; y aquel miércoles de 1945, vaya si lo fue.
Me ha gustado pensar siempre que ese 17 de octubre tuvo la inapelabilidad del latigazo del siervo al amo, hecho inverosímil como "huevo de yegua", pero definitivo como la muerte.
Roberto C. Suárez |
En esta inteligencia, la imagen de las "patas en la fuente" se torna en terror para la antipatria, doloroso como ese latigazo, no por el latigazo en sí, sino por que la mano que agita el vergazo es por primera vez en la historia argentina, la del oprimido.
Como aquel personaje de Joseph Conrad en el corazón de las tinieblas (Heart of Darkness, 1899), que remontaba el río Congo, en ese discurrir en sentido inverso, en esa vuelta a lo primordial, con la idea de que:
"Remontar el río era como viajar hacia los orígenes del mundo, cuando la vegetación cubría tierra y los grandes árboles eran los reyes.".
Imagino a la sociedad acomodada de su tiempo, inmersa en un viaje de pesadilla al interior profundo de los miedos más temidos, encarnados con una imagen (de muchas): Las patas en la fuente, en tanto acto de irreverencia, la retroversión del sistema de explotación, que se manifiesta, guiado por su conductor el General Perón.
Entre muchas cosas entendemos al 17 de octubre de 1945 fundamentalmente con el día de la lealtad, efecto directo de la gratitud por la dignidad concretada con los derechos de la clase trabajadora y la adopción definitiva como conductor del pueblo a aquel Coronel Juan Domingo Perón, pero ese hecho de meter las patas en la fuente fue para mi la foto del comienzo de una nueva Argentina, socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
Muchas veces una imagen vale más que mil palabras.
Roberto C. Suárez
Abogado
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